EL Rincón de Yanka: ¿SI NO ESCUCHAMOS A NUESTRA MADRE VIRGEN MARÍA COMO VAMOS A ESTAR PREPARADOS PARA LOS ÚLTIMOS TIEMPOS?

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jueves, 8 de diciembre de 2022

¿SI NO ESCUCHAMOS A NUESTRA MADRE VIRGEN MARÍA COMO VAMOS A ESTAR PREPARADOS PARA LOS ÚLTIMOS TIEMPOS?


PROFECÍAS CONVERGENTES 

 
La convergencia entre la profecía de los Papas de Malaquías y el decisivo capítulo 11 de Zacarías es total. Y negar que el capítulo 11 de Zacarías se refiere a nuestro tiempo, exigiría ahora prolongar la duda acerca de la identidad del pastor-cayado Gracia, cosa difícil después de un Papa monfortiano que se declaraba “Totus tuus” respecto a la Llena de Gracia…
A los datos de Zacarías sobre la Pasión de la Iglesia puede dárseles una interpretación esclarecedora, aunque convenga exponerla con prudencia. En algunas ocasiones, la concreción excesiva puede no compensar los daños colaterales… Quienes leéis estas líneas sabréis discernir nuestra preocupación ante la situación que se precipita, cuyos detalles deben permanecer, por ahora, en estudio. Lo que sí cabe es avisar a los estudiosos del tema que estas profecías no prevén “cónclaves divididos” ni cismas post-electivos sino, en todo caso, traiciones que provocarían cismas prácticos.

En este sentido parece ir también la exégesis que Jesús le hizo a María Valtorta del mismo capítulo 11 (Cuadernos, 9 de diciembre de 1943, pp. 539-541). La atención debería centrarse en la advertencia del Señor, recogida por San Juan, acerca del salteador “que no entra por la puerta del redil sino que escala por otro lado” (Jn 10, 1); advertencia explicada a su vez en la célebre profecía de san Francisco de Asís, en su lecho de muerte: 
“En el momento de esta tribulación, un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su actuación se esforzará en llevar a muchos al error y a la muerte” (Obras del Seráfico Padre S. Francisco de Asís, Washbourne, 1882, pp. 248-250).
La convergencia entre la profecía del capítulo 11 de Zacarías y la de los Papas de Malaquías es -lo repito- total: Zacarías avisa que al romperse el cayado Vínculo Dios va a “suscitar en esta tierra un pastor que no hará caso de la oveja perdida, etc. etc.” (Za 11, 1516) y Malaquías de Armagh coloca, inmediatamente después de Gloria olivae, el lema In Persecutione, cuyo comentario inmediato (extrema S. R. E. sedebit - la extrema (persecución) tendrá su sede en la Santa Iglesia Romana) parece un anticipo de la célebre advertencia de Nuestra Señora en la Salette: Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo.

Frente a esta convergencia profética se levanta una muralla de prevención -hasta cierto punto lógica- y convencionalismo. 
Esta resistencia es preocupante porque se plantea desde una eclesiología bien intencionada, es decir, invocando la guía indefectible del Espíritu Santo sobre la Iglesia: 
Pero esta guía se invoca precisamente para negar los avisos del propio Espíritu Santo; aduciendo “poca fiabilidad” de las profecías de todo tipo. En este tema, hay sectores abocados a un círculo vicioso donde incluso las mariofanías oficialmente reconocidas son vistas con suspicacia en lo relativo a sus previsiones proféticas. La cerrazón de estas corrientes a la realidad del momento parece crónica, porque su visión está encerrada en burbujas, sin contacto con la deriva cultural y social. No hablamos de los sectores que ponderan esta deriva con intención de incorporarse a ella. Existe un racionalismo piadoso, incluso tradicional, ignorante de la naturaleza satánica de la cultura dominante; y cuya reticencia escatológica obedece, en realidad, al recelo hacia la mística.

En ello subyace una confusión del amor, disimulada frecuentemente tras espiritualidades voluntaristas y suficiencias eruditas: Incredulidad hacia el protagonismo del Cielo, que no se sirve de maestros acreditados ni de sabios, sino de lo más sencillo y sorprendente. Tal actitud arriesga, sin sospecharlo, quedar incluida entre los engañados por “no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado” (2 Ts 2, 10). 
Porque el Amor de Jesucristo no es referencia metafísica, ni patente espiritual, ni agotó sus revelaciones con Bernardo de Hoyos y Faustina Kowalska: 
Es una experiencia de comunión que persiste, y en la que Jesucristo dirige, se manifiesta y habla… Es muy peligroso permanecer ajenos a las manifestaciones más actuales, contundentes y clarísimas, del Sagrado Corazón.

San Luis Mª Grignón se quejaba amargamente de aquellos “que teniendo la profesión de enseñar la verdad a los demás, no te conocen a Ti ni a tu Santa Madre, sino de una manera especulativa, árida, estéril e indiferente” (V. Devoción, 64).
La suma de las mariofanías, revelaciones y confidencias de todo tipo con las que el Cielo está previniendo el drama actual, es de tal magnitud que su estudio deja poco espacio para la duda. Esa duda equivaldría a pensar que Dios permite que su palabra y la de su Madre sean suplantadas con una frecuencia que pondría en entredicho su divinidad. Despreciar este desbordamiento profético implica, además, un desaire a la Mujer que prepara la Venida de su Hijo y da a luz, con lágrimas y sudores de sangre, físicos, visibles y repetidos, al Hombre nuevo.
La reticencia, el escepticismo respecto a las revelaciones privadas, la prevención contra el Apocalipsis, la suspicacia ante toda comunicación mística, forman parte del misterioso desenlace de esta etapa histórica y escatológica. Si la cuestión se dirimiese entre revelaciones privadas y la autoridad legítima de la Iglesia – y por legítima habrá que entender pronto absolutamente diáfana respecto a los dos pilares de la Eucaristía y de Nª. Señora con todas sus exigencias dogmáticas y prácticas - los críticos podrían tener alguna razón. Pero el problema parece bastante más complejo. 

Las advertencias sobrenaturales, cuyo número desafía hoy toda capacidad de clasificación, están clamando en perfecta sintonía con la profética general de las Sagradas Escrituras y con la esperanza del cristianismo de todos los tiempos: Y este coro universal nos está previniendo sobre un poder de seducción insospechado, revestido de “caridad” horizontalista, sincretista e irenista, a cuyo influjo escaparán exclusivamente los más pequeños, enamorados de Jesucristo.


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