La frialdad es la distancia de nuestro corazón que recubierto de indiferencia y de carencia de sensibilidad, hace callar lo que debería de gritar. La indiferencia tiene el rostro de una violencia siniestra y oculta, y aparenta que no solo no participa sino que no le interesa.
Pero sin embargo, la indiferencia se miente a sí misma porque en verdad la indiferencia es un gran resentimiento absurdo para con la vida.
La indiferencia es una rebeldía, es la agonía del cariño, del Bien, que llevada por caminos de severa confusión pretende ser indolente incluso consigo mismo.
Pero, ¿Qué es la frialdad?
Es un muro que no sonríe, son los ojos que no quieren ver, son unos labios que no quieren besar. Son unos brazos rígidos, paralizados, rotos de cariño y de pasión. La causa de la frialdad es lo más contradictorio y lo absurdo, es el miedo al Amor, nada más distante, nada más lejano de la realidad.
Y la solución se encuentra en aprender y en dejar que el corazón pueda conocer, comunicarse, percibir, pero sobre todas las cosas soñar. Cuando podemos descubrir ideales surge entonces la esperanza, fuerzas internas que coronan la motivación y son la razón de nuestro vivir. De esta manera la frialdad se apartará, surgirá el camino , y el reencuentro del camino y del afecto, porque hay personas frías que han endurecido su corazón.
La frialdad es un puñal de dos filos que cuando se entierra no separa los cuerpos y la sangre que cae al piso se unen y hacen que la víctima y el verdugo se unifiquen, y clamen y lloren porque la frialdad en verdad busca el calor y como la desconoce, actúa contrario a su razón natural. Se pervierte la razón, desconfía la mente y el pensamiento. Y aquella sangre que se junta prueba el uno del otro, el cielo y el infierno.
Viene a ser la relación más compleja: ” Te quiero, no me quieres”, ”No me quieres, te quiero“. Un círculo de tormento, una vida dolorosa. Muchos han experimentado este tormento, esta pesadilla viviente.
Y para curarse hay que volver a ser niño para volver a crecer, para volver a aceptar y para retornar amor por amor.
Escribió Elie Wiesel:“Lo opuesto al amor no es el odio sino la indiferencia, lo opuesto a la fe no es la herejía sino la indiferencia, lo opuesto a la vida no es la muerte, sino la indiferencia”. Elie Wiesel
“En cierto sentido, ser indiferente al sufrimiento es lo que deshumaniza al ser humano. A fin de cuentas, la indiferencia es más peligrosa que la ira y el odio. A veces, la ira puede ser creativa. Uno escribe un hermoso poema, una magnífica sinfonía. Uno crea algo especial por el bien de la humanidad, porque está enfadado con la injusticia de la que es testigo. Pero la indiferencia nunca es creativa. Incluso el odio, en ocasiones, puede suscitar una respuesta. Lo combates. Lo denuncias. Lo desarmas.
La indiferencia no suscita ninguna respuesta. La indiferencia no es una respuesta. La indiferencia no es un comienzo; es el final. Por tanto, la indiferencia es siempre amiga del enemigo, puesto que beneficia al agresor, nunca a su víctima, cuyo dolor se intensifica cuando la persona se siente olvidada. El prisionero político en su celda, los niños hambrientos, los refugiados sin hogar… No responder a su dolor ni aliviar su soledad ofreciéndoles una chispa de esperanza es exiliarlos de la condición humana. Y al negar su humanidad, traicionamos también la nuestra.
Por lo tanto, la indiferencia no es solo un pecado. También es un castigo”. *
Queda todo dicho en este fragmento sobre la indiferencia, y en bien pocas palabras. En el marasmo de lo que estamos viviendo, no podemos ser indiferentes a ninguna miseria moral, a ninguna miseria económica.
No podemos ser indiferentes a la estafa de las “Acciones Preferentes” que ha generado la ruina de tantas familias que lo han llegado a perder todo, en un abuso de confianza, en una violación perpetrada con premeditación y alevosía, ni a los desahucios que quedan sin el amparo de un hogar que les fue colocado a precio de oro, sin valer lo que costaba, y donde la banca siempre gana, ni a los mal llamados Expedientes de Regulación de Empleo (eufemismo para referirse a los Despidos en Masa, así deberían llamarse), ni a los mal llamados Paraísos Fiscales (deberían llamarse Colectores de Defraudadores y Ladrones), ni a tanta ignominia que nos rodea en forma de corrupción y perversión de los más elementales principios de ética humana, de ser personas.
No podemos ser indiferentes a la mentira, la tortura, el abuso, el dolor, el sufrimiento, la perpetración, el robo, la miseria, en definitiva. Porque la indiferencia permite que el perpetrador siga matando y destruyendo con saña e impunidad.
¿Qué podemos hacer? Mil cosas. Apoyar, denunciar, informar, promover, mostrar, educar, formar, intentar cambiar el sistema, desde dentro, y desde fuera. Pero cambiarlo. Llevar a la luz lo que está en la sombra. Cada cual con lo poco o mucho que tiene, puede y sabe.
Indiferencia es muerte. Así de simple.
Elie Wiesel es catedrático de Humanidades por la Universidad de Boston y ha trabajado como presidente del Consejo Americano para la Memoria del Holocausto. En 1986 recibió el Premio Nobel de la Paz. Nació el 30 de septiembre de 1928 en Sighet, Transilvania, actualmente parte de Rumania. Vivió, durante el Holocausto, y aun siendo niño, trabajos forzados, hambre y torturas. Su padre murió en el campo de exterminio de Buchenwald debido a desnutrición, frío y disentería. Su madre y hermanas murieron en el campo de la muerte de Auschwitz, donde él fue también deportado. Ha publicado ensayo, obras de teatro, relatos breves y novelas.
*
El fragmento anterior ha sido extraído de su discurso en el Congreso estadounidense de abril de 1999, y lo elaboró a partir de las experiencias que había vivido de dolor, opresión, tortura y muerte de sus seres amados.
"La memoria fortalece la cultura,
alimenta la esperanza
y humaniza al ser humano". “...
deseosos de pasar la página de la Historia,
en el umbral de un nuevo desafío ético
que excluya el dogma de la identidad,
el “YO” SOY “YO”, frente a la alteridad,
al “TÚ” ERES “TÚ”,
que al tiempo niega o “ningunea”.
Sin ALTERIDAD no hay SOLIDARIDAD:
Adherirse a la causa del otro”.
Elie Wiesel
*
"El peor pecado es la indiferencia
y la superficialidad".
Yanka
Canción otoñal
Federico García Lorca
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.
Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.
La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.
¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?
¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?
¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?
¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?
¿Si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.
Solo le pido a Dios - León Gieco
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