EL Rincón de Yanka: ⛬ CENTROS DE PROGRESO I: JERICÓ, URUK, MOHENJO-DARO Y NAN MADOL ⛬

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viernes, 24 de julio de 2020

⛬ CENTROS DE PROGRESO I: JERICÓ, URUK, MOHENJO-DARO Y NAN MADOL ⛬



Centros de Progreso, 
Parte 1: Jericó
Chelsea Follett destaca la contribución al progreso humano del desarrollo de los asentamientos permanentes y la agricultura, fenómenos que parece que se dieron por primera vez en Jericó.
Hoy presentamos una nueva serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta serie de artículos proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, economía, política, tecnología, etc.

Nuestro primer Centro de Progreso es Jericó. Jericó es considerada por muchos académicos como la ciudad más antigua. Fue fundada por primera vez alrededor de 9000 AEC. Las personas que vivían en Jericó y las áreas a su alrededor puede que hayan sido los primeros humanos que renunciaron a su costumbre de cazadores-recolectores, que domesticaron plantas y se volvieron agricultores.
La invención de la agricultura, muchas veces llamada la Primera Revolución Agrícola o la Revolución Neolítica, fue un punto decisivo en la historia de nuestra especie. Cambió dramáticamente la manera en la que vivimos. Al producir un superávit de alimentos que podían ser almacenados para los tiempos difíciles en el futuro o intercambiados por otros productos, la agricultura eventualmente permitió una prosperidad mucho mayor que la caza y la recolección alguna vez lo habrían permitido.

Hoy, Jericó es una ciudad orientada hacia el turismo en el Valle del Río Jordán y es frecuentada por personas que realizan un peregrinaje religioso y por aficionados de la historia. Es relativamente pequeña, con una población de tan solo poco más de 20.000 personas. La ciudad está ubicada en un oasis natural en el desierto, ganándose así el apodo en la Biblia Hebrea de la Ciudad de las Palmeras. La ciudad contiene varios cafés que venden shawarmas y falafels, así como también muchas ruinas históricas. Jericó también es el sitio de casi constantes excavaciones arqueológicas, conforme tratamos de profundizar nuestro conocimiento acerca del pasado de esta ciudad.
Si fuese a visitar el Jericó Neolítico hoy, podría haber visto dos eventos decisivos en la historia de la civilización: los asentamientos permanentes y los inicios de la agricultura.
Imagine un grupo de cazadores-recolectores —denominados “natufios” por los arqueólogos actuales— caminando por la naturaleza. Hubiesen cargado armas de caza como lanzas, y hubiesen vestido cuero elaborado de la piel de gacelas de montaña y joyas elaboradas con cuentas hechas de los huesos de las gacelas. Hubiesen cargado sus alimentos e insumos en canastas y en pieles de animales. También hubiesen tenido perros domesticados caminando a su lado, quizás parecidos a los actuales sabuesos basenji.
Usted los hubiera visto venir entre un oasis natural, irrumpiendo con arroyos de agua fresca en medio de la jungla, y acomodándose para descansar. Hubiese visto a un grupo de cazadores-recolectores llegar a una decisión trascendental conforme resolvían, quizás luego de alguna discusión acalorada en un lenguaje muerto desde hace mucho, construir un campamento permanente en el oasis al final de sus andanzas nómadas. 
Por supuesto, la decisión probablemente fue gradual, con los natufios acampando en el oasis por periodos cada vez más largos cada año, hasta que el asentamiento se convirtió en su hogar de todo el año. Pero en algún momento, tomaron la decisión de quedarse allí de modo permanente. En cualquier caso, los natufios construyeron varias viviendas de piedra semi-subterráneas y con forma ovalada para formar una aldea que llegaría a convertirse en la primera ciudad del mundo. Así empezó la historia de Jericó.

Las primeras personas que habitaron lo que sería Jericó desde hace mucho habían sobrevivido cazando animales como las gacelas, y comiendo cereales silvestres y otras plantas salvajes. Pero un cambio en el clima, que se volvió menos lluvioso y más parecido al desierto, podría haber ayudado a precipitar el cambio en la estrategia de supervivencia de los natufios. 
¿Cómo sucedió esto? Quizás los natufios se dieron cuenta de que las plantas comestibles surgían en lugares donde las semillas de esas plantas habían sido regadas anteriormente. Quizás inspirado por esta observación, un individuo emprendedor (o múltiples individuos) debió, en algún momento, haber sembrado de manera deliberada las semillas de las plantas que los natufios comían. Cuando los natufios empezaron a sembrar las semillas de manera intencional, encaminaron a la humanidad hacia un nuevo rumbo.

Los natufios muchas veces son denominados los primeros agricultores. Aunque no hay un consenso entre expertos acerca de precisamente dónde apareció por primera vez la agricultura del Arco Fértil, Jericó ciertamente estaba entre las primeras comunidades que practicaron la agricultura. Los restos arqueológicos más antiguos de la cebada, el centeno y las formas tempranas del trigo domesticados se encuentran en los sitios humanos neolíticos del Arco Fértil, tales como el asentamiento natufio donde Jericó se encuentra hoy. Evidencia de higos domesticados también se ha encontrado cerca de Jericó y data de 9.400 años AEC.
Los primeros agricultores del mundo eran pacientes e innovadores. Considere el trigo. Ellos descubrieron cómo criar de manera selectiva la hierba silvestre de espelta de tal manera que las semillas de la planta no caerían de sus ramas cuando la hierba maduraba, facilitando así la recolección de las semillas. Utilizaron las semillas para hacer pan, y lo que empezó simplemente como otro tipo de hierba, gradualmente se convirtió en lo que hoy conocemos como trigo. Hoy, según la Universidad de Yale, 20 por ciento del consumo calórico total del mundo proviene del trigo. 

Los investigadores no están de acuerdo acerca de cuánto se le debería atribuir a los esfuerzos conscientes de los primeros agricultores. “Una controversia en esta área trata acerca del grado en el que las personas antiguas sabían que estaban domesticando cultivos”, señaló el científico de plantas de la Universidad de Sheffield Colin Osborne. Él pregunta: “¿Sabían que estaban desarrollando características de domesticación en los cultivos, o acaso estas características simplemente evolucionan conforme los agricultores sembraron las plantas silvestres en tierra cultivada, y conforme las cuidaban y cosechaban?”
Además del pan, los natufios también gozaban de la cerveza y algunos investigadores creen que la producción de bebidas alcohólicas elaboradas a base de cereales fermentados pueden haber servido como una de las motivaciones detrás de la agricultura temprana. 

Cualquiera que haya sido su motivación, los primeros habitantes de Jericó se convirtieron en agricultores, y por lo tanto fueron capaces de producir suficientes alimentos para eventualmente dejar atrás su estilo de vida de cazadores-recolectores. Sembrando plantas de manera selectiva demostraría ser un proceso dolorosamente lento, y quizás durante siglos la gente de Jericó puede que haya continuado complementando su producción agrícola de alimentos con la caza y la recolección.
Conforme la agricultura avanzó, las personas todavía cazaban gacelas y otros animales de caza, pero los granos que ellos sembraron, cosecharon y almacenaron aumentaba su seguridad alimentaria. Un día, ya no hubo necesidad de buscar plantas silvestres, empezando así un nuevo capítulo en la historia de la humanidad.

A través de los siglos, los residentes de Jericó se volvieron cada vez más expertos en la agricultura. Los residentes de Jericó salieron a cultivar muchas otras plantas y desarrollaron un sistema de irrigación, y sus cosechas cada vez se volvieron más abundantes. Pronto tuvieron alimentos para guardar para las épocas duras y para comerciar. Pero con tal productividad vino el peligro —la amenaza de las tribus nómadas cercanas que asaltarían la ciudad y robarían los graneros de Jericó, los cuales contenían sus grandes reservas de alimentos.
Para espantar a los invasores, la gente de Jericó construyó la muralla más antigua conocida en el mundo, quizás data de alrededor de 8.000 AEC. En ese momento, la población de Jericó probablemente había llegado a 2.000 personas más o menos. Para ponerlo en perspectiva, eso es casi igual a la población actual del pueblo rural de Victor en Idaho. En su momento, sin embargo, Jericó debe haberse sentido como una próspera metrópolis (Recuerde que habían menos de 10 millones de personas en todo el mundo en ese entonces, casi el equivalente a la población actual de Portugal).

Producir un exceso de alimentos permitía algo de especialización y actividades económicas: no todos tenían que ser agricultores, liberando a las personas para que desarrollen otros proyectos. La construcción de la muralla no hubiese podido realizarse sin algún grado de especialización. El muro de piedra llegó a tener más de 11 pies de alto, y además de defender la ciudad, el muro también servía para proteger a la ciudad de inundaciones. 
Hay algo de evidencia de que la torre con forma de cono de 28 pies que acompañaba al muro, también fue construida alrededor de 8.000 AEC, sirviendo un propósito simbólico en lugar de uno práctico. La torre no está bien posicionada para servir como una torre de vigilancia. Pero los modelos computacionales muestran que cuando esa torre fue construida, las montañas cercanas arrojarían una sombra sobre esta justo cuando el sol marcaba el día más largo del año —el solsticio de verano. La sombra caería precisamente sobre la torre y luego se esparciría hasta cubrir todo el antiguo Jericó. 

De manera que la torre puede haber servido como una advertencia: su creciente sombra advertía a las personas de Jericó que los próximos días empezarían a ser más cortos y las noches más largas. Las actividades agrícolas como los sembríos y las cosechas están íntimamente relacionadas a las distintas temporadas del año, y, por ende, para la comunidad en gran medida agraria de Jericó marcar el solsticio de verano probablemente era algo de suma importancia. El solsticio puede que haya sido observado como un día importante, ya sea con un festival de celebración o mediante un día solemne.
La torre también puede que haya representado el poder o la autoridad. Hacer la transición desde la caza y la recolección hacia ser parte de una sociedad agrícola implicaba la transformación en la forma en que la gente se relacionaba entre sí: mientras que las tribus cazadoras-recolectoras solían ser igualitarias (esto es, no tenían jerarquía), la sociedad más especializada y compleja que surgió en Jericó trajo consigo un nueva dinámica de poder social. Los sitios de las tumbas muestran que los primeros habitantes de Jericó tenían diferencias de rango, algunos individuos siendo enterrados junto con objetos valiosos como joyas de conchas y otros ocupaban tumbas más sencillas.

“Esta es una época cuando la jerarquía empezó y cuando el liderazgo fue establecido”, según el arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv Ran Barkai, uno de los investigadores detrás del descubrimiento de la conexión entre la Torre de Jericó y el solsticio de verano. Agregó: “Creemos que esta torre [al actuar como un símbolo de poder y autoridad] fue uno de los mecanismos para motivar a las personas a participar en un estilo de vida comunal”.
Hoy, Jericó es quizás mejor conocida por el papel que jugó en tiempos bíblicos. Es el lugar donde los israelitas antiguos se supone que fueron conquistados en 1.400 AEC, luego de escapar de la esclavitud en Egipto. La famosa canción acerca de la Batalla de Jericó, cantada por íconos de la música desde Bing Crosby hasta Elvis Presley, fue compuesta por primera vez en el siglo 19 en EE.UU. por afroamericanos esclavizados. El asunto de la canción, un pueblo anteriormente esclavizado que triunfa en una batalla, y su coro, proclamando que los muros de Jericó “se derrumbaron”, ambos aluden a los deseos de libertad de los autores de la canción.

Por lo tanto la ciudad de Jericó se convirtió en un símbolo de libertad en la cultura popular muchos años después de que la ciudad ayudara a liberar a la humanidad de la búsqueda de alimentos en la jungla. La transición hacia la agricultura probablemente fue difícil, un proceso que requirió de paciencia y que cambió de manera drástica la vida previa de los natufios, alterando así su estructura social, pero la ganancia ha sido un nivel de seguridad alimentaria más allá de lo que nuestros ancestros cazadores-recolectores pudieron haber concebido.
Por ser la ciudad más antigua del mundo y posiblemente el lugar de nacimiento de la agricultura, la Jericó de la Era Neolítica merece ser reconocida como nuestro primer Centro de Progreso.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 24 de abril de 2020.

Centros de Progreso, 
Chelsea Follett destaca la importancia de Uruk, una de las primeras grandes ciudades en la historia de la humanidad, lugar donde se desarrolló la escritura alrededor de 3.200 AEC.
Hoy presentamos la segunda parte de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Esta serie proveerá una introducción breve a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc. 
Nuestro segundo Centro de Progreso es Uruk, la primera gran ciudad del mundo y el lugar de nacimiento de la escritura en alrededor de 3.200 AEC. Al crear el primer sistema de escritura, el pueblo de Uruk revolucionó la capacidad de la humanidad de intercambiar información. 
Antes de la invención de la escritura, la única forma que la gente tenía de comunicarse era hablando entre sí en vivo y en directo. La comunicación a lo largo de grandes distancias y a través de grandes periodos de tiempo estaba limitada por la falibilidad de la memoria humana. Era posible enviar a un mensajero a una ciudad lejana, pero siempre había el riesgo de que el mensajero no recitaría el mensaje de manera precisa. Las personas eran capaces de dejar conocimiento e historias mediante tradiciones orales desde una generación hacia la siguiente, pero los detalles solían cambiar a través del tiempo.

Hoy, Uruk es un sitio arqueológico sin habitantes, conservado en el desierto del sur de Iraq. Es parte de un sitio de Patrimonio Mundial de la UNESCO, honrando “el sobreviviente panorama de las ciudades de Mesopotamia”. Todavía se puede ver los restos de los muros y entradas de la ciudad, descifrar la forma de las calles y la organización de las casas en base a sus fundamentos, y ver las escaleras rotas de los montículos de los templos.
Hoy Uruk es callada y fantasmal. Pero si fuese a visitar Uruk a fines del cuarto milenio AEC, hubiese ingresado en un centro de arte y comercio poblado por alrededor de 10.000 habitantes. Eso aumentaría hasta llegar a 30.000-50.000 personas para principios del tercer milenio AEC. 
Para ponerlo en perspectiva, la población de Uruk en el cuarto milenio AEC era casi la misma que la población actual del pequeño pueblo de Brattleboro, Vermont. Pero Uruk se encontraba entre los primeros asentamientos que logró una población de ese tamaño y es considerada por muchos como la primera gran ciudad del mundo. En el año 3.200 AEC, Uruk fue la ciudad más grande de Mesopotamia y, posiblemente, del mundo entero.

Conforme creció la población de Uruk, la sociedad se volvió más compleja y la civilización Sumeria (la primera verdadera civilización del mundo, que floreció en el sur de Mesopotamia entre 4.500 AEC y 1.500 AEC) alcanzó su pico creativo. Las tablas sobrevivientes indican que Uruk tenía más de cien profesiones distintas, incluyendo embajadores, sacerdotes, escultores de piedra, jardineros, tejedores, herreros, cocineros, joyeros y alfareros.
Caminando a través de las calles de la Uruk en la Era de Bronce, hubiese encontrado mercaderes oreciendo sus mercancías, maravillosos jardines con palmeras, y templos surgiendo por encima de todas las demás estructuras. Los complejos de los templos eran lugares de importancia religiosa, pero ese no era su único propósito. Usted puede que haya visto a hombres cargando jarros de barro llenos de granos y llevándolos a los templos porque estos imponentes monumentos también eran lugares donde la gente de Uruk almacenaba sus alimentos sobrantes.
El desierto árido alrededor de Uurk tuvo pocos recursos naturales. Para compensar por esa escasez, las personas desarrollaron redes sólidas de comercio con otras comunidades. Ellos importaban madera de las cordilleras de Taurus, Zagros, y Líbano, y piedras de lapislázuli de lugares tan lejanos como Afganistán. Algunas de estas importaciones valiosas también eran almacenadas en los templos. 

Cerca de una las entradas del templo, usted puede haber visto un avance que alteró la historia. Podría haber visto un contador o registrador haciendo una tabla de barro cada que un jarro de granos ingresaba al templo. Él hubiese realizado un pequeño dibujo de un montículo de granos al lado de sus marcas de conteo, como lo habían hecho los registradores de la ciudad durante siglos. 
Pero si observaba de manera más detenida, hubiese visto que su imagen realmente no era un dibujo. Esto es porque, a lo largo de un periodo de muchos años, los dibujos de los registradores se habían simplificado para hacer que el inventario de productos fuese más rápido. Eventualmente, la imagen que fue utilizada para representar a los granos en los registros de los templos ya ni siquiera se parecía remotamente a un montículo de granos. Los pictografía evolucionó, en otras palabras, hasta convertirse en símbolos no-gráficos que representaban conceptos —tales como los granos.
Al ponerse de acuerdo sobre una serie de símbolos abstractos para representar productos comunes que se almacenaban en las bodegas de los templos, los contadores de Uruk fueron capaces de evitar la ardua tarea de hacer dibujos detallados sobre las tablas de barro.

Eventualmente, los habitantes de Uruk utilizaron estos símbolos escritos no solo para representar conceptos distintos, como los granos, el pescado o las ovejas, sino también para representar sonidos hablados que la gente utilizaba para expresar esos conceptos. Una vez que tenían símbolos para los distintos sonidos, fue posible escribir los nombres y otros palabras de manera fonética. Después de esa innovación, los sumeriamos fueron capaces de escribir listas de inventario más sencillas. También pudieron crear documentos cada vez más complejos. Su producción escrita abarcaba desde largos poemas épicos hasta la literatura de sabiduría, genealogías y listas de reyes.
Según los escritos de los sumerios antiguos, la ciudad de Uruk fue construida por el rey mítico Enmerkar. Este héroe épico se piensa que fue el hijo del dios del sol sumario Utu y una vaca (un animal que los sumerios adoraban y asociaban, debido a su producción de leche, con la maternidad). Se dice que Enmerkar reinó en Uruk durante cientos de años. Si la figura mítica de Enmerkar está ligeramente basada en un gobernante real, entonces este hubiese vivido a finales del cuarto milenio AEC o principios del tercer milenio AEC. 

En la leyenda sumeria, que fue conservada en la épica de Enmerkar y el Señor de Aratta, es a Enmerkar a quien se le atribuye la invención de la escritura. La leyenda dice que lo hizo durante un periodo de tensas negociaciones con un rey vecino, el gobernante de la ciudad-estado Aratta. Enmerkar estaba supuestamente insatisfecho con su mensajero, quien estaba agotado de viajar ida y vuelta entre Uruk y Aratta recitando mensajes, y solo podía transmitir mensajes de extensión limitada para comunicarse con el rey vecino. 
Entonces Enmerkar supuestamente recogió algo de barrio, creó mágicamente un lenguaje escrito completo, y procedió a escribir un mensaje para que su mensajero lo entregue al rey de Aratta. Específicamente, el mito establece:

El discurso del [Rey Enmerkar] fue sustancial, y sus contenidos extensos. El mensajero, cuya boca era pesada, no fue capaz de repetirlo. Debido a que el mensajero, cuya boca estaba cansada, no fue capaz de repetirlo, el señor de [Uruk] compactó algo de barro y escribió un mensaje allí como su fuese una tabla. Ahora, bajo ese sol y ese día, así sucedió.
Esa colorida leyenda muestra que los sumerios valoraban el lenguaje escrito tanto que pensaron que solo un rey (y un supuesto semidiós, no menos que eso) podía crear algo tan importante. 
En realidad, la escritura no fue inventada por un rey, sino por los contadores de la ciudad. Además, no fue creado todo al mismo tiempo en un brote de genialidad creativa, sino que surgió gradualmente a lo largo de muchas generaciones. No fue originalmente creado para obtener una ventaja en la diplomacia internacional, sino por una razón mucho menos glamorosa mencionada anteriormente: la contabilidad. Como tal, las primeras escrituras que sobreviven hasta el día de hoy suelen ser listas de inventario, de compras, de salarios, listas asignando raciones a los trabajadores del templo, y recibos de compras.

Las personas de Uruk escribieron con juncos y barro, porque aquellos materiales eran ambos abundantes. Uruk está situada en medio de los pantanos de Mesopotamia, un extraño panorama húmedo en medio de un desierto seco. Los pantanos, alimentados por los ríos Éufrates y Tigris, podrían haber sido más grandes en el pasado de lo que son hoy. Un canal del Éufrates que desde ese entonces se ha secado se cree que fluyó muy cerca de Uruk.
Luego de cortar un junco de los bancos pantanosos del río Éufrates, los habitantes de Uruk en algún momento descubrieron que cuando un solo junco es presionado, con su punta afilada hacia abajo, en el barro suave y mojado, este produce una forma distintiva. Cuando el barro se secaba y endurecía, esa forma se conservaba. 

Cuando los contadores simplificaron su pictografía hacia símbolos cada vez más abstractos, esos símbolos tomaron la forma de cierto arreglo de marcas con forma de cuñas, que luego se convirtieron en los primeros caracteres o “letras”. Por esto es que el primer sistema de escritura más temprano es ahora conocido como cuneiforme, del Latín “con forma de cuña”.
Originalmente, los registradores que llevarían inventarios escribiendo desde arriba hacia abajo en sus tablas de barro, como si estuvieran haciendo una lista. Luego de muchos años de escritura de esa forma, los escríbanos desarrollaron un innovador nuevo sistema de escritura de izquierda a derecha. Esa innovación redujo el riesgo de manchar lo que se había escrito antes de que se secara el barro.
Sin embargo, los sacerdotes de los templos y otras personas alfabetizadas de Uruk estaban acostumbradas a leer los registros desde arriba hacia abajo, no desde izquierda a derecha, y a ellos no les agradaba el nuevo sistema de los escríbanos. Los escríbanos encontraron una solución que les permitiría a ellos escribir de izquierda a derecha, mientras que todavía permitiría que sus tablas sean leídas desde arriba hacia abajo. De forma ingeniosa, los escríbanos simplemente escribieron versiones de sus símbolos escritos que fueron robados en noventa grados. Escribiendo sus símbolos de manera lateral permitía que aquellos que leyeran las tablas de la forma antigua, de arriba hacia abajo, no fuesen incomodados. 

Eventualmente, la gente empezó a leer la escritura simbólica de la misma forma en que era escrita, de izquierda a derecha. Pero como ya estaban girados los símbolos, estos se volvieron todavía más abstractos, acelerando el proceso de transitar desde pictografía sencilla hacia caracteres cuneiformes. Abajo, vea la evolución del carácter cuneiforme que significa “cabeza”, desde una imagen sencilla dibujada alrededor del año 3.000 AEC hasta un carácter cuneiforme altamente abstracto casi mil años después.
Hoy, Uruk es mejor conocida como l ciudad del héroe antiguo Gilgamesh, como fue descrito en la Épica de Gilgamesh. Ese poema épico empezó como una serie de poemas compuestos alrededor de 2.100 AEC, aunque la versión sobreviviente más completa es considerablemente más reciente, de alrededor del siglo 12 AEC. 

Los académicos creen que una personal real llamada Gilgamesh probablemente reinó en Uruk en algún momento entre 2.800 y 2.500 AEC, y que llegó a ser descrito como un semidiós y como un héroe exuberante luego de su muerte. Gracias a la invención de la escritura, las personas hoy son capaces de gozar no solo de la literatura de Sumeria, sino de toda la producción literaria humana que va desde las obras de William Shakespeare hasta la ciencia ficción de Isaac Asimov.
Por ser la primera gran ciudad del mundo y el lugar de nacimiento de la escritura, la Uruk de la Era del Bronce merece ser reconocida como nuestro segundo Centro de Progreso. La escritura le dio a la humanidad una nueva herramienta de expresar su creatividad y la capacidad de intercambiar información a través de generaciones y alrededor del mundo. 

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 8 de mayo de 2020.



Centros de Progreso, 
Chelsea Follett destaca la innovación del alcantarillado y de la gestión de las aguas residuales en la ciudad de Mohenjo-Daro en el tercer milenio AEC.
Hoy presentamos la tercera parte de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org denominada Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ayudó a crear y definir el mundo moderno. Esta columna proveerá una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de avances cruciales en la cultura, la economía, la política, la tecnología, etc.

Nuestro tercer Centro de Progreso es Mohenjo-Daro, una ciudad en el Paquistán actual que fue pionera con nuevos estándares de saneamiento. La ciudad se cree que fue construida alrededor de 2.500 AEC, aunque el sitio ha sido habitado desde alrededor de 3.500 AEC. Mohenjo-Daro era el centro urbano más grande de la antigua civilización del Valle del Indo, cubriendo casi 500 hectáreas, y una de las primeras ciudades importantes del mundo.
El pueblo de la civilización del Valle del Indo inventó nuevos dispositivos para la oferta y saneamiento del agua que fueron los primeros de su tipo. Estos incluían las tuberías y un complejo sistema de alcantarillado. Los túneles debajo de Mohenjo-Daro cargaban los desperdicios de la ciudad hacia un estuario cercano. Casi todas las casas de la ciudad tenían baños y letrinas internas con drenajes, y la ciudad también mostraba su dedicación a la limpieza con un baño público grande utilizado para baños rituales. National Geographic ha considerado que su civilización gozaba de “el mejor alcantarillado del mundo antiguo”, de muchas maneras superando el sistema de alcantarillado de luego crearía la civilización romana.

Desde que la humanidad abandonó la caza y la recolección para vivir en asentamientos permanentes, nuestra especie se ha enfrentado a retos sanitarios relacionados con la higiene y la gestión adecuada de los deshechos. Desde la llegada de las ciudades, la humanidad ha permanecido vulnerable frente a las enfermedades que se propagan rápidamente, porque las enfermedades se propagan con mayor velocidad en poblaciones concentradas. Es particularmente cierto que sin un saneamiento adecuado y ante las enfermedades transmitidas por agua —como cólera, diarrea, disentería, hepatitis A, tifoidea, y varias enfermedades gastrointestinales— estas una vez fueron una causa común de muerte.
Los avances en el saneamiento han permitido a la gente que vivir cerca de otros en las ciudades con menos riesgos para su salud que en el pasado. En particular, la gestión segura de los deshechos para salvar la oferta de agua de la contaminación ha demostrado ser una innovación que realmente cambió el juego. Algunos han argumentado que los plomeros son los héroes desconocidos de la civilización

Hoy, Mohenjo-Daro es un sitio arqueológico impresionante en la provincia Sindh de Paquistán. El nombre del sitio significa “Montículo de los Muertos” en Sindhi. Solo una parte de la ciudad antigua ha sido excavada y gran parte de ella permanece escondida. Mohenjo-Daro ha sido designada como un sitio Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Ubicada en la ladera derecha del Río Indo, Mohenjo-Daro es la ciudad en ruinas más impresionante que permanece de la civilización del Valle del Indo. Las estructuras sobrevivientes de Mohenjo-Daro están hechas de ladrillos formados con arena roja, barro y piedras, prestándole a las ruinas un tono rojizo.

La civilización del Valle del Indo surgió en el territorio que se inundaba por los ríos Indo y Sarasvati, en lo que ahora es el Noroeste de la India y Paquistán, hace alrededor de 5.000 años. Los ríos inundaban los territorios dos veces al año de manera predecible, haciendo que la tierra sea fértil y permitiendo que el pueblo del Indo cultive todo desde el algodón hasta dátiles para respaldar a su creciente población.
Su prosperidad también fluía de evitar conflictos y de sus amplias redes comerciales. Establecieron una de las primeras relaciones comerciales de larga distancia en el mundo al intercambiar productos con los mesopotamios ubicados a casi dos mil millas al oeste, desde tan temprano como 3.000 AEC. Las exportaciones del Indo incluían especies como las cabezas de clavo de olor, productos de lujo como las cuentas de cornalina –artísticamente talladas con ácido, y posiblemente incluso ganado –como el búfalo de agua. Las importaciones de los mesopotamios incluían textiles y varios símbolos y leyendas artísticas —incluyendo aspectos de la leyenda que luego llegaría a ser conocida como la Épica de Gilgamesh. El pueblo del Indo también tenía lo que es considerado como un lenguaje escrito, ahora llamado escritura del Indo, la cual todavía debe ser descifrada por los académicos. 

Si hubiese podido visitar Mohenjo-Daro en su época, hubiese visto una ciudad ordenada y densa, con hogares de varios pisos y techos planos, todos formados de ladrillos de tamaño uniforme, parados en una grilla de calles perpendiculares. Las casas más grandes tenían hasta doce cuartos. Hubiese visto personas recolectando agua en jarrones decorados de cerámica en algunos de los numerosos pozos públicos y conversando, quizás discutiendo el arte. 
La evidencia arqueológica sugiere que los residentes de Mohenjo-Daro gozaban de formas de arte que van desde la escultura metálica hasta la danza. Usted podría haber observado a los niños jugando juegos, incluyendo juegos con dados, los cuales muchos historiadores creen que la gente del Indo inventó.
La población de la ciudad puede haber llegado a un pico máximo de 40.000 personas, similar a la población actual de Annapolis en Maryland. Los hombres probablemente portaban tela alrededor de sus cinturas, tal vez cosidos de una manera que se parece a los modernos pantalones dhoti, mientras que las mujeres usaban largas faldas o batas. La gente rica de ambos sexos portaba joyas con marfil, lapislázuli, cornalina, y cuentas de oro, así como también peinados y tocados elaborados. 

Caminando a través de la ciudad, hubiera observado que Mohenjo-Daro no tenía grandes templos, palacios, monumentos o tumbas reales. La sociedad de Mohenjo-Daro parece haber sido mucho menos jerárquica que las ciudades de los mesopotamios con quienes comerciaban. La gente de Mohenjo-Daro puede que no haya tenido rey o, si lo tuvieron, este tuvo poca autoridad. La falta de estructuras reales ciertamente sugiere la ausencia de un gobernante poderoso, aunque sigue siendo desconocido el tipo de sistema que gobernó la ciudad.
En lugar de un palacio, la estructura más grande en la ciudad fue un baño público inmenso y elevado. El Gran Baño de Mohenjo-Daro medía casi 900 pies cuadrados, con una profundidad máxima de casi 8 pies. Fue construido de ladrillos, con un piso de piscina elaborado de tres capas: ladrillos serruchos fijados en un mortero de gypsum, luego un sellado de asfalto, seguido de otra capa de ladrillos serruchos en un mortero de gypsum. 
El status del baño público como la estructura más grande e imponente de la ciudad sugiere que la gente de Mohenjo-Daro apreciaba sumamente la limpieza. Toda su ideología puede que haya estado basada en la limpieza, según el historiador Gregory Possehl de la Universidad de Pennsylvania. 

El baño público puede que haya sido un lugar sagrado, y los académicos creen que probablemente fue utilizado para los baños rituales. La gente no necesitaba usar el baño público para la limpieza diaria, porque cada una de las casas de la ciudad tenía lo que en ese entonces era una característica notable y pionera: prácticamente cada casa en la ciudad, desde la más grande hasta la más humilde, tenía un baño.
Estos cuarto solían ser pequeños, y cuadrados o rectangulares. En cada baño, el pavimento de ladrillo del piso era cuidadosamente construido para tener una pendiente hacia la esquina que contenía una letrina simple y un drenaje, así como también un área de limpieza con drenaje.
Los pisos inclinados ayudaban a asegurar el drenaje adecuado, y los ladrillos eran fijados de manera estrecha para prevenir que haya fugas. Alrededor de cada hoyo de drenaje los ladrillos estaban tan meticulosamente apretados entre sí que las uniones son casi invisibles. En algunos casos, los ladrillos estaban revestidos de una cama de escombros de cerámica para asegurar todavía más la resistencia a las fugas.

Las casas con baños en los pisos altos eran construidas con tuberías verticales terracota que enviaban los deshechos hacia el nivel de la calle. Las tuberías de barro horneado fueron fundidas con alquitrán para que no se filtre el agua. El pueblo del Indo fue el primero en tener tuberías internas, quizás desde tan temprano como 3.000 AEC. Las tuberías estaban posicionadas de tal manera que las aguas residuales fluían hacia las zanjas de drenaje que corrían a lo largo de cada avenida en la ciudad, y luego hacia los túneles subterráneos. Gracias a la invención de las zanjas de drenaje, la limpieza de las calles de la ciudad fue notable para el mundo antiguo. 
Conforme creció la población de la ciudad y la cantidad de deshechos que procesaba aumentaba, la gente mantuvo sus zanjas de drenaje funcionales elevando los muros de ladrillo alrededor de estas —para prevenir que los deshechos fluyan hacia las calles. La evidencia arqueológica sugiere que los muros crecieron gradualmente en tamaño para satisfacer las necesidades de la ciudad. Las zanjas y los túneles subterráneos de alcantarillado conectados a estas llevaban los deshechos lejos de la ciudad, protegiendo la oferta del agua de pozo de la contaminación.

Justo como los baños modernos, los baños de Mohenjo-Daro fueron utilizados para múltiples actividades de higiene personal, incluso para bañarse. Los artefactos sobrevivientes sugieren que sus habitantes se echaban agua con jarros de barro para ducharse, y utilizaban cepillos de cerámica similares a los estrígiles greco-romanos para limpiarse. En estos cuartos también utilizaban herramientas de cerámica de raspado para remover las cutículas y formar sus uñas. Algunas ruinas de baños contienen lo que parece ser residuos de aceite, sugiriendo que el baño también era el lugar donde los residentes de Mohenjo-Daro humectaban su piel con aceites. 
Algunas tradiciones parecen ser atemporales. Por ejemplo, la evidencia sugiere que los niños de Mohenjo-Daro jugaban con juguetes de baño igual que los niños de hoy. En lugar de patos de hule y botes de plástico, sus figuras de juguetes estaban hechas de cerámica. “Juzgando a partir de los números de modelos de cerámica que han sido encontrados en los drenajes, parecería que el hábito infantil de llevar cosas de juego al baño ha persistido durante miles de años”, según el arqueólogo británico Ernest Mackay, quien lideró la excavación de Mohenjo-Daro en las décadas de 1920 y 1930. 

Los niños eran probablemente los beneficiarios más importantes de la dedicación de Mohenjo-Daro a la higiene, aunque los baños de la ciudad y su sistema de alcantarillado fueron esenciales para la salud de toda su gente. Mientras que puede ser difícil de recordar para aquellos de nosotros que somos lo suficientemente afortunados como para dar por sentado el saneamiento moderno, los estándares de higiene a lo largo de gran parte de la historia de la humanidad han sido terribles. Las enfermedades asociadas con esta condición fueron responsables de las altas tasas de mortalidad, especialmente entre los niños.
El alcantarillado avanzado de Mohenjo-Daro sirve como un recordatorio de que el progreso no es constante o lineal. Muchas personas que vivieron miles de años después soportaron condiciones mucho menos higiénicas que aquellas que gozaron los habitantes de Mohenjo-Daro en el tercer milenio AEC. 
No fue hasta el siglo 19 que el saneamiento urbano se volvió algo común. Esos avances, junto con el descubrimiento de la teoría de los gérmenes, son las principales razones para el aumento dramático en la expectativa de vida de los humanos, según el economista ganador del Premio Nobel, Angus Deaton. Mientras que más personas ahora gozan de un saneamiento adecuado que en cualquier otro momento en la historia, incluso hoy, en zonas pobres del mundo, demasiadas personas viven con un saneamiento inadecuado y sus enfermedades relacionadas. 

Mohenjo-Daro se considera que fue gradualmente abandonada hace casi cuatro mil años atrás, cuando el río Indo cambió su curso y los agricultores ya no podían depender de este para irrigar sus cultivos. Hoy, Mohenjo-Daro es mejor conocida como la reliquia más grande de la enigmática civilización del Valle del Indo. Porque el sistema de escritura del pueblo del Indo es actualmente ilegible, muchos aspectos de esa civilización siguen siendo un misterio. La religión y el sistema de gobierno aparentemente sin rey de Mohenjo-Daro son desconocidos, así como también lo son las razones por las cuales eventualmente desapareció la civilización del Valle del Indo. 
Por desarrollar el alcantarillado y la gestión de las aguas residuales, Mohenjo-Daro se ha ganado su lugar como nuestro tercer Centro de Progreso. Sin baños y sistemas de alcantarillado, nuestras vidas serían mucho más cortas y menos higiénicas.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 21 de mayo de 2020.





Centros de Progreso, 
Chelsea Follett destaca la importancia de Nan Madol, ciudad que muestra el alcance de los primeros navegantes en la historia de la humanidad.
Hoy presentamos la cuarta parte de una serie de artículos publicados por HumanProgress.org (EE.UU.) denominados Centros de Progreso. ¿Dónde se da el progreso? La historia de la civilización es de muchas maneras la historia de la ciudad. Es la ciudad la que ha ayudado a crear y definir el mundo moderno. Esta columna le dará una breve introducción a los centros urbanos que fueron los sitios de grandes avances en la cultura, la economía, la política y la tecnología, etc. 

Nuestro cuarto Centro de Progreso es Nan Madol, una ciudad que muestra el lejano alcance de los primeros navegantes. Micronesia, donde Nan Madol fue eventualmente construida, empezó a ser establecida por los antiguos austronesios hace más de cuatro mil años atrás. Fueron estas personas quienes se cree que fueron los primeros humanos que inventaron navíos marítimos.
Su invención les permitió explorar y poblar gran parte de la región Indo-Pacífica durante la llamada Expansión Austronesia. La expansión llegó a su pico entre 3000 y 1000 AEC —aunque los Austronesios no llegaron a algunas islas de Polynesia hasta el año 1000 EC y puede que no se hayan asentado en Nueva Zelanda hasta alrededor de 1300 EC.
La ciudad de piedra de Nan Madol, construida alrededor de 1100 CE (con partes que datan quizás de tan temprano como el año 500 CE), hacia finales de la Era Austronesia de Descubrimiento, permanece como un testimonio del ingenio y del largo alcance de su exploración.
Antes de la llegada de los navíos marítimos, las personas no podían viajar más allá de las costas. Como tal, muchos territorios acogedores permanecieron sin ser habitados por seres humanos porque nadie podía llegar allí. Varias culturas crearon de manera independiente canoas esculpidas para viajar a lo largo de ríos, pero los océanos seguían siendo intransitables. 

Eventualmente, las personas llegaron a imaginar qué había más allá —al otro lado de los océanos. La invención de embarcaciones marítimas permitió que los antiguos Austronesios exploraran nuevos territorios y expandieran de manera literal los horizontes de la humanidad. 
La invención de embarcaciones marítimas probablemente fue un proceso gradual de mejorar los botes de río hasta que estos podían soportar las corrientes del mar abierto. Para las personas en ese entonces, el océano debe haber parecido un obstáculo desalentador como el espacio parece para nosotros, pero ellos persistieron. Algunos intentos tempranos de viajar fueron sin duda un fracaso, resultando en muchas vidas trágicamente perdidas en el mar. Pero cada vez que los exploradores exitosamente se aventuraban un poco más lejos de la costa y volvían sanos y salvos, su confianza aumentaba.

Los primeros y verdaderos navíos marítimos fueron los barcos estabilizadores: embarcaciones con flotadores de soporte lateral conocidos como estabilizadores, que estaban asegurados en ambos lados de la parte principal del barco. Los flotadores ayudaban a estabilizar el barco y prevenir que este se vuelque en las aguas agitadas del mar abierto. Los primeros barcos estabilizadores puede que hayan consistido de simples troncos o ramas caías de árboles, pero su forma fue refinada a lo largo de los años con la cuidadosa destreza para maximizar su estabilidad. Para conducir los barcos estabilizadores, los primeros navegantes muchas veces utilizaron velas tejidas con hojas pandanus resistentes a la sal.

Eventualmente, los navegantes desarrollaron catamaranes, o embarcaciones que tenían cascos paralelos en lugar de simples flotadores. Algunos catamaranes eran suficientemente largos como para cargar más de 80 personas, y podían soportar estar en el mar durante meses enteros.
Hoy, la ciudad de piedra en ruinas Nan Madol permanece en los islotes artificiales y elevados en la punta Este de la isla de Pohnpei, que es un área un poco más pequeña que la ciudad de Nueva York. La isla es ahora parte de los Estados Federados de Micronesia. Nan Madol ha sido designada Sitio Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Nan Madol significa “en el espacio entre las cosas”, en referencia a los canales que entrelazan los islotes. Las ruinas de la ciudad han sido parcialmente recubiertas con manglares y otras plantas, dándole a las ruinas un aura espeluznante. El conocido escritor de ficción H.P. Lovecraft se inspiró en las ruinas y diseñó la ciudad donde su famoso monstruo ficticio Cthulhu reside a imagen y semejanza de Nan Madol.

Los académicos discrepan acerca de precisamente donde se originaron los Austronesios, con teorías que van desde Taiwán hasta varias islas en el Sudeste Asiático. Pero cualquiera que sea su origen, las canoas estabilizadoras y los catamaranes de los Austronesios les permitieron esparcirse a lo largo del Pacífico, explorando y estableciendo asentamientos en nuevos territorios. Antes del la Edad del Descubrimiento en Europa en el siglo 16, los Austronesios fueron el grupo etno-lingüístico más esparcido, encontrándose en más de la mitad del planeta. Los restos de los asentamientos Austronesios se pueden encontrar en lugares tan distantes como Nueva Zelanda en Oceanía, Isla de Pascua en el Sudeste del Océano Pacífico cerca de Sudamérica, y en Madagascar en África.
Incluso conforme se esparcieron a lo largo de las mitad del mundo a lo largo de siglos, la población ampliamente dispersa de Austronesios mantuvo muchas cosas en común. Hablaban variaciones del mismo lenguaje, y compartían muchas de las mismas tecnologías y tradiciones, como los tatuajes en el cuerpo, las esculturas de jade, las construcciones megalíticas, casas en zancos, y varios motivos artísticos. 

Los Austronesios incluso practicaban una serie común de técnicas agrícolas y criaban muchos de los mismos animales, como pollos, chanchos, y perros, y cultivaban plantas similares. Estas incluían, banano, coco, frutipan, camote y malanga. Ellos transportaban las semillas y los animales en sus barcos durante sus migraciones a través del mar. Luego de que sus asentamientos alcanzaban su máximo grado de extensión hacia el este, introdujeron los boniatos de las de Sudamérica a las islas del Pacífico y en el Sudeste Asiático alrededor de 1000 EC-1100EC.
Entre los lugares que los Austronesios establecieron durante su expansión estuvieron las islas de Micronesia ubicadas en el Oeste del Océano Pacífico. Fueron los primeros seres humanos que habitaron ese lugar, dado que las remotas islas eran inalcanzables antes de la invención de embarcaciones con buen estado para navegar en alta mar. Se cree que en las islas de Micronesia como Pohnpei se asentaron por primera vez navegantes aventurándose desde las islas conocidas como Vanuatu y Fiji, en algún momento antes de 1000 AEC. La evidencia arqueológica y linguística sugiere que los colonos fueron subiendo por la cadena de islas.

Durante el pico de la Expansión Austronesia, a pesar de construir una variedad de impresionantes obras de arte megalíticas —como aquellas en el Parque Nacional Lore Lindu en la isla de Sulawesi en Indonesia, que datan de 2000 AEC— el pueblo Austronesio principalmente construyó sus hogares con materiales que se descomponen. Como resultado, no dejaron ciudades en ruinas bien preservadas de aquella época. 
En algún momento alrededor del año 1100 EC, los navegantes encontraron una razón para construir una ciudad de un material más duradero: la piedra. El sistema descentralizado basado en caciques de Micronesia había cambiado hacia una cultura más unificada y religiosa que giraba en torno a Pohnpei y el cacique de la isla. Ese cacique, quien estableció la dinastía Saudeleur y un sistema de reino absoluto, eligió construir una ciudad real y ceremonial de piedra debido al prestigio que el material confería. Las ruinas de Nan Madol han por lo tanto sobrevivido a través de siglos y nos ofrecen una ventana hacia las vidas de los Austronesios. La evidencia sugiere que Nan Madol fue la primera ciudad capital en el Pacífico que representaba la unidad bajo un solo cacique.

Los muros de la ciudad están construidas de basalto cortado en la forma de troncos entrelazados —quizás una herencia de las técnicas de construcción con madera que la cultura había practicado antes de cambiarse a la piedra como un material de construcción. Las paredes encierran un área de casi cinco mil pies de largo y casi dos mil pies de ancho. El peso total de las columnas de basalto o troncos que tenían que ser transportados para construir la ciudad se estima en alrededor de 750.000 toneladas métricas.
Eso significa que para construir Nan Madol, las personas de Pohnpei movieron un promedio de 1.850 toneladas al año durante cuatro siglos. Dado que la isla tenía una población de menos de 30.000 personas, esta fue una gran hazaña. El método que utilizaron para mover las piedras sigue siendo un misterio. “No está mal para personas que no tenían poleas, palancas ni metal”, señaló Rufino Mauricio —un arqueólogo que trabaja en el sitio Nan Madol y que está afiliado con la Oficina de Archivos Nacionales, Cultura y Preservación Histórica de los Estados Federados de Micronesia. 

Si pudiera visitar Nan Madol en su momento de máximo esplendor, le impresionaría la manera en que los barcos actuaban como una parte vital de la ciudad. La ciudad contenía casi 100 islotes o plataformas artificiales elaborados por hombres con piedra o corales, los cuales están entrelazados con canales de marea. Los canales de Nan Madol servían como carreteras mediante las cuales la gente viajaba alrededor de la ciudad, utilizando canoas de madera. La ciudad por lo tanto es apodada la “Venecia del Pacífico”. Es la única ciudad antigua que fue construida sobre un arrecife de coral. 
Levantando su mirada más allá de los canales, vería una ciudad afluente conteniendo palacios de piedra, templos, morgues y hogares residenciales para la nobleza de la sociedad. La ciudad estaba construida en parte para servir un enclave en el que residía el cacique y la nobleza. Usted hubiese notado inmediatamente que la mayoría de los cerca de mil residentes eran o individuos de un status alto, profusamente adornados con joyas tales como collares y anillos de brazo, o sus sirvientes. Los muros rodeando la ciudad actuaban como refuerzos para proteger a los habitantes de alto status. 

Pero Nan Madol también era el hogar de un creciente mercado urbano en el cual podía comprar productos que iban desde conchas y cristales de cuarzo hasta cerámicas peculiares. También hubiera visto mercaderes ofreciendo cañas y señuelos para la pesca, herramientas de piedra y de concha, y collares de cuentas cuidadosamente tallados. La evidencia sugiere que el mercado también puede haber vendido perros y tortugas como mascotas. Los puestos de comida probablemente vendían chancho, aves, pescado, arroz, copra, banano, frutipan y malanga —entre otros alimentos.
Ningún alimento era cultivado en Nan Madol en sí. En cambio, la ciudad servía como un centro de comercio para obtener alimentos y otros productos transportados en barcos desde otros lugares del cacicazgo. Nan Madol también era un importante centro espiritual y el sitio de muchas ceremonias religiosas, como la ceremonia anual de reparación en la cual los sacerdotes ofrecían una tortuga cocinada a las anguilas de agua salada (las anguilas eran consideradas sagradas). Adicionalmente, Nan Madol era el lugar de la diplomacia y de importantes reuniones políticas.

Luego de expandir su territorio hasta cubrir la mitad del mundo, los Austronesios misteriosamente dejaron de viajar y se asentaron permanentemente en lugares como Nan Madol. Según la leyenda, Nan Madol fue fundada por unos hermanos gemelos que llegaron a Pohnpei en barco desde una isla desconocida, buscando un lugar para construir un altar de tal manera que podrían alabar al dios de la agricultura. Esa leyenda refleja el fin de la era de los viajes y la transición hacia un estilo de vida estacionario y agrícola.
Hoy, Nan Madol es mejor conocida como el asiento del poder durante la dinastía de los caciques Saudeleur, quienes gobernaron desde alrededor de 1100 hasta alrededor de 1628. Según las historias orales desde Pohnpei, la dinastía se volvió cada vez más opresiva con cada generación, conforme cada nuevo cacique buscaba reemplazar la cultura Pohpeia con un sistema de control social cada vez más abusivo y centralizado. El reino del último cacique fue tan cruel que desató un descontento masivo.
Las historias orales relatan que la dinastía acabó cuando el cacique tirano fue derrocado (con el respaldo total de la población local) por Isokelekel —un héroe y guerrero semi-mítico. Se decía que él era un semi-dios de la vecina isla Kosrae en Micronesia y llegó al poder en el siglo 16 o 17 AC. Sus sucesores abandonaron Nan Madol a principios del siglo 19.
La invención de los viajes marítimos fue un avance revolucionario en la historia de la transportación. Al mostrar el lejano alcance de los primeros navegantes, Nan Madol ha ganado su lugar como nuestro cuarto Centro de Progreso. El mismo espíritu de descubrimiento que llevó a las personas a salir al océano en búsqueda de nuevos territorios, eventualmente guío a nuestra especie a desarrollar los viajes aéreos y espaciales, y puede que algún día ese espíritu lleve a la humanidad a caminar por otros planetas. 
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 5 de junio de 2020.