JESÚS QUINTERO
Autorretrato Sevilla (abril de 2007)
Durante más de veinticinco años he recorrido —apoyado en una cámara o un micrófono— un largo y fascinante camino pleno de encuentros, emociones, experiencias, lecciones de vida, enseñanzas...
He predicado la paz y el amor desde una colina. Me he convertido en Perro Verde para conocer de cerca la marginación y la rareza, me he metido en la Boca del Lobo para investigar la condición humana. Le he aullado cada noche a la Luna bajo la piel de un lobo estepario. He pasado una temporada en el infierno escuchando a los condenados en las cárceles españolas y americanas, ciento cuarenta presos en cuarenta cárceles. He recorrido España en una roulotte extravagante y vagamunda llena de sartenes y libros de viaje. Empecé con un Nagra en la radio y terminé grabando en un Betacam digital. Para mí la comunicación no es un oficio, sino un destino; no es un medio de vida, sino un estilo de vida, una manera de vivir: un compromiso. No hay contradicción entre lo que digo en público y lo que digo en privado. No estoy aquí para vender productos ni para hacer programas al dictado de nadie, ni al gusto de la época, mucho menos en un tiempo que ha perdido el gusto, la sensibilidad y hasta la vergüenza. No estoy aquí para ganar dinero a cualquier precio a costa de rebajar el listón de la calidad y de hablar en necio al vulgo. Amo la comunicación y por eso me duele verla en manos de gente sin escrúpulos, gente que se ha rendido al mercado, a la publicidad, a la dictadura de las audiencias. Cada día me da más miedo formar parte de ese mundo que ha sido y es mi mundo y que cada vez siento más extraño.
Hablarle a un micrófono es hablar al viento. Pero al final, como enunció Mallarmé, todo termina en un libro.
Aunque siempre tuve claro que lo mío era ser entrevistador y no entrevistado, quiero arrancar este libro entrevistándome a mí mismo con la ayuda de Proust, del primer cuestionario de la historia contestado por el propio escritor francés.
¿Quién dicen los hombres que eres tú?
Mi padre se llamaba José; mi madre, María. Parecía inevitable que me bautizaran con el nombre de Jesús. No éramos la Sagrada Familia, ni mucho menos, pero sí recuerdo momentos de inocencia en los que llegué a sentirme un «niño-Dios» correteando libre y feliz por los campos buscando nidos, jugando en las calles, viendo parir a las yeguas, morir a los viejos, observando la vida y la muerte, su eterna lucha, con mis curiosos y asustados ojos. Crecí a la intemperie. Luego llegó el diablo.
Rasgo principal de tu carácter.
La curiosidad y la necesidad de aventura. Me hubiera gustado estar en la búsqueda de El Dorado, en el asesinato de César, en el proceso a Cristo y en el juicio a Sacco y Vancetti.
Tu primer recuerdo de la infancia.
Tenía 8 años cuando la gente me miraba con pena en el entierro de mi abuelo, camino del cementerio; es terrible que en ese momento por primera vez me sintiera protagonista. Recuerdo como si fuera hoy cuando mi padre y yo cogíamos cada día el tren a Huelva desde San Juan, él para ir a trabajar, yo para estudiar. Durante el trayecto le gustaba preguntar a los compañeros de viaje quién es usted, adónde va, ante mi avergonzado silencio de adolescente. Quién me iba a decir que yo me iba a pasar la vida preguntando a la gente, quién es, de dónde viene y adónde va. La curiosidad de mi padre me llevó al periodismo, a la entrevista. Después hice más de cinco mil entrevistas.
¿Cuál es tu mayor defecto?
Estar como un arco tenso hacia un horizonte que está siempre más lejos. El perfeccionismo.
¿Qué talento te hubiera gustado tener?
Puestos a soñar me hubiera gustado tener la malicia de Maquiavelo, la inspiración de Whitman, la capacidad de seducción de Casanova y la voz de Welles. Puestos a desear, me hubiera gustado tener la serenidad de Buda y la bondad de Francisco de Asís.
¿Qué persona te gustaría ser si pudieras reencarnarte?
Yo mismo un poco mejor.
¿Qué te preguntas?
¿Por qué no me retiro a meditar y contestar todas las grandes preguntas que les he hecho a los demás? ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué hago yo por los demás? Si se me han apagado los motores de la vanidad y de la ambición, ¿por qué sigo ante un micrófono?
¿Rezas por tener éxito?
No busco el éxito si el éxito significa estar en desacuerdo con uno mismo; siempre he tenido la idea de que la calidad y la popularidad no están reñidas, y de que la calidad puede ser popular; siempre he creído que la gente tiene mejor gusto de lo que piensan los directivos de las televisiones. El éxito que importa es tener la conciencia de haber creado verdad y belleza, de haber sido útil, de haber llevado un poco de luz a alguien que la necesitaba y de no haber comerciado con el hombre, con su dolor y sus miserias, el éxito que nos permite mirarnos sin vergüenza a los ojos y al espejo; para mí siempre será mas importante hablar para diez personas interesadas y atentas que para millones de gente distraída, sin sensibilidad y sin criterio no creo en la multitud, la multitud es mentira, y quizá por eso la multitud está con la mentira, con el ruido, con el camelo.
¿Qué consideras como tu mayor éxito en la vida?
Haber creado un estilo, sentirme escuchado, saber que tengo amigos que nunca veré.
¿De qué te arrepientes o tienes remordimientos?
De algunas cosas que no hice o que hice tarde; y no haber acudido aquella tarde a la cita, donde me esperaba la que siempre vuelve a mis sueños.
¿Eres un desastre...? En la venganza. No es que perdone, es que olvido las ofensas.
¿Odias por encima de cualquier cosa...?
La maldad, sobre todo si es mediocre.
¿Cuál es la mayor bajeza?
Abusar del poder, de la fuerza, de la riqueza para herir o humillar a los otros.
¿Cuál consideras la virtud más sobrevalorada?
La fama. La fama aburre, la gloria pesa, el poder corrompe, el dinero esclaviza y perturba, el amor se muere, la pasión se acaba, los sueños, si algún día se alcanzan, decepcionan. La historia de una vida, cualquiera que sea, es la historia de un fracaso.
¿Tienes alguna pasión?
La noche, la radio, los desobedientes y las miradas de Lola y Andrea. La historia del mundo es la historia de una pasión.
¿Y alguna fobia?
Los políticos en campaña.
¿Tu ocupación favorita?
Crear, tejer sueños, contemplar y viajar. Me fascina Grecia. Como dijo Borges, mis contemporáneos son los griegos.
¿Tu mayor temor es?
El puto aerolito, que suba la temperatura en agosto en Sevilla por el efecto invernadero y que no dejen un rascacielos de pie. Y el insomnio.
¿Cómo te gustaría morir?
Pensando en otras cosas.
¿Cuál es tu mayor extravagancia?
Pensar que un periodista está aquí para contar la verdad.
¿Qué palabra o frase usas con mayor frecuencia?
No, y no las veces que debiera. Lo dijo Camus, el hombre rebelde es el que dice no.
Un olor que recuerdes.
La colonia de las chicas del barrio de La Perdición, el incienso de la iglesia en las fiestas, las flores a María, el olor dorado del pan y Andalucía cuando irrumpe la primavera
¿El color que prefieres?
El mar turquesa de los atardeceres. El rojo y negro de los anarquistas.
¿Tu flor favorita?
La violeta, símbolo del amor furtivo.
¿Admiras algún hecho histórico?
Muchos, pero creo que lo que más ha marcado la historia del mundo ha sido el nacimiento de Jesús, el otro. También la marcó aquel barbudo que nació en Tréveris.
El personaje que más desprecias.
Soy poco dado al desprecio, aunque reconozco que hay personajes despreciables, como Hitler. Pero quizá son juguetes del destino y tienen que existir, como tuvieron que existir Judas y Pilatos para que fuera posible lo que estaba escrito y fuera posible la Semana Santa de Sevilla.
¿Bajo qué bandera batallarías?
La del arco iris. El arco iris que simboliza la paz universal, el arco iris que utilizaron los hippies en la década de 1970, el arco iris del movimiento racial, de los ecologistas de Greenpeace y el de la comunidad gay. Si no recuerdo mal, cada color tiene un significado: el rojo representa la vida; el anaranjado, la salud; el amarillo, el sol; el verde, la naturaleza; el azul, el arte, y el lila, el espíritu.
¿Dónde te gustaría vivir?
Para mí el paraíso está donde está mi amor.
¿Cuál es tu viaje favorito?
El viaje al centro de mí mismo.
Pequeños placeres.
Gran placer, la Odisea; pequeño placer, el borriquito de mi pueblo. Un vino. El Oporto me lleva a la melancolía.
Un momento del día.
Entre dos luces.
Una película.
Ciudadano Kane, de Orson Welles.
Elige un lugar en el mundo fascinante
Es una idea deprimente atarse a un solo lugar. He vivido en Madrid, París, Buenos Aires, Nueva York, Montevideo, en una roulotte. Nunca he sido sedentario. He vivido en hoteles de cinco estrellas y en pensiones con pulgas. Pero si me obligaran a elegir diría Cádiz, la bahía con más sal y talento del mundo, liberal, bohemia, divertida, donde vivieron Lord Byron, Trotsky, y donde se estrenaron Las siete palabras, donde nació la libertad española, de donde salían los perseguidos, los navegantes, los soñadores.
¿Es sincero?
Sí. Ante un micrófono o una cámara me sale una sinceridad casi salvaje. Si no se transmite verdad, no se llega a nadie. La cámara y el micrófono son dos detectores que denuncian a quien no siente lo que expresan.
¿Qué es para ti el tiempo?
El bien más escaso.
¿Cuál es la palabra más hermosa del diccionario?
Gracias.
¿La más peligrosa?
Amor.
¿Soportas mejor a un hombre malvado que a un hombre vulgar?
Como dice el Libro Sagrado, las hojas de los árboles se entristecen cuando pasa ante ellos un hombre malvado. También se entristecen cuando pasan los envidiosos.
¿Por qué utilizas tanto el silencio en tus entrevistas?
En el silencio todos somos inocentes, de la misma manera que en el ruido todos somos víctimas. El silencio es la única respuesta cuando alguien te deja sin palabras. Ninguna civilización valoró tanto el silencio como la árabe y en mi tierra estuvieron más de setecientos años. El día en que nos callemos todos volverá el paraíso. La traición es un grito; la entrega, un silencio.
¿El peor momento con un entrevistado?
En un reportaje de calle empecé a hacer preguntas a un marinero y a la cuarta pregunta descubrí que era mudo. Recuerdo que estaba transmitiendo en directo.
¿Cuál es el secreto para que le cuenten lo que no cuentan a los demás?
Los brujos no cuentan sus fórmulas, unas veces puedo elegir el drama y otras la comedia.
¿Por qué a veces no eres más agresivo?
No me gusta convertir el micrófono en picana, no me gusta la tensión del interrogatorio policial. Me gusta conducir al otro, gentilmente, hacia lo que el otro es.
¿Eres complaciente con los políticos? ¿Qué idea tienes de ellos?
Desde que me siento con un político estoy pensando qué me va a ocultar, y a veces se lo pregunto. La política se ha convertido en una rama más de la sociedad del espectáculo. Los políticos tienen que interpretar, sobreactuar; mienten, ocultan, no cuentan lo que no quieren contar, manejan el lenguaje, utilizan los eufemismos y las falsas promesas. Hay que ser con ellos más detective que periodista si quieres sacarles alguna verdad. Hay que temerles; Bertrand Russell dijo: «No te preocupes; lo que suceda en el mundo no depende de ti, depende del señor Kruschev, del señor Mao Zedong, del señor Foster: si ellos dicen morir, moriremos; si dicen vivir, viviremos».
¿Qué es el off the record?
Una propuesta de complicidad. Un buen periodista sabe que no hay nada oculto que no deba ser publicado.
La televisión ¿refleja la realidad o es un entretenimiento?
Hemos pasado del Homo sapiens al hombre que se divierte. Incluso la guerra es una realidad virtual. Hoy ser es ser visto, lo que no aparece en televisión no existe, ni un hombre ni un producto. «La televisión que pretende ser un instrumento que refleja la realidad acaba convirtiéndose en instrumento que crea una realidad», según escribe Pierre Bourdieu.
¿Qué quieres que sea una entrevista?
Un encuentro apasionado, espectáculo para pensar, una teatralización de la realidad, aunque hacer pensar hoy puede ser una agresión.
¿Se siente libre ante un micrófono, ante una cámara?
La libertad no existe en absoluto, no ha existido nunca y no puede existir, aunque, como dice Oriana Fallaci, hay que comportarse como si existiera y buscarla, cueste lo que cueste. Acabo de vivir una vez más esa amarga experiencia.
¿Hablas antes de empezar con tus invitados?
Los evito. Me gustan las charlas espontáneas.
¿Recuerdas algunas de las preguntas más terribles que hayas hecho?
Por ejemplo, ¿matar es fácil?, ¿a qué sabe la carne humana? ¿La respuesta pavorosa? La de un loco de Sevilla al que pregunté cuándo había perdido la cabeza y me contestó: «Un día que me metí en mi cuarto, me senté en una silla y me dije: de aquí no salgo hasta que no me entere de quién soy».
¿Recuerdas momentos dramáticos en la Colina?
Una joven oyente que tomó un tubo de pastillas, se echó en la cama, estaba la radio puesta en el momento en que el Loco estaba haciendo un canto a la vida, avisó a la madre, la llevaron al hospital y se salvó. Después su madre mandó a la mía un pañuelo bordado.
¿Qué te hubiera gustado preguntar a Jack el Destripador?
¿Te gusta ir por partes?
¿En qué escenario, en qué clima has entrevistado a tus personajes?
En la penumbra de un locutorio de radio, en celdas de la cárcel, en platós con la escenografía de Wolfgang Burman y las luces de Escamilla...
¿Qué es hoy una entrevista?
La entrevista se ha convertido en un ingrediente imprescindible del periodismo. En algunas culturas primitivas creen que hacer una fotografía a alguien es robarle el alma, otros opinan que las entrevistas hieren a alguna gente que siente que pierde una parte de sí misma. Como dijo Saul Bellow: «Las entrevistas son, eran, como marcas de huellas dactilares en la garganta». La entrevista, tal como se entiende ahora mismo, es la fusión de farsantes y oportunistas políticos con periodistas embaucadores. Primero fue el discurso y luego llegaron los escribas y amanuenses para dinamizar las palabras del político
¿Quiénes son los maestros del género?
Para mí, los sofistas en el ágora, los fariseos que provocaban a Jesucristo. ¿Cuántas entrevistas has hecho a lo largo de tu vida? Más de cinco mil y en muchas me han pasado cosas extraordinarias y he escuchado respuestas terribles. De las cinco mil entrevistas grabadas he tenido que elegir veinticuatro para este libro. Me pregunto qué es un entrevistador: ¿un psicoanalista, un confesor, un periodista, un detective, un sofista? Ustedes mismos lo comprobarán.
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