JAVIER MORO
Algunos viajes son para disfrutar de unas vacaciones, por trabajo, para conocer nuevos lugares… pero también los hay que sirven para salvar vidas, millones de vidas. Como ejemplo, el que realizaron 22 niños y 15 adultos para llevar la vacuna de la viruela desde La Coruña hasta América.
La novela narra de manera paralela los orígenes de Isabel en Galicia y del doctor Balmis en Alicante. Dos vidas muy distintas pero muy similares al fin y al cabo, que terminarán cruzándose cuando él arriba a La Coruña dispuesto a encontrar a los niños que necesita para una expedición que algunos tildarán de locura pero que muchos querrán para sí su gloria. Y es que Balmis propone al rey llevar la vacuna a América a través de su inoculación en niños sanos de manera controlada. Para ello, los más idóneos son expósitos a los que nadie pueda reclamar y que no tengan mucho que perder. Por aquel entonces, la vida de Isabel ha dado varias vueltas y cuando se topa en la vida y el destino de Balmis es una reconocida y respetada rectora de la inclusa de La Coruña. A pesar de las primeras reticencias, Isabel termina aceptando y el 30 de noviembre de 1803 inicia un viaje que durará una década y que llevara a Isabel, los niños, y a toda la tripulación a bordo del María Pita, a vivir una experiencia única en su vida que marcará para siempre el destino de la humanidad.
La viruela fue una enfermedad que diezmó la población mundial. Se calcula que una quinta parte de la población de la época murió o quedó desfigurada a causa del Variola virus. En 1798 un médico rural inglés, Edwar Jenner, desarrolló la vacuna contra la viruela. Jenner se encontraba un día atendiendo a un granjera por unos granos. La chica le dijo que estaba segura que no era viruela porque ya había pasado la viruela bovina. El doctor recordó así que en esa región se decía que quien contraía la viruela bovina ordeñando vacas quedaban inmunes a la viruela. Y la viruela bovina no era mucho menos agresiva, nadie se moría. Jenner comenzó a experimentar y descubrió que si se tomaba una muestra de una llaga de viruela bovina y se inyectaba en un humano, la persona quedaba protegida contra la viruela. Creó así la primera vacuna, y de ahí el nombre: vacuna deriva del latín vacca, vaca.
La primera vacuna de la historia fue un logro que pronto se expandió por Europa, inmunizando a la población contra la terrible enfermedad. Pero España aún tenía un grave problema: necesitaba llevar la vacuna a América.
En esa época España todavía era el gran imperio donde nunca se ponía el sol (aunque faltasen pocos años para la caída del imperio). Con la conquista de América los españoles también habían llevado sus enfermedades, y una de ellas fue la viruela. Se cree que fue el esclavo Francisco de Eguía quien, en una expedición comandada por Pánfilo Narváez en 1520, llevó el virus a América. Ante una población sin defensas contra el virus este actuó con más virulencia: en torno al 1800 se calculaba que el 90% de la población autóctona de América se había extinguido desde la llegada del virus (tan interesante como cruel y vergonzoso fue el caso del comandante inglés Jeffrey Amhorst que regaló mantas infectadas con viruela a los indios de Ottawa). Fue el doctor Requena el primero en hablar de la necesidad de mandar una expedición a América con la vacuna, la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
Y es aquí donde aparece Javier Moro y su obra "A flor de piel". El autor novela la expedición en su camino a América. Esta fue dirigida por un hombre con una ambición casi sin límites, el doctor Francisco Javier Balmís. Hay una frase en el libro que nos permite hacernos una idea del director de la expedición: Al doctor Balmís le gusta más la humanidad que los seres humanos.
El subdirector de la expedición fue José Salvany y Lleopart, un doctor mucho más humano que Balmís pero aquejado de graves problemas de salud.
La tercera protagonista de la novela y de la expedición es Isabel Zendal Gómez. Isabel tuvo un origen muy humilde, como casi todo el rural gallego (cuando un niño nacía se decía que no era una boca más a comer, sino dos brazos más a trabajar). Zendal fue ascendiendo en la vida (en parte gracias a la mínima alfabetización que para ella consiguió su madre, en parte por su compromiso, implicación y buen hacer), hasta llegar a rectora de la Casa de Expósitos del Hospital de la Caridad de La Coruña.
Isabel Zendal Gómez, nacida en la parroquia de Santa Mariña de Parada (Ordes, La Coruña), se embarcó como enfermera —la primera de la historia según la OMS en participar en una empresa de carácter internacional— y con la misión de cuidar, proteger y asear a los 22 niños que hacían de portadores de la vacuna. De mantenerlos con vida, porque constituían el único remedio para paliar los efectos de una epidemia que había provocado graves estragos humanos durante todo el siglo XVIII. Y a la vez, actuar como presencia maternal de esos chiquillos asustados, que acarreaban en sus brazos la salvación.
La Real Expedición Filantrópica, comandada por Balmis y el también cirujano Joseph Salvany, se organizó en 1803 por designios de Carlos IV, unos años después de que el inglés Edward Jenner descubriese la vacuna de la viruela. Con esta misión, el monarca pretendía inmunizar las provincias españolas de América y Asia de la violenta epidemia que estaba dejando a la Corona sin trabajadores y sin contribuyentes. Pero no solo a las élites, sino a toda la población: la meta era erradicar la enfermedad. Si los ingleses fueron pioneros en el proceso de inmunización, España lo fue en la vacunación.
Aunque a comienzos del siglo XIX los límites de la ética y las leyes en cuanto a la medicina experimental brillaban por su ausencia, muchos de los padres y madres no estaban dispuestos a entregar a sus hijos a una empresa incierta: podrían perderlos para siempre. No eran suficientes las promesas de la Corona —el propio Carlos IV había perdido a una de sus hijas por los efectos de esta enfermedad— de que se haría cargo su alimentación, vestido, higiene y se les proporcionarían estudios y una profesión hasta que fuesen independientes.
La génesis
En ese contexto, Balmis acordó emplear niños expósitos, jóvenes que nadie iba a reclamar tras haber sido abandonados en inclusas, como la de A Coruña, de la que Isabel Zendal era rectora. ¿Pero cómo se cruza la ambiciosa misión sanitaria en la vida de una mujer que se dedicaba a cuidar a infantes repudiados en su Casa de Expósitos del Hospital de Caridad? Lo explica la investigadora Susana María Ramírez Martín en la entrada dedicada a la enfermera en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia:
"Aunque inicialmente no se contempló la participación de una mujer en la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, la experiencia del viaje desde Madrid a La Coruña y el fallecimiento de uno de los niños que llevaba la vacuna en sus brazos desde la capital al puerto coruñés, obligaron a tomar esta decisión. La Expedición Filantrópica necesitaba una mano femenina que inculcara confianza en los niños y les ofreciera el cariño maternal que necesitaban".
Y la elegida fue Isabel Zendal. Así se desprende de la Real Orden del 14 de octubre de 1803, firmada por el ministro de Justicia: "Permite S.M. que la Rectora de la Casa de Expositos de esa ciudad sea comprehendida en la expedicion en clase de Enfermera. Para que cuide durante la navegación de la asistencia y aseo de los Niños que haian de embarcarse y cese la repugnancia que se experimenta en algunos padres de fiar sus hijos al cuidado de aquellos, sin el alivio de una mujer de providad (sic)". Además, se le entregaban 3.000 reales en concepto de "ayuda de costa" con destino a su habilitación y el pago en los territorios de Ultramar de un salario de 500 pesos anuales.
Un total de 22 niños —22 ángeles es el título de la película de Miguel Bardem que narra su odisea— quedaron a cargo de Isabel Zendal, entre ellos, su hijo Benito Vélez. El triunfo de la Real Expedición Filantrópica consistía en que no se produjesen contagios incontrolados entre los infantes ni que estos desbaratasen los granos vacuníferos debido a la natural reacción instintiva a la picazón de las pústulas. La gallega estaba curtida en estas lides: "Esta fue la causa de su contratación como enfermera, responsable directa —en las travesías en barco y en los desplazamientos por tierra— del cuidado, asistencia y aseo de los niños portadores de la vacuna", escribe el periodista Antonio López Mariño, impulsor de su figura y autor del libro Isabel Zendal Gómez en los archivos de Galicia, editado por el parlamento autonómico.
Isabel Zendal, la enfermera que protegió a los 22 niños que ayudaron a erradicar la viruela. Fue la única mujer enrolada en la gesta sanitaria de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, organizada en 1803. Su nombre ha permanecido dos siglos olvidado.
La expedición que diseñó Balmís para llevar el virus bovino vivo se basaba en inocularlo en dos niños sanos. Cuando estos presentasen pústulas propias de la enfermedad, el doctor contaminaría a otros dos niños usando el pus de los primeros, y así sucesivamente hasta llegar a América, donde utilizaría a la población local. Calculó que necesitaría 22 niños para iniciar el viaje. De ellos 6 los llevó de una inclusa de Madrid, pero el resto debía conseguirlos en Galicia. Visitando la Casa de Expósitos de La Coruña, Balmís conoció a Zendal y se dio cuenta de que la necesitaba para el cuidado de los niños hasta América. La expedición partió en la corbeta María Pita desde La Coruña, el 30 de noviembre de 1803.
Después de parar en Canarias, llegaron a América y comenzaron a inocular la vacuna por el continente, pero debido a algunas complicaciones la expedición se divide, comandada una por Balmís y otra por Salvany.
Hubo poblaciones que los recibieron como los auténticos héroes que eran, pero también hubo quien vio en ellos una amenaza y entorpecieron, en la medida de lo posible, su misión.
Una vez que gran parte de América estaba vacunada y habían establecido juntas de vacunación, la expedición continuó hasta Filipinas, y de allí continuaron por Macao, Cantón y la Isla de Santa Elena hasta que regresa a la Península el 14 de Agosto 1806. Casi tres años en un viaje filantrópico que llevó a Balmís a dar la vuelta al mundo. Hoy la viruela se considera extinta desde 1980.
La novela engancha desde el primer momento, gracias a unos grandes personajes y una historia real muy potente. Recomendamos mucho esta novela, tanto por conocer una gran aventura de la que enorgullecerse como español (una enfermera gallega, un médico valenciano, otro catalán, un capitán vasco… ), como por aprender cómo se crearon las vacunas y cómo funciona el sistema de vacunación. Una novela imprescindible, sobre todo en esta época que nos tocó vivir.
VER+:
Novo Mundo conta a vida de Isabel Zendal, a enfermeira daquela expedición. Unha muller nada nunha humilde familia de labregos e obrigada a criar o seu fillo en solitario que acabou por se converter no elo imprescindible dunha xesta que supuxo un punto de inflexión na historia da medicina, dunha viaxe que mudou o mundo tal e como se coñecía ata entón.
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