EL Rincón de Yanka: HASTA QUE TE CONOCÍ...

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miércoles, 12 de septiembre de 2007

HASTA QUE TE CONOCÍ...

Realmente nunca sabemos en que momento ni de qué manera podemos impactar en la vida de alguien más.
Hace mucho tiempo, al inicio del año escolar en un salón de clases, se encontraba una maestra de primaria, la Sra. Thompson, de pie frente de sus alumnos de 5to. Grado.
Como la mayoría de los maestros, ella miró a sus alumnos y les dijo que a todos los quería por igual. Pero eso no era tan cierto, porque en la fila de adelante se encontraba hundido en su asiento, un niño llamado Jim Stoddard, al que la Sra. Thompson conocía desde el año anterior. La Sra. Thompson había observado que era un niño que no jugaba bien con los demás, que sus ropas estaban desarregladas y que constantemente necesitaba un bañó.

Con el paso del tiempo la relación de la Sra. Thompson y el pequeño Jim se volvió desagradable. Llegó al punto que la señora Thompson disfrutaba al marcar sus tareas con grandes taches en color rojo y poner una gran "F" en el encabezado de estas.

Un dia la escuela le pidió a la Sra. Thompson revisar los expedientes anteriores de cada alumno de su clase y ella puso el de Jim hasta el final. Sin embargo, cuando revisó su archivo, se llevó una gran sorpresa cuando leyó lo que la maestra de primer grado de Jim escribió:
"Jim es un niño brillante con una sonrisa espontánea. Hace sus deberes limpiamente y tiene buenos modales. Es un deleite tenerlo cerca".
La maestra de segundo grado había escrito:
"Jim es un excelente alumno, apreciado por sus compañeros pero tiene problemas debido a que su madre tiene una enfermedad incurable y su vida en casa debe ser una constante lucha".
Su maestra de tercer grado escribió:
"La muerte de su madre ha sido dura para el. Hace su máximo esfuerzo pero su padre no muestra mucho interés y su vida en casa le afectara pronto si no se toman algunas acciones".
Su maestra de cuarto escribió:
"Jim es descuidado y no muestra mucho interés en la escuela. No tiene muchos amigos y en ocasiones se duerme en clase".

En este momento la Sra. Thompson se dio cuenta del problema y se sintió apenada consigo misma. Ella se sintió todavía peor cuando al llegar la Navidad, todos los alumnos le llevaron sus regalos envueltos cada uno de ellos en papeles brillantes y preciosos listones, excepto el de Jim, su regalo estaba torpemente envuelto en el pesado papel café que tomó de una bolsa del super.
Algunos niños comenzaron a reír cuando ella encontró dentro de ese papel un brazalete de piedras al que le faltaban algunas y la cuarta parte de un frasco de perfume. Pero ella minimizó las risas cuando exclamó:
- !Qué brazalete tan bonito!, poniéndoselo y rociando un poco de perfume en su muñeca.
Jim Stoddard se quedó ese día después de clases solo para decirle:
- "Sra. Thompson, hoy usted olió como mi mamá solía hacerlo".
Después de que los niños se fueron, ella lloró por lo menos durante una hora. Desde ese día ella renunció a enseñar sólo lectura, escritura y aritmética. En su lugar, comenzó a transmitir valores, sentimientos y principios.
La señora Thompson le tomó especial atención a Jim. A medida que trabajaba con él, su mente parecía volver a la vida. Mientras más lo motivaba, más rápido respondía. Al final del año, Jim se había convertido en uno de los alumnos más listos de la clase y a pesar de la mentira de que ella quería a todos los niños por igual, Jim se volvió uno de sus consentidos.
Un año después, ella encontró una nota de Jim debajo de la puerta del salón, diciéndole que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida.
Pasaron seis años antes de que recibiera otra nota de Jim. Él, entonces le escribió que ya había terminado la preparatoria, había obtenido el tercer lugar en su clase, y que ella todavía era la mejor maestra que había tenido en su vida. Cuatro años después, recibió otra carta, diciéndole que no importando que en ocasiones las cosas habían estado duras, él había permanecido en la escuela y pronto se graduaría de la Universidad con los máximos honores. Y le aseguró a la Sra. Thompson que ella era aún la mejor maestra que el había tenido en toda su vida.
Luego pasaron otros cuatro años, y llegó otra carta. Esta vez le explicó que después de haber recibido su titulo universitario, el decidió ir un poco más allá. Y le volvió a reiterar que ella era aun la mejor maestra que el había tenido en toda su vida. Solo que ahora su nombre era mas largo y la carta estaba firmada por el Dr. James F. Stoodard, M.B..
El tiempo siguió su marcha y en una carta posterior Jim le decía que había conocido a una chica y que se iba a casar. El explicó que su padre había muerto hacia 2 años y le preguntaba si la Sra. Thompson accedería a sentarse en el lugar que normalmente esta reservado para la mamá del novio.
Por supuesto que ella accedió. Para el día de la boda ella usó aquél brazalete con varias piedras faltantes y se aseguro de usar el mismo perfume que le recordó a Jim a su mamá la última Navidad.
Cuando ellos se abrazaron y el Dr. Stoddard susurró al oído de la Sra. Thompson:

- "Gracias Sra. Thompson por creer en mi. Muchas gracias por hacerme sentir importante y por enseñarme que yo podía hacer la diferencia".

La Sra. Thompson, con lágrimas en sus ojos, también le susurró diciéndole:
- "Jim, tú estas equivocado. Tú fuiste el que me mostró que yo podría hacer la diferencia. No sabia como enseñar hasta que te conocí".
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A mis maestras de primaria, a los hermanos maristas, a los salesianos, a todos los que me han enseñado el VALOR DE LA PALABRA, el valor de la amistad; los que me han motivado para que aprendiera a "aprender". A los que me han enseñado el inmenso significado de una pequeñita palabrita:
¡GRACIAS...!

¡Gracias por haber sido Maestros... Mis Maestr@s!