EL Rincón de Yanka: INSTITUCIONALISMO

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viernes, 18 de octubre de 2024

LIBRO y CRÍTICA "LA DICTADURA DE LA MINORÍA": CÓMO REVERTIR LA DERIVA AUTORITARIA Y FORJAR UNA DEMOCRACIA PARA TODOS por LEVITSKY y ZIBLATT

 
LA DICTADURA
DE LA MINORÍA

CÓMO REVERTIR LA DERIBA AUTORITARIA
Y FORJAR UNA DEMOCRACIA PARA TODOS


Un llamado a reformar las instituciones democráticas tradicionales para frenar los regímenes autoritarios contemporáneos
Estamos atravesando una época convulsa en la que la gobernanza neoliberal, el ascenso generalizado de la extrema derecha, la política de bloques, y otras formas de autocracia se están imponiendo en diferentes latitudes del planeta. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt ofrecen aquí un marco teórico coherente y aportan ejemplos de todo el mundo para comprender el giro autoritario generalizado y explicar cómo los partidos políticos se vuelven contra la democracia. A partir del caso estadounidense y mostrando la evolución de otros países en la consecución de mejoras y reformas para la sociedad y las libertades civiles, los aclamados profesores de Harvard proponen una serie de reformas con las que salir de una espiral de crisis y constituir lo que ellos llaman la única democracia factible. Un libro necesario, legible y convincente.

De alguna manera, hemos resistido, 
testigos de una nación que no está rota, 
pero sí incompleta...

Es bastante habitual referirse a la sociedad como un rebaño de ovejas que es conducido de un lado a otro, incluso al matadero, sin ninguna resistencia. Individualmente, según parece, somos suficientemente inteligentes y astutos para advertir las perversas intenciones de los pastores pero extrañamente, cuando nos sumimos en la masa, nos vemos arrastrados sin remedio por la estupidez ovejuna.
Esta visión, que traslada la responsabilidad a una entidad abstracta y colectiva, cuyo común denominador es la estupidez, ignora precisamente que es la inteligencia de cada cual para el cálculo coste beneficio lo que permite a los políticos manipular a la sociedad y conducirla como a un rebaño. 
Los gobernantes han aprendido que, más allá de proclamas genéricas, que nunca se sustancian en medidas concretas y eficaces, les basta con favorecer los intereses de grupos minoritarios para someter a todos los demás.

La idea de que la política puede ser capturada por grupos minoritarios no es nada nuevo. Ya fue contemplada en 1957 por Anthony Downs en An Economic Theory Of Democracy, donde acuñó el concepto de «coalición de minorías», según el cual un partido podría ganar las elecciones proponiendo medidas que favorecieran a grupos minoritarios. Más tarde Mancur Olson, en The Rise and Decline of Nations (1982), mostró que, debido a que la dinámica de costes y beneficios favorece la creación de pequeños grupos de intereses, estos se impondrían al bien común y acabarían capturando los partidos, los gobiernos y sometiendo a toda la sociedad en beneficio de unas minorías.

En España, esta dinámica se manifiesta a nivel local, regional y nacional, generando situaciones que invitan a la reflexión. Futuros gobiernos precarios sostenidos por exigencias de pequeños grupos que, de alguna manera, tienen el poder de dictar quién debe gobernar. Ejecutivos atados por acuerdos con minorías poco populares, como extremistas, independentistas y nacionalistas. Hemos visto gobiernos eficientes en la gestión, pero pendientes de cuestiones irrelevantes o a un ayuntamientos donde figuras serias debieron lidiar con personajes más propios de una comedia que de la política.

Como conclusión, para Levitsky y Ziblatt «solo hay una cosa clara: las instituciones no salvarán nuestra democracia. Tendremos que ser nosotros mismos quienes lo hagamos».
Comentario crítico: con todos sus aciertos y hechos incontestables cuando describen la situación estadounidense, es fácil ver el sesgo partidista e ideológico quizás inconsciente de un ensayo como "La dictadura de la minoría". 
Propongo este ejercicio. Léase de nuevo el artículo. Cámbiese en la lectura el término EE. UU. por el nombre España. Realícense los pequeños ajustes necesarios para acomodar las frases a nuestra realidad política y social. Enseguida acuden a nuestra imaginación ejemplos y contraejemplos para certificar que la realidad supera y a veces contradice la teoría de Levitsky y Ziblatt.


"En realidad, el hombre no tiene derechos en una democracia.
No los perdió en beneficio de la colectividad nacional ni de la nación, sino de una casta político-financiera de banqueros y agentes electorales. 
La democracia masónica (globalista), a través de una traición sin igual, se disfraza de apóstol de la paz en esta tierra y al mismo tiempo proclama la guerra entre el hombre y Dios.
"Paz (Pacifismo) entre los hombres y guerra contra Dios". Corneliu Zelea Codreanu

INTRODUCCIÓN

Es difícil construir una democracia multiétnica. Apenas unas pocas sociedades lo han logrado. La democracia multirracial. es un sistema político con elecciones regulares, libres y justas en el que los ciudadanos adultos de todos los grupos étnicos tienen derecho al voto y libertades civiles esenciales como son la libertad de expresión, de prensa, reunión y asociación. No basta con que estas garantías existan sobre el papel: por ley,personas de toda procedencia étnica deben gozar de protección equitativa para garantizar sus derechos democráticos y civiles. :... a Civil Ríghts Act (Ley de Derechos Civiles) de 1964 y la Votíng Ríghts Act (Ley de Derecho al Voto) de 1965 sentaron finalmente las bases legales para una democracia multirracial en Estados Unidos. Sin embargo, ni siquiera hoy hemos conseguido convertirla en realidad.

Por ejemplo, el acceso a las urnas sigue siendo desigual. Según un estudio llevado a cabo en 2018 por el Public Religion Re­ search Institute (Instituto Público de Investigación sobre la Religión) (PRRI, por sus siglas en inglés), resultaba tres veces más pro­ bable para los ciudadanos afroamericanos y latinos que para los blancos que se les dijera que no disponían de la documentación correcta para votar. También tienen dos veces más posibilidades de que, por error, sus nombres no consten en elpadrón. 

Las le­yes que prohíben el voto a los convictos afectan a los afroamericanos de manera desproporcionada, y los ciudadanos no blancos siguen sin estar sujetos a la misma protección jurídica. Es dos veces más probable que en algún momento la policía mate a un hombre negro que a uno blanco (aunque, a su vez, las víctimas mortales negras de la policía son la mitad de propensas a ir ar­ madas); los negros tienen más números de ser parados y cacheados por la policía que los blancos; asimismo es más probable que los arresten y los condenen -con sentencias más largas-por delitos similares. Si persiste alguna duda sobre si los ciudadanos negros no gozan de los mismos derechos legales que los blancos, el caso de Kyle Rittenhouse puede servir como prueba: ¿podría acaso un joven negro atravesar tres estados con un rifle semiautomático, dirigirse a una manifestación sin que lo parara la poli­ cía, disparar contra la muchedumbre,matar a dos personas y salir impune?

Pero, aunque Estados Unidos todavía no sea una democracia multirracial de verdad, está en camino de convertirse en una. Durante el medio siglo transcurrido entre la aprobación de la Voting Right´s Act y el ascenso a la presidencia de Donald Trump, las bases fundamentales de la sociedad han cambiado. Una enorme oleada migratoria ha transformado la que había sido una socie­ dad predominantemente blanca y cristiana en diversa y multiétnica. 
A la vez, el creciente poder político, económico, jurídico y cultural de los estadounidenses no blancos puso en duda -y empezó a desmantelar- unas jerarquías raciales muy arraigadas. Las encuestas muestran que, por primera vez en la historia de Estados Unidos, la mayoría de la población acepta hoy la heterogeneidad étnica y la igualdad racial: los dos pilares fundamentales de una democracia multirracial.  En 20 16, Esta­ dos Unidos se estaba acercando a una auténtica democracia multirracial;una que tal vez pudiera ser un modelo para sociedades diversas del mundo entero.

Sin embargo, justo cuando este nuevo experimento democrático se empezaba a afianzar, el país sufrió una reacción autorita­ ria tan feroz que sacudió los cimientos de la República y llegó a suscitar preocupación entre los aliados internacionales sobre el porvenir democrático de Estados Unidos. Cuando hay pasos significativos hacia la inclusión democrática a menudo se producen reacciones intensas;autoritarias, incluso. Pero el asalto a la democracia estadounidense fue peor que cualquier escenario que hu­biéramos podido anticipar en 2017, cuando escribíamos nuestro primer libro, "Cómo mueren las democracias".  Hemos estudiado insurrecciones violentas e intentos de anular comicios en multitud de países, desde Francia y España a Ucrania y Rusia, pasando por Filipinas, Perú y Venezuela, pero aquí nunca imaginamos algo parecido. Como tampoco habríamos supuesto que uno de los dos grandes partidos estadounidenses renegaría de la democracia en el siglo XXI.

El retroceso democrático en Estados Unidos era de una magnitud sobrecogedora. Algunas de las organizaciones que toman el pulso a las democracias de todo el mundo lo traduje ron en un dato. Cada año, la organización no gubernamental Freedom House otorga a los países una puntuación que va de 0 a 100 en su Global Freedom Index (Índice de Libertad Global), donde 100 es indi­ cativo de una mayor democracia. En 20 15, Estados Unidos recibió una puntuación de 90, a la par con países como Canadá, Italia, Francia, Alemania, Japón, España o el Reino Unido. Sin embargo, con el paso del tiempo fue disminuyendo de modo constante, hasta llegar a un 83 en 2021. No era solamente una puntuación menor a la otorgada a cualquier democracia consolidada de Eu­ropa occidental, sino también a algunas con historia turbulenta como Argentina, Chequia, Lituania o Taiwán.

Se trataba de un vuelco insólito en los acontecimientos. Según casi todas las consideraciones en el campo de las ciencias so­ ciales sobre qué es lo que hace prosperar a las democracias, Estados Unidos debería ser inmune a dicha erosión. Los investigado­ res han descubierto dos patrones que prácticamente constituyen una ley: nunca mueren las democracias ricas, como nunca mue­ren las democracias veteranas. En un conocido estudio,  los politólogos Adam Przeworski y Fernando Limongi constataron que ningún sistema democrático con más riqueza que el de la Argentina de 1976 -su PIB per cápita era de unos 16.000 dólares actua­les- había colapsado jamás. Años más tarde, la democracia de Hungría, cuyo PIB per cápita es de unos 18.000 dólares al cambio actual, ha sufrido un proceso de erosión. El PIB per cápita estadounidense era de unos 63.000 dólares en 2020, casi cuatro veces mayor que el país más rico que en su día sufrió una ruptura democrática.

Del mismo modo, tampoco ha muerto ninguna democracia con más de cincuenta años de historia. Incluso situando la demo­ cratización de Estados Unidos en la aprobación de la Voting Rights Act de 1965 (es decir, cuando el país adoptó el sufragio pleno para los adultos), nuestra democracia ya tenía cincuenta años cuando Trump alcanzó la presidencia. De modo que tanto la misma historia como las décadas de investigación en ciencias sociales nos dicen que la democracia estadounidense debería haber estado a salvo. Sin embargo, no fue así.
Por supuesto, Estados Unidos no es el único país donde se está produciendo un incremento de la diversidad. Como tampoco el único en vivir una reacción extremista de derechas a dicho cambio demográfico. El número de residentes nacidos fuera del país ha ido en aumento en la mayor parte de los regímenes democráticos más antiguos del mundo, en particular en Europa occidental. Los inmigrantes y sus hijos constituyen una parte creciente de la población, incluso en países que habían sido históricamente homogéneos como Noruega, Suecia o Alemania. 

Ciudades como Ámsterdam, Berlín, París o Zúrich presentan una población casi tan diversa como la de las grandes urbes de Estados Unidos. También la crisis de los refugiados de 2015 llevó a millones de recién llegados del norte de África y Oriente Medio a Europa, lo que produjo que la inmigración y la diversidad étnica se convirtieran en cuestiones de gran relevancia política.  Junto con las repercusiones de la crisis financiera de 2008, estos cambios desembocaron en una reacción radical. Casi en todos los países de Europa occidental, entre el 10 y el 30 por ciento del electorado -con una gran mayoría de los votantes blancos, con menor nivel educativo y que habitan regiones en declive o alejadas de los centros urba­ nos-se siente apelado por mensajes xenófobos. En todas partes, desde el Reino Unido, a Francia e Italia, Alemania o Suecia, estos votantes han impulsado la riqueza electoralde los partidos y movimientos de ultraderecha.

Aun así, Estados Unidos destaca en dos sentidos. En primer lugar, la reacción a su creciente diversidad ha sido insólitamente autoritaria. Rara vez el auge de los partidos xenófobos y antisistema en Europa occidental se ha presentado de una manera tan antidemocrática como la que hemos visto en Estados Unidos. Muchas características de los partidos de ultraderecha de Europa occidental son motivo de preocupación, incluyendo su racismo, xenofobia y desprecio por los derechos de las minorías, además de, en ciertos casos, simpatía por el presidente de Rusia, Vladímir Putin. No obstante, hasta el momento, casi todos ellos han se­ guido las normas de la democracia, aceptando los resultados electorales y rechazando la violencia política. Estados Unidos tam­bién difiere en otro aspecto: se llegó a ascender al poder nacional fuerzas extremistas, mientras que, en Europa, han sido relega­das en su mayoría a la oposición o,en unos pocos casos, a Gobiernos de coalición.

De modo que debemos afrontar una realidad incómoda: tanto la diversidad social, como la reacción cultural,así como los par­ tidos de extrema derecha son omnipresentes en las democracias consolidadas de Occidente. 
¿Por qué de entre todas las democra­cias ricas y consolidadas solo Estados Unidos se asomó al borde del abismo? Esta fue la pregunta que nos persigue a raíz de lo acontecido los días 5 y 6 de enero.
Resulta tentador considerar que hemos pasado la página de la era Trump. Al fin y al cabo, no ganó la campaña para su reelec­ción (FRAUDE ELECTORAL) (¿?), y su empeño por declarar nulos los resultados de los comicios fracasó. En 2022, durante las votaciones de mitad de man­ dato para el Congreso, en los estados pendulares también perdieron los negacionistas de los resultados más peligrosos. Parecía que habíamos logrado esquivar la bala y que, al fin y al cabo, el sistema funcionaba. Ahora que se disputa el control de Trump so­bre el Partido Republicano, tal vez podamos dejar de preocuparnos tanto acerca del destino de nuestra democracia. De hecho, po­ dría ser que esta no se esté muriend o.

Pensar así es comprensible. Para aquellos de nosotros que acabamos agotados de las crisis que durante la era Trump parecían no tener fin, la «teoría de la bala única» (y esquivada) puede suponer un consuelo. Por desgracia, es infundada. La amenaza a la que se enfrenta la democracia estadounidense nunca fue solo la de un hombre fuerte seguido por una secta de fieles. Los proble­ mas son más bien endémicos. Se encuentran,de hecho, en las raíces más profundas de nuestra política. Hasta que no abordemos los problemas subyacentes, el sistema seguirá siendo vulnerable.
Para revertir del todo el retroceso democrático de Estados Unidos-y, lo más crucial, impedir que se vuelva a producir-debe­ mos comprender sus causas. 
¿Qué motiva a un partido a descarriarse de la democracia? No es algo que suceda con frecuencia, pero cuando lo hace, es capaz de destrozar incluso un sistema político consolidado. Podemos extraer enseñanzas de lo vivido en otros países, pero también de episodios de nuestra historia, que incluye la reacción autoritaria del Partido Demócrata, en el Sur, a la Reconstrucción que siguió a la Guerra Civil.

Asimismo, tenemos que entender por qué Estados Unidos ha demostrado ser tan proclive a esta erosión democrática. Exige que estudiemos atentamente las instituciones que forman el núcleo de nuestro sistema político. Los votantes reaccionarios son minoría en Estados Unidos, como lo son en Europa. Este aspecto es importante, y a menudo se desatiende. El Partido Republi­cano, dirigido por Trump, así como los movimientos de la derecha radical en los países europeos,siempre ha representado a una minoría política. Pero a diferencia de los partidos de ultraderecha en Europa, pudo alcanzar la administración del país.
Esto nos conduce a otra inquietante realidad. Parte del problema que hoy afrontamos tiene que ver con un objeto de venera­ ción para muchos: la Constitución. Estados Unidos posee la carta magna escrita más antigua del mundo. Como el brillante ejem­plo de destreza política que es, sentó las bases para la estabilidad y la prosperidad, y durante más de dos siglos ha logrado poner freno al poder de presidentes ambiciosos y que se extralimitaron. Sin embargo, los defectos de la Constitución ponen ahora en pe­ ligro nuestra democracia.

Concebida en una época predemocrática, la carta magna estadounidense permite que las minorías dentro de los partidos boi­ coteen a la mayoría de forma frecuente, y que a veces los gobiernen. Las instituciones que dan alas a esas minorías pueden con­ vertirse en instrun:entos para el gobierno de unos pocos. Y son especialmente peligrosas cuando se encuentran en manos de las facciones extremistas o antidemocráticas de una organización política.
A destacados pensadores de los siglos XVIII y XIX,desde Edmund Burke a John Adams, pasando por John Stuart Mill o Alexis de Tocqueville, les inquietaba el riesgo que entrañaba la democracia si se convertía en una «tiranía de la mayoría, el peligro de que un sistema de este tipo permitiera que la voluntad de muchos pisoteara los derechos de unos pocos. Puede convertirse en un pro­blema real: las mayorías de Gobierno han socavado la democracia en la Venezuela y la Hungría del siglo XXI, y amenazan con ha­cer lo mismo en Israel.

Sin embargo, el sistema político estadounidense, siempre y sin falta, ha impuesto límites al poder de las mayorías. Hoy en día lo que aflige a la democracia de nuestro país se acerca más al problema contrario: las mayorías electorales a menudo son incapa­ ces de llegar al poder, y en caso de lograrlo, a menudo no pueden gobernar. Así pues, la amenaza más inminente ahora mismo es el Gobierno de una minoría. Al alejar con tanto ímpetu a la República de las fauces de la Escila de una tiranía de la mayoría, los fundadores de Estados Unidos la dejaron a la merced de la Caribdis de un Gobierno minoritario.
¿Por qué las amenazas contra la democracia estadounidense se manifiestan en este comienzo del siglo xxl? Al fin y al cabo, la Constitución tiene cientos de años. Entender cómo hemos llegado a este punto es el principal cometido de este libro. Más apre­miante resulta, sin embargo, preguntarnos cómo saldremos de esta. Solo hay una cosa clara: las instituciones no salvarán nuestra democracia. Tendremos que ser nosotros mismos quienes lo hagamos.


Hoy, pareciera imposible imaginarla. Pero no siempre fue así. Ni en Atenas, ni en los inicios de Estados Unidos, ni en las primeras repúblicas modernas.
En este episodio de Contrarrelato destripo el mito de que “más partidos = más democracia”.
Recorremos el surgimiento de los partidos de notables, los de masas, los partidos atrapa-todo, cartel, electoral-profesionales… y terminamos preguntándonos si no estamos viviendo el colapso del sistema de partidos.


VER+:


sábado, 31 de agosto de 2024

LIBRO " EL ALMA EN LA PIEDRA" por JOSÉ VICENTE PASCUAL ⛬ 🐻


EL ALMA EN LA PIEDRA

Altamira, 13.000 a.C.
El clan Tiznado lucha por 
sobrevivir en un entorno hostil.

Altamira, 13000 a. C. El clan Tiznado se reúne en torno a la hoguera, frente a la gran cueva que los protege del mundo. Ibo Huesos de Liebre, hábil rastreador, también experto en representar imágenes en los techos y paredes del sagrado refugio, trae noticias sobre la próxima cacería: ha localizado el cubículo donde se guarecen una osa y sus dos oseznos. La joven Ojos Grises escucha encandilada el relato del cazador. Abajo, en el valle, tribus de ancestrales adversarios del clan Tiznado esperan la menor oportunidad para acabar con sus enemigos. El destino de lucha y supervivencia está marcado, aunque Ibo Huesos de Liebre intuye que para los suyos no hay futuro sin conocimiento, sin saber quiénes son y por qué habitan en este lado de la existencia, el territorio de los Aún Vivos. El drama de la vida, la esperanza y la muerte, aguardan como siempre a unos y otros.
«La gente entiende fácilmente que los “primitivos” 
cimenten su orden social mediante creencias 
en fantasmas y espíritus, y que se reúnan 
cada luna llena para bailar 
juntos alrededor de una hoguera. 
Lo que no conseguimos apreciar 
es que nuestras instituciones modernas 
funcionan exactamente sobre la misma base». 
Yuval Noah Harari, Sapiens

«Me gustaría saber qué es lo cierto. 
No me gusta no saber». 
Carl Sagan, Cosmos

Nota del autor

Todos los períodos históricos han tenido épocas de esplendor. El Paleolítico superior es una «edad dorada», previa a la escisión entre el ser humano y la naturaleza que supuso el inevitable avance neolítico. 

La Biblia, en el mito de Caín y Abel (por citar un texto clásico, de todos conocido), da buena cuenta de este paso traumático y decisivo en la evolución de nuestra especie. Existe un continuo cultural en la historia que pone de manifiesto la intervención de la conciencia como necesario agente de progreso y, al mismo tiempo, elemento de reflexión sobre sí misma. 

Al homo sapiens paleolítico le inquietaban las mismas preguntas trascendentes que a nosotros: el porqué del mundo, de los fenómenos y las cosas; y, sobre todo, el porqué de ellos mismos, su razón de ser y su motivo de estar: su causa y su propósito. 
Desde su origen como disciplinas científicas, hasta hace poco, la historiografía y la descriptiva estudiaban el arte prehistórico como expresión de inquietudes mágico-religiosas y, en todo caso, ornamentarias. Sin embargo, las últimas aportaciones de la arqueología y la antropología dirigen su atención hacia un aspecto inédito: el arte rupestre expresivo del interrogante humano, la mirada introspectiva y la posibilidad cognitiva; una representación de conocimientos avanzados por medio de las utilidades tecnológicas al alcance de la humanidad en aquel tiempo. 

Dichas propuestas de investigación trabajan sobre la hipótesis de que el arte parietal, así como algunas muestras de artesanía objetuaria, intentaron representar y reproducir el movimiento por medio de desarrollos gráficos combinados con efectos de luz y sonido. 

El arqueólogo y divulgador Marc Azéma, tras años de investigación sobre numerosos escenarios minuciosamente observados, ofrece una conjetura plausible al tiempo que novedosa acerca de esta cuestión: «Desde el principio, el hombre hizo su cine», escribe en su libro Origines paléolithiques de la narration graphique. Según esta teoría, desarrollada en varias publicaciones y documentales, muchos siglos antes de Edison y los hermanos Lumière, las paredes de las cuevas y los objetos decorados por artistas paleolíticos dieron testimonio de la creación de procesos gráficos, técnicas y narrativas que caracterizan una verdadera «prehistoria de la tecnología descriptiva». 

El trabajo de campo en «museos» prehistóricos como Altamira, la cueva del Castillo y los yacimientos del valle de Vézêre, entre otros lugares, e igualmente el examen minucioso del «figurativo analítico» rupestre con ayuda de potentes medios científicos, confirman la hipótesis de que en las paredes y techos de aquellos ancestrales refugios están ciertamente representadas (pintadas) las inquietudes cotidianas del homo sapiens en torno a la actividad cinegética y la supervivencia; pero también están escritos los primeros libros de filosofía y ciencia de la humanidad. 

El alma en la piedra es una obra de ficción que aborda desde esta exclusiva vertiente —la pura ficción— unos momentos trascendentales de la historia: cuando, florecida la conciencia en caudalosa curiosidad sobre su hábitat y sentido último, se empeña el ser humano, como siempre ha hecho, en comprender el mundo y entenderse a sí mismo. Por simple motivo de cercanía cultural, y porque la de Altamira es la única cueva donde se alberga arte prehistórico que he tenido oportunidad de visitar (hace de eso muchísimos años), he ambientado la acción de la novela en este entorno, o muy parecido. Si bien, los hechos narrados en El alma en la piedra podrían haberse desarrollado en cualquier lugar del sur de Europa y en cualquier momento entre 14000 y 10000 a. C. 

Sobre el uso del lenguaje en esta novela, tanto por la voz narradora como por los personajes integrados en el argumento, creo conveniente anticipar la siguiente explicación: He reflexionado mucho en el tono de la historia —lo que sin duda acrecienta mis posibilidades de equivocarme—: cómo debía expresarse el narrador y cómo debían hacerlo los personajes. Tal como señala Yuval Noah Harari en su estimulante ensayo Sapiens, el lenguaje es simultáneamente un elemento generador fundamental en la revolución cognitiva humana y el resultado más eficiente de esta, en razón de las necesidades y anhelos que aunaban la actividad común de nuestros primitivos antepasados. 

Señala Harari, creo que con acierto: «Nuestro lenguaje evolucionó como un medio de compartir información sobre el mundo. Pero la información más importante que era necesaria transmitir era acerca de los humanos, no acerca de los leones y los bisontes. Nuestro lenguaje evolucionó como una variante de chismorreo. El homo sapiens es ante todo un animal social. La cooperación social es nuestra clave para la supervivencia y la reproducción. No basta con que algunos hombres y mujeres sepan el paradero de los leones y los bisontes. Para ellos es mucho más importante saber quién de su tribu odia a quién, quién duerme con quién, quién es honesto y quién es un tramposo». 

Evidentemente, no sabemos ni por lo remoto cómo hablaban los seres humanos 15000-10000 años a. C, aunque tenemos sobrada constancia de que se comunicaban entre ellos por medio de signos complejos, tanto fónicos y gestuales como gráficos, además de recurrir a abundante objetuario simbólico. Si aceptamos el principio elemental de que cuanto más desarrollada tecnológicamente es una sociedad más sofisticado es el idioma en que sus miembros interactúan, no resulta difícil imaginar que los habitantes del Paleolítico superior disponían de un acervo lingüístico nada despreciable. 

Sabemos que desarrollaron técnicas ornamentales y fabriles avanzadas, que bastantes miembros del mismo grupo humano debían ponerse de acuerdo para organizar cacerías masivas, que sanaban heridas y trataban enfermedades con métodos rudimentarios aunque en ocasiones muy eficaces; y también sabemos que habían ingeniado todo un mundo de referencias sagradas, de carácter mágico-religioso, por medio del cual intentaban no solo conjurar los peligros e inconvenientes que pudieran surgirles en su entorno cotidiano, sino también dotar de sentido y trascendencia la vida de los individuos. 

La religión en ese período (única filosofía posible) era sin duda animista, y la representación del mundo que ejecutaban y que observamos en las pinturas y demás vestigios rupestres así lo confirma. Todo ello requería la utilización de un lenguaje hablado que favoreciera la operatividad de elementos abstractos y la exposición de conceptos no tangibles aunque con capacidad para aglutinar idearios colectivos, así como de coordinar a la perfección acciones llevadas a cabo por grupos significativos de individuos en pos de una meta colectiva. Todo ello confirma mi convicción de que el lenguaje paleolítico integraba niveles superiores de la percepción y el conocimiento humanos, necesarios a la gran revolución cognitiva que facilitaría el advenimiento de la era neolítica. Ahora bien, en lo que concierne a la vida cotidiana y afanes espirituales de los pobladores paleolíticos, sabemos muy poco. 

«Suponemos que eran animistas, pero este dato no es muy informativo. No sabemos a qué espíritus rezaban, qué festividades celebraban o qué tabúes observaban. Y, lo más importante, no sabemos qué relatos contaban. Esto constituye una de las mayores lagunas en nuestra comprensión de la historia humana». (Y. N. Harari). Cualquier conjetura descriptiva sobre los detalles de la espiritualidad arcaica es un ejercicio meramente especulativo, pues las muestras e indicios son muy escasos, y los pocos que tenemos —un número muy pequeño de objetos, ajuares funerarios y pinturas rupestres— pueden ser analizados y explicados de muchas y distintas maneras. Las teorías de los científicos y sabios en la materia que afirman conocer qué anhelaban y sentían los cazadores-recolectores nos hablan más de las ideas preconcebidas de estos estudiosos que sobre las religiones en la Edad de Piedra. 

En vez de construir numerosas teorías sobre hallazgos esporádicos de restos y tumbas, pinturas rupestres y estatuillas de hueso, es mejor ser honesto y sincero y admitir que solo alcanzamos a tener ideas muy vagas y escasa certeza sobre las religiones, ritos, costumbres y lenguaje de los antiguos cazadores del Paleolítico. Es por todo lo anterior que determiné «hacer hablar» a los personajes de El alma en la piedra con la soltura y espontánea naturalidad de seres racionales contemporáneos —no olvidemos que entre los orígenes de nuestra cabal contemporaneidad neolítica y aquella humanidad prehistórica median tres milenios, a lo sumo—; si bien, en aras de la verosimilitud ficcionaria, he intentado mantener un estilo expresivo sencillo, simplificado, abundante en aliteraciones que, espero, no caigan en la reiteración. 

También he evitado en lo posible la utilización de conceptos que solo han alcanzado sentido pleno en el transcurso de la modernidad. No estoy muy seguro, pero creo que ninguno de ellos se ha colado por alguna rendija de la novela. Aparte de la elegida, tenía dos opciones más para solventar esta cuestión. 

La primera, hacer que mis personajes se expresasen a la manera de los indios en las películas del Oeste, lo que me parecía en exceso ridículo porque las tribus aborígenes americanas poseían idiomas bastante más perfeccionados que ese rejuntado de infinitivos, del todo absurdo, por el que los productores de Hollywood se han empeñado en hacerles hablar desde que se inventó el cine sonoro. 

La segunda: sobredimensionar la descripción subjetiva en la narración e inventar un idioma para momentos especiales —diálogos— en el cual se expresarían los personajes excepcionalmente, lo cual quedó de inmediato fuera de toda consideración porque mi propósito al escribir "El alma en la piedra" no era formular una rigurosa reconstrucción antropológica de una época y una civilización, sino adentrarme justamente en los terrenos más privados de los individuos: 
el florecer la conciencia y la interpretación del mundo conforme a la capacidad sapiencial de cada uno de ellos. 

De tal forma, los personajes de El alma en la piedra hablarán entre sí y para el lector como los de cualquier otra novela, en la espera por mi parte de que su llaneza y claridad lexical no quiebre lo verosímil de su trazado; también acogiéndome, en última instancia, a la benevolencia del lector, ya prevenido de que se encuentra ante una obra de ficción histórica, no ante un compendio científico… Sobre el cual, por cierto, ya me gustaría estar en condiciones y tener conocimientos de escribir.

Vale.

viernes, 5 de julio de 2024

LIBRO "LA PSIQUIATRÍA BAJO SOSPECHA": CORRUPCIÓN INSTITUCIONAL Y COLEGIAL, PERJUICIO SOCIAL Y RECETAS DE REFORMA 💰😵

 
LA PSIQUIATRÍA BAJO SOSPECHA
CORRUPCIÓN INSTITUCIONAL Y COLEGIAL, 
PERJUICIO SOCIAL Y RECETAS DE REFORMA

La Psiquiatría bajo Sospechas investiga cómo la influencia del dinero farmacéutico y los intereses gremiales han corrompido el comportamiento de la Asociación Americana de Psiquiatría y la psiquiatría académica durante los últimos treinta y cinco años. Este libro documenta cómo la institución psiquiátrica engañó regularmente al público estadounidense sobre lo que se sabía acerca de la biología de los trastornos mentales, la validez de los diagnósticos psiquiátricos y la seguridad y eficacia de sus fármacos. También examina cómo estas dos influencias corruptoras fomentaron la ampliación de los límites del diagnóstico y la creación de directrices sesgadas para la práctica clínica.

«Este libro presenta un análisis cuidadoso y reflexivo sobre las influencias institucionales y políticas en la manera en la que funciona la psiquiatría hoy en día, proporcionando una exploración erudita de un problema que tiene consecuencias para todos y todas. La apasionada crítica de Whitaker y Cosgrove nos proporciona los recursos para desarrollar soluciones y movilizar las voces a favor de una respuesta auténticamente liberadora a las cuestiones de salud mental».

– Ian Parker, catedrático de Gestión, Universidad de Leicester, Reino Unido.

«La Psiquiatría bajo Sospechas es una exposición reflexiva y bien documentada del actual encuadre de la salud y las enfermedades mentales, que utiliza la lente de la corrupción institucional para examinar la doble influencia de los vínculos financieros de la psiquiatría con la industria farmacéutica y el proteccionismo profesional. Se trata de una crítica profundamente humanista sobre cómo las pruebas científicas que respaldan los nuevos tratamientos con fármacos psiquiátricos pueden ser tan pobres y, sin embargo, tener crédito;. Una lectura obligada sobre la medicalización de la vida moderna».

– Barbara Mintzes, Facultad de Farmacia, Universidad de Sydney, Australia.

PRÓLOGO
 LAWRENCE LESSIG *

En 2010, el Centro de Ética Edmond J. Safra de Harvard inauguró un "laboratorio" para estudiar la "corrupción institucional". Nuestro objetivo no era conseguir que las almas malas hicieran cosas malas. En cambio, la corrupción que nos interesaba era más ordinaria o regular. Fue producto de un conjunto de influencias, dentro de economías de influencia, que debilitan la eficacia de la institución en particular, especialmente al debilitar la confianza pública.

Me atrajo esta concepción de la corrupción a través de mis propias reflexiones sobre la disfunción del Congreso. El Congreso no está lleno de criminales. Sin embargo, parece bastante claro que la institución ha permitido que la influencia del financiamiento de campañas debilite su efectividad y ciertamente debilite su confianza pública. Mi propio trabajo desarrolló el análisis del Congreso como un ejemplo de "corrupción institucional". De hecho, en mi opinión, el ejemplo fue paradigmático.

Pero al principio de la vida del laboratorio, la profesora Lisa Cosgrove describió una dinámica similar dentro del campo de la psiquiatría. Como lo explicó en presentaciones y en sus escritos, la psiquiatría también se había dejado afectar por una influencia que había corrompido su misión principal: ayudar a los pacientes. La dinámica de esa corrupción fue diferente a la dinámica en el Congreso. Pero, según ella creía, la historia podría entenderse en términos similares. El campo había sido vulnerable, describió, a la influencia comercial de las compañías farmacéuticas. Y la historia de esa influencia, argumentó, podría ser otro caso paradigmático de "corrupción institucional".

Este libro demuestra que ella tenía razón. En un relato increíblemente convincente y convincente, Lisa Cosgrove y Robert Whitaker muestran cómo y por qué la psiquiatría ha sido corrompida por la influencia de la industria farmacéutica. Y al hacerlo, bien podrían haber descrito un caso de corrupción institucional aún más claro que el del Congreso. Los actores de esta historia no son malvados, ni siquiera Si hay algunos, uno estaría tentado a utilizar ese término para describirlos. En cambio, están respondiendo a presiones comprensibles, aunque vulgares. Pero a través de un progreso lento, aunque pronunciado, el objetivo mismo del campo queda vinculado a una influencia que entra en conflicto con el propósito central de cualquier institución dentro de la medicina: ayudar al paciente. Y la consecuencia de ese conflicto es una práctica y una industria que consume el 6,3 por ciento de los costos de atención médica, con, excepto en los casos más extremos, muy pocos beneficios demostrables para el paciente.

Sin duda, este libro atraerá un escrutinio increíble. Y, de hecho, dados los intereses en juego, es seguro que será atacado, al igual que sus autores. Pero la experiencia académica y profesional de Cosgrove, combinada con el poderoso reportaje de investigación de Whitaker, proporciona un relato que asombrará al lector justo. Y cuando los argumentos que presentan sean aceptados, como lo serán, inducirán un cambio fundamental en la forma en que abordamos el problema. campo de la salud mental. Independientemente de si hubo o no una excusa para lo que se convirtieron en amplios sectores de la psiquiatría, ahora puede haber pocas excusas para dejarla intacta.

* Roy L. Furman, Profesor de Derecho y Liderazgo, 
Facultad de Derecho de Harvard; 
Director, Centro de Ética Edmond J. Safra, 
Universidad de Harvard.

¿Cuándo se desvirtuó la psiquiatría? 

 Para muchos, la psiquiatría cambió drásticamente en 1980, con la publicación de la tercera edición del DSM. A partir de ahí, la psiquiatría que conocíamos y entendíamos comenzó a transformarse en algo muy diferente, llevándonos hacia un enfoque más mecanicista y diagnóstico. 
🔍 El DSM, con sus ediciones sucesivas, no solo afectó la psiquiatría, sino también la psicología, la psicoterapia y, en última instancia, la comprensión de la mente humana.

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jueves, 22 de junio de 2023

JOPUTACRACIA (SATANOCRACIA) y PRINCEPS HUIUS MUNDI (EL PRÍNCIPE DE ESTE MUNDO) por LOMAS CENDÓN 👿👥💀


Joputacracia

¿Quiénes son nuestros gobernantes? Monarcas, primeros ministros, presidentes de república… ¡No, no, no! ¿Quiénes nos gobiernan realmente? En esta toma de consciencia de quién está al mando de este tinglado, el ser humano pasa por varios estadios. Se trata de un periplo de desencanto; un proceso de madurez de virgen doncella a vieja alcahueta; el inverso despertar de una ilusoria vigilia a la peor de las pesadillas: somos esclavos, ganado, animales estabulados. Siempre lo fuimos; y no tenemos ni idea de quiénes dirigen nuestra vida y eligen nuestra muerte. Hasta encarar esta cruda realidad, se transita por cinco etapas aquí detalladas:

ESTADIO 1.- CANDIDEZ DEMOCRÁTICA

La pueril ingenuidad de quien se creyó todo lo que le dijeron en el colegio, en misa y en la tele: los poderes públicos están al servicio del ciudadano; el Estado garantiza nuestros derechos y libertades; los jueces imparten justicia y la policía existe para detener a los malos. No es un sistema perfecto, -dicen-, pero es el menos malo de los posibles. Trabaja y te premiarán. Esfuérzate y se te compensará. Obedece y nadie te molestará: tendrás empleo, mujer, hijos, fútbol y un mes de vacaciones. Por supuesto, vivimos en una democracia, y a nuestros gobernantes les elegimos como representantes políticos. Nos identificamos en un espectro entre la izquierda y la derecha, conservador o progresista, socialista o liberal. Votamos. Claro que votamos. Y volvemos a votar. Pagamos impuestos para que haya autopistas, escuelas y hospitales. Las fuerzas armadas nos protegen. El Estado nos defiende.

ESTADIO 2.- INCOMPETENCIA POLÍTICA

Cuando se percibe la primera incongruencia sistémica, el ciudadano tiende a pensar que fue él quien no supo elegir de manera correcta. En este estadio, el mal político nunca lo es en una dimensión moral o espiritual, sino técnica o de competencia: no estaba bien preparado, no tenía formación adecuada, no supo gestionar de manera eficiente… Se sigue creyendo en el dogma de la representación política: si alguien no lo hizo bien, dentro de cuatro años votas a otro, y solucionado. Siempre se puede cambiar de ideología, partido, movimiento revolucionario, o en última instancia radicalizar el discurso hacia una extrema la que sea. Si se vive en la injusticia e iniquidad, la culpa es de la población, que no escoge bien a sus gobernantes, que no se interesa por lo público, que no tiene cultura política, conciencia de clase o carácter emprendedor. Si en el primer estadio se negaba el mal, en el segundo se le reconoce siempre y cuando se valore como lapsus corregible, error reparable, fallo de excepción. En el más iluso de los casos, se argumenta pretender mejorar el sistema desde dentro del mismo. Antes de entrar en el siguiente estadio, se agota la esperanza de que un nuevo partido, un nuevo movimiento, un nuevo personaje oportunista venga a mejorar las cosas.

ESTADIO 3.- LA EXCUSA DE LA CORRUPCIÓN

Se consuma la calamidad y se da un diagnóstico: la clase política se ha corrompido. No se contempla la posibilidad de que esa podredumbre moral sea precisamente el requisito de acceso a la casta gobernante. La corrupción resulta ser la causa del desastre general, y no el efecto buscado con alevosía. Se dan las explicaciones pertinentes insertadas con calzador en una ya dudosa versión oficial: las crisis económicas son periódicas e inevitables; la deuda pública es una mal necesario; los bancos han sido gestionados de manera irresponsable. A fin de cuentas, los políticos sólo siguen sus ambiciones personales de poder y dinero. Se instala el falaz axioma de que la élite global impone un orden político injusto a la población, para aumentar su riqueza e influencia política. Los ricos roban para ser más ricos; los poderosos matan para ser más poderosos. Se simplifica la cuestión con el mantra todos los políticos son iguales, como si el origen de todas las atrocidades que sufre el ser humano fuera la naturaleza egoísta de sus gobernantes. Si malversan fondos, es para enriquecerse. Si invaden un país, es para apropiarse de sus recursos. Si envenenan a la población a traición con sus medicinas, es para que el lobby farmacéutico facture millones. Si hacen atentados terroristas de falsa bandera, es para iniciar lucrativas guerras. Si se involucran en escándalos sexuales y pederastia, es por su carácter crápula y pervertido. Aun en el infierno en el que el ser humano vive, entre guerras, enfermedades, genocidios, hambrunas y sequías, este todavía no consigue atisbar la raíz de su desgracia: no es que en el orden político existan males, sino que ese mismo orden político se cimienta en el mal mayúsculo, en lo malévolo en sí, en la maldad pura.

Hasta que un día, abres los ojos: la agenda política que se impone es una sofisticada y eficiente maquinaria de tortura sobre los seres humanos. No era ni tu voto, ni tu dinero, ni tu poder lo que buscaban obtener, robarte, arrebatarte. Buscan tu sufrimiento. Te gobiernan para hacerte sufrir más y más, de forma neta, optimizada, maximizada, despiadada. Ese es el objetivo del Nuevo Orden Mundial: tu dolor, tu miseria, tu sufrimiento, elevado a cotas que ninguno de los nuestros puede concebir.


ESTADIO 4.- LA CAÍDA DE LAS MÁSCARAS

¿Cuándo nos dimos cuenta? Pues varía de sujeto a sujeto: unos nacen ya conscientes, y otros lo hacen solo justo antes de morir. Pero muchos de ellos se percataron de que las cosas no funcionan como deberían en el año 2020. ¿Qué ocurrió aquel año? Pues que a los que en verdad gobiernan se les vio el plumero. Tuvieron que ejecutar el encierro domiciliario de toda la población, de manera ilegal, y de espalda a las cartas de libertades constitucionales de las naciones. Y no ocurrió nada: ningún juez hizo justicia. Impusieron delirantes e ineficaces medidas sanitarias a millones de seres humanos con devastadoras consecuencias para su salud y economía. Y no ocurrió nada: no hubo responsables. Obligaron a protocolos médicos asesinos con los que murieron miles de personas en hospitales y residencias. Y no ocurrió nada: nadie pagó por ello. Se enloqueció a la población con una propaganda esquizofrénica de nuevos virus y sus variantes, mascarillas y sus obligaciones, expertos y sus malditos estudios científicos contradictorios. Y no ocurrió nada: ningún político rectificó, ningún periodista retiró lo dicho, ningún médico se disculpó por lo hecho. Finalmente se dictó una criminal y fraudulenta campaña de vacunación con la que se condenó a las naciones a un continuo exceso de mortalidad, una explosión de enfermedades neuro cardiovasculares, una masacre por goteo. Y no ocurrió nada: nadie detuvo tal monstruosidad ni aun dejando constatación del envenenamiento masivo de toda la población con derivados de un material tóxico utilizado en nanotecnología. A partir de 2020 todo cambió: la agenda se aceleró; el horror se intensificó; se cayeron las máscaras. ¿Y cómo es el rostro de quienes perpetran todo esto?

Resulta obvio verificar que nuestros reales gobernantes no comparten interés con el ser humano que somos. A nadie que conozcamos les gusta verse envuelto en guerras, bombardeos, tiranías, censuras, represiones, epidemias, persecuciones, masacres… y, sin embargo, a todo eso en exceso nos conducen sus políticas, con regular frecuencia e intensidad in crescendo. Quienes nos gobiernan tienen otro interés, no sólo diferente sino contrario al nuestro. Nuestro mal les favorece. Nuestra desgracia les congratula. Nuestro sufrimiento les motiva hasta el punto de parecer alimentarse de él. Promueven todo aquello que nos hace sentir mal: formas de arte aberrante, culto a lo feo, exaltación del bajo sentimiento, tráfico de drogas adictivas, perversiones sexuales contra niños, odio entre sexos, desunión familiar, conflicto entre naciones, mentiras y engaños periodísticos, enfermedades crónicas, abortos, locura, suicidio, ruido en las ciudades, infertilidad en el campo, terror en las calles, incomunicación en las casas, alimentación asquerosa, aire irrespirable, clima extremo, censura al discrepante, marginación al divergente, exterminio del que piensa diferente. Todo sin excepción dentro de la política impuesta de manera global desde 2020, conduce a sentirse infeliz y miserable. Respondiendo a este sencillo y espontáneo interrogante se entra al estadio final: ¿Quién es capaz de todo esto?

ESTADIO 5.- NOS GOBIERNAN NUESTROS PEORES ENEMIGOS

¿Quiénes son capaces de todo esto? Quienes necesiten de nuestro mal para su supervivencia. ¿Y quiénes necesitarían tal cosa? Pues seres con una naturaleza diferente a la humana. ¿Y qué naturaleza sería esa? La que dependiera de permanecer ocultos a nuestros ojos, como un depredador que se esconde de la presa, como un parásito que se mimetiza en su huésped, como un zorro que no se deja ver antes de entrar al gallinero.

No podemos entender su extrema crueldad, pero sí podemos evaluar su grado tras observar sus actos. ¿Cómo de sádicos pueden llegar a ser? Matan millones y responsabilizan de las muertes a los propios muertos. Mienten en ráfaga para, acto seguido, llamar mentiroso al que dice la verdad. Difaman, calumnian, aíslan a todo aquel que se les opone. Torturan en masa para después, con desfachatez, alegar hacerlo por el bien del torturado. Intoxican con falsas medicinas en las que reside la causa de la enfermedad que dicen curar. Ejecutan una sofisticada demolición de tres rascacielos matando miles, y culpan de ello a una patética cuadrilla de moros. Vuelan cuatro trenes de manera simultánea segando la vida de inocentes, y condenan a un tendero a miles de años de prisión por ello. Sufragan actos terroristas, atrocidades paramilitares, horrendas revoluciones, y después te denuncian a ti por discurso de odio. Modifican el clima a su interés, provocando sequías, propagando incendios…para luego prohibirte emitir más gases bajo sanción. 

Siembran las ciudades de antenas de telecomunicaciones que dañan todos los tejidos de nuestro cuerpo, y después con sorna te aseguran que son inocuas. Te dicen que protegen el medioambiente impidiéndote criar pollos o vacas, y después te hacen comer grillos y escarabajos por el bien del planeta. Hibridan tu biología con tecnología que nadie ha demandado, con vistas al engendro que justifica su agenda transhumanista. Manipulan la historia, la arqueología, la ciencia. Te amenazan constantemente con meteoritos, pandemias, crisis climáticas. Escenifican ridículas carreras espaciales que requieren presupuestos anuales astronómicos, y luego te dicen que en 2023 no se puede regresar a la luna. Montan guerras mundiales, conflictos religiosos, crisis financieras. Te seducen con fantoches de ventrílocuo que te presentan como candidatos políticos. Te enloquecen con una televisión de propaganda, violencia, cotilleos, y reality shows cada vez más deleznables. Te lavan el cerebro con cine, series, deporte, música pop, pornografía. Te sobornan con su estatus social de mierda, su éxito de pacotilla, su dinerucho manchado de sangre, para que desoigas estas palabras, desdeñes la verdad que eres, se pudra tu corazón, y sigas con tu miserable vida, cabizbajo, cínico, cobarde.

¿Acaso puedo ser más claro? Nos gobiernan nuestros peores enemigos. Son implacables, responden solo a sus propios intereses, y no van a mostrar ninguna compasión por nosotros. Al contrario: cuanto más nos hagan sufrir, cuanto más ignorantes permanezcamos, cuanto más inconscientes seamos de su existencia, más se regodearán en nuestra tortura y miseria. Si crees que ahora estás en paz, te engañas: es sólo una falsa tregua para volver a envestir enseguida con más fuerza. Si crees que lo peor ya ha pasado, te equivocas: volverán con otro ataque, más virulento si cabe, cuanto menos te lo esperes. Si crees que esos seres no están aquí entre nosotros, no puedes estar más errado: nunca se fueron, siempre estuvieron aquí, no vinieron de ningún lejano lugar. Y no descansarán hasta doblegarnos en cuerpo y alma. De que seas consciente de ello, depende la única, última y remota oportunidad que tenemos de librarnos de ellos. Si no la aprovechamos, ya estamos condenados.


Princeps huius mundi 
(El príncipe de este mundo)

La mayor astucia del diablo es hacernos creer que él no existe. Para el mal, el ocultismo no es parafernalia simbólica, esotérica, estética; para el mal, el ocultismo resulta ser su hábitat necesario, como para el pez el agua. Si no consigue permanecer oculto, su fechoría pierde su gracia. Si el mal desvela su rostro, pierde todo su poder.

La otra triquiñuela del maligno, asociada a esta, es hacernos creer que el mal siempre está lejos, fuera y después. Esta nos la comemos todos con patatas: lo malo siempre está en el otro, en el extranjero, en el infiel; siempre quiere entrar en nosotros y en nuestro mundo como invasor, virus o extraterrestre; y siempre acecha y se proyecta en un futuro amenazante. A su personificación la situamos reinando los lejanos infiernos, espacios sombríos, tiempos oscuros, lugares indeseables para lo que haya más allá de esta vida…

¿Queréis que se desvele el gran secreto de la Masonería aquí y ahora, en un artículo que encontrasteis en internet? Pues aquí lo tenéis: Ese Maligno es el Príncipe de este Mundo, princeps huius mundi, el Manu hindú, le roi du monde, el Menes egipcio. Él gobierna este mundo y estas formas de vida que somos (o en las que estamos), y de este conocimiento si infiere que, si el Príncipe de las Tinieblas es el Príncipe de este Mundo, no hay otro averno, otro reino del mal, otro infierno, que este extrañísimo lugar en el que habitamos. Y digo habitamos para evitar el vivimos, porque vivir, lo que se dice vivir, poquito: la vida se reduce a nacer, crecer, ser engañado en todo, y morir en la ignorancia.

Pero quien no se consuela es porque no quiere, y hasta de esta penosa situación extraemos una esperanza: si ya estás en el infierno, ahórrate el miedo en un inexistente infierno futuro, pues este se va a desarrollar siempre en un presente continuo mientras permanezca oculto. En palabras más claras: viviremos en el infierno, inconscientes, dormidos, ajenos a la brutalidad e indignidad que sufrimos, mientras vivamos engañados en un mundo democrático, progresista, sostenible, resiliente, solidario, igualitario, tecnológico, y medioambiental de mierda; me explico:

Te despiertas por la mañana con procesos inflamatorios varios tras la nocturna sesión de irradiación a traición que te meten todas las noches: o faringitis, o dermatitis, o artritis, o amigdalitis, o sinusitis, o bronquitis, o rinitis, o inflamación intestinal… elige la tuya; todo sufrimos al menos una. En los últimos tres años te han inyectado (en verdad, te has dejado inyectar de manera sumisa y borreguil) varias dosis de óxido de grafeno reducido que han mermado tu salud considerablemente. Te despiertas cansado. También tus hijos, que van a la escuela tosiendo, siempre acatarrados, mocosos, dengosos, bajo pretexto del virus de temporada, una bacteria desconocida, o una alergia a sabe dios qué. Tus padres, o ya han muerto en estos tres años (infartos fulminantes, ictus, arritmias, cáncer), o se están muriendo (con su correspondiente via crucis de quimioterapia, cirugías, pruebas médicas, drogas, listas de espera, citas con el especialista…), o han envejecido en un año lo que antes se envejecía en una década. Finges que todo esto es normal y que se debe a lo que te dicen los medios que es la causa: 

el cambio climático, la polución del CO2, y los aditivos de la comida. Esos mismos medios de información te aterrorizan con estudios científicos y pronósticos de pandemias futuras que están por venir, virus por descubrir, sequías que sufrir, volcanes que eructar, asteroides que caer. Te machacan con la propaganda de sus guerras (Ucrania, Israel…), sus conflictos políticos (la derecha contra la izquierda, nacionalistas contra otros nacionalistas…), sus crisis planificadas (energética, climática, económica…). Tu conciencia la anestesian con debates políticos estériles, cotilleos, series de televisión, espectáculos deportivos, pornografía. Miras arriba y ves estelas químicas cuadriculando el cielo; miras al frente y ves bandos de zombis tristes, angustiados, taciturnos, mirando al móvil, toqueteando la pantalla, con auriculares como orejeras; miras abajo y ves una tierra yerma, envenenada, que ya apenas da fruto si no es transgénico, fertilizado, patentado por una multinacional agraria.

Hacen que tu vida consista en una siniestra gymkhana de pruebas de credulidad y sumisión a sus absurdas consignas: estudia y trabaja; obedece y paga impuestos; consume y vacúnate; compra y vota; gana dinero y entréganoslo. Cada vez eres más pobre, cada vez eres más tonto, cada vez tienes menos armas y estás más perdido. Cada vez tienes menos tiempo de cuestionarte por tu existencia, tu destino, tu muerte. Cada vez te asemejas más aun animal, no por lo salvaje (ojalá fueras salvaje), sino por lo doméstico, manso, estabulado: tus protestas e indignaciones las canalizan en sus redes sociales, sus manifestaciones asquerosas, sus revoluciones prêt-à-porter. 

En vez de revelarte desde el amor por ti mismo y por tu prójimo contra el Príncipe de este Mundo, permites que aviven tu odio contra los rusos si eres europeo, contra los europeos si eres musulmán, contra los musulmanes si eres judío; contra los catalanes si eres español, contra los hombres si eres feminista, contra las feministas si eres trans; contra los ricos si eres comunista, contra los comunistas si eres liberal, contra los liberales si eres tradicionalista religioso, contra la religión si eres ateo…Todos acabamos enfrentándonos entre nosotros sin desvelar quién nos explota en esta monstruosa granja, colmena, fábrica de entes a su servicio. Como ganado descuartizado para la venta cárnica, como panales de miel arrancados de cuajo, como robots más o menos humanoides que salen de una cadena de producción industrial, así dejamos este mundo: 
sin arañar el rostro del bicho que nos tiene sometidos, humillados, engañados.

Es en el Evangelio de San Lucas, voy a leer la cita, digamos, capítulo 4, versículo 5 al 8, cuando el Señor Jesucristo está frente a las tres tentaciones que le propone el maligno y en la peor de todas, el maligno le propone que se arrodille frente a él porque le muestra todos los reinos del mundo, es decir, los Estados, el Estado, y le dice que si se arrodilla frente a él, le dará el poder sobre todos los Estados del mundo porque ese poder le fue dado, es decir, está la compasión propia del maligno que el Estado es la representación del demonio. Por eso cada vez que avanza el Estado, digamos, hay más pobreza, hay más calamidades, hay miseria, por eso es que les digo, despertemos a la fe, despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad aquí también en la tierra”. @javiermilei

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