EL Rincón de Yanka: octubre 2012

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miércoles, 31 de octubre de 2012

"VERBO" DEL RAPPERO NACH





La prueba de que existes con un grito eterno...
La voz que nace y te hace atravesar el tiempo...
La esencia que te diferencia, y te hace brillar...
Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo...
Tú tienes el más grande poder que nos fue dado...
La Palabra, que libera afectos encadenados...
Atrévete a cambiar... tu mundo.



martes, 30 de octubre de 2012

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TRIBUTO A LA MADRE TERESA DE CALCUTA









 




lunes, 29 de octubre de 2012

LA SINDÉRESIS: UNA DE LAS DOS RAZONES PARA CONOCER LA VERDAD

"Lo que uno tiene por sí mismo,
lo que le acompaña en la soledad
sin que nadie se lo pueda dar o quitar,
esto es mucho más importante
que todo lo que posee
o lo que es a los ojos de otros".
Schopenhauer

  Elogio del horizonte, Chillida

El Conocimiento del Bien:
Sindéresis, Sabiduría, Prudencia y Fe

Para poder hacer el bien, antes hay que conocerlo. El conocimiento del bien es espontáneo y natural al hombre, pero requiere y espera su progresivo perfeccionamiento mediante las virtudes intelectuales, que se estudian en este capítulo:
el hábito natural de la sindéresis (1); la sabiduría, como integradora de todos los conocimientos y artes o técnicas (2); y la prudencia, que nos proporciona el conocimiento práctico sobre las acciones concretas (3).
Pero las virtudes humanas no bastan para los hijos de Dios llamados a ser otros Cristos, a penetrar en la intimidad misma de Dios: se requiere la gracia santificante, que, con la fe y los dones del Espíritu Santo, perfecciona la razón y transforma las virtudes anteriores, otorgando al cristiano una capacidad de conocimiento antes insospechada (4).

Por último, dedicaremos una breve reflexión a la virtud que regula el deseo de conocer la verdad: la estudiosidad o estudio (5).

1. El comienzo y desarrollo de la vida moral: la sindéresis

La razón conoce la verdad y el bien gracias a dos hábitos intelectuales básicos: el entendimiento (intellectus) y la sindéresis. Por medio del entendimiento, la razón, en su función especulativa, conoce las verdades teóricas más básicas; por medio de la sindéresis, en su función práctica, conoce las primeras verdades sobre el bien, es decir, los principios morales evidentes (1). La sindéresis –como el entendimiento- no es propiamente una virtud, porque no es un perfeccionamiento ulterior de la razón, sino más bien un hábito innato, la capacidad primera del hombre para percibir el bien que le es propio.

1.1. ¿En qué consiste la sindéresis?

El término sindéresis procede del griego synteréo, que significa observar, vigilar atentamente, y también conservar. Para santo Tomás equivale a razón natural (2).

Es un hábito que constituye el núcleo de la razón práctica. Gracias a él, la razón, de modo natural, conoce el bien y preceptúa su realización. Por eso, el hombre no es indiferente ante el bien y el mal, sino que experimenta de modo natural que debe amar el primero y evitar el segundo.

—Es un hábito cognoscitivo: su función propia consiste en juzgar la conducta para indicar a la persona lo que debe obrar. Puede decirse por ello que la sindéresis es el primer nivel de la conciencia moral, la protoconciencia.

—Es un hábito prescriptivo: no sólo proporciona un conocimiento teórico del bien, sino también práctico; es decir, no se conforma con señalar el bien y el mal, sino que además prescribe o manda hacer el bien y prohíbe hacer el mal.

Como veremos, la sindéresis puede juzgar y mandar el bien porque conoce de modo natural y habitual los fines virtuosos que la persona debe perseguir y, por tanto, los primeros principios de la ley moral natural.

Se trata de un hábito natural. Esto quiere decir que la persona está dotada de este hábito naturalmente, de modo inmediato, por el Creador (3). No es un hábito adquirido como consecuencia de la repetición de actos (4).

De su carácter natural se desprenden dos consecuencias. La primera es que la sindéresis es una luz inextinguible: permanece siempre en el hombre, aunque éste pueda oscurecerla a fuerza de no seguir sus indicaciones. En este sentido, la sindéresis representa un punto de esperanza, porque siempre está ahí para hacer oír su voz a quien quiera rectificar su vida moral. La segunda es que no yerra nunca. Los errores morales no se deben a la sindéresis, sino a otras causas. La sindéresis señala siempre y a todos los hombres el verdadero bien.

1.2. El comienzo de la vida moral

La importancia de la sindéresis radica en que constituye el comienzo y, a la vez, la guía natural de toda la vida moral de la persona.

La vida moral puede nacer y desarrollarse porque gracias a la sindéresis, de modo natural, la persona conoce el bien y el mal, y no sólo lo conoce, sino que se siente llamada a amar el primero y a evitar el segundo: el bien conocido no es algo que esté ahí, sin más, ante lo que la persona pueda permanecer indiferente. Por el contrario, la sindéresis presenta el bien como algo que interpela a la persona exigiéndole una respuesta personal, y de este modo constituye el arranque de toda la vida moral (que tiene también otros supuestos, como la tendencia natural de la voluntad al bien o voluntas ut natura).

La sindéresis es el origen del deber moral, que no es otra cosa que el bien en cuanto mandado por la sindéresis. La sindéresis manda hacer el bien porque es un bien: el deber moral, por tanto, se funda en el bien que es propuesto como debido por la sindéresis. En consecuencia, todo el bien en su conjunto (alcanzar la perfección) es un deber para el hombre. Por eso no tiene sentido dividir la vida moral en dos niveles: el de lo debido (como un primer nivel obligatorio para todos), y el de lo perfecto (un nivel superior para los que “libremente” quieran aspirar a la perfección moral).

Ante el bien que le interpela como algo que debe hacer, la persona adquiere conciencia de su libertad, porque se da cuenta de que depende de ella y sólo de ella hacerlo o no. A la vez, experimenta que su libertad no es absoluta, porque el bien la reclama de modo absoluto, sin condiciones. Su respuesta es libre, pero su respuesta libre es la respuesta a una llamada absoluta, es un deber.

Cuando la persona responde positivamente al deber reconoce, a la vez, que ella no es un absoluto, y que existe un absoluto que la interpela absolutamente. Se puede decir, por eso, que el supuesto de la respuesta positiva al bien es la humildad: que consiste en reconocer la verdad del propio ser y la verdad del ser absoluto, y que la respuesta positiva al deber es el comienzo de la apertura al Absoluto.

Es importante subrayar que el deber moral nace de la razón práctica, concretamente de la sindéresis, y no de la razón teórica. La razón teórica concibe los objetos como objetos de saber: A es A; la razón práctica, en cambio, como objetos de realización, es decir, como bienes: debo hacer A. Este comienzo de la vida moral vacía de contenido la objeción de que la moral no tiene fundamento porque no se puede pasar del ser al deber ser. En efecto, el deber no se puede deducir del ser. Pero, como se ha visto, el comienzo de la vida moral es la sindéresis, virtud de la razón práctica, no el entendimiento, virtud de la razón teórica.

1.3. Guía genérica de la vida moral: la protoconciencia

Como afirma San Agustín, «en nuestros juicios no sería posible decir que una cosa es mejor que otra, si no estuviese impreso en nosotros un conocimiento fundamental del bien» (5). Sobre esta noción de bien, que es lo primero que se alcanza por la aprehensión de la razón práctica, se funda el primer principio o verdad moral (6). Este principio fundamental, recto, permanente e inmutable, puede enunciarse así: “El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”. Gracias a él es posible orientar y guiar toda la vida moral, porque examina y juzga todas las acciones de la persona, se opone a todo lo malo y asiente a todo lo bueno (7).

Gracias a la sindéresis, la persona cuenta, en su propia naturaleza, con un guía infalible y permanente para discernir el bien del mal, y para orientar hacia el verdadero bien su pensamiento, su querer y sus afectos.

Sin la sindéresis «no habría racionalidad alguna, sino solamente tendencias ciegas, condicionamientos afectivos, convenciones sociales, coerciones de la sociedad internalizadas por los individuos, la ley del más fuerte; no habría autoridad alguna que no fuese siempre una amenaza para la libertad; no habría vida práctica. No habría tampoco diferencia alguna entre “bien” y “mal”, a no ser la establecida por quien poseyese el poder necesario para imponer su modo de trazar dicha diferencia entre nosotros. Una razón sin “naturaleza” sería una razón carente de toda base y desorientada. Sería un mero instrumento para cualquier fin» (8).

De todo lo dicho se desprende que la sindéresis es el primer nivel de la conciencia moral, la protoconciencia. La conciencia moral propiamente dicha no es un hábito, sino un acto, un juicio de la razón práctica sobre la bondad o maldad de una acción concreta; supone la ciencia moral; no es infalible, puede errar; pero sin este primer nivel infalible y permanente, carecería de la orientación fundamental para poder juzgar la bondad o malicia de las acciones. El relativismo moral suele afirmar que la conciencia habla de modo distinto a los distintos pueblos y culturas: a unos les dice que el canibalismo es bueno y a otros que es malo. Esto es cierto, pero referido al juicio de la conciencia, donde cabe el error, no a la sindéresis. La sindéresis habla del mismo modo a todos los hombres (9).


1.4. La sindéresis y los fines de las virtudes

La sindéresis no podría regular la conducta de la persona si sólo señalase y preceptuase el bien moral en general, porque el bien moral adopta diversas formas, según los bienes a los que tienden las diversas inclinaciones naturales de la persona, que deben ser integrados en el bien de la persona como totalidad.

La sindéresis no sólo conoce y preceptúa el primer principio práctico (“el bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse”), que es el fundamento de toda la vida moral; también señala y preceptúa los fines de las virtudes que la persona debe perseguir (10), cuando quiere los bienes a los que tiende de modo natural. En consecuencia, dirige la vida moral según las verdades fundamentales de la ley natural. Veamos esto con más detenimiento.

El hombre está naturalmente inclinado a ciertos fines: la conservación de la vida, su transmisión a través de la unión del hombre y la mujer, la convivencia, el conocimiento de la verdad, etc. Estos fines no se deben perseguir de cualquier manera; sólo son bienes para el hombre en cuanto son conocidos y regulados por la razón, en cuanto son integrados por la razón en el bien de la persona. En efecto, es la razón la que determina cuál es el modo “razonable” de buscar y realizar los bienes de las inclinaciones naturales para que contribuyan al bien de la persona.

Pues bien, los criterios genéricos según los cuales deben ser buscados y realizados los fines de las inclinaciones naturales para que contribuyan efectivamente al bien de la persona, son los fines virtuosos. Y estos fines virtuosos son conocidos de modo natural por la sindéresis.

La sindéresis, señalando y preceptuando los fines de las virtudes (justicia, fortaleza, templanza), ordena y regula, “forma”, a las inclinaciones naturales para que busquen sus fines de modo justo, valiente y templado, y contribuyan así al bien de la persona en su totalidad, es decir, al bien moral.

A partir de los fines virtuosos captados naturalmente por la sindéresis, se establecen las verdades o principios prácticos que siguen al primer principio de la razón práctica, y que no son otra cosa que los modos de regulación racional de las inclinaciones naturales (11). Por eso se afirma que la sindéresis contiene los primeros principios de la ley moral natural, conocidos por sí mismos, inmutables y universalmente verdaderos (12).

A la luz de estos principios o verdades prácticas, la sindéresis orienta a la razón acerca de lo que se va a realizar: juzga y advierte como malas las acciones que son contrarias a esas verdades, y como buenas o debidas las que están de acuerdo con ellas (13). Es como una voz interior que asiente o, por el contrario, protesta de todo aquello que contradice las verdades fundamentales de la ley natural, y así orienta a la persona acerca de la moralidad de su conducta (14).

De este modo, la sindéresis es, al mismo tiempo, generadora de las virtudes (15) y regla y medida de todas las acciones humanas (16).

Como la sindéresis es una luz que no se puede extinguir, los fines de las virtudes y los principios de la ley natural no desaparecen nunca del corazón del hombre, aunque puedan oscurecerse en la práctica si el hombre se deja llevar por las pasiones, por errores y costumbres corrompidas, si actúa en contra de los que la sindéresis establece (17).

1.5. Sindéresis, ciencia moral y prudencia

A pesar de todo lo dicho, la sindéresis no basta para dirigir la acción. Esta es siempre particular, concreta, y como la sindéresis tiene carácter universal, sus principios quedan lejos de la práctica. Por eso es necesaria otra virtud: la prudencia. La sindéresis prescribe buscar los fines de las inclinaciones naturales de acuerdo con las virtudes. La misión de la prudencia, en cambio, es determinar por medio de un juicio práctico, en cada caso particular, según las circunstancias concretas y teniendo en cuenta los principios de la sindéresis, cuál es la acción que se debe poner como medio para alcanzar un determinado fin y de qué manera debe realizarse.

El proceso que va desde el conocimiento, por parte de la sindéresis, de un bien que se debe buscar, hasta el juicio práctico de la prudencia que manda o preceptúa realizar determinada acción concreta como medio, es la experiencia moral. En ese proceso, el objeto de la razón es el bien debido.

Sólo después, la persona, como consecuencia de una reflexión espontánea (a la que se puede prestar mayor o menor atención) sobre su inclinación al bien o huida del mal y sobre los correspondientes juicios prácticos, enuncia “preceptos” y “normas morales” en forma de deber: “se debe hacer el bien y evitar el mal”, “no se debe hacer a nadie lo que no quiero que los demás me hagan a mí”, etc. El producto de esta reflexión es el saber moral habitual o hábito de la ciencia moral (18).

1.6. Apertura a Dios

La sindéresis activa a la voluntad y encamina a la razón para que busque los bienes auténticos y, en último término, el Bien absoluto.

La voluntad apetece naturalmente el bien. Pero la voluntad no es una facultad cognosicitiva. Es la sindéresis o razón natural la que preceptúa a la voluntad buscar y amar el Bien absoluto y los bienes genéricos que son medios para llegar a Él. Se puede decir, por tanto, que la persona está abierta a Dios de modo natural: no sólo porque puede conocerlo con su razón especulativa, sino porque, gracias a la sindéresis, hábito de la razón práctica, está inclinada naturalmente a reverenciarlo (19).

Que ese Bien supremo es Dios no lo dice la sindéresis, sino la sabiduría, virtud de la razón especulativa. Es esta virtud la que conoce cuál es el fin último al que deben dirigirse todos los fines particulares: Dios (20). Sólo una vez que Dios es conocido como Creador y Fin último, la sindéresis dictamina el deber de amar y honrar a Dios como Creador y Fin último, y de usar los bienes creados como medios ordenados a este fin.
Notas:

1. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, De Veritate, q. 16, a. 1, sol.; In II Sententiarum, d. 24, q. 2, a. 3.
2. Cf. S.Th., II-II, q. 47, a. 6c. y ad 1. J. Ratzinger propone sustituir el término sindéresis, que considera problemático, por el concepto platónico de anámnesis, «que ofrece la ventaja no sólo de ser lingüísticamente más claro, más profundo y más puro, sino también de concordar con temas esenciales del pensamiento bíblico y con la antropología desarrollada a partir de la Biblia» (La Iglesia. Una comunidad siempre en camino, E. Paulinas, Madrid 1992, 108).
3. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, In II Sententiarum, d. 24, q. 2, a. 3c.; In III Sententiarum, d. 23, q. 3, a. 2, ad 1; S.Th., I, q. 111, a. 1, ad 2; Summa contra gentes, l I, cap. 7.
4. Decir que la sindéresis es un hábito natural no equivale a decir que es innato, entendiendo por innato algo que procede totalmente de la naturaleza. Sin el conocimiento sensible, no podría formarse el hábito de la sindéresis.
5. S. AGUSTÍN, De Trinitate, VIII, 3,4.
6. Cf. S.Th., I-II, q. 94, a. 2c.
7. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, De Veritate, q. 16, a. 2, sol.
8. M. RHONHEIMER, La perspectiva de la moral, o.c., 276.
9. Cf. J. MESSNER, Ética general y aplicada, Rialp, Madrid, México, Buenos Aires, Pamplona 1969, 25-26.
10. Cf. S.Th., II-II, q. 47, a. 6c.
11. Cf. E. COLOM-A. RODRÍGUEZ LUÑO, Elegidos en Cristo para ser santos. Curso de Teología Moral Fundamental, o.c., 328.
12. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, In II Sententiarum, d. 24, q. 2, a. 3, ad 4.
13. Cf. Ibidem, d. 39, q. 3, a. 1; d. 7, q. 1, a. 2, ad 3.
14. Los juicios de la sindéresis no implican la existencia de ideas innatas. Se trata de algo análogo a lo que sucede en el plano especulativo. A la razón le basta con conocer los términos “todo” y “parte” para que el intelecto formule de modo natural el principio “el todo es mayor que la parte”. En el plano práctico, basta con saber qué significa mentir, robar, adulterar, para que la sindéresis capte estas acciones como contrarias a la justicia y prohíba hacerlas.
15. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, In III Sententiarum, d. 33, q. 1, a. 2, b, ad 2; De Veritate, q. 16, a. 2, ad 5.
16. Cf. S.Th., I-II, q. 91, a. 3, ad 2.
17. Cf. S. TOMÁS DE AQUINO, De Malo, q. 4, a. 2, ad 22; Super ad Romanos, c. 7, lc. 1/39.
18. Cf. M. RHONHEIMER, La perspectiva de la moral, o.c., 310-311.

19. Cf. S.Th., II-II, q. 81, a. 2, ad 3
20. Cf. S.Th., I-II, q. 63, a. 3c.; II-II, q. 47, a. 6c.

(...)

... Seguir aquí:



sábado, 27 de octubre de 2012

DECÁLOGO DEL MENSAJE SINODAL PARA LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

 

"Sin Fe, los hombres son mendigos de su existencia".
Benedicto XVI en la clausura del Sínodo

 







Mensaje del Sínodo
para la Nueva Evangelización
by José Fernando Escolapio

Resumo en 10 frases el mensaje final del Sínodo:








 1. Toda persona está sedienta y quiere saciar su sed. Es necesario orientar la búsqueda del hombre. Conducir al los hombres y mujeres de nuestro tiempo al encuentro con Jesús. Una urgencia de todo tiempo.

 2. La situación social y cultural nos llama a reavivar la vivencia de nuestra fe, para anunciarla. No se trata de empezar de nuevo. La fe se establece en la relación personal que entablamos con Jesús, que sale al encuentro de todo hombre. Evangelizar supone proponer al corazón y a la mente de todo hombre la contemplación del Señor. La Iglesia es el espacio ofrecido por Cristo para el encuentro. Iglesia de comunión de personas, fraterna y acogedora, iglesia que celebra su fe e invita al banquete del Reino.

 3. No se trata de estrategias, como si el Evangelio fuera un producto de mercado, sino de descubrir medios por los cuales Cristo sale al encuentro del hombre. La lectura de la Sagrada Escritura, iluminada e interpretada por la Tradición, nos ayuda a encontrar nuevos espacios evangélicos de encuentro con Cristo. Formas evangélicas y cotidianas.

 4. La Nueva Evangelización se refiere, sobre todo, a nosotros mismos y a nuestra vida cristiana. La miseria y debilidad de los cristianos, especialmente de los ministros, hacen mella en la evangelización. Por ello sabemos pedir perdón y fuerzas humildemente. El primer agente de la vida de la Iglesia, de su conversión y anuncio, es el Espíritu Santo.

 5. Dios ama nuestro mundo, con sus heridas y contradicciones. No hay lugar para el pesimismo en aquellos que conocen la fuerza de la Resurrección. En los interrogantes y contradicciones -globalización, pobreza, politización, secularización, migraciones, ateísmo y agnosticismo- de nuestro mundo podemos poner la luz del Señor mediante el testimonio de la fe en nuestra propia vida y situación cotidiana.

 6. No se puede pensar en una nueva evangelización sin sentirnos responsables del anuncio del Evangelio a las familias y sin ayudarles en la tarea educativa. De ahí que la Iglesia deba proponer nuevos caminos para acompañarles antes y después del matrimonio, y acoger a toda pareja y familia que esté en una situación dolorosa con las puertas siempre abiertas.

 7. Dar testimonio del Evangelio no es privilengio exclusivo de nadie. Todos deben trabajar y colaborar en comunión, tanto ministros como laicos, comunidades de diversa índole.

 8. Mirar sin pesimismo a los jóvenes, aunque con preocupación, porque ellos reciben con mayor fuerza los golpes de nuestra sociedad. Ayudarles en su búsqueda e invitamos a nuestras comunidades a que, sin reservas, entren en una dinámica de escucha, de diálogo y de propuestas valientes ante la difícil condición juvenil.

 9. Una renovada alianza entre fe y razón, con la convicción de que la fe tiene recursos suficientes para acoger los frutos de una sana razón abierta a la trascendencia y tiene, al mismo tiempo, la fuerza de sanar los límites y las contradicciones en las que la razón puede tropezar.

 10. Existen dos grandes caminos de conversión y encuentro con Cristo abiertos en la Tradicción de la Iglesia, que estamos llamados a cultivar y potenciar: la contemplación del Señor, y la acogida y amor a los pobres en la búsqueda de la justicia.



"Los cambios sociales y culturales nos llaman, sin embargo, a algo nuevo: a vivir de un modo renovado nuestra experiencia comunitaria de fe y el anuncio, mediante una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en sus expresiones”
 
Las propuestas más realistas de los Padres sinodales:

Autocrítica

También hubo en el aula sinodal espacio abundante para la autocrítica. Por ejemplo, el cardenal Grocholewski, prefecto de la Educación católica, denunció "la poca humildad" y la "mucha soberbia" de algunos pastores "que se apacientan a sí mismos, en vez de cuidar al rebaño".
En el mismo sentido, el arzobispo de Manila, preconiz
ado cardenal, Luis Antonio Tagle, censuró el "carrerismo" eclesiástico y pidió a la Iglesia que "aprenda a ser humilde" y a reconocer que no tiene soluciones para todo.

Parroquias dinámicas y colegios evangelizadores

Varios padres sinodales pidieron un nuevo dinamismo en las parroquias, para que, como apuntó el cardenal Vallini, dejen de "ofrecer sólo sus servicios a los que acuden a solicitarlos", para ir en busca de los alejados.
En esa misma dinámica, se quiere que los colegios religiosos sean más evangelizadores. Y es que, en los países secularizados sobre todo y dado que los padres ya no educan en la fe, los colegios religiosos son los primeros lugares y los ámbitos más relevantes en los que las jóvenes generaciones entran en contacto con los conocimientos básicos de la religión y su práctica.
 
 
VER+:
Sacramentos, Kerigma, Unción
 
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Compartimos para ustedes la entrevista que le hicieron a José Prado en la televisión francesa (las respuestas están en español, con subtítulos en francés).

Las preguntas que le hicieron son:

- ¿Cómo un cristiano "clásico" se convierte en un evangelizador?de un evangelista? hay una receta?
- ¿De qué habló durante su intervención en el Sínodo?
- ¿Usted cree que los Obispos estén dispuestos a ser los "entrenadores del equipo"?
- ¿Qué es lo esencial en la Nueva Evangelización?
- ¿Qué es lo que espera usted del Sínodo?
  

 
 



 Intervención de José Prado en el Sínodo de Obispos
(Versión Español)
 
Prof. José Prado Flores, Fundador y Director Internacional de las Escuelas de Evangelización San Andrés (MEXICO)
 
Si José y María perdieron a Jesús en Jerusalén, algo como esto puede suceder hoy en el caminar de nuestra Iglesia.
Hace cinco siglos, dejamos el primer anuncio gozoso y nos refugiamos en los sacramentos, dogmas y catecismos, los cuales no son malos, no, siempre y cuando estén precedidos por el primer anuncio. No antes, y especialmente, no en su lugar.
Algunos han perdido la Palabra, y prefieren los esquemas llenos de sabiduría. Me atrevo a decir que hemos perdido a Jesús, pero me pregunto:

 ■¿Realmente consideramos todo como pérdida y basura, ante el "conocimiento de la resurrección de Jesús"? (Flp 3, 7-10)
 ■¿Es evidente en nosotros la alegría de aquellos que han encontrado el tesoro escondido? (Mt 13, 44).
■¿Por qué en muchos actos de devoción es tan difícil encontrar a Jesús vivo y resucitado?
 ■Si Jesús resucitado no se aparece a todo el pueblo, sino “sólo a los testigos” que han de proclamar el Evangelio (Hech 10, 40-42), ¿podríamos decir que hemos tenido un encuentro personal con Jesús vivo, que nos identifica como testigos?


El pueblo de Dios nos repite y reclama: θέλομεν τὸν ̓Ιησον ἰδεν. “Queremos ver a Jesús”. Pablo fracasó en el Areópago porque habló de la resurrección, pero no de Jesús resucitado; mientras Pedro obtuvo una pesca abundante porque Κατενύγησαν τ καρδίᾳ "traspasó los corazones" con la espada del Espíritu.

El problema no es que la Iglesia Católica no evangeliza, sino que a veces evangelizan los "no evangelizados". Es decir, algunos evangelizadores aún no han descendido al Jordán para tener una experiencia personal del amor de Dios, ni han entrado en el Cenáculo para recibir su Pentecostés personal.
 
La pedagogía de la fe es como un partido de fútbol, que se juega en dos etapas: el primer tiempo, el Primer Anuncio. El segundo, la catequesis y la teología. Así que el primer tiempo lo juegan los evangelizadores; los catequistas y maestros, el segundo.
Como José y María volvieron para encontrar a Jesús en el lugar donde se les había perdido (Lc 2, 45), así también nosotros, vayamos de nuevo a Jerusalén, ¡Donde hay una tumba vacía!
 
 
[Traducido al español del original en italiano]

 
 
VER+:
ECHAR LAS REDES DEL OTRO LADO:

miércoles, 24 de octubre de 2012

UNA MAESTRA QUE MARCÓ LA DIFERENCIA


 "El porvenir está en manos 
del maestro de escuela. 
Victor Hugo 



Hace años un profesor de la Universidad John Hopkin asignó a un grupo de estudiantes graduandos la siguiente tarea: vayan a los tugurios. Tomen a 200 muchachos entre lasedades de 12 y 16 e investiguen su trasfondo y ambiente. Luego predigan sus oportunidades para el futuro.

Los estudiantes, tras consultar las estadísticas sociales, hablar con los muchachos y copilar mucha data, concluyeron que el 90 % de ellos pasarían algún tiempo en prisión.

Veinticinco añosdespués a otro grupo de estudiantes graduandos se le asignó la tarea de probar la predicción. Volvieron a la misma área. Algunos de los muchachos –para entonces hombres– todavía estaban allí, unos pocos habían muerto, algunos se habían mudado, pero se pusieron en contacto con 180 del grupo original de 200. Descubrieron que solo cuatro del grupo habían sido enviados a lacárcel.

¿Por qué fue que estos hombres, que habían vivido en un criadero del crimen, habían tenido tan sorpresivamente buen comportamiento? A los investigadores se les dijo una y otra vez: “Bueno, había una maestra…”

Ellos insistieron y descubrieron que en el 75 % de los casos se trataba de la misma mujer. Los investigadores visitaron a esta maestra que ahora residía en un hogar para maestros jubilados. ¿Cómo había logrado ejercer tan sorprendente influencia sobre ese grupo de muchachos? ¿Podría ella darles alguna razón por la que estos muchachos todavía la recordasen?

“No”, dijo ella, “realmente no podría” Y entonces, meditando sobre todos esos años, dijo graciosamente, más para sí misma que para sus interrogadores: “Amé a esos muchachos…”
Bits & Pieces, June 1995 Economics Press
"Los jóvenes se muestran muy dóciles
cuando están convencidos
de que la persona que les manda los ama".
San Juan Bosco


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martes, 23 de octubre de 2012

A vosotros os llamo amigos... y para que seáis AMIGOS entre vosotros



CÓMO VAS A SER HERMANO
SI NO ERES AMIGO
 
 


Jn 15,
12 "Este es Mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, así como Yo los he amado.
13 "Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos.
14 "Ustedes son Mis amigos si hacen lo que Yo les mando.
15 "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero los he llamado amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre.
16 "Ustedes no me escogieron a Mí, sino que Yo los escogí a ustedes, y los designé para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; para que todo lo que pidan al Padre en Mi nombre se lo conceda.
17 "Esto les mando: que se amen los unos a los otros.

          ************************************************
 

PARÁFRASIS 
Del texto bíblico anterior
 
 
"Este es mi invitación: Que sean amigos entre ustedes así como Yo Lo He Sido con ustedes. Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos. Ustedes son Mis amigos si hacen lo que Yo les aconsejo. Los he llamado amigos porque les he dado a conocer todo lo que he oído de Mi Padre. Para que todo lo que pidan al Padre en Mi nombre se lo conceda. Esto les digo: Que sean amigos unos de los otros".



SER CRISTIAN@ ES SER AMIG@
COMO JESÚS

A vosotros os llamo amigos

A vosotros, que compartís mi proyecto
y lo lleváis a cabo;
a vosotros, que recibís mi Palabra
y la ponéis en práctica;
a vosotros, que os reunís en mi nombre
y evocáis mi presencia
os llamo amigos.
A vosotros, que sois fuertes
en vuestra debilidad;
a vosotros, que os mantenéis firmes
en la opción evangélica;
a vosotros que progresáis en la fe
puesta en acción,
os llamo amigos.
A vosotros, dispuestos a dar la cara,
a arrimar el hombro, a echar una mano;
a vosotros con quienes se puede contar
de manera incondicional
para toda buena causa,
os llamo amigos.
A vosotros que afrontáis la realidad
e intentáis mejorarla;
a vosotros, que no renunciáis a la utopía
y camináis hacia ella;
a vosotros, que dais una oportunidad
a un futuro mejor,
os llamo amigos.
A vosotros, que celebráis lo que creéis
y compartís lo que tenéis;
a vosotros en la fiesta y juntos en la lucha;
a vosotros que tenéis mis sentimientos y mi Espíritu,
os llamo amigos.




 
VER+:

lunes, 22 de octubre de 2012

¿PRESIENTES UNA FELICIDAD? CARTA DE ROGER DE TAIZÉ, 2001

 

«El Evangelio no ha cambiado,
somos nosotros que empezamos a entenderlo mejor».
Estas palabras fueron pronunciadas por el papa Juan XXIII en vísperas de su muerte.

 
 
 
 
¿Presientes una felicidad?
Carta 2001
 
Traducida a 58 idiomas (de los cuales 23 son de Asia y 7 de África), esta carta ha sido escrita por el hermano Roger de Taizé, y ha sido publicada con ocasión del Encuentro de Barcelona. Será retomada y meditada durante el año 2001 en los encuentros que tendrán lugar en Taizé, semana tras semana, y en otros lugares del mundo.
 

 
Si pudiéramos darnos cuenta de que una vida feliz es posible, incluso en las horas de oscuridad... 1 Lo que hace feliz una existencia es avanzar hacia la sencillez: la sencillez de nuestro corazón, y la de nuestra vida. 2
Para que una vida sea hermosa, no es indispensable tener capacidades extraordinarias o grandes facilidades. Hay una felicidad en el humilde don de la persona. Cuando la sencillez está íntimamente asociada a la bondad del corazón, 3 incluso personas sin recursos pueden crear un espacio de esperanza en su entorno.

 
¡Sí, Dios nos quiere felices! 4 Pero jamás nos invita a permanecer pasivos, nunca a estar indiferentes ante el sufrimiento de los otros. 5 Todo lo contrario: Dios nos propone ser creadores, y llegar a crear incluso en los momentos de prueba. Nuestra vida no está sometida al azar de una fatalidad o de un destino. ¡Lejos de eso! Nuestra vida adquiere sentido cuando es, ante todo, respuesta viva a una llamada de Dios. ¿Pero cómo reconocer esta llamada y descubrir lo que Él espera de nosotros? Dios espera que seamos un reflejo de su presencia, portadores de una esperanza de Evangelio. 6 Quien responde a una llamada semejante no ignora sus propias debilidades, pero también guarda en su corazón estas palabras de Cristo:

 
«¡No temas, cree sencillamente!» 7
Hay quienes perciben, aunque al principio débilmente, que la llamada de Dios es para ellos una vocación para toda la existencia. 8 El Espíritu Santo tiene la fuerza de sostener un sí para toda la vida. ¿No ha depositado Él ya en nosotros un deseo de eternidad y de infinito? En Él, a cada edad, es posible reencontrar un impulso, y decirnos: «¡Ten un corazón decidido, 9 y prosigue tu camino!» Y de esta manera, por su misteriosa presencia, el Espíritu Santo suscita un cambio en nuestros corazones, rápido para unos, imperceptible para otros. Lo oscuro, e incluso inquietante, llega a esclarecerse. Hasta el final de nuestros días, la confianza de un sí puede aportar tanta claridad. Llamados a hacer don de nuestra persona, no hemos sido hechos para semejante don. Cristo comprende lo que nos obstaculiza interiormente. Al superarlo, le damos una prueba de nuestro amor.

 
Atentos a la llamada de Dios, comprendemos que el Evangelio nos invita a asumir responsabilidades para aliviar los sufrimientos humanos. 10 La mirada de los inocentes, la de tantos pobres a través de la tierra, nos cuestiona: ¿Cómo compartir una esperanza con quienes no la tienen? Y la palabra de Cristo en el Evangelio aporta una respuesta clara: «Lo que hicisteis por los más humildes, a mí me lo hicisteis». 11 Dios no puede sino dar su amor, el sufrimiento nunca viene de Él. Dios no es el autor del mal, Él no quiere ni la angustia humana, ni las guerras, 12 ni los desastres naturales, ni la violencia de los accidentes. Él comparte el dolor de quienes atraviesan la prueba y nos hace capaces de consolar a los que conocen el sufrimiento.

 
Dios nos quiere felices: ¿pero dónde está la fuente de esta esperanza? Está en una comunión con Dios, que vive en el centro del alma de cada persona. 13 ¿Podemos comprenderlo? Nos cautivará el misterio de una comunión con Dios. Este misterio atañe lo que hay de único y más profundo del ser. 14 Dios es Espíritu 15 y su presencia permanece invisible.

 
Vive siempre en nosotros: tanto en los momentos de oscuridad como en los de plena claridad. 16 ¿Y si existen en nosotros abismos de lo desconocido, y también pozos de culpabilidad que vienen de no se sabe dónde? Dios no amenaza a nadie 17 y el perdón con el que inunda nuestras vidas viene a curar nuestra alma. ¿Cómo podría un Dios de amor imponerse con amenazas? ¿Será Dios un tirano? Si las dudas nos asaltan a veces, son sólo agujeros de incredulidad, nada más. El dominio de nuestros pensamientos puede ayudar a sostenernos en medio de los avatares de nuestra existencia. 18

 
¿Y si surge la impresión de un alejamiento entre Dios y yo, como si la mirada interior se apagara imperceptiblemente? Recordemos que Dios jamás retira su presencia. 19 El Espíritu Santo no se separa jamás de nuestra alma: incluso en la muerte, la comunión con Dios permanece. Saber que Dios nos acoge por siempre en su amor se convierte en fuente de una confianza apacible. 20 Nuestra oración es una realidad sencilla. ¿Y si es un pobre suspiro? Dios nos sabe escuchar. Y no olvidemos nunca que, en el corazón de cada persona, es el Espíritu Santo quien ora. 21 Mantenernos en silencio en presencia de Dios es ya una disposición interior abierta a la contemplación. 22

 
Al entrar en el tercer milenio, ¿nos damos cuenta suficientemente de que, hace dos mil años, Cristo vino a la tierra no para crear una nueva religión, sino para ofrecer a toda la humanidad una comunión en Dios? 23 El segundo milenio ha sido el tiempo en que muchos cristianos se han separado unos de otros. ¿Nos comprometeremos desde ahora, sin tardanza, desde el comienzo del tercer milenio, a hacer todo lo necesario para vivir en comunión 24 y construir la paz en el mundo? Cuando los cristianos se mantienen en una gran sencillez y con una infinita bondad de corazón, cuando están atentos a descubrir la belleza profunda del alma humana, son llevados a estar en comunión unos con otros en Cristo y a convertirse en buscadores de paz por toda la tierra. 25 ¿Nos damos cuenta de que «todo bautizado que se dispone interiormente a confiar en el Misterio de la Fe está en la comunión de Cristo»? 26 Estar en comunión unos con otros supone amar y ser amados, perdonar y ser perdonados. Cuando esta comunión que es la Iglesia se vuelve diáfana porque busca amar y perdonar, deja traslucir las realidades del Evangelio con un frescor de primavera. 27 ¿Entraremos pronto en una primavera de la Iglesia? Cristo nos llama a nosotros, pobres del Evangelio, a vivir la esperanza de una comunión y de una paz, y que irradien en nuestro entorno. Incluso el más sencillo puede llegar a hacerlo. ¿Presientes una felicidad? ¡Sí, Dios nos quiere felices! ... Y hay una felicidad en el humilde don de uno mismo.
 
 
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domingo, 21 de octubre de 2012

YO NO VOTO: NO CUENTEN CONMIGO PARA ESTA FARSA


YO NO VOTO POR EL FEUDALISMO PARTIDOCRÁTICO-SINDICALISTA-MERCANTILISTA.
YO NO VOTO POR LA CORRUPCIÓN INMUNIZADA.
YO NO VOTO POR LA CLEPTOCRACIA O LATROCINCRACIA.
YO NO VOTO A LA INJUSTICIA.
YO NO VOTO POR LA INDECENCIA.
YO NO VOTO PARA LOS PARTIDOS.
ELLOS NO SON EL FIN, SON LOS MEDIOS...








PARA QUE HAYA DEMOCRACIA CONSTITUYENTE EN ESPAÑA SE REQUIERE:
1.- Separación de poderes: los ciudadanos eligen al poder Legislativo y al poder Ejecutivo directamente y por separado.

1.1.- Poder Legislativo: España se divide en cuatrocientas o cuatrocientas cincuenta circunscripciones electorales de cien mil o ciento veinticinco mil habitantes cada una. Mediante el sistema electoral mayoritario -a doble vuelta si fuese necesario-, sólo un representante por circunscripción sale elegido para la Asamblea Nacional -única cámara existente-.

1.2.- Poder Ejecutivo: una sola circunscripción, la Nación en su totalidad, para elegir al presidente de la República.

1.3.- Poder Judicial: desaparición del Tribunal Constitucional. La única y más alta instancia del Judicial es el Tribunal Supremo, que es elegido mediante sufragio restringido a los miembros de la judicatura.

1.4.- La independencia de los poderes queda, a grandes rasgos, asegurada por las siguientes reglas de juego:

El Ejecutivo puede vetar una ley aprobada por el Legislativo, para lo que tendrá que dimitir.
El Legislativo puede interponer una moción de censura al Ejecutivo, para lo que tendrá que disolverse.

Potestad de cualquier juez para declarar inconstitucional una ley. El recurso será automática y directamente elevado al Tribunal Supremo, que habrá de pronunciarse -no hay un órgano intermedio entre el juzgado y el Supremo-.

2.- Representación y participación de los ciudadanos: se asegura el derecho de los ciudadanos a elegir y deponer a sus representantes y gobernantes de la siguiente manera:

2.1.- Poder Legislativo: debe ser representativo de la sociedad, y las mónadas republicanas, circunscripciones electorales con el mismo número de representantes, así lo aseguran. ¿Cómo sería el proceso de elección? Mediante sistema electoral mayoritario, el representante ganador es investido en presencia de los aspirantes perdedores, alcaldes y demás fuerzas políticas de la mónada, en acto solemne. A partir de ahora, él representará a la mónada en la Asamblea y a aquélla regresará cada cierto tiempo para rendir cuentas de sus actuaciones. Los electores, con mandato imperativo, pueden revocar el nombramiento de su representante si éste no cumple las promesas de la campaña electoral o si es declarado culpable de algún hecho delictivo. Es la mónada la que paga el sueldo del diputado.

2.2.- Poder Ejecutivo: es el representante del Estado, elegido en circunscripción única. El Ejecutivo recaerá en dos figuras: el presidente de la República, con sus ministros, y una figura mediadora entre el Estado y la sociedad civil: el presidente de la Asamblea Nacional, a cuyo nombramiento podrá acceder cualquiera de los diputados del Legislativo que se postule y que será elegido entre ellos mismos mediante votación. Como vemos, la presidencia de la Asamblea se define como una institución mixta mediadora entre los que aprueban las leyes y quien la ejecuta. Así pues el presidente de la Asamblea tendrá la potestad de sancionar las leyes emanadas del Legislativo, no en nombre del Jefe de Estado -el presidente de la República- sino en el de la República misma. La intermediación se hará efectiva en el momento en que el devenir político se crispe por la confrontación ideológica. Así, por ejemplo, el presidente de la Asamblea puede vetar una ley; consecuentemente, el Legislativo elevará el conflicto al presidente de la República. Éste puede hacer dos cosas: o sancionar finalmente la norma aprobada o, siguiendo la iniciativa del presidente de la Asamblea, vetarla, para lo que tendrá que dimitir y disolver la Asamblea para que los ciudadanos diriman el conflicto creado. La idea que establece esta institución mediadora es que, así como el Estado no debe interferir en la propuesta y en la aprobación de las normas que han de regir a la Nación, la sociedad y sus representantes no deben intervenir en la eficacia de las leyes y su sanción, pues esta potestad únicamente pertenece al Estado.

3.- Los partidos políticos dejan de ser órganos estatales. Pasarán a financiarse con las cuotas de sus afiliados; las donaciones habrán de llevarse a cabo con luz y taquígrafos. El Estado sólo financiará -equitativamente- la campaña electoral.

4.- Municipios: el mismo sistema para los municipios. Separación del poder Legislativo -concejales- y el poder Ejecutivo -alcaldes-. Ambos accederán mediante elecciones distintas y con sistema electoral mayoritario.

5.- Distribución territorial: las competencias básicas de gobierno -fiscalidad, educación, sanidad, fuerzas del orden y justicia- pasan a depender del Estado central. Las actuales Comunidades Autónomas sobreviven como demarcaciones judiciales y/o administrativas. Las tres comunidades lingüísticas conservarán sus Parlamentos, pero no el Ejecutivo. Es una solución intermedia -al estilo del parlamento escocés o galés- entre el centralismo absoluto -que no ha dado buenos resultados- y el dislate autonómico actual -que los ha dado peores-. Los nacionalismos no serán erradicados, obviamente, pero tendrán la justa fuerza que los ciudadanos quieran darles. La mayoría de las competencias que actualmente tienen las Comunidades Autónomas -excluyendo las cinco mentadas más arriba- pasarán a los ayuntamientos.







VER+:

sábado, 20 de octubre de 2012

SIN SABIDURÍA HUMILDE NO SE PERCIBE LA VERDADERA BELLEZA


Tenemos que orar, suplicar,
preferir, estimar, valorar,
amar, la Sabiduría -por encima de todo-,
para la Nueva Evangelización...
En Rímini-2002, afirmaba el cardenal Ratzinger: “Estoy convencido de que la verdadera apología de la fe cristiana, la demostración más convincente de su verdad contra cualquier negación, se encuentra, por un lado, en sus santos y, por otro, en la belleza que la fe genera. Para que actualmente la fe pueda crecer, tanto nosotros como los hombres que encontramos, debemos dirigirnos hacia los santos y hacia lo Bello”.

"Sin Sabiduría Humilde no se percibe
ni se admira la verdadera Belleza".
Yanka


Belleza guiada por Sabiduría de René Ménard


SABIDURÍA, 7:

1. No soy más que un mortal como todos los demás, un descendiente del primero que fue formado de la tierra. Mi cuerpo se elaboró en el vientre de mi madre, 2. donde durante diez meses fui modelado en su sangre, a partir del semen viril y del placer compartido en una cama. 3. Una vez nacido, respiré el mismo aire que los demás, y vine a caer en la misma tierra, lancé el primer grito y lloré como ellos; 4. me envolvieron en pañales y cuidaron de mí. 5. Ningún rey comenzó su vida de otra manera: 6. la vida sólo tiene una entrada, y la salida es la misma para todos.
7. Oré y me fue dada la inteligencia; supliqué, y el espíritu de sabiduría vino a mí. 8. La preferí a los cetros y a los tronos, y estime en nada la riqueza al lado de ella. 9. Vi que valía más que las piedras preciosas; el oro es sólo un poco de arena delante de ella, y la plata, menos que el barro.
10. La amé más que a la salud y a la belleza, incluso la preferí a la luz del sol, pues su claridad nunca se oculta. 11. Junto con ella me llegaron todos los bienes: sus manos estaban repletas de riquezas incontables.
12. Recibía con alegría todas esas cosas de que me proveía la sabiduría, pero todavía no sabía que la sabiduría era su madre. 13. Estudié de manera desinteresada, por eso la comparto sin segundas intenciones: es una riqueza que no esconderé.
14. Porque la Sabiduría es para los hombres un tesoro inagotable; los que la adquieren se hacen amigos de Dios, debido a los frutos de su educación. 15. ¡Que Dios permita que pueda hablar correctamente de ella y apasionarme por ella en la medida de los beneficios recibidos! Porque él es quien conduce a la Sabiduría y dirige a los sabios. 16. Estamos en las manos de Dios, nosotros, nuestras palabras, nuestras reflexiones y nuestras habilidades.
17. El me dio el verdadero conocimiento de la realidad: la constitución del universo y las propiedades de los elementos, 18. el comienzo, el fin y el entretiempo, las posiciones del sol y la alternancia de las estaciones, 19. los ciclos del año y el movimiento de las estrellas, 20. las diferentes especies y el comportamiento de las fieras salvajes, el poder de los espíritus y los problemas de los hombres, la variedad de las plantas y las propiedades de sus raíces. 21. Supe, pues, todo lo que está oculto y todo lo que se ve, puesto que la sabiduría que lo ha hecho todo me lo enseñaba.
22. En ella se encuentra un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, ágil, móvil, penetrante, puro, límpido, no puede corromperse, orientado al bien y eficaz. 23. Es un espíritu irresistible, bienhechor, amigo de los hombres, firme, seguro, apacible, que lo puede todo y que vela por todo, impregna a todos los otros espíritus por inteligentes, puros y sutiles que sean.
24. La sabiduría es más movible que cualquier cosa, gracias a su fuerza atraviesa y lo penetra todo.25. Se desprende, como un vapor, del poder de Dios, es una emanación muy pura de su Gloria; por eso, nada de sucio se introduce en ella. 26. Es la irradiación de la luz eterna, el espejo sin tacha de la actividad de Dios y la imagen de su perfección. 27. Es una, pero lo puede todo; sin salir de sí misma, lo renueva todo. De generación en generación pasa a las almas santas de las cuales hace amigos de Dios y profetas.
28. Porque Dios sólo ama al que vive con la Sabiduría. 29. Es más bella que el sol y supera a cualquier constelación; comparada con la luz, le gana, 30. porque la noche sucede al día, mientras que el mal jamás vencerá a la sabiduría.



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"Yo Soy como un canal salido de un río, 
como un arroyo que lleva al paraíso.
Dije: 
Voy a regar mi jardín, 
voy a regar mis flores. 
Mi canal se convirtió en río 
y el río en mar.

Haré brillar como la aurora la instrucción, 
llevaré su luz lo más lejos que pueda. 
Derramaré la enseñanza como la profecía 
y la transmitiré a las generaciones futuras.
 
Miren: 
No he trabajado para mí sólo,
sino para todos los que buscan la Sabiduría".
Eclo 24, 40-47