ESTRECHO
La frontera salvaje
del narco español
Las terribles imágenes grabadas en el puerto de Barbate la noche del 9 de febrero de 2024 fueron un aldabonazo para la sociedad española. Ese día descubrimos cómo los narcos del Estrecho, con naves más rápidas y sofisticadas, embestían y hundían una zodiac de la Guardia Civil, asesinando a dos guardias e hiriendo a otros dos. Todo ello con el apoyo y jaleo de un numeroso grupo de ciudadanos. Quedaba claro que el Estado estaba perdiendo la lucha contra el narcotráfico en su punto más sensible.Estrecho. La frontera salvaje del narco español supone la mayor investigación sobre cómo las fuerzas policiales intentan defendernos de la principal amenaza externa a nuestro país.Juan José Mateos nos ofrece información de primera mano sobre operativos que nos dejan sin aliento. También hace algo de historia para explicarnos cómo hemos llegado hasta aquí y propone soluciones para resolver el problema.Mientras no se aborde de manera prioritaria este problema de orden público e internacional España seguirá siendo el eslabón débil de una de las fronteras más salvajes del mundo.La mitad de los ingresos del autor de esta obra se destinará a los huérfanos de los guardias asesinados por los narcos en Barbate.
Introducción
El asesinato de dos guardias civiles -Miguel Ángel González Gómez y David Pérez Carracedo- en el puerto de Barbate el 9 de febrero de 2024 fue un aldabonazo para la sociedad española, uno de esos hitos que marcan un antes y un después. Una enorme narcolancha se había refugiado en el puerto huyendo de la mala mar y de la guardia civil, encarnada, en este caso, por una goma de muy inferior calibre a la embarcación de los traficantes. Como si de una siniestra corrida de toros se tratara, la nave enemiga embistió en varias ocasiones a la de la Benemérita; en la última de ellas asesinó a dos compañeros del cuerpo.
Con ser grave lo ocurrido, lo que quizá provocó más nuestra indignación fue comprobar cómo una nutrida audiencia de espectadores situada en las dársenas del puerto, jaleaba a los narcos. Era el mundo al revés, los delincuentes ensalzados y los defensores de la ley escarnecidos; era el síntoma de una enfermedad moral que transcendía la simple delincuencia. Fue ese día, viendo las imágenes con profundo dolor y tristeza, cuando decidí publicar un libro que denunciara esa situación. Es en lo que ha acabado convirtiéndose Estrecho. La frontera salvaje del narco español.
Precisamente por lo anterior, durante su elaboración decidí donar la mitad de los derechos de autor de esta obra a los tres huérfanos de los dos compañeros asesinados. Una pequeña contribución y un gran homenaje a sus padres.
El estrecho de Gibraltar simboliza y engloba la frontera sur de España. Es uno de los tres o cuatro espacios de encuentro entre el primer y el tercer mundo en el planeta, con toda la tensión que eso representa.
No solo es una frontera de cruce de seres humanos en busca de una vida mejor, sino la principal vía de entrada de drogas en Europa. Desde hace décadas, el hachís procedente de Marruecos (primer productor mundial) atravesaba este espacio; sin embargo, hace pocos años comenzaron a operar clanes que introducían cocaína, mucho más rentable y peligrosa.
En este libro no solo se expondrán en detalle operaciones y operativos policiales, muchos de ellos desconocidos, sino que contamos con algunas de las mejores fuentes de información sobre la materia a pie de calle.
Comienzo el relato con mis años en el EDOA (Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga) de Inchaurrondo, que me llevó a mi primer contacto como guardia civil con operativos antidroga en el Estrecho. Para entender lo que suponía este trabajo baste decir que, de los guardias civiles que intentaron acceder a esa unidad, muy pocos fueron capaces de superar el período de adaptación. Todos éramos voluntarios y solo había un tipo de vida:
muchas horas de servicio (en ocasiones, más de veinticuatro seguidas) y una disponibilidad total. Había pocos descansos y se pasaban largos ratos en plena calle, en el mejor de los casos dentro de un vehículo. Incluso los jefes, en ocasiones con veinte o treinta años de servicio a sus espaldas, también chupaban calle.
Mención especial requiere la formación del llamado OCON-Sur (Organismo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico), una unidad creada en noviembre de 2018 específicamente para combatir a las mafias del Estrecho que habían adquirido una fuerza y agresividad imposibles de contrarrestar por parte de las comandancias de la zona.
La breve historia del OCON-Sur fue la de un éxito rotundo. De la mano del GAR (Grupo de Acción Rápida), entre otros, se consiguió doblegar a unos narcos que empezaban a creerse imbatibles e impunes. Quien mejor explica un cambio de este tipo es el malo perseguido. Sabemos, por conversaciones pinchadas, que rápidamente percibieron el cambio que representó ese organismo en su día a día.
Sin embargo, el final de la unidad no puede ser más triste: disuelta sin mayor explicación policial o política, no bastaba con esta arbitrariedad, sino que se pretendió manchar la honorabilidad de quien la dirigió acusándole de corrupción con pruebas falsas. Afortunadamente las supuestas pruebas eran muy endebles, chapuceras, y se podrá desmontar el intento de linchamiento, pero no recuperar la actividad del OCON-SUR.
Gradas a mis fuentes he podido tener acceso, y compartir con vosotros, un buen puñado de imágenes y vídeos, que nos permiten visualizar mucho de lo que se cuenta en el libro, desde persecuciones trepidantes en el mar, hasta helicópteros con pilotos de primera categoría, pasando por los grandes aliados que son los compañeros caninos (con el mítico Shulo a la cabeza) o diversos ejercicios de adiestramiento y asaltos a viviendas.
Un guardia civil que trabajó más de media vida en el Estrecho, me contó que los abuelos de algunos de los traficantes eran pescadores que vivían con muy poco dinero y que sus hijos empezaron con el contrabando de tabaco para vivir mejor:
Nos respetaban como nosotros a ellos y, a no ser que se salieran de madre., nos les hacíamos caso; pero entonces sus hijos se pasaron al hachís, compraron coches caros, casas lujosas, y dejaron de respetarnos, incluso alguno mató a compañeros en tiempos recientes. Esto ha degenerado mucho...
Hoy en día no hay un solo policía, agente de aduanas o guardia civil que esté libre de sufrir cualquier represalia directa de las mafias del Estrecho; son amenazados, acosados y agredidos; algunos se dejan corromper y son encarcelados y expulsados; otros han fallecido en accidentes, en homicidios, en asesinatos; eso les ha pasado a compañeros de todas las especialidades, desde los que ocupan destinos burocráticos hasta los que están en unidades especiales. Pero es que hasta la población civil sufre esta lacra. Un paraíso hecho para el descanso, como es Marbella, se ha convertido en escenario de tiroteos propios de una serie de televisión.
Un último mensaje para los malos: aunque penséis que siempre vais por delante de la Guardia Civil, la tecnología ha hecho posible que mis compañeros ya no tengan que seguiros; quizás no haga falta que miréis desde las ventanas de vuestras «ratoneras», ni tampoco que al salir a la calle toméis medidas de seguridad para intentar descubrir quién espera para dar la novedad e iniciar el seguimiento; quizás tampoco se precise que paséis por las rotondas más de una vez para intentar descubrir si alguien os sigue, etcétera; pero lo que sí debéis tener muy en cuenta es que cuando menos lo esperéis, cualquier USECIC (Unidad de Seguridad Ciudadana de Comandancia) muy bregada como la que manda mi amigo Mocholí en Madrid, el GRS (Grupo de Reserva y Seguridad), el GAR o incluso la UEI (Unidad Especial de Intervención) os reventará la puerta y no os dará tiempo ni a poneros los gayumbos o, a lo peor, puede que otro clan que llegue antes que mis compañeros os torture y asesine, y no solo a vosotros, sino a vuestras mujeres e hijos, u os despedace para que vuestro cadáver no pueda ser identificado. Ese es el resultado de lo que habéis hecho con algunos lugares de este país maravilloso.
Espero que estas páginas os atrapen y que, después de leerlas, quede claro que la mayoría de los políticos no conocen, o no quieren conocer, la realidad de los problemas de seguridad ciudadana en nuestro país, sobre todo del más grave en estos momentos: el narcotráfico y las mafias del Estrecho.
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