EL Rincón de Yanka: enero 2025

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sábado, 4 de enero de 2025

POEMA "SIN MIEDO" por ANNA ESPÍ 💕

 

SIN MIEDO

STE BRINDO MI FUERZA, MI ESCUCHA SINCERA, 
MI TIEMPO, SIN PRISA NI CONDICIÓN. 
MI REFUGIO EN LA NIEBLA PASAJERA.    

TE DOY MIS RAÍCES, POR SI PIERDES EL SUELO, 
Y ALAS LIGERAS, POR SI ASPIRAS 
A ROZAR EL MISMÍSIMO CIELO.    

TE OFREZCO MIS SUEÑOS, PARA QUE SUMEN 
A LOS TUYOS, Y MI FE EN LOS CAMINOS, 
AUNQUE A VECES SEAN OSCUROS.      

TE ENTREGO MI RISA, COMO UN CANTO 
A LA TORMENTA, Y MI DESINTERESADO 
ABRAZO ETERNO, QUE TODO LO SUSTENTA.      
  
TE DEJO MI ESENCIA, MI LUZ Y MI CALOR, 
PARA QUE PUEDAS NUTRIRTE 
DE MI COMPLEJO MUNDO INTERIOR.         

SÍ, TE BRINDO.... 
SIN MIEDO A DESVANECERME, 
PUES SOY FIEL A LO QUE SOY.          




En esta vida, lo maravilloso es estar abiertos a dar apoyo a quienes nos rodean. No se trata de esperar nada a cambio, sino de ofrecer lo mejor de uno mismo cuando es necesario. Ya sea con una palabra de aliento, un gesto de comprensión o simplemente estando presentes, el verdadero valor está en compartir lo que somos con los demás.
Dar apoyo fortalece los lazos que nos unen, creando una red invisible de confianza y solidaridad. Cada acto de generosidad, por pequeño que sea, tiene un impacto profundo, no solo en quien recibe, sino también en quien da.
Lo importante es estar disponibles, ser un refugio cuando se necesite y una fuente de inspiración cuando el camino se haga incierto. Al final, la vida se trata de construir algo juntos, de compartir sueños, sonrisas y hasta dificultades, con la certeza de que en la apertura y el apoyo mutuo se encuentra lo más valioso.

Sigamos adelante, siempre abiertos a dar, sabiendo que lo que se ofrece, tarde o temprano, vuelve multiplicado.

¡Feliz día, mis queridos cómplices de vida!♥️

Mis reflexiones diarias

miércoles, 1 de enero de 2025

LIBRO "UNA FILOSOFÍA PARA SOBREVIVIR EN EL SIGLO XXI": YO NO SOY UN YOUTUBER Y USTED NO SABE NADA SOBRE MI por JESÚS GONZÁLEZ MAESTRO

UNA FILOSOFÍA 
PARA SOBREVIVIR 
EN EL SIGLO XXI

Yo no soy un youtuber 
y usted no sabe nada sobre mí

«NO TE PROMETO SOLUCIONES FÁCILES, 
SINO LA VERDAD CRUDA, 
LO QUE HAGAS CON ELLA ES COSA TUYA. 
PERO NUNCA SERÁS UN IDIOTA».

No todos los días es trending topic un catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, que ni es youtuber ni tiene redes sociales. ¿Pero quién es Jesús G. Maestro? ¿Por qué todas sus opiniones se convierten en virales?
Jesús G. Maestro no es un gurú ni pretende serlo, es un verso suelto cuyas reflexiones son dinamita para sus miles de seguidores. Porque, además de hablar sobre literatura, es un incisivo observador de la realidad, un hombre libre que atiza sin pudor —y con un arsenal de argumentos— a la ignorancia en general.
A lo largo de estas páginas, analiza una sociedad marcada por el miedo, la mentira y la culpa. Vivimos para enriquecer a quienes nos causan problemas, a quienes nos venden productos que no necesitamos y a quienes nos etiquetan para que seamos una sociedad homogénea y aborregada.
Sin dar consejos de ningún tipo, el autor pide al lector que no muerda el anzuelo del poder, que no sea un títere ni un pelele, y que se arrime a los libros de Cervantes para dejar de ser un ignorante.

«Tus verdades no interesan a nadie: interesan tus miserias, tus fracasos y tus debilidades. La verdad sólo se revela y se conoce cuando no tiene consecuencias emocionales. La verdad no es emocionante. No te engañes. Lo que te dicen te lo dicen porque ya es irrelevante. Si fuera importante, te lo ocultarían. Nadie te revelará nunca ningún secreto. Ni siquiera intrascendente. Las mentiras son mucho más estimulantes que los secretos. Y la actualidad, esa forma informativa de despistar, es un saco de mentiras muy atractivas, y muy bien pensadas, para que el consumidor se equivoque, comente lo que no debe y confiese lo que ha de delatarle. No hay cebo sin anzuelo. Y el valor del anzuelo es directamente proporcional al atractivo del cebo».

Miedo, mentira y culpa

Miedo, mentira y culpa son las tres fuerzas principales que gestionan el mundo y organizan la vida de la gente. Siempre ha sido así. Hoy, igual. La única diferencia es que cambian de apariencia, forma y procedimientos, pero son siempre las mismas fuerzas:miedo, mentira y culpa. Los tres enemigos más crueles y peligrosos de tu libertad. Nunca dejarán de acecharte.

El miedo es útil, como todo, en pequeñas dosis, porque, como he dicho siempre -y, antes que yo, lo ha dicho la paremia-, cuida la viña. El miedo es un sexto sentido que nos advierte y protege de posibles peligros y adversidades, como también lo es el sentido del ridículo. Pero, en exceso, el miedo te mata. No te deja vivir. Hoy el miedo que la gente siente ante cualquier hecho es galopante, extremo y superlativo. Por eso es decisivo hacer que el miedo cambie de bando: que lo tenga quien nos oprime, que lo sufra quien lo causa y provoca. El miedo identifica a los débiles ante los poderosos, a los de abajo frente a los de arriba.

La gente del siglo XXI es extremada mente débil. Y medrosa. En particular, las generaciones nacidas desde la década de 1990 en adelante. Son personas marcadas por el miedo, la debilidad y la reacción impotente ante este tipo de acoso mediático y psíquico. Se ocultan con frecuencia en la risa, el chiste y la evasión consumista, en una vida pseudoacadémica o pseudouniversitaria y una sexualidad artificiosa y descontrolada, frente a un mercado laboral inaccesible y bajo un parasitismo que tiende a cronificarse más o menos voluntariamente con el paso de los años. La inmadurez se fosiliza de mil formas y maneras, y la vejez llega pronto, sin salud y sin recursos, en medio de una impotencia personal y social de dimensiones inasumibles. Todo esto, con las innegables excepciones, lejos de resolver el problema, lo delata y lo preserva. Y desemboca en una pandemia de patologías psíquicas sin precedentes.

Las redes sociales son ese refugio en el que esta gente más joven busca superar sus miedos y ansiedades, que, paradójicamente, crecen con el consumo de las mismas redes sociales y sus contenidos, diseñados de manera adictiva para encarcelar al planeta en sus propias impotencias. Es un confinamiento psíquico, que no requiere ni pandemias ni medidas extraordinarias. Bastan las convencionales. La risa es la forma de escape preferida por estas generaciones más jóvenes para disimular su miedo y su déficit emocional. Ríen por todo porque temen a todo. De todo hacen chiste, porque se sienten más seguros fingiendo una risa sardónica que enfrentándose a la realidad. Pero la realidad, como la muerte -y como Hacienda-, siempre llega. Y llega no sólo para incomodarte, desde luego, sino para hundirte la vida, como no sepas hacerte compatible con tus enemigos: miedo, mentira y culpa.

El sistema aterroriza así a todo dios y lo mantiene a raya. Sin embargo, la realidad -querido amigo- es mucho peor que el sistema: porque el sistema juega contigo y te utiliza mientras le sirvas para algo, mientras que la realidad simplemente te destruye, pues no te necesita nunca para nada. Para la realidad, insensible y ciega a todo, el ser humano es sólo un derroche biológico. Para el sistema, es un recurso que se puede manipula r, esclavizar y rentabilizar hasta su muerte. Incluso su misma muerte -como su vida entera- se puede convertir en un negocio para el mercado. A la realidad, el dinero le importa un bledo. A los amigos del comercio, no.

Las mentiras son el segundo elemento de la terna, para que vivas en un tercer mundo semántico, es decir, en la ignorancia (título universitario incluido, con ceremonia de fin de grado, muceta y birrete también en el mismo kit). El hábito no hace al monje.

Y luego viene el tercer elemento: el sentimiento de culpa. Antes todo era pecado, ahora todo es delito. Antaño, en nombre de la religión; hoy, en nombre de la ideología y de lo políticamente correcto. 
¿Querías verte libre de las religiones y del peso de la opresión eclesiástica? No te preocupes, podemos secularizar el «pecado» y llamarlo «delito». Lo reconvertimos en lo mismo, pero con un nombre diferente, y te lo servimos, de nuevo, en bandeja de plata. 
¿Te gusta más así? La democracia también puede funcionar como una religión de Estado. ¿Te vas a atrever a discutirlo? ¿Acaso crees que Sócrates prefería la cicuta al café con leche? No serás el primero que prefiera acusar a su prójimo en nombre de la democracia en lugar de hacerlo en nombre de la religión. Los inquisidores de hoy ya no llevan sotana. Sin embargo, la Inquisición nunca desaparece totalmente, y siempre necesita de personas como tú, seres humanos normales y corrientes, voluntarios a los que, un día, en cualquier momento, el totalitarismo y el fanatismo despiertan vocaciones más o menos ocultas, latentes o dormidas. El sueño de la tiranía produce monstruos, que la razón no siempre puede sofocar. Y la democracia, en determinados momentos históricos, tampoco.

No hemos avanzado apenas. Y, por el medio, la filosofía , esa cortesana de todas las camas -a la que tanta atención prestas-, buscando siempre un sitio en cada una de ellas, para suplantar a la religión, la política o la autoayuda, y acostarse siempre con el sol que más calienta el catre.

Del temor a los dioses en las antiguas religiones hemos pasado hoy a tener miedo a todo, sin excepción: miedo a trabajar y a ganar dinero, miedo al compromiso y al amor duradero, temor a las amistades y a las relaciones sociales y personales, ceguera ante la sexualidad y miedo a perder la salud, temor entre padres e hijos, miedo a vecinos y colegas, pavor a ideas y opiniones, a saberes y a ciencias... Tenemos incluso miedo a pensar a solas y en silencio. Siempre pensando en Orwell y el Gran Hermano. Hay miedos para todos los gustos y personas.

La vida diaria es un catálogo de miedos espectaculares. Todo es una caja de truenos intimidatorios y amenazantes. La prensa es una granja de horrores, vaticinios y apocalipsis. La inseguridad es creciente y absoluta. Pero, por miedo y vergüenza, te lo negarás a ti mismo, y sobre todo a los demás. Harás un chiste de cuanto veas, y así creerás disimular tu impotencia y cobardía. Te convertirás en el emoticono de una carcajada, cuando observes algo que delata la debilidad que te avergüenza. Tienes pocos recursos. La pobreza y el miedo no se pueden ocultar durante mucho tiempo. Y buscarás la felicidad hasta debajo de las piedras, repi tiendo tonterías en internet, a ver si así te animas un poco, con frases de autoayuda más bobas que un chiste malo. Y se las comunicarás a los demás, cuando quien más las necesita eres tú.

Y por encima de todo: la culpa y el sentimiento de culpa. La culpa del cambio climático. La culpa de comer carne, antes por ofender a Dios y ahora por ofender a la naturaleza. La culpa de la pobreza y la culpa de la riqueza. La culpa de la violencia de los demás, a quienes no conoces, y de la que te has enterado por la prensa. La culpa de horrores históricos y bélicos cometidos hace más de quinientos años por gente a la que no comprendes ni has visto en tu vida (ni verás, obviamente). La culpa de guerras pasadas -que no has vivido jamás- y de otras en las que no combates -por el momento-, pero que nos cuentan como si nosotros las hubiéramos provocado esta misma mañana. La culpa de la inflación, del gasto público y del endeudamiento, aun cuando resulta que no se llega a fin de mes, pues, al parecer, la culpa de la subida, o bajada, de los tipos de interés es nuestra: tuya, específicamente tuya, y sólo tuya.

TIENES TRES ENEMIGOS

En este libro te vamos a invitar a una interesante conversación en la que el protagonista eres tú. Y tus objetivos. Pero hay alguien más... También están tus enemigos. Tienes tres. Los has tenido siempre. Pero en este siglo xx1 han cambiado de forma, estrategia y careta, para que no los reconozcas ni identifiques fácilmente. Sin embargo, estos enemigos son más veteranos que el oficio más antiguo del mundo, y son siempre los mismos: el miedo, la mentira y la culpa. Sin ellos, eres demasiado libre, y acaso también feliz, y eso no puede permitirse. Eso de que vivas tranqui lo es algo que urge evitar. Las redes social es están para algo más que mover dinero y publicidad por internet. Sin miedo, mentira y culpa, no hay amo que controle a sus subordinados. Y tú podrías vivir en libertad. Eso hay que impedirlo. Lo irónico del caso es que tú mismo te prestes voluntariamente a que te amarguen la vida, en lugar de apagar el ordenador, o de cerrar tus cuentas en las redes, en momentos así. Recuerda que eres lo que consumes. No esperes ser valioso mirando idioteces o leyendo necedades.

Vamos a recorrer una serie de escenarios peligrosos, llenos de engaños y trampas, de forma que puedas verlos al descubierto, tal como son. Pero desde un punto de vista inédito, nuevo, original. Como nadie te los ha contado. Y lo que es más importante: como nadie te los va a contar.

En este libro te encontrarás como recién salido de una óptica: con gafas nuevas, que te permitirán ver el mundo con nuevos ojos, y sobre todo con nuevas razones para interpretarlo mejor.

Se ha dicho, desde hace milenios, que la vista puede cegar al ser humano, es decir, que las apariencias engañan, porque lo que se ve con los ojos -con los sentidos- puede ser falso y engañoso. Aquí vamos a desenmascarar a ese tramposo que, precisamente, trata de engañarte ofreciéndote su ayuda, pero hablándote de miedos, mentiras y sentimientos de culpa. Paradójica forma de ayudar. Son los gurús del miedo, la mentira y la culpa. Los sacerdotes que limitan tu libertad y gestionan tu ignorancia emocional. 
¿O prefieres llamarla inteligencia emocional? Advierte que es el mismo timo, pero con distinto nombre.

Por eso este no es un libro de autoayuda, sino de todo lo contrario: este es un libro contra los libros de autoayuda...

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10 respuestas de Jesús G.Maestro a los primeros lectores de Una filosofía para sobrevivir en el sXXI