EL Rincón de Yanka: ANTROPOLOGÍA

inicio














Mostrando entradas con la etiqueta ANTROPOLOGÍA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ANTROPOLOGÍA. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de febrero de 2025

LIBRO "VIAJE A LA CIUDAD ETERNA": EN LA BÚSQUEDA DEL SENTIDO DE LA VIDA por DR. ANDREAS MAY 🔁

VIAJE A LA CIUDAD ETERNA
En la búsqueda del sentido de la vida

Viaje a la ciudad eterna es un ensayo que invita al lector a un viaje de pensamiento, en el que se buscan y se encuentran respuestas viables a las siguientes preguntas fundamentales de sentido: «¿De dónde vengo?», «¿cuál es el sentido de mi vida?», «¿qué viene después de la muerte?» y «¿cuál es el objetivo de la humanidad?».
El motor de este viaje de pensamiento es la búsqueda de la verdad objetiva y unívoca. El viaje comienza con preguntas filosóficas, continúa con una parte de ciencias naturales, que trata de la evolución, y conduce al cristianismo. 
Las observaciones recogidas en el libro, muestran que podemos encontrar las respuestas a nuestras preguntas existenciales en el cristianismo. Por lo tanto, se toma una nueva y fresca mirada al cristianismo. 
El libro muestra que el conocimiento científico y la revelación cristiana no se contradicen entre sí, sino que se complementan. La sinopsis de los resultados de las ciencias naturales con las verdades de la fe cristiana crea un cuadro impresionante, en el que la libertad humana juega un papel central.
INTRODUCCIÓN

Este libro es probablemente diferente a cualquier otro que haya leído hasta ahora. Quizás lo haya intuido al hojear el índice, ya que junto a preguntas filosóficas y temas científicos, aborda una temática religiosa amplia. Se preguntará si no habrá que hacer encaje de bolillos para conjugar cosas tan dispares. Antes que nada, tengo que confesar que lo he escrito pensando especialmente en todos los buscadores del sentido de la vida y de la verdad. Para mí, estos buscadores de sentido de la vida son personas que buscan responder a las tres preguntas más fundamentales del hombre: «¿De dónde vengo?», «¿Cuál es el sentido de mi vida?» y «¿Qué hay después de la muerte?».

A mi entender, buscadores de la verdad son todos los seres humanos que no quieren conformarse con lo que la sociedad actual les ofrece, todo un abanico de posibles diversas «verdades» bajo una clara premisa: 
«Elige las verdades que te plazcan; construye tu concepto privado del mundo como te guste; pero no te atrevas jamás a postular, ¡que tu verdad es válida también para los demás!». 
Los buscadores de la verdad son personas, que no han abandonado la esperanza de que existe una verdad única, realmente verdadera entre todas las múltiples «verdades» inconexas o incluso contradictorias que, hoy en día, se ofrecen en cualquier mercado. Anhelan una verdad que sea igualmente válida para todos los seres humanos y que dé sentido a todo. 
Los buscadores de la verdad son personas que se atreven a creer que, esa verdad objetiva y absoluta nonos está completamente oculta, sino que podemos aproximarnos a ella y reconocerla progresivamente desde nuestras limitaciones.

Este libro quiere ayudar al lector a acercarse a esta verdad objetiva y absoluta para conocerla cada vez más. Aquí se entiende por conocer, no solo un conocimiento puramente intelectual, sino un conocimiento que puede abarcar y llenar toda la vida, y darle un sentido profundo e indestructible. Sí, se trata de una verdad que puede y quiere dar un sentido colmado a cada vida humana, al sufrimiento y a la muerte y una esperanza sostenible para la eternidad. Ese camino es el que quiero recorrer con el lector en este libro. 

La búsqueda de la verdad siempre ha sido un leitmotiv, un tema principal de mi vida. Puede que también haya sido el suyo. 
En mi investigación científica como geólogo y paleontólogo, así como en mi vida espiritual y en mis relaciones interpersonales, siempre le he dado mucha importancia a la verdad. De modo metódico, pongo en cuestión absolutamente todo y trato de comprobarlo lo mejor posible antes de creerlo. 

Con esta búsqueda de la verdad también comienza la historia de este libro, hace ya cuarenta años. Mi entusiasmo por la paleontología y por el cristianismo siempre despertó, y sigue haciéndolo,controversias con la gente con la que me encuentro. Una y otra vez tuve y tengo que justificar cómo puedo creer en Dios como un científico razonable o cómo puedo estar convencido de la evolución siendo un buen cristiano. Más que en otros asuntos científicos, es en el campo de la evolución donde se libra una batalla mucho más cruenta por el dominio de las mentes. Probablemente sea porque el tema de la evolución siempre incluye la pregunta sobre el origen del ser humano, la cuestión «de dónde venimos». Y eso nos afecta más que cualquier otra cosa; porque la respuesta a la pregunta de dónde venimos incide directamente sobre las respuestas a las cuestiones de «quiénes somos» y «cuál es nuestra meta». 

He lidiado intensamente con todos estos interrogantes a lo largo de mi vida; porque para mí, como para muchas otras personas, es importante vivir una vida verdadera y auténtica. En mi opinión, esforzarse por la veracidad y la autenticidad es una condición necesaria e imprescindible para vivir una vida plena y verdaderamente feliz.

Sin embargo, pasó mucho tiempo y sucedieron muchas cosas en mi vida antes de que por primera vez intentara plasmar en papel mis pensamientos sobre estos temas: me doctoré en ciencias naturales en una universidad alemana, escribí numerosas publicaciones geológicas y paleontológicas1, empecé una nueva carrera profesional como informático, me mudé a Madrid para casarme con una encantadora española y ser profesor en una universidad americana, y regresé a Alemania después de casi diez años con mi esposa española y mis cuatro hijas. Mientras tanto, mi vida espiritual se hacía cada vez más profunda y la Iglesia Católica Romana se volvía cada vez más importante para mí. 

Aquí abordaré temas que me preocupan desde hace mucho tiempo y puede que a usted también, aunque tenga otra experiencia de vida totalmente distinta a la mía. Soy un paleontólogo entusiasta y un cristiano comprometido. Conozco a cristianos de muy diversas denominaciones y grupos, así como a ateos y agnósticos. 
Gracias a este contexto tengo la ocasión de conocer de un modo estrecho las muy diferentes opiniones sobre el tema de la evolución y el cristianismo. Sin embargo, yo no experimento que mi fe cristiana y la paleontología se opongan en lo más mínimo. 
El libro presenta una síntesis que orienta mi vida y que tal vez pueda dar luz a preguntas que se mantienen abiertas en su mente. 

El resultado de este recorrido intelectual y espiritual da lugar a este libro cuyas pretensiones resumo así: 

—Está dirigido a personas que busquen la verdad, que posean la voluntad de entrar sin prejuicios en este territorio. Es por esto que puede ser leído con independencia del nivel de conocimiento que se posea. Es adecuado tanto para personas con amplios conocimientos de ciencia o religión como para las que desconocen ambos ámbitos.
—El libro apunta a aquellos que buscan el sentido y la meta de su vida. En particular, a personas con una visión del mundo formada o influenciada por las ciencias naturales y que no se contentan con cualquier respuesta a su búsqueda del sentido y/o sus anhelos espirituales, sino que demandan una respuesta que se tome en serio sus conocimientos científicos.
—Se ofrecen al lector respuestas viables a las preguntas más fundamentales del hombre: 
«¿De dónde vengo?», «¿Cuál es el sentido de mi vida?», «¿Qué hay después de la muerte?»y «¿Cuál es la meta de la humanidad?». 
He puesto especial cuidado en presentar el estado actual de la investigación científica sobre la evolución humana, como parte de la respuesta a la cuestión: «¿De dónde vengo?».
—Partiendo de la visión científica del mundo que prevalece en la actualidad, apunto a una ruta hacia una vida plena. 
El libro ofrece una vista nueva y fresca del cristianismo que penetra en las verdades fundamentales de la fe. Descubrimos que el cristianismo no es una polvorienta reliquia del pasado, sino un camino hacia la verdad objetiva y el sentido de la vida. Este camino es factible para muchas personas.
—Se presenta una síntesis del conocimiento científico y de la revelación cristiana, que toma en serio ambas formas de percibir el mundo y no las mutila, sino que las pone en fructífera conversación entre sí. Lejos del reduccionismo, el libro esboza las líneas maestras de una cosmovisión integral en laque las ciencias naturales y la fe se complementan de forma armoniosa y constructiva2. El objetivo es ofrecer a la persona del siglo XXI una base intelectual sostenible para su vida. 

Lo que estoy formulando aquí son metas muy altas. Estoy seguro de que a usted también se lo parecen. Además, hay un gran número de ensayos y libros que tratan aspectos individuales de los temas abordados aquí. He consultado más de 1.300 publicaciones,de las cuales sólo he citado en el libro las 701 más recientes e importantes. Si se quiere llegar a las fuentes actuales de investigación, a menudo es mejor leer muchos artículos de revistas que unas pocas monografías. Sin embargo, estos 1.300 publicaciones son solo una pequeña parte del número total. Lo que falta es una sinopsis completa. Todos estos artículos y libros solo presentan aspectos puntuales. Además, a menudo están escritos desde perspectivas tan diferentes que no es fácil unirlos. Para un no especialista, a menudo es muy difícil saber qué publicaciones hay que tomar enserio y cuáles no tanto. En resumen, usted, como lector, tiene entre sus manos un libro fruto de ese arduo trabajo en el que se ha separado ya el trigo de la paja, ofreciéndole ahora un pan fácil de diger ira la par que nutritivo. 

Para abordar la escritura de este libro, me siento respaldado por mi doctorado en paleontología y los cuarenta años que he dedicado a la investigación en este campo, estoy familiarizado con los modelos que tienen las ciencias naturales para explicar el mundo. Como cristiano, soy miembro de una religión mundial, que existe desde hace 2000 años y que quiere abarcar y dar sentido a la vida. Me gano la vida como informático. Soy esposo, padre de cuatro hijas y vivo la vida de un empleado muy normal del siglo XXI en Alemania. 

Paleontólogo, informático y cristiano, esos son tres modos muy diferentes de percibir y explicar el mundo. Exactamente por eso he tenido siempre el afán de encontrar la verdad más profunda,poner en diálogo ópticas diferentes y enlazar distintos puntos de vista para alcanzar a vivir una vida auténtica e integrada. Les hablaré un poco más sobre mí y mi vida en el capítulo Retrospectiva al viaje, que concluye este libro. No tengo un título universitario en filosofía o teología, sin embargo, todos los lectores que quieran profundizar en las discusiones filosóficas o teológicas actuales encontrarán referencias a literatura moderna en los lugares apropiados del libro. Para quien todavía tenga dudas sobre mi cualificación en cuestiones teológicas, he publicado cinco artículos (May 2021a, 2021b, 2022, 2023a, 2023b) en revistas internacionales de teología en lengua inglesa revisadas por pares en los últimos años. Además,este libro forma parte del proyecto de investigación «Understanding Reality (Theology and Nature)», dirigido por el Prof. Dr. Johan Buitendag, Departamento de Teología Sistemática e Histórica de la Facultad de Teología y Religión de la Universidad de Pretoria (Sudáfrica). Pertenezco al grupo de investigación del profesor Buitendag.

Tras años de formación y trabajo personal, en este momento,me siento suficientemente preparado para abordar la escritura del libro que tiene en sus manos. Sin embargo, eso no me bastaría si yo fuera el lector de este libro; porque yo mismo he leído cosas espeluznantes en demasiadas publicaciones de expertos generalmente reconocidos o autoproclamados. Y aquí se trata de lo más importante, del sentido de la vida, respectivamente, su vida.

Para que usted pueda entender y comprobar que mis líneas de pensamiento están basadas en datos reales doy numerosas referencias bibliográficas y documento con la mayor precisión posible mis fuentes de información. Lo hago como se hace en muchas revistas científicas: 
escribo el autor y el año de publicación en el texto normal, y con eso se puede encontrar el trabajo en la bibliografía. Utilizo las notas a pie de página solo para las notas marginales y los comentarios complementarios que puedan distraer dela línea de pensamiento del texto principal. Soy consciente de quelas referencias a veces pueden ralentizar un poco la fluidez de la lectura, y que sería más cómodo prescindir de las citas. Pero no quiero contarle una historia fácil de consumir, sino que quiero ir con usted a la búsqueda de la verdad objetiva, la búsqueda del sentido de la vida y la búsqueda de la trascendencia. Por eso quiero y necesito ser lo más honesto y preciso posible.

He escrito este libro para los buscadores de sentido y de la verdad, porque yo mismo me considero uno de ellos. Tengo la valentía de afirmar que he encontrado un camino para aproximarme a esa verdad objetiva y absoluta. Esa verdad da un sentido profundo e indestructible a mi vida y a cada vida humana. No he descubierto el camino solamente por mí mismo o por inteligencia propia, sino que en mi vida he recibido muchísima ayuda. Con este libro me gustaría compartir este camino con usted. Sé que hoy en día estas palabras resultan escandalosas por dos motivos. Por un lado, afirmo que existe una verdad objetiva, válida no solo para mí, sino también para todos los seres humanos. Por otro lado —y eso es lo decisivo— en este libro propongo un camino para aproximarse a esa verdad objetiva. Le invito a comprobar por sí mismo, si considera válido lo que escribo. 

Este libro quiere invitarle de todo corazón a plantearse nuevamente las preguntas existenciales. Leerlo puede ofrecerle un acercamiento novedoso a estas cuestiones y quizás abrir horizontes desconocidos para su vida. También esta obra puede serle muy valiosa si tiene interés por los seres vivos. Quizás se haya preguntado, cómo puede compatibilizarse la teoría científica de la evolución con la enseñanza religiosa de la creación. Y espero que disfrute leyendo un resumen breve de lo que se sabe hoy sobre la evolución del hombre. 

Con todo —independientemente, de cuán diferente sea su punto de partida o su motivación—, quisiera hacer un viaje, en el cual nos expondremos a preguntas existenciales, buscaremos respuestas y nos enfrentaremos a las consecuencias. ¡No se preocupe!No va a necesitar una capacidad intelectual especial. Solamente necesita desear conocer la verdad y estar en disposición de buscarla honradamente, no tener miedo a cuestionarse, hacer observaciones desde distintos ángulos e ir razonando de una forma sistemática los hallazgos. No tema abandonar clichés infundados por amor a la verdad y la honestidad. Le prometo que este libro, en su totalidad, lo he escrito desde el anhelo profundo por conocerla verdad y desde la honestidad, y por eso voy a ser tan veraz y honesto como pueda. 

El contenido de este libro está enfocado a mostrar un camino para encontrar la verdad objetiva y el sentido de la vida. No postulo que sea el único camino posible, pero estoy convencido que es un sendero transitable para muchas personas. Si admito que existe una verdad objetiva y absoluta, entonces lógicamente, esta verdad tiene que afectar, no solo a la esfera material sino también, en el sentido más amplio, a la religiosa. Aspectos diferentes de la misma verdad pueden complementarse entre sí sin llegar jamás a contradecirse. Esto debe constituir una característica axial de esa verdad objetiva, que da a todo un sentido profundo y que todo lo relaciona satisfactoriamente entre sí. Claro está, que no puedo escribir sobre«todo», ya que soy un ser humano limitado. Tanto en la elección de los temas como en la profundidad con que la que los trato, me he ceñido a lo que, en mi opinión, es necesario para comprender y seguir mis razonamientos. 

Para empezar, el libro aborda las cuestiones fundamentales de si hay alguna verdad y por qué existe el universo, adentrándose rápidamente en el campo de las observaciones científicas. Aquí seda una importancia central al tema de la evolución y se presenta el estado actual de los conocimientos sobre la evolución del hombre.En este contexto, dedicaré un espacio relativamente amplio al área conflictiva entre creación y evolución, ya que sé por experiencia propia que las personas que buscan en este difícil terreno pueden perderse con demasiada facilidad. A partir de los resultados de los capítulos puramente científicos, se sucede el capítulo final, Creación y evolución, en el que se destilan algunos rasgos importantes del Creador. Tener en cuenta los hallazgos de las ciencias naturales modernas, nos ayuda a conocer mejor al Creador del universo,sin tener que recurrir (incluso ahora) a las tradiciones religiosas.

El libro afronta entonces la cuestión de cómo un Ser superior puede comunicarse con nosotros. A partir de ahí, se elabora un catálogo de criterios que se utilizan para averiguar qué cosmovisión o religión se corresponde más con la verdad. Las observaciones recogidas en el transcurso del viaje del pensamiento muestran que podemos encontrar las respuestas a nuestras preguntas de sentido en el cristianismo. Por ello, el último capítulo de la primera parte, ofrece una breve visión sobre los contenidos básicos de lafe cristiana y responde a las siguientes preguntas fundamentales:

¿De dónde vengo?», «¿Cuál es el sentido de mi vida?», «¿Qué hay después de la muerte?» y «¿Cuál es la meta de la humanidad?». 

Quiero revelarle ya desde ahora, que la meta de este viaje es la«Ciudad Eterna», en donde los seres humanos de todos los tiempos y todas las razas van a vivir juntos eternamente felices. Después de haberle conducido hasta allí en la primera parte de este libro,la segunda parte tratará de la vida para y en la «Ciudad Eterna». 
Este paseo por la «Ciudad Eterna» intenta mostrar una vista nueva y fresca del cristianismo. En el caso de que ahora comience a fruncir el ceño y piense que el cristianismo no puede decirle nada más, quisiera rogarle, más insistentemente si cabe aún, que no abandone la lectura. Estoy convencido, de que va a descubrir novedades importantes que van a ayudarle a revisar su opinión sobre el cristianismo. 

En la segunda parte del libro —titulada La Ciudad Eterna—presento en primer lugar importantes puntos comunes que tienen todos los cristianos. Después, se examina lo que el cristianismo tiene que decir sobre el sufrimiento. A continuación, se aborda el tema del pecado, seguido de un capítulo sobre la muerte, la resurrección y la vida eterna. Después examino Los relatos de creación del libro Génesis y constituyo así el puente hacia el capítulo Cristianismo y evolución: una síntesis, que es el punto culminante del libro. En dicho capítulo encontrará una importante combinación de los resultados científicos de la primera parte del libro con las verdades cristianas de la fe en la segunda parte del libro. Se demuestra que el conocimiento científico y la revelación cristiana no se contradicen, sino que se complementan. Esto es especialmente cierto para el tema de la evolución y la creación. Surge un cuadro impresionante en el que la libertad humana juega un papel central. El libro concluye con el capítulo Retrospectiva al viaje. Aquí no me limito a un resumen con comentarios, sino que lo complemento con acontecimientos de mi experiencia personal. 

Como podrá ver, el libro tiene una estructura muy clara, una argumentación muy trabajada de modo que cada capítulo se apoya en el anterior siendo todos premisas de la conclusión. En puntos clave de la primera parte del libro, plantearé cuestiones fundamentales. Para cada una de estas preguntas hay varias respuestas posibles y cada una de ellas conllevará consecuencias para la continuación del viaje. Por eso, usted verá dónde se separan los caminos y podrá decidir, honestamente, qué dirección quiere tomar. Debido a que estas preguntas encierran aspectos válidos para todos los hombres y otros quizás no tanto, habrá en el camino tramos que recorreremos juntos y otros que quizás recorrerá en solitario. 

Como puede ya atisbar, en algunos casos, ni las preguntas ni las respuestas serán en absoluto nuevas. Sin embargo, le prometo que el viaje le resultará muy enriquecedor, interesante y en algunos puntos seguramente sorprendente. Esta es mi apuesta. 

Y ahora, por favor, tome asiento y ajústese el cinturón porque el viaje que comienza aquí no será en absoluto tranquilo. 

Mientras se abrocha, quiero comentarle que este libro está basado en un manuscrito que había preparado para mis compatriotas alemanes. Estoy muy agradecido a mi esposa, Ana Mª Contento, por su apoyo incansable. Además, doy muchas gracias a la Sra. María Dolores Toves (Madrid) y al Sr. Javier Menárguez MD PhD (Madrid) porque han revisado el español de mi traducción. También quiero expresar mi agradecimiento a todas las otras personasen Alemania y España que ayudaron a mejorar el manuscrito.
_____________________

1 Por si acaso usted se preguntase ahora qué he hecho como geólogo y paleontólogo, puede bajar mis publicaciones de las siguientes páginas de internet: https://www.researchgate.net/profile/Andreas-May-2https://independent.academia.edu/AndreasMay
2 Golshani (2020: p. 447) sostiene que la investigación científica necesita como base una cosmovisión integral, en la que la ciencia y la fe se complementen. Por lo tanto, me gustaría invitar a los lectores que son científicos naturales a que consideren hasta qué punto la cosmovisión presentada en este libro podría serles útil.

sábado, 31 de agosto de 2024

LIBRO " EL ALMA EN LA PIEDRA" por JOSÉ VICENTE PASCUAL ⛬ 🐻


EL ALMA EN LA PIEDRA

Altamira, 13.000 a.C.
El clan Tiznado lucha por 
sobrevivir en un entorno hostil.

Altamira, 13000 a. C. El clan Tiznado se reúne en torno a la hoguera, frente a la gran cueva que los protege del mundo. Ibo Huesos de Liebre, hábil rastreador, también experto en representar imágenes en los techos y paredes del sagrado refugio, trae noticias sobre la próxima cacería: ha localizado el cubículo donde se guarecen una osa y sus dos oseznos. La joven Ojos Grises escucha encandilada el relato del cazador. Abajo, en el valle, tribus de ancestrales adversarios del clan Tiznado esperan la menor oportunidad para acabar con sus enemigos. El destino de lucha y supervivencia está marcado, aunque Ibo Huesos de Liebre intuye que para los suyos no hay futuro sin conocimiento, sin saber quiénes son y por qué habitan en este lado de la existencia, el territorio de los Aún Vivos. El drama de la vida, la esperanza y la muerte, aguardan como siempre a unos y otros.
«La gente entiende fácilmente que los “primitivos” 
cimenten su orden social mediante creencias 
en fantasmas y espíritus, y que se reúnan 
cada luna llena para bailar 
juntos alrededor de una hoguera. 
Lo que no conseguimos apreciar 
es que nuestras instituciones modernas 
funcionan exactamente sobre la misma base». 
Yuval Noah Harari, Sapiens

«Me gustaría saber qué es lo cierto. 
No me gusta no saber». 
Carl Sagan, Cosmos

Nota del autor

Todos los períodos históricos han tenido épocas de esplendor. El Paleolítico superior es una «edad dorada», previa a la escisión entre el ser humano y la naturaleza que supuso el inevitable avance neolítico. 

La Biblia, en el mito de Caín y Abel (por citar un texto clásico, de todos conocido), da buena cuenta de este paso traumático y decisivo en la evolución de nuestra especie. Existe un continuo cultural en la historia que pone de manifiesto la intervención de la conciencia como necesario agente de progreso y, al mismo tiempo, elemento de reflexión sobre sí misma. 

Al homo sapiens paleolítico le inquietaban las mismas preguntas trascendentes que a nosotros: el porqué del mundo, de los fenómenos y las cosas; y, sobre todo, el porqué de ellos mismos, su razón de ser y su motivo de estar: su causa y su propósito. 
Desde su origen como disciplinas científicas, hasta hace poco, la historiografía y la descriptiva estudiaban el arte prehistórico como expresión de inquietudes mágico-religiosas y, en todo caso, ornamentarias. Sin embargo, las últimas aportaciones de la arqueología y la antropología dirigen su atención hacia un aspecto inédito: el arte rupestre expresivo del interrogante humano, la mirada introspectiva y la posibilidad cognitiva; una representación de conocimientos avanzados por medio de las utilidades tecnológicas al alcance de la humanidad en aquel tiempo. 

Dichas propuestas de investigación trabajan sobre la hipótesis de que el arte parietal, así como algunas muestras de artesanía objetuaria, intentaron representar y reproducir el movimiento por medio de desarrollos gráficos combinados con efectos de luz y sonido. 

El arqueólogo y divulgador Marc Azéma, tras años de investigación sobre numerosos escenarios minuciosamente observados, ofrece una conjetura plausible al tiempo que novedosa acerca de esta cuestión: «Desde el principio, el hombre hizo su cine», escribe en su libro Origines paléolithiques de la narration graphique. Según esta teoría, desarrollada en varias publicaciones y documentales, muchos siglos antes de Edison y los hermanos Lumière, las paredes de las cuevas y los objetos decorados por artistas paleolíticos dieron testimonio de la creación de procesos gráficos, técnicas y narrativas que caracterizan una verdadera «prehistoria de la tecnología descriptiva». 

El trabajo de campo en «museos» prehistóricos como Altamira, la cueva del Castillo y los yacimientos del valle de Vézêre, entre otros lugares, e igualmente el examen minucioso del «figurativo analítico» rupestre con ayuda de potentes medios científicos, confirman la hipótesis de que en las paredes y techos de aquellos ancestrales refugios están ciertamente representadas (pintadas) las inquietudes cotidianas del homo sapiens en torno a la actividad cinegética y la supervivencia; pero también están escritos los primeros libros de filosofía y ciencia de la humanidad. 

El alma en la piedra es una obra de ficción que aborda desde esta exclusiva vertiente —la pura ficción— unos momentos trascendentales de la historia: cuando, florecida la conciencia en caudalosa curiosidad sobre su hábitat y sentido último, se empeña el ser humano, como siempre ha hecho, en comprender el mundo y entenderse a sí mismo. Por simple motivo de cercanía cultural, y porque la de Altamira es la única cueva donde se alberga arte prehistórico que he tenido oportunidad de visitar (hace de eso muchísimos años), he ambientado la acción de la novela en este entorno, o muy parecido. Si bien, los hechos narrados en El alma en la piedra podrían haberse desarrollado en cualquier lugar del sur de Europa y en cualquier momento entre 14000 y 10000 a. C. 

Sobre el uso del lenguaje en esta novela, tanto por la voz narradora como por los personajes integrados en el argumento, creo conveniente anticipar la siguiente explicación: He reflexionado mucho en el tono de la historia —lo que sin duda acrecienta mis posibilidades de equivocarme—: cómo debía expresarse el narrador y cómo debían hacerlo los personajes. Tal como señala Yuval Noah Harari en su estimulante ensayo Sapiens, el lenguaje es simultáneamente un elemento generador fundamental en la revolución cognitiva humana y el resultado más eficiente de esta, en razón de las necesidades y anhelos que aunaban la actividad común de nuestros primitivos antepasados. 

Señala Harari, creo que con acierto: «Nuestro lenguaje evolucionó como un medio de compartir información sobre el mundo. Pero la información más importante que era necesaria transmitir era acerca de los humanos, no acerca de los leones y los bisontes. Nuestro lenguaje evolucionó como una variante de chismorreo. El homo sapiens es ante todo un animal social. La cooperación social es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes. Para ellos es mucho más importante saber quién de su tribu odia a quién, quién duerme con quién, quién es honesto y quién es un tramposo». 

Evidentemente, no sabemos ni por lo remoto cómo hablaban los seres humanos 15000-10000 años a. C, aunque tenemos sobrada constancia de que se comunicaban entre ellos por medio de signos complejos, tanto fónicos y gestuales como gráficos, además de recurrir a abundante objetuario simbólico. Si aceptamos el principio elemental de que cuanto más desarrollada tecnológicamente es una sociedad más sofisticado es el idioma en que sus miembros interactúan, no resulta difícil imaginar que los habitantes del Paleolítico superior disponían de un acervo lingüístico nada despreciable. 

Sabemos que desarrollaron técnicas ornamentales y fabriles avanzadas, que bastantes miembros del mismo grupo humano debían ponerse de acuerdo para organizar cacerías masivas, que sanaban heridas y trataban enfermedades con métodos rudimentarios aunque en ocasiones muy eficaces; y también sabemos que habían ingeniado todo un mundo de referencias sagradas, de carácter mágico-religioso, por medio del cual intentaban no solo conjurar los peligros e inconvenientes que pudieran surgirles en su entorno cotidiano, sino también dotar de sentido y trascendencia la vida de los individuos. 

La religión en ese período (única filosofía posible) era sin duda animista, y la representación del mundo que ejecutaban y que observamos en las pinturas y demás vestigios rupestres así lo confirma. Todo ello requería la utilización de un lenguaje hablado que favoreciera la operatividad de elementos abstractos y la exposición de conceptos no tangibles aunque con capacidad para aglutinar idearios colectivos, así como de coordinar a la perfección acciones llevadas a cabo por grupos significativos de individuos en pos de una meta colectiva. Todo ello confirma mi convicción de que el lenguaje paleolítico integraba niveles superiores de la percepción y el conocimiento humanos, necesarios a la gran revolución cognitiva que facilitaría el advenimiento de la era neolítica. Ahora bien, en lo que concierne a la vida cotidiana y afanes espirituales de los pobladores paleolíticos, sabemos muy poco. 

«Suponemos que eran animistas, pero este dato no es muy informativo. No sabemos a qué espíritus rezaban, qué festividades celebraban o qué tabúes observaban. Y, lo más importante, no sabemos qué relatos contaban. Esto constituye una de las mayores lagunas en nuestra comprensión de la historia humana». (Y. N. Harari). Cualquier conjetura descriptiva sobre los detalles de la espiritualidad arcaica es un ejercicio meramente especulativo, pues las muestras e indicios son muy escasos, y los pocos que tenemos —un número muy pequeño de objetos, ajuares funerarios y pinturas rupestres— pueden ser analizados y explicados de muchas y distintas maneras. Las teorías de los científicos y sabios en la materia que afirman conocer qué anhelaban y sentían los cazadores-recolectores nos hablan más de las ideas preconcebidas de estos estudiosos que sobre las religiones en la Edad de Piedra. 

En vez de construir numerosas teorías sobre hallazgos esporádicos de restos y tumbas, pinturas rupestres y estatuillas de hueso, es mejor ser honesto y sincero y admitir que solo alcanzamos a tener ideas muy vagas y escasa certeza sobre las religiones, ritos, costumbres y lenguaje de los antiguos cazadores del Paleolítico. Es por todo lo anterior que determiné «hacer hablar» a los personajes de El alma en la piedra con la soltura y espontánea naturalidad de seres racionales contemporáneos —no olvidemos que entre los orígenes de nuestra cabal contemporaneidad neolítica y aquella humanidad prehistórica median tres milenios, a lo sumo—; si bien, en aras de la verosimilitud ficcionaria, he intentado mantener un estilo expresivo sencillo, simplificado, abundante en aliteraciones que, espero, no caigan en la reiteración. 

También he evitado en lo posible la utilización de conceptos que solo han alcanzado sentido pleno en el transcurso de la modernidad. No estoy muy seguro, pero creo que ninguno de ellos se ha colado por alguna rendija de la novela. Aparte de la elegida, tenía dos opciones más para solventar esta cuestión. 

La primera, hacer que mis personajes se expresasen a la manera de los indios en las películas del Oeste, lo que me parecía en exceso ridículo porque las tribus aborígenes americanas poseían idiomas bastante más perfeccionados que ese rejuntado de infinitivos, del todo absurdo, por el que los productores de Hollywood se han empeñado en hacerles hablar desde que se inventó el cine sonoro. 

La segunda: sobredimensionar la descripción subjetiva en la narración e inventar un idioma para momentos especiales —diálogos— en el cual se expresarían los personajes excepcionalmente, lo cual quedó de inmediato fuera de toda consideración porque mi propósito al escribir "El alma en la piedra" no era formular una rigurosa reconstrucción antropológica de una época y una civilización, sino adentrarme justamente en los terrenos más privados de los individuos: 
el florecer la conciencia y la interpretación del mundo conforme a la capacidad sapiencial de cada uno de ellos. 

De tal forma, los personajes de El alma en la piedra hablarán entre sí y para el lector como los de cualquier otra novela, en la espera por mi parte de que su llaneza y claridad lexical no quiebre lo verosímil de su trazado; también acogiéndome, en última instancia, a la benevolencia del lector, ya prevenido de que se encuentra ante una obra de ficción histórica, no ante un compendio científico… Sobre el cual, por cierto, ya me gustaría estar en condiciones y tener conocimientos de escribir.

Vale.

martes, 30 de abril de 2024

"LOS DEMONIOS DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL" por JUAN MANUEL DE PRADA y LIBRO "ANTROPOFOBIA": INTELIGENCIA ARTIFICIAL (IA) Y CRUELDAD CALCULADA 🔌 por IGNACIO CASTRO REY


LOS DEMONIOS 
DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Una de las frases que más gusta chuperretear al lorito sistémico –lo mismo al que vive en la choza que en el palacio, aunque este último lo dice con socarronería maligna– es aquella que dice, poco más o menos: «La tecnología no es buena ni mala, depende del uso que le demos». Resulta, en verdad, grotesco que mucha gente se crea sinceramente este mito de la tecnología neutra e impersonal, como si sus 'avances' no estuviesen impulsados, inducidos, financiados con inversiones multimillonarias por personas concretas.

Ignacio Castro Rey, autor de 'Antropofobia. Inteligencia artificial y crueldad calculada' (Pre-Textos) sabe, desde luego, que la tecnología nunca ha sido neutra, mucho menos en esta fase terminal y posthumana de la Historia. Frente a los loritos sistémicos que celebran el «enorme potencial» y los «eventuales riesgos» de la inteligencia artificial, Castro Rey descubre en este nuevo ingenio algún potencial específico, en campos especializados, y enormes riesgos existenciales, políticos, éticos y culturales. Frente al tan cacareado peligro de los «malos usos» que los «gobiernos autoritarios» pueden hacer de la inteligencia artificial, Castro Rey nos alerta en su lúcido y penetrante ensayo de los peligros de su uso «progresista y democrático», que ayudará a instaurar un despotismo de nuevo cuño, una 'gobernanza' tecnocrática basada en una vigilancia estatal sin precedentes. Un despotismo que, según nos advierte el autor, ya no se ejercerá desde los centros institucionales del poder, sino que más bien será de naturaleza «ambiental»; y todo ello integrado en una cultura de la emergencia y en una hilera interminable de pánicos más o menos inducidos: sanitarios, económicos, geopolíticos, energéticos, climáticos, alimentarios, etcétera.

La inteligencia artificial nos ofrece, a modo de conocimiento universal consensuado, una mixtura de ciencia vulgarizada y estadística que añade al caudal vertiginoso de datos e informaciones un 'sesgo'; el sesgo 'progresista y democrático' que al poder interesa imbuir en las masas, a la vez que las galvaniza con un eufórico espejismo de 'empoderamiento' redentor. La inteligencia artificial no pretende otra cosa, a la postre, sino instaurar una nueva disciplina de masas; y no sólo –nos advierte Castro Rey– en las cuestiones medulares que interesan al poder, sino también en los asuntos más nimios, para que todos consumamos las mismas marcas y viajemos a los mismos sitios. Se trataría, en fin, de crear una sociedad gustosamente sumisa, que se cree informada pero sólo ha sido formateada en manada; y que, como se halla dispersa (pues la tecnología disuelve los vínculos y nos encierra en su jaula absorta), esa manada se cree formaba por personas únicas con voz propia (aunque sea voz de papagayo).

La inteligencia artificial declara abolido el pensamiento, que desde ahora se convertirá en una mera combinación de datos. Nos exonera de la difícil decisión de tomar partido, alivia nuestros dilemas más desgarradores, nuestras dubitaciones, nuestras caídas propias de personas falibles; arrebata a la vida, en fin, su naturaleza dramática. Quizá las páginas más dilucidadoras de este brillante ensayo son las que Castro Rey dedica a describir la abolición de lo específicamente humano, de esa singularidad que tiene cada uno de nuestros pensamientos, nacidos de nuestras deficiencias, de nuestra pobreza material y espiritual, de nuestros errores y sufrimientos. La tecnología odia esta unicidad intransferible que no puede alcanzar, como la zorra de la fábula odiaba el racimo de uvas; así que se dedica a uniformizarnos. Como leemos en el 'Manifiesto conspiracionista' que Castro Rey cita muy pertinentemente: «No pudiendo hacer máquinas capaces de igualar al ser humano, se han propuesto circunscribir la experiencia humana a lo que una máquina puede conocer».

Este furioso impulso de aplastar la singularidad humana y crear una humanidad en serie es el motor secreto de la inteligencia artificial. La represión de cualquier forma de inteligencia disidente o arisca, de cualquier «grumo de singularidad» (también, por supuesto, en el ámbito de las artes) se convierte, inevitablemente, en su objetivo prioritario. La aceleración tecnológica que impulsa la inteligencia artificial anhela, en último extremo, convertirnos en mónadas idénticas, gurruños de carne despersonalizada y fácilmente moldeable que se han vaciado de pensamientos y olvidado lo que ya sabían. Por supuesto, la resistencia a este tsunami tecnológico se presenta como algo insensato y suicida, un puro negacionismo insolidario que conduce al infierno analógico. Así que, quien se resista, se convertirá de inmediato en un réprobo. Sólo tendrá cabida en el paraíso de la inteligencia artificial quien acepte el veredicto de Harari, uno de esos lacayos sistémicos que Castro Rey desenmascara y satiriza: «Los seres humanos deberíamos hacernos a la idea de que hemos dejado de ser almas misteriosas. En este momento somos animales hackeables».

En los viejos tratados teológicos se nos enseñaba que Dios había querido que todos los hombres fuésemos distintos y, por ello mismo, deseosos de unirnos a otros hombres con vínculos fraternos; y también que la misión diabólica era precisamente uniformizar a quienes Dios había creado distintos, a la vez que los enviscaba entre sí. En 'Antropofobia', mientras nos describe magníficamente el odio a la singularidad humana que enardece a los creadores y apóstoles de la inteligencia artificial, acaso Ignacio Castro Rey haya desvelado una vasta conspiración angélica.

ANTROPOFOBIA
INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y
CRUELDAD CALCULADA

Somos inteligentes en virtud de los errores, de las deformaciones que nos forman. Partiendo de esta verdad común, la inteligencia artificial generativa no es criticable por sus defectos circunstanciales, sino por su voluntad estructural de perfección.
El diseño elegante de cualquier dispositivo sugiere una fluidez libre de sangre. Esta pretensión de limpieza, en un mundo desgarrado, es en sí misma despiadada. La forma suave de los aparatos, igual que las proclamas angelicales de bondad corporativa en el capitalismo de plataformas, no oculta únicamente el sufrimiento de seres explotados. La promesa tecnológica tapa también algo más cercano y de lo que no se habla, un enmudecimiento anímico que apenas tiene precedentes. No olvidemos que la moda de la fusión oculta la fisión: se trata de acabar con cualquier grumo de singularidad a favor del esencialismo serial, construido y consumible. La IA sólo es, en este sentido, el penúltimo epítome –ya definitivamente íntimo– de un totalitarismo democrático de lo aislado y conectado.
🔌

1. Intuición e instinto como dimensión de lo humano son conceptos sustanciales que recorren tu libro Antropofobia. Inteligencia artificial y crueldad calculada. Pero ambas conductas, afirmas, son una creación ex nihilo y, por tanto, irreproducibles, fuera de cualquier programación tecnológica. La operatividad de las máquinas, por muy avanzadas y sofisticadas que sean, sin estos y otros atributos, ¿siempre será una lerda semblanza humana?

Así lo creo. La singularidad de cada ser, cuerpo y mente a la vez, es irreproducible. Y lo es porque un cuerpo, humano o no, no es un organismo autógeno, como el individualismo capitalista nos ha hecho creer, sino un modo de participar en la indeterminación exterior. La inteligencia surge del «asombro» (Aristóteles) ante una exterioridad que nos inquieta. El intelecto nace del roce con lo otro: para «resolver problemas», según se suele decir. Necesitamos entrenarnos en una alteridad que nos recorre, incluso interiormente, pues nunca sabes muy bien qué eres. La mejor dotación cerebral heredada se atrofia si hace una vida plana y no sale de su zona de confort. El hambre agudiza el ingenio. Si fuéramos dioses no tendríamos nada que pensar. No lo somos, estamos rozados por el misterio de la finitud. De ahí surge el pensamiento, para ahondar en la dificultad de un origen no elegido y lograr darle forma, darle palabras para aceptarlo. Desde esta presión de la existencia, que compartimos con otros seres, la intuición y el instinto son un salto cognitivo repentino que nos permite ver, crear algo que aún no estaba admitido. Lejos de esta escandalosa verdad común, que admite una enormidad en cada ser, la ideología fuerte de la IA parte de una concepción insular del individuo y una noción acumulativa del intelecto. Según ella, la velocidad combinatoria es la característica más sobresaliente de un humano que parte de una tabula rasa, desde cero. Fijémonos en que se trata otra vez del tradicional esquema neoliberal que vincula un aislamiento inicial y una conexión posterior. Es un esquema elitista y completamente ingenuo, pues ningún ser nace aislado, sin el alma de una multitud dentro. El resultado de esta ideología, ¿cómo no iba a ser una caricatura de lo humano?

2. Pero entonces, ¿de dónde procede la enorme expectación en torno a la IA?

De la antropofobia, la aversión al enigma de existir y la esperanza de acabar con una singularidad que impone respeto y levanta límites a la dominación. No ataco la necesidad de herramientas fabulosas, sólo la ideología supremacista con la que están asociadas. El aparente optimismo digital se alimenta de un fúnebre pesimismo, terrenal y comunitario. La cultura humana brota de la enorme naturaleza «inhumana» que alienta en cada uno de nosotros. La persona más inculta del mundo, la menos informada, puede sorprendernos con brotes de inteligencia completamente inesperados. Sobre todo, ante una mentalidad como la nuestra, habituada a manejar códigos normalizados. Incluso la propia historia de la ciencia muestra que el genio humano no depende primeramente de la combinatoria de elementos previos, recibidos de una formación que sirven otros. Como máximo, eso sólo produce buenos profesionales, buenos funcionarios. El ingenio es otra cosa, siempre da un salto. Pero como la mentalidad de la IA es dualista, y parte de una Tierra mecánica e inerte, ignora la fuente sombría de la inteligencia, una desprogramación natal que nos mantiene vivos. Como la singularidad de cada inteligencia es irreproducible, resulta inevitable que las mejores invenciones de la IA sean una torpe semblanza de un cierto tipo de humanos. La palabra «generativa» intenta poner el acento en la creatividad de los nuevos dispositivos, pero el resultado de la inteligencia artificial sólo reproduce modelos empiristas previos. El peso de China, India, Pakistán y otras naciones en el universo high–tech indica que la alta definición tecnológica depende de la alta indefinición de vidas, material y anímicamente, muy alejadas del ideal del orden acumulativo y progresivo occidental. De Gödel a Steve Jobs, la biografía de las cabezas visibles de la ciencia y la tecnología insinúa que lo más «alto» se alimenta de sótanos existenciales poco menos que inconfesables.

3. Asimismo, continuando con la idiosincrasia de los individuos y su reproducción tecnológica, apuntas que el peligro de las mejores máquinas está en la ausencia del mal, afirmación que no deja de resultar paradójica…

No hace falta leer a Baudelaire para aceptar que las amapolas surgen de las escombreras. Donde hay una paradoja solemos estar ante una interrogación que habría que investigar, una verdad naciente que nos desorienta. Si se puede decir que la mejor inteligencia artificial es «idiota» es debido a que le falta el temor, la ansiedad y los sueños que están en el más simple de los niños. La ausencia de desorden, sufrimiento y maldad, coloca inevitablemente al más sofisticado ordenador al servicio de otro ser, que ha de tocar la suciedad del suelo y saber del mal. Sólo la concepción insular de una inteligencia limpia y adánica, típica del sueño maniqueo angloamericano, ha podido concebir que el intelecto depende de un progreso acumulativo que deja atrás estadios primitivos. El propio Whitman, que los líderes de la IA no han leído, se reiría de esta ilusión, furiosamente elitista y discriminadora.

4. Afirmas que «el primer problema político y moral de la Inteligencia Artificial (IA) es su uso progresista y democrático… », y añades que «…el último progresismo es cómplice con el genocidio antropológico en marcha». ¿Querrías ampliar estas dos declaraciones?

Claro. La IA no sólo es temible si cae en las manos de esos seres maléficos que pueblan nuestro imaginario de las afueras. Lo que es preocupante en esta mitología redentora es la sustitución que en democracia se pretende hacer con un ser humano que «apesta» cada día más, pues es imperfecto y está lleno de defectos. De ahí la esperanza mesiánica en unos algoritmos limpios y libres de «sesgo» que, acoplados en los cuerpos, nos cambiarían la vida. La vieja ingeniería social de una raza superior se dispersa ahora en una ideología de clase media «para todos», un anhelo digital que promete introducir el antiguo delirio de «elevación» en cada uno de nosotros, logrando un avatar de alma y cuerpo. Todo esta pretensión sería cómica si antes no fuera aberrante, pues su proyecto está ligado a una concepción de la existencia común como algo atrasado, lento y catastrófico. No creo que sea una casualidad que la IA fuerte coincida con las imágenes espantosas que Occidente tiene del exterior, también con la hecatombe y la hambruna inyectadas en Gaza. El nihilismo capitalista necesita una humanidad despreciable para poder creer en la redención post-humana de una nueva élite, separada de la tierra y conectada a nuevo cielo virtual. No sólo la IA tiene un origen militar, también posee en sí misma la función de denigrar a una inteligencia común que el dualismo de la IA nunca ha admitido. Los gurús de la IA no son fascistas, pero su desprecio de la intuición y la inteligencia natural indica hasta qué punto la promesa tecnológica depende del desprecio que el progresismo occidental ejerce sobre las facultades comunes del hombre. Por eso la IA es también inseparable de una ilusión de despegue extraterrestre de la sucia tierra. Desde el prólogo a La condición humana, Hannah Arendt ya lo dijo todo acerca del odio que está incrustado en el sueño tecnológico. Desde él no dejarán de llegar nuevas guerras. La primera, contra las tecnologías silenciosas que todavía duermen en nuestros cuerpos. La metafísica tecnológica del poshumanismo no se merece nuestro miedo, sino una nueva beligerancia, armada con su propia tecnología punta.

5. Otro de los puntales del desarrollo de la high-tech son sus aplicaciones en el arte. Se usan términos como «redefinir el arte», un «arte de vanguardia». Tu opinión es categórica: ¿qué se puede crear que no sea desde la nada y la incertidumbre? ¿Qué puede crear un ingenio que no sabe nada del miedo? Y añades: «La inteligencia tiene su sede en el corazón».

Corazón es una forma de referirse a unos circuitos «reptilianos» del cerebro que son mucho más potentes que los registros meramente operativos, categoriales o combinatorios. Sólo pensamos a fondo lo que antes hemos intuido, sentido y vivido en un desorden de sensaciones. El afán casi animal de salir de un atolladero o una trampa está también detrás del genio personal en los videojuegos, el ajedrez o el Go. En lo que respecta al arte, son irrisorias las pretensiones de sustituir la inventiva personal, que brota de la necesidad de darle forma a algo que duele, por una formación tecnológica «superior». Tales pretensiones puritanas son propias del supremacismo norteño, aunque últimamente estén maquilladas con aromas del sur. Toda la gente que está obsesionada con una singularity que debería romper con la comunidad humana anterior sabe muy poco de la vanguardia contemporánea del arte, ni de Rothko ni de Sokurov. Probablemente tampoco sabe mucho de sus propias madres. La ideología poshumana ignora un arte que ha usado muy distintas tecnologías corporales para resolver el espectro real siempre latente. Los mejores programas están entrenados con nuestra experiencia, a veces clandestinamente y sin pedirnos permiso. Aún así, dado que les falta una relación viva con la potencia mortal, su combinatoria sólo logrará reproducir una ilusión mediocre. Nos pasamos el día imitando modelos juveniles. Esto explica el aburrimiento que caracteriza a la vida urbana occidental, necesitada continuamente de espectáculos obscenos para sentir emociones. La pornografía, metida hoy hasta en la sopa, es la cara oculta -no tan oculta- de la transparencia tecnológica. Nada que sea fácil, fluido y transparente es capaz de entender el laberinto terrenal. Sólo lo arrasa, como estamos viendo en los bosques y tantos territorios antropológicos. Si hay todavía una revolución tecnológica pendiente, estriba en intentar entender una existencia misteriosa. Eso es lo que hacen artistas como Bill Viola.

6. Se está realizando una fortísima inversión en capital (dotaciones millonarias públicas y privadas) y una gran divulgación y propaganda (todos a una: políticos, empresarios, periodistas, intelectuales, científicos) en aras de lo positivo que entraña la revolución tecnológica. Como indicas, esta expectación obedece a una clara estrategia marcada, y no precisamente inocente. ¿Cuál crees que es la preponderante finalidad de la IA y de todo el desarrollo tecnológico?: ¿El conductismo de las masas?, ¿La obediencia sin fisuras que, como dices, pronosticaron Kafka y Aldous Huxley?

Me temo que las peores sospechas son legítimas. Como siempre en los dos últimos siglos de Occidente, se trata de darle otra vuelta de tuerca al retiro de la humanidad elegida, la del «primer mundo», a un limbo virtual desde donde pueda dirigir una nueva solución final que acabe con una humanidad que es inteligente desde la profundidad de sus sentimientos. La IA se presenta como el sueño de una vieja libertad llevado por fin a la intimidad humana y al alcance de cualquiera. La realidad es que coincide con una obediencia pasmosa de la humanidad desarrollada al circuito cerrado, en bucle, en que se mueve la humanidad de las redes sociales. Somos más libres que nunca, se dice, pero lo cierto es que vamos a los mismos sitios y consumimos las mismas marcas, en cuanto a las noticias y en cuanto los ideales. ¿Será casualidad? Pruebe a encontrar en el mundo tecnológico una opinión sobre las cuestiones de género, sobre Rusia o los musulmanes que sea realmente distinta. Es intento imposible, enseguida tachado de negacionista. La liberalidad del universo tecnológico es falsa, pues este nació asociado a un conductismo masivo.

7. Igualmente, apuntas, son máquinas creadas desde una concepción pragmática y capitalista que, sin embargo, no podrían haberse dado si no existiera una determinada sociedad dispuesta a entronizarlas. ¿Qué nos caracteriza actualmente, en qué nos hemos convertido?

Tal vez no hemos prestado suficiente atención a la ciencia ficción. Reparemos en el aspecto y los gestos de la gente urbana que nos rodea, sea en el transporte, en la calle o en el trabajo. Nos hemos convertido en seres inescrutables. Sin ninguna clase de espontaneidad, todo en la humanidad desarrollada es estrategia de visibilidad. Las intenciones reales permanecen en la sombra, por eso nos llevamos tantas sorpresas. Casi todas las películas de terror, un género triunfal, tienen relación con un ser humano que actúa como nosotros, pero al que no conocemos en absoluto. En cierto modo se podría decir que el poshumanismo de la IA llega tarde, pues la mutación del material humano ya se había producido. La humanidad que admira a la IA, antes ya había roto con sus padres. Hoy no es fácil siquiera conocer a nuestros hijos, a nuestros hermanos. En este punto, como en tantos otros, no parece exagerado decir que, en nombre de un Occidente «global», el norte ha violado al sur. Le ha hecho hijos bastardos en las generaciones mutantes que vienen. Esto podría parecer rencoroso. Realmente, no lo es. Creo que es urgente una alianza de la energía primordial de la juventud con una anciana ironía que sigue ahí, a la espera. Veo más probable esa alianza en los países que consideramos «atrasados» que en las naciones altaneras de la primera fila, en la tecnología de la seguridad democrática y la solidaridad aséptica que llamamos «derechos humanos».

8. La más primigenia barbarie convive con la aséptica y, en apariencia, benefactora IA. Sin embargo, hay puntos en donde ambas se unen, como en la cita que recoges del historiador israelí Yuval Noah Harari —al que denominas como uno de los profetas de lo tecnológico — contenida en su libro 21 lecciones para el siglo XXI, que creo importante que comentes por su tremendo pronóstico: «Lo que los palestinos están viviendo hoy en día en Cisjordania podría ser simplemente un burdo anticipo de lo que miles de millones de personas acabarán por experimentar en todo el planeta».

Me sorprendió esa cita de Harari, a quien considero un pensador mediocre bastante previsible. El mundo actual es tan extremo que hasta él acierta a veces. Lo que Harari, miembro de la comunidad tecnológica de los elegidos, no podía prever es que la cultura israelí tuviera que enviar a la más espantosa «edad de piedra» a millones de personas que en Gaza y en Cisjordania se oponen a nuestro modelo supremacista de humanidad, a su consiguiente apartheid. La separación se arma fácilmente de tecnología y viceversa, la tecnología facilita la separación. Es la pesadilla de un bucle perfecto de seguridad. Creo que sólo se puede romper si una cultura desarrolla una espiritualidad tan baja como alta sea su eficacia técnica. Desgraciadamente, en las democracias del capitalismo occidental, esa alta indefinición parece condenada a ser el culto de lujo de algunas minorías.

9. Dices que «la mentalidad tecnológica vive bajo el supuesto imperativo de ganar tiempo… ». Retomo la pregunta que tú mismo te haces: ¿para qué quieren que ganemos tiempo?

No soportamos el tiempo real, la finitud que se coagula en los espacios. Nuestra obsesión es la cronología –Time is gold– porque el tiempo, acelerado y contabilizado, es la manera de adelgazar el espacio y conseguir que la vida real no pese, logrando escenarios virtuales donde no pueda ocurrir nada imprevisto. Pero esta ilusión numérica está basada en una ficción, en la retirada a una burbuja. De hecho, nuestro mal humor proviene del rencor por todo lo que, en aras de una seguridad ficticia, no hemos dejado que ocurriera entre nosotros. Fijémonos en que el cero, base de nuestra ideología binaria, ni siquiera existe: es sólo una convención, una abstracción operativa. La «nada» no existe, ni la oscuridad ni el silencio absolutos. Siempre hay algo, rumores que crepitan mezclando opuestos. Emulando un viejo refrán, diría que no hay más vacío que el que arde. Ese es nuestro gran temor, a la vez infantil y senil. Mientras no lo superemos, nuestras herramientas tecnológicas tenderán a convertirse en una promesa que es tóxica. Su ideal de seguridad nos separa de los otros y de nosotros mismos, pues desactiva el umbral donde cuerpos y mentes se encuentran. La IA no es criticable tanto por sus defectos circunstanciales como por una voluntad de limpieza y perfección que es inmisericorde en este mundo sangriento.

Presentación del libro Antropofobia (de Ignacio Castro Rey), 
por Juan Manuel de Prada y el autor

domingo, 15 de octubre de 2023

"TEOLOGÍA DEL CUERPO" por JUAN PABLO II: SANACIÓN INTERIOR DEL PERDÓN POR EL AMOR DE DIOS


Teología del cuerpo 
de Juan Pablo II


Cuando el mundo cede al hedonismo y al culto materialista del cuerpo, con todas las consecuencias sociales que tiene la elevación del culto al cuerpo y la elevación del instinto a categoría de norma en el comportamiento habitual social promovido desde los massmedia, que enseñan a dejar en el armario la conciencia, la inteligencia y la razón, sacando al animal a pasear. Juan Pablo II, propone otra sociedad posible y necesaria y eleva a ese “cuerpo a una categoría inmensa”. 
La Teología del Cuerpo de Karol Wojtila requiere un estudio exhaustivo: se trata del pensamiento sobre ese tema, de un hombre que ha vivido con amor toda su vida, una vida llena de renuncias, esfuerzos y sacrificios ofrecidos a Dios, pero desde la razón y el intelecto. El mayor líder intelectual humanista de nuestro tiempo al inicio del tercer milenio, expone con claridad meridiana la importancia de la trascendencia de la vida y por ello, la de preparar al cuerpo como el templo del alma. El alma es esa fuerza a la que se refería San Pablo cuando decía (Rom 7):
“18 Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. 19 Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; 23 pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado.
La Teología del Cuerpo es el título conjunto de una serie de 129 catequesis dadas por el papa Juan Pablo II durante sus audiencias de los miércoles entre septiembre de 1979 y noviembre de 1984. Sus textos completos fueron más tarde compilados y publicados como una única obra: La Teología del Cuerpo: El Amor Humano en el Plan Divino o bien en varios tomos:Varón y mujer, La Redención del Corazón, El Matrimonio.
El punto de partida es la creación: el ser humano ha sido plasmado constitutivamente como varón y mujer. En la reflexión sobre esa idea, llega a una visión integral que permite una respuesta adecuada al problema del matrimonio y de la procreación. Por tanto, se trata de establecer lo que Juan Pablo II llama una “antropología integral” o mejor una teología del cuerpo.

A esto se refiere Juan Pablo II en su pensamiento profundo y meditado a lo largo de los años y de sus experiencia-vivencias, de la Teología del Cuerpo y eso es lo que llama la atención en unos tiempos en que todo va en contra. Los cristianos hemos de acostumbrarnos a ir contra corriente y enseñar aquello que es el bien para la humanidad y no podemos olvidar la enseñanza del Papa que vino del Este: Duc in altum ¡remad mar adentro y no tengáis miedo!




Introducción

Las catequesis de Juan Pablo II sobre la “Teología del cuerpo” son unaprofundización sobre la persona humana y su vocación al amor. Pero la personano puede vivir su amor ni expresarlo si no es en y a través de su cuerpo sexuado. Por eso las catequesis se centran en la búsqueda del significado del cuerpo humano marcado por la masculinidad y feminidad. La “Teología del cuerpo” no tiene como fin único ni principal mostrar elcontenido teórico de una antropología integral, es decir, señalar la verdad sobre la constitución del ser humano. Su meta es convertir esa verdad integral sobre elhombre creado a imagen y semejanza de Dios en un programa de vida paratodos los cristianos y especialmente para los esposos, es decir, trata de que cadauno de los cristianos realicen la verdad de su ser personal manifestada en su cuerpo sexuado, hombre y mujer, en el amor, esto es “en el don sincero de sí mismo a los demás” 1.

Ante todo «aquellos que buscan la realización de la propia vocación humana y cristiana en el matrimonio, ante todo son llamados a hacer de esta “teología del cuerpo” el contenido de su vida y de su comportamiento. En efecto, ¡quéindispensable es en el camino de esta vocación, la conciencia profunda del significado del cuerpo, en su masculinidad y feminidad!, ¡Qué necesaria una conciencia precisa del significado esponsal del cuerpo, de su significado generador; dado que todo esto, que forma el contenido de la vida de los esposos, debe encontrar su dimensión plena y personal en la convivencia, en el comportamiento, en los sentimientos!... El camino por el que Cristo conduce al hombre, varón y mujer, en el sacramento del matrimonio, esto es, el camino de la “redención del cuerpo”, debe consistir en recuperar esa dignidad en la que se realiza simultáneamente el auténtico significado del cuerpo humano, su significado personal y “de comunión”» 2.

La trascendencia y el influjo de las catequesis sobre la Teología del cuerpo está empezando a dar fruto. Uno de los mejores biógrafos del Papa, señala que la teología del cuerpo «es una de las reconfiguraciones de la teología católica más audaces desde hace varios siglos». «Una especie de bomba de relojería teológica programada para estallar con resultados espectaculares en algún momento del tercer milenio de la Iglesia ... tal vez en el siglo XXI». Hasta el momento apenas ha comenzado a configurar la teología de la Iglesia, la predicación y la educación religiosa. Pero «impulsará un extraordinario desarrollo delpensamiento a cerca de todos los temas principales del Credo» 3.

Veamos el porqué de estas afirmaciones que en principio pueden parecer exageradas. El matrimonio y la familia son desde el “principio” el “camino de salvación y de santidad” de muchos seres humanos: 
«La salvación de la persona y de la sociedad humana y cristiana está estrechamente ligada a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar» 4. Matrimonio y familia son el camino elegido y trazado por Dios desde la misma creación para llevar a cabo su designio de amor sobre la humanidad (cf. Gn 1, 24-26). El matrimonio es el camino del amor humano establecido por Dios Creador: «Creándola a su imagen... Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación, y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación fundamental e innata de todo ser humano» 5. La palabra innata nos indica que ser humano no elige esta vocación, pertenece a la íntima estructura de la persona humana y al sentido de su existencia; de manera que o la realiza en su vida o se frustra como ser humano:

«El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para sí mismo un serincomprensible, su vida está privada de sentido si no se revela el amor, si no seencuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente» 6.
La otra palabra que califica la vocación al amor es “fundamental”. Lo cual quiere decir que podemos tener otras muchas realizaciones concretas de esta vocación al amor: esposos, padres, madres, sacerdotes, religiosos... incluso diversas profesiones: médicos, economistas, empresarios, abogados... Pero sea la que sea, si no está arraigada y cimentada en el amor, no sirven para nada, no tienen sentido, de nada aprovechan, están vacías 7. Pero esa vocación tiene unas exigencias concretas ligadas a nuestra naturaleza personal. El ser humano no es un ángel venido a menos ni un mono que ha tenido suerte. La persona humana es una única realidad, es “uno en cuerpo y alma”. No son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza: “la naturaleza de la persona humana”; el ser humano en su única y propia naturaleza une en sí mismo el mundo espiritual y el material. El alma humana espiritual se expresa en el cuerpo. Por eso la persona humana es corporal, con una corporeidad sexuada, hombre y mujer, y ésta es constitutivo esencial de la persona humana; el cuerpo sexuado no es algo que “tengo” es algo que yo soy como persona.

«Es propio del racionalismo contraponer de modo radical en el hombre el espíritu al cuerpo y el cuerpo al espíritu. En cambio, el hombre es persona en la unidad de cuerpo y espíritu. El cuerpo nunca puede reducirse a pura materia: es un cuerpo “espiritualizado”, así como el espíritu está tan profundamente unido al cuerpo que se puede definir como un espíritu “corporeizado”. La fuente más rica para el conocimiento del cuerpo es el Verbo hecho carne. Cristo revela el hombre al hombre... la familia humana vive la experiencia de un nuevo maniqueísmo, en el cual el cuerpo y el espíritu son contrapuestos radicalmente entre sí: ni el cuerpo vive del espíritu, ni el espíritu vivifica el cuerpo. Así el hombre deja de vivir como persona y sujeto... El racionalismo moderno no soporta el misterio. No acepta el misterio del hombre, varón y mujer, ni quiere reconocer que la verdad plena sobre el hombre ha sido revelada en Jesucristo» 8.

Por eso es claro que la vocación al amor y el mismo amor humano, si es verdadero, envuelve a toda la persona, es una llamada al amor en su totalidad unificada: uno en cuerpo y alma. El amor abarca el cuerpo humano, haciéndole participe del amor espiritual. La vocación “innata y fundamental” al amor reclama, envuelve, implica y complica necesariamente el cuerpo sexuado, masculino o femenino. Un ser humano no puede amar sin su cuerpo, ni sin su sexualidad concreta, varón o mujer, sexualidad que define un modo concreto de ser persona. El cuerpo que es y expresa la persona en su visibilidad es siempre sexuado, de hecho,el cuerpo personal es siempre masculino o femenino. Toda relación, encuentro, comunicación y comunión interpersonal tiene la mediación del cuerpo sexuado. Sexualidad, que no es sólo genitalidad, ni “algo” que tengo, sino un modo de ser persona y por eso abraza todos los aspectos de la persona humana, en la unidad de cuerpo y alma que es la misma persona. La sexualidad afecta particularmente a la afectividad, a la capacidad de amar y de procrear, y de manera más general a la capacidad de establecer vínculos de comunión con los otros seres humanos 9.
Es la sexualidad la que sostiene la conciencia y expresa en el cuerpo la vocaciónal amor. El hombre es por excelencia un ser-en-relación. Ser persona es vivir en relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás 10.

Esta relación interpersonal siempre está mediada por nuestro cuerpo y por nuestra
acción con, en y a través del cuerpo. Esta apertura al otro, a la alteridad, pertenece a la estructura del ser humano en cuanto persona. La relación del yo al tú es una polaridad constitutiva de la persona humana. La acción humana libre nace en estehorizonte y es una respuesta a esta relación interpersonal. Toda acción humana construye o destruye esta relación intersubjetiva. Toda acción crea comunión o destruye la comunión personal. Esto quiere decir que esta unidad en la persona humana (corporal-espiritual), no se da sólo a nivel constitutivo o esencial, sino existencial y vivencial. Es decir toda experiencia y acción humana en cuanto humana se realiza y expresa através de la corporeidad. Cuerpo y alma son inseparables en la persona, en el agente voluntario y en el acto deliberado. Es precisamente en la unidad decuerpo y alma donde la persona es el sujeto de sus propios actos 11.

Toda acción humana nace del amor y busca el amor. El amor a mí mismo o elamor a los demás 12. Ningún hombre puede dejar de buscar el amor, amar o ser amado. Todo lo que hacemos lo hacemos movidos por el amor como principio y todo lo que buscamos es el amor como fin 13. Cuando el hombre busca será cogido, aceptado, aprobado, apreciado, estimado, afirmarse a sí mismo, aplaudido, considerado, tener éxito, prestigio, fama, honor, riqueza, poder, la propia excelencia... busca el amor en sus distintos sucedáneos o expresiones. Cuando el hombre teme ser reprendido, ser despreciado, o teme no ser considerado, no valorado, tratado como inútil..., lo que teme realmente es no ser reconocido en su persona, no ser amado. Todo lo que el hombre desea, piensa, dice u obra, lo hace movido por el amor. La cuestión del amor es tan radical que afecta a todos y cada uno de los actos humanos. El amor es el sentido de la vida humana, y la búsqueda de sentido es el dinamismo más radical y potente de la vida humana:

La «pregunta del pleno significado para la vida es la aspiración central de toda decisión y de toda acción humana, la búsqueda secreta y el impulso íntimo que mueve la libertad» 14.
El hombre no puede dejar de buscar y dar un sentido a su vida. Pero esto no esde una manera general, porque el hombre necesita dar y buscar sentido en todo lo que hace. Ser hombre es dar sentido a las cosas y a las acciones. El hombre siempre busca un sentido más allá de sí mismo. Este trascenderse en la búsqueda de un sentido es la esencia de la existencia humana. Es importante notar que la pregunta por el sentido no es algo teórico (nadie o casi nadie se para a pensar cuál es el sentido de su existencia) sino una pregunta existencial; es decir, la misma vida por el hecho de ser hombre me plantea la pregunta sobre el sentido, ser hombre es existir buscando sentido 15.

La respuesta a este interrogante existencial sobre el sentido de la vida y sobre qué es el amor tampoco es teórica, no es el fruto de una reflexión. La respuesta a la pregunta por el sentido es mi propia existencia. Mi forma de vivir y actuar, mis actitudes y elecciones concretas, son la respuesta que doy a la pregunta por el sentido. Mi acción es mi respuesta a la vocación al amor, mi respuestaconcreta y real a la pregunta por el sentido. Por eso es mi acción la que define el significado que doy a mi cuerpo y a mi sexualidad. Esto es así velis nolis, es decir, me guste o no; no puedo dejar de dar un sentido a mi existencia, no puedo dejar de responder a mi vocación fundamental e innata, no puedo dejarde dar sentido a la relación que tiene mi cuerpo y mi sexualidad con el amor y por tanto al significado de mi persona. Su acción es la manera en que él vive su vocación fundamental e innata al amor, o lo que es lo mismo, su acción es la manera en que cada uno responde al significado de su propio cuerpo y sexualidad.

El ser humano es el único animal que elige quién y cómo quiere ser. Decide sobre sí mismo. Mi acción no es sobre todo algo externo, es la manera de definirme a mí mismo; en mi acción decido qué tipo de persona quiero ser, qué significado tiene mi cuerpo y mi sexualidad. Decido y configuro mi corazón, mi vida interior, así como el significado de mi corporeidad sexuada. Decido simultáneamente, velis nolis, quién es el otro para mí, y qué relación quiero tener con los demás, es decir, decido sobre el sentido de su cuerpo y su sexualidad. Más aún, en mi acción decido necesariamente y siempre sobre la relación con mi felicidad, defino dónde considero que está mi felicidad, y por ello elijo mi destino y decido quién es mi Dios. Todo esto velis nolis (quiera o no quiera, me guste o no) es en lo que consiste específicamente ser humano: elegir a través demis actos quién soy yo, quiénes son los demás, quién es mi Dios, cuál es mi destino 16.

Toda acción humana incluye necesariamente una forma de entender, configurar y vivir su corporeidad-sexuada y concomitantemente una forma de vivir susrelaciones interpersonales y en concreto la relación hombre-mujer. Juan Pablo II nos ha dejado en estas catequesis un profundo análisis del significado del cuerpo y la sexualidad según el plan de Dios Creador. Nos ha clarificado el significado de la corporeidad sexuada que permite vivir el amor humano y el sentido de la vida en plenitud frente a las presentacionesr educcionistas de las ciencias positivas que por sí mismas no pueden alcanzar la conciencia del cuerpo como signo de la persona, como manifestación del espíritu. Estás ciencias y la praxis que deriva de ellas, la cual desvincula lo corpóreo y lo espiritual en el hombre, impiden que el hombre se identifique subjetivamente con el propio cuerpo, privándole al cuerpo de su significado yde su dignidad, derivados ambos del hecho de que ese cuerpo es propiamentede la persona 17.
Además esa reducción de “lo humano” ha hecho que el «amor se halle más amenazado que nunca por un erotismo devastador» 18 que inunda nuestra sociedad a través de comportamientos y modas deshumanizadoras, a través de los medios de comunicación: Televisión, Internet, revistas... Erotismo que va socavando, fragmentando y debilitando al sujeto humano desde su juventud y que afecta a la capacidad de construir una relación interpersonal. Obviamente todo esto afecta de modo especial y radical al corazón mismo del matrimonio como relación de amor que se funda en la libertad, responsabilidad, fidelidad y generosa apertura de dos sujetos, varón y mujer al don de una vida nueva; alianza de amor donde, precisamente, el bien común, compartido de manera exclusiva en esa comunidad de vida y amor constituida por el amor esponsalentre un hombre y una mujer, es el cuerpo sexuado: se unen para «ser una sola carne», mediante “actos que son propios y exclusivos” de los esposos. Por eso es importante tener claro que no se trata solamente del cuerpo entendido como organismo, en el sentido somático, sino del hombre, que se expresa a sí mismo por medio de ese cuerpo y en ese sentido “es”, por así decirlo, ese cuerpo 19.

Decidir sobre mi cuerpo es decidir sobre mi persona, el sentido de mi vida, decidir sobre la dignidad y valor de los demás y mi entrega a ellos, es decidir sobre mi destino y mi “dios”. Por ello el cuerpo, con la consideración de la feminidad y masculinidad, es la tarea esencial del espíritu humano, mediante la adecuada madurez espiritual, se convierte en signo conscientede la persona y en autentica “materia” de comunión interpersonal; mediante la maduración espiritual descubre el significado esponsal de cuerpo, la capacidad de crear en libertad una comunión interpersonal 20.
Por todo esto queda claro que al hablar de la teología del cuerpo no esta mostratando una cuestión más o menos relevante, sino «del sustrato más profundo dela ética y la cultura humana», esto es, de la capacidad del hombre y de la mujer demanifestar y realizar el valor del cuerpo y del sexo «al servicio de la comunión de personas» 21; y que la concreta valoración del cuerpo humano sexuado «es una de las tareas y de los temas perennes de toda la cultura: de la literatura, escultura, pintura e incluso de la danza, de las obras teatrales y, en fin, de la cultura de la vida cotidiana, privada o social» 22.

________________________

1. Cf. V ATICANO II, Gaudium et Spes, 24
2. AG 02-IV-1980, Cat. XXIII, nº 5. Así citaremos las catequesis sobre la Teología del Cuerpo: AG: Audiencia General, con la fecha y el número de catequesis en números romanos y el párrafo. Todo ello según la Edición de Cristiandad, Catequesis sobre el amor humano, Madrid 2000.
3. GEORGE WEIGEL, Testigo de la esperanza, Biografía de Juan Pablo II, Barcelona 1999, pp. 456.466. La última cita es del Card. de Venecia ANGELO SCOLA, expresidente del Instituto Juan Pablo II para el matrimonio y la familia en una entrevista realizada por WEIGEL.
5. JUAN PABLO II, Familiaris Consortio, nº 11.
6. JUAN PABLO II, Redenmptor Hominis, nº 10.
7 Cf. I Cor 13.
9. Cf. CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, nº 2332.
10. CARD. RATZINGER-VITTORIO MESSORIInforme sobre la fe, Madrid 2005 2, p. 90.
11. Sobre la cuestión alma cuerpo ver: VATICANO II, Gaudium et Spes, 14, 51; CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA, nº 362-366. JUAN PABLO II, Familiaris Consortio, nº 11; Veritatis Splendor, 48-50.
12. «La historia no es simplemente un progreso necesario hacia lo mejor, sino más bien un acontecimiento de libertad, más aún, un combate entre libertades que se oponenentre sí, es decir, según la conocida expresión de san Agustín, un conflicto entre dosamores: el amor de Dios llevado hasta el desprecio de sí, y el amor de sí mismo llevado hasta el desprecio de Dios.» JUAN PABLO II, Familiaris Consortio, nº 6.
13. «Omnis autem affectionis radix et principium est amor» SANTO TOMÁS DE AQUINOSuma Teológica I-II, q. 62, a. 2, ad 3; ST I-II, q. 28, a. 6, c. QD De Virtutibis q. 1, a. 12, ad 9. «Est autem amor prima et communis radix omnium appetitivarum operationum… Quia amor est communis radix appetitus, oportet quod omnis operatio appetitus examore causetur» Divinibus Nominis, c. 4, l. 9. «Omne agens agit propter finem aliquem. Finis autem est bonum desideratum et amatum unicuique. Unde manifestum est quodomne agens, quodcumque sit, agit quamcumque actionem ex aliquo amore» Ibid., I-II,q. 29, a. 6. : «Unde omnis actio quae procedit ex quacumque passione, procedit etiamex amore sicut ex prima causa» ad 2.
14. JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 7
15. Del hombre como un ser que busca en definitiva el sentido. El hombre está siempre orientado y ordenado a algo que no el él mismo; ya sea un sentido que ha de cumplir ya sea otro ser humano con el que se encuentra. En una u otra forma, el hecho de ser hombre apunta siempre más allá de uno mismo, y esta trascendencia constituye la esencia de la existencia humana. VICTOR FRANKLEl hombre doliente, Introd.
16. «Jesús relaciona la cuestión de la acción moralmente buena con sus raíces religiosas, con el reconocimiento de Dios, única bondad, plenitud de la vida, término último del obrar humano, felicidad perfecta.» JUAN PABLO II, Veritatis Splendor, 9; «Reconocer al Señor como Dios es el núcleo fundamental, el corazón de la Ley, del que derivan y al que se ordenan los preceptos particulares» Ibid., 11. Es decir toda acción moral tiene como fin reconocer a Dios como Señor.
17. AG 08-IV-1981, Cat. LX, nº 3
18. PABLO VI, Evangelica Testificatio, 13.
19. AG 04-II-1981; Cat. LV, nº 2
20. AG 01-IV-1981; Cat. LIX, nº 2-4.
21. AG 22-X-1980, Cat. XLV, nº 3.
22. AG 04-II-1981, Cat. LV, nº 2

SANACIÓN INTEGRAL DE LA PERSONA
Descubre el paso a paso para sanar tu interior.