EL Rincón de Yanka: ☀ POEMA "DONDE SE QUIEBRA LA LUZ DE ISABEL BERNARDO

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lunes, 10 de abril de 2017

☀ POEMA "DONDE SE QUIEBRA LA LUZ DE ISABEL BERNARDO

DONDE SE QUIEBRA LA LUZ 


POETA ANTE LA CRUZ 

Penitencial de Cristo Yacente de la Misericordia 

y de la Agonía Redentora 

Heme aquí con la palabra desnuda y de rodillas para ponerle letra, Cristo, a tu silencio.


AMÓS 8, 9 

Y en aquel día acaecerá –oráculo de Adonay Yahveh–, 
que haré ponerse el sol al mediodía 
y entenebreceré en pleno día la tierra. 


Fue en esas horas de la tarde 

cuando los cielos vaciaron luces y linfas 

en la piel del río 

y las espigas maduras del ocaso 

naufragaron en sus aguas. 



Fue en esas horas de todos los silencios 

cuando callaron las flautas de los pastores 

y los caballos 

hubieron de pacer el aire 
que exhalaba el relincho turbado de sus belfos. 

Fue en esas horas de los cárabos 
cuando las encinas desfloraban en los campos 
sus azafranes más amargos 
y la noche esperaba en la rezaga 
con un silencio inquieto 
que espantaba las palabras. 

Acaso así viniste, Señor, tú, a buscarme. 
Sin voz y en ininteligible refulgencia. 
Desde más allá del tacto de la tierra 
y los sentidos. 
Desde más lejos de aquellos majadales 
ardidos de penumbra 
donde yo, tantas veces, 
hundía el vientre en las cenizas 
mientras escribía 
—ciertamente no sé cómo— 
con agujas los gritos de los rincones 
y las memorias 
agarrotadas de las sombras. 

¡Ah, Señor! 
¡Cómo se inflama la soledad en el hombre 
cuando llega la noche! 
¡Cómo duelen lo silencios, las distancias, 
la crucifixión 
(inexorable) 
del sol!

JOEL 1, 20 

Incluso las bestias del campo braman hacia ti, 
porque se han secado los raudales de agua 
y el fuego ha devorado los pastizales del desierto. 

Acaso no sea solo el viento 
o esa soledad del aire 
que en palidez 
se levanta 
sobre los huesos más fríos del invierno. 

Acaso no sea solo el silencio 
o ese canto que en oreo viene
en penitente aleteo con los pájaros. 

Acaso no sea solo el misterio, 
el más allá de la colina 
o la corriente que aprisa 
se lleva el agua 
del manantial al río, 
y del río a la sal. 
Acaso el sudor de los caballos, acaso 
el temblor de los aleros, acaso 
el espinazo encorvado de los perros.

Aquí donde se quiebra la luz 
la muerte deslinda sus sombras 
y en el hastial de la niebla 
deja su voz 
y el desafío inquietante 

de sus fronteras.