EL Rincón de Yanka: ¿ES QUÉ ESTÁS EN POSESIÓN DE LA VERDAD? 🔥

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jueves, 27 de agosto de 2020

¿ES QUÉ ESTÁS EN POSESIÓN DE LA VERDAD? 🔥

Y ¿qué es la posesión de la verdad?
Seguro que usted, amigo lector, habrá recibido alguna vez como una bofetada la increpación de algún interlocutor: “¿Es qué estás en posesión de la verdad?”. Como todos los tópicos (fantasmas ideológicos) sólo pretenden acallar la voz de lo que les molesta y la verdad que les exige. De aquí el desprecio a la verdad ontológica, lógica y moral (tres planos de la misma verdad, como los tres estados del agua), con una objeción pseudocientífica: la relativización de todo cuanto resulte absoluto, dándose la casualidad que creen absolutamente en las realidades inmediatas que les resultan favorables o placenteras.
“Decir de lo que es, que no es,
o de lo que no es, que es, es falso.
Mientras que decir que lo que es, es,
Y lo que no es, no es, es verdadero. 
La verdad es la realidad”.
Aristóteles

Verdad ontologica 

Es la conformidad, correspondencia o identidad de una cosa, con su esencia o ideal. La falsedad ontológica recibe modernamente a menudo el nombre de imitación: imitación mármol, imitación seda, es decir, mármol aparente, seda falsa. La verdad ontológica es lo que las cosas u objetos son en sí mismas, independiente-mente de nosotros y de lo que sepamos de ellas, independientemente de nuestras opiniones y de lo que quisiéramos que ellas fueran. En este sentido, verdad equivale a realidad. La verdad ontológica es objeto de la Metafísica. 
La verdad ontológica (verdad del ser mismo)se da cuando la cosa corresponde con la idea. La verdad ontológica se puede definir como la conformidad de una cosa con su idea genuina. La verdad ontológica es el ser de las cosas. Resulta de la conformidad del objeto con la inteligencia que lo produce: en ella la inteligencia tiene primacía sobre el objeto. La verdad ontológica está en la correspondencia entre aquello que es y aquello que debe ser, es la realización de las leyes del ser y de la humanidad. 

Verdad 

Existen tres clases de verdad: la verdad ontológica, la verdad lógica y la verdad moral. Por verdad ontológica se entiende a la conformidad de una cosa con la idea primigenia que se tiene de ella. Como cuando decimos: "Esto es oro verdadero; éstas son flores verdaderas; éste es un verdadero caballero, o un verdadero científico, éste es el verdadero culpable, etc." Es como decir que algo es auténtico, o genuino; que no es falso, no es adulterado, no es imitación, no es apariencia; que no lo decimos en sentido metafórico, sino real; que corresponde a la idea que de tal cosa tenemos; que cumple con la esencia de la cosa. Y como los medievales lo veían todo en la luz de Dios, consideraban que algo es ontológicamente verdadero, e incluso que todos los entes son ontológicamente verdaderos, porque son conformes a la idea según la cual Dios los concibió y los creó. En este sentido consideraban la verdad como un atributo trascendental del ser: "todo ente es verdadero". 
En el ámbito de la comunicación suele ser deseable la segunda clase de verdad: la verdad lógica. El término no gusta, pero es exacto, porque es la verdad del logos, es decir del pensamiento. Un pensamiento es verdadero cuando es conforme con los hechos, cuando corresponde a las cosas. Por ejemplo, si pienso que un átomo de carbono con cuatro de hidrógeno puede formar una molécula de metano, mi pensamiento es verdadero porque corresponde a los hechos, como pueden comprobar los químicos. Y si pienso que entre la Tierra y la Luna caben treinta diámetros terrestres, mi pensamiento es verdadero porque es conforme a lo que han comprobado los astrónomos. Si, en cambio, digo que los delfines son peces, o que Napoleón murió en 1815 en la batalla de Waterloo, mis pensamientos son falsos, errados, desatinados, porque no corresponden a la realidad comprobada, respectivamente, por los zoólogos y los historiadores. 

Por último, la verdad moral es la relación de correspondencia o conformidad entre la palabra y el pensamiento, entre lo que uno dice y lo que está pensando. Si soy consciente de que rompí el plato y lo reconozco ante mi mamá, mi palabra es verdadera. Si en cambio soy consciente de que sustraje algo de la oficina y digo que no, que no fui yo, mi palabra no es verdadera, porque no corresponde a lo que estoy pensando. 
La verdad lógica es la que existe en el plano del mero pensamiento; ella surge cuando hay coherencia entre los conceptos, entre los juicios, entre las notas lógicas. La verdad ontológica es la adecuación entre el pensamiento y la realidad. 
La verdad lógica al pensamiento y a las leyes que lo rigen. La verdad ontológica nos conduce a interrogarnos cómo es posible la adecuación pensamiento-realidad. Tanto la verdad lógica como la ontológica se expresan en el juicio, en ese acto de la inteligencia por el cual atribuye un predicado a un sujeto (puede atribuir un accidente a un ente o una esencia a un ente).

El trasfondo erróneo de tal intento de ridiculización de la verdad ni qué decir tiene que se apoya en la moderna y falsa filosofía subjetivista, inmanentista y kantiana, que ridiculiza la capacidad natural del conocimiento humano sin otro objetivo que el de demoler las bases de la moral y las sagradas relaciones del hombre con su Creador y las verdades eternas.
Ya dijo el apóstol San Juan que “el que obra el mal detesta la luz y no se acerca a ella para no verse acusado”. Quien pretende no creer en la verdad se da una aureola de presunta intelectualidad para ocultar su anticientificismo y sus remordimientos. Al fin, la ley solo molesta y acusa a quiénes no la cumplen, porque quiénes la cumplen viven en paz con ella.
Goethe en su “Fausto”, diría: “El crimen las sombras busca y en ellas, con noble anhelo, busca esconderse; es del crimen la luz el mayor tormento”.
Pero la mentira se refuta a sí misma y, por eso, quien asevera que todo es relativo está creyendo en la verdad absoluta de su aserto por muy errado que éste sea. Su misma aseveración le condena.

El gran Pío XII escribió en 1950 la encíclica “Humani generis” para demostrar el verdadero valor del conocimiento humano y los principios metafísicos inconcusos –a saber, los de razón suficiente, de causalidad, de la finalidad- y finalmente la consecución de la verdad cierta e inmutable para la que el Creador ha dotado a la inteligencia humana, por estar hecha a su imagen y semejanza.
“Es ciertamente lamentable –decía el pontífice- que una filosofía recibida y reconocida en la Iglesia, sea hoy despreciada por algunos y motejada imprudentemente de anticuada en su forma y racionalista, como ellos dicen, en sus procedimientos”. y es que confunden racionalidad con racionalismo (o hacen que lo confunden) e identifican el que no lo sepamos todo…, con que no sea fiable el resto de los conocimientos).
Nadie (excepto Dios) lo sabe todo (ni falta que nos hace) pero sí podemos estar seguros de conocer muy bien lo poco que conozcamos. La limitación en la cantidad de ningún modo atenta contra la pureza y el alcance de la calidad. Lo contrario sería pretender ser “como dioses”, al igual que nuestros primeros padres, y así le va al hombre ensoberbecido de hoy, enfrentado a su Dios y revolcado en los vicios más antiguos y degradantes, él que desprecia lo “anticuado”.

En materia de verdades y de errores, como de vicios y virtudes, nada nuevo podemos inventar. Por eso el escepticismo (escuela filosófica anterior a Cristo, que afirmaba que la verdad está en un pozo profundo fuera del alcance humano), sólo fue fruto de un periodo histórico de la Grecia decadente e inmoral.
Pero, como forma de relativismo, también se refutó a sí misma, puesto que el que duda de todo, no duda de que duda.
El retorno moderno a esa filosofía es el obligado fruto del materialismo que busca siempre autojustificaciones a su conducta amoral cuando no definidamente inmoral. Y como acallar la conciencia tiene un precio, la pseudointelectualidad es el último recurso, como la mentira es el único ardid para disfrazar la falsedad de aparente verdad.
El filósofo Maurice Blondel y otros teólogos modernistas (Henri de Lebac, Danielou…, etc.) han ido a buscar “al hombre moderno” (per identificándole con el falso filósofo modero enfermo de escepticismo subjetivista) allí “donde está” pero no para redimirlo de sus graves errores, sino para dejarle encenagarse en los mismos yerros. A estos, San Pío X les increpaba en su encíclica “Pascendi”: “pervierten la eterna noción de la verdad”.

La decadencia moral y material de nuestro tiempo (la mayor pobreza es el raquitismo de espíritu) nos lleva lógicamente a repetir errores y pecados del paganismo greco-romano como obligado castigo a nuestra descristianización (el mayor problema de nuestro mundo) que no perdona ni a catedráticos, ni a los políticos, ni a personas presuntamente cultas.
No me alargo en anécdotas ni curiosidades alusivas a personajes públicos. Simplemente, honrado lector y persona de bien, te recomiendo tu severa altivez y firme fe en tus sanas convicciones contra los huecos ladridos de pseudointelectuales, ignorantes y cobardes, camuflados de pedantes que desprecian lo que ni saben, ni tienen, ni son.
Es más hermoso encontrarse con el simple equivocado que cuando le demostré la falacia de su relativismo, respondió: “¡Qué bonita es la verdad!”.
"A propósito de todas las iniciativas, hay una verdad elemental cuya ignorancia mata innumerables ideas y espléndidos planes: en el momento en el que uno se compromete de verdad, la Providencia también lo hace. Toda clase de cosas comienzan a ocurrir para ayudar a esa persona, cosas que sin su previo compromiso jamás habrían ocurrido. Todo un caudal de sucesos se pone en marcha con aquella decisión ayudándole por medio de incidentes inesperados, encuentros insospechados y ayuda material que nadie hubiera soñado que pudieran ocurrir. Si sabes que puedes, o crees que puedes, ponte en marcha. La audacia tiene genio, poder y magia. —  Johann Wolfgang von Goethe
Al corazón no se le puede engañar. 
Él ya tiene grabada la verdad en cada latido.

"Cuando la Verdad te inunda al dejarla entrar en tu vida, 
ya nunca dejarás de reconocerla en la vida misma".
 Yanka

(...) Es que la ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve "miopes".
En el fondo, la ideología tiene un poder de persuasión indiscutible. El discurso ideológico amenaza anestesiar nuestra mente, confundir la curiosidad, distorsionar la percepción de los hechos, de las cosas, de los acontecimientos. Paulo Freire

Yo no busco imponer mi verdad, 
ni que la gente piense y sienta como yo, 
más bien, lo que busco es que cada persona 
tenga el valor de ser ella misma, 
dejando de lado la moda, los estereotipos 
y demás falsedades que nos dominan. 
Omar Brindis Furiate

"Tiempos extraños son estos en que al joven y al viejo 
se le enseñan falsedades en la escuela. 
Y a la persona que se atreve a decir la verdad 
inmediatamente se la llama loca o tonta". 
Platón (427 AC)

VER+:

Las concepciones de la verdad

¿Existe la VERDAD ABSOLUTA?