Manifiesto
ante las medidas que están
trastornando a la población
COMUNICADO POR LA VERDAD
ANTE LAS NUEVAS MEDIDAS DE CONFINAMIENTO.
Ante las recientes medidas en distintas comunidades españolas para volver a confinar a la población, se hace necesario realizar un análisis del impacto que tienen sumadas a otras anteriores. Éstas suponen la confirmación de la clara intención de seguir por la senda errónea por parte de las Administraciones Publicas en España, fundamentadas en argumentos no científicos..
En Marzo de este año se declaró el Estado de alarma mediante un Real Decreto centrado en recomendaciones de la OMS, sin tener en cuenta los criterios médicos de carácter científico. Las recientes decisiones de la Comunidad autónoma de Madrid, confinando a 830.000 habitantes, nos hace reaccionar para dejar clara nuestra protesta, al tiempo que hacemos público este comunicado.
Haciendo historia y un análisis esclarecedor, todo apunta a que el impacto psicoemocional que ha tenido la pandemia ha sido mucho peor de lo que los peores agoreros de los medios de comunicación anunciaban. El daño sanitario, asociado a medidas de protección tanto a nivel individual como interpersonal ha deparado desagradables consecuencias que, por supuesto, nunca nos contaron. Es más, desde el principio de esta crisis, ni la OMS, ni las autoridades sanitarias ni políticas (gobiernos incluidos) quisieron anunciar la debacle que iba a suceder en ese sentido.
Es por ello que psicólogos por la verdad declara que para entender los mecanismos que están detrás de estas estrategias oficiales:
- Se ha empleado el miedo. Siguiendo las técnicas asociadas a la sobreinformación, la sensación de falta de liderazgo o de dirección, así como la amenaza, constituyen el cóctel molotov para crear un clima social de pánico pocas veces visto en la historia reciente de la humanidad. En una sociedad cuyos miembros carecen de niveles idóneos de autoestima, fue fácil ir inoculando ese temor. En una sociedad acomodada, sin aparentes ni grandes sobresaltos, la introducción de la pandemia y el confinamiento de la noche a la mañana fue una estrategia muy bien pensada y efectiva ya que todo estímulo de extraordinaria intensidad y duración como el que nos ocupa provoca una ruptura con la zona de confort en forma de falta de sensación de seguridad y de imposibilidad de predicción.
- Las creencias que nos sostienen no ya como individuos sino además como seres sociales se derrumban y la pandemia ha tenido ese pretendido efecto. Si a ello le sumamos la manipulación con datos falsos o tergiversados que hacen que la información parezca creíble, se logra un doble efecto: por un lado, los sujetos buscan una nueva zona de confort en base a nuevos constructos sociales (ello explica por qué tantas personas siguen creyendo aún en la existencia de una pandemia y el uso de mascarillas como requisito indispensable) y, por otro, crea una barrera mental en la que todo esquema de esta naturaleza, que no se corresponda con lo preestablecido, genera un cuadro de miedo irracional. El resultado es una conducta a la defensiva, alimentada por los medios, cuyas creencias fundamentales se asientan en el miedo a la muerte.
- Y en el nombre de la supervivencia se hace cualquier cosa, de ahí el rol del confinamiento, que se interpretó como el rincón en el que el individuo se sentía a salvo, a pesar de sus negativos efectos (y no nos referiremos a los económicos, muy evidentes). Esta medida, empleada en el ámbito militar y carcelario, nunca se puso en práctica de manera tan masiva como este año, 2020. Cuando un ser humano se aísla de otro se ataca a la naturaleza social misma, a la necesidad de que tanto nuestro desarrollo cognitivo y emocional están asociados a la interrelación, el intercambio de información y, por supuesto, el afecto.
- El manejo emocional propio exige del conocimiento de los sentimientos ajenos. En la medida en que la comunicación entre los seres humanos queda rota por diversos motivos y, de darse, ha de producirse con reglas tan estrictas que la hacen muy insatisfactoria, se produce un desequilibrio psicológico en el mismo individuo pues, en la mayoría de los casos, su autoconcepto no es autónomo del social por el bajo nivel de autoestima en la población, en líneas generales. El ser humano pierde su punto de equilibrio y se vuelve claramente dependiente gracias al miedo resultante.
- La zona de confort pasa a ser una nueva prisión para la mente humana de la que escapar no se desea. Así pues, el confinamiento fue clave para erradicarla. Además los síntomas emocionales consiguientes pueden ser considerados como un mal menor o daño colateral necesario. La ansiedad, en forma inicial de insomnio desgastante y lento, las alteraciones emocionales crecientes y la carencia de objetivos personales (asociados al trabajo, porque, entre otras cosas, la pandemia tiene como fin echar abajo la economía), hizo el resto. Lo grave de este truculento y macabro plan es que el daño que se auto infringe el sujeto está relacionado directamente con el deseo de vivir en esa especie de confinamiento que les ciega y cierra para el cumplimiento de las normas.
- No hay, por ende, comunicación con las propias emociones y mucho menos con las de los demás, las cuales se ven como altamente peligrosas pues la clave reside en sentirnos seguros a cualquier precio. En dichas interacciones las reglas están tan marcadas que se convierten en obsesivas. La distancia de seguridad vendría a ser un nuevo confinamiento, pero esta vez voluntario, pues un ser humano se aleja de otro por su propio deseo; romperla supone toda una amenaza porque quien ve que la otra persona lo rompe cree que va a ser contagiado o que va a morir si se aproxima demasiado. Lo más grave de ello es que si este plan macabro dura meses y es alimentado por el gobierno, puede provocar un efecto de habituación en el sujeto, de modo que ver el peligro que conlleva a nivel interno puede considerarse un asunto baladí y sin repercusión alguna.
- Para lograr este objetivo se exige primero de sobreinformación y luego desorientación, siguiendo la técnica de aprendizaje sin líder: el primer aspecto es obvio pues si no somos capaces de procesar todo los datos que nos inoculan, muchos de ellos se colapsan ante necesidad urgente y sin tiempo para la observación objetiva; es por eso que las creencias, fruto de este proceso, resultan estar sesgadas; el segundo es necesario porque la figura del líder o la referencia sobre la que se construye la realidad de manera continua, tanto de uno mismo como del entorno, requiere de un anclaje firme y el hecho de que éste sea breve y se altere por otro de manera constante, provoca que el sujeto requiera de su existencia.
- Los efectos emocionales del confinamiento vendrían a agravar los preexistentes, destacando entre ellos el síndrome de la cabaña, consistente en el temor de contactar con otras personas y el ambiente exterior una vez que la urgencia de permanecer confinado ha desaparecido supuestamente. Dado que el pánico interiorizado ha bloqueado todo los mecanismos de seguridad, readaptarse a otra realidad supone una reacción de desconfianza. El yo interior ha quedado roto y sólo el tiempo puede ir recomponiéndolo. Del mismo modo que la zona de confort genera hábitos, el romperlos supone un trauma para no pocas personas. Es por ello que el miedo provoca conductas de sometimiento exceso a las normas del absurdo.
- La mayor parte de la comunicación humana es no verbal, es decir, basada en gestos, movimientos bucales y expresividad en la mirada, siendo estos datos los que llegan a nuestro inconsciente y hacen que el mensaje sea comprensible en un 100%; la entonación y el aspecto verbal en sí suponen una pequeña parte del conjunto. El uso de la mascarilla elimina ese importantísimo aspecto de manera tan tajante que las relaciones humanas se vuelven frías y robóticas si se guarda la distancia de seguridad reglamentaria. El contacto con nuestras emociones es básico para el autoconocimiento y el de los demás (saber cómo nos sentimos en todo momento, por qué y cómo resolverlo es esencial para tener un equilibrio psicológico interno que redunde en el externo o marco de interrelación con otras personas).
- El efecto lógico es la despersonalización y la conversión del sujeto en altamente manipulable ya que uno de los objetivos es que los ciudadanos no se expresen por sí mismos, pero sí a través de las normas socialmente admitidas.
- La mascarilla constituye entonces una forma de control sobre la sociedad y los miembros que la conforman, como una orden de sometimiento obligatoria, ajustada a la moral de todo el conjunto. Este fenómeno no es ajeno a otro: el concepto de uno mismo está relacionado con el sujeto como miembro de su colectivo, el problema surge cuando éste asume todo el protagonismo y el sujeto, totalmente despersonalizado, es incapaz de pensar por sí mismo y no acepta crítica alguna, como ejemplo del grupo en el autoconcepto resultante. Nos encontramos con el espécimen perfecto para los fines de manipulación por parte de los medios de comunicación y gobiernos.
- Se dan auténticas pandemias de paranoias colectivas. Uno de los temores más delirantes y comunes en las sociedades sometidas es el miedo a la muerte por un virus altamente infeccioso. El sujeto desarrolla un síndrome similar al delirio persecutorio, pero esta vez es el peligro de la no existencia lo que le atormenta. Dado lo exagerado y desmedido que es, se puede decir que roza el aspecto psicopatológico en personas que parecen sanas. Todo ello se conecta con rituales exagerados al lavado de manos y normas de comportamiento que provocan un Trastorno Obsesivo Compulsivo en gran parte de la población.
- En no pocos casos, tras este terror se esconde un cuadro depresivo ante la grave insatisfacción que presenta el sujeto por no poder sentirse bien; la carencia de medios para equilibrar las emociones, anterior a la pandemia en la mayoría de los casos, hace que los sujetos sean altamente dependientes de aspectos externos tales como el trabajo, los ingresos o la estabilidad de ciertas relaciones sociales. La depresión se convierte en un pilar en consciente e inconsciente del sujeto, primero porque se aferra a la misma como única forma posible de pensar y sentir, y, segundo, porque en no pocos casos puede conducir a conductas suicidas, bien sean en forma de pensamiento o tentativa real.
El sistema nervioso se agota, del impacto de la adrenalina pasamos al del cortisol, que comienza a debilitar el sistema inmunitario, reduce los niveles de serotonina cerebral y produce cuadros que pueden llegar a ser agudos
- La situación económica es el factor detonante y causante de que tanto la ansiedad como la depresión estén siempre alimentadas. La crisis ocasionada por el impacto de la pandemia produce un problema añadido, pues el día a día se ve entorpecido y la sensación de impotencia, asociada a la patología por aislamiento social hace que estos cuadros se agraven.
- La antropofobia, como consecuencia añadida de los medios de comunicación, provoca conductas y actitudes claramente antisociales porque el sujeto sólo se siente seguro cuando un ser humano no conocido no se le aproxima ni establece contacto con él. Con la excusa del posible contagio por covid, el mero hecho de contextualizar con otro ser humano no es algo incómodo, sino que puede resultar peligroso incluso recibir visitas o encontrarse con seres queridos.
El efecto de la pandemia es la ruptura, no sólo entre los individuos, sino a niveles más preocupantes. El sistema social, que necesita del juego interactivo entre las personas que generan las reglas y las adaptan a sus necesidades, se vuelve hierático y deja de ser útil para el mismo individuo que se somete sin apenas resistencia. Todo ello incrementa los problemas psicoemocionales antes anotados y hace que esta estrategia sea el cóctel molotov perfecto para la autodestrucción de individuo y de su modelo social, con todas las consecuencias que acarrea.
Por lo tanto, denunciamos enérgicamente las medidas tomadas en este sentido porque:
a) Suponen una violación de los derechos fundamentales, establecidos tanto en la Constitución de 1978 como en el Estatuto autonómico correspondiente.
b) Constituyen la continuación de la acción manipuladora que se inició con el Decreto del Estado de Emergencia del mes de marzo.
c) Profundiza aún más la crisis social y humanitaria de la población, injustificadamente controlada hasta su colapso.
d) Permite que las Fuerzas de Seguridad del estado desarrollen su labor de manera claramente inconstitucional y limitando los derechos de sus ciudadanos de forma injustificada.
e) Y, finalmente, no cumplen ni un solo requisito ético ni acogido a la evidencia científica, ni sobre el covid ni el conocimiento que los expertos más objetivos y veraces han vertido sobre lo que, según versiones de la OMS, consideran una gravísima pandemia.
22 de septiembre de 2020.
Firmado,
Enlaces recomendados:
ATENCIÓN A LO QUE DICE PSICÓLOGA Lourdes Relloso
CANCIÓN DE CARMEN PARIS
EN LA CONCENTRACIÓN DE PADRES POR LA VERDAD
EN ZARAGOZA 14/08/2021
Qué pasó en la humanidad,
que ya no puede sentir,
por tener miedo a la muerte,
ha dejado de vivir. (2)
Se ocultaron las sonrisas,
se evitaron los abrazos,
se distanciaron amigos
y hasta los padres y hermanos.
Se acabaron las salidas,
los gritos y tradiciones,
se acabaron las parrandas,
los bailes y las canciones.
Qué pasó en la humanidad,
que ya no puede sentir,
por tener miedo a la muerte,
ha dejado de vivir. (2)
Se abandonan a los ancianos,
se sometió a los infantes,
se profanaron las leyes,
se castigó a los pensantes.
Aterradas y asfixiadas,
la gente cumple condena,
creyendo que el enemigo
puede esconderse en cualquiera.
Qué pasó en la humanidad,
que ya no puede sentir,
por tener miedo a la muerte,
ha dejado de vivir. (2)
Dónde va la humanidad
si prohíben ser feliz,
no puede ser natural
que te tapes la nariz.
Nada se puede cambiar,
si no comienzas por ti,
es hora de despertar,
levantarse y decidir.
(2)
Qué pasó en la humanidad,
que ya no puede sentir,
por tener miedo a la muerte,
ha dejado de vivir. (2)
El pueblo está loco de miedo,
y las élites están locas de codicia, Heyke Freire Rodríguez
VER+:
🔅 EL CORONAVIRUS HACE SALIR NUESTRAS PARANOIAS EGOCÉNTRICAS Y EGOTISTAS
Un psiquiatra ha afirmado que la actual pandemia de coronavirus de Wuhan ha provocado que el mundo sufra de una »psicosis delirante masiva«.
El Dr. Mark McDonald dijo que la verdadera crisis de salud pública no es el COVID-19 en sí, sino el miedo a contraerlo. Expresó su preocupación de que este miedo “altamente irracional” tenga un efecto duradero en los niños, ya que sus propios padres y abuelos son los responsables de inculcar esta reacción.
McDonald citó un artículo de diciembre de 2020 escrito por SG Cheah para la revista Evie . Su artículo mencionó una serie de comportamientos irracionales que se han normalizado en el tiempo actual. Estos incluyeron a los padres que fueron expulsados de los aviones porque sus hijos no llevaban máscaras, y personas que tenían crisis nerviosas cuando ven a alguien sin cubrirse la cara.
Cheah comentó que muchos todavía entran en un estado de histeria cuando ven a alguien sin máscara, a pesar de que la persona está perfectamente sana y no tiene problemas respiratorios. Este es un estado altamente irracional sin ninguna base en la realidad, comentó. Cheah elaboró: “En lugar de enfrentar la realidad, la persona delirante preferiría vivir en su mundo de fantasía. [Otros] tienen que jugar con la forma en que ven el mundo [imaginario]; de lo contrario, su mundo no tendrá sentido para ellos. Es [la razón] por la que la persona delirante se enojará cuando se enfrente a alguien que no se ajuste a su visión del mundo«.
El psiquiatra dijo que las personas que Cheah describió sufren de psicosis delirante. Ver la prevalencia de esta psicosis hizo que McDonald se diera cuenta de algo. Explicó: “Me quedó claro … en las primeras dos o tres semanas de marzo [2020] que era miedo. Desde entonces, el miedo … se ha transformado y evolucionado … [en] una creencia real que está en contra de la realidad«.
McDonald continuó diciendo que estas personas delirantes “creen que van a morir, sin importar la edad [o] el estado o la salud que tengan, si no salen de su casa con una máscara y guantes puestos todos los días y huyen de [otros seres humanos.] ”. Él comentó:“ Eso es psicosis delirante. Es falso, está mal [y] no está respaldado por evidencia. Y muchos, muchos estadounidenses viven eso y lo creen.
Los niños tienen mayor riesgo de sufrir los efectos de esta psicosis delirante.
McDonald expresó especial preocupación por las posibles consecuencias de esta psicosis generalizada en los niños a medida que crecen. El tema es de particular importancia para él, ya que se especializa en el tratamiento de niños y adolescentes. Desde que comenzó el bloqueo en marzo de 2020, McDonald vio un aumento masivo en los problemas de salud mental entre las cohortes más jóvenes.
Citó estadísticas recientes de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades que muestran un aumento del 400 por ciento en la depresión adolescente en comparación con hace un año. Los adolescentes involucrados en el 25 por ciento de estos casos han contemplado el suicidio, lo que McDonald comentó como inaudito. Según el psiquiatra, estar desconectado de otras personas es una causa principal de depresión, especialmente entre los niños y adolescentes. Continuó diciendo que las personas necesitan contacto físico e intimidad emocional para sentirse seguras con los demás y dentro de sí mismas, y las interacciones digitales no pueden simplemente reemplazar las reales.
Aparte de la depresión, los niños también pueden sufrir traumas derivados de la idea de que pueden matar a sus padres o abuelos simplemente por estar cerca de ellos. Cheah señaló que se está condicionando a los jóvenes a sentirse culpables por ciertos comportamientos que normalmente se considerarían normales. Ella comentó: «No es normal que los niños crezcan pensando que todos son un peligro para los demás».
La escritora citó en su artículo para la revista Evie un ejemplo de adultos histéricos que llaman a un niño pequeño que se niega a disfrazarse como un «mocoso». Antes de la pandemia, un niño que se resista a una máscara en su rostro sería un comportamiento perfectamente normal.
McDonald comentó que la proliferación de conductas delirantes fue «un evento de víctimas masivas», señalando con el dedo a los adultos por infundir miedo en los niños, hasta el punto de que los jóvenes sienten que ya no vale la pena vivir la vida. Afortunadamente, propuso que los adultos también tienen un papel que desempeñar para revertir este engaño. “Depende de nosotros, los adultos, arreglar esto, porque los niños no podrán arreglarlo por sí mismos”, dijo McDonald.
El psiquiatra sugirió a Mercola una serie de cosas que los adultos pueden hacer para «escapar del asilo proverbial» y recuperar la cordura. McDonald exhortó a la gente a rechazar la idea de que el uso de máscaras es algo bueno porque se hace por miedo y cumplimiento. También llamó a las personas sanas a evitar el uso de máscaras, distanciarse físicamente y ponerse en cuarentena. Estas estrategias promueven la psicosis delirante que ocurre junto con la pandemia y tampoco son saludables desde un punto de vista físico, explicó McDonald.
0 comments :
Publicar un comentario