EL Rincón de Yanka: marzo 2025

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CALENDARIO CUARESMAL 2025

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sábado, 8 de marzo de 2025

JUAN MANUEL DE PRADA, UN DEJAVU DE FALACIAS por JAIME GURPEGUI 👺👾

Juan Manuel de Prada, 
un dejavu de falacias
Juan Manuel de Prada ha vuelto a hacerlo. En su último artículo para ABC, ha desplegado su retórica ampulosa para afirmar que las “derechitas valientes” y las “izquierdas caniches” no son fuerzas opuestas, sino parte de una misma farsa liberal que engaña a las masas.
Su objetivo esta vez es Javier Milei, a quien acusa de ser, en el fondo, una pieza más del engranaje globalista, pese a que es el primer presidente argentino en décadas en calificar el aborto como «crimen agravado por el vínculo».
Prada, en su afán de presentar a Milei y Trump como agentes del liberalismo corrosivo, omite descaradamente los hechos que contradicen su tesis. Se agarra a su teoría prefabricada y se niega a soltarla, aunque la realidad le grite lo contrario. Pero si algo ha quedado claro en los últimos años es que Milei y Trump han sido los únicos líderes en el mundo occidental que han desafiado abiertamente al progresismo hegemónico, razón por la cual han sido atacados sin piedad por los medios y el establishment globalista.

David de Maistre y el problema del «tradicionalismo pompier»

David de Maistre lo ha señalado con claridad en su artículo Contra Prada: manifiesto por la destrucción del tradicionalismo pompier. Prada es un escritor talentoso, sí, pero se ha convertido en un gurú de sí mismo, atrapado en un discurso que repite sin variaciones desde hace décadas. No aporta ideas nuevas, no construye estrategias políticas viables y, lo más grave de todo, desprecia a quienes realmente están dando la batalla contra la agenda globalista.
De Maistre desmonta con acierto el doble rasero de Prada cuando critica a las redes sociales como una “trampa del sistema para detectar y reprimir la disidencia”. ¿Y los medios donde escribe él? ¿O acaso ABC y la SER no forman parte del “sistema” que denuncia? Si Prada escribe en un periódico «mainstream» está combatiendo al poder, pero si otros lo hacen en redes están siendo manipulados por él? Es un discurso incoherente y, en el fondo, profundamente cínico.

Un enfant terrible muy bien tratado por el sistema

Porque si hay algo que define a Prada es su capacidad para ser el eterno «enfant terrible tolerado», el heterodoxo de salón, el disidente controlado. Prada critica a la plutocracia mientras cobra de ABC, un periódico descaradamente liberal, globalista y, en lo moral, abiertamente woke. Prada se queja de que el sistema encierra a los disidentes en un gueto para neutralizarlos, pero ¿qué mayor gueto que ser el bufón provocador en un periódico que representa exactamente aquello contra lo que dice luchar?

Prada puede jugar a ser un azote de la modernidad, pero su rebeldía tiene un techo muy cómodo. No se le ve sufriendo la cancelación, ni siendo expulsado de los medios como tantos otros que han defendido de verdad posiciones políticamente incorrectas. Mientras Trump y Milei se juegan el todo por el todo en la arena política, Prada recibe los mimos de figuras como Julia Otero, que lo trata con ese paternalismo condescendiente que los progres reservan para sus «disidentes favoritos». Puede sentarse con ella, reírle las gracias a Pablo Iglesias y seguir con su vida como si nada.
Porque esa es otra: Prada no tiene problema en confraternizar con la izquierda mediática, pero es implacable con aquellos que se baten el cobre contra ella. Con Iglesias todo son sonrisas y halagos mutuos, pero a los que están en la arena política real les dedica su tono más farisaico. Nunca verá con buenos ojos a alguien como Trump o Milei, porque él es incapaz de aceptar que el combate contra el progresismo se da en frentes que no pasan por la literatura ni la teoría pura.

Prada necesita presentar a Milei y Trump como marionetas del liberalismo porque su visión del mundo exige que todo sea parte de un gran engaño. Pero lo cierto es que ambos han demostrado con hechos que son las mayores amenazas al orden globalista en sus respectivos países.
Milei no solo ha sido el presidente argentino más radicalmente antiabortista, sino que ha dejado claro su desprecio por la ingeniería social de la izquierda. Su liberalismo económico no es el libertinaje progresista que Prada pretende hacer creer, sino una defensa de la propiedad y la libertad frente a un Estado que ha sido el principal instrumento de la izquierda para imponer su agenda.

Con Trump ocurre lo mismo. Prada lo incluye en su ataque generalizado contra el liberalismo, pero ignora que Trump ha sido el único presidente de EE.UU. en décadas que realmente desafió al establishment. Fue el primer presidente en participar en la March for Life, nombró jueces que terminaron tumbando Roe v. Wade y desmanteló políticas de género en la administración pública. ¿Cómo puede Prada hablar de él como si fuera un cómplice del «sistema» cuando fue el único presidente en décadas que el sistema se propuso destruir a toda costa?
No olvidemos que Trump no solo enfrentó a la maquinaria del Partido Demócrata, sino también a los burócratas del Estado profundo, los grandes medios, Silicon Valley y el sistema financiero globalista. Su veto a la financiación pública de clínicas abortistas, su oposición a la ideología de género en las escuelas y su enfrentamiento con el lobby globalista de Davos prueban que su batalla fue real, no un teatro para engañar a las masas.

El problema de Prada es el mismo que De Maistre ha señalado en su crítica al “tradicionalismo pompier”: un desprecio absoluto por la política real y un repliegue en la comodidad del derrotismo. Su discurso no es una estrategia para recuperar la civilización cristiana, sino una excusa para no hacer nada. Si Milei y Trump son tan terribles como el progresismo, ¿qué alternativa nos ofrece Prada?
Su idea de que la política es una farsa y que solo importa la “comunidad espiritual” es una invitación a la irrelevancia. Prada no quiere restaurar nada; quiere ser un predicador de la derrota, el profeta que anuncia el desastre sin hacer nada para evitarlo. No quiere una batalla cultural, porque le parece “ridícula”; no quiere redes sociales, porque están controladas por el sistema; no quiere nada que implique luchar en el mundo real, porque en el fondo le aterra perder su púlpito de crítico omnisciente.

Prada quiere ser el pensador incómodo, el gran «disidente» del sistema, pero vive muy bien dentro de él. Es el enfant terrible que el sistema tolera porque sabe que no representa una amenaza real. Mientras Milei y Trump se juegan el todo por el todo en la arena política, él sigue cobrando del ABC, recibiendo los aplausos de la progresía domesticada y asegurándose de que nunca se le confunda con esos «vulgares políticos» que sí están dando la batalla.
Lo peor no es su hipocresía, sino su agotadora previsibilidad. Leer un artículo de Prada produce cada vez más una somnolienta sensación de Día de la Marmota. Siempre la misma matraca, la misma diatriba, el mismo lamento fatalista. Prada no busca cambiar nada, solo reafirmarse en su discurso inmutable. Pero la historia no la hacen los que se quejan sin descanso, sino los que se atreven a actuar.

viernes, 7 de marzo de 2025

LIBRO "AGENDA 2030: UNA CONJURA CONTRA LA HUMANIDAD. ¿EL FIN DE LA ERA HUMANA? por MAGDALENA DEL AMO 👿👥💥💀


AGENDA 2030. 
Una conjura contra la humanidad. 
¿El fin de la era humana?

Análisis sobre la situación del mundo actual en su deriva hacia el transhumanismo de la mano de la Agenda 2030, un proyecto mundial para la humanidad que dista mucho de ser lo que parece.
Para quienes nos movemos en el ámbito del periodismo de investigación y, más en concreto, entre la llamada disidencia despierta, es un tema conocido y no hay demasiado que explicar. Sin embargo, la gran mayoría de la población desconoce el fin último de este programa de control de la humanidad, llamado Nuevo Orden Mundial que se sustancia en la llamada Agenda 2030, la estocada final de aquellos “Objetivos del milenio” y después “Objetivos 2015” de las Naciones Unidas, con unas intenciones nada halagüeñas para el ser humano, aunque revestidos de un disfraz de primera. Dicho de otra manera, un auténtico caballo de Troya introducido en pleno día en nuestra sociedad y en nuestras mentes.

Esta selección de artículos es una síntesis transversal de lo acontecido en estos cuatro años, y lo que estamos viviendo. A quienes conocen esta estrategia malévola de los controladores del mundo, les servirá para asentar algunas piezas, dado que el tratamiento de los temas aborda lo denso y lo sutil, lo material y lo espiritual, lo mental y lo emocional. Sin embargo, nuestro punto de mira apunta a los ciudadanos creyentes en el sistema y acostumbrados a comulgar con ruedas de molino.

Los ideólogos de la Agenda 2030 son el Fondo Monetario Internacional, el Foro de Davos, el Banco Mundial, fundaciones como la Rockefeller, Rothschild o Bill & Melinda Gates y otros centros y corporaciones, oenegés, clubs, institutos y chiringuitos abstrusos de dudoso origen. Pero nada de esto habría sido posible sin la activa colaboración de la ONU y sus organismos internacionales con sus cadenas de filiales y múltiples tentáculos, dirigidos por personajes sin demasiados escrúpulos, dispuestos a todo para servir a sus amos y a sí mismos. Todo esto, amparándose en la credulidad, ignorancia y obediencia del pueblo desinformado, que cree a pies juntillas que todo lo hacen ¡por su bien!

El refrán “Dime con quién andas y te diré quién eres” se ha quedado obsoleto. Debería ser sustituido por otro de nueva creación, más acorde con los tiempos actuales. Algo así como: “Dime qué pin llevas en la solapa y te diré quién eres”, pero de verdad. Portar la corona de colores, sea por orden o por gusto, es toda una declaración de intenciones; es llevar la mente y el espíritu al desnudo. No hacen falta palabras. Los colores que distinguen los 17 objetivos de la Agenda 2030 son más que un libro abierto. Son el símbolo de la ruta hacia el control total, al estado policial, a la obediencia, a la falta de libertad, a dejar de ser humanos, al transhumanismo.

Vamos a enumerar los 17 objetivos, es decir, los 17 engaños disfrazados en los laboratorios de la ingeniería verbal/social. Después, traduciremos su auténtico significado:

1. Terminar con la pobreza en todo el mundo.
2. Acabar con el hambre, seguridad alimentaria, mejor nutrición y promover la agricultura sostenible.
3. Salud y bienestar para todos en todas las edades.
4. Educación de calidad inclusiva y equitativa y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
5. Igualdad de género y empoderamiento de las mujeres y las niñas.
6. Gestión del agua y saneamiento para todos.
7. Acceso a una energía asequible, confiable, sostenible y moderna.
8. Trabajo decente y crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible.
9. Industrialización sostenible, innovación e infraestructura resiliente.
10. Reducción de desigualdades dentro y entre los países
11. Ciudades y comunidades sostenibles.
12. Producción y consumo responsables y sostenibles.
13. Medidas urgentes para combatir el cambio climático.
14. Utilización sostenible de océanos, mares y recursos marinos.
15. Proteger los ecosistemas, gestionar los bosques de manera sostenible.
16. Promover sociedades pacíficas, acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces.
17. Crear alianzas mundiales para el desarrollo sostenible.

Aparentemente, si eliminamos la matraca de los vocablos de la ingeniería verbal/social –sostenible, inclusivo y resiliente—, todo es aceptable; incluso suena bien. ¡Cómo no vamos a estar a favor de la eliminación de la pobreza, del hambre, de una buena educación, un sistema sanitario decente, trabajo para todos con salarios dignos, agua potable y justicia para todos! Si esto fuera así, estaríamos consiguiendo casi el mundo ideal, el nuevo paradigma por el que luchamos. Pero la verdad es otra. Veamos qué esconden estas golosas propuestas y cuál es, en realidad, su significado:
  1. Reducción de la población. Eso significa el punto “acabar con la pobreza”. El control de la población es un objetivo fijo de todos los gobernantes, ya desde la antigüedad, que ven al pueblo como una amenaza. En estos momentos están reduciendo la población con guerras y enfermando a los ciudadanos con agroquímicos, fumigaciones, campos electromagnéticos y medicamentos. ¡Y siempre con engaño! Aparte del pactado control de la natalidad con los Estados en Vías de Desarrollo. Pero no acabarán con la pobreza. Muy al contrario, convertirán a todo el mundo en pobre, sin posibilidad de mejorar su bienestar, dependiente de una “limosna” del gobierno en forma de cupones, lo cual convertirá a los ciudadanos en obedientes y controlados esclavos de la dictadura mundial; a excepción, claro está, de una pequeña minoría privilegiada que sí gozará de cuanto le apetezca.
  2. Monopolio de los alimentos. Lo de hambre cero es falso, pura falacia. Nunca han querido eliminar el hambre; todo lo contrario: siempre la han fomentado, traficando con el trigo y otros alimentos básicos, o regalando migajas de comida a cambio de esterilización de mujeres. Por eso pretenden eliminar a los agricultores y ganaderos. Por eso llevan años imponiendo en todo el planeta los transgénicos y todo tipo de semillas patentadas por Monsanto, aparejadas con su herbicida correspondiente. Por eso están prohibiendo la agricultura de subsistencia y llevando un exhaustivo control sobre el número de gallinas de los pequeños campesinos jubilados. Esto es solo una pincelada.
  3. Vacunas obligatorias para todos, Aborto libre y anticoncepción; eutanasia obligada o a petición. Esto es su “salud y bienestar para todas las edades”. Es la salud reproductiva de la ONU para que no nazcan niños. Este punto se complementa con el 1, a través del control de la natalidad, englobado en la llamada Cultura de la Muerte que abarca la eugenesia, el aborto y la eutanasia. Suponen que el bienestar de un viejo es la sedación. Por eso están fomentando las leyes de “punto final” en todos los países. Eliminación del derecho a aceptar o rechazar tratamientos, que incluirá vacunación obligatoria. ¡Aunque contengan grafeno y otros tóxicos!
  4. Adoctrinamiento en la educación. A esto llaman educación de calidad. Siempre han adoctrinado. De hecho, una buena parte de lo que nos enseñan en ciencia, en historia o en tecnología, o es falso o está tergiversado. La educación prusiana en fondo y forma, incluso la universitaria, está pensada para crear seres trabajadores, obedientes y estancados, en lugar de personas críticas, con discernimiento y creativas. En la actualidad, con los nuevos parámetros ético/morales de la nueva antropología contranatura, el adoctrinamiento es más preocupante y peligroso que nunca.
  5. Transexualidad y pederastia. A esto se refiere la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y las niñas. No tiene nada que ver con la igualdad, sino que, muy al contrario, fomenta la desigualdad. Se trata de normalizar la nueva concepción del significado hombre y mujer en relación con el sexo. Esto se está llevando a cabo a través de los centros de enseñanza y de los medios de comunicación, pero todas las instituciones están trufadas de esta nueva ideología totalitaria, contra la heterosexualidad, a favor de la transexualidad y la condena del hombre y su energía masculina; a favor también de que los niños en edades tempranas practiquen sexo con adultos, si así lo desean. Es la legalización “de tapadillo” de la pederastia. Se trata de una ideología contra la religión, la familia y el sentido común; todo ello bajo la presión de los lobbies LGTBI. Este punto es complementario del punto 1: reducir la población.
  6. Apropiación y gestión del agua por parte de empresas privadas. Esto quiere decir, en román paladino, la “garantía sostenible del agua”. Así, corporaciones privadas ajenas a los ciudadanos se han ido adueñando de los ríos, embalses y fuentes, convirtiendo un bien común en un filón para enriquecerse a costa de los usuarios. Nada podrían hacer, no obstante, sin las leyes ad hoc que los políticos de turno promulgan para beneficiar el espolio.
  7. Pobreza energética. En esto se traduce la penalización al gas, al carbón y al petróleo, en favor de las llamadas energías “verdes”, un negocio de pillos elegidos a dedo, que funciona gracias a las subvenciones de los gobiernos de turno.
  8. Explotación laboral y esclavitud fiscal. Se trata de una dinámica diabólica de destrucción de autónomos y pequeñas empresas que no puedan cumplir con ciertas normas de contratación, por ejemplo, la paridad y cuotas de trabajadores LGTBI. Paradójicamente, es hacer insostenible lo que era sostenible.
  9. Cuarta revolución industrial. Transhumanismo. Esto es lo que significa la “industrialización inclusiva y la innovación”. Se trata de ir creando un mundo nuevo y robotizado, con “personas aumentadas”, como dicen los de la Singularity de la Silicon Valley: hombres/máquina con sensores en el cerebro. Para esta nueva reconversión “humana” no faltarán los fondos del Banco Mundial.
  10. Leyes únicas para todos los países. Pensamiento único. Conseguir “eliminar la desigualdad” no se refiere a instaurar la democracia, con las libertades que en teoría conlleva, en las naciones dirigidas por gobiernos dictatoriales –comunistas—, sino a implementar leyes y normas comunes –esta es la esencia del NOM— de restricción de libertades en los países libres. ¿Se dan cuenta de la presión que sufrimos desde marzo de 2020 y de los pactos oscuros que se realizan a espaldas de los ciudadanos?
  11. Vigilancia y control absoluto. Totalitarismo. El “ojo que todo lo ve” vigilará constantemente a través de la Inteligencia Artificial. Aglutinarán a los ciudadanos por sectores, llamados “ciudades de quince minutos”, de las que estará prohibido salir sin un salvoconducto. Allí estarán sometidos a todo tipo de manipulación, incluso al bombardeo con diferentes frecuencias electromagnéticas. El humano apenas tendrá derechos; solo deberes, entre ellos, el de respetar todo aquello que no es humano. Es decir, podrá abortar, pero pobre de quien pise una lagartija o corte una ramita de árbol.
  12. Alimentos transgénicos. Granjas de insectos. En esto se sustanciará la nueva alimentación a base de productos sostenibles; o sea, carne sintética, “leche” de cucaracha y harina de gusanos. Todos esto ya se está comercializando. Y quienes no se avengan a los nuevos modelos de consumo, aparte de pagar más impuestos por adquirir alimentos tradicionales, serán mal vistos socialmente, por negarse a contribuir al fomento del nuevo paradigma. Los vecinos se convertirán en enemigos denunciadores, a cambio de recompensas del Estado. ¡Igual que en tiempos de la Inquisición!, que se premiaba por denunciar.
  13. Geoingeniería climática. Continuarán implementando medidas surrealistas para apoyar la gran mentira del cambio climático. Se está haciendo en la actualidad y se incrementará en los próximos años, con penalizaciones a quienes se excedan en el consumo máximo asignado por persona. En realidad, se penalizará por todo, tal como ocurre en algunas regiones de China, donde existe el “carné de ciudadano”, y al que le restan puntos, por ejemplo, por comprar un perfume o algo innecesario. La privacidad y la intimidad serán cosas del pasado.
  14. Control absoluto de los mares y los alimentos marinos. Se prohibirá la pesca; solo podrán hacerlo determinadas empresas elegidas por los gobiernos. Algo así como las eólicas y resto de energías “sostenibles”. Asimismo, se restringirá cualquier actividad en el mar, porque eso significa una intrusión en un medio que no es humano y podrían asustarse las medusas.
  15. Expropiación y control de los recursos naturales. Llevan mucho tiempo engañando a los ciudadanos, haciéndoles abandonar sus pueblos para trabajar en fábricas y vivir en las ciudades dormitorio de las grandes urbes. Pero primero tuvieron que acogotarlos hasta que su vida en el rural se hizo insoportable. ¡Lo han hecho muy bien! Ahora no quieren a nadie en el campo. Por eso, desde determinadas cloacas, organizan los incendios forestales, tan extraños como nocivos. Su fin último es acabar con la propiedad privada, expropiando tierras y montes. “No tendrás nada y serás feliz” es la frase que todo el mundo conoce y repite. Quieren al ser humano despojado de todo, sin nada; completamente dependiente de la caridad del Estado. Por eso están prohibiendo la jardinería, los huertos privados y pequeñas fincas agrícolas, recoger agua de lluvia o encender la chimenea de leña. No pueden soportar que el ser humano sea libre, incluso estando en la cárcel.
  16. Estados policiales. Política del miedo. Nada que ver con el enunciado “paz y justicia para todos”. Es todo lo contrario. Quienes hayan vivido en un país comunista ya conocen el escenario. Y quienes, por suerte, no han tenido que vivir en un país totalitario –en los que, sin excepción, la corrupta cúpula gobernante y sus familias y allegados viven con todo tipo de lujos, abusando del pueblo, encarcelando y asesinado a los oponentes—, pueden ver alguna película al respecto. Es tal cual.
  17. Gobierno global. Nuevo Orden Mundial. Para el desarrollo del nuevo mundo “sostenible y resiliente”, con seres humanos controlados las 24 horas, hacen falta leyes globales que anulen cualquier derecho individual. El nuevo sistema estará en manos de corporaciones que seguirán al pie de la letra las dinámicas y estrategias para la domesticación y el control de la “granja humana”. 
Hasta aquí la exégesis de este plan maquiavélico contra el ser humano; esta conjura contra la vida. Lo tienen minuciosamente programado y así consta por escrito en sus memorandos. Ahora bien, es cierto que algunas iniciativas han podido implementarlas con éxito, pero también lo es que en otras han fracasado estrepitosamente. Y esa es nuestra esperanza. Su acelerada obsesión suma menos que nuestro valor y espíritu de lucha. Nunca debemos olvidarnos de quiénes somos. El ser humano no es cualquier cosa. Ellos lo saben; por eso nos persiguen y quieren destruir nuestra esencia. Pero no nos dejaremos vencer.

Todos estos puntos están tratados en la presente selección de artículos, publicados con el único fin de descorrer el velo de la gran mentira.

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jueves, 6 de marzo de 2025

LIBRO "ESTRECHO": LA FRONTERA SALVAJE DEL NARCO ESPAÑOL por JUAN JOSÉ MATEOS

 ESTRECHO
La frontera salvaje
del narco español

JUAN JOSÉ MATEOS

Las terribles imágenes grabadas en el puerto de Barbate la noche del 9 de febrero de 2024 fueron un aldabonazo para la sociedad española. Ese día descubrimos cómo los narcos del Estrecho, con naves más rápidas y sofisticadas, embestían y hundían una zodiac de la Guardia Civil, asesinando a dos guardias e hiriendo a otros dos. Todo ello con el apoyo y jaleo de un numeroso grupo de ciudadanos. Quedaba claro que el Estado estaba perdiendo la lucha contra el narcotráfico en su punto más sensible.
Estrecho. La frontera salvaje del narco español supone la mayor investigación sobre cómo las fuerzas policiales intentan defendernos de la principal amenaza externa a nuestro país.
Juan José Mateos nos ofrece información de primera mano sobre operativos que nos dejan sin aliento. También hace algo de historia para explicarnos cómo hemos llegado hasta aquí y propone soluciones para resolver el problema.
Mientras no se aborde de manera prioritaria este problema de orden público e internacional España seguirá siendo el eslabón débil de una de las fronteras más salvajes del mundo.
La mitad de los ingresos del autor de esta obra se destinará a los huérfanos de los guardias asesinados por los narcos en Barbate.

Introducción

El asesinato de dos guardias civiles -Miguel Ángel González Gómez y David Pérez Carracedo- en el puerto de Barbate el 9 de febrero de 2024 fue un aldabonazo para la sociedad española, uno de esos hitos que marcan un antes y un después. Una enorme narcolancha se había refugiado en el puerto huyendo de la mala mar y de la guardia civil, encarnada, en este caso, por una goma de muy inferior calibre a la embarcación de los traficantes. Como si de una siniestra corrida de toros se tratara, la nave enemiga embistió en varias ocasiones a la de la Benemérita; en la última de ellas asesinó a dos compañeros del cuerpo.
Con ser grave lo ocurrido, lo que quizá provocó más nuestra indignación fue comprobar cómo una nutrida audiencia de espectadores situada en las dársenas del puerto, jaleaba a los narcos. Era el mundo al revés, los delincuentes ensalzados y los defensores de la ley escarnecidos; era el síntoma de una enfermedad moral que transcendía la simple delincuencia. Fue ese día, viendo las imágenes con profundo dolor y tristeza, cuando decidí publicar un libro que denunciara esa situación. Es en lo que ha acabado convirtiéndose Estrecho. La frontera salvaje del narco español.

Precisamente por lo anterior, durante su elaboración decidí donar la mitad de los derechos de autor de esta obra a los tres huérfanos de los dos compañeros asesinados. Una pequeña contribución y un gran homenaje a sus padres.

El estrecho de Gibraltar simboliza y engloba la frontera sur de España. Es uno de los tres o cuatro espacios de encuentro entre el primer y el tercer mundo en el planeta, con toda la tensión que eso representa.
No solo es una frontera de cruce de seres humanos en busca de una vida mejor, sino la principal vía de entrada de drogas en Europa. Desde hace décadas, el hachís procedente de Marruecos (primer productor mundial) atravesaba este espacio; sin embargo, hace pocos años comenzaron a operar clanes que introducían cocaína, mucho más rentable y peligrosa.

En este libro no solo se expondrán en detalle operaciones y operativos policiales, muchos de ellos desconocidos, sino que contamos con algunas de las mejores fuentes de información sobre la materia a pie de calle.

Comienzo el relato con mis años en el EDOA (Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga) de Inchaurrondo, que me llevó a mi primer contacto como guardia civil con operativos antidroga en el Estrecho. Para entender lo que suponía este trabajo baste decir que, de los guardias civiles que intentaron acceder a esa unidad, muy pocos fueron capaces de superar el período de adaptación. Todos éramos voluntarios y solo había un tipo de vida: 
muchas horas de servicio (en ocasiones, más de veinticuatro seguidas) y una disponibilidad total. Había pocos descansos y se pasaban largos ratos en plena calle, en el mejor de los casos dentro de un vehículo. Incluso los jefes, en ocasiones con veinte o treinta años de servicio a sus espaldas, también chupaban calle.

Mención especial requiere la formación del llamado OCON-Sur (Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico), una unidad creada en noviembre de 2018 específicamente para combatir a las mafias del Estrecho que habían adquirido una fuerza y agresividad imposibles de contrarrestar por parte de las comandancias de la zona.

La breve historia del OCON-Sur fue la de un éxito rotundo. De la mano del GAR (Grupo de Acción Rápida), entre otros, se consiguió doblegar a unos narcos que empezaban a creerse imbatibles e impunes. Quien mejor explica un cambio de este tipo es el malo perseguido. Sabemos, por conversaciones pinchadas, que rápidamente percibieron el cambio que representó ese organismo en su día a día.
Sin embargo, el final de la unidad no puede ser más triste: disuelta sin mayor explicación policial o política, no bastaba con esta arbitrariedad, sino que se pretendió manchar la honorabilidad de quien la dirigió acusándole de corrupción con pruebas falsas. Afortunadamente las supuestas pruebas eran muy endebles, chapuceras, y se podrá desmontar el intento de linchamiento, pero no recuperar la actividad del OCON-SUR.

Gradas a mis fuentes he podido tener acceso, y compartir con vosotros, un buen puñado de imágenes y vídeos, que nos permiten visualizar mucho de lo que se cuenta en el libro, desde persecuciones trepidantes en el mar, hasta helicópteros con pilotos de primera categoría, pasando por los grandes aliados que son los compañeros caninos (con el mítico Shulo a la cabeza) o diversos ejercicios de adiestramiento y asaltos a viviendas.
Un guardia civil que trabajó más de media vida en el Estrecho, me contó que los abuelos de algunos de los traficantes eran pescadores que vivían con muy poco dinero y que sus hijos empezaron con el contrabando de tabaco para vivir mejor:
Nos respetaban como nosotros a ellos y, a no ser que se salieran de madre., nos les hacíamos caso; pero entonces sus hijos se pasaron al hachís, compraron coches caros, casas lujosas, y dejaron de respetarnos, incluso alguno mató a compañeros en tiempos recientes. Esto ha degenerado mucho...
Hoy en día no hay un solo policía, agente de aduanas o guardia civil que esté libre de sufrir cualquier represalia directa de las mafias del Estrecho; son amenazados, acosados y agredidos; algunos se dejan corromper y son encarcelados y expulsados; otros han fallecido en accidentes, en homicidios, en asesinatos; eso les ha pasado a compañeros de todas las especialidades, desde los que ocupan destinos burocráticos hasta los que están en unidades especiales. Pero es que hasta la población civil sufre esta lacra. Un paraíso hecho para el descanso, como es Marbella, se ha convertido en escenario de tiroteos propios de una serie de televisión.

Un último mensaje para los malos: aunque penséis que siempre vais por delante de la Guardia Civil, la tecnología ha hecho posible que mis compañeros ya no tengan que seguiros; quizás no haga falta que miréis desde las ventanas de vuestras «ratoneras», ni tampoco que al salir a la calle toméis medidas de seguridad para intentar descubrir quién espera para dar la novedad e iniciar el seguimiento; quizás tampoco se precise que paséis por las rotondas más de una vez para intentar descubrir si alguien os sigue, etcétera; pero lo que sí debéis tener muy en cuenta es que cuando menos lo esperéis, cualquier USECIC (Unidad de Seguridad Ciudadana de Comandancia) muy bregada como la que manda mi amigo Mocholí en Madrid, el GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), el GAR o incluso la UEI (Unidad Especial de Intervención) os reventará la puerta y no os dará tiempo ni a poneros los gayumbos o, a lo peor, puede que otro clan que llegue antes que mis compañeros os torture y asesine, y no solo a vosotros, sino a vuestras mujeres e hijos, u os despedace para que vuestro cadáver no pueda ser identificado. Ese es el resultado de lo que habéis hecho con algunos lugares de este país maravilloso.

Espero que estas páginas os atrapen y que, después de leerlas, quede claro que la mayoría de los políticos no conocen, o no quieren conocer, la realidad de los problemas de seguridad ciudadana en nuestro país, sobre todo del más grave en estos momentos: el narcotráfico y las mafias del Estrecho.

GUERRA AL NARCO EN EL ESTRECHO 
¿Estamos preparados? ¿Ya es tarde? *Juan José Mateos*

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miércoles, 5 de marzo de 2025

EL CONTRACTUALISMO MODERNO Y LA CULPA POLÍTICA 😦

Este artículo analiza el problema de cómo lidiar con situaciones en las que nuestras creencias morales van en contravía de las demandas de un gobierno que cuenta con el decidido apoyo de la mayoría de los miembros de la comunidad política a la cual uno pertenece. Siguiendo las tesis que plantea Jaspers en el Problema de la culpa, se intenta mostrar que si se interpreta el concepto de culpa política propuesto por Jaspers en la línea del filósofo liberal John Locke, se puede arrojar una nueva luz sobre lo que la responsabilidad política significa. Esto también nos permitirá mostrar que las llamadas obligaciones políticas de los ciudadanos se extienden más allá de los requerimientos institucionales, asunto que ha sido el foco de recientes discusiones entre aquellos estudiosos que tratan la cuestión de la legitimidad política desde la perspectiva del contractualismo moderno. Tal extensión consiste básicamente en que los ciudadanos tienen obligaciones políticas relacionadas con la cultura política que constituyen su identidad política.
En "El problema de la culpa", un texto que se ha vuelto de obligada referencia entre aquellos que tratan de la justicia transicional, el filósofo alemán, Karl Jaspers, se propone dar cuenta de la acusación de que los alemanes son culpables como nación por las atrocidades cometidas por los nazis antes y durante la segunda guerra mundial. Para él, esta atribución de culpa colectiva en un sentido tanto moral como criminal es totalmente inaceptable, pues con ello se estaría siguiendo la misma lógica con el que los regímenes totalitarios trataron a sus enemigos. Así, mientras para los nazis, los judíos eran una plaga que amenazaba la existencia del pueblo alemán, para los estalinistas, los oponentes del régimen eran los agentes del mal del capitalismo. Jaspers, sin embargo, reconoce que la idea de culpa colectiva tiene algo de justificación, al menos en un sentido político. Según Jaspers, la culpa en un sentido político tiene que ver con la responsabilidad de los miembros de una nación por las acciones hechas por un Estado que actúa en su nombre. Este tipo de culpa se manifiesta en el hecho de que los ciudadanos tienen que sufrir los efectos de las políticas estatales; ellos tiene que pagar impuestos, obedecer las leyes vigentes, prestar el servicio militar e inclusive apoyar al gobierno. 

En el caso de los alemanes, esto significa que, independientemente de su condición política y social, ellos son políticamente responsables y no tienen otra opción que aceptar las condiciones de los vencedores. Se puede objetar contra esta forma colectiva de concebir la culpa política, que esta implica que los ciudadanos tienen que responder por acciones en los cuales ellos no están directamente involucrados. La cuestión que emerge aquí es por qué y en qué medida es el pueblo en general, el responsable por las acciones del Estado. Jaspers comienza respondiendo esta cuestión, con la afirmación de que “cada persona es corresponsable de cómo sea gobernada” (Jaspers, 1998: 53). Algunas páginas después, él clarifica su posición diciendo lo siguiente: 
Somos colectivamente responsables. La cuestión es, sin embargo, en qué sentido tiene que sentirse cada uno responsable. Sin duda en el sentido político de la corresponsabilidad de cada ciudadano por los actos que comete el Estado al que pertenece. Pero no necesariamente también en el sentido moral de la participación fáctica o intelectual en los crímenes. ¿Tenemos que responder nosotros los alemanes por las atrocidades que hemos sufrido por parte de alemanes o por aquéllas otras de las que nos hemos librado milagrosamente? Sí, en tanto que hemos tolerado el surgimiento de un régimen tal entre nosotros. No, en tanto muchos de nosotros, en nuestro fuero interno éramos contrarios a toda esa maldad, por lo que no tenemos que reconocer en nuestro interior complicidad moral por ningún acto o motivación (Jaspers, 1998: 88).
De este pasaje, se puede inferior cierta paradoja en la respuesta de Jaspers, que como veremos es en parte debido a que en ella hay una especie de mezcla de dos concepciones de la culpa políticas que bajo ciertas circunstancias no son compatibles entre sí; una de ellas se desprende de la llamada realpolitik y la otra de la concepción contractualista del Estado de corte liberal. Pero antes de analizar estas dos visiones de la culpa política es necesario explicar cuál es el sentido de la paradoja. 

Por una parte, cuando Jaspers sostiene que “la culpa política implica responsabilidad de todos los ciudadanos por las consecuencias de las acciones estatales” (Jaspers, 1998: 54), es claro que para él todos los ciudadanos alemanes, incluyendo aquellos que se opusieron al régimen, son desde el comienzo responsables políticamente y por eso tienen que soportar las condiciones impuestas por las fuerzas aliadas. 

Por el otro lado, en el mismo pasaje citado, Jaspers a continuación hace una clarificación y señala que hay una importante excepción a esta acusación colectiva: aquellos que se opusieron al régimen no son políticamente culpables. Esta excepción es aplicable al mismo Jaspers, quien se opuso desde sus inicios al gobierno nazi. Pero es el mismo Jaspers, quien se dirige al auditorio con un “nosotros” y afirma enfáticamente “nosotros, los alemanes, somos políticamente culpables” (Jaspers, 1998: 84). Así Jaspers se ve a sí mismo como culpable y no culpable políticamente. Esta paradoja no es un juego de palabras, es más bien una cuestión existencial que tiene que ver con el problema de la construcción de la identidad política. En sus reflexiones, Jaspers se considera como un heredero y renovador de la tradición alemana, pero él también se ha opuesto con todas sus fuerzas al régimen que configuró la identidad política alemana por doce años. Como alemán, Jaspers reconoce que él tiene que asumir las condiciones impuestas por los vencedores, pero como oponente del nazismo, él mismo ha sufrido las privaciones impuestas por el régimen. En esta conjunción, Jaspers enfrenta el dilema de cómo ser leal a su nación y al mismo tiempo combatir el sistema político que esa misma noción ha apoyado. 

En líneas generales, el dilema que enfrenta Jaspers plantea la cuestión de cómo lidiar con una situación que cualquiera de nosotros puede experimentar en la que nuestras creencias morales van en contravía de las demandas de un gobierno que cuenta con el decidido apoyo de la mayoría de los miembros de la comunidad política a la cual uno pertenece. 
¿Debo ser leal a la nación a la que pertenezco y apoyar las acciones del gobierno y dejar de lado mis principios morales que firmemente creo, o debo traicionar a mis conciudadanos y resistir en alguna forma las políticas y acciones injustas del Estado? 

La respuesta de Jaspers a esta pregunta es ambigua. En un pasaje clave en el cual discute los límites del poder político él escribe: “la culpa política se convierte en culpa moral allí donde, por medio del ejercicio del poder, queda destruido el poder mismo- la realización del derecho, del ethos y de la pureza del propio pueblo” (Jaspers, 1998: 55). Aquí claramente Jaspers pone juntos dos ideales que bajo circunstancias políticas extremas son mutuamente incompatibles. Uno encuentra, por un lado, el principio liberal defendido por Locke y Kant, según el cual el límite del poder político está en la idea de unos derechos naturales, derechos que tienen un carácter universal y que deben ser protegidos por las instituciones políticas; y por el otro lado, en la última parte del pasaje citado, se menciona uno de las tesis centrales de la realpolitik que afirma que el fin último del poder político es la conservación de la nación. Ahora, uno podría decir que lo que Jaspers trata de hacer es volver compatible ambas pretensiones, diciendo que “el ethos de una nación” contiene e implica el respeto a los derechos universales. Pero para un realista como Carl Schmitt tal respuesta no es convincente. Para este autor, un ejercicio legítimo del poder exige una identidad sustancial entre el gobernante y el pueblo1; y en tal sentido, lo qué es políticamente legítimo, esto es, auténtico, tiene que ser una expresión de tal identidad. 

En esta forma de ver el poder político, los ideales que definen la identidad sustancial de una comunidad política pueden estar en contravía con la idea de un derecho universal. Dado esto, se puede decir que la respuesta al dilema de Jaspers es directo: las demandas del soberano y de la nación pasan por encima de las posturas morales que los ciudadanos puedan tener. Para el realista, una persona que esté enfrentando el conflicto entre las demandas de la nación y las demandas que emanan de sus propios principios morales debe decidirse por la primera opción. Carey Joynt and Sherman Hayden, en un artículo crítico sobre la obra Hans Morgenthau, uno de los padres de la realpolitik en Estados Unidos, y quien defendió fervientemente la doctrina de que en los asuntos internacionales, la defensa de los intereses nacionales deben prevalecer sobre otros intereses, señalan que para el realista “el poder político tiende a ser tratado como si tuviese un valor absoluto” (Joynt & Hayden, 1955: 357). Así, en virtud de que el fin del poder es la preservación de la comunidad política, se sigue que tal fin se convierte en el principio supremo no solo de las instituciones políticas sino también de los seres humanos en tanto ciudadanos. 

En los pasajes citados es claro que Jaspers defiende la posición liberal y se opone a quienes ponen la lealtad de la nación por encima de sus propios principios morales. Ahora bien, la idea de que el auténtico espíritu de la nación implica el respeto a los derechos de los ciudadanos sugiere una forma de ver la tradición alemana desde la perspectiva de la ilustración; no obstante, fueron el nacionalismo extremo y las ideas anti ilustradas las que dominaron la cultura política en Alemania en las décadas de los treinta y cuarenta y no la defensa de los derechos humanos. De acuerdo con esto, lo que Jaspers parece sugerir es que con el fin de tener una politeia gobernada por el principio ilustrado del respeto a la dignidad humana, es necesario cambiar la cultura de la nación. Esto implica que las naciones y en general las comunidades políticas deben ser vistas como entidades culturales que no son meramente dadas y cambiadas por fuerzas anónimas e incontrolables, sino también como algo que puede ser deliberadamente transformado por los ciudadanos. 

Desde Platón y Aristóteles, es un truismo decir que para mantener el poder político en el largo plazo se requiere el apoyo del pueblo. Este apoyo no se obtiene solo a través del miedo, este demanda algo más que se fundamenta en razones éticas y morales. La humanidad ha sido testigo en el pasado siglo de atrocidades cometidas por Estados que han contado con el apoyo popular, se ha vuelto el principal argumento contra quienes ponen la defensa de los intereses nacionales como el principio absoluto de la política; este tipo de eventos claramente señalan que debe haber restricciones morales que trasciendan las particularidades de las comunidades políticas. Es en este punto en el que la realpolitik encuentra sus límites y donde la otra concepción de la responsabilidad política, mencionada arriba, resulta provechosa. En el resto de este artículo, lo que deseo mostrar es que si se interpreta el concepto de culpa política propuesto por Jaspers en la línea del filósofo liberal John Locke, se puede arrojar una nueva luz sobre lo que la responsabilidad política significa. Esto también nos permitirá mostrar que las llamadas obligaciones políticas de los ciudadanos se extienden más allá de los requerimientos institucionales, asunto que ha sido el foco de recientes discusiones entre aquellos estudiosos que tratan la cuestión de la legitimidad política desde la perspectiva del contractualismo moderno2. Tal extensión consiste básicamente en que los ciudadanos tienen obligaciones políticas relacionadas con la cultura política que constituyen su identidad política.
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1 Schmitt expone sus tesis acerca de esta identidad, en sus análisis sobre la democracia. Sus tesis sobre la democracia y sobre la identidad substancial el pueblo y el gobernante las desarrolla en dos importantes textos: (Schmitt, 2008: 264-267) y (Schmitt, 1985: 9-12).
2 Véase especialmente el trabajo de John Simmons (Simmons, 1979); (Pitkin, 1965) y (Beran, 1977).

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El Contractualismo Moderno y la Culpa Política. Por: Wilson Ricardo Herrera Romero by Yanka


martes, 4 de marzo de 2025

"NO NEGAMOS NADA" por SAMUEL VÁZQUEZ 🐏🐏🐏🐏🐏


NO NEGAMOS NADA

“Negacionista” es sólo otro de los numerosos términos creados por los laboratorios de ideas de la izquierda con el único propósito de deshumanizar a todo aquel que discrepe de sus dogmas”.
Nadie niega nada. “Negacionista” es sólo otro de los numerosos términos creados por los laboratorios de ideas de la izquierda con el único propósito de deshumanizar a todo aquel que discrepe de sus dogmas. Y la deshumanización es la fase previa a la justificación de la cancelación, la muerte civil y, en no pocas ocasiones, la agresión física.
No negamos el cambio climático, afirmamos que este ha ocurrido siempre, que es cíclico, que La Tierra ha transitado por fases muchos más abruptas que la actual, sin estar ni siquiera poblada por personas. Afirmamos que el fanatismo climático actual es tan falso, que han tenido que escoger a una niña enferma como icono del movimiento y no a un científico porque el mensaje tenía que llegar al corazón sin pasar por la cabeza.

No negamos ningún tipo de violencia, contra la mujer tampoco, afirmamos que la ideología de género es un gigantesco negocio económico y político del que sólo se benefician cientos de mujeres con carné del partido que ocupan cargos y manejan presupuestos empleados en defender la ideología y la estructura de poder que las nombró, y no a proteger verdaderas víctimas. Por eso, a pesar de 20 años de ley contra la violencia mal llamada de género, y de los miles de millones dilapidados, las muertes no descienden.
  • Afirmamos que Partido Socialista y Partido Popular han colaborado en la creación y el sostenimiento de este gigantesco negocio que hoy ya es industria por la cantidad ingente de dinero que mueve, dinero que casi nunca tiene como fin último la protección de las mujeres verdaderamente maltratadas.
  • Afirmamos que desde la llegada de este gobierno se ha beneficiado a violadores y pederastas en sus condenas y se ha liberado a más de cien antes de tiempo. Afirmamos que, desde el advenimiento de Irene Montero, Fernando Grande-Marlaska y Pedro Sánchez, el número de mujeres violadas ha pasado de 1382 a 5206.
  • Afirmamos que todo el negocio está montado para que cualquier mensaje que proteja la estructura política que lo sostiene tenga un enorme eco en los medios de comunicación, previamente regados con abundante dinero público, mientras que se silencia permanentemente a las verdaderas víctimas y sus casos. Esto provoca que un beso en una celebración deportiva retransmitida en directo y vista por millones de personas ocupe telediarios durante casi un año, mientras se oculta que por primera vez en décadas la mujer ha sufrido un retroceso en su seguridad y, por lo tanto, un evidente retroceso en su libertad.
No conocemos ninguna de los cientos de historias de víctimas que a pesar del multimillonario dispendio económico se sienten abandonadas, desprotegidas y, por si fuera poco, se sientan frente al televisor para tener que padecer la atención que se presta a historias superfluas de besos en campeonatos de fútbol, mientras ellas sufren un verdadero calvario solas, en la oscuridad de sus casas, muertas de miedo.

No negamos el drama en el mar de los emigrantes que intentan llegar a nuestras costas, afirmamos que ese drama, como el de la mujer, ya es otro gigantesco negocio multimillonario del que sólo se benefician grupos criminales que trafican con seres humanos, organizaciones regadas con dinero público que participan del ciclo macabro del negocio, y partidos políticos que usan las muertes como herramienta política para culpabilizar, precisamente, a los únicos que quieren acabar con el problema y no vivir de él.
  • Afirmamos que la trata de seres humanos es ya una industria a la altura del tráfico de drogas en el siglo xx por el dinero que mueve y, al igual que la droga, por las vidas que cuesta. Afirmamos que, para evitar muertes en el mar, lo prioritario es impedir que se tiren al mar, no invitarles a tirarse con un cartel de welcome, y luego utilizar una foto de sus cadáveres para darse golpes en el pecho de supuesta superioridad moral.
  • Afirmamos que los procesos de inmigración ilegal desbordados en el espacio y el tiempo, y procedentes de un continente con el que no compartimos nada, han traído consigo un profundo cambio en la realidad criminal de Europa, y un aumento exponencial de los delitos violentos allá donde se han dado estos procesos. Precisamente la más perjudicada por esta nueva realidad es la mujer. Sí, esos que dicen querer protegerla con eslóganes de adolescentes, han expuesto sus cuerpos al peligro después de haber soltado a miles de lobos por nuestros barrios.
  • Y afirmamos que estar en contra de los delincuentes y a favor de que se cumpla la ley en las fronteras no es estar en contra de nadie por el color de su piel. Es estar en contra de unos procesos migratorios que ya se han descontrolado y, por lo tanto, son imposibles de gestionar e integrar; entre otras cosas, porque hemos permitido la entrada a miles de personas que no tienen ninguna intención de integrarse, y que han creado sociedades paralelas en muchas ciudades de Europa donde han impuesto su cultura y sus dinámicas sociales y han acabado con las nuestras. Esto no tiene nada que ver con los procesos migratorios clásicos de personas que van de un país a otro por diversas necesidades, con una maleta, un pasaporte y una cartilla sanitaria debajo del brazo, a ofrecer lo mejor de sí mismos a ese país y a agradecérselo respetando e integrándose en su cultura y usos sociales.
El único negacionista que hay aquí eres tú. Un negacionista de la realidad que te está explotando en la cara, como a Errejón el feminismo.


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