El niño que domó el viento
(The Boy who Harnessed the Wind)
WILLIAM KAMKWAMBA
y BRYAN MEALER
Esta es una inspiradora historia, basada en la vida real del autor, sobre el poder de la imaginación y la fuerza de la determinación.
Cuando una terrible sequía asoló la pequeña aldea donde vivía William Kamkwamba, su familia perdió todas las cosechas y se quedó sin nada que comer y nada que vender.
William comenzó entonces a investigar en los libros de ciencia que había en la biblioteca en busca de una solución, y de este modo encontró la idea que cambiaría la vida de su familia para siempre: construiría un molino de viento.
Fabricado a partir de materiales reciclados, metal y fragmentos de bicicletas, el molino de William trajo la electricidad a su casa y ayudó a su familia a obtener el agua que necesitaba para sus cultivos. Así, el empeño y la ilusión del pequeño Willy cambió el destino de su familia y del país entero.
Si digo que los libros nos hacen creer que todo es posible, supongo que estaréis de acuerdo conmigo. Sin embargo, lo más probable es que lo primero que os venga a la cabeza sea alguna obra de ficción que os ha hecho viajar a mundos imaginarios y vivir aventuras increíbles. Pero no, esta vez no me estoy refiriendo a ese tipo de literatura, sino a esos otros libros, los de no ficción, que cuentan historias reales protagonizadas por personas extraordinarias. Es el caso de "El niño que domó el viento", escrito por su protagonista, William Kamkwamba, y el periodista Bryan Mealer.
Para entender la magnitud de la proeza de William Kamkwamba, hemos de ponernos en situación: una infancia en Malaui, un país africano dominado por la superstición, donde todos temen el poder del hechicero; una subsistencia sometida a las inclemencias meteorológicas y a las corruptelas del gobierno, que echan al traste la cosecha del año y condenan a la familia, y al pueblo entero, a la hambruna; una educación inaccesible para la mayoría de los niños, que no pueden pagar las tasas; una existencia sin electricidad, que les obliga a depender de las lámparas de queroseno, que los asfixian, y de la madera, a kilómetros de distancia y cada vez más escasa… Y en medio de tanta penuria, William Kamkwamba, un niño capaz de cambiar el destino de su familia y de su país gracias a su curiosidad e ingenio.
Decía antes que hay libros que nos hacen creer que todo es posible, y eso es lo que le ocurrió a William Kamkwamba cuando leyó Usar la energía: se propuso llevar la electricidad a su casa. Y le bastó rebuscar en un vertedero para construir un molino de viento y, así, mejorar la vida de su familia, primero, y de toda su comunidad, después. En "El niño que domó el viento" nos relata cada uno de los pasos que dio; la incomprensión de todos, al principio, y los fracasos y los contratiempos, que no le hicieron desistir. Y, por fin, el triunfo que los dejó a todos boquiabiertos; el primer triunfo de muchos más que vinieron luego y tantos otros que aún están por llegar.
William Kamkwamba nació el 5 de agosto de 1987, en Dowa, Malaui. En 2014 recibió su licenciatura en el Dartmouth College, en Hanover, donde terminó sus estudios de Ingeniería. También es inventor, escritor y autobiógrafo.
La historia real
La película dirigida por Chiwetel Ejiofor, se basa en la historia verídica de William Kamkwamba. Él se hizo conocido mundialmente por su invención y se formó ingeniero en la Universidad de Dartmouth. Ante la falta de víveres en su pueblo, William Kamkwamba, inspirado en un libro de ciencia ficción, inventó un sistema de captación de energía eólica, lo que posibilitó bombear agua para el cultivo de alimentos en la sequía.
En 2001, William Kamkwamba logró salvar a su pueblo de la hambruna. Lo hizo construyendo un molino de viento capaz de generar energía eólica, sirviéndose de una simple bicicleta, de las partes oxidadas de un viejo tractor y de los manuales básicos de ingeniería que encontró en la biblioteca de su escuela en Malawi, de la que sería expulsado cuando su familia de agricultores dejó de poder pagarla.
William creó el aerogenerador empleando árboles de goma azul, piezas de bicicleta y materiales recolectados en un desguace local. Ciertamente, el joven ya tenía experiencia en electrónica porque, en un intento por ganarse la vida, montó un pequeño negocio en su aldea reparando radios. No ganaba mucho dinero con esta iniciativa, era muy joven, pero la experiencia le vino como anillo al dedo cuando decidió ponerse manos a la obra por extrema necesidad: crear el aerogenerador.
En 2007, después de darse a conocer a través de una conferencia TED, logró volver a estudiar y se graduó en Dartmouth, una de las universidades de la exclusiva Ivy League. Kamkwamba decidió recoger esta increíble historia en un libro autobiógrafico, "El niño que domó el viento" (Ediciones B), fábula edificante que apuntaba a nuevas perspectivas de desarrollo para el continente africano.
LO INTENTÉ Y LO HICE
El niño que cambió su mundo
La historia de Kamkwamba circuló por medio mundo gracias a una entrevista realizada por The Daily Show el 7 de octubre de 2009. En ella, se comparaba a este joven con el famoso protagonista de la serie MacGyver, debido a su impresionante ingenio científico. Más adelante, al irse haciendo más conocido, se le invitó a la reunión introductoria de “Google Science Fair 2011”, como ponente invitado. Llama la atención que la revista TIME incluye a Kamkwamba entre las “30 personas menores de 30 años que cambiaron el mundo”.
"El niño que domó el viento" tuvo una infancia conectada a la naturaleza, pero no exenta de dificultades. Para sobrevivir y hacer frente a la pobreza, pronto tuvo que abandonar la escuela. Sus padres no podían pagarla. Pero su afán por adquirir conocimientos no lo detuvo pese a la inclemencia de una vida que se planteaba adversa. Aun así, William no perdió su deseo de saciar sus inquietudes, por lo que acudía cada vez que podía a la biblioteca para hacer lo que más le gustaba: leer libros. Su pasión no era otra que aprender.
Hay una línea interesante, rara vez vista en pantalla, de tradición y modernidad en África rural, de padres que evitan deliberadamente lo que perciben como sistemas de creencias pasados del pasado para alentar el progreso. No quieren confiar en orar por la lluvia para salvar sus cultivos; Ellos quieren pragmatismo en su lugar. También se refleja en el deseo de educación para que los niños puedan salir de su aldea, determinando que no enfrentarán dificultades similares a las de los adultos.
Fue gracias a uno de estos libros de ciencia ficción que leyó, titulado “Using Energy” (Utilizar la energía), lo que hizo que un joven de 14 años descubriera un mundo y ayudó a su aldea. Decidió aventurarse a crear un aerogenerador, inventando un sistema de captación de energía eólica, para bombear agua y lograr así cultivar alimentos.
La salvación llegó cuando su familia y vecinos de la zona apenas podían comer una vez al día, cuando el futuro era del todo incierto. William creó electricidad para toda su aldea y, gracias a esta gesta, suministrar agua a sus habitantes.
Y de nuevo, William volvió a reinventarse porque su objetivo en la vida es claro: nunca rendirse. Tras hacerse famoso su invento, trató con diversas empresas su idea para poder frenar la hambruna en su país. Más tarde se decidió a escribir su biografía, pero la historia no acabó ahí, en la actualidad ya tiene su título de ingeniero y todo gracias a su tesón y altura de miras, aprovechando las invitaciones a conferencias y la fama con su invento para continuar con sus estudios y seguir aprendiendo.
"A donde sea que vayas. Ve a la escuela".
“No tengas miedo de fallar.
Nunca vas a saber lo que vas a perder si no lo intentas”.
“La democracia es como la yuca importada. Se pudre rápido”.
"Dios es como el viento, que todo lo toca".
- La esperanza está por encima de la adversidad.
- La superación de los obstáculos debe ser siempre más fuerte que los impedimentos o inconvenientes.
- Las pequeñas acciones de la mano de la perseverancia y la confianza en uno mismo pueden salvar a las personas.
- Cuando no hay nada que perder hasta lo más alocado cobra sentido.
- Es necesario madurar para sostenerse por uno mismo.
- Hay que saber ceder de lo nuestro (la bicicleta), cuando hay un bien mayor (mejorar la calidad de vida de la comunidad).
- Es importante conseguir metas, sueños que van más allá de lo establecido.
- A veces hay que dejar todo de lado (la insuficiente ayuda exterior, la falta de medios económicos, la indiferencia de los gobiernos que dejan morir de hambre a su gente, los métodos conocidos, una visión cortoplacista) para usar el ingenio y la educación.
- La unión de una comunidad, de un pueblo es la base para resolver los problemas.
- El orgullo, la terquedad, la cerrazón no nos llevan a ningún lado.
- Debemos saber ponernos en la situación de los otros, abrir nuestros ojos y mente a otras culturas, costumbres y saber lo que están dispuestos a hacer para sobrevivir.
- Los grandes logros poco y nada tienen que ver con el dinero.
- El acceso universal a la educación gratuita es clave para el desarrollo de los pueblos.
- En la vida hay que correr riesgos.
- El verdadero amor por el ser humano nos hace luchar unos por otros.
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