EL Rincón de Yanka: 🐃 LEYENDA ARIKARA (TANISH): LOS PÁJAROS DE FUEGO Y EL MONSTRUO DE LAS AGUAS

inicio














viernes, 31 de agosto de 2018

🐃 LEYENDA ARIKARA (TANISH): LOS PÁJAROS DE FUEGO Y EL MONSTRUO DE LAS AGUAS

ARIKARA (TANISH)
🐃
La Creación   Nesaru, el Gran Espíritu del cielo, a veces llamado el Gran Misterio, fue el maestro de toda la creación.Bajo el cielo, en una enorme masa de agua, dos patos nadaban eternamente. Nesaru los convirtió en dos hermanos: el Hombre-lobo y el Hombre-afortunado, los hizo saltar a tierra firme, donde Hombre-lobo creó las Grandes Llanuras y Hombre-afortunado las colinas y montañas.Encontraron dos arañas a las que enseñaron como reproducir, entonces ellas crearon a los seres humanos y muchos tipos de plantas y animales; también una raza de "Gigantes del mal". Entonces Nesaru, produjo una gran inundación que destruyó a los gigantes, sin dañar a los nuevos hombres.

Arikara


En contra de lo que parece por la mayoría de películas, no todos los aborígenes eran cazadores trashumantes ni vivían en tipis o tiendas de pieles. Muchos, como los propios pawnee y los arikaras, además de sus vecinos, los mandans, hidatsas, cuervos y caddos, eran sedentarios o seminómadas. Cultivaban maíz y vivían en cabañas de madera y tierra. La mayoría de ellos fueron diezmados por los sioux antes de la colonización de los blancos. Los pawnee y los arikaras se vengaron a su vez ayudando al Ejército en las campañas contra los lakotas Nube Roja, Toro Sentado y Caballo Loco. Sólo Custer llegó a tener 40 exploradores arikaras en el 7º de Caballería.


Los sioux envidiaban dos codiciadas posesiones de aquellos a quienes despectivamente llamaban “comedores de barro”: los caballos y las armas de fuego. Las tribus originarias del Misuri conseguían estas riquezas gracias a sus trueques con los tramperos, que llegaron a sus tierras en busca de castores. Entre el siglo XVIII y el XIX Europa importó toneladas y toneladas de pieles de este animal, que padeció una suerte similar a la de los bisontes. Hasta los zares tenían gorros de castor. Pero este comercio fue en realidad el germen de la Némesis para todos los indios: el encuentro con los blancos se convirtió a la larga en un encontronazo. Iñárritu refleja el comienzo de ese ocaso, cuando las balsas de las compañías comerciales remontaban el Misuri y los tramperos permanecían meses en las Rocosas, cazando, negociando o masacrando a los indios, que a veces se aliaban con los francocanadienses para luchar contra otros blancos o contra tribus enemigas.
Los arikara (también sahnish, arikaree o ree) son una tribu aborigen que habla una de las lenguas caddoanas (hoka-sioux), cuyo nombre proviene del pawnee «pariki» (cuerno), pero que se hacían llamar «tanish» (los hombres). Vivían en el curso superior del río Misuri, entre el río Cheyenne (Dakota del Sur) y Fort Berthold (Dakota del Norte). Actualmente comparten la reserva de Fort Berthold con los hidatsa y los mandan.
Hacia 1700 eran unas 4.000, posiblemente junto con omaha y mandan, ya que la expedición de Lewis y Clark en 1804 los cifró en 2.600, pero quedaron reducidos a 700 en 1860 y a 682 en 1950. Aumentaron a un millar en 1980, de los cuales 200 hablaban su lengua caddo, y posiblemente eran unos 2.000 en 1990.

Costumbres
Se les consideraba expertos cultivadores de maíz, con el cual comerciaban para obtener carne y mantas. También cultivaban guisantes, calabazas, tabaco y girasol, trabajo encargado a las mujeres, mientras que los hombres cazaban uapitíes, ciervos y búfalos. Asimilaron algunos elementos de las civilizaciones de las llanuras, pero eran sedentarios y conocidos como «comedores de maíz».
Vivían en ciudades semipermanentes de casas cubiertas de tierra y llevaban gorros de piel de nutria. Las actividades del poblado eran controladas con referencia a una maza sagrada que estaba en manos de un sacerdote. Este oficio y el cargo de caudillo tendía a mantenerse en posesión de unas pocas y primordiales familias.
Los cargos más modestos se asociaban con la organización militar, la danza y las sociedades curativas, como la Hermandad del Bisonte. Junto con otras tribus de la llanura, practicaban la autotortura como prueba de virilidad en ceremonias tribales de la danza solar.

Historia
Su pasado, como el de las otras tribus caddo, se relaciona con la cultura de los Mount Builders del curso bajo del río Misisipi. Se separaron de los skidi pawnee en el siglo XVIII, y emigraron hacia el Norte, a la región del curso superior del río Misuri, junto con los mandan e hidatsa. En 1804, les visitó la expedición de Lewis y Clark, después de que por la Compra de Louisiana de 1803 su territorio pasara a soberanía de los EEUU.
Fueron un obstáculo para la colonización blanca. Una lucha contra los comerciantes que acabó con la muerte de 13 de ellos a manos de Pawnee y a Arikara en 1823, y que dio como resultado la primera campaña norteamericana contra los indios. Además de la guerra, una epidemia de viruela en 1831 les redujo notablemente.
Por este motivo, en 1851 fueron al río Heart, y en 1860, junto con hidatses y mandans, a Fort Berthold, donde se federaron en 1870 y donde en 1885 fueron diseminados en granjas individuales. En 1950, la construcción de la presa Garrison y el hecho de encontrar petróleo en Willinston Basin les forzó a buscar un nuevo hogar.

Bibliografía
Campbell, Lyle. (1997). American Indian languages: The historical linguistics of Native America. New York: Oxford University Press. ISBN 0-19-509427-1.
Mithun, Marianne. (1999). The languages of Native North America. Cambridge: Cambridge University Press. ISBN 0-521-23228-7 (hbk); ISBN 0-521-29875-X.


Los pájaros de fuego y el monstruo de las aguas 
Leyenda de la tribu de los arikara 

En un lugar agradable, allí donde la grulla se yergue entre las cañas, vivía en otros tiempos un valiente dotado de dones sobrenaturales. Un genio bueno le había regalado cuatro flechas mágicas: una negra, una roja, una amarilla y una blanca. Esas flechas terapéuticas* daban siempre en el blanco a cualquier distancia. El buen cazador, que era también un valioso guerrero, no empleaba normalmente más que la flecha blanca y amarilla. Un día mato un ciervo.

Encendió un fuego y cocinó una pata del animal. Después de comer , se tumbó para dormir un rato. Mientras dormía, dos Pájaros de Fuego salieron de las nubes y le llevaron lejos hacia el Oeste. Le depositaron en la cumbre de una elevada montaña. Al despertar, el valiente se dijo que nunca había estado en aquella tierra. Quiso descender al valle pero no encontró sino precipicios y paredes abruptas. Repentinamente, se produjo un ruido de huracán y la montaña se estremeció...

Era el jefe de los Pájaros de Fuego que volaba hacia él. Sé posó a su lado y el dijo: - No temas. No te deseo mal alguno. Quédate entre nosotros y seré tu abuelo. Eres un cazador valeroso y, según parece, tienes unas flechas muy buenas. ¡En breve tengo que librar una dura batalla y tu me ayudarás!

El valiente, encantado y satisfecho, preguntó qué tendría que hacer. El pájaro explicó: - Sabrás que a los Pájaros de Fuego les corresponde luchar contra los Espíritus de las Tinieblas, tú tendrás que combatir junto a nosotros. Mi familia y yo vivimos desde siempre en la cima de esta montaña, pero nos es imposible criar a nuestros pequeños.

Todos los años surge un monstruo de las profundidades del lago y viene a devorarlos. El Monstruo de las Aguas tiene dos cabezas y todo el cuerpo recubierto por gruesas conchas de sílex, por lo que nuestras flechas-relámpago no le hacen ningún daño. ¡Ayúdanos a matar a ese monstruo y te convertirás en hermano de todos los pájaros de la tierra y ellos te protegerán! El Pájaro de Fuego condujo al valiente a su nido mostrándole sus seis crías que piaban de hambre. -Mira, todavía son pequeños, pero en cuanto les salgan las plumas el monstruo vendrá a comérselos.

El valiente tomó un puñado de granos de maíz de su cinturón y se los ofreció a los hambrientos. A partir de entonces llevaba a los pequeños Pájaros de Fuego toda la caza que mataba. Un día el padre y la madre de los pajarillos le dijeron: -Eres muy amable con tus jóvenes parientes. Se acerca el momento de la venida del Monstruo de las Aguas. Vamos a apostarnos en esta montaña; desde abajo podremos vigilarle mejor. A la salida del sol del segundo día una terrible tempestad anunció la llegada del monstruo. Las aguas del lago empezaron a hervir y les envolvieron espesas nubes de vapor. A continuación aparecieron dos enormes bolas redondas, escamosas y horribles. ¡Eran las dos cabezas del monstruo! Cuando las cabezas se pusieron a escalar el flanco de la montaña, los Pájaros de Fuego se echaron en picado sobre ellas entre un ruido atronador. Los ojos de los Pájaros de Fuego lanzaban chispas. Golpearon al monstruo mientras crepitaban miles de destellos. ...Pero nada consiguió hacer mella en la corona del Monstruo de las Aguas que continuó trepando y llegó al borde del nido. Los Pájaros de Fuego, alarmados, gritaron al valiente: -¡Tira ahora si quieres ayudarnos! El piel roja sacó su flecha negra del carcaj y la colocó en el arco. Esperó a que se abriera una fauces roja y , en el momento en que iba a tragarse a un pajarillo, disparó a la garganta.

- Toma -gritó-. ¡A ver si tragas esta medicina! Se oyó un crujido terrible. La repugnante cabeza voló hecha pedazos pues, en realidad, la flecha negra era un arce del bosque. Pero ya la segunda cabeza se aproximaba al nido. El valiente disparó su flecha roja rugiendo: -¡Ahí va otra medicina que te va a gustar!
La segunda cabeza explotó como la primera, pues la flecha roja era un gran pino de la montaña. El cuerpo del Monstruo de las Aguas cayó rodando por la pared rocosa con un ruido atronador y desapareció en el lago. Entonces empezaron a llegar millares de pájaros de los cuatro rincones del mundo. Revoloteaban para demostrar su alegría. El jefe de los Pájaros de Fuego dijo: -Has salvado a nuestros pequeños. De ahora en adelante todos los que están aquí te protegerán ante el peligro.

¿Quieres que volvamos a llevarte a tu país? El piel roja reflexionó un instante y declaro: -¡No! Prefiero seguir matando monstruos. Desde ese día el valiente se dedica a recorrer la tierra. Con sus cuatro flechas mágicas combate a los Espíritus de las Tinieblas y los indios pueden dormir en paz.





Indian Paint (Arikara)