EL Rincón de Yanka: UTOPÍA

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martes, 9 de mayo de 2023

PLEASANTVILLE (1998): TIEMPOS PASADOS FUERON MEJORES. NO TODO ERA GRIS NI TODO EL PRESENTE ES MULTICOLOR 👥👨👩


Pleasantville (1998)
(Pueblo Agradable)

TIEMPOS PASADOS 
FUERON MEJORES.

NO TODO ERA GRIS
NI TODO EL PRESENTE 
ES COLOR DE ROSA 

Hay que destacar la principalidad del lenguaje cromático de Pleasantville, si nos interesa decir que Pleasantville es una película sobre el paso de la televisión en blanco y negro a la televisión en color, no es con la intención de desatender la crítica social que se despliega como subtexto, sino con la de situar ciertas condiciones de posibilidad de dicha crítica social. De esta manera estaríamos destacando las condiciones de posibilidad del cambio político y estaríamos afirmando que tales condiciones son de carácter estético o, dicho de otra manera: los cambios políticos requieren cambios estéticos, la revolución social requiere una importante y previa revolución sensibleperceptual. 

En Pleasantville, los colores de las tecnologías audiovisuales aparecen como elementos materiales sensibles pero también como elementos significantes conceptuales (son texto y subtexto, más que pretexto). La película se escribe con el contraste entre blanco-negro y color, pero también versa sobre dicha diferencia. Si tuviéramos que admitir, queriendo ser “finos”, que Pleasantville es una película sobre la discriminación, sobre la amenaza del totalitarismo, sobre la utopía fascista del orden, etc., estaríamos convirtiendo esta película en la repetición de una historia que resulta ya tediosa y demasiado escolar. Sin embargo, si nos contentamos con el aspecto superficial de su narrativa, que va desde la admiración de un adolescente actual por las series en blanco y negro de los 50, hasta el final de su viaje fantástico, metafórico y personal por la aparición del color, lograremos, quizás, ser mucho más profundos. 

¿Por qué decimos “más profundos” e incluso, “más políticamente profundos”? Atendamos, por una parte, a uno de los elementos constituyentes de un totalitarismo moderno-ilustrado generalizado: la compulsión y ensalzamiento del relato histórico (cierto historicismo). Detengámonos, por otra parte en el tratamiento de la Memoria, desde su perspectiva ontológica (y no tanto desde la teoría del conocimiento). Encontraremos así una aproximación crítica y genealógica a la institución del Orden Cívico y a la Ilusión de la Ciudadanía. La pulsión totalitaria, entendida desde su proceso de producción, desde su montaje, no difiere de la atracción de nuestro protagonista por las teleseries antiguas, porque ni en uno ni en otro caso está determinada por una verdadera nostalgia del pasado cronológico, sino por una construcción contemporánea del mismo. Debemos fijarnos entonces en las relaciones sincrónicas, y no tanto diacrónicas, entre el pasado y el presente. 

En Pleasantville se hace uso del blanco y negro para representar los felices tiempos pasados. Esta estrategia permite expresar la manera en que varias generaciones, de modo ya casi automático, imaginan el pasado. El pasado es en blanco y negro. Incluso a veces, si tratamos de fantasear la juventud de nuestros abuelos, no podemos o nos resulta difícil salir de la gama de grises. El pasado, nuestro pasado cercano, se ha reconstruido, en el imaginario, en blanco y negro. Pero lo más destacable es que ese blanco y negro ha ido cobrando actualidad. Ahora existe, como recurso técnico-visual, tanto como antes o, más bien, existe con más eminencia que antes. La imagen en blanco y negro parece haber adquirido cierto aura especial, cierta superioridad, cierta distinción o elegancia. 

En la imagen en blanco y negro encontramos una metáfora de la idealización o, incluso, una idealización en sí. Pero esta idealización no es la idealización secundaria inscrita en el paso del tiempo cronológico (nostalgia), sino una idealización estéticamente anterior, una idealización platónica (ex-tasis). Tenemos la sensación de que lo fotografiado en blanco y negro no pasa, en realidad, al pasado, sino que pasa a la eternidad, a una eternidad que es, de suyo, inmanente y que, en ese sentido, toca y es tocada por el mismísimo orden del universo o, mejor, que constituye el orden del universo. Lo fotografiado en blanco y negro evoca lo ya sido y siempre por ser: lo esencial, lo final, lo virtual*.

Indudablemente, esta apreciación de la imagen en blanco y negro se ha nutrido a partir de factores estrictamente sociales, pero tal vez deberíamos prestar más atención a las características endógenas de la imagen en blanco y negro: en ella se exhibe el máximo contraste, se recortan más intensamente los contornos, se produce una apariencia más geométrica, el fondo queda como abstraído y, en definitiva, se constituye una especie de abstracción, de purificación, de esencialización, es decir, de idealización. El blanco y negro consigue la apariencia de estar dándole la espalda a lo accidental: sólo lo que tiene suficiente entidad queda registrado. Pleasantville (la serie, la ciudad, el concepto...), con su escala de grises, es la imagen del orden, el extremo de lo apolíneo. Pero ese orden no está en el pasado sino que se convoca, individual, social y tal vez cósmicamente, en todo momento, en cualquier momento. 

Se trata de una creación-reunión religiosa y, como tal, se manifiesta a través de un acto comunitario en el que todo queda integrado y no hay Afuera, como no hay un afuera de Pleasantville, la ciudad, en donde las calles retornan circularmente a sí mismas. Este orden es el orden rector, es la eternidad de las ideas platónicas condicionando y pesando sobre el caos sensible representado en la película por el color. El protagonista, David, vive un camino de ida y de vuelta: introduce al espectador en el orden penetrando en la teleserie e introduce el desorden del afuera en el interior de la teleserie. Así, el caos de las pasiones y afectos que en los personajes generan las fuerzas de lo extraño, del afuera, hace brotar el color en el mundo de Pleasantville y en sus habitantes, así como el desconcierto, el miedo y el estusiasmo. 

En la expresión de este proceso, uno de los personajes secundarios se vuelve de pronto principal, protagonizando algunas de las escenas más emocionantes, ya hacia el final de la película. Es, probablemente, el personaje más entrañable, el que pasa más extrema y entusiastamente de la vida en tonos grises a la vida en color. Se trata de Bill Johnson (Jeff Daniels), el dueño de la cafetería, un personaje que encarna el paso del trabajo al arte: de la repetición a la producción creadora**

Bill se convierte en pintor y con el caos de los colores deshace el orden viejo, pero también crea otros órdenes nuevos, otras concepciones, otras interpretaciones visuales, otras formas de sentir el mundo. Sus cuadros quiebran la rutina perceptiva, convirtiéndose en promesa de lo nuevo. El blanco y negro no es el pasado sino el plano “desexualizado”, “sublimado”, de la idealización y de los códigos. Es una operación sobre la realidad primaria, que es para nosotros en color, es decir, es una abstracción. El mundo en color es anterior al mundo en blanco y negro. Y así, el tecnicolor es, en cierto sentido, también un viaje al pasado, a lo anterior, a la proximidad. 

El color no es el presente sino la voluptuosidad de lo Real. Estos planos guardan entre sí una relación de inmanencia y contemporaneidad y, como se ve mediante el trazado narrativo de la película, se interpenetran. Así, podríamos decir que la temática principal de Pleasantville gira en torno al efecto que el paso de la tecnología de reproducción de imágenes (del blanco y negro al color), ha provocado en el imaginario del recuerdo, del relato y de la producción memorística de la realidad social en proceso (Historia) y en los modos de fabulación de un pasado que nunca fue pero que siempre recorta las expectativas humanas. El tema de fondo de Pleasantville sería, entonces, el carácter mitológico del relato y las tecnologías del mito. 
Si desde el punto de vista técnico el film es memorable en su integración del color en el blanco y negro, en el plano de las ideas se pierde de modo irremediable al limitar la liberación de Pleasanville al arte, la cultura y la sexualidad sin reglas, embarullada además con un enfrentamiento racista poco imaginativo. Al final, resulta difícil saber adónde quería llegar el director.
____________________

* Creemos, de hecho, que este es el sentido a partir del cual podemos comprender la última escena de El resplandor de Kubrick, en la que la cámara hace un lento zoom sobre una fotografía en blanco y negro colgada en una de las paredes del hotel Overlook, en el que se desarrolla la historia. En el transcurso del zoom, desde el pasillo del hotel, la escena va perdiendo color, pasando de una gama rica a un progresivo blanco y negro. Pero este efecto no es un efecto de cámara sino un efecto conseguido por la selección de objetos. El último de ellos es la fotografía mencionada, que se encuentra en el centro de entre otras fotografías en blanco y negro dispuestas en riguroso y geométrico orden de filas y columnas. La fotografía, que muestra a Jack Torrance, también en el centro de un numeroso grupo de personas, sujetando un cartel en el que se inscriben las palabras “Overlook Hotel, July 4th Ball, 1921” promueve un sentimiento inquietante a la vez interno y externo (interpela al espectador): 
¿Ha estado allí la foto todo el tiempo y ante la presencia de las vivencias de los personajes?¿Ha estado la foto mientras nosotros, los espectadores, veíamos el transcurrir de los acontecimientos? 
La fotografía muestra una imagen del tiempo que nos expone al abismo de la eternidad. El ojo que ve esa eternidad es un ojo que se ha sustraído: puesto que ya no hay nadie en el hotel, el ojo de la cámara que hace el zoom, el que nosotros internalizamos, es un ojo virtual que todos y cualquiera o nadie podemos encarnar y el ojo de la cámara fotográfica es anónimo, se ha perdido en el tiempo. La eternidad es en ese cruce anónimo e imperceptible, en el que se da la necesidad del universo y su ley. 
** Podemos decir que este paso es una evolución tanto como podemos decir que es una involución, ya que el arte es una actividad menos orientada y, en ese sentido, más “libre”, más semejante al juego del niño o del animal.

Bibliografía 
G. Deleuze: La imagen-movimiento. Estudios sobre cine 1. Ed, Paidós, Buenos Aires, 1984. G. Deleuze: La imagen-tiempo. Estudios sobre cine 
2. Ed. Paidós, Barcelona, 1986. S. M. Eisenstein: La forma del cine. Ed. Cátedra. Madrid, 1987. D. Vertov: El cine ojo. Ed. Fundamentos. Madrid, 1974



sábado, 29 de abril de 2023

LIBRO "LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA" (1873-1874): DE LA UTOPÍA AL CAOS 💥

La Primera 
República Española
(1873-1874):
De la utopía al caos

JORGE VILCHES

La Primera República (1873-1874) es uno de los episodios más importantes y desconocidos de la Historia de España. Na­ció como consecuencia del fracaso forzado de la monarquía de Amadeo de Saboya, no como resultado de un plebiscito ni de un movimiento de opinión. De manera que, el 11 de febrero de 1873, cuando fue proclamada, España seguía siendo monár­quica.
La Federal, como fue conocida, se predicó como una utopía política y social que traería paz, prosperidad y felicidad. Sin em­bargo, la élite dirigente demostró su desprecio a la democracia prefiriendo la revolución, el golpe de Estado y la conspiración a la legalidad, el consenso y la educación del pueblo en costumbres públicas democráticas. Pronto el país quedó desgarrado.
Entre febrero de 1873 y diciembre de 1874 hubo cinco pre­sidentes, cuyos mandatos estuvieron marcados por la guerra, el desdén de Europa, el desorden público, la desorganización e indisciplina del Ejército y la amenaza de una guerra con Estados Unidos, así como por el cuestionamiento de la unidad nacional con la proclamación del Estado catalán y la expansión del movimiento cantonalista desde Cartagena.
El fracaso de la República, último episodio de la Revolución de 1868, se llevó por delante la confianza ciega en el ejercicio de las libertades, y perjudicó la evolución democrática de España.

INTRODUCCIÓN

La Primera República no acabó el 3 de enero de 1874 con el golpe del general Pavía, como se ha contado muchas veces. Ni tuvo solo cuatro presidentes, sino cinco, contando al general Francisco Se­rrano, que presidió la República durante más tiempo que la suma de los anteriores. Todo comenzó el 11 de febrero de 1873 y ter­minó el 30 de diciembre de 1874, y puede que sea el periodo de la historia de la España del siglo XIX más mitificado y menos estudiado debido a dos factores principales: la hegemonía del mito progresista en la narración de la historia de España y la propia complejidad del periodo.

El primer obstáculo aparece cuando el relato historiográfico hegemónico dice que aquel régimen supuso un tiempo de espe­ranza y progreso truncado por los «reaccionarios». Esta visión idealizada del momento y de sus personajes ha llevado a la mitifi­cación, con una buena carga romántica y presentista, basada en eso que se llama «la España que pudo ser». 
El segundo obstáculo, como decimos, es la complejidad del periodo político, que no cabe resolverla con un relato político o con estructuralismos sociales o economicistas. En mis estudios sobre el siglo XIX -que abarcan desde 1808 hasta la Restauración-, he de confesar que no he en­contrado un tiempo de la historia de España más difícil y enreve­sado. La Primera República fue un fenómeno poliédrico con muchas zonas oscuras que la historiografía «amable» con el republi­canismo elude por comodidad o conveniencia. En buena medida, el choque entre el relato sobre aquel régimen y la documentación manejada ha impulsado el estilo y el contenido de este libro.

Esta obra se aleja de la tendencia actual de convertir la Histo­ria en un campo de batalla. Ha sido un verdadero trabajo de des­cubrimiento, pero no para corroborar prejuicios o animar una tendencia política. La investigación se ha realizado sin despreciar fuentes por su sesgo ideológico, sin apriorismos, favoritismos o presentismos. Un historiador honesto no libra las batallas perso­nales usando el pasado de otros.

*
La importancia de la Primera República radica en que fue un mo­mento disruptivo de la historia de España. Rompía con la trayec­toria monárquica y vagamente centralista, más apegada a la reali­dad de un Estado débil y a sus problemas, y presa de una mala clase dirigente política, inapropiada para consolidar un Gobierno representativo. El problema del reinado de Isabel II no fue la reina, ni su vida privada, ni sus preferencias políticas, ni el hecho de que no se diera el poder a los progresistas, sino el comporta­miento y la mentalidad de la élite política. Sin unos dirigentes centrados en el funcionamiento de la letra y del espíritu del régi­men, leales con las instituciones, críticos pero responsables, es imposible que funcione sistema representativo alguno.

Los dirigentes de los partidos se caracterizaron precisamente por aquello que hacía inviable cualquier sistema constitucional y liberal, especialmente entre 1863 y 1866. Me refiero al obstruc­cionismo parlamentario para derribar a los ministerios; a las ne­gativas y a los vetos para formar Gobiernos de coalición o de con­ciliación programática; al cálculo partidista para no depurar el sistema electoral; a la múltiple división en cada partido, y al retraimiento electoral como forma de censura de una decisión polí­tica. En suma, el comportamiento desleal e irresponsable de las élites de los partidos impidió la estabilidad del reinado de Isabel II y obligó a un ejercicio de la regia prerrogativa más allá de la lógica de una monarquía constitucional, exactamente igual que pasó con Amadeo I de Sabaya. Esto no hace mejor a los reyes -ni los exculpa-, sino que reparte las responsabilidades entre los acto­res políticos, siempre atendiendo a la documentación y a la lógica constitucional del momento.

La convivencia durante los reinados de Isabel II y Amadeo I era imposible si a lo anterior sumamos una retórica política ex­clusivista que se apropiaba de la libertad y del pueblo para demo­nizar al adversario, arrogándose un derecho a gobernar y una mi­sión de corregir la historia de España. No está de más recordar que no era el trono el que organizaba las campañas políticas, falseaba las elecciones, hablaba al pueblo con demagogia y maxima­lismos, ni el que presentaba mociones de censura y confianza en las Cortes. No fueron Isabel II ni Amadeo I quienes despreciaron el acuerdo entre los grandes partidos para consolidar una situa­ción política en tiempo de crisis. Esto mismo ocurrió en la Pri­mera República: fueron los dirigentes, como se verá en esta obra, quienes hicieron imposible el funcionamiento ordenado del régi­men liberal y luego democrático.

Esos mismos dirigentes, en especial los progresistas, no forja­ron antes de 1868 un pensamiento político sólido para construir una alternativa al régimen isabelino, sino que se sirvieron de una retórica de oposición para alcanzar el poder. La élite política coin­cidió en que el problema era Isabel II, a quien atribuyeron la culpa y la responsabilidad de la falta de convivencia entre los partidos.

Es cierto que barajaban ideas de funcionamiento del sistema constitucional, como la existencia de un poder moderador -el rey-, unas Cortes ampliamente representativas y el ejercicio de las libertades en detrimento de la presión fiscal. También es ver­dad que ese nuevo régimen, con su fe en el contractualismo, debía basarse en una Constitución que fuera el acta de nacimiento de la España nueva, de la «España con honra», que escribió Adelardo López de Ayala en septiembre de 1868. Todos se unieron contra Isabel II y la dinastía Borbón, a la que achacaron la inestabilidad del régimen liberal en España. Su propósito en aquella Revolu­ción, la Gloriosa, fue crear un sistema común nacido de unas Cor­tes elegidas por sufragio universal masculino que pusiera en práctica una fórmula nueva: la monarquía democrática.

La Revolución se hizo para evitar los «obstáculos tradiciona­les» que, según los progresistas, impedían a su partido alcanzar el Gobierno de forma legal y llevar a España a una situación de feli­cidad basada en la libertad. La camarilla, la presión clerical, el fa­voritismo de la reina Isabel hacia los moderados, la violación de la ley y la corrupción pública y privada constituían un tapón que impedía a España tener Gobiernos verdaderamente liberales. La Unión Liberal de Francisco Serrano, el Partido Progresista de Juan Prim y el Partido Demócrata de Nicolás María Rivero y Cristino Martes se unieron contra el régimen de poder exclusivo que el Partido Moderado había instalado aprovechando el miedo de Isa­bel II a la revolución. Libertades para los españoles, urnas abier­ tas para el sufragio de los hombres, conciliación de los partidos, turno en el poder y progreso de la sociedad. «Moralidad y econo­mías», decían, y así consiguieron los tres partidos que los españo­les, en su inmensa mayoría, aplaudieran la Revolución de septiembre de 1868.

Las intenciones eran buenas, pero la praxis fue un desastre. No hubo un verdadero interés por el funcionamiento de la demo­cracia y su consolidación, sino por tener y ejercer el poder contra viento y marea, por disfrutar de un incomprensible «derecho a gobernar» para salvar a España sin pasar por las urnas. Existió un culto a la revolución que impidió el ejercicio de la libertad y de la democracia, y que derivó en un caos, justamente en el punto ál­gido revolucionario: la Primera República.

*
El estudio de la Primera República no ha tenido suerte en Es­paña, como señaló con acierto Alejandro Nieto en su reciente obra sobre la Asamblea Nacional entre febrero y mayo de 1873. Sin analizar ni comprender lo que pasó en aquel régimen, «no podre­ mos entender bien nuestro siglo XIX», escribió. Podría señalar los estudios que se han dedicado con mayor o menor fortuna al fenó­meno, como los de José María Jover Zamora o Juan Ferrando Ba­día, pero unos párrafos con referencias bibliográficas carecen de interés ahora. No obstante, sí conviene señalar que en la historio­grafía española faltaba un trabajo profundo sobre la vida política de la Primera República, la de 1873 y 1874, basado en fuentes pri­marias y secundarias contrastadas. Esto es lo que en este libro se trata de hacer.

También es conveniente señalar una cuestión que muchas veces pasa desapercibida para el gran público. Este libro no partió con la intención de hacer un panegírico de los republicanos, ni tampoco un ataque. Cualquiera de las dos soluciones no estaría a la altura de una investigación profunda como la que aquí se ha in­ tentado hacer. Esta obra se inició para conocer la Primera Repú­ blica en profundidad y comprender mejor el siglo XIX español, y es la culminación de décadas de investigación.

No soy nuevo en esto, y sé que es más fácil conseguir el aplauso del gremio de historiadores si se escribe favorablemente de los republicanos o de los progresistas del siglo XIX, y mal de los monárquicos, conservadores y católicos. Existe una proyección de la ideología del historiador sobre el pasado y un coqueteo con la corrección académica que hacen un flaco favor al gran público y al avance del conocimiento histórico. Por contra, sostengo que no hay que entender el oficio de historiador como escribir bien o mal sobre algo o alguien, o reivindicar o denostar personajes. Se trata, en mi humilde opinión, de contar las cosas como uno inter­preta que ocurrieron sobre la base de lo que otros estudiaron, en función de la documentación que maneja y sin ocultar datos que tuerzan la intención inicial del autor. Todo esto, claro está, utili­zando un aparato analítico que vehicule la información y le dé un sentido. No obstante, tengo presente que la opinión del historia­dor se refleja en su investigación. Hay mucha literatura al res­pecto que lo explica. Creo que la Historia es una tarea de descubri­miento constante de nuevas fuentes o de relectura de las ya cono­cidas, pero con un aparato analítico renovado. La repetición de lo que ya escribieron otros no tiene sentido. De hecho, en esta inves­tigación que el lector tiene entre sus manos rectifico algunas obras de historiadores -entre ellas, varias mías- y manejo documentación nueva. Si esto es revisionismo, pues que lo sea. 

El historiador debe hacerse preguntas. Es lo que aprendí en el antiguo departamento de Historia del Pensamiento y de los Movi­mientos Sociales y Políticos, de la Universidad Complutense de Madrid, de la mano de mi director de tesis y amigo Luis Arranz Notario. Al abordar la Primera República tenía unas preguntas iniciales a las que se sumaron otras según fui haciendo descubri­mientos. ¿Cómo se predicaba el federalismo? Esa era la primera y la principal. Ya contamos con estudios que desmenuzan la idea federal del Sexenio con mayor o menor acierto desde la obra de Gumersindo Trujillo (1967), e incluso que lo encajan con la histo­ria del federalismo en España, como las obras de Ángel Duarte (2006), Piqueras Arenas (2014) y Jorge Cagiao (2014). Faltaba un estudio sobre la naturaleza de la propaganda federal en el Sexenio Revolucionario, en su contexto histórico, fundamental para cono­ cer cómo los españoles percibían la idea. La Federal, como ya conté en otros estudios de fácil acceso al lector, se presentó como una utopía política y social, tal y como confesaron sus pro­pagandistas. En esto tuvieron un éxito indudable. Es bueno seña­lar aquí que no es lo mismo un mito, como describió Jover Zamora para la Primera República, referido a algo ocurrido en el pa­sado, que una utopía, que mira al futuro. Mi interés, por tanto, se inició con la descripción de las formas propagandísticas de esa utopía en todos sus elementos, desde el culto a la revolución, al mesianismo como mentalidad política, la defensa del dogma, el papel de los profetas, como Emilio Castelar y Francisco Pi y Mar­gall, y de los divulgadores políticos, periodísticos y literarios, hasta los lugares de culto. Para ello utilicé los métodos de las cien­cias sociales, aplicando los conceptos y la historia comparativa. El conjunto -la defensa de una idea política con las formas de una utopía- tuvo sus consecuencias, como antes en el resto de Eu­ropa. El utopismo explica en buena medida el caos cantonal, par­tidista, constitucional y político de 1873, y considero que mos­trar que La Federal se propagó como una clásica utopía política del siglo XIX es imprescindible para entender el desarrollo del re­publicanismo y su naturaleza.

Si lo importante era la democracia como fórmula de progreso, la pregunta es por qué cayó la monarquía democrática de Amadeo l. Las respuestas, que ya avancé en mi tesis doctoral (publicada luego por Alianza Editorial), iluminan en buena medida las cos­tumbres y las carencias de los dirigentes políticos para establecer un orden liberal y democrático. Un examen detenido de las prác­ticas políticas y constitucionales de los partidos del régimen ex­plica su fracaso y aventura el motivo de la proclamación de la Re­pública el 11 de febrero. 

¿Por qué no funcionó el sistema de parti­dos? ¿Por qué se falsificaron las elecciones? ¿Cuál es el motivo de que los radicales se aliaran en las urnas con carlistas y republica­ nos en 1872? ¿Creían que eso fortalecería la monarquía democrá­ tica o solo pensaban en gobernar a cualquier precio?
Siguiendo este hilo cabe preguntarse qué significaba la Revo­lución de 1868 para ellos: si el establecimiento de nuevas bases de gobierno constitucional para todos los partidos liberales o que los radicales tuvieran el poder para siempre. En el mismo sentido, ¿por qué Manuel Ruiz Zorrilla, último presidente del Gobierno con Amadeo I, líder del Partido Radical, con mayoría absoluta en las Cortes que proclamaron la República, fue ninguneado el 11de febrero y nadie pidió que volviera a la política hasta bien entrado 1874? ¿Por qué forzaron la marcha de Amadeo de Saboya? ¿Qué rey querían? ¿Cuál era el plan de los conservadores en los últimos meses de Amadeo? ¿Durante el reinado del príncipe italiano se sentaron las bases y las costumbres democráticas en el pueblo, o se alimentó el culto a la revolución hasta que se produjo el har­ tazgo general que dio pie a la Restauración? 

A todo esto se res­ponde en la primera parte del libro, donde se condensan las razo­nes de la caída de la monarquía democrática de Amadeo I, imprescindible para entender los errores que llegaron a la Primera República.

Establecido el federalismo como una utopía para entender el republicanismo, y explicado el reinado del saboyano como experi­mento de convivencia democrática en la primera parte, las pre­guntas llegaron solas. 
¿Por qué no cuajó la República? Las res­puestas que se ciñen a la crisis económica, a las guerras civiles o al papel del Ejército son insuficientes. Esos mismos problemas existieron antes y después en España y en otros países, como Francia. En este último se consolidó la Tercera República con una guerra contra Alemania y otra contra la Comuna, además de una crisis socioeconómica, y no se evitó que los militares intervinie­ran en la política.

El uso de excusas exógenas lleva a un callejón sin salida y, además, falso. ¿Es que la República, el sistema más perfecto según sus predicadores, solo podría tener éxito con la Hacienda arre­glada, el país en paz y el Ejército limitado a su papel militar? Con esas condiciones positivas podría funcionar la República, claro, y cualquier otro régimen. La clave era contar con una élite política responsable, conciliadora y unida por un proyecto común. Esta es la respuesta. En consecuencia, sin hacer un análisis profundo de la vida política, sin conocer a esos dirigentes, es imposible hallar las razones del fiasco republicano.

La cantidad de golpes de Estado, conspiraciones y maquina­ciones que tuvo que soportar Estanislao Figueras como presi­dente, entre febrero y junio de 1873, demostraron que no era el político adecuado, que ese no era el camino más eficaz para asen­ tar la República y que no tenía detrás a un partido sólido y serio, sino embriagado por la victoria y la utopía. Tampoco se explica fuera de la historia política el ascenso de Pi y Margall desde el Mi­nisterio de la Gobernación, su dominio de la administración terri­torial, su golpe de Estado del 23 de abril y el cantonalismo. Este federal siempre ha tenido, junto a Nicolás Salmerón, un aura de filósofo progresista y demócrata que podría haber llevado España a la cumbre del desarrollo. Pero este análisis es voluntarista, no pegado a la realidad. Una vez que nos fijamos en los hechos y nos preguntamos por su actuación, su comportamiento y su coherencía, las respuestas desdicen ese mito. Quizá su aportación filosó­fica es interesante, pero su actuación política dejó mucho que desear.

¿Cuáles fueron los motivos por los que el Gobierno de Pi y Margall eligió la «guerra telegráfica» para calmar a los cantonales en provincias y en las Cortes? ¿Por qué su política no satisfizo al resto de republicanos? ¿Por qué no impulsó desde el Gobierno la construcción de La Federal de abajo arriba, tal y como había pre­dicado? ¿Por qué no quiso formar parte de la Comisión Constitu­ cional? ¿Cómo explicar sus silencios de 1873 sobre temas cruciales como la pena de muerte, un tema que afectó sobremanera a la caída del Gobierno de Salmerón? 

Considerar que la República ha­bía llegado en febrero de 1873 sin bayonetas, como dijo, y que eso cambiaba el plan federal era confesar que su republicanismo era el envoltorio de una revolución de una parte de España contra otra que solo podía sobrevivir con la imposición. Por tanto, el fe­deralismo de Pi no era democrático ni estaba basado en la armo­nía, sino en la violencia. La explicación está en la vida política, y a eso he dedicado la parte tercera, aunque también hay abundantes referencias en la dedicada a la presidencia de Estanislao Figueras. Los Gobiernos de la derecha republicana -Salmerón y Castelar- se abordan en las partes cuarta y quinta. La dimisión de Sal­merón se ha justificado muchas veces aludiendo a su negativa a firmar dos sentencias de muerte. No obstante, al no encontrar di­chas sentencias ni hallar la sesión del Consejo de Ministros en la que Salmerón se negara, como cuenta la leyenda, indagué sobre la cuestión. 

¿En qué manos estaban los indultos? ¿Cómo ejerció Sal­ merón dicha potestad cuando fue ministro de Justicia? ¿Se legisló algo al respecto durante su gobierno? 
Porque si tan preocupado estaba por la vida humana, ¿cuál fue el motivo de que no presen­tara un proyecto de ley inmediatamente? Es más: ¿por qué alentó a Pavía y a Martínez Campos a que sofocaran a sangre y fuego el cantonalismo andaluz y levantino, y, sin embargo, se mostrara tan remiso a la pena de muerte? ¿Fue el único motivo para dimitir o una excusa que salvaba su imagen? ¿Cómo actuaron la derecha y los otros grupos parlamentarios? La figura de Salmerón, tal y como se cuenta en la parte cuarta, necesita una biografía política e intelectual completa que sitúe al personaje fuera del mito.

Emilio Castelar fue la última esperanza del republicanismo y, al mismo tiempo, su enemigo más odiado. No he visto una ani­ madversión más profunda que la de sus antiguos compañeros de partido, escaño o Gobierno. Hicieron todo lo posible para impedir su mandato, incluido el suicidio de la República. «¡Sálvense los principios, perezca la República!», dijo Salmerón, el mismo que años después se lamentaba de que hubiera perecido. Lo que me interesaba de Castelar, al que dediqué una biografía hace décadas, era su reconversión al orden, los motivos de que renegara de la utopía y del federalismo, así como su pretensión de incluir a con­ servadores y radicales en la República. De forma paralela estudié la estrategia de Figueras, Salmerón y Pi y Margall para derribarle, asunto que antes no se había abordado. Solo se mencionaba la vo­tación de censura y el golpe del general Manuel Pavía. Sobre la jor­nada del 2 al 3 de enero de 1874 había muchas incógnitas y la más importante de todas era el papel de Castelar en el acto. Creo que en la parte quinta, con documentación inédita, queda bien re­suelta la cuestión.

Llegados a este punto, el agotamiento casi pudo conmigo. Era tal la avalancha de acontecimientos nuevos y de documentación que corregía tópicos, que el trabajo de darles sentido llegó a pare­cerme abrumador. Quise terminar entonces, pero mi amigo Ro­berto Villa me convenció de que hiciera lo mismo con 1874, la Re­pública de Serrano. Le estoy agradecido por ello. Hasta hoy solo existía la tesis doctoral de Julián Toro (1998), valiosa pero muy li­mitada en el uso de fuentes -solo prensa- y atada a un estructu­ralismo economicista que deja muchas penumbras. Los libros de Historia, además, suelen pasar por alto ese año y solo cuentan el golpe del 3 de enero y el pronunciamiento de Sagunto, como si no hubiera ocurrido nada entre medias. Por eso el régimen de 1874 era una gran incógnita, con un montón de preguntas sobre los lí­deres políticos, incluidos los republicanos desalojados del poder, sus planes y actuaciones, las relaciones exteriores, la guerra, el proceso interno hacia una Restauración pactada y el alfonsismo y sus dificultades. Eso es lo que se cuenta en la sexta parte.

*
La efeméride, los 150 años de la proclamación de la Primera República, que se cumplen en el año 2023, era una buena excusa para abordar un proyecto en el que venía trabajando desde hacía mucho tiempo. El resultado es una apuesta historiográfica arries­ gada, pero necesaria. Soy responsable de todo lo que se dice aquí, aunque he contado con la siempre inestimable ayuda de mi maes­tro Luis Arranz Notario. A él no le debo solo la revisión del texto en su forma y conclusiones, sino el tipo de historiador que soy.

Había un camino fácil, pero opté por la «historia para adultos», como siempre me ha dicho. También quiero agradecer a mi amigo Roberto Villa, con quien he conversado largamente al respecto en­tre cañas y tapas de jamón y queso. Su impulso ha sido muy va­ lioso para mi ánimo y para este libro. Conté, además, con las mag­níficas sugerencias de José María Marco, un referente intelectual para mí desde hace décadas, conocedor como pocos del republica­nismo azañista y del perjuicio que, a su juicio, supuso el krau­sismo. No le falta razón. Tuve suerte y accedieron a leer el borra­ dor Antonio Moral Roncal, Faustino Martínez Martínez y Pedro Carlos González Cuevas, que hicieron críticas constructivas de gran valor, abriendo mi mente a otros aspectos. Busqué en mu­chos archivos, encontrando auténticas joyas. Creo que no hay una historia de la Primera República que haya manejado tantas fuen­tes primarias, muchas de ellas inéditas. 

Quiero agradecer aquí a Enrique Domínguez Martínez-Campos el acceso a las copias de las cartas que se intercambiaron Cánovas y el general de Sagunto, es­clarecedoras de la pugna entre alfonsinos. Lo dicho: la responsa­bilidad de lo que aquí se dice es mía, y a mí se me deben pedir cuentas.

Vilches, con Herrera: “La Primera República es la culminación del disparate español”

jueves, 1 de septiembre de 2022

NUNCA EN NUESTRA HISTORIA "DEMOCRÁTICA" LA LIBERTAD ESTUVO TAN RESTRINGIDA 🙈🙉🙊 por MAGDALENA DEL AMO


NUNCA EN NUESTRA HISTORIA "DEMOCRÁTICA"
 LA LIBERTAD ESTUVO TAN RESTRINGIDA

Cuanto más hay que decir, más nos amordazan. 
La libertad de expresión es solo un recuerdo


Se puede hablar del fin de la libertad, y no es una exageración. Ya no podremos denunciar a los que mienten porque ellos han redefinido la mentira y, para colmo, lo respaldan con leyes. Hace unos días afloraban dos noticias sin aparente conexión que, sin embargo, son causa y consecuencia la una de la otra: el anuncio de la cuarta dosis de la vacuna para toda la población, y la creación del organismo para controlar la desinformación. Dos ramas del árbol de la manipulación y la mentira, cuya tupida copa hace casi imposible el paso de la luz.

Se calientan motores para la próxima etapa del camino hacia el caos. Recién estrenado este verano loco, de calimas, altas temperaturas, lluvias que no llegan a tierra, nublados inexplicables que frenan los rayos el sol, todo ello bajo el paraguas de la geoingeniería con la que están enfermando al ser humano y al resto de flora y fauna del planeta, vivimos los últimos momentos de recreo, inmersos en la tranquilidad finita, ignorando o quizá sabiendo que de un momento a otro el timbre interrumpirá nuestros juegos obligándonos a volver a la fila, serios y en silencio.

Ya bombardean con la séptima ola, las hospitalizaciones, el colapso, los contagios y las nuevas variantes, la viruela del mono y el cólera. Hay que reconocer que no están siendo demasiado incisivos, quizá porque estos días los medios han estado muy entretenidos ensalzando a los protagonistas de la guerra. El acoso se incrementará, una vez finalizada la reunión de los políticos del mundo jugando a los soldaditos. Eso sí, se ha promocionado la belleza de Madrid, la gastronomía y la moda. Con léxico baboseante nos han comentado cada outfit de las primeras damas y sus diseñadores. ¡Un tema importante y urgente! Y, curiosamente, todos juntos y revueltos, sin mascarilla, con toqueteo, con besos y abrazos ¡y ningún contagiado! Se ve que los virus temen a los que organizan las guerras.

Pero el quid sigue siendo la vacuna, y la fila espera, grave y tenebrosa, teñida con el color de la presión, el acoso, la incertidumbre y el miedo. Sobre todo, conociendo el gran secreto, pues lo que eran suposiciones o hipótesis de trabajo se han convertido en certezas. Por desgracia, nos lo han enseñado los muertos, auténticos mártires de esta guerra sin nombre, que por falta de información, cabezonería, disonancia cognitiva o simple cobardía, han fallecido a consecuencia de la inoculación, dejándonos pistas escalofriantes. Me pregunto cuándo van a reconocer que los síntomas de la nueva ola son efectos adversos de la vacuna y la consecuencia de lo que respiramos, es decir, el cóctel que aspergen a la atmósfera día y noche.

El anuncio de la cuarta dosis ha venido a robar la paz de la parte despierta de la sociedad. Llega, además, mediante la información de doble vínculo, técnica psicológica de manipulación y control, a través de la confusión y el desconcierto, con el fin de producir inestabilidad, ansiedad y bloqueo mental. Dar una noticia y desmentirla o corregirla posteriormente fue la tónica empleada a lo largo de la campaña. No es casual, por tanto, el discurso de la ministra sobre “vacunas para todos”, y el desmentido posterior de “solo para mayores de ochenta años e inmunodeprimidos”, como se contemplaba en un principio. En cualquier caso, esperemos que siga siendo voluntaria, aunque la reforma de leyes que el gobierno está llevando acabo y otras de nuevo cuño, más la presión de Europa en pinchar a diestro y siniestro para consolidad su negocio millonario y el cumplimiento de los propósitos del NOM, nos hace perder la escasa esperanza.

Establecer la vacunación obligatoria es una tentación de todos los sátrapas del mundo. En España, Sánchez cuenta con el apoyo de Feijóo, que es tan dictador y ambicioso como él, y sirve a los mismos amos. Recordemos que el político gallego modificó la Ley de Salud Pública de Galicia que, en realidad, es una ley cuasi militar que defiende, entre otras lindezas, la expropiación de bienes privados y el aislamiento de supuestos contagiados en lugares destinados a ese fin; es decir, la privación de libertad sin causa y juicio previo, dependiendo de dudosos criterios. No hay que olvidar que durante la pandemia, Galicia fue una de las regiones con más restricciones y ataques a la libertad. Feijóo forma con Sánchez el tándem perfecto para sobrepasar los límites que quizá otros no se atreverían. Eso explicaría su, por otro lado soñado, aterrizaje en Madrid, aprovechando la conjunción favorable y la mala cuadratura de Casado.

Los esfuerzos de los gobiernos para conservar la salud y recuperarla en caso de pandemia –con métodos más que cuestionables, por ineficaces y nocivos—, deberían enfocarse a que los ciudadanos tuvieran sistemas inmunitarios fuertes. Pero ocurre todo lo contrario. En su lugar, no dejan de envenenar con grafeno, glifosato y demás pesticidas cancerígenos, sea a través de las vacunas y otros medicamentos, el agua, la alimentación o las fumigaciones autorizadas “para paliar el efecto invernadero”, una de las grandes falacias de nuestro tiempo; y ¡cómo no!: los campos electromagnéticos, de los que está prohibido hablar, a no ser que sea para bendecirlos.

La censura en forma de chiringuito para controlar la desinformación complementa lo expresado. Es sabido que una de las psicopatologías más destacadas de los políticos es su inclinación a la tiranía y al control. La democracia les importa poco si se trata de mantener estabulado al rebaño con todo tipo de leyes, normativas y prohibiciones. Y si este control viene impuesto desde las altas cúpulas del poder en la sombra –sea Europa o la OMS— es todo un regalazo; “obediencia con torrezno”, según el dicho de Santa Teresa de Ávila.

Ya asomaron la oreja en 2020, cuando el General Santiago en su parte de guerra diario amenazó con controlar la información alternativa para evitar los bulos sobre la pandemia. El problema de esta gente es de semántica o, más bien, debido a ese síndrome adámico tan contagioso que les hace renombrar lo que ya tiene nombre y utilizar las definiciones a su antojo. ¡Como si no tuviéramos bastante con el programa Elisa, engendro del CNI, en el que están fichados los disidentes anticovidianos, antiglobalistas y críticos con la Agenda 2030 y el NOM, con su transhumanismo perverso! Léase los desobedientes de la sinrazón. En su día dediqué estas palabras a la institución y a quienes la manejan y sacan provecho:

“… lo cierto es que estamos en su punto de mira y somos los protagonistas del programa Elisa del CNI, un bodrio pagado con nuestro dinero, repleto de falacias, mentiras y conceptos erróneos y malintencionados. Tiene algo positivo: nos llaman antiglobalistas y en eso tienen razón, mucho mejor que negacionistas que es un concepto relacionado con el nazismo. Solo somos globalistas en el amor al ser humano y en la defensa del bien y lo justo. El CNI, que parece hacer la vista gorda ante las maletas del Delcygate cargadas de billetes, brillantes y esmeraldas con olor a sangre, procedentes de la narcodictadura bolivariana, ante los terroristas del Boko Haram que entran en calidad de refugiados cargados de armas, ante el narcotráfico del estrecho, las menores prostituidas en los burdeles y el tráfico de niños, ahora se dedica a investigar a los periodistas y ciudadanos libres que se atreven a pensar y a expresarse en libertad. ¡De pena y de vergüenza!

Y ahora llega el inefable Bolaños con su organismo para combatir los bulos. Socialmente suena bien, muy cívico y muy ético, si no fuera que lo que ellos denominan desinformación –bromas aparte, que siempre ha habido graciosos—son noticias verdaderas y opiniones ponderadas de profesionales que, o bien desmienten los bulos oficiales o piden un debate público.

Acaba de entrar en vigor la prórroga del “pase Covid” hasta el 30 de junio de 2023, pero nadie protesta. Los jóvenes tienen el sistema prefrontal deficientemente desarrollado y los adultos están completamente anestesiados, cada uno en su pequeño universo, con su mente atascada de pensamientos ajenos. Ni una reflexión, ni una pregunta, ni siquiera una duda. Comprendo que es desesperante, pero no queda otra que seguir adelante hasta que el número de conscientes propicie la masa crítica y la idea se grave en el inconsciente colectivo. Yo sí creo en la teoría del centésimo mono, tan desacreditada por los que solo creen lo que tocan y solo ven con sus limitados ojos. Existen muchos estudios, incluso con vegetales, que demuestran estas conexiones que parecen mágicas. Rupert Sheldrake denominó a este tipo de comunicación campos mórficos o morfogenéticos. El equipo del científico Pjotr Garjajev descubrió en el ADN –que los oficialistas del Proyecto Genoma denominaron ADN basura, residual, aleatorio o no codificante—cualidades extraordinarias latentes en nosotros. Las investigaciones vanguardistas en epigenética nos remontan al concepto de unidad y nos descubren un mundo maravilloso. Bruce Lipton nos lo cuenta en su libro Biología de la creencia. Sin embargo, la oficialidad, en su afán por desposeernos de nuestra tendencia natural a lo trascendente, obligada además a mantener vivo el espíritu laicista de la Ilustración, tiende a rechazar lo intangible.

¡Atención: no nos dejemos manipular! Han conseguido adormecer o atrofiar nuestra glándula pineal, pero no consentiremos que hagan lo mismo con el VMAT2 presente en el ser humano: el gen de la esperanza y el optimismo, que propicia nuestra condición de seres espirituales y que el biólogo Dean Hamer denominó el gen de Dios.

Si algún youtuber desea reproducir este texto o parte de él para la locución de su vídeo o para cualquier otro uso, debe pedir autorización y citar la fuente al principio de la narración.


FICCION CERCANA A LA REALIDAD. "UTOPIA". Cortometraje.


Nos preparan una realidad que será un infierno. Lo dice también Barak Obama. Con la luz azul activarán neuronas que en ratones, los hacen comer por el tiempo que ellos quieran, o ponerse violentos. Poner pensamientos. Como si fuera una frase que se repite ininterrumpida mente.
Ya hay videos de lugares públicos que en lugar de las clásicas luces blancas las tienen azules. La noche será como un estado de sitio para nosotros.
Si están haciendo de todo para que escaseen los alimentos y si sumaran escasez más activar el comer, están creando canibalismo.
Masas violentas de repente sin causa y sin control más que el de ellos.
Tendremos que tener rifles para dispararles a las luces.
O bien empezar a practicar con una onda o gomera como el rey David.


PLANDEMIA - CAMPAÑA CONTRA LOS NO VACUNADOS

Rescatamos esta recopilación como dedicatoria a todos los hijos de satanás que en el día de hoy han alzado la voz contra “la cultura del odio y las cacerías inhumanas”.
Con el pasar del tiempo, vuestro terrorismo informativo está quedando todavía más en evidencia.

VER+:


"EL NEGACIONISTA"

Un video dedicado a los médicos y científicos que plantaron cara a las élites, y como no, a todos aquellos que pusieron su granito de arena. Porque no fue la vacuna quien salvó millones de vidas, fueron los negacionistas.

jueves, 2 de junio de 2022

EL NUEVO ORDEN GLOBALISTA ES ANTIDEMOCRÁTICO, HUMANICIDA Y ANTICRISTIANO: SIN DIOS, SIN PATRIA, SIN HUMANIDAD Y SIN LIBERTAD 👿👥💀💥


NUEVO ORDEN MUNDIAL

El peligro del Globalismo. 
Sin Dios, sin Patria, sin Libertad. 


Los valores que promueve “la Agenda 2030”, 
del Gran Reinicio Globalista y Liberticida. 
Son absolutamente antidemocráticos, 
antihumanos y anticristianos.


A menudo se confunde el globalismo con la globalización (mundialización), pero son dos conceptos opuestos, relacionados con el Nuevo orden mundial
La mundialización se ha configurado de un modo espontáneo uniendo a las personas de todo el mundo, sobre todo, con el avance de las nuevas tecnologías y el transporte.
Supone libertad y respeto por las identidades nacionales resultado de siglos de convivencia. Impulsa un desarrollo de la libertad, de la democracia y del capitalismo a escala planetaria. La globalización no es incompatible con los Estados Nación sino todo lo contrario; genera mayor crecimiento económico.

El Globalismo

El globalismo, sin embargo, busca una colectivización de las masas de un modo totalizador, para ese Nuevo orden mundial. Desde organismos internacionales visibilizados sobre todo en la ONU, se imponen unos dogmas ideológicos a todo el mundo, como podría ser la obligación de cuotas para ayudas a refugiados e inmigrantes, para adoctrinar en la ideología de género, para incentivar más abortos…
El globalismo, es anti Estado- nación. Es un diseño del socialismo radical. Es una ideología contraria al nacionalismo y al patriotismo.
George Soros es uno de los principales impulsores del globalismo.

En España, en concreto, es conocida la financiación de George Soros a la independencia de Cataluña. Su sueño es una nación fragmentada en mini- naciones con sociedades débiles para poder controlar su población, sus políticos, sus empresas, sus negociones, y, por lo tanto, su economía.
Para el ministro de Relaciones Exteriores brasileño, Ernesto Araújo, globalismo es una «configuración actual del marxismo». En su discurso de toma de posesión afirmó que «el globalismo se constituye en el odio a través de sus varias ramificaciones ideológicas y sus instrumentos contrarios a la nación, contrarios a la naturaleza humana y contrarios al propio nacimiento humano”.

De hecho, tal y como apreciamos, con el globalismo se incrementan los enfrentamientos violentos entre grupos o colectivos, se presenta el género en sustitución de la identidad sexual natural y se normaliza el aborto.
El problema actual es que la globalización, que es beneficiosa, se ha puesto al servicio del globalismo colectivista para alimentar ese mal que acabará destruyéndonos.
A este globalismo lo conocemos actualmente bajo el término Desarrollo sostenible de la Agenda 2030.

LA INTENCIÓN OCULTA DETRÁS DE SUS 17 OBJETIVOS 
DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS)

Lo que te dicen que es y lo que realmente es

1. Fin de la pobreza = 1. Reducción de la población
2. Hambre cero = 2. Monopolio de los alimentos
3. Salud y bienestar = 3. “Vacunación” cíclica obligatoria
4. Educación de calidad = 4. Adoctrinamiento ideológico y sexualización, despojar a los padres del control de sus hijos
5. Igualdad de género = 5. Masculinizar a la mujer y feminizar al hombre
6. Agua limpia y saneamiento = 6. Privatización de toda el agua del orbe terráqueo
7. Energía asequible y no contaminante = 7. Energía cara e impuestos verdes abusivos
8. Trabajo decente y crecimiento económico = 8. Explotación laboral y esclavitud fiscal. Digitalizar el dinero para control total
9. Industria, innovación e infraestructura = 9. Revolución industrial, transhumanismo (Robotización del ser humano, fin de la especie humana)
10. Reducción de las desigualdades = 10. Leyes únicas para todos los países
11. Ciudades y comunidades sostenibles = 11. Vigilancia y control absoluto; totalitarismo
12. Producción y consumo responsable =12. Alimentos transgénicos; granjas de insectos
13. Acción contra el cambio climático = 13. Geoingeniería climática
14. Vida submarina = 14. Control absoluto de los alimentos marinos
15. Vida de ecosistemas terrestres = 15. Control absoluto de los recursos naturales
16. Paz, justicia e instituciones sólidas = 16. Estados policiales; fin de la libertad
17. Alianzas para lograr los objetivos# = 17. Gobierno Tiránico Satánico Global; Nuevo Orden Mundial

Globalismo, masonería y Nuevo orden mundial

Según el experto en masonería Alberto Bárcena, la masonería busca desde sus orígenes en 1717, un mundo nuevo que puedan ellos dirigir, con un gobierno único para controlar económicamente el máximo posible de países, beneficiándose de un poder casi ilimitado. Por otro, podrán de esta manera expandir su credo ideológico, el gnosticismo, en todo el mundo.
Por ello el globalismo es impulsado por estas élites masónicas.
Para el ya fallecido Padre Juán Sanahuja, experto en estos temas, los planes de gobierno planetario, el Nuevo orden mundial, en los que la masonería tiene un papel importante, vienen desde finales de la Primera Guerra Mundial o quizás de poco antes.

El globalismo hacia el sincretismo cultural y religioso

La masonería apoya la entrada de inmigración masiva ilegal con este fin, empujando a la sociedad hacia el sincretismo cultural y religioso. Desarraigando a la nación de sus tradiciones y costumbres, cerrando puertas a todo aquello que nos une como país: la religión cristiana y la lengua española. Abriendo fronteras a todo el que venga de fuera, especialmente musulmanes. Utilizados para este objetivo globalizador.
La masonería utiliza organismos pantalla con fines altruistas y filántropos, en campos académicos, sociales, económicos, científicos e incluso religiosos, para introducir sus ideas. Se alía con intereses de personas que ciegas de ansias de poder, no dudan en poner sus recursos a su servicio. Tal podría ser el caso de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España, arrodillado ante sus dictámenes.

Por todo ello la masonería impulsa el globalismo, erigido bajo la bandera del “progresismo”, de los que piden libertad, pero viven sometidos a la ideología del Estado, los que piden tolerancia pero atacan con su neolenguaje a todo el que disienta.
Un globalismo progresista que nos encamina hacia la agonía cultural y nacional.
El fin del cristianismo es uno de sus máximos objetivos, hacia el que se encaminan paso a paso para implantar el Nuevo orden mundial.
Y sin Dios y sin patria estamos condenados como sociedad a la desaparición.
Los cristianos pertenecemos a una raza distinta a la de este mundo, somos ciudadanos del cielo, hijos de Dios.
La unión de toda la Iglesia con Cristo nos hace ser un grupo de personas que hacemos contrapeso en esta balanza donde en el otro extremo tenemos a las fuerzas del mal. Si permanecemos fieles a nuestra fe en Cristo resucitado, podremos experimentar la fuerza del Espíritu Santo que nos ayudará en la batalla que pretende borrarnos de este mundo.
Sin olvidar que en toda batalla hay sufrimientos, pero recordando que Cristo ya ha vencido al Demonio.
En este otro libro que te recomiendo: «La red secreta de Soros en España», se hace un análisis profundo de los entramados de George Soros que le relaciona con políticos y periodistas de España, para implantar el Nuevo orden mundial. Para cuyo fin la pandemia, le ha venido maravillosamente.


El Globalismo atenta contra 
el plan eterno de Dios para la humanidad

Muchos creyentes se han tragado la idea de que el Globalismo es la voluntad de Dios para las naciones. Esta idea está muy lejos de la verdad escritural. Cuando Dios descendió a enjuiciar los que edificaban la Torre de Babel, confundió sus lenguas y los forzó a formar pueblos y naciones lingüística y culturalmente. Aunque, fue un juicio por la desobediencia del hombre al mandato divino de dispersarse por toda la tierra, Dios los usó para avanzar Sus planes eternos.
Las Sagradas Escrituras claramente establecen que Dios eligió a Abraham para formar una nación que fuese guía y modelo para las demás naciones. De hecho, Dios le dijo a Abraham: “en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:3). El plan de Dios es bendecir a cada nación de la tierra por medio de Israel.

Dios Ama la Diversidad

En el Nuevo Testamento Jesús ordenó a sus discípulos diciendo:”Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones...”. (Mateo 28:19). La palabra “naciones”, en el original es “etnos”, y se re refiere a los grupos étnicos con sus lenguas y culturas. Dios continua Su obra agregando a las naciones gentiles a la fe en Jesucristo, quien es el Rey que regirá sobre todas la naciones de la tierra, desde Jerusalén, durante el Milenio (Apocalipsis 20:1-3). Dios ama y respeta la diversidad lingüística y cultural. Las naciones caminarán a la luz de la Nueva Jerusalén, y los reyes de la tierra entregarán sus espléndidas riquezas y el honor de las naciones (Apocalipsis 21:23-26).

Un Plan Satánico

El Globalismo es satánico porque destruye la soberanía, las libertades, la belleza de la diversidad cultural y lingüística de las naciones. El plan del Diablo y sus seguidores es de que todas las naciones se sometan al sistema idólatra y auto-destructor del Anticristo. El Globalismo suprime las libertades económicas, sociales y suprime la independencia de cada nación. Satanás quiere que cada gobierno en la tierra le entregue en bandeja de plata a cada individuo para su destrucción. Las organizaciones como la ONU deciden todo lo que cada nación debe hacer en cada aspecto de la vida humana sin tomar en cuenta nuestra voluntad y valores como individuos y naciones.

Dios por otro lado, aprecia y cuida a cada nación que confía en Él. En la futura eternidad, Dios hará que crezca el árbol de la vida a ambos lados del río de agua de vida, que produce doce cosechas al año, y cuyas hojas son para la salud de las naciones (Apocalipsis 23:1-3). Dios hará que cada nación de la tierra participe de la vida eterna. Alabemos a Dios por cada nación de la tierra. Oremos para que el Evangelio del Señor Jesucristo sea proclamado a cada etnia de la tierra para la salvación de cada nación.


DE NADA SIRVE ORAR COMO CRISTIANO PERO VOTAR COMO UN ATEO: 
 ORAN POR LA VIDA PERO VOTAN POR CANDIDATOS 
 QUE ESTÁN A FAVOR DEL ABORTO Y DE LA EUTANASIA.

DAMIÁN GALERÓN! EL PACTO SECRETO
 (Origen sociedades secretas, 2ª parte)

BERGOGLIO FORMA PARTE DEL COMPLOT


“No tendrás nada y serás feliz”. Fíjense que la famosa frase es algo más que la enunciación de un objetivo del Foro de Davos y su famosa Agenda 2030. La forma en que está enunciado es la de una orden. Como un mandamiento del Decálogo. No matarás. No robarás. No tendrás nada. Y serás feliz (por tanto no te quejarás, o a la inversa). No es algo optativo. No tendrás nada y punto. Y serás feliz y te aguantas. No hay peros.

No tener nada resulta fundamental para la dominación de un conjunto. O sea, una cosa es la obsesión de tener, que también es una esclavitud, pero otra muy distinta es no tener nada y que se te niegue el derecho a la propiedad. Alguien que no tiene nada es alguien totalmente dependiente. Dependiente del que tiene. ¿Y de quién será todo en ese mundo 2030 en el que nadie tendrá nada? Porque de alguien tendrá que ser todo. ¿De los plutócratas que manejan los hilos de Davos? ¿Del estado? Pues de ellos será de quienes dependamos en todo al no tener nosotros nada, al ser todo de ellos.

Alguien que no tiene nada, aparte de dependiente, es alguien con menos motivos para luchar por algo. Alguien que no ha recibido nada de sus padres. Alguien que no tiene nada que defender. Alguien que no tiene nada que dejar a sus descendientes. Después de una vida de esfuerzos no tendrás nada. Estarás igual que al comenzar el camino, al comenzar a esforzarte. El premio a tus esfuerzos será seguir sin tener nada después de todos tus esfuerzos. Claro que para ese entonces quizá ya hayas decidido hace tiempo dejar de esforzarte. No te esfuerces. No luches. No te rebeles. Sé feliz. Obedece.

Con eso y con todo, contra el “no tendrás nada y serás feliz” ya nos vamos previniendo poco a poco. Lo vamos conociendo, siquiera una minoría con pensamiento crítico. Lo vamos propagando. Advertimos de lo que viene a nuestros conocidos. A veces con poco éxito. Parecemos unos paranoicos. ¿Quién nos va a dejar sin nada? ¿Quién nos va a impedir tener un coche o circular con él por donde queramos? ¿Quién nos va a obligar a comer gusanos? Somos la rana en el puchero, no nos enteramos de que nos están abrasando.

Pero lo peor quizá no es lo de que no tendremos nada y seremos felices. Lo peor, que también va implícito en la Agenda 2030 y la ideología de género, es la idea de que tampoco seremos nada. Además de no tener nada en 2030 no seremos nada. Y seremos felices no siendo nada.No tener nada es bastante dramático, pero no ser nada es mucho más amenazante todavía. Bajo el regalo envenenado de que podremos ser lo que queramos, al punto de que podremos hasta autodeterminar nuestro género, lo que en el fondo nos están haciendo es robarnos lo que somos. Para poder ser cualquier cosa hay que no ser nada. Para poder ser cualquier cosa hay que ser plastilina, una hoja en blanco. Si soy una jirafa no puedo ser un perro. Si soy un hombre no puedo ser una mujer. Si puedo ser una jirafa o un perro es que no soy ni una jirafa ni un perro. Eres o nada o algo que niega lo que realmente es, seducido por la idea de poder ser cualquier cosa. El problema es que poder ser cualquier cosa es una maldición, no un regalo. Para poder ser otra cosa tienes que negar lo que eres; pero negar lo que eres, por otro lado, no te convertirá en otra cosa que lo que eres. Una jirafa que quiere ser un perro no es un perro, es una jirafa lamentable. No te dicen que si quieres puedes ser un perro para que realmente seas un perro, sino para que te comportes como tal, para que puedas traerles en la boca los palos que te lancen a cambio de una caricia. No tener nada es la parte buena de la Agenda 2030. La parte preocupante de verdad es la de que no serás nada. No teniendo nada y no siendo nada, siendo totalmente dependiente y negando tu identidad, estarás preparado para ser el esclavo total. Un esclavo feliz con sus cadenas. Un esclavo infeliz se podría rebelar. Ser un esclavo feliz, por tanto, no puede ser opcional.


Lo peor de la Agenda 2030 no es que no tendrás nada, sino que tampoco serás nadie
“No tendrás nada y serás feliz”. Fíjense que la famosa frase es algo más que la enunciación de un objetivo del Foro de Davos y su famosa Agenda 2030. La forma en que está enunciado es la de una orden. Como un mandamiento del Decálogo. No matarás. No robarás. No tendrás nada. Y serás feliz…
Están abriendo la Caja de Pandora, es decir, nosotros (EL PODER) cambiamos las leyes, cambiamos conceptos porque una vez que tú cambias el concepto, automáticamente tú estás haciendo un cambio completo en la Norma, que es lo que no terminan de entender. No se trata simplemente, de dejar que dos personas del mismo sexo se casen, no se trata simplemente, de decir, Bueno, vamos a cambiar los pronombres, sino que se trata un cambio completo: y es una ideología.

El problema es que ellos dicen y, ellos mantienen que no es una ideología, sin embargo, una ideología que busca modificar, buscan modelar y. busca condicionar. Así es, modificar, condicionar y modelar. Eso es lo que busca una ideología.

VER+:


El modus operandi CONSTANTE de JMB. 
El vive sumergido en una constante estrategia masónica. Te las enumero brevemente:

1. Doble discurso masónico (double mind)
2. Medias verdades
3. Transferencia de culpa
4. Esconderse en el más absoluto descaro
5. Lenguaje confuso y ambiguo como sello de calidad demoníaca, pues el Señor dice: "vuestro lenguaje sea sí, sí, no, no, que lo que pase de ahí, viene del Maligno"
6. Dos pasos adelante, uno atrás (lema revolucionario)
7. Dejar que cada cual pueda interpretar un mismo discurso de formas opuestas para que reine el relativismo.
8. Desvirtuar el evangelio, el depósito de la fe, la tradición, el señorío de Jesús y la autoridad del papado.
En resumen, no confirmar en la fe, y sí en la confusión y el error, permitiendo que la gente  se quede con medias verdades sin sospechar que son las peores mentiras.











Vemos la convergencia entre el Vaticano de Bergoglio y la Organización masónica/globalista liderada por Karl Schwab en la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 de despoblación, cuando históricamente la Iglesia ha sido la única voz que se ha alzado contra el Nuevo Orden Mundial. Ahora ya infiltrada desde su cúspide, tienen cómo no, los mismos objetivos.


El masón Gabriele Caccia observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, ha vuelto a salir en defensa de la perversa y globalista Agenda 2030




El peligro del globalismo. Sin Dios y sin Patria. NOM

Cardenales y Obispos renuncien de una vez a la diabólica agenda 2030

Todos los obispos y cardenales que siguen a Bergoglio es la promoción y defensa de la diabólica agenda 2030 se ponen fuera de la Iglesia Católica, y en dirección al infierno, pues sirven con descaro al anticristo. Terrible realidad que es signo muy claro de la gran apostasía.

El Nuevo Orden Mundial tiene el fin de instaurar un gobierno único —burocrático y controlado por sectores elitistas y plutocráticos— a nivel mundial.

En 15 minutos denunció todos los planes globalistas brillantemente... ¡IMPERDIBLE!

FICCION CERCANA A LA REALIDAD. "UTOPIA". Cortometraje.

La Radio Con “Soberanía,” Con “Soberanía Ciudadana.” Con La Transmisión de Juan Carlos Vázquez.


“Soñemos Juntos” la agenda 2030 -JMB