EL Rincón de Yanka: ¿POR QUÉ CALLAN LOS CORDEROS? (WARUM SCHWEIGEN DIE LÄMMER?) 😶🐏🐏🐏

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lunes, 27 de julio de 2020

¿POR QUÉ CALLAN LOS CORDEROS? (WARUM SCHWEIGEN DIE LÄMMER?) 😶🐏🐏🐏

¿Por qué callan los corderos? 
En las últimas décadas, la democracia se ha erosionado de una manera sin precedentes. La democracia fue reemplazada por la ilusión de la democracia, el debate público libre por la opinión y la gestión de la indignación, el ideal principal del ciudadano maduro por el del consumidor políticamente apático. Las elecciones ahora son prácticamente irrelevantes para cuestiones políticas fundamentales. Las decisiones políticas importantes son tomadas por grupos político-económicos que no son democráticamente legítimos ni democráticamente responsables. Las destructivas consecuencias ecológicas, sociales y psicológicas de esta forma de gobierno de élite amenazan cada vez más nuestra sociedad y nuestro sustento. Rainer Mausfeld revela la sistemática de este adoctrinamiento...
La democracia, la psicología y las técnicas se unen para manipular nuestra opinión e indignación. Esta ponencia se ocupa de las técnicas al uso para invisibilizar en términos morales y cognitivos, las graves vulneraciones de la normativa moral por parte de las élites que nos dominan. 

“Moralmente invisible” pasa a ser la vulneración/violación de las normas morales, cuando se mantengan visibles/se expongan los hechos, pero incrustados en un contexto que impide que la ciudadanía llegue a sentir ni malestar ni indignación. Valgan de ejemplo las secuelas sociales y humanitarias debidas a la violencia estructural del orden económico neoliberal, tal y como la acusamos en el llamado “Tercer mundo”, pero que también va en aumento en los países industrializados de occidente. 

“Cognitivamente invisibles” son aquellas violaciones de la normativa moral, cuando se visibilizan los hechos, pero se los incrusta en un contexto que impide sacar las oportunas conclusiones de ellos. En particular, se evita en estos casos establecer relaciones con sucesos parecidos o comparables, que las élites dominantes optan por valorar de modo totalmente distinto. Valgan de ejemplo las matanzas programadas / asesinatos selectivos (“targeted killing”) de personas que en un estado se consideren un riesgo o peligro para la seguridad. Semejantes asesinatos vulneran claramente el derecho internacional y no serían aceptados del mismo modo si los perpetraran estados que consideramos “nuestros adversarios”. 

La visibilidad o no de unos hechos, en gran medida nos la facilitan los medios de comunicación quienes, al margen de los hechos en sí, también nos facilitan el deseado contexto interpretativo, y con éste, la “oportuna visión política del mundo”. Así que el tema afecta el día a día de nuestra vida social, la de todos nosotros. Las cuestiones que nos planteamos suelen ser de carácter fundamental y elemental. Para tratar con ellas, no necesitamos ningún conocimiento especializado, si bien es cierto que las élites dominantes se esfuerzan en otorgar el debate temático a un reducido grupo de “expertos idóneos”. Para los temas que nos afecten en tanto que citoyens, esto es, ciudadanos que desde la Ilustración participamos en la configuración y el diseño de nuestra comunidad, contamos por naturaleza con una capacidad intelectual, la lumen naturale de la Ilustración. El núcleo importante de esos planteamientos también somos capaces de tratarlo sin formación especializada alguna. Y de esto trata la presente ponencia. Nuestra mente tiene la capacidad natural de cuestionar la terminología con que en los ámbitos social y político se suelen categorizar, ordenar y valorar los fenómenos y los hechos. 

Resaltemos como ejemplo todo ese (neo)lenguaje neoliberal que se emplea para encubrir y disimular lo que en el fondo realmente se opina y que fácilmente podría llenar un nuevo diccionario al estilo del newspeak orwelliano. Encontramos términos tales como reformas estructurales, voluntad reformadora, reducción de la burocracia, de(s)regularización, pacto de estabilidad, austeridad, fondo salvavidas/paraguas europeo, libre mercado, Estado delgado, liberación, armonización, democracia conforme al mercado, sin alternativas (TINA), capital humano, trabajo en régimen de cesión/subcontrata, costes laborales no salariales, envidia social, proveedor de servicios y prestaciones, etc., etc. Semejantes términos y conceptos nos facilitan otros enfoques ideológicos cuyo posible carácter totalitario somos llamados a descubrir y señalar. Para evitar que sucumbamos a estos enfoques ideológicos de manera inconsciente e involuntaria, debemos identificar y señalar lo que hay de tácito en las premisas, los prejuicios/aprioris y los componentes ideológicos de las nociones a la hora de hablar sobre los fenómenos sociales y políticos. 

Tampoco para esta labor necesitamos ser expertos en ninguna materia. Todos venimos dotados de la capacidad natural de nuestras mentes que, en todo caso, sería cuestión de ejercitar y refinar. Intentemos pues identificar algunas de esas tácitas premisas ideológicas que la terminología puede encubrir y con las que en las sociedades democráticas, las élites dominantes pretenden estabilizar su poder.

En ese manual se especifican los áreas funcionales de nuestra mente y sus propiedades específicas que permiten ser usadas con fines fraudulentos. ¿Nos podemos proteger contra la sistemática manipulación de nuestras convicciones, inclinaciones y opiniones? En el desarrollo de técnicas sofisticadas de manipulación se buscan aquellos aspectos en el diseño y las funcionalidades de nuestra mente en las que cabe ver “puntos de debilidad psíquica” que pueden ser manipulados. El aspecto más importante consiste en el hecho de que, principalmente, a esas funciones mentales no tenemos acceso consciente alguno. Y de llegar a ser manipuladas, sucumbimos cuasi automáticamente, sin tan siquiera darnos cuenta de que estamos sucumbiendo a las técnicas. Y hasta cuando sabemos cómo funcionan y que áreas mentales están afectadas, estamos indefensos ante sus efectos. Los procesos que activan en nuestro interior son inconscientes y no obedecen a nuestra voluntad. Una vez activados, resulta imposible sustraerse de ellos. 

En este sentido, se comportan de un modo parecido a los que rigen nuestra percepción. También en ella somos incapaces de corregir mediante nuestra voluntad lo que llamamos ilusiones perceptivas. Valga de ejemplo la ilusión cinética o de movimiento a la que sucumbimos estando en un tren parado y mirando por la ventana, observando otro tren arrancando en la vía de al lado. Semejantes efectos son inconscientes y automáticos y tampoco desaparecen cuando los conocemos. Así cuando queremos sustraernos de sus efectos, debemos evitar las situaciones que los desencadenan o estimulan. Otro tanto cabe decir de los procesos mentales que se usan con fines de manipulación. 

Una vez estimulados, se desarrollan inconscientemente y resultan incontrolables a nivel cognitivo. Y tan sólo los podemos esquivar evitando en lo posible la situación que los provoca o estimula. Sólo si reconocemos que nos encontramos en el contexto manipulativo y si evitamos activamente los medios que lo transportan, tendremos la oportunidad de conservar un mínimo de autonomía. Pero si optamos por exponernos voluntariamente a este contexto, convencidos además de que grosso modo estaremos en condiciones de discernir entre las noticias que nos ofrecen los medios públicos y privados entre la verdad y el engaño, acabamos cumpliendo todos los requisitos necesarios para el éxito de las técnicas manipulativas al uso. 

Existen múltiples fórmulas para manipular e instrumentalizar la mente humana en beneficio de las demandas y carencias del poder ajeno. Pero también es cierto que disponemos por naturaleza de un rico repertorio de instrumentos mentales para reconocer los referidos contextos manipulativos y evitarlos activamente. Contamos pues con un sistema inmunitario natural contra la manipulación. Sólo tenemos que usarlo.

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