EL Rincón de Yanka: NUESTRA SEÑORA DE LA LACTACIÓN AL REY DE LOS ÁNGELES

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sábado, 8 de diciembre de 2018

NUESTRA SEÑORA DE LA LACTACIÓN AL REY DE LOS ÁNGELES

“¡Dichoso el vientre que te llevó 
y los pechos que te criaron!”. Lc, 11, 27

La Virgen de la Leche -también llamada Virgen del Buen Parto, del Buen Reposo, de Belén o Maria Lactans– es una advocación que seguro conocéis, pues es tan antigua, universal y adquiere tantos aspectos y denominaciones diferentes, que en todas partes se la puede encontrar. Constituye en la simple pero bellísima representación de la Virgen María amamantando al Niño Jesús. Un acto tan sencillo y tan natural pero que, en mi opinión, contribuye, más que ninguna otra advocación mariana, a exaltar a María como madre, pues su naturaleza materna es físicamente visible por el mismo acto de la lactancia.

En Belén existe una llamada “Gruta de la Leche”, cercano a la Basílica de la Natividad, donde según la tradición la Virgen amamantó al Niño y una gota de su leche cayó en una roca, tornándola completamente blanca. En este lugar se levantó un santuario en el que, aún hoy, las mujeres -tanto cristianas como musulmanas- acuden a suplicarle a la Virgen que mejore la calidad de su leche materna, tan crucial para la salud de sus hijos.
El simbolismo de la diosa lactante, como decía, se incorporó automáticamente a la representación de María y no en vano la imagen de Ella más antigua que se conserva -un fresco en las catacumbas romanas de Priscila, s.II- la representa dando el pecho a Jesús. Algunos ritos antiguos fueron incorporados a la cultura cristiana conservando esta rica simbología de la leche, pues no en vano, a los neófitos se les daba a beber leche mezclada con miel.
Ya en el medioevo se tenia una visión mas sobrenatural de la lactación de María Santísima que está íntimamente ligada a la humanidad del Mesías y a la maternidad real de la Virgen.
Una de las cantigas de Alfonso X el Sabio recuerda esta devoción mariana: Da que Deus mamou o leite do seu peito, cantiga 77.

Las lactaciones místicas


Indirectamente, en la Historia del arte cristiano apareció un tema relacionado con la Virgen lactante, pero ocasiones en que la leche de María no va destinada a su Hijo, sino a un Santo. Estos episodios son conocidos como “lactaciones místicas” y van rodeados de una simbología muy compleja en la que no entraré, por no considerarme lo suficientemente experta en el tema.
Las lactaciones místicas representan a María amamantando a un Santo o Santa, en una experiencia mística que busca una unión más íntima con lo sagrado. Son episodios, legendarios o no, pertenecientes a vidas de Santos como Bernardo de Claraval, Pedro Nolasco, Cayetano de Thiene o Domingo de Guzmán. La más relevante de todas es la primera, el caso de San Bernardo, gran defensor de la maternidad divina de María y uno de los teólogos marianos más importantes de la cultura cristiana; a él se habría aparecido la Virgen tras ser invocada con la frase "Monstra te esse matrem" (“Muéstrame que eres madre”) y Ella le habría mostrado un pecho, del cual, tras presionarlo, surgiría un chorro de leche que iría a parar a la boca del Santo. En fin, ¿qué muestra más clara de que Ella había sido madre, sino la leche de sus propios pechos?

Aunque ésta es la representación más frecuente de las lactaciones místicas -el chorro lácteo a distancia- otras, más atrevidas, representan al Santo mamando directamente del pezón de la Virgen o incluso amamantándole a la vez que el Niño: éste en un pecho, el Santo en el otro. Por razones ya mencionadas, estas representaciones también sufrieron la censura de la Reforma católica.
Existe un curioso equivalente de las lactaciones místicas que consiste en un Santo o Santa bebiendo de la sangre que brota de las llagas de Cristo, especialmente la lanzada del costado (las receptoras de la sangre divina suelen ser Santas como Catalina de Siena o Rosa de Lima). Estas representaciones, que lógicamente no son lactaciones, tienen el mismo significado místico y teológico que éstas; y habiendo llegado algunas obras de arte a dotar a dichas escenas de connotaciones claramente sensuales, se entiende que también sufrieran cierta censura.

Lejos de la sorpresa, curiosidad o escándalo que nos pueda suscitar la imagen de María mostrando su(s) pecho(s) repleto(s) de leche, lo mejor es ceñirse a la visión más básica y natural, que es la de una madre amamantando a su hijo. Como ya decimos, una representación más antigua que el cristianismo y casi la más ancestral de la feminidad humana; que en la cultura cristiana se encarna en María, la Madre por excelencia: Madre de Dios, pero también madre de todos los cristianos.

Actualmente el culto de la Virgen lactante, en sus distintas denominaciones, es universal y está en expansión, libre de ataduras, reticencias y censuras mojigatas. Es muy importante el culto de este tipo de Vírgenes para las madres cristianas, que la invocan para tener un buen parto y una feliz lactancia, tan esenciales para la supervivencia de los hijos, como ya apuntábamos. También la invocan las mujeres que quieren ser madres, que tienen dificultades varias con sus hijos o, simplemente, quienes se enternecen ante la maravillosa visión de María nutriendo a su Hijo como lo hace cualquier otra mujer.

Las representaciones de María lactante son infinitas en el arte hasta hoy, donde prosiguen, incluso en el campo de la fotografía. Es imposible abarcarlas o reseñarlas todas. Pero esta advocación, como decía al principio, constituye la iconografía que nos muestra más claramente que nunca la maternidad de María, en un gesto simple, natural y sencillo, que exalta la maternidad de Ella y de todas y cada una de las mujeres: la lactancia.
Madre de Dios y Madre nuestra, tú que pariste a Nuestro Señor y Salvador y lo nutriste con la leche de tus pechos, protege a todas las madres del mundo; ayúdalas con tu poderosa intercesión y no apartes la mirada de tus hijos amados en el transitar por este mundo tan hermoso y terrible a la vez.

A solis ortus - gregorian hymn for Christmas - inno gregoriano di Natale




ANDREA BOCELLI - ADESTE FIDELES


Adeste fideles, laeti, triumphantes, 
Venite, venite in Bethlehem: 
Natum videte Regem Angelorum: 

Venite adoremus, 
venite adoremus 
Venite adoremus Dominum. 

En grege relicto, humiles ad cunas, 
vocatis pastores approperant. 
Et nos ovanti gradu festinemus. 

Venite adoremus, 
venite adoremus 
Venite adoremus Dominum. 

Adeste fideles, laeti, triumphantes, 
Venite, venite in Bethlehem: 
Natum videte Regem Angelorum: 

Venite adoremus, 
venite adoremus 
Venite adoremus Dominum. 

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Acudid fieles, alegres, triunfantes venid, 
venid a Belén 
ved al nacido Rey de los ángeles 

Venid adoremos, 
venid adoremos, 
venid adoremos al Señor. 

Dejando el rebaño, humildes hasta la cuna, 
los pastores llamados se acercan presurosos 
y nosotros nos apresuramos con paso alegre. 

Venid adoremos, 
venid adoremos 
venid adoremos al Señor. 

Acudid fieles, alegres, triunfantes venid, 
venid a Belén 
ved al nacido Rey de los ángeles 

Venid adoremos, 
venid adoremos, 
venid adoremos al Señor.