EL Rincón de Yanka: LIBRO "LA PERSONALIDAD NEURÓTICA DE NUESTRO TIEMPO (1937)" 😷😯😱

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martes, 11 de agosto de 2020

LIBRO "LA PERSONALIDAD NEURÓTICA DE NUESTRO TIEMPO (1937)" 😷😯😱


RESUMEN DEL LIBRO 

La personalidad neurótica de nuestro tiempo
La psiquiatra Karen Horney fue una de las principales representantes del neofreudismo, un movimiento que desafió las convenciones del psicoanálisis tradicional y permitió que esta orientación teórica se ampliase, especialmente en el campo de la neurosis.
Horney fue además la primera mujer psiquiatra que publicó ensayos sobre la salud mental femenina y en cuestionar los planteamientos biologicistas con respecto a las diferencias de género de sus predecesores, por lo que es considerada la fundadora de la psicología feminista.
Karen Horney representa en la historia del psicoanálisis un personaje muy debatido, pues se opuso a las teorías biologistas y organísmicas freudianas, defendiendo un modelo interaccionista donde lo cultural toma un papel preponderante a la hora de explicar las claves del desarrollo humano y de la psicología de la mujer, superando las estrecheces anteriores. La revisión de todo ello es el objeto de este trabajo, con el que se trata de rendir un homenaje a la principal responsable del psicoanálisis culturalista o neopsicoanálisis. Palabras clave: Horney, neopsicoanálisis, psicoanálisis culturalista, interaccionismo, desarrollo humano, psicología de la mujer, neurosis.
INTRODUCCIÓN 

La literatura psicoanalítica, se definen las neurosis como «desviaciones del patrón normal de conducta». Característico de la personalidad neurótica es el de presentar cierta rigidez en las reacciones, así como una abierta discrepancia entre las capacidades y las realizaciones. El neurótico es una persona que siempre sufre, y ello es producto de un rasgo común a todo tipo de conflicto neurótico, y que es el de la angustia y las consiguientes defensas que se erigen contra ella. Por último, otra característica de la personalidad neurótica es la de su escisión en tendencias antitéticas, lo cual origina un permanente conflicto, casi siempre inconsciente, y para el que nunca se halla solución satisfactoria. 

Este conjunto de rasgos, que Horney analiza en el presente libro detalladamente, hace que se pueda hablar de una auténtica «personalidad neurótica de nuestro tiempo», es decir, de una personalidad enferma que, más allá de las singularidades de su conflicto personal, es homologable en virtud de unas «similitudes básicas». Estas, indudablemente, vienen producidas por las peculiares dificultades de nuestra época y de nuestra cultura. 

La relación fundamental entre neurosis y cultura que Karen Horney sostiene ha entrañado, como se decía más arriba, una «revisión» de las teorías de Freud en algunos aspectos de gran importancia. Al enfatizar el carácter cultural y, en consecuencia, actual de las neurosis, Horney ha cercenado la orientación biológica del psicoanálisis freudiano, basado, como es sabido, en el principio del placer y en la idea de que la psique humana se halla gobernada por ocultos mecanismos de tipo inconsciente. 

De idéntica manera se desprende de las teorías de Horney un rechazo de la teoría freudiana de la libido, fundamentada en una consideración genética que otorga una importancia trascendental al papel de la sexualidad infantil en la posterior conformación de una neurosis, así como una concepción del inconsciente que pierde su primacía en beneficio del yo. Así, para Horney, más que de un fondo de impulsos destructivos, cabe hablar de un bloqueo del desarrollo de la personalidad, por el cual se generan en ésta instancias destructoras. En fin, Karen Horney no acepta la idea de Freud de una naturaleza humana biológicamente determinada, ni tampoco el carácter teóricamente inalterable de constelaciones como la del complejo de Edipo. Lo fundamental, para esta psicoanalista norteamericana de origen alemán, es la plasticidad de, la psique humana, y el hecho de que está sujeta a un proceso incesante de interacción con el medio ambiente sociocultural. 

PROLOGO 
  • Del neurótico que vive entre nosotros, con todos los conflictos que realmente le conmueven, con todas sus angustias, sus sufrimientos y las múltiples dificultades que encuentra en sus relaciones con los demás y consigo mismo. 
  • Las neurosis surgen de experiencias infantiles precoces. / sino, también, por las condiciones específicas de la cultura en que vivimos.
  • Aunque las experiencias de la infancia originan las condiciones determinantes de la neurosis, no constituyen, sin embargo, las únicas causas de los trastornos que sobrevienen más tarde. 
CAPITULO 1: SIGNIFICADO CULTURAL Y PSICOLÓGICO DE LAS NEUROSIS 

Freud sostuvo con energía -en'la teoría y, aún más, en la práctica- que no es factible penetrar una neurosis sin conocer en detalle las circunstancias de la vida individual y, en particular, las influencias moldeadoras del afecto que el niño recibe en la temprana infancia. Freud acepta que las tendencias instintivas o las relaciones objetales más frecuentes en nuestra cultura (como las frases «pregenitales» biológicamente establecidas y el complejo de Edipo), están biológicamente determinadas por la «naturaleza humana» o son producto de situaciones inalterables. la neurosis implica una desviación de la normalidad, criterio en verdad muy importante, aunque insuficiente para resolver el problema. 

Existen dos características que nos es dable apreciar en cualquier neurosis, sin necesidad de conocer íntimamente la estructura de la personalidad: primero, cierta rigidez en las reacciones, y segundo, una estimable discrepancia entre las capacidades del individuo y sus realizaciones. Es menester explicar mejor ambas características. Por «rigidez de las reacciones» entendemos la ausencia de la flexibilidad que nos permite reaccionar de diversa manera frente a diferentes situaciones. En otras palabras, el neurótico tiene la impresión de que él mismo es un obstáculo en su propio camino. En general, es éste el método que hemos seguido al indicar que el temor y la defensa constituyen uno de los centros dinámicos de la neurosis Hay todavía otra característica esencial de las neurosis: la presencia de tendencias en conflicto, de cuya existencia, o por lo menos de cuyo contenido preciso el mismo neurótico no se percata y ante las cuales automáticamente procura alcanzar ciertas soluciones de compromiso. Esta última característica es la que bajo diversas formas Freud ha destacado como elemento indispensable dulas neurosis. 

Resumiendo estas consideraciones, todavía no podríamos suministrar una definición concisa de la neurosis, aunque atinamos a discribirla: la neurosis es un trastorno psíquico producido por temores, por defensas contra los mismos y por intentos de establecer soluciones de compromiso entre las tendencias en conflicto. Debido a razones prácticas, sólo conviene llamar «neurosis» a este trastorno cuando se aparta de ta norma vigente en la cultura respectiva. 

CAP 2: FUNDAMENTOS DE LA «PERSONALIDAD NEURÓTICA DE NUESTRO TIEMPO» LA MANERA EN LA NEUROSIS AFECTA LA PERSONALIDAD 

Plantear la cuestión de si los neuróticos de hoy tienen en común rasgos tan esenciales como para permitirnos hablar de una «personalidad neurótica de nuestro tiempo». Al hablar de neurosis nos referimos a las neurosis de carácter, es decir, a aquellas condiciones que, si bien pueden presentar un cuadro sintomático exactamente igual al de las neurosis situacionales, contienen también el trastorno básico de la deformación del carácter. Resultan de un insidioso proceso crónico que por lo general comienza en la infancia y llega a afectar, con mayor o menor intensidad, sectores más o menos amplios de la personalidad. Así, al hablar de una personalidad neurótica de nuestro tiempo no sólo queremos decir que existen neuróticos con peculiaridades esenciales comunes a todos ellos, sino también que estas similitudes básicas son, esencialmente, producto de las dificultades que reinan. en nuestro tiempo y en nuestra cultura. 

Las actitudes así observables pueden clasificarse a grandes rasgos de esta manera: primero, actitudes frente al dar y recibir cariño; segundo, actitudes frente a la valoración de sí mismo; tercero, actitudes frente al problema de la autoafirmación; cuarto, la agresividad; quinto, la sexualidad. 

1. En cuanto a las primeras, uno de los rasgos predominantes de los neuróticos de nuestro tiempo es su excesiva dependencia de la aprobación o del cariño del prójimo. Todos deseamos ser queridos y sentirnos apreciados, pero en los neuróticos la dependencia del afecto o de la aprobación resulta desmesurada si se la coteja con la importancia real que los demás le conceden en su existencia. 

2. La inseguridad interior, expresada en esta dependencia de los demás, constituye el segundo rasgo que llama la atención al observar aun ligeramente al neurótico. Jamás faltan en él los característicos sentimientos de inferioridad y de inadecuación, que pueden manifestarse en una serie de formas tal como la idea de incompetencia, de estupidez, de fealdad, etc, y que podrán subsistir aunque no posean ningún fundamento en la realidad. 

3. El tercer grupo de actitudes, las que atañen a la autoafirmación, implica inhibiciones manifiestas. En este sentido, los neuróticos revelan una amplia serie de inhibiciones. En efecto, están inhibidos para expresar sus deseos o para pedir algo, para hacer cualquier cosa en su propio interés, para expresar opiniones o críticas justificadas, dar órdenes, seleccionar las personas con quienes desean relacionarse, establecer nexos, con los demás, y así sucesivamente. También presentan inhibiciones frente a lo que cabría llamar «imposición de sí mismo», pues suelen ser incapaces de defenderse contra los ataques ajenos o de decir «no». 

4. En el cuarto grupo de dificultades, el relativo a la agresividad, incluimos aquellos actos que, a diferencia de los autoafirmativos, se dirigen evidentemente contra alguien, expresando una conducta de ataque, ofensa, intrusión o cualquier otra disposición hostil. Los trastornos de esta índole se manifiestan de dos maneras por completo distintas. Una de ellas es la propensión a ser agresivo, dominador y sobremanera exigente; a mandar, engañar o criticar. 

5. Las peculiaridades del quinto tipo, las de la esfera sexual, pueden clasificarse en forma somera como deseos compulsivos de tener actividades sexuales, o bien como inhibiciones frente a éstas. Tales inhibiciones son susceptibles de manifestarse en cualquiera de las etapas conducentes a la satisfacción sexual, expresándose ya ante la mera aproximación de alguna persona del sexo opuesto, en el galanteo, en las ropias funciones sexuales o en el goce que éstas proporcionan normalmente. Todas las particularidades descriptas en los grupos precedentes se traducen asimismo en las actitudes sexuales. 

CAP 3: LA ANGUSTIA 

La angustia es el núcleo dinámico de las neurosis 

Hablamos de angustia, por ejemplo, cuando una madre teme que su hijo se muera porque le ha brotado un granito en la cara o porque sufre un ligero resfrío; pero si está atemorizada porque el niño sufre una grave enfermedad, llamamos miedo a su reacción. Si alguien se atemoriza al encontrarse a cierta altura o cuando debe discutir un tema que conoce perfectamente, calificamos su reacción de angustia; mas si ese mismo temor se presenta al perderse en las montañas durante una tormenta de nieve. tenderíamos a denominarlo miedo. Con lo dicho ya tenemos una distinción simple y neta: el miedo sería una reacción, proporcionada al peligro que se debe encarar, mientras la angustia es una reacción desproporcionada al peligro, o inclusive una reacción ante riesgos imaginarios15. Es decir: El miedo y la angustia son, ambos, reacciones proporcionales al peligro, pero en el caso del miedo el peligro es evidente y objetivo, en tanto que en el de la angustia es oculto y subjetivo. Nuestra cultura nos ofrece cuatro vías principales para escapar a la angustia: racionalizarla, negarla, narcotizarla o evitar toda idea, sentimiento, impulso o situación capaz de despertarla. 

1. El primero de estos métodos -la racionalización- es el mejor recurso para eludir toda responsabilidad. Estriba en convertir la angustia en un temor racional. Si pasásemos por alto el valor psíquico de tal desplazamiento, nos sería dable suponer que con él no ha cambiado mucho. 

2. El segundo recurso para escapar a la angustia consiste en negar su existencia. En realidad, nada se hace con ella en tales casos, excepto negarla, es decir, excluirla de la conciencia. Lo único que entonces se exterioriza de la angustia son sus concomitancias somáticas, o sea el temblor, el sudor, la taquicardia, las sensaciones de sofocación, la frecuente necesidad de orinar, la diarrea, los vómitos y, en la esfera mental, una sensación de inquietud, de ser impulsado o paralizado por algo desconocido.


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