EL Rincón de Yanka: mayo 2017

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miércoles, 31 de mayo de 2017

JEROMÍN O DON JUAN DE AUSTRIA DE LUIS COLOMA



"«La fe católica y el sentimiento religioso que de ella se engendra es, repetimos, el manantial de cuanto hay de verdaderamente grande y bello en la historia de nuestra patria». Ortí y Lara, 1877, pág. 252

"Una apología de la unidad religiosa tradicional implicaba una censura de la Restauración que la había sacrificado. La pérdida de esta unidad, fruto de tantas luchas y hazañas extensamente descritas en Jeromín, es una traición de la nación española católica por definición. En Pequeñeces, Coloma describe con mordaz ironía el estado de corrupción de una nobleza dispuesta a transigir con los principales actores de la Restauración. En este ambiente putrefacto sólo se salva el Marqués de Benhacel que corresponde a lo que debe ser un grande de España:

«Servir de ejemplo en los pensamientos, en las palabras, en las acciones y en las costumbres; sostener con dignidad de las glorias que representa [...] saber defender un trono cuando se hunde, como en España, el 68»". Coloma, 1975, pág. 438
En su comentario acerca de Jeromín, Alejandro Pidal evoca el arte del novelista que supo resucitar los momentos más gloriosos de la historia nacional y expresar «una verdad sincera, definitiva y final» (Pidal, 1908, pág. 54). Estas palabras recuerdan cuan útil puede resultar este «realismo sacado de los arcanos de la Historia» que permite extraer del pasado valores intemporales y perpetuar el pasado en el presente. La filosofía tradicionalista de la Historia que impregna este tipo de novela histórica exalta la tradición que abre un destino y cuya defensa es una misión.

En su época Jeromín era, sin lugar a dudas, el parangón de la novela edificante que revelaba el heroísmo y el genio de los que estaban predestinados a «las más gloriosas hazañas por las sencillas pero sublimes virtudes de la religión» (ibid.). Pero también era el ejemplo de una novela católica de finales de siglo que constituía una muestra ejemplar de «naturalismo al revés». Una novela que, según la Pardo Bazán, había sido capaz de sobrepasar los límites y las estrecheces de la ideología para aventurarse en la vía de una búsqueda formal y de una escritura más adaptadas a las exigencias de una sociedad y de un público que habían cambiado". 
"Año 1554: 
España domina el orden.

Sus invencibles banderas se despliegan agitadas por un viento de victoria. Son las banderas del emperador Carlos I. Con el fuego de nuestras bombardas y culebrinas y el filo resplandeciente de las picas de nuestros tercios la historia de España llevó a sus páginas una interminable letanía de nombres gloriosos:

Flandes, Nápoles, Túnez, Sajonia, Provenza, Argel.

Las victorias se sucedían al son de los clarines y al redoble de los tambores. Y sus ecos atravesaban el mundo, estremecido bajo aquel trueno de gloria. 
Todo cedía ante el arrojo de los infantes, la bravura de sus capitanes y el ímpetu de la caballería española.

Carlos I fue el brazo armado de la cristiandad. Sus hazañas convirtieron en imperio la unidad lograda por los Reyes Católicos.
Bien pudo decirse de él que podía cruzar Europa de confín a confín pisando tierras de su soberanía.
Y para dominar aquel imperio, el más grande que conocieron los siglos, las mocedades de España habían salido a la gran aventura del mundo.
Los hombres hacían la guerra. Los niños jugaban a la guerra".




Hay que leer la Historia.

Si nos alimentamos únicamente de telegramas y crónicas actuales, vamos a caer, seguramente, en la ilusión desesperada de que nunca la humanidad ha sido tan cruel, tan loca, tan salvaje como ahora; de que el hombre jamás se ha demostrado tan inconsciente para correr a su propia destrucción ni tan inmoral para faltar a sus deberes más solemnes, a sus palabras, a sus compromisos...

Todo eso es pura falta de perspectiva, ignorancia de lo que ha sucedido.

Abramos una página cualquiera de la Historia; si queréis, de esta biografía histórica.

Y leamos:

"Había ante la tienda de Mustafá una ancha explanada, y en ella les fueron degollando uno a uno, con tal rabia y violencia, que la sangre salpicó más de una vez la sobreveste de púrpura de Bragadino: por tres veces hicieron arrodillar a éste sobre el tajo para cortarle la cabeza y otras tantas le retiraron por el solo gusto de angustiar su ánimo, contentándose al fin, por entonces, con quebrarle los dientes, cortarle la nariz y arrancarle las uñas y las orejas. Mientras tanto, arrojábase la marinería turca sobre los soldados y oficiales cristianos embarcados ya en las galeras, quitábanles las armas y atábanles a los bancos para convertirlos en esclavos remeros. Por doce días abrumaron los feroces turcos al noble Bragadino a fuerza de tormentos. Azotábanle todas las mañanas atado a un árbol y con dos cestas de tierra atadas al cuello hacíanle trabajar en aquellos mismos baluartes que el cuello hacíanle trabajar en aquellos mismos baluartes que el ilustre general supo defender con tan heroico denuedo: cuando encontraba a Mustafá al paso, obligábanle los soldados a postrarse de rodillas y besar el suelo con sus labios mutilados."

"Convirtió Mustafá en mezquita la catedral de Famagusta, y para celebrar tan sacrílega ceremonia mandó traer a su presencia al mártir Bragadino. Hallábase Mustafá sentado en el altar mayor, sobre el ara misma, y condenóle desde allí a ser desollado vivo, gritándole con diabólica rabia:

— "¿Dónde está tu Cristo? Mírame sentado en su altar... ¿Por qué no me castiga? ¿Por qué no te libra?"

"Comenzaron a desollarle por los pies, temerosos de que no pudiera soportar todo el suplicio vivo, y así sucedió en efecto: al llegar los verdugos a la cintura, el heroico mártir tuvo un estremecimiento horrible y se quedó muerto." Creemos que basta.

La lectura de esta página, rigurosamente histórica, como todo el libro, nos ha de permitir, por lo menos durante algunos días, afrontar sin "un temblor de todos los miembros" el relato que la prensa y la radio nos hacen diariamente de lo que ocurre allá donde estas cosas ocurrían.

Bragadino, Marco Antonio Bragadino, era el gobernador veneciano de Famagusta que, tras un asedio de sesenta y cinco días, se había rendido a los infieles, previa la formal promesa de que a él y sus hombres se les permitiría embarcarse rumbo a la isla de Candía.

Pero el siglo XVI era así.

Mucho camino habían hecho el Cristianismo, el espíritu caballeresco y la cultura renacentista para domeñar algo a las fieras; pero quedaban todavía amplios brotes y rebrotes del furor primitivo y la amenaza constante de los bárbaros a la orilla de Europa, en acecho.

Esta noticia, sin embargo, produjo escalofríos y se cuenta entre los grandes resortes que impulsaron a la cristiandad a unirse para dar la que, después, figuró en la Historia como la batalla de Lepanto.
Porque entonces, también, los cristianos andaban mal avenidos y algunos hubo que no tuvieron escrúpulos en unirse a los bárbaros del Oriente.
Tal como ahora.
Se había estipulado la Liga Santa contra el turco entre la Santa Sede, la señoría de Venecia y el rey de España; pero quedaba por determinar quién mandaría la flota. Tenía el papa, por un lado, de candidato a Marco Antonio Colonna, duque de Paliano y gran condestable de Nápoles; Venecia, por el suyo, presentaba al viejo almirante Sebastián Veniero, y España, al demasiado joven príncipe don Juan de Austria, hijo natural del César Carlos V y hermano de don Felipe II.
La suerte del mundo dependía de la elección.
Y ésta, a su vez, de lo que dijera el papa... De ahí que el libro tercero de la obra se inicie con aquel impresionante cuadro de San Pío V tendido en el suelo de su oratorio particular, gimiendo y pronunciando entrecortadas frases para implorar la luz del Espíritu Santo. Historiador concienzudo, pero también hábil escenógrafo, el padre Coloma nos ofrece allí un cuadro que admirablemente serviría de escena inicial a una película impresionante. El recinto estrecho como ángulo de prisión, la lámpara de plata que alumbra trozos de artesonados y un gran Cristo de tamaño natural, encuadran a la visión del pontífice consumido por la penitencia y que se agita como un manojo de raíces de árboles, atormentadas.

Pasó de allí el pontífice a celebrar la misa con sus prelados, y se cuenta que, leyendo el Evangelio, con suma pausa, detúvose particularmente en una frase y la repitió como sopesándola, en tono distinto:
Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioannes...Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan.
Ahí estaba la respuesta, y de ahí salió el nombramiento de don Juan de Austria para "la más gloriosa ocasión que vieron los siglos".

El padre Coloma toma al héroe desde cuando no se llamaba todavía Juan, ni pontífice alguno soñaba con entregarle los destinos de la cristiandad, sino que era un rapaz de ojos garzos, hijo presunto de Ana de Medina y el más audaz de los pilluelos que rompían sus primeros calzones en la villa de Leganés. Jugaba con los demás chicos del pueblo a los comuneros y se 'entretenía en descabezar de farsa moros fingidos cuando apareció en el pueblo aquel descomunal artefacto, una especie de casita con dos ventanas muy chicas y cuatro ruedas muy grandes arrastrada por dos parejas de muías que guiaban dos jayanes mediante un palo largo.

Es otra escena de biógrafo, otro pasaje impresionante y gráfico, aunque no de macabro claroscuro como el del pontífice, sino impregnado en ternura melancólica y una especie de tristeza risueña. Jeromín es todavía Jeromín, un chico del pueblo y tan cándido como los labradores mismos de aquel entonces, que sé espantaban ante la aparición de la calesa. La gente grave sólo viajaba en carreta tirada por bueyes, y aquel coche o carrocilla de las que se usaban en Flandes hacía salir a las ciudades enteras para verle con admiración. "Esto sucedía en aquel tiempo, dice un cronista, refiriéndose al año 1577; pero dentro de poco fué necesario prohibir los coches por pragmática. Tan introducido se hallaba ya este vicio infernal que tanto daño ha causado en Castilla"

Quien busque curiosos espectáculos, hechos reveladores de un estado social diverso y detalles psicológicos de personalidades poderosas, atrayentes e influyentes, no tiene sino que asomarse a cualquier ventana del siglo XVI
En esa centuria se reúnen todo lo pintoresco, lo fuerte, lo bárbaro y también lo delicado de la Edad Media, de las costumbres caballerescas y del sentimiento religioso, con los albores de la Edad Moderna, que ponen todo aquello de relieve y lo traducen, en cierto modo, a nuestro idioma contemporáneo.

Es el reflujo del Renacimiento y el drama interior del hombre que empieza.

El padre Luis Coloma, aficionado a estas vastas y nobles decoraciones históricas, con gran sentido del drama y poderosa intuición para seguir los movimientos interiores, escogió dos de las figuras más novelescas en la historia del siglo XVI: María Estuardo, la Reina Mártir, la víctima de Isabel, la degollada trágica, infinitamente bella, que triunfará perpetuamente de su rival victoriosa, y este Jeromin, hijo del azar, con una madre poco digna de tal hijo y un padre que apenas alcanzó a acariciarlo con ternura de abuelo en el monasterio de Yuste y que se crió al lado de su sombrío hermano mayor, Felipe II.
Hubo un momento en que la política concertó el matrimonio de María de Escocia y don Juan de Austria.
No lo quiso la suerte.

Ella era ya la prometida del cadalso. El marchaba hacia un destino misterioso, que nunca se ha descifrado enteramente, después de haber subido en Lepanto a la más alta cumbre de la gloria humana, cuando tenía sólo veinticuatro años de edad.

—Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioannes...Hubo un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan.
Han dicho que esta obra, dada a luz en 1903, debe considerarse precursora del género en boga que llaman biografía novelesca; pero, ¿puede considerarse novelesca una obra que se ajusta del modo más estricto a los hechos documentales? Novela es la "historia fingida", y no hay aquí una sola palabra que autorice para hablar de ficción. Tampoco lo necesitaba el fondo del relato. Es de por sí ya bastante novelesco y hasta inverosímil su tejido para que fuera preciso añadirle pormenores falsos, y el autor, artista y psicólogo de los más finos que ha tenido España, se ha limitado a poner de relieve los contrastes que naturalmente se presentan en el curso de la narración, cronológicamente seguida.

Los hechos mismos, por lo demás, parecen confabularse para ofrecerle todo lo que el novelista más amigo de efectos podría desear en materia de escenas, anécdotas, diálogos históricos y hasta cuadros de gran aparato, como los que la Inquisición ofrecía entonces y no han sido hasta ahora superados por institución alguna, civil ni religiosa.
Y aun, si se quisiera un contraste para hacer resaltar más todavía la figura de este don Juan salido de la nada, y que llegó a serlo todo, ahí estaría el lamentable príncipe don Carlos, su sobrino, heredero del trono más poderoso de la cristiandad, en cuyos dominios no se ponía el sol y que nunca pasó de la mentecatez reconocida, hasta sumergirse en la locura franca primero y, después, en la muerte más o menos procurada artificialmente.
Pero no vamos a anticipar la lectura.

En la chabacanería de la producción moderna, industrializada y estandarizada, "Jeromín", del padre Coloma, sobresale por su frescura permanente, que treinta y nueve años de fecha no han marchitado, y por su sello auténtico de historia verdadera, honrada y fuerte, asentada en una creencia honda, hecha con ciencia y conciencia de historiador y artista.


Jeromin - Luis Coloma SJ

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martes, 30 de mayo de 2017

LA PARTIDOCRACIA QUE NOS VOLVIÓ GILIPOLLAS: PSICOLOGÍA 1959-2017


La democracia que nos volvió gilipollas: 
Psicología 1959-2017

Escenario 1: Juan no se queda quieto en clase. Interrumpe y molesta a los compañeros

Año 1959: Es enviado a dirección, se queda de pie una hora, sale el director y se lo explica bien explicado. Vuelve tranquilo a clase.

Año 2017: Lo derivan al departamento de psicología, lo diagnostican como hiperactivo, trastornos de ansiedad y déficit en atención ADD. El psicólogo del colegio lo remite al psiquiatra quien le receta Rivotril. Juan se transforma en un zombi. Los padres tramitan una subvención por tener un hijo discapacitado.

Escenario 2: Luis rompe con una piedra el cristal de un coche en el barrio

Año 1959: Su padre se lo explica bien explicado. A Luis, ni se le pasa por la cabeza romper nada salvo a llorar; crece normalmente, va a la universidad y se convierte en un profesional exitoso.

Año 2017: Arrestan al padre de Luis por maltrato. Lo condenan a 5 años de cárcel y durante 15 años debe abstenerse de ver a su hijo Sin la guía de una figura paterna, Luis se vuelca a la droga, delinque y es internado en una casa de acogida para jóvenes delincuentes menores de edad, donde se chotea de los psicólogos, monitores, trabajadores sociales, etc.

Escenario 3: José se cae mientras corría una carrera en el patio del colegio, se raspa la rodilla. La maestra, María, lo encuentra llorando y lo abraza para reconfortarlo…

Año 1959: Después de ser atendido por la profesora, Juan se siente mejor y sigue jugando.

Año 2017: María, la maestra de José, es acusada de abuso sexual, se enfrenta a tres años de cárcel. José se pasa cinco años de terapia en terapia, y sus padres, demandan al colegio por negligencia, y a la maestra, por daños psicológicos. Gana todos los juicios. María renuncia a la docencia, entra en severa depresión, y se suicida..

Escenario 4: Disciplina escolar

Año 1959: Un niño hacía el cafre en la clase. El profesor se lo explicaba bien explicado y, al llegar a casa, su padre se lo volvía a explicar mirándole a los ojos.

Año 2017: Un niño hace el cafre en clase, de inmediato el profesor le reprende, pero acto seguido le pide disculpas por reprenderle y se queda con cargo de conciencia por haber herido la sensibilidad del joven. El padre del niño se dirige al colegio a quejarse y denunciar al docente, y a su hijo, para consolarle, le compra una moto.

Escenario 5: 31 de octubre

Año 1959: La naturaleza experimenta un cambio de estación. No pasa nada.

Año 2017: Ese mismo día hay un cambio de horario. La gente sufre trastornos del sueño, depresión, falta de apetito, caspa y celulitis.

Escenario 6: Fin de las vacaciones estivales

Año 1959: Después de viajar de vuelta a casa con toda la familia metida en un Seat 600, y haber disfrutado de 15 días hacinados en la costa, se terminan las vacaciones. Al día siguiente se vuelve al trabajo y asunto resuelto.

Año 2017: Después de volver de Punta Cana, en un viaje ‘todo incluido” se terminan las vacaciones y la gente sufre del síndrome del abandono, ataques de pánico y seborrea….

Es evidente que nunca, tan pocos, pudieron joder la mente de tanta gente.





DIFERENCIAS: LA EDUCACION ESCOLAR ANTES Y AHORA por albertocastro




La educación en España de un extremo al opuesto



lunes, 29 de mayo de 2017

LA LIBERTAD POLÍTICA CONSTITUYENTE NO ES UN DERECHO NI UNA LEY, ES EL FUNDAMENTO. ES LA CONQUISTA POR LA VOLUNTAD HUMANA Y DEL PUEBLO


LIBERTAD, DON Y CONQUISTA

Ama et fac quod vis (San Agustín) 

En nuestra época la libertad es una palabra manoseada en boca de esclavos que se creen libres porque han decido que no se deben a nadie. Corre el mismo peligro que otras palabras que tuvieron un prestigio —verdad, amor, justicia—, el peligro de una devaluación e, incluso, de una auténtica inversión de su significado. La libertad no es algo que surja por un accidente de los determinismos de la naturaleza o de una organización afortunada de la sociedad. La libertad surge de modo inexplicable en el fondo del ser humano, que se reconoce a sí mismo como persona al sentirla como algo maravilloso que le es dado como por milagro, como muy bien sabía Cervantes: 
«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los Cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres» (D. Quijote, LVIII). 
Este precioso don invisible es inseparable de ese otro acto imposible de reducir a objeto: el de ser persona. Por eso, dirá Mounier, «la libertad es afirmación de la persona; se vive, no se ve». Libertad y persona no pueden demostrarse, ambas son más bien objetos de fe que, en la medida en que creo en ellas puedo verificarlas en la dinámica de un crecimiento progresivo que es respuesta al don recibido. 

La libertad entraña responsabilidad, pues en cada respuesta que doy al mundo y a los otros me construyo o me destruyo, ya que «al elegir esto o aquello, me elijo cada vez indirectamente a mí mismo, y me construyo en la elección» (Mounier). Al elegir y elegirme creo y destruyo posibilidades para mí y para los demás, acreciento o disminuyo la libertad propia y del prójimo y, en ese sentido, la libertad aparece como tarea y conquista. Varias tentaciones se nos presentan hoy respecto a la libertad, una es la de negarla y negar con ella la responsabilidad. 

Es la tentación de todos los que se creen inocentes a cualquier precio y rechazan cualquier atisbo de culpabilidad. Otra forma es renegar de la libertad, que es la tentación de quienes la reconocen pero la sienten como un peso insoportable y prefieren cambiarla por seguridad contra todo riesgo, por un confort que aleje toda molestia o esfuerzo, por capacidad adquisitiva que abra las puertas de consumismo sin límites… 

Libertad y responsabilidad (la otra cara de la moneda), forman una unidad. El dicho popular, “tirar la piedra y esconder la mano”, es el mejor ejemplo de mal uso de esta cualidad, que no es libertad sino vicio, defecto; riesgo que corre y asume la libertad. Responder de los propios actos, dar la cara por ellos, por inicuos que sean, es lo correcto de la persona que no está dispuesta a hacer componendas con la verdad, sustento de la libertad. Como bien dice Polo, la libertad no puede confundirse con la autonomía, ni con la arbitrariedad: es absolutamente imposible una libertad solitaria. Si no se asumieran responsabilidades, no se podría hablar de libertad

La diaria conquista de la libertad requiere de las armas que le proporcionan las virtudes morales y especialmente, la prudencia (inteligencia en el obrar), la fortaleza (no cejar ante nada por la consecución del bien), la humildad y la sinceridad (reconocer errores y estar dispuesto a enmendarlos aunque el precio que se pague por ellos sea una mayor humillación).

“La libertad debe ser conquistada para el bien una y otra vez”, es la petición de Benedicto XVI en la “SPE SALVI”, de lo contrario se corre el riesgo de convertirse en personas que “hacen barricadas con la libertad. ¡Mi libertad, mi libertad! La tienen, y no la siguen; la miran, la ponen como un ídolo de barro dentro de su entendimiento mezquino, ¿Es eso libertad? ¿Qué aprovechan de esa riqueza sin un compromiso serio, que oriente toda la existencia?

Ser libre es ser responsable. Y hemos de responder, ante todo, a nuestra conciencia. Es algo que nunca ha sido fácil. Pero es el camino que debemos seguir para ser felices, con esa felicidad interior que va mucho más allá del triunfo del momento o del aplauso público. Una felicidad que empieza en esta vida y que, según nos enseña la fe católica, continuará eternamente en la otra vida. ¿No vale la pena seguir a fondo la voz de la conciencia?


ACCIÓN DE LIBERTAD
La Libertad nunca puede ser la concesión desde arriba de los derechos individuales. La Libertad nunca puede venir del derecho ni de la ley. La Libertad Política o constituyente es la crea la constitución, las leyes y los derechos; no a la inversa.

“La libertad, como el poder, es una relación social. En soledad no hay libertad ni poder.” [...]. “Son libres los disponibles para la libertad de los demás; los liberados de sí mismos para hacerse procuradores de la libertad colectiva”. También nos dice que el dogmático tópico liberal «mi libertad acaba donde empieza la de los demás» está al revés, pues “sólo se puede ser libre con la libertad de los demás”. Y así es: la Libertad de él sólo comienza junto con la tuya; y la de vosotros con la mía a su vez; y esa verdad es tan tersa que también lo es su viceversa.

Cita Trevijano a Pascal: “A medida que se tiene más espíritu, se encuentran más hombres originales”. 
Alexis de Tocqueville: “Los sentimientos y las ideas no se renuevan, el corazón no se engrandece, ni el espíritu humano se desarrolla, sino por la acción recíproca de unos hombres sobre otros”.

Libertades de acción y acción de libertad. Son asuntos diferentes. Aquellas son facultades potestativas derivadas de algún derecho civil o político que las define y limita. Ésta es una capacidad creadora de derechos y libertades. Aquellas son potestades regladas, ésta, una potencia discrecional. Aquellas son constituidas. Ésta es constituyente. Aquellas son libertades civiles, personales o públicas. Ésta es la libertad política. La libertad que acaba donde empieza la de otro no es libertad política. Aquellas han sido objeto de incesantes reflexiones, ésta no ha aflorado en la filosofía de la acción.

Si prescindimos de las envolturas ideológicas de la libertad, si nos atenemos al sentido etimológico de la palabra comprobamos que, junto a los nuevos sentidos que le agregaron los acontecimientos, la libertad aun conserva el aura divina del dios Liber (Baccus), el que hacia crecer la vid, regaba de vino al hombre disponible para reproducirse (liber) e impulsaba el crecimiento de los niños (liberi). Palabras latinas que, como la griega eleutheros, fueron aplicadas a pueblos con autonomía para desarrollarse, sin dependencia de otras naciones -libertad política en Montaigne-, o con juventud para liberarse de tiranos, sin la servidumbre voluntaria a que se sometieron los liberados de la esclavitud (liberti), como siervos feudales.
!Libertos! Ese es la condición de quienes sostienen el Estado de Partidos, librados de la dictadura. No hay libertad política en los europeos liberados por EEUU de la servidumbre totalitaria. Sin conquistar su libertad política, permanecen sujetos a partidos estatales. Un señorío que reproduce las formas de dominación medieval, con sentimientos de patriotismo feudal y con vasallaje al partido protector del pacto de fidelidad al feudo. Europa no tendrá independencia frente a su libertador, ni autonomía política en su desarrollo, mientras dure la cultura satisfecha y optimista del liberto, como la del carnero agradecido en la fábula de Santayana, que está feliz porque fue liberado del feroz lobo (fascionazista) por un depredador amable.
En la vida civil, ciertos agentes sociales consiguen superar la condición de libertos en sus existencias personales. Son aquellos cuyo impulso vital les empuja a ser creadores o autónomos en el empeño de sus vocaciones y desempeño de sus profesiones. Empresarios, empleados que eligen su puesto de trabajo, profesionales libres, artistas, científicos, investigadores, artesanos y autores de algo nuevo. Pero incluso estas personas tan valiosas, cuando entran en la esfera política, según observó Schumpeter, piensan como infantes, se consideran ciudadanos “como si“ fueran libres y actúan como libertos, dando poder sin control a partidos estatales, en simulacros electorales de los que salen listas de mandados a superfluos parlamentos.

Los modernos libertos, satisfechos de gozar de las libertades civiles y públicas de los hombres libres, no echan de menos la libertad política, que creen tener cuando hacen, con sus votos, que un partido gobierne en lugar de otro. Con libertad de elección entre partidos gubernamentales iguales, los libertos ni siquiera alcanzan el libro albedrío. Según Duns Escoto: querer los efectos posibles de lo que se elige. En este Régimen, donde se sabe por anticipado el efecto corruptor de la elección de listas, el pecado no está en elegir la mala, sino en votar a cualquiera de ellas.

La libertad de elección, inventada por las abadías medievales para designar por votación a los abades, no es la libertad de la democracia. Esta requiere que, sin asomo de consenso, se elijan distintas opciones de gobierno, distinta dirección de los asuntos públicos. Los jefes de partido, como los abades, solo se diferencian por su talante y su cháchara. Y elegir entre talantes y chácharas es la típica libertad de los que cambian de canales en la telebasura. Una facultad tan servil al provecho de los licenciosos emisores, como la de votar a los aprovechados posesores del Estado de Partidos.

Los libertos de la Monarquía regentada por los partidos solo aprecian la libertad negativa. La que se define, sea por la ausencia de obstáculos al enriquecimiento, sea por la apatía o la indiferencia de los gobernados, es decir, la clase de libertad que caracterizó al pensamiento conservador o reaccionario, de la que no se aleja la libertad existencial anidada en el inconsciente de la acracia o del nihilismo. Y la libertad de los liberales, llamada positiva por Isaac Berlin (Dos conceptos de la Libertad, 1959), puede ser civil pero no libre, pues es legal y autorizada por un derecho. Con precisión de sentido y alcance, los anglosajones llaman civiles a los derechos que Europa considera políticos.

Ante el vacío conceptual de la libertad política, mejor dicho, de la acción política de libertad, se comprenden las palabras de Sartre, al decir que será la filosofía la que sustituirá al marxismo cuando exista una libertad real para todos, aunque “no poseemos ningún medio, ningún instrumento intelectual, ninguna experiencia concreta que nos permita concebir esta libertad o esta filosofía“ (Crítica de la Razón Dialéctica, 1960). Pues bien, la teoría pura de la República Constitucional, inspirada en la experiencia concreta e inicial del MCRC, ha concebido esta libertad y esta filosofía. Y para refinar su instrumento intelectual, tras haber descrito la materia-forma de la res publica y la libertad de acción, y antes de definir la acción política de la libertad real para todos, debe de explicar que el derecho natural, del que derivan las libertades y derechos civiles, no fue deducido de la teología escolástica de la dignidad de la persona, sino enteramente construido por tres humanismos republicanistas: el florentino, el holandés y el inglés.


 



LA LIBERTAD HUMANA: 

Cuando reflexionamos sobre la libertad podemos creer, a simple vista, que está puesta en la naturaleza humana con un simple y corto propósito: para elegir lo que sea.

Sin embargo, con una reflexión segunda y un poco más profunda, podemos llegar a la conclusión de que la libertad no está dada sin más. No puede ser considerada como un simple predicado, sino que habrá que conquistarla para ser y hacer las cosas verdaderamente libres. Tenemos que utilizar bien nuestra libertad.

En la vida, las conquistas no surgen de la nada. Conquistar algo, significar estar preparados para alcanzarlo. A diferencia de lo sucede con el existencialismo de Sartre, la libertad no puede ser vista como una alternativa ligada a la desesperación, que es lo que sucede cuando se afirma que el hombre está condenado a ser libre. La libertad no es una condena. Estoy convencido de que la única razón de ser libres se sustenta en el amor perfectamente generoso de quien nos creo. Por eso, ser libres implica estar antes respaldados en algo o Alguien, para llegar a eso. Es decisión. Compromiso. Fidelidad. La libertad requiere por ello, de plenitud interior.
“Un hombre interiormente vacío no puede ser libre. Esto quiere decir que la libertad es una conquista conseguida a partir de una riqueza interior. La libertad no es un castigo, sino que está estrechamente vinculada a la esperanza, que es la fuerza que anima la existencia humana. Si la libertad fuese algo a lo que el hombre estuviera condenado, este no tendría ninguna raíz, sino que se sabría sin raíces y se querría así. Pero el hombre no es un ser que elija a sí mismo desde la nada ni un ser sin ninguna naturaleza”.
La naturaleza humana está dotada de inteligencia, voluntad y afectividad. La inteligencia que se dirige a la búsqueda de la verdad para que el hombre oriente su vida. La voluntad para conseguir y decidir por lo que la razón vislumbra como verdadero, y la afectividad, para darle ese saber y aroma a cada acción humana. La libertad permite en el hombre ese desarrollo hacia una plenitud existencial, a esa vocación personal que ha sido llamado con un aporte significativo y valioso.

Si no existiese la libertad, como don de Dios, entonces el amor en este sentido sería esclavitud. El hombre sería indisponible. Cerrado en sí mismo. Atado a su propio yo. La libertad favorece el despliegue de esa apertura de uno mimo y hacia los demás.

La verdad os hará libres, dijo Jesús en algún momento, porque solo la verdad es liberadora. Cuando nuestro ser se ha visto devorado por la mentira, y nos acostumbramos a mentir, no solo impedimos el desarrollo de nuestra libertad. La mentira implica humillación de la persona que está atada, esclava y sometida a la mentira. No puede avanzar porque anda en una fantasía. La verdad enclarece siempre el panorama. La verdad une, da alegría y paz. La mentira desune, entristece, y ata.
“El hombre porque tiene libertad puede rechazar este don, pero al hacerlo se rechaza a sí mismo. Traiciona su propia vocación y su propia naturaleza. El rechazo a ese desarrollo y de la propia vocación, pone de manifiesto que la gracia es esa luz que ilumina, pero no obliga ni ciega al hombre, pues se vislumbra en la penumbra, en el interior del hombre”. 

En la medida en que la libertad se guíe por esa verdad o esa luz, más fácilmente podrá reconocer esa luz y más suya la hará. Pero cuanto más se aleje de ella más difícil le resultará reconocer su propia verdad y esa luz iluminadora.

Podemos descubrir la verdad en muchos aspectos. La verdad en la naturaleza, en la amistad, en el amor, en la familia, en el trabajo. Pero la verdad de uno mismo, significa no solo ser auténtico con lo que soy y hago, sino descubrir para qué estoy hecho. Hacia dónde quiero llegar y quién quiero ser en este mundo. Un perfecto y verdadero mentiroso, o un verdadero amante de la libertad.



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domingo, 28 de mayo de 2017

VENEZUELA VIVE MUERTA CON HIMNO MORIBUNDO


VENEZUELA VIVE MUERTA, recito este poema en apoyo a los valientes y decentes venezolanos, que están dando su sangre por la dignidad y la libertad de su patria.

VENEZUELA VIVE MUERTA

Venezuela vive muerta
Llena de hambre y silencio 
Que los cobardes silencian
Con policía de cieno
Con alambres en las venas
Con cadenas al aliento
Venezuela vive muerta
Pero nosotros seremos

Venezuela hija, hermana
No te doblegues al miedo
Más vale morir luchando
Que vivir sin fundamento
Muerte al tirano asesino
Que maltrata y mata al pueblo

Venezuela alma hispana
Dolor de mi sufrimiento 
No quiero callar mi rabia
No quiero seguir muriendo

¿No hay militares decentes?
¿Solo hay hombros carceleros?
Venezolano valiente
Es la hora y es tu tiempo
Empuja con sangre y uñas
Más vale morir viviendo
Enfrenta brava tu hora
Por tu dignidad y ejemplo

Ratas de lucro y azufre 
Sicarios de encubrimiento
Con mentiras y alambradas
Arruinaron los espejos

Venezuela vive muerta
Pero muy pronto seremos
Triunfadores victoriosos 
Y aunque muchos moriremos
Viviremos en la muerte
De la vida de los nuestros
Con el alma de su estela
Y el sueño de nuestros huesos

 Julián Gómez Brea ©
POETA EN GUERRA

Que prenda la pólvora
Que se extienda el fuego
Que viva la decencia
Que defiende al pueblo
Que imperen las libertades
Que acabe el miedo
Que no os sometan
Y Que brille el cielo
Que os dejen ser 
Que no siembren muertos
Que vuelva Venezuela 
Que recupere su aliento
Militares entregados
Liberar vuestro suelo
Salvar a la Nación 
Devolverle su acento
Liderar la restitución
Legitimidad alimento
Muerte al tirano asesino
Y viva el latir eterno 
Sin represión ni inmundicia
Con fundamento y derecho

Tal vez os detengan hoy
Tal vez os den el paseo
Pero sois gloria y honor
Constructores del sendero
Del camino para todos
Sois alma de miel acero
Sois la honra y dignidad
Del dolor y sufrimiento
Venezuela en sangre viva
Triunfará sobre los cienos




"Himno Moribundo": 

improvisación sobre un país en descomposición. 

Gabriela Montero, piano.




PARIENDO NACIÓN - DANIEL JIMÉNEZ