EL Rincón de Yanka: PARA QUE HAYA UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN SE REQUIERE PRIMERO UNA NUEVA CONVERSIÓN, UNA NUEVA ECLESIOLOGÍA, UNA NUEVA PASTORAL: UN NUEVO PENTECOSTÉS

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jueves, 4 de octubre de 2012

PARA QUE HAYA UNA NUEVA EVANGELIZACIÓN SE REQUIERE PRIMERO UNA NUEVA CONVERSIÓN, UNA NUEVA ECLESIOLOGÍA, UNA NUEVA PASTORAL: UN NUEVO PENTECOSTÉS


Evangelizadores con Espíritu


No se puede perseverar en una evangelización fervorosa si uno no sigue convencido, por experiencia propia, de que no es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo, no es lo mismo caminar con Él que caminar a tientas, no es lo mismo poder escucharlo que ignorar su Palabra, no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en Él que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su Evangelio que hacerlo sólo con la propia razón. Sabemos bien que la vida con Él se vuelve mucho más plena y que con Él es más fácil encontrarle un sentido a todo. Por eso evangelizamos. 

El verdadero misionero, que nunca deja de ser discípulo, sabe que Jesús camina con él, habla con él, respira con él, trabaja con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera. Si uno no lo descubre a Él presente en el corazón mismo de la entrega misionera, pronto pierde el entusiasmo y deja de estar seguro de lo que transmite, le falta fuerza y pasión. Y una persona que no está convencida, entusiasmada, segura, enamorada, no convence a nadie.

Evangelii Gaudium/Papa Francisco

“Pablo distingue bien: hijos de la ley e hijos de la fe. A vino nuevo, odres nuevos. Y por esto la Iglesia nos pide, a todos nosotros, algunos cambios. Nos pide que dejemos de lado las estructuras caducas: ¡no sirven! Y que tomemos odres nuevos, los del Evangelio. No se puede comprender la mentalidad – por ejemplo – de estos doctores de la ley, de estos teólogos fariseos: no se puede entender su mentalidad con el espíritu del Evangelio. Son cosas distintas. El estilo del Evangelio es un estilo diverso, que lleva la ley a la plenitud. ¡Sí! Pero de un modo nuevo: es el vino nuevo, en odres nuevos”.

“El Evangelio – dijo también Francisco – ¡es novedad! ¡El Evangelio es fiesta! Y sólo se puede vivir plenamente el Evangelio con un corazón gozoso y con un corazón renovado”. “Que el Señor – fue la invocación final del Papa – “nos de la gracia de esta observancia de la ley. Observar la ley – la ley que Jesús ha llevado a su plenitud – en el mandamiento del amor, en los mandamientos que vienen de las Bienaventuranzas”. Que el Señor – concluyó – nos dé la gracia de “no permanecer prisioneros”, sino que “nos dé la gracia de la alegría y de la libertad que nos trae la novedad del Evangelio”.


VER +:
El padre Mallon da la clave para renovar las parroquias: 
expulsar okupas y crear expectativas altas


Mc, 1
14 Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo:

15 "El tiempo se ha cumplido:

el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia".




RENOVACIÓN ECLESIAL ACTUALIZADA Y VERDADERA

Tienen que renovarse las estructuras eclesiales. Mejor dicho, tienen que dejar de ser estructuras eclesiásticas o clericales para irse transformando verdaderamente en estructuras eclesiales de comunión y de coparticipación eclesial.
Hay una gran falta de inter-conexión y de coordinación estructural eclesial. Me explico:


A pesar de que hay una gran y buena Estructura de organización Eclesiástica: parroquias (comunidad de comunidades), ARCIPRESTAZGOS, VICARÍAS, DIÓCESIS, PROVINCIA… ETC. Ahí está el problema sustancial, es un problema de sustantivos: Ya no puede ser únicamente una organización eclesiástica, sino, que debe ser auténticamente y genuinamente “ECLESIAL”, EN TODO EL SIGNIFCADO ACTUAL QUE TIENE EL NOMBRE “ECLESIAL”, DENTRO DE UNA ESPIRITUALIDAD Y FUNCIONALIDAD DE COMUNIÓN. AHÍ ESTÁN LOS DOCUMENTOS DEL CONCILIO VATICANO II Y LAS CARTAS PASTORALES EPISCOPALES.
Es la misma dis-función estructural y funcional eclesial la que delimita y desintoniza la comunicación diocesana y al mismo tiempo la transmisión del evangelio.


Además de la estructura eclesiástica de mayor responsabilidad y de mayor dirección para subordinar y coordinar las respectivas estructuras laicales o ministeriales dentro del consejo parroquial.
En cada parroquia, arciprestazgo, vicaría; tienen que haber una coordinación eclesiástica y una coordinación (o diaconía) laical o ministerial. Es decir un coordinador de laicos en general compuesto por un coordinador de catequistas, un coordinador del ministerio de música, así como lo hay de cáritas o de asociaciones o cofradías, etc… Todo tiene que ser desde la misma base o parroquia, pasando por los arciprestazgos, las vicarías y las diócesis en coordinación totalmente eclesial.


Es una cuestión de cambio de mentalidad, de cambio de sistema, de cambio de lenguaje. Cada vez más, los laicos notamos la gran irrealidad de concordancia eclesial que hay en nuestra Iglesia
Lo de la corresponsabilidad está muy claro a nivel doctrinal, pero a la hora de la verdad es difícil hacer un ejercicio práctico de ella.
Y porque lo que es nuevo pide novedad, que no es lo mismo que “novedosidad”.

Porque los problemas actuales necesitan soluciones actuales.
“El vino nuevo necesita odres nuevos”.
Para poder discernir los “nuevos” signos de los “nuevos” tiempos en el mundo y dentro de la misma Iglesia.

“Debemos ser pescadores de hombres, 
no guardianes del acuario” 
Mike Francen

La “nueva” pastoral requiere per se un “nuevo o renovado” sistema estructural eclesial. Más bien, un nuevo "pescadoral".Nuevas estrategias, nuevos planteamientos, nuevos métodos…
Como dice La Palabra:


“Cuando se reúnen, cada un@ puede participar con un carisma. Pero que todo sirva para edificar”.
…para que todos aprendan y todos sean animados.
…no impidan que se hable…
Pero que todo se haga decente y ordenado”. 1Cor 14,1



Se nos habla de participación con sentido común. Para el bien común no para el propio…con sentido cooperativo, constructivo y edificativo. Tenemos que pensar, sentir y actuar diocesanamente, eclesialmente como pueblo de Dios. Como dice una moderna máxima “Piensa y actúa localmente y mundialmente”. Tenemos que ir cambiando de mentalidad e ir actualizándonos:
Necesitamos espacios no para los monólogos. Sino, para los diálogos compartidos y co-participativos de sugerencias y puntos de vista de la plena y total comunidad.


Como nos recuerda La Palabra:
“Así, pues Cristo es quien dio los ministerios para la construcción del Cuerpo de Cristo.
La meta es que todos juntos nos encontremos unidos en la misma fe y en el mismo conocimiento del Hijo de Dios”… Ef 4, 11-14


“Él (Cristo, la cabeza) da organización y cohesión al Cuerpo entero, por medio de una red de articulaciones, que son los miembros, cada uno con su actividad propia, para que el Cuerpo crezca y se construya a sí mismo en el amor”. Ef 4, 15-16


“Tú que duermes, despiértate,…
No anden como tontos, sino como responsables. Sino que aprendan cuál es la voluntad del Señor. Más bien llénense del Espíritu Santo, y sométanse unos a otros por consideración a Cristo”. Ef 5, 14-15



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Se perfilan dos  direcciones  
en la nueva evangelización:


La vía de una mística (en una cristología desde arriba) insistir en la gratuidad, es decir, en la acción previa de Dios que nos ama libremente, aun cuando no estemos preparados ni seamos dignos de ello, si acogemos su gracia en el momento propicio.
Y la vía ascética -racionalista, intelectualista- (en una cristología desde abajo) poner más énfasis en la preparación y dignidad de las personas para que la gracia de Dios llegara hasta ellos          
Estas diferencias son fácilmente salvables e, incluso, fecundamente interactivas. Al nivel en el que se vive la experiencia de gracia, no se ven las cosas así. Al contrario, dan como resultado dos formas muy distintas de vivir nuestra relación con Dios y con los hermanos. La primera, al recalcar la iniciativa de Dios sobre el pecado del hombre, hace de Dios un instrumento de misericordia, amando a las personas tal como son, buscándolas en sus pobrezas, abajándose hasta su condición de miseria. Este talante engendra una confianza que se traslada inmediatamente a la relación con los demás e instituye unas relaciones interpersonales de desenfado y libertad.
La ascética busca más seriedad e impone condiciones para que el sujeto viva y se comporte de una manera digna de la gracia. Hablan de amor pero sin afecto, hay que hacer comunidad pero sin cariño ni muestras especiales de ello, hay que ser espontáneos pero en un contexto muy regulado. Mientras una tendencia parece exagerar la alegría de la gratuidad; la otra no acaba de eliminar la tristeza de la culpabilidad, aun sintiéndose salvado. Se habla de gracia pero era una gracia cosificada que se podía merecer, ganar, perder, recobrar, calcular y exigir. Todo el peso de la salvación recayó en el sujeto y en sus obras, con lo que el cielo, para llegar a él, había que ganarlo a pulso. Con ello se perdió la gratuidad de la salvación en Cristo Jesús y desde entonces en vez de invocar al Espíritu Santo se invocaba al esfuerzo de la propia voluntad.


Tradicionalmente se ha pensado que a esto se llega con el perfeccionamiento de las virtudes pero este salto cualitativo le es imposible a la virtud, aun la infundida por el Espíritu Santo. En los grandes movimientos actuales está suficientemente probado por la experiencia que la mística es anterior a la ascética. Tal vez sean cosas de ahora, pero lo son. La visión dominicana cobra su plenitud cuando Dios reparte su don no a los que lo han conquistado a base de ejercicios virtuosos sino mucho más gratuitamente a muchos pobres y tirados que coinciden con los publicanos y prostitutas del evangelio. Estamos viendo cada día cómo Dios renueva su Iglesia con los más pobres y pequeños.




El Espíritu Santo quiere que en estos tiempos su gracia sea completamente gratuita para poder seguir derramándola, como dice Jesús en el Evangelio, a los pequeños y sencillos y a los que están dispuestos a nacer de nuevo.

El Papa Benedicto no les predicó a los chicos de la JMJ de Madrid virtudes o morales sino un encuentro con Cristo dentro de la Iglesia por obra del Espíritu Santo. Esta predicación supera en calidad mil leguas a toda la predicación del esfuerzo y preparación humanos.

Algunos podrán pensar que esta postura de gratuidad no asume la cruz ni los grandes compromisos. La gracia o el Espíritu Santo, como se dice más ahora, te lleva a Jesús y, en estos tiempos, de una manera especial a la humanidad de Jesús. Por este Jesús nos viene toda la salvación de Dios para el mundo. Esa salvación o esa gracia pasa ahora por todos los que le siguen más de cerca. Es gratuita pero sucede en nuestra carne y en nuestros actos. La fidelidad a este don es la única cruz verdadera. Esta fidelidad va a darse en tu historia, es decir en tu vocación, en tu comunidad, en tu familia, en tus problemas, carencias, enfermedades, debilidades y pecados, en tu vida y en tu muerte. La fidelidad a esta gracia hace posible el gran compromiso con los pobres y la misericordia a todos los niveles.

"Tenemos ideas extrañas sobre la conversión. La unimos con una serie de propósitos, obligaciones, prácticas ascéticas, esfuerzo de voluntad.
Prometo: "a partir de tal día me convertiré". Al final todo queda en una frustración más, no sólo por mi falta de voluntad, sino por falta de verdaderos objetivos. Y si por desgracia alguien se llega a convertir desde esos presupuestos, se convierte a sí mismo, a sus propias ideas de Dios, se radicaliza y se esteriliza, suponiendo que no se transforme en un peligroso activista. A todas estas conversiones siempre les acecha una gran frustración.
Volvemos a entender que el amor de Dios no consiste en que nosotros amemos a Dios sino en que es él el que nos ama primero (1Jn 4, 10). O como dice Santo Tomás de Aquino: “Nadie es bueno por amar a Dios, sino que es Dios, al amarnos, el que nos hace buenos”.
Ahora, ante la nueva evangelización, debemos de estar atentos a la teología de base que se quiera proponer. Si, como digo, volvemos a insistir en las obras, si el centro de la evangelización es el pecado y cómo librarnos de él, erraremos totalmente el camino. Por el contrario, si nos centramos en la acción previa de Dios, realizada en Cristo, que nos ama, nos busca y nos recrea, reconstruye y rehabilita, entonces evangelizaremos sobre roca firme bajo el primado del amor.

Resumen
1) La salvación es obra de Dios. En el cielo sólo existirá su gloria.
2) Hay que admitir la premoción en todos los actos tanto físicos como espirituales. La acción previa de Dios es condición para que algo se mueva.
3) La salvación se realiza mediante Jesucristo Dios y hombre a un mismo tiempo.
4) Dicha salvación se realiza en la humanidad de Jesucristo,
5) en su cuerpo de carne.
6) La alianza definitiva por la que Dios nos salva se basa en la sangre de Cristo. Lo realizamos sacramentalmente en la eucaristía.
7) Dicha salvación es gratuita, no se debe a los méritos ni a preparación alguna por parte del hombre. La experimentan los sencillos de corazón.
8) El Espíritu Santo que recibimos por medio de Cristo nos hace entender estos misterios y nos eleva al nivel del don que es el de la santidad.
9) Ninguna virtud humana ni siquiera las dotadas de gracia infusa, pueden acceder al nivel del don. La virtud siempre obrará al modo humano mientras que en los dones la modalidad de sus actos es ya divino.
10) Dios al infundirnos la gracia nos hace libres porque nos hace desear nuestro bien al que nunca accederíamos sin ella. Sin la acción de Dios nunca seríamos libres.
En esa acción libre bajo la gracia encontramos nuestra más honda verdad y la plenitud de nuestra humanidad. Ahí es donde descubrimos la vocación a la que nos llama el Señor en la vida. De ella brotan nuestras obras y compromisos.