EL Rincón de Yanka: 🐑🐑🐑 ¿Cómo nacen las dictaduras y los fanatismos? ¿CÓMO FUE POSIBLE QUE LOS ALEMANES SIGUIERAN A HITLER E HICIERAN TANTAS ATROCIDADES TAN FÁCILMENTE?

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miércoles, 29 de agosto de 2018

🐑🐑🐑 ¿Cómo nacen las dictaduras y los fanatismos? ¿CÓMO FUE POSIBLE QUE LOS ALEMANES SIGUIERAN A HITLER E HICIERAN TANTAS ATROCIDADES TAN FÁCILMENTE?



¿Cómo nacen las dictaduras?

¿CÓMO FUE POSIBLE QUE LOS ALEMANES SIGUIERAN A HITLER E HICIERAN TANTAS ATROCIDADES TAN FÁCILMENTE? 


¿De qué manera una sociedad tan sofisticada como la alemana fue capaz de respaldar las atrocidades cometidas por el régimen nazi? Es imposible exentar al pueblo de la responsabilidad, argumentando que nadie sabía lo que pasaba. La gran mayoría lo sabía, sí, y pruebas de esto no faltan. Entiende por qué la sociedad alemana, que produce tantos filósofos y artistas, apoyó la locura de Hitler y sus secuaces.

Una prueba de que la sociedad sabía lo que pasaba es la inauguración de Dachau, el primer campo de concentración construido por los nazis, anunciada en 1933 en una entrevista colectiva. O sea, es imposible escudarse en el hecho de que el régimen ocultaba los hechos y mantenía a la sociedad ignorante sobre los crímenes que se estaban llevando a cabo.

“Tan solo en el estado de Hessen existían más de 600 campos, con un promedio de un campo por cada 15 km cuadrados”, afirma el historiador estadounidense Daniel J. Goldhagen, autor del libro Los verdugos voluntarios de Hitler. “Y Berlín, la capital del Reich, tenía 645 campos dedicados de forma exclusiva al trabajo forzado”. Una red de este calibre no existiría sin la venia de la sociedad – pasando por el burócrata que declaraba las sentencias de muerte, el maquinista del tren que transportaba prisioneros o la manicurista que delataba a sus clientes “sospechosos” con la Gestapo – la policía secreta del Reich. La explicación para este fenómeno puede resumirse en 7 motivos:

7 – El Tratado de Versalles

El acuerdo de paz que fungió como punto final para la Primera Guerra Mundial forzó a los alemanes a asumir todos los costos del conflicto. Al firmarlo, en 1919, el país tuvo que ceder el 13% de su territorio, 75% de sus reservas de hierro y 26% de las de carbón, además de todas las colonias. Los alemanes no se imaginaban unas condiciones tan rigurosas y se sintieron humillados.
“La incapacidad psicológica alemana para aceptar la derrota y las indemnizaciones originó un terreno extremadamente fértil para el crecimiento de un nacionalismo radical, donde el nazismo sería su manifestación más extrema”, asegura el historiador argentino Andrés Reggiani.

6 – Sentimiento nacional

Desde el siglo XIX, los sucesivos líderes alemanes habían promovido un ardiente nacionalismo entre el pueblo. El primero de ellos fue el canciller prusiano Otto von Bismarck, que inventó la identidad alemana, unificó Alemania y fundó el 2º Reich.
Adolf Hitler siguió los mismos ideales, convenciendo a las masas de que Alemania estaba amenazada por enemigos internacionales poderosos. “El Führer evocaba a la figura mística de Federico I Barbarroja, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (el 1° Reich, de 962 a 1806)”, dice la historiadora alemana Marlis Steinert, biógrafa de Hitler. “Quería expandir el territorio y prometía que el 3º Reich les traería de vuelta su pasado como gran potencia”.

5 – La aversión a la democracia

Los alemanes nunca aceptaron la República de Weimar (1919-1933), el régimen democrático que sustituyó al imperio tras la Gran Guerra. Casi de inmediato, sus representantes fueron responsabilizados por las humillantes condiciones impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles. El Partido Social Demócrata intentó mantener la democracia, pero no tenía apoyo. “Todas las demás fuerzas políticas eran favorables con un Estado autoritario, asegura Steinert.
Los nazis aprovecharon esto para convencer a la población de que la democracia era desestabilizadora. “Muchos alemanes anhelaban el regreso de un líder a la altura de Bismarck”, asegura el historiador Robert Gellarely. “En Hitler vieron a un hombre capaz de tomar las riendas del país para restaurar el orden”.

4 – La política económica

El pago de las indemnizaciones impuestas por el Tratado de Versalles y la Gran Depresión dio pie a un estado de agitación en toda Alemania. El índice de desempleo alcanzaba casi el 30%. Hitler encontró en esta situación una gran oportunidad. Por eso, una vez que llegó al poder en 1933, adoptó una política de incentivo a la industria basada en la producción de bienes de consumo y en mejoras de la calidad de vida para las clases más desfavorecidas.
Con estas oportunidades nacieron productos como el icónico modelo Escarabajo de la Volkswagen (“el auto del pueblo”). “Cuando veían hacia atrás, los alemanes solo encontraban crisis”, dice Gellately. “Hitler les regresó el empleo e hizo que las cosas volvieran a funcionar”.

3 – El carisma de Hitler

El nazismo no habría llegado a tanto sin el liderazgo carismático de Hitler, un sujeto que embobecía a las multitudes en sus mítines y con un poder de convencimiento difícil de igualar. “En el podio, encarnaba el mito del ‘cuerpo’ de Alemania, cuyo sistema circulatorio eran las masas que aplaudían con devoción”, filosofa el cineasta Peter Cohen en el documental The Architecture of Doom.
Ese carácter mesiánico de Hitler fue bien explorado por su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, que controlaba los medios de comunicación alemanes. Todo giraba en torno a la fuerte personalidad del Führer.

2 – El terror

El temor hacia los órganos de represión ayudó a mantener el silencio de la sociedad alemana ante las atrocidades cometidas por el régimen nazi. Pero el clima de terror no siempre fue generalizado. Al comienzo, la mayoría de los ciudadanos no se sentía amenazada e incluso colaboraba en la persecución de judíos y comunistas. “La Gestapo no habría sido tan eficiente sin la ayuda de los ciudadanos”, dice el historiador Eric A. Johnson, autor de Nazi Terror. “Entre 1933 y 1939, 41% de los procesos contra judíos en la ciudad de Krefeld fueron motivados por denuncias civiles”.
En otras ciudades pasó lo mismo. “Es decir, en los primeros años el control nazi no inspiró temor, sino confianza. A Hitler le preocupaba el apoyo popular y construyó una dictadura basada en el consenso. Era tan importante la opinión del pueblo que reculó cuando la población salió a las calles para manifestarse contra la retirada de crucifijos de las escuelas y contra el programa de eutanasia. El terror se generalizó con el inicio de la guerra, cuando el nazismo mostró su lado más cruel”.

1 – El racismo

Hitler se valió de un antisemitismo arraigado desde hacía siglos en Europa. La cristiandad medieval había difundido el mito de que los judíos eran aliados del diablo, no tenían patria y querían dominar el mundo. Pero esta discriminación fue moldeada según los propósitos que perseguía el Führer durante el régimen nazi: dejó de tener una base religiosa para asumir un carácter racial. Así, la naturaleza “degradante” de los judíos empezó a ser entendida como inmutable, ya no era suficiente con convertirlos.
La propaganda del régimen enseñaba que encerrar y asesinar a los judíos, así como a los gitanos y otras “razas parasitarias”, eran medidas de saneamiento, como quien extermina ratas y bacterias. La población le compró la idea a Hitler. “Movidos por el antisemitismo”, dice el historiador Daniel J. Goldhagen, “los perpetradores del nazismo estaban convencidos de que poner fin a los judíos era justo, correcto y necesario”.




Así nacen las dictaduras


Como funciona el fanatismo en el cerebro
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Disonancia cognitiva, neuronas atrofiadas por repetir una mentira para amoldar la realidad a su conveniencia, el fanático en verdad cree lo que dice por más pruebas que le des en contra.