EL Rincón de Yanka: INTELECTUALES, PERO IDIOTAS por WINSTON GALT y UN MUNDO IDIOTIZADO Y MAMONIZADO 😵

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miércoles, 28 de julio de 2021

INTELECTUALES, PERO IDIOTAS por WINSTON GALT y UN MUNDO IDIOTIZADO Y MAMONIZADO 😵


INTELECTUALES, PERO IDIOTAS

Siempre se ha presumido que los intelectuales conforman una visión de la vida, del sentido de lo humano y de los objetivos a los que debe aspirar cualquier sociedad. En buena lid, tales intelectuales deberían ser siempre oídos, como los sabios de la antigüedad.
Sin embargo, los actuales intelectuales de Occidente han renunciado a su misión para venderse a credos invariablemente socialistas en mayor o menor grado. Si uno observa a nuestros "intelectuales", a la mayoría de ellos, comprobará que piensan generalmente lo contrario que el común de los mortales. En lugar de servir de luz y guía, pretenden conformar la sociedad a su antojo. Hoy, las universidades y sus intelectuales no son representativos de las sociedades a las que deberían servir. Se han convertido en la proa de un pensamiento radical, de origen marxista, que pretende cambiar las cosas a base de promover proyectos de ingeniería social absurdos y que violentan a esa sociedad a la que supuestamente pretenden salvar. Ahora no son sabios, sino sacerdotes de la religión totalitaria progresista.

Hayek dijo que tendían al socialismo porque es lo que más se adecúa a sus sesgados intereses, puesto que no serían competentes en el mercado. Subvencionados siempre, predican desde sus torres de marfil sus visiones deformadas de la realidad. Su ausencia de responsabilidad en los asuntos prácticos (Schumpeter) facilita estas visiones mesiánicas, que sólo pueden tener un medio de transmisión: el socialismo, pues para ordenarlo todo a su antojo han de partir de la planificación inherente al socialismo, que es la ideología que se basa en el control. Los que son inteligentes, pero mal dispuestos al mercado, tienen más probabilidades de elegir una carrera académica, por lo que las universidades se llenan de aquellos “intelectuales” que ya estaban predispuestos a favor del socialismo, sostenía Hayek.

Sin desdeñar que la inmensa mayoría de estos "intelectuales" son beneficiados por el control estatal de la economía a través de presupuestos públicos, inflados e innecesarios que no se aceptarían en el ámbito privado. Esto los hace importantes, en tanto que no lo serían en el ámbito privado, donde se convertirían en don nadies, donde no tendrían visibilidad pública y estarían mal pagados. Ahora, con becas y subvenciones para estudios totalmente prescindibles y mediocres, incrementan su sueldo y su presencia social mucho más allá de lo que sería proporcional a sus méritos. Muchos son asesores de partidos de izquierdas, que les pagan unos servicios que, a la vista de los resultados, no sólo son inútiles sino la mayor parte de las veces perjudiciales.
Como se ha sostenido en algún lugar, si los estudios universitarios no estuvieran exageradamente ponderados y devaluados y pagados con impuestos, la mayoría de los jóvenes acudirían a centros de preparación técnica, lo que sería mejor para ellos y muy malo para tanto profesor incompetente. Pero, claro, eso no ayudaría al adoctrinamiento y la manipulación intelectual y emocional de la juventud, cimientos sobre los que construye la izquierda su control social. Ya lo dijo el propio Noam Chomsky, es necesario asegurarse de que la gente tenga un nivel educativo lo más bajo posible.

Compartir la crítica mencionada nos lleva a ser calificados de "fascistas". Todos sabemos cómo nació esta descalificación, de una orden de Stalin que sus dignos seguidores de ahora continúan utilizando para mancillar a cualquiera que no se pliegue a sus intereses y no les rinda pleitesía. De ahí que consideren que un intelectual no puede ser sino de izquierdas, despreciando así todo el pensamiento liberal (filosófico, político y económico) que ha construido el mejor mundo conocido. Para estos intelectuales y sus lanares seguidores, defender las raíces cristianas de nuestra cultura y los principios liberales supone una calificación inmediata de fascista.
Schumpeter decía que la ausencia de responsabilidad directa para los asuntos prácticos y la consiguiente ausencia de conocimiento de primera mano es lo que distingue a un intelectual, y Hayek afirmaba que los intelectuales juzgan los asuntos no por sus méritos específicos sino por ideas generales (siempre socialistas), lo que es evidente que vicia su conocimiento de raíz.

Tras la victoria aplastante de Isabel Ayuso en las elecciones a la Comunidad de Madrid se han reiterado los insultos a quienes no han votado por las opciones de izquierda, pues esos intelectuales consideran que un ciudadano corriente que no se las da de nada, pero que se convierte (en un país socialista como el que sufrimos) en un héroe cuando es capaz de trabajar para sostener a su familia, no está capacitado para decidir por sí mismo qué es lo mejor para él y para el conjunto de la sociedad. Los únicos ciudadanos del gusto de estos intelectuales son los que forman parte del rebaño y repiten sus consignas como los guiñoles. Atónitos ante el vacío en que han caído sus alertas antifascistas, se han pegado un buen costalazo contra la realidad. Habitualmente, tales golpes se los dan las sociedades que siguen sus postulados. En este caso, podemos comprobar con satisfacción cómo son estos “intelectuales” los que no salen de su asombro al ver que su evangelio ha caído en saco roto.

Por supuesto, a los intelectuales de manual hay que añadir los intelectuales autodefinidos, ese mundo de la "cultura" que presume de intelectualidad y progresismo y que nada en el más aburrido y terrible de los vacíos conceptuales y en el más oscuro rincón de la hipocresía. No les basta con llamarse a sí mismos intelectuales porque hacen películas o cantan, sino que desean en el fondo de sus corazones ser los ingenieros de una sociedad que ha de comportarse como ellos no lo hacen. Pero para eso, los demás somos ganado.
Antes de las elecciones comentadas se permitieron el lujo de advertirnos de la venida del infierno mediante un manifiesto que es digno de análisis, si bien lo escueto del mismo no deja de revelar la inmensidad de la presunción y lo vacuo, retrógrado y enfermizo de sus afirmaciones.
Comienzan definiendo a la izquierda como progresista, lo cual es una falsedad evidente como prueba la realidad. La izquierda es “regresista” y totalitaria, como hemos expuesto en otros artículos. Además, no distingue entre la izquierda socialdemócrata y la izquierda radical y la comunista, como si fuera igual la socialdemocracia danesa que la izquierda venezolana. Realmente, en este sentido hacen bien, porque en España ya no hay más socialdemocracia que la del PP.

Al PP lo define el manifiesto como la derecha y, por supuesto, menciona la "ultraderecha", que no es sino una forma estúpida de referirse a Vox. Ultraderecha no existe como concepto ni ubicación política. Lo que podría entenderse como ultraderecha en el argot común, esto es, el fascismo, es una creación socialista y es fundamentalmente socialismo, por lo que calificar a Vox de fascismo es una estupidez, además de una incorrección. Se pretende descalificar a Vox con el calificativo de fascista sin caer en la cuenta, tan intelectuales ellos, de que para ser fascista primero hay que ser socialista, como los firmantes. Ellos están muy cerca de aceptar formas de fascismo evidentes, como el Gobierno que sufrimos, que aplica políticas socialistas en connivencia con el poder financiero en una interrelación satisfactoria para ambas partes, como en la Italia de Mussolini o en la Alemania de Hitler.

Continúa el panfleto urgiendo la salida del poder en la Comunidad de Madrid de la derecha "después de 26 infernales años", expresión que se diría escrita, como el texto en su conjunto, por alguien en pleno brote psicótico. Se podrán criticar cosas de la derecha en Madrid, pero definir su estancia en el poder como años infernales no puede sino calificarse de locura, esa locura satisfecha de sí misma que obedece a los mismos esquemas mentales que la que se instaló en Alemania a finales de los años 20 del siglo pasado cuando la población veía con buenos ojos a los que luego fueron lo que fueron e hicieron lo que hicieron. Seguramente alguno que alentó a los nazis en los años veinte pudo arrepentirse después, pero ya no tenía remedio, como ahora los que alientan a la "izquierda progresista" son mudos, sordos y ciegos a la violencia y sectarismo que instaura en la sociedad. No ha habido en España violencia de la derecha, ni siquiera de lo que ellos llaman la extrema derecha, desde los últimos años 70 del siglo pasado. Toda la violencia que sufre España, la verbal y la real, la ha provocado la izquierda, desde la banda terrorista ETA a cuyo brazo político ahora respetan y estiman, a la violencia institucional de los partidos de izquierda contra los partidos constitucionalistas, que sólo son tres: Ciudadanos, Partido Popular y Vox.

Por supuesto, tales años infernales han provocado una pesadilla en los firmantes, que, por supuesto, sueñan con un Madrid de izquierdas sin exclusión social, sin machismo y sin xenofobia. Lamentable su memoria, que les hace olvidar que han sido los regímenes de izquierda los que más exclusión han provocado en el mundo desde hace cien años (toda la ruina que han llevado a cada país que han gobernado); los más machistas, como la Cuba del Ché, que instauró campos de concentración para homosexuales, o la xenofobia, siendo los partidos de izquierdas los que más han favorecido el nacionalismo excluyente: desde la Alemania hitleriana o la Italia fascista a la China comunista, la Unión Soviética o la Cuba actual.

Como siempre, los "intelectuales" de izquierda haciendo un alarde de hipocresía criminal.

Llamarlos idiotas, como en el título de este artículo, es un eufemismo. Seguramente, gentuza sería más adecuado, pues aceptan para los demás lo que les parecería inaceptable para sí mismos.
Pero no podemos dejar aquí el artículo sin recordar a quien acuñó la frase que nos da título: Nassim Nicholas Taleb, en su libro "Jugarse la piel", los califica de IPI (intelectuales, pero idiotas) y presume de su detector de mierda, que le alerta del apestoso que se dice intelectual. Si todos tuviéramos activado nuestro detector de mierda probablemente seríamos una sociedad menos influenciable por estos "intelectuales" de sábado ojeando El País. Comenta Taleb que la ética, las obligaciones morales y las habilidades no pueden separarse fácilmente en la vida real, pero sólo para los que se juegan la piel, lo que es necesario para comprender el mundo real, no el mundo que se imaginan los intelectuales al alimón. 

"La racionalidad del mundo real no guarda relación con lo que es lógico para el reseñista del New Yorker", comenta, y añade que para el ámbito erudito no hay diferencia entre el ámbito académico y el mundo real; en el mundo real, sí la hay. Estos "intelectuales" son buscadores de renta, que buscan ingresos sin generar riqueza. Vea usted el listado de firmantes y compruebe cuántos se han jugado la piel. Seguramente ninguno o muy pocos. De ahí que rindan culto al Estado, ese Frío Monstruo que nos vampiriza para servir a elementos como los firmantes, irracionales porque sus postulados amenazan la supervivencia individual, pues la exacción sobre los individuos es lo único que sostiene al Estado del que todos ellos, de una manera u otra, viven. Lógicamente, tienen que despreciarnos y llamarnos palurdos a los que no compartimos su mensaje salvífico y liberador, asumiendo que no comprendemos la verdadera democracia, que es sólo lo que ellos llaman así cuando se ajusta a sus deseos. Esa democracia que sólo les satisface cuando la riqueza se obtiene con la manipulación o explotación del entorno político, teorizando sobre su falsa solidaridad con los oprimidos mientras consolidan sus privilegios. Para Taleb, las creencias deben ser un decorado de fondo para la mente humana, más metafórico que real, pero para estos progres no, puesto que sus creencias se convierten en un fundamentalismo fanático y excluyente.

De una cosa puede estar seguro el lector: si está entre los criticados por los progres es que está haciendo bien las cosas.
Pero no se le ocurra criticar a los sacrosantos "intelectuales", pues puede ocurrir que éstos se justifiquen, como ha hecho Antonio Muñoz Molina en un artículo del pasado 15 de mayo publicado en ese panfleto en el que escribe. Como ha sido criticado por suscribir ese manifiesto, ahora se nos pone blandito para justificarse, como no podía ser de otra manera en una izquierda que es verdugo y se cree víctima.
Menciona que el "delirio consumista de las posibilidades ilimitadas" había quedado en suspenso por la pandemia. Al parecer, el delirio consumista es malo y pernicioso, como no podía ser de otra manera en un puritano progresista. Los progresistas no ven con buenos ojos que la gente consuma a su libre albedrío, porque ellos están por encima de tales viles pasiones y perfectamente cualificados para decirnos cómo debemos vivir, y el consumismo es poco satisfactorio espiritualmente para los "intelectuales". A los progresistas siempre les satisface más el economato que El Corte Inglés (para los demás, claro).
Critica la voluntad de negación y derribo para no dar tregua al Gobierno de Pedro Sánchez, criticando a quienes se oponían al Estado de Alarma. Pero obvia que el Estado de Alarma se decretó con retraso deliberadamente por Pedro Sánchez para cumplir una agenda política que costó miles de vidas. Esas vidas ya no consumirán más, desde luego. También olvida mencionar que este Gobierno y su querido Estado de Alarma, que ha provocado que las ciudades estén más limpias y canten los pajaritos, ha conseguido las mayores cifras de muertes comparativamente hablando de todo Occidente. Para qué mencionar este detalle tan incómodo. Del mismo modo que olvida que los países que permitieron mayores libertades consiguieron mejores cifras de contagio y muertes que las de su admirado Gobierno socialista-comunista.

Le dan ganas a Muñoz Molina de irse, de salir huyendo y de recluirse en un exilio interior, "ahora que es tan difícil cruzar fronteras". Pues desde el quince de mayo se han abierto mucho las fronteras y hay muchos países que podrían ser un buen destino. Lástima que sólo se exilie cuando le dan un carguito en Nueva York con cargo al contribuyente al que desprecia. Seguramente, a muchos de los que le pagamos aquel carguito no nos parecería mal que se exiliara y fuera a dar lecciones a otro sitio. Si tanto le molestan las terrazas de Madrid espero que por coherencia no acuda a ninguna y busque un lugar donde las calles no estén tomadas por gente que disfruta su libertad. Tal vez Cuba fuera un destino adecuado. Es sólo una sugerencia. Además, hay muchos economatos y no hay riesgo de sufrir delirios consumistas.
Luego, Muñoz Molina se pone exquisito y refiere los insultos que supone le encasquetan: "señoritos pijos, paniaguados, tontos útiles, más o menos débiles mentales, hipócritas o biempensantes por ganarnos dignamente la vida por nuestro trabajo no tenemos derecho a reclamar la justicia social ni la igualdad entre las personas". Adecuados algunos epítetos, niega la posibilidad de que haya personas que estén a favor de la justicia y la igualdad sin compartir su ideología. En lo que no repara es que, tal vez, sólo tal vez, el concepto de justicia social y de igualdad no sea el mismo para quien no es progresista como él. Entre otras cosas, porque la justicia social y la igualdad que reclama no son las impuestas por la Ley sino por las políticas socialistas coercitivas que tanto adora y cuyos resultados están a la vista de cualquiera que no use las opacas gafas progresistas.

No podía dejar de calificar al más puro estilo estalinista a un político de derechas de fascista. Y realiza una afirmación discutible: uno se define por aquello que afirma, no por lo que niega. No es cierto, puesto que si la izquierda peca de algo es de alardear de buenas intenciones, pero ocultar sus desastrosos resultados, por lo que es indignante cuando justifican con buenos deseos la comprensión de los más terribles crímenes. Para ello incide en que “la libertad del privilegio del dinero y de la posición social no puede hacerse a costa de derechos universales” (algunos de los que menciona no lo son) en un ejercicio de hipocresía cuando la realidad es que si alguien goza de tales privilegios son los "intelectuales" que viven o han vivido a costa del erario público obtenido con la exacción a una inmensa mayoría de la población que goza de muchos menos privilegios. Como no podía ser de otra manera, acusa, de forma genérica y sin datos, a la derecha de cargarse la salud y la educación en Madrid, el mantra falso repetido hasta la saciedad por todos los hipócritas de izquierda (si quiere criticar, tiene a su disposición los datos de la Junta de Andalucía del PSOE para criticar la reducción de personal y presupuestos y de calidad de tales servicios de salud y educación en su tierra natal, pero ¿para qué mencionar Andalucía, donde han gobernado los suyos casi cuarenta años? Tal vez tendría que percatarse de que los Gobiernos de la Junta de Andalucía del PSOE han intentado deliberadamente -como ahora hace el Gobierno central para el conjunto de España-, depauperar y empobrecer a los andaluces para asegurarse la permanencia en el poder. Afortunadamente, no les salió del todo bien).

No nos puede extrañar tal discurso. Muñoz Molina es progresista hasta la médula y su discurso nos recuerda la definición de progresista que se atribuye a Martha Hildebrandt Pérez-Treviño: progresista es un "fracasado que gusta culpar de sus miserias al sistema y procura que los demás reconozcan sus méritos como luchador social, predicando a favor de lo que llama justicia social, que, en el fondo, consiste en que unos vivan a expensas de los demás, utilizando al Estado como cómplice. Se les puede ver predicando su ideología en ONGs y organismos públicos, nacionales e internacionales, donde solucionan todos sus problemas desde sus escritorios con magníficos artículos llenos de palabritas como "articular", "visibilizar", "empoderar", "desigualdad"... y destrozan el lenguaje con modismos sexistas como "ciudadanos y ciudadanas". Son argolleros y gustan de hacerse pasar por intelectuales. Se les conoce también como parásitos sociales".
Muñoz Molina no es un fracasado, pero da voz a los progresistas que, como él, han emergido de la ola de progresismo y han volado sobre la sociedad a lomos de la colusión de unas políticas estatistas y de las entidades privadas que se sustentan a su sombra. Es difícil adivinar el éxito o el fracaso de un autor progresista en un mercado libre. Pero sospecho que muchos de los que gozan de prestigio tal vez no lo hubieran conseguido de no optar por una ideología determinada.

En cualquier caso, es un ejemplo perfecto de lo que Di Lorenzo explicaba: "El propósito del historiador cortesano es dar cobertura, distorsionar la visión del público, justificar y glorificar al Estado y a su clase dirigente". Cortesanos del poder político de izquierdas que se convierten en puritanos al más puro estilo de Salem. Puritanismo de izquierdas que mucha gente, especialmente jóvenes, están advirtiendo que se basa en una ideología totalitaria, abusiva, aburrida y ceniza, como estos "intelectuales, pero idiotas" que califica Taleb.
Hay psicólogos que insisten en que la ideología es algo que se adopta en la adolescencia. En la mayoría de los casos, como los complejos y los prejuicios, sobrevive en la edad adulta, no siendo suficiente la razón para imponerse a unos prejuicios que contribuyen, con discursos como los descritos, a mantener un statu quo de violencia soterrada progresista contra los que defendemos valores que han sido los que han hecho grandes, prósperas y libres a personas como Muñoz Molina.

Lo cual demuestra que el socialismo, el progresismo, no obedece a la razón, sino que es producto de las vísceras, por lo que podrán ser tenidos por intelectuales, pero no pueden dejar de ser idiotas.

(*) Winston Galt es escritor. Autor del bestseller de Amazon Frío Monstruo

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UN MUNDO LLENO DE IDIOTAS

En el mundo en el cual vivimos, estamos saturados de información, conocimiento y recursos para investigar todas las cosas. Es por ello que no me cabe en la cabeza que puedan haber personas que se dejen engañar fácilmente, convirtiendo la mentira en verdad, y sirviendo a los falsos profetas y mensajeros engañosos, que les conduce a actuar contra toda lógica y coherencia bíblica.

Usó una palabra muy fuerte, y se que a muchos no les va a caen bien, como es el término “idiota”. El diccionario de la real academia española define la palabra “idiota” como una persona escasa o carente de inteligencia. También se le puede llamar torpe de entendimiento, y en forma más despectiva se podría usar el término estúpido, imbécil, tonto. Frecuentemente esta palabra se considera inapropiada por el hecho de que se usa como una forma de insulto. Su connotación es fuerte, como también lo es el término hipócrita, pero al definir a una persona que no usa su inteligencia para analizar las cosas coherentemente, los términos existentes son todos fuertes, tales como, bruto, insensato, estúpido, imbécil o idiota.
Jesús definió a este tipo de persona usando una expresión alegórica, que se encuentra en aquel texto que dice: “son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo“. Sin embargo, pensar en que hoy día, con tantos libros, biblias y preparación académica, podamos ser engañados para actual como un animal irracional, no tiene ninguna lógica. Cuando el engaño prevalece de forma absurda, la única explicación que podemos dar es que estamos viviendo en un mundo lleno de gente idiota, por no decir colmados de estupidez.

¿En qué cabeza cabe que un ministro del evangelio mande a sus feligreses a comer yerba en el monte? ¿O en qué cabeza cabe creer que pagando una determinada cantidad de dinero, Dios me hará rico y me va a resolver todos los problemas? ¿O cómo puedo creer que un hombre se proclame Dios o Jesús, y le pida a la gente que lo adore? ¿O cómo poder explicar que hayan pastores o lideres que anulen tu capacidad de criterio, para imponerte acciones que van contra toda lógica y enseñanza bíblica? No somos borregos, sino ovejas que deben conocer la voz de su pastor (Juan 10:27).
Dios no nos ha llamado a ser esclavo de los hombres (Gal 4:7), y nos recomienda que tengamos cuidado en poner nuestra confianza en ellos (Jeremías 17:5), pues solo podemos confiar en el Señor (Salmo 84:12), ya que la mentira domina sobre la humanidad, y por eso, la Biblia dice que “sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando fueres juzgado”. Romano 3:4.
La falta de conocimientos bíblico hace que muchos cristianos sinceros caigan en la trampa del engaños por no saber usar el discernimiento de Espíritu (1 Cor 12:10) para poder juzgar lo correcto de lo incorrecto, y ser guiado para actuar muchas veces con conductas, que desde el punto de vista humano, son irracionales e ilógicas, por lo cual bien cabe aplicar el indicativo de que han sido engañados por su idiotez, que nacen de su ignorancia y de la incapacidad de usar el juicio común.

PARA LOS IDIOTAS, LAS ÓRDENES SON LEYES". HENNING VON TRESCKOW

Nadie es infalible, solo Dios. Nadie puede usurpar el papel de Dios, y mucho menos el querer ser capaz de ser la voz de Dios en la tierra. No debemos seguir tolerando lo que se puede calificar como “la tiranía de los Santos”, por hombres inescrupulosos, que toman el evangelio como una forma de ganancia (Romanaos 16:18) y se adueñan de las almas incautas para que sigan sus falsas creencias y conductas, las cuales claramente son contrarias a las enseñanzas bíblicas (2 Pedro 2:14), porque no han aprendido usar el discernimiento (Hb 5:14) ni la sabiduría para juzgar las acciones de aquellos oportunistas que se aprovechan de los incautos creyentes deseosos de una palabra que alimente su egoísmo (Isa 1:3).
Una de las preguntas que me hago es el porqué las iglesias que predican disparate son las que más se llenan, y las que predican el evangelio claro, profundo y confrontativo son las más vacías. Solo encuentro una respuesta, a la gente no le gusta que las confronten con el pecado, y como en la época de Jesús, muchos se apartaron de él porque sus palabras eran duras (Juan 6:60), de la misma forma, hoy día los que quieren ser cristiano, no quieren escuchar del arrepentimiento, sacrificio, negación y confrontación con sus errores. 

Como necios buscan la mentira, aceptando cualquier disparate que satisfaga sus deseos personales. Es por esta razón que hay muchas aberraciones que llevan a un cristianismo popular, de oferta barata, desposeído de la esencia misma de Jesús, creándose un mensaje hueco y vacío, razón por lo cual tristemente no se practica el evangelio integral que proclamó Jesucristo.


"Hay quienes pierden la mente por completo para ser alma: 
los locos.
Hay quienes pierden el alma por completo para ser mente: 
los intelectuales.
Y también hay quienes pierden ambos
para ser aceptados". 
Charles Bukowski

¿Por qué cada vez hay más estúpidos?

"Alguien inteligente aprende 
de la experiencia de los demás". 
Voltaire