Héroes del progreso,
parte 44: James Madison
Alexander C. R. Hammond destaca la contribución de James Madison, uno de los Padres Fundadores de EE.UU., a la promoción de los principios de la Ilustración y de los derechos individuales en EE.UU. y el mundo.
Hoy presentamos la parte No. 44 de la serie de artículos publicada por HumanProgress.org (EE.UU.) “Héroes del progreso”. Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad.
Esta semana, nuestro héroe es James Madison. Madison fue un Padre Fundador y el cuarto presidente de EE.UU. Compuso los primeros borradores, y por lo tanto las bases, de la Constitución y la Carta de Derechos de EE.UU. Madison es muchas veces considerado el “Padre de la Constitución” y pasó gran parte de su vida asegurándose de que la Constitución de EE.UU. fuese ratificada, y que las libertades de religión, expresión y prensa fuesen protegidas por la ley.
James Madison nació el 16 de marzo de 1751 en Port Conway, Virginia. Madison creció en la plantación de su familia. Su padre era uno de los propietarios de tierra más importantes en el área de Piedmont. Aunque Madison era el mayor de doce niños, solo seis de sus hermanos llegarían a ser adultos (algo común en esa época —incluso entre los ricos). A principios de los 1760s, la familia Madison se mudó a la hacienda Montpelier en Virginia.
De joven, Madison estudió bajo varios tutores conocidos. A diferencia de muchos residentes ricos de Virginia en su época, él no asistió al College William and Mary. En cambio, en 1769, se inscribió en College of New Jersey (ahora Universidad de Princeton), la cual Madison eligió principalmente por la hostilidad de la institución hacia el episcopado. A pesar de ser un anglicano, Madison se oponía a un episcopado americano. Lo veía como una forma de fortalecer el poder de la monarquía británica, y como una amenaza a los derechos civiles y a las libertades religiosas de los colonos.
En el College of New Jersey, Madison completó su curso de cuatro años en tan solo dos años. Luego de graduarse en 1771, Madison permaneció en Nueva Jersey para estudiar Hebreo y filosofía política bajo la tutela del presidente de la institución (otro futuro Padre Fundador) John Witherspoon. El pensamiento filosófico y moral de Madison fue firmemente influenciado por Witherspoon. Terence Ball, un biógrafo de Madison, señaló que en Nueva Jersey, Madison “fue sumergido en el liberalismo de la Ilustración y convertido al radicalismo político del siglo dieciocho”.
En 1773, Madison volvió a Montpelier. Sin una carrera, empezó a estudiar los libros de derecho y pronto se interesó en la relación entre las colonias americanas y Gran Bretaña. En 1775, cuando Virignia empezó a prepararse para la Guerra de la Revolución, Madison fue designado como coronel en la milicia del Condado Orange. Como frecuentemente estaba mal de salud, Madison nunca estuvo involucrado en el combate y pronto renunció a una carrera militar. En cambio, incursionó en una carrera política. En 1776, Madison representó al Condado Orange en la Convención Constitucional de Virginia, donde ayudó a diseñar un nuevo gobierno para el estado, independiente del gobierno británico.
Durante su tiempo en la Convención Constitucional de Virginia, Madison muchas veces luchó por la libertad de culto y tuvo éxito convenciendo a los delegados para que alteraran la Declaración de Derechos de Virginia de tal manera que esta contenga “protección igual” en lugar de solo “tolerancia” al ejercicio de la religión. Mientras estaban en la convención, conoció a su amigo de toda la vida, Thomas Jefferson —otro Padre Fundador, que llegó a ser el tercer presidente de EE.UU.
Luego de la implementación de la Constitución de Virginia de 1776, Madison formó parte de la Cámara de Representantes de Virginia y pronto fue elegido para el Consejo de Estado del Gobernador de Virginia, que en ese entonces era Thomas Jefferson. En 1780, Madison viajó a Filadelfia como delegado de Virginia ante el Congreso Continental —un cuerpo de delgados de las trece colonias americanas que luego formarían los Estados Unidos de América.
Los Artículos de la Confederación fueron ratificados por el Congreso Constitucional en 1781 y sirvieron como la primera constitución de las 13 colonias. Los Artículos le dieron grandes poderes a los estados, los cuales actuaban más como países individuales, antes que como una unión. Madison sentía que esta estructura dejaba al Congreso débil y no le brindaba capacidad alguna de administrar la deuda federal o de mantener una armada nacional. Determinado a cambiar eso, Madison empezó a estudiar muchas formas distintas de gobierno.
En 1784, Madison volvió a la legislatura de Virginia y rápidamente se aseguró de que una ley que prometía darle respaldo financiado con dinero de los contribuyentes a los “profesores de la religión Cristiana” fuese derrotada. Durante los próximos años, Madison lideró el movimiento que presionó a favor de cambios en los Artículos de la Confederación. Ese esfuerzo eventualmente culminó en la Convención Constitucional de 1787, nuevamente en Filadelfia.
En la convención, Madison presentó sus planes de un gobierno eficaz conocido como el “Plan de Virginia”. Madison se dio cuenta de que EE.UU. requería un gobierno federal fuerte, que estaría dividido entres ramas (legislativa, judicial y ejecutiva) y administrado mediante un sistema de pesos y contrapesos, de tal manera que ninguna rama dominase a otra. A lo largo del Congreso Constitucional, Madison tomó largas notas y modificó su plan para hacerlo más aceptable. Al final, el Plan de Virginia fue la base de una gran porción de la Constitución de EE.UU.
Luego de que la Constitución fue escrita, el documento necesitaba ser ratificado por nueve de las trece colonias. Inicialmente, el documento se topó con resistencia, conforme muchos estados creían que le daba demasiado poder al gobierno federal. Para promover la ratificación de la Constitución, Madison colaboró con los Padres Fundadores Alexander Hamilton y John Jay. Juntos, escribieron una serie de ensayos anónimos respaldando la Constitución, titulados los Documentos Federalistas (“Federalist Papers”).
Luego de la publicación de 85 ensayos y un extenso debate en la Convención Constitucional, la Constitución de EE.UU. fue firmada en septiembre de 1787. El documento eventualmente fue ratificado en 1788, luego de que New Hampshire se convirtiera en el noveno estado en ratificar la Constitución. En 1790, el nuevo gobierno federal empezó a funcionar. Las ideas innovadoras e ilustradas de la Constitución de EE.UU. han superado la prueba del tiempo, y hoy es la constitución escrita más antigua del mundo que todavía está vigente.
Madison fue inmediatamente elegido como miembro de la nueva cámara de representantes y empezó a trabajar para redactar una Carta de Derechos —una lista de 10 enmiendas a la Constitución que deletreaban los derechos fundamentales de cada ciudadano estadounidense. Estos incluían, entre otros, el derecho a la libertad de expresión y de culto y el derecho a portar armas. En la novena enmienda, Madison también estipuló la existencia de derechos no enumerados. Luego de un debate sustancial, el trabajo de Madison tuvo sus réditos y la Carta de los Derechos fue implementada en 1791. Estas enmiendas fueron únicas en ese momento, dado que estipulaban que los gobiernos no le conceden derechos a los ciudadanos. En cambio, son los ciudadanos los que le conceden poderes a los gobiernos para que estos protejan los derechos “pre-existentes”.
Luego de un desacuerdo con el líder Federalista, Alexander Hamilton, en torno a la propuesta de Hamilton de establecer un banco nacional, Jefferson y Madison fundaron el partido Democrático-Republicano en 1792. Fue el primer partido político de oposición en EE.UU. Madison dejó el congreso en 1797. Volvió al frente político en 1801, uniéndose al gabinete del Presidente Thomas Jefferson. Como secretario de estado, Madison supervisó la compra del Territorio de Louisiana a Francia en 1803, la cual duplicó el tamaño de la nueva nación.
Entre 1809 y 1817, Madison sirvió como el cuarto presidente de EE.UU. Su periodo presidencial estuvo manchado por problemas en el extranjero. En 1812, Madison emitió una proclamación de guerra en contra de Gran Bretaña. El comercio entre EE.UU. y Europa cesó, lo cual afecto severamente a los comerciantes estadounidenses. Al mismo tiempo, Nueva Inglaterra amenazó con salirse de la Unión. Madison se vio obligado a huir de la nueva capital de Washington en agosto de 1814, luego de que las tropas británicas invadieran y quemaran varios edificios, incluyendo la Casa Blanca, el Capitolio y la Biblioteca del Congreso.
En 1815, la guerra terminó en un punto muerto. Luego de dos periodos como presidente, Madison volvió a Montpelier en 1817 y nunca más salió de Virginia. Continuó siendo un escritor activo y respetado. En 1826, fue nombrado rector de la Universidad de Virginia, la cual fue fundada por Thomas Jefferson en 1819.
Como muchos de sus contemporáneos en el Sur, Madison poseía esclavos. Dicho esto, Madison trabajó para abolir la práctica de la esclavitud. Bajo su liderazgo, el gobierno federal compró esclavos a sus propietarios y los reubicó en Liberia. Madison pasó sus últimos años enfermo y en cama. En junio de 1836, murió de una falla cardiaca. Tenía 85 años de edad.
Madison fue fundamental para la redacción de la Constitución y Carta de Derechos de EE.UU. La Constitución de EE.UU. es la primera constitución del mundo de un solo documento. Los principios de la Ilustración de los derechos individuales y la libertad que este promovió se convirtió en la base de docenas de otras constituciones liberales creadas por gobiernos alrededor del mundo. Por crear el marco legal que protegió a innumerables personas de los abusos estatales, James Madison merece ser nuestro Héroe No. 44 del Progreso.
Héroes del progreso,
parte 45: John Snow
Alexander C. R. Hammond destaca la contribución del médico inglés John Snow, considerado por muchos como el padre de la epidemiología, por haber sido la primera persona que utilizó mapas y registros de datos para rastrear la propagación de una enfermedad (el cólera) hasta llegar a su fuente.
Hoy presentamos la Parte No. 45 en una serie de artículos publicada por HumanProgress.org titulada “Héroes del Progreso”. Esta columna provee una introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad.
Esta semana, nuestro héroe es John Snow. Snow era un médico inglés en el siglo 19 y es considerado por muchos como el padre de la epidemiología. Luego de una serie de brotes de cólera en Londres, Snow fue la primera persona en utilizar mapas y registros de datos para rastrear la propagación de la enfermedad hasta llegar a su fuente. El trabajo de Snow proveyó una base para la ciencia y la epidemiología. Como tal, mejoró la manera en que la humanidad confronta las emergencias de salud pública.
Snow nació el 15 de marzo de 1813 en York, Inglaterra. Su padre era un trabajador en una mina de carbón y Snow era el mayor de ocho hijos. Snow creció en uno de los barrios más pobres de la ciudad. Desde niño, era excepcionalmente inteligentey tenía una aptitud destacada para las matemáticas. Su madre, reconociendo los talentos académicos de Snow, utilizó una pequeña cantidad de dinero que heredó para enviarlo a una escuela privada cercana.
Snow se destacó en la escuela. En 1827, a los 14 años, Snow obtuvo una pasantía bajo el Dr. William Hardcastle en Newcastle —a alrededor de cien millas de York. En 1831, una epidemia de cólera empezó a esparcirse a lo largo de Europa. Para 1832, una aldea donde se realizaba actividades mineras estaba severamente afligida con la enfermedad. Estando Hardcastle abrumado con pacientes, Snow fue enviado a la aldea para intentar tratar a las víctimas.
El cólera provoca que sus víctimas sufran de diarrea y vómito severos, lo cual conduce a una deshidratación rápida. Puede ser fatal dentro tan solo unas pocas horas. Desafortunadamente, había poco que Snow podía hacer para ayudar a los mineros afectados por el cólera. Los tratamientos médicos tradicionales del día que incluían los laxantes, el opio, el brandy, y la menta, todos eran irremediablemente ineficaces. Pocos meses después, la epidemia se acabó. En total, el brote mató a más de cincuenta mil británicos. La experiencia temprana de desesperación frente al cólera dejó un impacto significativo en Snow.
Posteriormente, en 1832, Snow empezó a trabajar como asistente de un cirujano de una mina de carbón en Country Durham. En 1836, se inscribió en la Hunterian School of Medicine en Londres. Un año antes, Snow firmó una promesa de abstinencia de alcohol y se convirtió en un promotor de la abstinencia. También se volvió vegetariano y solo tomaba agua que había sido hervida, de tal manera que esta fuese “pura”.
En 1837, Snow empezó a trabajar en el Hospital Westminster y un año después fue admitido como miembro del Colegio Real de Cirujanos de Inglaterra. En 1844, Snow recibió su doctorado en medicina de la Universidad de Londres. Luego de su graduación, Snow empezó a trabajar como cirujano y médico clínico.
Durante varios años, Snow estudió meticulosamente los efectos de las distintas anestesias. En la época de Snow, era típico que un cirujano utilice muy poca anestesia y el paciente se levantaría durante la mitad de la cirugía o, demasiada anestesia, lo cual podía provocar la muerte. Snow era uno de los primeros médicos que estudió y calculó las dosis del éter y el cloroformo requerido para uso en cirugías. Durante muchos años, Snow realizó pruebas acerca de los efectos del éter y el cloroformo en sí mismo. Tomando notas acerca de qué tanto tiempo estaba inconsciente después de distintas dosis, eventualmente fue capaz de descifrar la cantidad óptima de anestesia que los pacientes podían tolerar.
Luego de crear un inhalador anestésico y de publicar sus descubrimientos en 1847 en un libro de texto titulado On the Inhalation of the Vapour Ethel in Surgical Operations, Snow rápidamente obtuvo fama como el anestesiólogo más consumado de Gran Bretaña. El estrellato de Snow eventualmente lo llevó a administrarle cloroformo a la Reina Victoria durante el nacimiento de sus dos últimos hijos, el Príncipe Leopoldo y la Princesa Beatriz.
A pesar de los logros impresionantes de Snow en el campo de la anestesiología, su trabajo más importante llegó unos cuantos años después, luego de una serie de epidemias de cólera en Londres. A mediados del siglo 19, la mayoría de los médicos pensaban que las enfermedades como el cólera o la plaga eran causadas por “miasmas” o contaminación del aire. La teoría microbiana de las enfermedades o teoría de los gérmenes de las enfermedades todavía estaba por ser descubierta, pero Snow teorizaba que las enfermedades probablemente eran causadas por pequeños parásitos invisibles.
En 1848, una nueva epidemia de cólera azotó Londres y Snow decidió rastrear la enfermedad hasta su fuente para descubrir cómo se propagaba. Luego de examinar muchos pacientes, Snow se dio cuenta de que sus primeros síntomas casi siempre habían sido problemas digestivos. Snow teorizó que la enfermedad debe haber sido adquirida de la comida o el agua. Si la enfermedad hubiese sido esparcida mediante el aire, como los partidarios de la teoría del miasma creían, entonces los primeros síntomas lógicamente deberían aparecer en la nariz o los pulmones.
Además, Snow razonó que la diarrea severa, que era causada por el cólera, podría ser el mecanismo mediante el cual se propagaban los gérmenes. Dicho de otra manera, si los gérmenes peligrosos estaban presentes en la diarrea y la diarrea contaminaba la oferta de agua, los gérmenes luego podían esparcirse a un sinnúmero de víctimas. En 1849, Snow decidió publicar un panfleto, financiado de su propio bolsillo, que delineaba sus pensamientos acerca de cómo se esparcía el cólera. Se tituló On the Mode of Communication of Cholera. Aunque el trabajo de Snow tuvo poco efecto en el pensamiento de sus colegas, él presionó con sus investigaciones.
En agosto de 1854, otra epidemia de cólera se dio en el barrio Soho en Londres. Snow descubrió que, de las 73 víctimas de cólera, 61 habían tomado agua de la misma tubería que se encontraba en la Calle Broad. La evaluación microscópica que hizo Snow del agua de la tubería de la Calle Broad demostró ser inconclusa. Sin darse por vencido, Snow ubicó en un mapa el número y ubicación de los casos de cólera de la zona, para resaltar la correlación entre las infecciones de cólera y el uso de la tubería de la Calle Broad. Durante el siguiente mes Snow mostró su evidencia a las autoridades y recomendó que removieran la manivela de la tubería, de tal manera que nadie pudiera tomar agua de la fuente infectada. Aunque las autoridades no estaban convencidas del argumento de Snow, le hicieron caso. Posteriormente, el brote local de cólera terminó rápidamente. Los investigadores después descubrirían que el pozo de la Calle Broad había sido cavado a tan solo tres pies de un viejo foso séptico, del cual había empezado a filtrarse un poco de bacteria fecal—un descubrimiento que ayudó a prestarle credibilidad a la teoría de Snow.
Después en 1854, Snow empezó otro proyecto que denominó el “Gran Experimento”. Snow empezó a comparar la tasa de muertes de cólera de hogares que tenían su agua provista por dos empresas distintas: la Sourthwark & Vauxhall Company y la Lambeth Company.
Snow descubrió que la Southwark & Vauxhall Company había dependido demasiado del agua de las secciones contaminadas por el alcantarillado del Río Tames. En cambio, la Lambeth Company utilizaba agua de las ensenadas de la parte alta del Río Tames —la cual estaba ubicada a millas de población urbana. Snow creó mapas con puntos y utilizó estadísticas para resaltar la correlación entre la calidad del agua provista hacia diferentes hogares y la diferencia en la incidencia del cólera.
Snow publicó una versión más larga de su panfleto de 1848 como un libro que incluía los detalles minuciosos acerca de todos sus estudios. En 1855, publicó la segunda edición de On the Mode of Communication of Cholera. Hoy, los estudios de Snow son considerados como importantes eventos en la historia de la sanidad pública, dado que fue la primera vez que los mapas y los registros de datos fueron utilizados de manera precisa para rastrear la propagación de una enfermedad hasta llegar a su fuente. Como tal, muchos consideran el libro de 1855 de Snow como el fundamento de la epidemiología. Sin embargo, a pesar de la importancia histórica del trabajo, los críticos de Snow y los funcionarios de salud pública siguieron sin dejarse impresionar, argumentando que una enorme cantidad de agua en el Río Tames era lo suficientemente cuantiosa para diluir cualquier veneno que provenía del agua.
La previsión de Snow no fue realmente apreciada hasta la década de 1860, cuando nuestro Héroe del Progreso No. 19, Louis Pasteur, exitosamente comprobó la teoría microbiana de las enfermedades. Desafortunadamente, Snow nunca llegó a ver que su trabajo fuese ampliamente aceptado, dado que murió de un derrame cerebral el 16 de junio de 1858. Tenía tan solo 45 años.
John Snow fue uno de los grandes médicos de todo el siglo 19. Durante su corta vida, escribió más de 100 libros, panfletos y ensayos a cerca de una variedad de temas médicos. Es ampliamente considerado como el fundador de la epidemiología. Los métodos de Snow han sido copiados alrededor del mundo y han sido utilizados para controlar, o al menos desacelerar, una serie de brotes potencialmente catastróficos de enfermedades mortales, salvando así un sinnúmero de vidas. Por restas razones, John Snow es nuestro Héroe del Progreso No. 45.
Héroes del Progreso,
Parte 46: Astell y Wollstonecraft
Alexander C. R. Hammond destaca el trabajo de Mary Astell y Mary Wollstonecraft, dos pensadoras del siglo 17 y 18, respectivamente, que son ampliamente consideradas como las pioneras de la filosofía feminista.
Hoy presentamos la parte No. 46 de una serie de artículos publicada por HumanProgress.org titulada “Héroes del Progreso”. Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad.
Esta semana, nuestros héroes son Mary Astell y Mary Wollstonecraft —dos pensadoras inglesas del siglo 17 y 18, quienes son ampliamente consideradas como las pioneras más tempranas de la filosofía feminista. Los trabajos de Astell y Wollstonecraft ganaron popularidad en el siglo 19 y ayudaron a proveer el fundamento filosófico a los movimientos por el voto de las mujeres y los derechos femeninos alrededor del mundo.
En los siglos 17 y 18, las mujeres de Europa Occidental eran muchas veces muy mal educadas y tenían escasas protecciones bajo la ley. En una serie de trabajos destacados, Astell argumentó que las mujeres deberían tener oportunidades educativas iguales a las de los hombres. Astell también era la primera en basar sus argumentos a favor de la igualdad entre géneros en la filosofía, en lugar de la evidencia histórica, como hasta ese entonces había sido la norma.
Wollstonecraft tomó el llamado de Astell por una educación igual entre los sexos y la llevó un paso más allá. Astell argumentaba que, dado que tanto los hombres y las mujeres estaban dotados con los derechos inalienables a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, las mujeres también deberían tener el derecho a votar y debería permitírseles seguir la carrera que desearan.
Mary Astell nació el 12 de noviembre de 1666 en el seno de una familia de clase media alta en Newcastle, Inglaterra. Su padre administraba una empresa local de carbón, pero a pesar de la riqueza de su familia, Astell no recibió educación formal alguna. En cambio, ella fue educada en casa por su tío Ralph Astell, un hombre del clero. Ralph estaba muy involucrado en la escuela filosófica denominada Neo-platonismo, que enseñaba las creencias racionales basándose en las obras de los filósofos griegos, tales como Platón, Aristóteles y Pitágoras.
A los 12 años de edad, el padre de Astell murió y la dejó sin una herencia, lo que significaba que sus prospectos de casarse con alguien de una clase social similar se volvieron poco probables. Un años después, su tío Ralph murió, dejándola sin profesor. Aún así, durante su adolescencia Astell continuó enseñándose a sí misma muchas materias y descubrió que tenía una aptitud particular para la filosofía política.
En 1684, la madre de Astell murió. Eso motivó a Astell para mudarse a Chelsea, un suburbio de Londres. En Chelsea, Astell rápidamente conoció a un círculo literario de mujeres influyentes. Las nuevas amistades de Astell, junto con William Sancoft, el otrora Arzobispo de Canterbury que le dio respaldo financiero, ayudaron a Astell a desarrollar y publicar sus escritos.
En 1694, Astell publicó su primer libro Serious Proposal to the Ladies for the Advancement of their True and Greatest Interest. Seis años después, su segundo libro titulado Some Reflections upon Marriage fue publicado. Estos dos trabajos fueron publicados de manera anónima. En ellos, Astell argumentaba que las mujeres deberían recibir una educación igual a la de los hombres. Ella afirmó que la disparidad intelectual existente entre los hombres y las mujeres no se debía a la inferioridad natural, sino a la falta de oportunidades educativas de las mujeres. Astell también argumentó que las mujeres deberían ser capaces de elegir con quién se casaban o de abstenerse de casarse si así lo deseaban.
Mediante estos trabajos, Astell se volvió una de las primeras escritoras en promover la idea de que las mujeres eran igual de racionales que los hombres. Al usar la teoría del dualismo de Descartes (la idea de que la mente y el cuerpo son distintas y separables), Astell argumentó que ambos géneros tenían capacidad igual de razonar sin importar sus diferencias físicas. Como tal, las mujeres deberían ser tratadas de igual forma. Astell escribió la frase famosa “Si todos los hombres nacen libres, ¿por qué las mujeres nacen esclavas?”
Posteriormente en su vida, Astell salió del ojo público. En 1709, se volvió directora de una escuela caritativa para niñas. Astell diseñó el currículum y se cree que la de ella fue la primera escuela en Inglaterra que tuvo una Junta de Gobernadores poblada totalmente por mujeres. Luego de una mastectomía para remover un seno cancerígeno, Astell murió en su casa de Chelsea el 11 de mayo de 1731.
A lo largo de su vida Astell fomentó a ambos géneros a luchar por los derechos de las mujeres. Luego de su muerte, Mary Wollstonecraft continuó su promoción de la reforma educativa para las mujeres que había iniciado Astell.
Mary Wollstonecraft nació el 27 de abril de 1759 en Londres, Inglaterra. Como Astell, nació en una familia de clase media alta que se volvió significativamente más pobre a través del tiempo. El padre de Wollstonecraft, Edward John Wollstonecraft, era un hombre violento que frecuentemente golpeaba a su esposa durante sus rabietas cuando estaba borracho. Cuando era niña, Mary muchas veces intervenía y trataba de prevenir el abuso de su padre. Con el tiempo el padre de Wollstonecraft gradualmente despilfarró el dinero de la familia, causando que la familia de mudara varias veces durante su infancia.
A inicios de la vida de Wollstonecraft, se hizo amiga de Jane Gardiner, cuyo apellido de soltera era Arden. El par muchas veces leerían juntas los entonces nuevos libros de la “Era de la Ilustración”. También asistieron a discursos del padre de Arden, John Arden, quien era un académico de la filosofía natural y había sido uno de los primeros profesores de Wollstonecraft.
Infeliz con su vida en casa, Wollstonecraft decidió mudarse. A lo largo de fines de los 1770s y principios de los 1780s, trabajó en varios trabajos distintos alrededor de Inglaterra e Irlanda, incluyendo como una institutiz, tejedora y profesora.
Wollstonecraft se volvió frustrada con las opciones limitadas de carrera que estaban abiertas a las mujeres. A fines de los 1780s, se embarcó en una carrera como una autora, lo cual era visto como una opción radical para una mujer en ese entonces. En 1787, Wollstonecraft escribió su primer libro titulado Thoughts on the Education of Daughters. El libro se asemeja a una versión temprana de los modernos libros de auto-ayuda y ofrece consejos acerca de la educación femenina. También incluía segmentos acerca de la moralidad, la etiqueta y lo básico de la crianza infantil.
En 1788, Wollstonecraft trabajó como traductora para el publicista Joseph Johnson, quien publicó varios de sus primeros trabajos. Wollstonecraft tuvo un gran interés en la Revolución Francesa. Luego de que el filósofo inglés Edmund Burke publicara un libro titulado Reflections on the Revolution in France, que cuestionaba los principios de la Revolución Francesa, Wollstonecraft decidió responder.
En 1790, Wollstonecraft publicó el libro A Vindication of the Rights of Men, en el que criticaba el despotismo del Antiguo Régimen de Francia, daba la bienvenida a la reforma revolucionaria y argumentó que los derechos naturales de la humanidad deben ser protegidos por un gobierno. En el libro Wollstonecraft también criticó la naturaleza arbitraria del poder estatal.
En 1792, Wollstonecraft publicó su obra mejor conocida, titulada A Vindication of the Rights of Woman. En el libro, Wollstonecraft expandió el trabajo de Astell y argumentó que el sistema educativo entrenaba a las mujeres para ser frívolas e incapaces. Wollstonecraft señaló que no había diferencias mentales entre los hombres y las mujeres. Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades educativas que los hombres, argumentaba ella, las mujeres serían capaces de desempeñar muchas profesiones y de surgir por sí mismas en la sociedad.
A diferencia de Astell, Wollstonecraft creía que la mejora de las mujeres debería buscarse a través del cambio político radical, con reformas requeridas tanto en el sistema educativo como en el sistema electoral. Wollstonecraft señaló que, como los hombres y las mujeres eran intelectualmente similares, las mujeres deberían tener también el derecho a votar. Escribió, “Las mujeres deberían tener representantes, en lugar de ser arbitrariamente gobernadas sin tener una participación directa permitida en las deliberaciones del gobierno”.
Wollstonecraft también señaló que “la libertad es la madre de la virtud”. Consecuentemente, si las mujeres fuesen mantenidas “por su propia constitución, esclavas, y no se les permite respirar el aire agudo y estimulante de la libertad, deben siempre languidecer como exóticas, y ser reconocidas como preciosos defectos de la naturaleza”.
A Vindication of the Rights of Woman fue una obra inmensamente exitosa y ayudó a promover la reputación de Wollstonecraft como una escritora. Después en 1792, Wollstonecraft fue a Paris para observar la Revolución Francesa. Llegó justo un mes antes de que el Rey Luis XVI fuese guillotinado. Wollstonecraft permaneció en Francia hasta 1795.
Luego de la ruptura de una relación romántica, Wollstonecraft se quedó con el corazón roto y dos veces intentó suicidarse. Cuando volvió a Inglaterra, Wollstonecraft llegó a involucrarse activamente en un grupo unido de intelectuales radicales que incluían a William Godwin, Thomas Paine, William Blake y William Wordsworth.
En 1797, Wollstonecraft se casó con William Godwin y dio a luz a Mary Wollstonecraft Shelley —quien luego escribiría Frankenstein. Justo 11 días después del parto, Wollstonecraft murió de septicemia el 10 de septiembre de 1797.
Los trabajos de Astell y Wollstonecraft no lograron reformas inmediatas cuando fueron publicados. Los trabajos de las dos pensadoras, sin embargo, proveyeron el fundamento intelectual para los movimientos por el voto de las mujeres y feminista, los cuales empezaron a fines del siglo 19 y continúan alrededor del mundo hasta el día de hoy. Aunque eran consideradas radicales durante su época, sin sus ideas es poco probable que los derechos de las mujeres fuesen tan extensos como lo son hoy. Por esta razón, Mary Astell y Mary Wollstonecraft se merecen ser nuestras Heroínas del Progreso No. 46.
VER+:
JEREMY BETHAM, JOHN STUART MILL,
VASILY ARKHIPOV Y DESIDERIUS ERASMO 🙋
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