EL Rincón de Yanka: ASTRONOMÍA SAGRADA Y FIN DE LOS TIEMPOS por ANTONIO YAGÜE ☆🌕☀✨🗽

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domingo, 25 de julio de 2021

ASTRONOMÍA SAGRADA Y FIN DE LOS TIEMPOS por ANTONIO YAGÜE ☆🌕☀✨🗽


LA ASTRONOMÍA SAGRADA
Y EL FIN DE LOS TIEMPOS
LA SABIDURÍA DE LOS REYES MAGOS 
AL SERVICIO DE LA SEGUNDA VENIDA DEL MESÍAS


El fundamento de las consideraciones que subyacen en este trabajo se remonta a muchos años de reflexión sobre los planes de Dios para los últimos tiempos, centradas en la Sagrada Escritura y en las apariciones marianas. Fruto de este estudio e interés he realizado otras publicaciones anteriores entre 1999 y 2012 tanto en forma de libros como de páginas web1 o conferencias descargables en audio y video. En ellas he mostrado la estructura general de los acontecimientos que marcarán el final de la etapa histórica actual y el comienzo de otra nueva absolutamente diferente, cuya llegada se siente cada día más próxima.
El morbo asociado a cualquier análisis de fechas proféticas, me aconsejó poner el máximo cuidado en el modo de hacer llegar este mensaje al público, para evitar en lo posible controversias inútiles que no llevan a ninguna parte. Es por ello que además de publicar una video-charla en mi canal Youtube2, como en otras ocasiones, decidí poner a la vez por escrito con detalle su contenido y las fundamentaciones que en el breve espacio de tiempo de una charla hablada no es posible explicar, de modo que así cualquier persona interesada pudiera repasar y meditar detenidamente estos hallazgos y tomar sus personales decisiones. Pido al Espíritu Santo, a su bendita Madre y a los Reyes Magos que lo haya conseguido. (Antonio Yagüe)

PRÓLOGO

Antonio Yagüe, que es un científico que escudriña las Escrituras con pasión de enamorado, presenta en ésta última obra sus estudios sobre la estrella de Belén y las visiones de los Magos que le han servido de arranque para entrever graves acontecimientos, a su entender muy cercanos. Que exista relación entre los acontecimientos y el firmamento visible ha sido siempre una creencia humana muy antigua, y es una relación que está explicada en las revelaciones sobre la interacción de la Naturaleza y los hombres que la Llama Viva del Espíritu Santo dictó allá por el siglo XII a Santa Hildegarda de Binguen, la recentísima Doctora de la Iglesia. En efecto, los libros que para abreviar llamamos de Santa Hildegarda, pero que en realidad son obras de Divina Sabiduría revelada, como declaró hace nueve siglos el papa San Eugenio III en el sínodo de Tréveris, enseñan que no son los astros los que determinan el acontecer humano, sino que por el contrario son los actos humanos los que van a registrarse en las estrellas cuando ya han empezado a realizarse: "Los astros refulgen en el firmamento y muestran las obras de los hombres cuando el hombre ya está en proceso de ejecutarlas [...] 

Muchas veces las estrellas muestran numerosos signos según los hombres se comportan en sus obras, pero estos signos no muestran el futuro ni los pensamientos de los hombres, sino solamente lo que el hombre hace con voluntad ostensible, de voz o de obra, porque el aire recibe esas sensaciones y las transmite a las estrellas que al punto muestran las obras de los hombres. Dios creó a las estrellas al servicio de los hombres para que les dieran luz y les sirvieran de ayuda y por eso ellas dan cuenta de las acciones humanas como el esclavo que hace patente las voluntad y obra de su amo".  (Santa Hildegarda de Binguen, Causas y Remedios, 35-40). 

De acuerdo con ello, la estrella que vieron surgir los Magos no fue el anuncio de Algo que iba a ocurrir, sino el reflejo en el firmamento de Algo importantísimo que acababa de pasar: nada menos que el Nacimiento de Dios Hombre. Fieles a su tradición familiar, nutrida de revelaciones y de las profecías de Balaam y las sibilas, los magos observaban atentamente, tal vez desde milenios, un sector del cielo nocturno que según la Beata Ana Catalina Emmerick era la constelación de Virgo, es decir: la constelación de la Virgen. Sea que vieran en ella figuras, apariciones o cambios, o simplemente que constataran una conjunción singular de astros, la explosión de una nova o el tránsito de un cometa, los magos supieron interpretarlo gracias a la venerable tradición que los hacía esperar el Rey de los Judíos profetizado por Balaam. El Evangelio de San Mateo dice que los magos vieron alzarse la estrella del Rey de los Judíos. Las fuentes no canónicas más antiguas hablan de una gran estrella cuyo brillo ocultó las más cercanas. El astrónomo Gustav Teres piensa que fue la espectacular conjunción de Júpiter y Saturno el año 7 antes de Cristo y Guy Consolmagno, astrónomo del Observatorio vaticano, menciona 400 explicaciones distintas de la estrella de Belén. 

En esta obra, Antonio Yagüe supone que lo que alertó a los Magos fueron media docena de raras conjunciones de astros que se sucedieron los años 2 y 3 antes de Cristo. Pero lo inquietante no es Antonio Yagüe nos explique lo que los magos pudieron haber visto en el cielo, sino que nos avisa que aquella insólita repetición de situaciones astronómicas peculiares volverá a repetirse el año 2016. Y a partir de ahí, Yagüe desgrana interpretaciones bíblicas, intuiciones fulgurantes y conjeturas científicas para exponer una posible cronología de los Últimos Días; un escenario de posibilidades a plazo corto, casi inmediato, que traen a la memoria aquellas palabras atribuidas a Juan XXIII: "Veinte siglos más la edad del Salvador". 

(Pier Carpi: Las profecías de Juan XXIII, pág. 108) Ya hace tiempo que Yagüe, que es un creyente convencido y entusiasta, pero también un investigador cuya formación le permite abordar sin complejos la doble realidad astronómica y bíblica, había encontrado indicios, y se había formulado la sospecha de que los Últimos Tiempos, tan ausentes de la predicación católica desde hace medio siglo, tal vez no estén tan lejos como inconscientemente damos por supuesto, sino que podrían estar a la vuelta de la esquina. Ahora esta obra suya nos alerta de una posible cronología de acontecimientos muy cercana, arrostrando valerosamente la posibilidad de que esa cronología no se cumpla. Porque Yagüe no nos propone un calendario inexorable, sino unas posibilidades alarmantes pero que al fin son posibilidades y no certidumbres, como no podía ser de otra manera ya que esta es una especulación sobre el futuro, y el futuro se forja, entre otras cosas, con los actos sucesivos del libre albedrío humano. Pues la libertad humana es un factor relevante incluso para aquellos acontecimientos que por estar profetizados, habrán de ocurrir necesariamente y baste considerar, por ejemplo, que ni la Bestia ni su marca tendrán el mismo poder si encuentran complacida aquiescencia que si topan con la enérgica oposición del Resto Fiel. 

Y así, la enseñanza final que es más de agradecer en este rico trabajo de Yagüe, es que no sólo es una voz de alerta, sino también un mensaje de esperanza, pues sus reflexiones nos recuerdan que el género humano tiene valedores infinitamente más poderosos que sus enemigos; unos valedores que ya están ayudándonos a pesar de todas nuestras torpezas, errores y pecados. En estos tiempos turbulentos y confusos en los que a veces todo parece perdido, siempre podemos confiar que el Cielo usará recursos sorprendentes en favor de los hombres, como cuando cayó el Muro de Berlín y se desvaneció la amenaza soviética como un azucarillo, sin pegar un tiro y sin que nadie lo esperara. El futuro está abierto porque depende en buena medida de la conducta humana. Pero está abierto, también y sobre todo, porque es al final la Providencia divina la que pasará las páginas del Libro de la Historia.
José María Sánchez de Toca y Catalá 
Dr. en Historia y General de Infantería.




INTRODUCCIÓN

Este trabajo profundiza en el discernimiento de los plazos de los Últimos Tiempos a la luz de la sabiduría que guio a los Reyes Magos hasta Belén. Tomo el concepto de Últimos Tiempos en el sentido bíblico de la escatología social, tal como lo he tratado con amplitud en una charla anterior3 específica, basada en la Sagrada Escritura. Al comenzar, pido ayuda al Espíritu Santo, para mí y todos los que me leen o que verán la versión en video que deseo subir a internet, para entender los momentos históricos presentes a partir de los principios de la sabiduría olvidada que tuvieron los Reyes Magos, la Astronomía Sagrada, cuyo mensaje divino ilustra y complementa a la Sagrada Escritura. 

En la charla citada anterior, a partir de los textos de la Sagrada Escritura, distinguía entre cinco conceptos, que con frecuencia se mezclan y confunden: 

• Últimos Tiempos: se acerca el final de un largo periodo de la historia vivido bajo el signo del pecado y sus efectos, con un incremento progresivo de la maldad personal, social y de los desastres naturales. 
• Gran Tribulación o Día de Yahveh: breve periodo al final de los Últimos Tiempos en que se vivirá la cumbre de la manifestación del mal en toda la historia anterior y posterior del hombre. 
• Fin de los Tiempos: culminación de la Gran Tribulación por medio de una intensa purificación divina en forma de breve castigo global de causas naturales, sociales y sobrenaturales (Juicio de las Naciones4.
• Reino de Jesucristo o Día del Señor: etapa de la historia iniciada tras el Fin de los Tiempos con una nueva creación de todas las cosas ) que da paso a una nueva etapa en la historia del hombre.5. 
• Fin del Mundo: terminación de la historia del hombre con la resurrección de los, plena de desarrollo espiritual y esplendor social basado en los principios de la Ley de Dios y del amor cristiano, en la que desaparece el influjo del Tentador. muertos y el Juicio Final. De acuerdo con estas definiciones, el análisis de los signos de los tiempos indica que nos encontramos en los Últimos Tiempos, próximos ya a la Gran Tribulación, y por ello buscamos pistas que ayuden a comprender con mayor claridad los momentos históricos que vivimos, a mediados del año 2013. 

A partir de la sabiduría que tuvieron los Reyes Magos, bendecida por Dios con el hallazgo del Redentor, expondré ciertos hallazgos sobre plazos y tiempos establecidos por Dios para su cumplimiento, con un cuádruple objetivo:

• Conseguir un mayor discernimiento espiritual y menor vulnerabilidad ante la abundancia de falsos cristos y falsos profetas que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos6. 
• Mantener la paz interior ante el devenir de los duros acontecimientos de la Gran Tribulación y la esperanza en que Dios es el vencedor -¡gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!- y nos conduce hacia verdes praderas: aunque pase por valles tenebrosos, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan7. 
• Reconocer en la Virgen María la guía, intercesora y refugio principal de estos tiempos. Como expuse con detalle en otra charla anterior.8, la Mujer dio a luz un hijo varón, que ha de gobernar a todas las naciones con cetro de hierro9.
• Aumentar el deseo personal de obtener las promesas del Plan de Salvación de Dios para los hombres, porque, ahora llega la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo.10. En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos11.

1. Qué es la Astronomía Sagrada

Siempre me ha sorprendido que los primeros en conocer, sin ayuda de ángeles, cuándo y dónde había nacido el Redentor no fueran unos judíos, ni tan siquiera alguien que conociera las Sagradas Escrituras. Toda una nación, expectante por siglos, orgullosa de su Dios, de las promesas recibidas, estudiosa de unos libros sagrados divinamente inspirados12, con costumbres y tradiciones de origen divino, que oraban por la llegada del Mesías y disponía de abundantes profecías en varios siglos, a la hora de la verdad fue incapaz de reconocer el momento que ansiaban durante siglos y generaciones. Por el contrario, otros personajes muy lejos de allí, a centenares de kilómetros, que pertenecían a otra cultura, aparentemente sin conocimiento de aquella gran promesa de un Salvador, fueron los que realmente identificaron el momento, interpretaron su trascendencia y sacaron provecho para sus vidas de tan importante circunstancia histórica.

Para ello, los Reyes Magos habían alcanzado una sabiduría, derivada de las estrellas y no de la Biblia, que no sólo les llevó al lugar preciso del nacimiento de Jesucristo, en el momento exacto, sino que además les informó de muchas cosas importantes sobre aquel Niño, único en la historia. Así por ejemplo conocían que además de ser hombre era a la vez Dios, porque le adoraron13 y le ofrecieron incienso. Para valorar la importancia de lo que entonces suponía entender esta verdad, basta recordar que más de treinta años después Jesús le decía a Pedro al confesar este mismo conocimiento: Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos14 Pero aquellos Reyes de Oriente además sabían mucho de la misión que aquel Niño Dios traía a la Tierra pues conocían que tenía que pasar por la muerte, a pesar de ser Dios, y por ello le regalaron mirra, con la que embalsamar su cuerpo al tiempo de la sepultura. De nuevo, para valorar lo que supone aceptar esta realidad hay que recordar que los apóstoles no quisieron enfrentarse a ella, a pesar de que Jesús se la predijo hasta tres veces, y por ello luego le abandonaron en los momentos más difíciles.

Todavía más sorprendente es que supieran que aquel Niño era Rey, entonces de los judíos15, independientemente de la pobre apariencia y humilde condición con que lo veían, y que en el futuro también lo sería de ellos mismos y de todo el mundo. Por ello ya le entregaron el oro de su contribución, pues, para cuando llegara el momento de su futura manifestación como Soberano de toda la tierra, ellos podían ya no estar en el mundo. En otras palabras, sabían de una venida inexorable posterior como Rey victorioso, tras la muerte a la que estaba ligada el regalo de la mirra, algo que los apóstoles solo conocieron después de la Ascensión.

Por si todo lo anterior no resultara suficientemente insólito, es aún más impresionante comprobar que lo que sabían no era un conocimiento muerto sino que les movía a una espera vigilante realizando observaciones astronómicas regulares, expectantes por cumplir algún día el deseo ardiente de su corazón de conocer y adorar a aquel Niño. Por ello, cuando finalmente la señal surgió en el cielo y por sus cálculos comprendieron que el momento ansiado había llegado, no tardaron en ponerse en marcha para hacer un largo e incómodo viaje. En realidad no sabría decir si son más admirables por sus conocimientos o por cómo esa sabiduría fructificó en sus corazones como tierra fecunda que amaba los planes redentores de Dios que sólo podían haber conocido a través de los astros. Y Dios bendijo aquella sabiduría hecha amor permitiendo que le encontraran, aceptando sus dones aparentemente excesivos y librándolos de las insidias que el poderoso Herodes tenía planeadas para ellos.

Este análisis del breve texto sagrado, en que aparecen fugazmente los tres hombres sabios de Oriente, conduce inevitablemente a una doble pregunta: ¿Cuál era aquella sabiduría no bíblica, sino escrita en los astros, que les llevó tan certeramente a encontrar a Dios y a saber tanto de Él? Y si finalmente conseguimos la respuesta a esta primera pregunta, surge una segunda: ¿Se contendrá en esa arcana sabiduría información sobre la próxima venida de Jesucristo, como existió sobre su primera venida al mundo?

1.1. El conocimiento arcano y moderno de las estrellas

Antes de responder a estas preguntas es necesario poner de manifiesto que el conocimiento de las estrellas que tiene el hombre moderno es muy diferente al que tenía cualquier mortal hace tan solo unos cientos de años. Los catálogos de estrellas antiguas no identificaban más que unas tres mil, las que se podían ver a simple vista. Hoy, gracias a los telescopios y los satélites, los astrónomos conocen millones de estrellas y distinguen desde galaxias hasta pequeños asteroides. Pero este engrosamiento del inventario de objetos celestes no ha añadido nada a la sabiduría que contenían las pocas estrellas que veían los Magos, sino que la ha relegado a algo propio de museos, inservible para la ciencia moderna. El ciudadano normal del siglo XXI es un gran ignorante acerca las estrellas, en comparación con lo que sobre ellas sabían los hombres de siglos anteriores. La luz artificial de las ciudades, en las que vive más del 80% de la población mundial, ha difuminado la luz natural de las estrellas y ya no es posible realizar observaciones desde ellas a simple vista. Sólo queda un resquicio con el que suplir con creces esta carencia. En nuestros omnipresentes ordenadores, tabletas y smartphones, se pueden instalar programas gratuitos16 que reproducen el firmamento estrellado en cualquier lugar y tiempo que deseemos. Por ello, si conociéramos los principios de la sabiduría que guió a los Reyes Magos, cualquiera podría observar lo que ellos vieron, reflexionar y vigilar el futuro como ellos lo hicieron.

Para indagar acerca de cuáles son estos principios de arcana sabiduría celestial, la Sagrada Escritura señala que las estrellas fueron creadas por Dios para alumbrar sobre la tierra que reproducen el firmamento estrellado en cualquier lugar y tiempo que deseemos. Por ello, si conociéramos los principios de la sabiduría que guió a los Reyes Magos, cualquiera podría observar lo que ellos vieron, reflexionar y vigilar el futuro como ellos lo hicieron. 17, y para medir los tiempos, los días y los años18.
La precisión del gigantesco reloj astronómico es útil no solo para saber el cuándo sino el dónde y así lo ha hecho el hombre durante milenios con instrumentos como el astrolabio o ahora con los GPS. Por ello, es lógico que a través de las estrellas los Reyes Magos fueran alumbrados sobre cuándo y dónde nació el Salvador.

La Sagrada Escritura enseña que los cielos fueron dispuestos con inteligencia . La precisión del gigantesco reloj astronómico es útil no solo para saber el cuándo sino el dónde y así lo ha hecho el hombre durante milenios con instrumentos como el astrolabio o ahora con los GPS. Por ello, es lógico que a través de las estrellas los Reyes Magos fueran alumbrados sobre cuándo y dónde nació el Salvador. 19, de forma que proclaman la gloria de Dios20. Un pregón que se transmite de noche en noche, sin palabras, sin que resuene una voz, pero que alcanza a toda la Tierra21. Para anunciarlo, Dios asignó a cada estrella su propio resplandor22 y un nombre23, las agrupó en forma de signos24, que lógicamente tienen significado, y les asignó un orden por el cual aparecen25 en la esfera celeste, que los interrelaciona en el espacio y el tiempo.

En resumen, la sabiduría divina de las estrellas se puede buscar a través de los nombres que Dios les asignó, y de las figuras del zodíaco que diseñó con un orden interno de luminosidad y otro externo de disposición geográfica en la bóveda celeste, para que cada nueva aparición tuviera una enseñanza. Todos estos elementos casi no han cambiado en los seis mil años de historia del hombre sobre la Tierra. Las variaciones de posición absoluta de una estrella son imperceptibles y las del pivote sobre el que se mueve todo el conjunto estelar es muy leve, tan solo un signo zodiacal o 30º sexagesimales cada dos mil años.

Asimismo el número y figura de las 48 constelaciones antiguas, a pesar de parecer una agrupación arbitraria, se ha mantenido significativamente constante a través de las culturas de los distintos siglos. Tampoco ha cambiado el sentido de los nombres de las estrellas en todas esas antiguas culturas, a pesar de ser traducido a distintas lenguas. Los estudios sobre el movimiento de precesión de la esfera celeste precisan un origen de las constelaciones algo anterior a 5200 años, es decir cuando todavía vivía Adán26. Todo ello indica que la descripción de la esfera celeste que hoy seguimos procede de muy antiguo, mucho antes de que se comenzaran a escribir los libros de la Sagrada Escritura y bastante antes del diluvio universal que aconteció hace 4.800 años.

Así pues la clave de toda la sabiduría de los Magos parte de los nombres de las estrellas. El nombre en la Biblia tiene mucha importancia porque define lo más íntimo del ser o el significado de una misión divina y hasta con frecuencia se asigna de modo solemne. Yahvé Elohim trajo ante Adán todos cuantos animales del campo y cuantas aves del cielo formó de la tierra, para que viese cómo los llamaría, y fuese el nombre de todos los vivientes el que él les diera. Adán, con la ciencia que tenía antes del pecado original, dio nombre a todos los ganados y a todas las aves del cielo y a todas las bestias del campo27. Son frecuentes los pasajes de la Sagrada Escritura que aclaran el significado profundo del nombre de sus protagonistas. El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes28. Tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre de pueblos te he constituido29. Le llamó Moisés, diciendo: De las aguas lo he sacado30. Una virgen concebirá y tendrá un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa Dios con nosotros31. Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados32. Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia33. Al que venciere le daré (…) una piedrecita blanca, y en ella escrito un nombre nuevo, que nadie conoce sino el que lo recibe34.
Por ello, sorprende que aunque los animales individuales no tengan nombre, Dios si llama a cada estrella por su nombre35.

1.2. La recuperación histórica de la Astronomía Sagrada

A partir del siglo XIX y XX, los trabajos de Rolleston36, Seiss37 y otros indagaron los nombres que tenían las estrellas en las culturas antiguas y su significado, así como la morfología de las figuras, significado y orden de las constelaciones. Los resultados confirmaron una puerta al conocimiento y profundización de los misterios divinos del Plan de Redención. De estos trabajos emergió el mismo designio redentor de la Sagrada Escritura organizado en tres libros principales, cada uno en un área celeste, compuesto por cuatro capítulos de cuatro páginas, en los que existían unos actores principales y se narraba sucesivamente, la caída del hombre, la promesa de un Redentor del género humano, que nacería de una Virgen, sus luchas, sufrimientos, victoria y Reinado final, con multitud de detalles. Este era el libro que meditaban los Magos.

En el siguiente apartado veremos algunos ejemplos de estos hallazgos. Al desgranar en detalle los nombres de las principales estrellas y su significado, se repite constantemente el patrón de estar ligado a la figura de la constelación a la que pertenecen y a su posición dentro de ella. Por tanto, nombre de estrella, nombre de constelación y figura tienen una íntima relación que hace pensar en un diseño ordenado dirigido a una finalidad. A su vez esto también ocurre con el conjunto de las 48 constelaciones antiguas. El objetivo final de toda esa organización de relaciones, entre los millones de combinaciones posibles, tiene el objetivo de contar una historia que hoy comprendemos es la historia de la Salvación, de la que ya hemos sido testigos en una gran parte y que nos ha llegado preferentemente por la vía escrita.

Nadie más que el Creador puede ser el autor último de esta impresionante obra de arte impresa en la magnitud inmensa del cosmos y de esta aparente coincidencia. El plasmó en forma de imágenes la historia de la Redención para que el hombre, cuando aún desconocía la escritura, la pudiera considerar y no olvidar así la promesa, ni perder la esperanza de un Salvador, realizada a las puertas del Paraíso. Dios sabía que la transmisión escrita del Génesis no comenzaría hasta 2.500 años después de ocurrir y por ello fácilmente podía olvidarse tan importante mensaje en los avatares de la historia.

2. Diferencias entre Astronomía Sagrada y Astrología

Esta Revelación la conocieron inicialmente los patriarcas antiguos y con Noé pasó a la época posterior al diluvio. Cuando los hombres volvieron a multiplicarse, en algunos lugares el diablo tergiversó aquel conocimiento en lo que hoy conocemos como horóscopo, de forma que Dios prohibió utilizar las estrellas como modo de adivinación38 y por entonces estableció la vía escrita de la Revelación. Por todo ello, aunque ambos conocimientos se basan en la Astronomía, el conocimiento sagrado es anterior, mientras que la Astrología es una perversión diabólica posterior creada sobre una verdad existente previa. Por tanto la Astrología es a la Astronomía Sagrada lo mismo que la herejía a la recta doctrina. En consecuencia Dios bendice una mientras que condena la otra. Así por ejemplo, Jesucristo no tiene reparo en tener una estrella de referencia para los Magos39 o decir en el Apocalipsis que es la estrella brillante de la mañana40.

La historia de los Reyes Magos es prueba de que la revelación divina original, a pesar de ser menos difundida que su versión diabólica u horóscopo, también pervivió, y como decía el Salmo 19, el mensaje se transmitió de noche en noche sin necesidad de una voz. De hecho, no sólo los Reyes Magos fueron portadores de este conocimiento positivo divino en las estrellas sino que el profeta Daniel, por su sabiduría llegó a ser nombrado por Nabucodonosor jefe de los magos41 en Babilonia, y profetizó que vendrá un tiempo tal, cual nunca se ha visto desde que comenzaron a existir las naciones hasta aquel día42 en que los sabios brillarán con el esplendor del firmamento, y los que enseñaron la justicia a muchos resplandecerán por siempre, eternamente, como las estrellas43.

No es aquí el lugar para hacer una monografía detallada de la Astronomía Sagrada, pero desde los conocimientos desarrollados en los escritos de los investigadores citados, podemos entender que la comprensión de la doble naturaleza divina y humana que tenían los Reyes Magos sobre aquel Niño procedía de las figuras de Centauro y Sagitario, que muestran esa doble naturaleza en forma de hombre-caballo. Sabían de su concepción y parto virginal a través del significado de las constelaciones de Virgo y Coma. Conocían su lucha y sufrimientos redentores porque están descritos en las constelaciones de Hércules, Ofiuco, Víctima (Lupus) y la Cruz del Sur (Crux). Estaban al corriente de su victoria sobre el enemigo por Orión, de su resurrección por Perseo y el Águila y de su realeza definitiva por Cefeo y Leo. Las peripecias de los seguidores del Redentor las vieron descritas en Piscis, Andrómeda y Cassiopea. Entendieron las tribulaciones de los últimos tiempos por las constelaciones de Eridanus y Tauro, al tiempo que la constelación del Auriga les mostraba la protección paternal de Dios a los suyos en esos momentos difíciles. Finalmente conocían su última época victoriosa en la Tierra por Géminis y Cáncer. Y estos son sólo unos pocos detalles de la historia de la Salvación de los muchos que sabían porque Dios los había escrito en las estrellas.

Como ejemplo, veamos con más detalle alguna de estas constelaciones y sus estrellas para entender cómo enseña la Astronomía Sagrada y paralelismos simbólicos semejantes que utiliza la Sagrada Escritura para los mismos temas. Comenzaremos por la constelación de Ofiuco o Serpentarius y aquellas con las que se relaciona espacialmente en la bóveda celeste. La figura de la constelación representa a un hombre con aspecto bondadoso y sabio que lucha con una gigantesca serpiente (Serpens) para evitar que ésta alcance la corona (Corona Boreal) que no le corresponde. Con su pie delantero pisa el cuerpo de un escorpión (Scorpio) que a su vez levanta su cola lista para clavarle el aguijón con su veneno en el pie que tiene más retrasado. Ofiuco, o Serpentarius en latín, significa “el que sujeta a la serpiente”. El nombre de su principal estrella situada en su cabeza es Ras-al-Hagus que significa “la cabeza de quien la agarra”. La estrella principal de la constelación Serpens cercana a su cabeza se llama Unukalhai que significa “El cuello (o corazón) de la serpiente”. 

La estrella más brillante de Scorpio, en su corazón, se llama Antares que significa “el que hiere”. En su cola la estrella Lesath que se traduce por “aguijón”. La escena habla de la pelea ancestral del Diablo por dominar al hombre. Primariamente representa a Jesucristo como Redentor y por extensión a cada hombre en su lucha personal contra el tentador. Jesucristo, cabeza del linaje de la Mujer44, representado en Ofiocu pelea con la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás45, y le aplastará la cabeza, mientras que el enemigo le acecharás a él el calcañal46. 

El Apocalipsis replica esa figura de la lucha de cada hombre con el diablo durante los últimos tiempos al describir unas langostas que tenían colas semejantes a los escorpiones, y aguijones, y en sus colas residía su poder de dañar a los hombres por cinco meses47. La pelea se establece con la ayuda de Dios porque Yo os he dado poder para andar sobre serpientes y escorpiones48. Otra interesante iconografía celeste, ligada al momento histórico de los últimos tiempos, es la que muestra la constelación del Auriga y las figuras que le rodean: Perseo, Tauro (Toro), Orión, Eridanus (Río de la ira), Cetus (Ballena) y Lepus (Conejo). En su conjunto narran la misma historia que la segunda parte del Apocalipsis, desde la perspectiva del Buen Pastor que, al tiempo que protege a sus ovejas, ejecuta por el fuego la purificación del pecado que domina en la tierra. La figura que representa la constelación del Auriga es un pastor amable que en una mano tiene una fusta y con la otra sostiene a una cabrilla y acaricia a dos pequeños cabritillos. La cabra, sobre la que se posa la estrella Capella (Cabra), según las representaciones, mira hacia atrás o por encima del hombro del pastor, horrorizada del espectáculo que parece estar viendo. Este lo conforman la constelación de Perseo (que significa el que abre camino), guerrero inmortal por las alas de sus pies, que acaba de cortar la cabeza de un terrible monstruo, cuya estrella principal en su cabeza denominada Rosh-Satan le identifica certeramente pues su significado es el adversario. 

El hombre, con la gracia, puede responder pisándole la cabeza y no perdiendo su premio. Un poco más allá, la constelación de Tauro, dibuja la parte delantera de un fortísimo minotauro, que parece surgir de la mansa constelación de Aries (el Cordero), en actitud de embestir con sus dos grandes cuernos configurados por las estrellas Aldebarán (gobernador), Elnath (el degollado) y Pleiades (la reunión para el Juicio), cuyo significado habla de haber llegado el momento de exigir cuentas a las naciones. A otro lado, en el hemisferio Sur, la constelación de Eridanus, un río de fuego que surge de un pié de Orión (el cazador), se dirige abrasador inicialmente hacia la constelación de la Ballena (la bestia del mar), tuerce luego en la estrella Cursa (meandro) hacia la constelación de Lepus (El Conejo o anteriormente la Serpiente) y finaliza hacia el polo Sur en la estrella Achernar (el final del río). Todo ello recuerda a lo que asegura San Pedro que los cielos y la tierra actuales están reservados por la misma palabra para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los impíos49, porque verdaderos y justos son sus juicios, pues ha juzgado a la gran ramera, que corrompía la tierra con su fornicación, y en ella ha vengado la sangre de sus siervos50.

Tras la purificación por el fuego del río de la ira, otras constelaciones en la esfera celeste profetizan sus consecuencias en la historia posterior. Cáncer (el Cangrejo) habla de la transformación corporal51 de la primera resurrección52, con la metáfora del animal que necesita abandonar su antiguo caparazón para crecer y llegar a adulto. Géminis (los Gemelos) con su figura que une dos personas en una naturaleza en contrapunto al Centauro y Sagitario de dos naturalezas en una persona que vino a redimir al hombre, para que el hombre finalmente se uniera íntimamente a Dios.

En resumen, las 48 constelaciones antiguas describen a través del significado de sus figuras, disposición espacial y nombres de las estrellas que las componen, el Plan Redentor divino en tres grandes libros, cada uno de los cuales contiene 4 capítulos de 4 páginas (o constelaciones) cada capítulo. Aproximadamente, el primer libro se centra en el Redentor, el segundo en el pueblo redimido y el tercero en el Reino establecido en la Tierra por el Redentor. Cada noche a lo largo del año, los hombres que aún no conocían la escritura podían recordar las promesas de Redención a través de las figuras que Dios estableció en la bóveda celeste y en los nombres de cada una de sus estrellas. Más adelante, con la llegada y uso de la escritura, Dios estableció la segunda vía de transmitir el Plan divino de la Redención, al hilo del devenir de los acontecimientos históricos del Pueblo elegido. Una de las propiedades comunes a ambas vías de la única Revelación es la inmovilidad de su mensaje. En las estrellas, es evidente que nadie puede cambiar su posición. En el texto original de la Sagrada Escritura, los hebreos siempre tuvieron a gala conservarlo sin variaciones, hasta el punto que hoy se conoce la existencia de “marcas de agua” que lo aseguran, pues cada N letras se forman palabras como Torah o Yahweh que descubrirían enseguida cualquier alteración.
_____________________

1 
4 Mateo 12, 18
5 Apocalipsis 21, 5
6 Mateo 24, 11 y 24
7 Salmo 23, 4
9 Apocalipsis 12, 5
10 Apocalipsis 12, 10
11 Actas 4, 11-12
12 2 Timoteo 3,16
13 Mateo 2, 11
14 Mateo 16, 17
15 Mateo 2, 2
17 Génesis 1, 15
18 Génesis 1, 14
19 Proverbios 3, 19
20 Salmo 19, 1
21 Salmo 19, 2-4
22 1 Corintios 15, 41
23 Isaías 40, 26 .
24 Génesis 1, 14
25 Isaías 40, 26
26 Génesis 5,5: El total de los días de Adán fue de 930 años
27 Gen. 2, 19-20.
28 Gen. 3, 20
29 Gen. 17, 5
30 Exo. 2, 10
31 Mat. 1, 23
32 Mat. 1, 20
33 Mat. 16, 18
34 Ap. 2, 17
35 Isaías 40, 20 y Salmo 147, 4
38 Deuteronomio 18, 14
39 Mateo 2, 2
40 Apocalipsis 22, 6
41 Daniel 5, 5
42 Daniel 12, 1
43 Daniel 12, 3
44 Génesis 3, 15
45 Apocalipsis 20,2
46 Génesis 3, 15
47 Apocalipsis 9, 10
48 Lucas 10,19
49 2 Pedro 3, 7
50 Apocalipsis 19,2
51 1 Corintios 15, 51
52 Apocalipsis 20,5

HISTORIA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE

Un sábado de 1531 a principios de diciembre, un indio llamado Juan Diego, iba muy de madrugada del pueblo en que residía a la ciudad de México a asistir a sus clases de catecismo y a oír la Santa Misa. Al llegar junto al cerro llamado Tepeyac amanecía y escuchó una voz que lo llamaba por su nombre.

Él subió a la cumbre y vio a una Señora de sobrehumana belleza, cuyo vestido era brillante como el sol, la cual con palabras muy amables y atentas le dijo: "Juanito: el más pequeño de mis hijos, yo soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive. Deseo vivamente que se me construya aquí un templo, para en él mostrar y prodigar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa a todos los moradores de esta tierra y a todos los que me invoquen y en Mí confíen. Ve donde el Señor Obispo y dile que deseo un templo en este llano. Anda y pon en ello todo tu esfuerzo".

De regresó a su pueblo Juan Diego se encontró de nuevo con la Virgen María y le explicó lo ocurrido. La Virgen le pidió que al día siguiente fuera nuevamente a hablar con el obispo y le repitiera el mensaje. Esta vez el obispo, luego de oir a Juan Diego le dijo que debía ir y decirle a la Señora que le diese alguna señal que probara que era la Madre de Dios y que era su voluntad que se le construyera un templo.

De regreso, Juan Diego halló a María y le narró los hechos. La Virgen le mandó que volviese al día siguiente al mismo lugar pues allí le daría la señal. Al día siguiente Juan Diego no pudo volver al cerro pues su tío Juan Bernardino estaba muy enfermo. La madrugada del 12 de diciembre Juan Diego marchó a toda prisa para conseguir un sacerdote a su tío pues se estaba muriendo. Al llegar al lugar por donde debía encontrarse con la Señora prefirió tomar otro camino para evitarla. De pronto María salió a su encuentro y le preguntó a dónde iba.

El indio avergonzado le explicó lo que ocurría. La Virgen dijo a Juan Diego que no se preocupara, que su tío no moriría y que ya estaba sano. Entonces el indio le pidió la señal que debía llevar al obispo. María le dijo que subiera a la cumbre del cerro donde halló rosas de Castilla frescas y poniéndose la tilma, cortó cuantas pudo y se las llevó al obispo.

Una vez ante Monseñor Zumarraga Juan Diego desplegó su manta, cayeron al suelo las rosas y en la tilma estaba pintada con lo que hoy se conoce como la imagen de la Virgen de Guadalupe. Viendo esto, el obispo llevó la imagen santa a la Iglesia Mayor y edificó una ermita en el lugar que había señalado el indio.

Pio X la proclamó como "Patrona de toda la América Latina", Pio XI de todas las "Américas", Pio XII la llamó "Emperatriz de las Américas" y Juan XXIII "La Misionera Celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas".

La imagen de la Virgen de Guadalupe se venera en México con grandísima devoción, y los milagros obtenidos por los que rezan a la Virgen de Guadalupe son extraordinarios.




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