💕TÚ SABES QUE YO TE AMO💕
Confidencias de Jesús a un Sacerdote
Mons. Ottavio Michelini
PRESENTACIÓN
No deja de extrañar en la urgencia del tiempo presente, el contraste entre la sorda lucha subversiva contra los valores morales y la ausencia en la predicación de un aldabonazo a la pronta conversión a la fe que los sustenta, no solamente en orden a preservar la cultura humana sino a la salvación de las almas. La permanente lucha entre el bien y el mal, no encuentra en su clímax actual la contrapartida de una pastoral de combate espiritual semejante al primitivo cristianismo que brotaba pujante rodeado de la decadente cultura pagana. Desciende en nuestra generación la manifestación abierta de la fe, aumentan las ausencias esporádicas y las sistemáticas al precepto divino de santificar las fiestas que lógicamente se acusa más entre los jóvenes, invade la familia un clima secularizado, que contribuye relegar las tan necesarias vocaciones al sacerdocio y religiosas a un descenso en número alarmante. Por otro lado se hace presente la fuerza del Espíritu tanto en nuevas comunidades religiosas pujantes que contrastan con el decaimiento en muchas antiguas y en el seno del pueblo cristiano la actividad del mismo Espíritu hace surgir acá y allá movimientos y grupos de oración, que son un estímulo que contribuye a renovar la vivencia de la vida cristiana y aun la constatable asistencia y colaboración en las parroquias donde son aceptados por sus pastores locales. Pero es innegable que el mal permanece y trabaja en lo profundo de la sociedad en dirección tendente a la descristianización de Continentes enteros en otro tiempo ganados para el Evangelio. Por ello es providencial en este contexto, la claridad de diagnóstico y remedios que ha manifestado el Señor a Mons. Ottavio Michelini. Había servido en la diócesis de Carpi, y ya jubilado atendía como capellán a una Asociación de discapacitados físicos en Modena dándose también de alta al recién surgido Movimiento Sacerdotal Mariano. Desde 1975, durante los cuatro últimos años de su vida, ha estado recibiendo las "confidencias" de Jesús, pues falleció el 15 de octubre de 1979. Casi un año antes expresaba el Señor el sentido de estos escritos: "Por medio de este mensaje Yo he querido dar a los hombres de este tiempo la visión realista y verídica de los dos mundos que se enfrentan: el de la Luz y el de las tinieblas". (23.XI.1978).
En palabras apresuradas revela Jesús la situación actual del mundo y de la Iglesia, denuncia las carencias de la pastoral actual, opone como rectificación su propio método y enseñanza tanto a las multitudes como a los Apóstoles y sienta bases y directrices que de ser escuchadas y aplicadas, podrían evitar la catástrofe. No deja de señalar en estas "confidencias" la importancia y el puesto relevante de María cuyo triunfo sobre las fuerzas del mal recuerda lo ya predicho en Fátima y la constante insistencia del pontífice Juan Pablo II que viene reclamando una Nueva Evangelización y augura una nueva primavera de la Iglesia en la Tertio Milenio Adveniente con el establecimiento del Reino de Jesús en los corazones.
M. Blanco
24 de Mayo de 1976
LA GRAN BATALLA
Hay una guerra que no terminará hasta el fin de los tiempos. La más grande batalla de proporciones apocalípticas se combate en el Cielo entre los Ángeles fieles a Dios y los Ángeles rebeldes a Dios, los primeros encabezados por el Arcángel San Miguel y los segundos por Lucifer, el terrible dragón del Apocalipsis. "Entonces se entabló una guerra en el Cielo: Miguel y sus Angeles combatieron con el Dragón que fue precipitado". Es Satanás, la antigua Serpiente que insidió a los primeros padres induciéndolos por el orgullo a la desobediencia. Esta es la terrible realidad de la que el mundo se ríe estúpidamente mientras sufre su acción mortífera hecha de tiranía, oscuridad y sufrimientos. El reino de Satanás es el reino de las tinieblas, es el reino del mal, de todos los males, porque los males de cualquier naturaleza manan de él como de fuente de toda iniquidad. La batalla que se combatió en el Cielo en la presencia de Dios fue una inmensa batalla de Inteligencias, que determinó para la eternidad el futuro destino de los ángeles y de los hombres. Fue un hecho histórico de primera importancia que abarcaría cielo y tierra. ¡La historia de la humanidad está ligada y condicionada a este suceso, digan lo que digan o piensen los hombres! Las Santas Escrituras, las afirmaciones de los Padres y de los Doctores de la Iglesia dan claro testimonio de ello.
Escépticos e incrédulos
Los particulares momentos que vivís y el inmediato futuro que os espera os harán creer en la intervención de las milicias celestes, bien sea por una peculiar presencia de la Providencia divina que gobierna al mundo, o bien, por la gravedad de los acontecimientos que pondrán de manifiesto la presencia del perturbador del orden establecido por Dios, como el Papa Pablo VI con valor os ha dicho: "el racionalismo primero, el materialismo ahora han hecho de todo para poner en descrédito el hecho más importante del cielo y de la tierra sin el cual ninguna explicación es aceptable". La presencia no sólo Mía, sino también de Satanás en la historia y en la Iglesia, con los hechos que lo comprueban, choca terriblemente con la pueril tentativa de los enemigos de Ella para minimizar e incluso negar la límpida realidad. Con tristeza y con dolor se debe constatar hoy que no sólo los tradicionales enemigos míos y de mi Iglesia niegan la presencia junto a los hombres de seres de naturaleza diversa de la humana, pero hasta cristianos y ministros de Dios son escépticos e incrédulos, con grave daño para ellos en lo personal y gravísimo daño social. El Enemigo del hombre ha conseguido narcotizar muchas almas y muchos corazones, así queda menos contrastado su radio de acción. Por desgracia en la Iglesia, aún a los que afirman creer les falta luego la más elemental coherencia con la Fe que afirman poseer.
Indiferencia culpable
¿Se puede permanecer pasivos, o casi, frente a la acción de un enemigo furiosamente activo que no carece ni de inteligencia ni de potencia para combatir a las almas a las que odia y quiere atropellar y perder? Razonablemente se diría que no. Pero por desgracia la realidad es bien diferente: indiferencia y escepticismo se encuentran incluso en aquellos que, por razón de su estado, por el fin primordial de su vocación y por coherencia con la fe deben, no sólo sostenerla, sino defenderla y difundirla, y en cambio permanecen inertes. Se han atrofiado en acciones secundarias y ciertamente no aptas para confinar y limitar la tremenda obra devastadora de Satanás y de su Iglesia. ¿Cómo se explican ciertas lagunas, que han abierto pavorosas brechas al enemigo? Así por ejemplo, de improviso se anulan cada día medio millón de exorcismos que un gran Pontífice había establecido con intuición profética para este vuestro siglo, para combatir a Satanás y a sus legiones... Me refiero a la oración a mi Madre y vuestra, y a San Miguel que se recitaban al final de la Santa Misa. ¿Con qué cosa se ha pensado sustituir tan importantísima disposición tomada por un Vicario mío y confirmada por tantos santos Sucesores suyos? ¡Con ninguna medida! ¿Es sabiduría destruir lo que se había construido con sabiduría e inteligencia, sin proveer después a sustituirlo? Esto es un ejemplo: pero ¡cuántos más se podrían traer! ¿No es caso de reflexionar, haciendo un serio examen de conciencia? Te bendigo, hijo mío.
25 de Mayo de 1976
FORTALEZA DESGUARNECIDA
El comunismo ateo y la transformación de la sociedad, mediante el proceso industrial en curso en la civilización de consumo, han sido inmejorables armas en manos del Enemigo del hombre para volver materialista y atea a la humanidad entera; han sido los medios mejores para alejar al hombre de Dios. El Enemigo, que desde la creación del hombre no ha descuidado nada para arrancarlo de Dios y dirigirlo al camino de la perdición, ha orquestado con su inteligencia, superior a la humana, una guerra que conduce con tenacidad y perfidia. Es justo decir que no han faltado las tentativas de reacción. Pero es increíble que, a medida que crecía la acción pervertidora del Enemigo, se debilitase en mi Iglesia la contraofensiva con medios adecuados. Ha habido, sí en la Iglesia, una reacción externa bastante viva (Movimiento católico de Obreros, Estudiantes, Profesionales...) pero, por el contrario, se ha ido enfriando la acción interna de resistencia y de contraataque. Os llamo aún la atención otra vez, y no por casualidad, León XIII, que vislumbró este gran peligro y no dejó de componer un Exorcismo que pudiera ser utilizado por todos, Sacerdotes y simples fieles, para detener el avance enemigo. Fueron poquísimos los que sacaron provecho de él; la mayoría no comprendieron. El Enemigo, como hábil estratega, asaltaba la Iglesia no sólo desde afuera (Racionalismo, Revolución francesa, Positivismo, Masonería, Socialismo, Marxismo, etc.) sino que trabajaba hábilmente en su interior.
Hendidura interior
Los últimos Papas, - recordad, por ejemplo, Pío IX, León XIII, Pío X, Pío XII- han sido grandes luchadores contra los varios movimientos de ofensiva que, como columnas que el Enemigo hacia avanzar en varias direcciones, apuntaban a la Iglesia para denigrarla y resquebrajarla. Satanás buscaba destruirla y la acción más solapada la realizaba en el interior mismo de la Iglesia (ve el Modernismo, Horizontalismo, Permisivismo.). Mientras el asedio externo se hacía cada vez más estrecho y directo, él buscaba abatir las estructuras capaces de resistencia. Cayeron así las cofradías, cayeron otras pías uniones y asociaciones que habían nacido y crecido para alimentar la vida de la Fe y la vida de Gracia. Los Pastores de almas no advirtieron el desequilibrio que se estaba verificando en la Iglesia. No se las ingeniaron, salvas siempre excepciones, para remediar con otros medios más adecuados a la evolución de los tiempos. Mi Iglesia quedó como una fortaleza desguarnecida y desarmada. El grito de alarma lanzado por los Papas no siempre encontró aquella pronta y diligente colaboración que habría frenado e incluso detenido la acción del enemigo.
Correr a los refugios
No habríais llegado al estado actual; no tendría Yo hoy cristianos que no saben ni siquiera que están enrolados en un gran ejército, cuyo objeto es desbaratar al temible enemigo de vuestras almas, que no deja nada con tal de desviaros al camino de la perdición eterna. Vosotros, vuestros hijos, vuestras familias, vuestra sociedad, os habéis encontrado hechos prisioneros sin ni siquiera daros cuenta, os habéis encontrado transformados en enemigos de vosotros mismos y del Sumo Bien, del cual, por el cual y para el cual habéis sido creados. ¡Este es el gran drama de la Iglesia! Para libertar a mi Iglesia y a mis hijos de la tiranía cada vez más descarada del enemigo, ¡es necesario sublevarse y correr a los refugios sin demora! Para aliviar tantos sufrimientos causados por el dominio de Satanás sobre las almas, es necesario organizarse sin perder tiempo, actuar con humildad y con una fe tenaz. ¡Yo, Jesús, os daré las indicaciones a seguir! Mientras tanto, para encontraros a vosotros mismos, extraviados y perdidos en medio de la anarquía imperante hoy, usad las indicaciones que la Virgen, Madre mía y vuestra, os ha dado en Fátima, en Lourdes y en tantísimos otros lugares: ¡Oración y Penitencia! Se necesita más oración y penitencia consciente. Organizaos para este fin bien preciso: para que mi Corazón Misericordioso y el Corazón Inmaculado de mi Madre y vuestra apresuren el triunfo final de esta inmensa lucha, de esta gigantesca batalla en la que Vida y muerte, Luz y tinieblas, Verdad y error están frente a frente en una batalla decisiva. Te bendigo, hijo mío.
25 de Mayo de 1976
CIVILIZACION DE CONSUMO
Cuando Yo he instituido los sacramentos, conocía la necesidad que los cristianos tendrían de ellos. Esta necesidad no ha disminuido jamás, es más, se puede decir que hoy ha aumentado para vosotros en proporción a la rápida transformación de la sociedad patriarcal, agrícola y ganadera en sociedad industrial.
La industrialización ha traído mayor riqueza a los pueblos y a las familias. He dicho mayor riqueza y no mayor bienestar; os ha traído mayores comodidades materiales, pero no mayor felicidad. Ha traído mayores y asombrosos medios de comunicación, pero no mayor unidad de corazones; es más, a través de estos medios mal usados, un contagio impresionante de males espirituales y morales aflige a la humanidad moderna. Vosotros, nacidos y crecidos en esta sociedad en continua evolución, sois arrollados por su ritmo inexorable, muchas veces inhumano. Os habéis contagiado de su fiebre, a veces tan abrasadora, que produce un malestar espiritual tal que os hace perder de vista lo que siempre deberíais tener presente de modo vivísimo en vuestra mente: la finalidad principal de vuestra fugaz vida terrena. Así distraídos y atraídos al mismo tiempo por los frutos de la civilización de consumo, entra en vosotros el Enemigo, que con sus artes asedia las almas, oscureciéndolas, debilitándolas y privándolas del alimento necesario.
Trágica pendiente
La vida moderna no tiene tiempo para la vida interior, debilitando y a menudo matando la semilla de la Gracia, y al mismo tiempo deslumbrando a las almas con la cegadora fascinación que ejercen sobre los corazones los productos de la actual civilización. El engaño y la mentira concurren para hacer materialista la vida y para haceros olvidar que la peregrinación terrena no se debe considerar como un fin en sí misma, sino única y exclusivamente en orden a la eternidad para la que fuisteis creados. Con este terrible juego preparado y realizado con fina astucia, el Enemigo de Dios y del hombre ha logrado encaminar a toda la sociedad hacia una trágica pendiente, apartando a pueblos enteros de la vía del bien e implicando en este juego a la misma Iglesia.
La Santa Confirmación
En Mí, Verbo Eterno de Dios, no hay pasado ni futuro, Yo Soy el Instante en el que todo está presente. He dado a los hombres todos los medios necesarios para salvarse y defenderse de todos los males, que tienen como origen a Satanás, el Príncipe de las tinieblas que todo quiere oscurecer. Los Sacramentos, frutos preciosos del misterio de mi Redención, los he querido y ligado al misterio de la Iglesia para vuestra salvación. Entre estos Sacramentos he querido la santa Confirmación para hacer de cada bautizado un auténtico soldado con las armas adecuadas, con un sello y divisa indestructible llamado carácter. Esta divisa caracteriza al confirmado como soldado y lo distingue de quien no ha recibido este Sacramento. Ahora, la crisis de fe, que ha descendido sobre la Iglesia por obra del Maligno, ha desarreglado el exterminado ejército de mis soldados. Considerad, hijos, las consecuencias que se derivan en un ejército que ya no cree en sus oficiales y comandantes, que ya no cree en las razones por las que ha sido movilizado, que ya no cree en la eficacia de las armas con que ha sido dotado... Imaginad el estado de ánimo de la tropa: inferiores y superiores que descuidan sus deberes; oficiales que no castigan las indisciplinas porque también ellos dudan aún de su propia razón de ser. Medid qué potente fuerza erosiva disgrega a este ejército y considerad también la arrogancia y potencia del enemigo que conoce muy bien la situación de sus adversarios que ahora ya siente tener en sus manos.
La Iglesia, hoy
Esta es la situación de la Iglesia hoy. Todos pueden constatar la tremenda realidad. A Mí no me son imputables los males actuales, como por el Enemigo se querría hacer creer, sino a los que Yo había escogido con un acto de amor, para guiar y pastorear a mi rebaño. Es inútil, como habían hecho los primeros padres y como tiende a hacer siempre el hombre culpable, intentar sacudirse de encima las propias culpas. Sois responsables de esta falta de perspicacia, de esta falta de eficiencia en el ejército de los Confirmados, entre los cuales muchos ni siquiera recuerdan ser tales. Lo que se necesita es humildad para saber reconocer las propias faltas y responsabilidades. Te bendigo, hijo mío.
26 de Mayo de 1976
LA HOSTILIDAD DE SATANÁS
Escribe, hijo mío. Yo, Jesús, nazco en Belén en un establo. Para Mí no hay sitio en la posada donde los demás encuentran albergue. Esa hospitalidad no fue negada a María y a José sólo por la maternidad ya próxima en Ella, sino por una inconsciente hostilidad surgida en el corazón del posadero contra aquellos jóvenes esposos tan diversos de los demás. Satanás puede haber hecho del posadero un ignorante y dócil instrumento para obstaculizar a aquella pareja, que él teme y odia por la resistencia opuesta a todas sus insidias.
La hostilidad de Satanás se hará cada vez más fuerte. No puede rozar las almas de José y María: cada una de sus tentativas es rechazada con una decisión que lo aterra. Por esto rodea la situación actuando sobre las personas que me pueden dañar a Mí, Jesús, y a mi Madre. Pero ignora que, mientras realiza esta acción saturada de odio, sirve maravillosamente a los planes del Señor Dios, para que se acrecienten los méritos de aquellos dos jóvenes Esposos, a fin de que encuentre su pleno cumplimiento todo lo que de Ellos fue escrito por los profetas. Satanás encontrará buen terreno en el espíritu corrupto de Herodes. Este hombre consumido por las concupiscencias del espíritu y de la carne, responderá dócilmente a todas las invitaciones de Satanás y ordenará la matanza de los inocentes. Dios Omnipotente salvará y sustraerá de las artimañas de Satanás y de su cómplice a Mí, su divino Hijo, con mi Madre y mi Padre putativo. Así será en todas las demás tentativas directas e indirectas, llevadas a cabo contra mi santa Familia. Nada, absolutamente nada, pudo el Demonio, no sólo sobre Mí, verdadero Dios y verdadero Hombre, sino tampoco sobre Mi Madre y vuestra, ni sobre José.
Combate directo
El descaro sin recato de Satanás llegará a enfrentarme en el desierto. Directamente, sin intermediarios, quiso cerciorarse de mi identidad. Y he aquí el ataque frontal a Mí que todo lo sé, para quien todo es presente, y que en la oración y en la mortificación me quise preparar para darle la respuesta merecida. Durante mi vida pública son evidentes los tenaces esfuerzos de Satanás para molestarme de cualquier modo sirviéndose, sobre todo, del Apóstol infiel. También Judas, como Herodes, fue dominado por las concupiscencias del espíritu y de la carne, de la soberbia y de la sensualidad, y fue motivo de muchos sufrimientos para Mí. Yo, que conocía perfectamente la obra demoledora de Satanás en Judas, opuse a ella oración y penitencia, aunque nunca encontré en él ni siquiera un mínimo de correspondencia. ¿Oponen los pastores de almas oración y penitencia por los sacerdotes confiados a su cuidado que están necesitados de ser rescatados del yugo del Maligno? Y no solamente de Judas se sirvió Satanás, sino también de los otros Apóstoles, que no fueron inmunes a las tentaciones de presunción, de envidia, de celos. Se sirvió de los Sacerdotes del Templo, que llegaron a odiarme hasta el punto urdir contra Mí inicuas conjuras muchas veces. Se sirvió de los escribas, de los fariseos. Yo les resistí a todos, derrotándolos con la oración y con la penitencia, las armas esenciales para vencer las fuerzas del mal. Pero como hoy se rehusa usar estas armas, y se hace irrisión de la existencia del Demonio, os toca sufrir su acción despiadada, origen no sólo de sufrimientos morales y espirituales, sino también físicos.
Insensibilidad absurda
El porcentaje de los que sufren, hoy, en la Iglesia y en el mundo por el descarado poder de Satanás, es tan elevado que debería haceros verdadera impresión. Frente a este problema, ¿no encontráis absurda la insensibilidad e incluso la incredulidad de no pocos obispos? Lo demuestra el hecho de afanarse por hacer otras cosas secundarias, pero de esto poco o nada se hace. A veces se llega a obstaculizar a aquellos que, con genuina intuición sacerdotal, han tratado hacer alguna cosa para restringir la acción maléfica de Satanás y de sus aliados. Esta es la trágica realidad, ante la cual no pocos, por escasez de fe y de humildad, se rebelarán. Criticarán a quien ha osado hacer tales afirmaciones, ignorando que quien las ha hecho no es un hombre, sino que soy Yo, Jesús, que me he servido de un hombre, el Sacerdote más pobre y desprovisto. Te bendigo, hijo; reza y repara. Ámame.
26 de Mayo de 1976
YO LO PERMITO
Escribe, hijo. Yo, Jesús, Verbo Eterno de Dios, he sufrido por un tiempo la malvada acción de Satanás, saturado de odio y de envidia, a través de Judas, enteramente dominado por mi irreductible Enemigo; hoy la sufro a través de tantos Judas que celebran el Sacrificio de la Santa Misa en pecado mortal, y en pecado administran mis Sacramentos. Satanás, por lo tanto, obra junto a Mí y ninguno se asombre si Yo permito que así sea. Los motivos son bastantes. No quiero coartar su libertad; Satanás ha escogido libremente el mal, y en él está congelado. He querido así quitarle la razón que ciertamente habría usado para justificar su última derrota en el día del Juicio Final. Lo que hoy se realiza en el alma de muchos Sacerdotes míos, instigados e insidiados por el Demonio, es tan grave como la sacrílega traición de Judas. Es más, es una traición continua y cínica. La acción supersacrílega de Satanás no es creída ni valorada en sus nefastas consecuencias.
No se cree en el que es la primera causa de vuestros gravísimos males, no se cree en Satanás, cuyo atrevimiento no tiene medida. Yo, Verbo Eterno de Dios hecho Carne, respondo a la acción de Satanás con un acto de humildad, primero lavando los pies de mis Apóstoles y luego instituyendo el Sacramento de la Eucaristía. A la desmedida soberbia de Satanás he dado una respuesta de infinita humildad y la sigo dando todavía a los nuevos Judas que se suceden a través de los siglos.
Vigilad y orad
Di a mis Apóstoles otra preciosa enseñanza para no caer en las insidias y trampas de Satanás: "Vigílate et orate ut non intretis in tentationem" . Con su comunión sacrílega, Judas concretó en sí las palabras: "Quien come mi Carne y bebe mi Sangre indignamente, come y bebe su propia condenación". Tremendas palabras que tienen su cumplimiento en el alma de aquellos sacerdotes que concluyen mal su prueba en la tierra. Satanás tentó a los Apóstoles, que estaban junto a Mí, y los doblegó a su querer, porque no hicieron un tesoro de mis palabras: "Vigilate et orate", que les dirigí para advertirlos y prepararlos contra la tentación del Enemigo. ¿Cómo pueden salvarse de la ruina espiritual aquellos Sacerdotes que rezan tan poco y los que ya no rezan? ¡Cuánta verdad en las palabras de San Alfonso: "El que reza se salva, el que no reza se condena!” El demonio hizo buen juego con los Apóstoles que en Getsemaní huyeron vilmente; entre los doce, uno me traicionó y otro renegó de mí jurando que nunca me había conocido. Satanás hizo buen juego con los Sacerdotes hebreos, hipócritas, egoístas e impuros. No rezaban sino en publico. No por convicción, sino por ostentación: su fe no era verdadera sino sólo formalismo exterior. Este género de Sacerdotes no se ha extinguido, sino que continúa pululando en mi Iglesia. Mi Iglesia será limpiada de estas víboras que intoxican con su veneno a los que se les acercan. Satanás obró con éxito sobre Pilato, sobre los soldados del templo, y sobre los soldados romanos, hecha alguna excepción. Satanás trató de obrar en los dos ladrones que fueron crucificados Conmigo: pero uno supo creer, me imploró y se salvó; el otro no creyó y murió blasfemándome.
No perdona a ninguno
Satanás no perdonó a ninguno, ni siquiera a mi Madre, cuyo ánimo insidió con la duda sobre mi Resurrección; pero no pudo hacer ni el más pequeño rasguño al Alma Inmaculada de María, Templo resplandeciente del Espíritu Santo. Pocos son los que, aun siendo tentados quedan inmunes a la acción corrosiva del Demonio. Recordad: aun los buenos discípulos de Emaús y tantos otros amigos míos tampoco fueron excluidos de la tentación y cedieron al descorazonamiento. La nefasta obra de Satanás desde la caída del hombre no ha sufrido mengua y no la tendrá hasta la consumación de los tiempos, cuando también él será juzgado por segunda vez con todas sus legiones. Entonces deberá admitir desesperadamente el haber perdido la guerra provocada y combatida por él, a pesar de la libertad de acción que le fue concedida. En aquel día tremendo, en el que resplandecerá la Justicia divina, se le quitará la posibilidad de dañar. Entonces deberá admitir vergonzosamente que Él, Lucifer, la criatura más bella del universo, la criatura más inteligente y potente, ha sido derrotado por una débil criatura humana, muy inferior a él por naturaleza, pero inmensamente superior a él por Gracia. Este será su humillante tormento por toda la eternidad. No menor tormento sufrirán las almas condenadas, de modo particular los Consagrados traidores, por los cuales te invito a rezar y a ofrecerte, para que se conviertan y vivan. Contigo, hijo, bendigo a todos mis Sacerdotes.
27 de Mayo de 1976
ÁRBOL ENVENENADO
Hijo, escribe: ¿Cuántos son los libros, las revistas que tratan los problemas de la Iglesia? Son tantos que al numerarlos resultaría una lista interminable. ¿Pero cuántos son los libros que han centrado el verdadero problema de la Pastoral? ¡No los hay! Esta afirmación podrá parecer presuntuosa y arbitraria, pero la verdad no debe nunca preocuparse de los juicios de los hombres, ni de las consecuencias que estos juicios producen. En los mensajes precedentes, he dicho claramente: la historia de la Iglesia y de la humanidad está constituida esencialmente por la creación y caída de los Ángeles, por la creación y caída de toda la humanidad en Adán y Eva, por el Misterio de la Redención y por el Misterio de la Iglesia salida del Corazón abierto de Mí, Verbo Eterno. Si queréis podéis imaginar a la humanidad como un gran árbol en el cual el tronco y las ramas principales están formados por los hechos arriba descritos, las ramitas y las hojas son los acontecimientos de los pueblos, de épocas y de civilizaciones que se suceden en el tiempo, como retoños naturales de este árbol gigantesco. El árbol de la vida, que tiene sus raíces en Dios, ha sido envenenado por Satanás. Dios es la única, grande y omnipotente Realidad que domina la vida, la muerte, el tiempo y el espacio, el cielo y la tierra. Satanás, aún estando distanciado de Dios por un abismo insalvable, por lo que jamás podrá nada contra Dios, desfoga su poder, grande pero limitado y lleno de oscuridad, contra la humanidad entera de la que logró adueñarse en Adán y Eva, y que Yo volví a arrancar desde el primer día con el anuncio hecho a los primeros padres, después de su confesión, del Misterio de mi Encarnación.
Verdades olvidadas
Estas realidades los hombres las han olvidado. En mi Iglesia no se ven éstas con la claridad necesaria para el planteamiento sobre bases sólidas, de una pastoral eficaz para bien de las almas. Trabajan en vacío todos aquellos Obispos y Sacerdotes que no tienen ideas claras ni convicciones sólidas de esta realidad de la que las Sagradas Escrituras, antiguas y nuevas, hablan continuamente. No creer esto firmemente quiere decir desviar tesoros irrecuperables de tiempo, de fatigas, de energías, de estudios, de sobrenatural, hacia un terreno infecundo donde todo se pudre. Imaginad, hijos, las consecuencias que se derivan de desviar un río de su cauce natural, sobre un terreno formado por alturas y depresiones: se forman estancamientos en los que las aguas se corrompen, se saturan de miasmas, y se hacen portadoras de infecciones y enfermedades. Así es ahora la Iglesia. Esta crisis de fe que tiene sus raíces en la soberbia y la presunción, ha oscurecido las grandes realidades, claras aguas de manantial, haciendo desviarse el río de luz y de verdad de las Escrituras y de la Tradición de su cauce natural a riachuelos de aguas pútridas. Cómo se ha llegado a esto, que es el no va más de lo absurdo, es complejo de decir, pero ciertamente es también obra de la pérfida voluntad de Satanás, impotente enemigo de Dios, pero ultrapotente enemigo del hombre. Disimulado, insidioso, tenaz en el mal, tiene buena ventaja sobre la debilitada naturaleza humana. Le resulta fácil obrar sobre una naturaleza inferior a la suya y, por añadidura, ya mortalmente herida por él. Dios es obrador de bien, de luz, de verdad, de justicia y de paz, Satanás es obrador del mal. He aquí el origen de la historia que abarca cielo y tierra, que abarca a la humanidad. ¿Qué piensan de ello los Pastores de almas?. Si suprimís esta realidad de la mente y de los corazones de los hombres, ¿qué va a ser de los hombres? ¿Se puede pensar en anular esta realidad sin contradecir y minar desde su base la esencia de la historia humana? Piensen los pastores de almas y mediten en serio, porque es desde aquí, desde la raíz, desde donde se debe curar el mal. Te bendigo, hijo; ámame.
27 de Mayo de 1976
UNA LARVA DE VIDA
Escribe, hijo: Como Satanás ha desgarrado mi Cuerpo físico, en el modo que os es bien conocido, con torturas atroces, así ahora dirige sus furibundos ataques contra mi Cuerpo Místico, la Iglesia. Como se valió de Judas para ponerme a Mí, Cristo Jesús, en manos de mis enemigos, así se vale ahora y se servirá mañana de los mismos sacerdotes, para entregar la Iglesia en las manos de sus enemigos. Por medio de la cruz volvió a entrar la Vida al mundo. Por medio de la cruz será renovada mi Iglesia. Sea bien notorio para todos que no existen otros caminos intermedios. A Satanás se le derrota oponiéndole los actos opuestos a los que él practica. Por soberbia se separó a sí mismo de Dios, y a innumerables legiones de Ángeles, que se convirtieron en sus secuaces. Con humildad infinita, le arranqué Yo innumerables legiones de almas. Satanás está presente en la Iglesia con la soberbia. Ésta es la tremenda pasión que, como cáncer maligno, devora almas que ocupan puestos claves en el Cuerpo místico, y se sabe que la soberbia "est radix omnium malorum". Satanás maniobró de forma que provocase, a través de los sacerdotes del templo, de los escribas y fariseos, mi condena a muerte. Hoy la estrategia con la que actúa es la misma: prepara en la sombra conjuras y complots que llevarán a mi Cuerpo místico al desgarramiento, como sucedió con mi Cuerpo físico. Habrá de nuevo derramamiento de sangre. Satanás, aún siendo una criatura con una gran inteligencia natural y de gran potencia, es no obstante siempre limitado. No podrá cambiar sus artes, por lo que seguirá usando las mismas del principio. Por esto no es difícil, para quien tiene fe y espíritu de observación, reconocer sus trucos, sus mentiras y sus maneras de acechar a las almas. En los milenios de su actividad demoledora nada ha cambiado sustancialmente y nada podrá cambiar.
Soberbia y oscuridad
Estando así las cosas, debería ser fácil determinar su obra de erosión del Cuerpo místico. ¿Cómo es que en cambio lo perciben sólo unos pocos, mientras que muchos ni siquiera os creen? La crisis de fe produce oscuridad, y en la oscuridad no se ven los objetos que nos rodean. La crisis de fe y la falta de vida interior son una sola cosa. Sin vida interior, no hay capacidad de obrar. La falta de vida interior es falta de vida de gracia: quién no vive, no puede hacer nada. Si la fe es tenue, la vida interior se vuelve una larva. Una larva de vida no desprende ni luz para ver, ni fuerza para actuar: he aquí la verdadera causa de la crisis sacerdotal.
Imaginad el triste espectáculo de una gran clínica moderna en donde falten médicos y enfermeras o, si hubiera alguno, no estuviera a la altura de su deber. Pues bien, la Iglesia es como una gran clínica en la que demasiados enfermos no encuentran la asistencia debida para sus enfermedades y, si hay un mínimo de asistencia, queda siempre inadecuada a la necesidad. Es necesario preguntar: ¿se cree o no se cree en las palabras del divino Maestro? ¿Se cree en su Divinidad? ¿Se cree, o no se cree en sus palabras que, precisamente porque son suyas, no pueden cambiar, por lo que son tan válidas hoy como ayer?
Señales de la fe
Releed mi Evangelio según Marcos: "Jesús se apareció a los once y les dijo: “Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación, el que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean les: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, tomarán serpientes en sus manos, y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien”. Con esto el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban". ¿Por qué los Pastores de almas no obran de en conformidad con estas palabras? ¿Tal vez temen que la virtud de esta Palabra después de tantos siglos se haya hecho estéril? ¿O bien, creen que su acción pastoral no tenga necesidad de ser confirmada por el Cielo? ¿O bien porque piensan que los milagros sobre los enfermos, sobre los muertos, sobre los endemoniados, etc., han sido un lujo del tiempo de mi vida terrena y que el mundo actual no tiene ya necesidad de auténticos prodigios que iluminen su noche y lo sacudan de su sopor? ¡Todo prodigio, hijo mío, como la liberación de un endemoniado, no le cuesta a la omnipotencia de vuestro Dios, sino a la debilidad de vuestra fe! Te bendigo, hijo, ámame.
28 de Mayo de 1976
NO TENGO A NADIE
Meditad, hijos míos, el Evangelio de San Juan: "Se celebraba una fiesta de los judíos y subió Jesús a Jerusalén. Hay en Jerusalén junto a la puerta de las Ovejas una piscina que se llama en hebreo Betesda con cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, cojos, ciegos, paralíticos esperando la agitación del agua. Un Ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina y agitaba el agua; y el primero que se metía después de la agitación del agua quedaba curado de cualquier mal que tuviera. Había allí un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús viéndolo tendido y sabiendo que llevaba ya mucho tiempo le dijo: “¿Quieres curarte?” Le respondió el paralítico: “Señor, no tengo a nadie que cuando se agita el agua me meta en la piscina y mientras yo voy, baja otro antes que yo”. Jesús le dijo": “Levántate, toma tu camilla y anda”. Y el paralítico así hizo, con gran escándalo de los Judíos. Os ofrezco este episodio para muchas consideraciones. En el paralítico ved representados a tantos y tantos enfermos de sufrimientos físicos o espirituales. Hace años que sufren, hace años que esperan que manos piadosas se posen sobre ellos para curarlos. Hace años que Pastores y Ministros de Dios pasan junto a ellos sin darse cuenta de su enfermedad espiritual y a menudo también física. Naturalmente, al no darse cuenta de nada, nada hacen para ayudarlos. Para ser más preciso diré, aún sabiendo que esta afirmación hará torcer la nariz a alguno, que entre ellos son muchísimos los que sufren por culpa del Demonio, y no sólo sufren espiritualmente, sino también físicamente. Una vez más será bueno recordar que Satanás tiene superioridad sobre la naturaleza humana; por el singular y grandísimo poder de que dispone, puede mucho sobre esta pobre naturaleza. Deberíais recordar aquí los numerosos casos de endemoniados liberados por Mí, deberíais recordar también las numerosísimas curaciones obradas por Mí en persona y por medio de mis Apóstoles a los que había conferido el poder de curar y de liberar a las personas atormentadas por los demonios.
El exorcismo
¡Leed el Evangelio y leedlo bien! Meditad los pasajes que tratan esta delicada materia. De mi Evangelio no pocos descartan lo que no les es cómodo creer. Los Sacerdotes no deberían ignorar que con un orden especial, así llamado menor, recibieron el poder de exorcizar y de bendecir. Se escandalizaron los Sacerdotes hebreos por la curación realizada por Jesús en día de sábado: pero muchos de mis sacerdotes se escandalizan hoy sólo de oír hablar de exorcismos. Dicen que es cosa de otros tiempos, si acaso hoy día reservada a los Obispos. Cierto, para realizarlos en público y con solemnidad, el Sacerdote exorcista debe ser autorizado por su Obispo. Pero, en privado, ¿quién le puede prohibir valerse de un poder que le ha sido reglamentariamente conferido? Satanás, rabiosamente activo, usa su maléfico influjo para hacer sufrir almas y cuerpos sin encontrar la mínima resistencia. Falta entonces la visión justa de un problema de primera importancia. Es ejercicio de la verdadera paternidad pastoral el bendecir y exorcizar a quien tiene necesidad. Es deber primario del Sacerdote contener y contraatacar la nefasta acción del demonio, en cualquier forma y con todos los medios de que puede disponer. Pero, ¿lo saben mis Sacerdotes de qué grandes poderes han sido investidos? ¿Saben quiénes son? ¿Saben que los Ángeles, superiores a ellos por naturaleza, son inferiores a los Sacerdotes en poder?
Pero ¿de qué vale vuestro poder, si no lo usáis para la finalidad para la que os ha sido dado? Cualquier máquina, cualquier motor, aún teniendo potencialmente capacidad de desarrollar una gran energía, no sirve para nada si no se le pone en movimiento. Vosotros, sacerdotes, sois motores parados, no desarrolláis ninguna energía, dejáis libre al Enemigo para que haga lo que le plazca. En la viña del Señor no os ocupáis más que en mínima parte de detener su maldita acción. Basta por ahora, hijo mío. Te bendigo y ámame.
29 de Mayo de 1976
PROFESIONALISMO SACERDOTAL
Siempre salvas las debidas excepciones, el planteamiento actual de la acción pastoral no es el querido por Mí. La pastoral actual está terriblemente contagiada de graves males, de los cuales uno es el profesionalismo. Ella es considerada del mismo modo que cualquier otra profesión. No podía ser de otra manera, porque está carente de la Fe, que da el sello a la acción. La Fe es a la acción como el motor del automóvil es a la carrocería. Hay motores de diferente potencia y carrocerías de diferente capacidad. Si el motor es ineficaz, la carrocería es inútil y permanece parada. ¡Mirad a los Sacerdotes de esta generación, miradlos en sus comportamientos! ¿Qué diferencia notáis entre su forma de vestir, entre el modo de comportarse y de hablar y el modo común de vivir del pueblo? ¡Cuántos motores apagados, sobrenaturalmente hablando! Podríamos llamarlos motores inútiles, es más, nocivos para el Cuerpo Místico del que son parte tan importante. Hay una diferencia entre el profesionalismo del Sacerdote no santo y el profesionalismo común de los laicos: el del Sacerdote se cubre con un manto de hipocresía, cosa que generalmente no sucede en el profesionalismo de los laicos. Fe, esperanza y amor, las tres virtudes infusas, en los sacerdotes deberían brillar con un fulgor muy especial, estando tan íntimamente unidas para formar una sola cosa, lo que se llama: vida de Gracia. En cambio... Como consecuencia, si el Sacerdote carece de fe, carece también de esperanza, es decir, la médula esencial para poder superar las innumerables dificultades que implica la vida pastoral, he aquí el porqué de caídas, escándalos y miserias, depresiones morales y espirituales hasta la apostasía. ¡Cuántos han apostatado! ¡Cuántos que, aunque no han apostatado, se han quedado, desgraciadamente, como ramas secas del Cuerpo Místico, tumores contagiosos para tantas almas, causa, no de salvación, sino de perdición! ¡Qué cadenas tan terribles tienen sujetos a estos desventurados sacerdotes al enemigo del Sacerdocio!
Sin amor
Profesionalismo frío, infecundo e hipócrita el del sacerdote sin fe, sin esperanza y sin amor. Ante los sufrimientos de aquellas almas, de las que es padre, no tiene sino palabras vacías de conveniencia y privadas de cualquier eficacia, palabras sin alma. Las palabras que salen del sacerdote en comunión con el Eterno Sacerdote, son palabras de vida. Impregnadas de la unción y eficacia que tienen las palabras del Sacerdote santo, se convierten en bálsamo capaz de aligerar los sufrimientos de tantas personas. El Sacerdote profesional no está en situación de hacer un diagnóstico de las almas que sufren por culpa del Maligno, en el que, entre otras cosas, no cree. Su espíritu está árido, y la aridez es impotente contra los males del espíritu, cuando ésta es culpable, como en muchos sacerdotes de esta generación incrédula. ¿Cuál es el comportamiento que se debe tener con estos sacerdotes? Son los más desventurados entre los hombres y, a pesar de todas las apariencias contrarias, merecen ser ayudados, sea con la oración o con el ofrecimiento a Dios de los propios sufrimientos, sea con lenguaje respetuoso y prudente, sincero y realista. Hace falta hacer sentir, hacer llegar a sus corazones sentimientos de verdadera amistad y fraternidad. Ya no saben, tal vez nunca lo han sabido, que son criaturas humanas y divinas juntamente, hechos participes de la Vida, del Sacerdocio, de mi poder, Cristo Jesús. No saben que son el Hombre de Dios, escogido por Dios para la salvación eterna de las almas que han sido redimidas con el sacrificio del Hijo Unigénito. No saben que son el Hombre del que tienen necesidad las almas para ser lavadas, purificadas, santificadas en Mi Sangre. No saben que son el objeto disputado por infinito Amor y por ilimitado odio. Reza hijo, repara y bendice, para ayudarlos a romper las cadenas que los tienen atados a la más horrible esclavitud. Te bendigo; ámame.
4 de Junio de 1976
NO TIENEN VALOR
Escribe, hijo mío: No tengas miedo: soy Yo, Jesús, que te hablo, soy Yo que te he escogido para ser mi pluma. No temas: ya te había advertido claramente cómo serías juzgado. Esto, hijo, debe ser para ti motivo de consuelo, en el sufrimiento. Esto debería ser motivo de reflexión para los que te juzgan. Pero ellos no saben distinguir, porque no ven lo que es justo y lo que es injusto según Dios.
Mira: ellos callan, y quien calla muchas veces otorga. Callan, o poco o nada osan decir a sacerdotes marxistas y herejes, que no son pocos. Para ellos tienen sonrisas, halagos. Sin embargo deberían saber qué mal tan enorme es esparcir cizaña entre el buen grano. ¡Cuántos sembradores de cizaña hay hoy en la Iglesia, y precisamente entre aquellos que deberían cultivar y hacer madurar, con su diligente fatiga, la mies! En cambio se oponen de lleno a las directrices de Pedro, continúan esparciendo cizaña, es decir, confusión y desorientación en las almas. ¿Qué hacen aquellos a quienes les ha sido confiada la viña? Nada, o casi nada, que es como si no se hiciera nada. No se tiene el valor de llamarlos herejes, no se tienen el valor de arrinconar los productos de la herejía: revistas, diarios, libros... ¿Cuántos Obispos han tenido el valor de condenar explícitamente revistas y diarios pseudo católicos que difunden errores contra las directrices de Pedro? No muchos, hijo mío.
Pseudo prudencia
Pero sí se ha tenido el valor de relegar a un pobre sacerdote a una perdida parroquia de montaña porque creía en la existencia del demonio, fuente de sufrimiento espiritual y físico, y en la eficacia de las bendiciones con las que aliviaba a quienes sufren, cada vez más numerosos en la Iglesia de vuestro tiempo. ¡Cuántos ejemplos te podría citar, hijo mío! No se procede contra la difusión del error aduciendo el motivo de la prudencia. La prudencia, gran virtud, tiene el riesgo de ser invertida en culpa gravísima. Los herejes, los sembradores de cizaña, deben ser desenmascarados y sus doctrinas señaladas a los fieles como un peligro para sus almas. Pero no se osa hacerlo con el falso pretexto de la prudencia. Pero los Pastores bien saben que la verdadera razón es otra: ¡es por razón de comodidad! Te darás cuenta en cambio de que la prudencia, tan frecuentemente aducida, se muda en celo cuando se trata de combatir escritos o palabras que nada tienen de peligroso en sí, pero que al contrario tienen como única finalidad la afirmación de la verdad. La verdad a menudo abrasa y las quemaduras hacen daño. Así es, hijo mío: se alza la voz cuando convendría el silencio, y se calla cuando mejor sería levantar la voz como signo de alarma.
Leal paternidad
Muchos obispos deberán también convencerse que su pastoral no es siempre la del Evangelio. Abrirán los ojos cuando sea demasiado tarde. Se necesita rezar y hacer rezar porque el Inimicus hominis (enemigo del hombre) está dentro de la viña y sin ser molestado, es más, ayudado por bastantes, realiza su obra nefasta. Basta con instrumentalizar también el nombre de las virtudes para las propias comodidades personales. ¡Es tiempo de reflexión, es tiempo de meditación! Es tiempo de remontar el camino de los siglos para llegar a las fuentes y hacer una comparación con mi lenguaje sincero, abierto, leal, el único que se ajusta a una leal paternidad. Es tiempo de salir del equívoco. La política de la astucia no tiene nada que ver con la simplicidad de la paloma ni con la sagacidad de la serpiente. Astucia no quiere decir doblez ni mentira. He dicho muchas veces que mis caminos no son los caminos del mundo. Los Pastores de almas, mis sacerdotes, deben conocer mis caminos y por ellos deben caminar y no por los del mundo. Hijo, no temas, reza y repara. Haz todo el bien puedas. Te bendigo.
LA JUSTICIA
Escribe, hijo mío: En la tierra, en la sociedad humana, subsisten vicios y pasiones, dificultades e imperfecciones de todo género. Se encuentran omisiones de todo tipo. También subsisten las virtudes, que se practican con diferentes grados de intensidad. Entre éstas está la justicia. La justicia es una virtud de la que todos hablan, de la que todos se hacen defensores, que todos afirman favorecer. La realidad, hijo, es otra, bien diversa de la que clamorosamente se proclama. Yo te lo digo, hijo mío: si hay una virtud que sea maltratada y conculcada es precisamente la virtud de la justicia. Esto sucede también en mi Iglesia y no sólo por parte de los fieles, sino frecuentemente por parte de mis sacerdotes y no raramente por parte de los Pastores. Hecho extraño: el mundo tiene su particular estima de esta virtud, pero la quebranta y pisotea a cada instante. Pero si esto fuera sólo en el mundo, cuyo príncipe es el Maligno: desgraciadamente también en la Iglesia, mi Cuerpo místico, esta virtud es ofendida. ¿Cómo es posible? Porque, para practicarla, a menudo se tiene necesidad esencial de otras virtudes: humildad y amor.
Sin estas dos virtudes no puede subsistir la justicia en el espíritu humano. Cuando ves la justicia gravemente herida y la injusticia triunfar, y esto sucede con frecuencia, puedes considerar que la causa primera es la falta de humildad y de amor.
Hábito de vida
En "Tu sabes que yo te amo" he dicho que en la Iglesia, mi Cuerpo místico, la virtud de la justicia está herida, a veces muy gravemente, no sólo en la base sino también en el vértice. ¡Cuántas son las almas que sufren por esta situación en la Iglesia! ¿Citas de hechos y casos particulares? No, hijo, porque son tan frecuentes que con razón se puede decir: la transgresión de la justicia se ha convertido en hábito de vida. Pero hay una injusticia que clama venganza ante Dios: es la traición realizada continuamente por la incoherencia de los que tienen responsabilidades fundamentales y personales en la Iglesia. No podrán sustraerse al especial y personal juicio de Dios. No les servirá para justificar su propia acción el decir que han seguido a la mayoría. En este siglo han convertido en hábito de vida ambiciones, presunciones y errores de toda clase. No se han dado cuenta de que están en un camino equivocado. En el primer volumen "Tú sabes que Yo te amo" está dicho claramente que una comparación entre mi vida y la suya resultaría un contraste inconfundible. La mayoría no se atreve a hacer esta comparación. ¿Se tiene miedo? ¡Pero si no se hace ahora, por vuestra propia iniciativa, esta comparación se hará en el juicio cuando no haya ninguna posibilidad de enmienda!... Bajo tierra Yo, Jesús, he dicho que hasta los cabellos de vuestra cabeza me son conocidos; he dicho que premiaré aún un vaso de agua dado a un pobre por amor mío, pero también he dicho que pediré cuentas aún de una sola palabra ociosa. Para Mí todo está a la vista, a Mí nada escapa. No sería Misericordia Infinita ni Justicia infinita si no fuera así. Pero ¿quién piensa en esto, hijo mío? ¡Los Santos, sólo los santos! El que no es santo no tiene tiempo para pensar en las cosas fundamentales de la vida. El que no tiende a la santidad es como el que construye su casa sobre arena. El que busca la santidad se apresura sin embargo a construir el edificio de la propia santificación sobre sólida roca. Hijo, ¿no tengo pues razón en insistir en que oréis y reparéis? ¡Cuántos motivos de oración y reparación hay en mi Iglesia! Te bendigo. Conozco la amargura de la que está lleno tu ánimo; un día esta amargura será transformada en gozo; tú ahora debes estar bajo tierra a morir. ¿No eres comprendido, hijo? ¿No fue Conmigo, tu Jesús, lo mismo? Te bendigo.
6 de Junio de 1976
RESPETO HUMANO
Escribe, hijo mío: No te preocupes si aún no tienes la menor idea de lo que voy a decirte: esto demuestra que no eres tú el que piensas y meditas, sino que soy Yo el que te hablo. En mensajes anteriores te he hablado extensamente de las contradicciones de la pastoral moderna. Estas contradicciones son tan evidentes que no escapan a nadie, ni siquiera a las almas menos sensibles a los problemas de la vida cristiana. Pero ¿ningún pastor tiene el valor de romper esta barrera de miedo, de respeto humano? Miedo, respeto humano, temores se unen formando juntos una pared casi insuperable. Para poder escalar este muro se necesitaría, en unidad de espíritu y en ardor de fe, meditar el Evangelio, asimilar su contenido y desear eficazmente su aplicación antes que nada en vuestro propio interior. De ello derivaría como consecuencia la espontánea voluntad de una aplicación exterior al Cuerpo místico. Si no se realiza primero la asimilación interior, no se puede, como consecuencia, realizar la exterior. Por analogía pasaría en el alma lo que normalmente sucede en el cuerpo: para un real y sin embargo siempre misterioso proceso de la digestión, el alimento ingerido es transformado y asimilado primero, después estas sustancias se distribuyen a todos los demás miembros que forman el cuerpo.
Contra la justicia
Pecan contra la justicia todos los que han dejado contagiar de errores y herejías a su grey, que no han tenido el valor de tomar una posición firme contra los lobos que han hecho estragos en las almas del rebaño, especialmente en los seminarios y en las escuelas. Pecan contra la justicia, Pastores y Sacerdotes que permiten la propagación del materialismo en los ambientes nacidos para alegrar a las almas, en un clima de serena alegría, que se han convertido a veces en lugares de contagio espiritual. Pecan contra la justicia aquellos Pastores y aquellos Sacerdotes que, por tener la mente oscurecida por la presunción, no son casi nunca objetivos en sus juicios. Frente a terceros, toman posiciones equivocadas: no indagan directamente y a fondo, creyendo que poseen en exclusiva la asistencia del Espíritu Santo. Con una sorprendente seguridad, cometen errores cuyas consecuencias son lágrimas y sufrimientos para quien es la víctima de ellos. Un padre no quiere el sufrimiento del hijo, quiere su corrección y por eso sabe unir la corrección, si se necesita, al amor y no vincula nunca su obrar al juicio exterior de los demás.
Pastoral contradictoria
A ti, hijo mío, te parece duro afirmar esta verdad, porque tú no ves lo que Yo veo. Yo escruto los corazones humanos en su profundidad, insondable para vosotros, pero no para Dios que los ha creado. ¿Cómo explicar el comportamiento de algunos Pastores, Superiores religiosos y Ministros míos rígidos e inflexibles hacia sacerdotes animados de buen espíritu y con buenas iniciativas? Por el contrario veras sonreír a los que osan rebelarse y se burlan, aún sabiendo muy bien que hacen mucho daño a la grey a ellos confiada. Una pastoral contradictoria no podrá nunca ser fecunda. No se dan cuenta que están sembrando en un desierto pedregoso, donde la semilla muere en cuanto es arrojada y ni siquiera tiene tiempo de germinar. El no querer profundizar en la investigación de los males que sufre hoy la Iglesia es también una contradicción. Se excusarán diciendo que esto no es cierto, porque se han hecho muchísimos estudios. Sí, hasta demasiados, pero siempre en superficie, jamás con profundidad. La causa primera permanece siempre en el fondo de un mar tremendamente agitado, que anuncia tormenta. La causa primera, el gran mal que aflige a la Iglesia hoy, es la ambición y la soberbia en lo alto y en lo bajo. La oscuridad se supera sólo con la humildad. Volvemos así a la comparación que algunos Pastores y Sacerdotes rehusan hacer entre su vida y la mía, cuyo trazado está siempre marcado por la humildad, la pobreza y la obediencia. Quién no tiene el valor de rehacer el camino de la propia vida sacerdotal desde Belén hasta el Calvario, se hace corresponsable de aquello por lo cual mi Iglesia sufre hoy, y más aún, se hace corresponsable de la hecatombe que se avecina pavorosamente y que arrollará juntos a corderos, ovejas y pastores, no sólo en la sangre sino, muchos, también en la perdición eterna. Yo no he muerto en la cruz por capricho: he muerto en la cruz para arrancar las almas a Satanás y a sus legiones. No puedo tolerar que las almas se pierdan por la ineficacia de aquellos que, siguiendo mi ejemplo, deberían subir diariamente Conmigo al Calvario en la humildad, en la pobreza y en la obediencia. Hijo, no creen, no quieren creer. Por esto insiste en el ofrecimiento y en la oración. Te bendigo.
7 de Junio de 1976
EL ASUNTO Y EL MARCO
Escribe, hijo mío: Leyendo los Mensajes que habéis publicado en el primero y en el segundo volumen, puede suceder que alguno se asombre de que los temas tratados sean, más o menos, casi siempre los mismos. No se habla de las estructuras de la vida pastoral o, si se habla a veces, es para resaltar defectos y lagunas. La vida pastoral, como se ha venido delineando a través de los siglos, es compleja, por tanto, el razonamiento sobre ella debería ser también complejo. La vida pastoral es ahora compleja porque vosotros la habéis vuelto así, pero en realidad, en el centro de la pastoral permanece el Misterio de la Encarnación, de la Pasión y Muerte mía, Verbo de Dios hecho carne. Este es el verdadero hecho con el que Dios ha obrado la liberación del yugo de Satanás.
Colaboración
El punto focal es este. Yo, Jesús, sí he liberado al hombre del yugo de Satanás y, con la gracia superabundante de la Redención, he dado al hombre todos los medios para mantenerse libre de los asaltos del Maligno; pero no he librado al hombre del deber de hacer su aportación a su liberación, con el creer y el esperar, con el amar, el sufrir y el ofrecer. En otras palabras, Yo no salvo al hombre sin la colaboración del hombre, por lo que, el problema central es: Dios salva al hombre, pero quiere su colaboración en la lucha contra las fuerzas del mal. Ellas existen en vosotros por el pecado original, causado por el demonio, quien se ensaña contra todo hombre y contra el cristiano en medida especial. En esta lucha contra la humanidad, Satanás tiene también por aliado al mundo, porque a él le pertenece. El cuadro de la Pastoral es esto; todo lo demás es marco. El mal de hoy es hacer resaltar el marco y resaltar poco el cuadro por él enmarcado. Vuelvo por eso a invitaros a empezar de nuevo (y esto lo hará la Iglesia purificada) a introducir en el alma de los niños una catequesis adecuada con relación a Mí que salvo y redimo, pero no sin la colaboración de todo bautizado en la lucha contra las fuerzas del mal. Todo lo demás se adaptará a esta realidad de la que depende la salvación. Por lo tanto, prensa, cine y todos los medios de la pedagogía deberán tomar como centro esta idea, que es el pilar doctrinal de la Biblia.
Pilar fundamental
Hoy los católicos están rellenos de materialismo. El fracaso de los católicos de hoy es por haber creado estructuras de una pastoral separada del pilar central. Por ejemplo: ¿Para qué sirve un cine parroquial donde se proyectan películas anticristianas? ¿Para qué sirven escuelas y centros de reunión donde, por temor a chocar con la sensibilidad antirreligiosa, se imparte sólo una educación religiosa "al agua de rosas". ¿Para qué sirven otras mil iniciativas, si no tienen un sólido enganche con el pilar central de la pastoral: Cristo Redentor, Liberador y Salvador, que condiciona Su acción divina a la colaboración del hombre, obrada a través de la Iglesia?. Pero Satanás está hoy en la Iglesia y obra intensamente hasta empujar las estructuras de Ella lejos del pilar fundamental. Si hoy, algunos Obispos y Sacerdotes no logran percibir esta situación, es otro signo terrible de cómo van las cosas. ¡En cambio esto bien lo ve mi Vicario! Encíclicas y llamadas, señales y alarmas no han faltado nunca, pero demasiadas veces han quedado en letra muerta y el mal se ha agigantado. He aquí, hijo, porqué vendrá la hora de la purificación, que será deplorada por los ciegos como la hora de la Justicia divina. No sabrán ver en ella antes que nada la Misericordia, jamás separada de la Justicia, porque Dios quiere la salvación de las almas y no su perdición.
7 de Junio de 1976
SE NECESITA CAMINAR
Escribe, hijo mío: es Padre Pío quien te quiere hablar. Te había dicho que me volverías a escuchar, y heme aquí fiel. Hijito, no debes abatirte ni parar el ritmo de tu vida interior. Hay quien hace de todo para paralizar tu voluntad, pero recuerda que hay una virtud importante: la perseverancia en el bien. ¡Ay de poner la mano en el arado y después volverse atrás! Es necesario caminar, aunque el caminar a veces se haga pesado y traiga fatigas. Esta maña de desanimar es el arte del que siempre está al acecho para descubrir el momento oportuno a su acción demoledora. Yo, Padre Pío, he perseverado por toda la vida y no cedí nunca ni a los halagos, ni a las insidias, ni a sus amenazas. Y no fueron sólo amenazas, sino verdaderos sufrimientos que el Maligno me procuró en los años de mi vida y que se convirtieron en arma formidable para capturar almas, para arrancarle almas y devolvérselas a Cristo.
El director espiritual
Hijo mío, relee atentamente los mensajes que te he dado. ¡El dogma de la comunión de los Santos es una realidad! Se te ha dicho muchas veces que vivas y hagas vivir este maravilloso dogma a las almas de tu mundo. Hazte paladín de esta maravillosa realidad espiritual que tantas veces ha sido olvidada: son pocos los que os creen y que la viven. Escucha, hijo, otra cosa de extrema importancia. En los mensajes, que se te han dado por mí y por otros, encontrarás comunicaciones que te afectan directamente a ti: todas estas comunicaciones son válidas. Aquí, en el Paraíso, vivimos de la Vida divina de un modo perfecto, diferente del modo en el que vosotros vivís la vida de la Gracia, que también es ya Vida divina. Por consiguiente, aquí no se puede decir mentiras, no se pueden decir cosas que no responden a la verdad, por ninguna razón del mundo. Por eso todo lo que se te ha dicho responde a la verdad. Es justo que te atengas, en todo y para todo, a las directrices de tu Director espiritual. "Padre, ¿cómo hago yo para distinguir si lo que se me dice es de vosotros, o bien de aquel del Fuego, o bien fruto de mi fantasía?" Pruebas, hijo mío, no te han faltado, señales las has tenido y otras tendrás. Pero para ti debe bastar el veredicto del Director Espiritual. Nos escucharemos todavía y te confirmo que también nos volveremos a ver: ten confianza y mira con más atención los Mensajes precedentes. Te bendigo: soy Padre Pío.
8 de Junio de 1976
EL DOBLE JUEGO
Escribe, hijo mío: Hay estructuras no esenciales, hay dispersión de riquezas robadas a los pobres. Esto causa la parálisis que inmoviliza un colosal conjunto de obras que no sirven ya, al menos así como hoy están estructuradas.
Hijo, no tengas temor. Siempre te he dicho que la verdad forma parte esencial de la caridad y no es por el gusto de poner en evidencia miserias de toda clase por lo que te digo la razón del fracaso de las estructuras de la pastoral actual. En todo esto no se sabe ver el doble juego de Satanás, que obra sin problemas desde el exterior y desde el interior de la Iglesia. - Desde el exterior: quien no ve sus instrumentos está ciego: El comunismo, encarnación de Satanás, y el capitalismo masónico. En efecto, también la burguesía está resquebrajada espantosamente por el radicalismo masónico, fuerte por sus vínculos internacionales. Son armas con las que Satanás sin tregua busca desmoronar la Iglesia, y no se puede negar que, a través de tal aparato, en parte lo haya conseguido. - Desde el interior: Satanás está provocando una tremenda y nunca tan universalizada crisis de fe en el clero. Las consecuencias son evidentísimas. Se sirve del progreso, de la tecnología moderna, toda o casi toda al servicio de Satanás, del mundo su aliado y de vuestras pasiones. La concupiscencia del espíritu, es decir la soberbia, gravísimo pecado de la Iglesia de vuestro tiempo, y la concupiscencia de la carne han separado del Cuerpo de Cristo a muchos miembros destinados al servicio del bien común, Sacerdotes y almas consagradas. Estas maniobras son dignas de quien fue el más bello y el más potente de todos, después de Dios, y que todavía es potente. Lo demuestra por la gigantesca mole de mal que obra en el seno de la Iglesia y en la comunidad humana entera.
Pecado de pereza
Frente a este formidable enemigo Yo, vuestro Dios, para liberaros de él, con humildad infinita me he hecho hombre, inmolándome a Mí mismo en la Cruz. Pero ahora condiciono vuestra salvación a vuestra adhesión y cooperación al Misterio de la Redención. Yo quiero una libre y activa participación por parte de todos los bautizados, no un consenso pasivo, como sin embargo hoy erróneamente se concibe el Cristianismo por parte de tantos cristianos. Aquí hay un vacío espantoso, causado por la abulia anémica de tantos cristianos, tan gravemente enfermos de hacer temer por su curación. Esta inapetencia de las cosas divinas, esta atrofia de la vida sobrenatural es pecado de pereza. Los Cristianos, que deberían estar vibrantes de vida, sedientos de luz y de verdad, se han reducido a tal estado que parecen agonizantes seres perdidos. Están sin fuerza y sin energía, sea por su culpa, sea por culpa de otros. El príncipe de las tinieblas, mientras ha intoxicado a la Iglesia, despojándola en muchos de sus miembros de la vitalidad sobrenatural, mantiene bien vivas sus fuerzas, provistas de un odio tal que, cuando explote, se verán cosas jamás conocidas por la humanidad en gravedad y en extensión.
Malgastan el tiempo
¿A quién se imputa tal estado de cosas? A aquellos que han abierto de par en par las puertas al enemigo, a aquellos que ni siquiera creen en el enemigo, a aquellos que le han permitido una infiltración agotadora: se imputa a los que todavía hoy malgastan tiempo y energías propias y ajenas, que no podrán nunca mejorar una situación que es necesario tener el valor de denunciar como gravísima. Esta situación hay que imputarla en fin a aquellos que, a pesar de todo el aparato burocrático y todos los arreos, todavía no encuentran el camino justo, el único camino para dar de nuevo oxígeno a mi Iglesia que agoniza. Sí, hijo mío, admitir esta agonía induciría a hacer una marcha atrás tan enérgica como para impresionar saludablemente a cualquiera. ¡He aquí cómo han permitido a las fuerzas del mal reducir a mi Cuerpo Místico!
La iglesia no perecerá
Mi Iglesia debería estar formada por un inmenso ejército de valerosos hijos de Dios, de audaces y valientes soldados míos, vigilantes y activos. Todos llenos de entusiasmo, todos y no sólo una pequeña elite, armados espiritualmente y acorazados serían invencibles, porque Yo, a fin de que sean tales, les he dado todo lo necesario. ¡Mi Iglesia no perecerá! Yo la regeneraré en el dolor, como en el dolor, en la humillación y en la sangre Yo he obrado el Misterio de la Salvación. Mi Cuerpo Místico derramará su sangre; Yo, su Cabeza, he derramado la mía, y la Iglesia, después del dos mil, regenerada y hecha nueva, remontará el camino, Madre y no madrastra de los pueblos. Reza, hijo mío, y no te preocupes del juicio negativo que brotará de la presunción. Tal juicio durará lo que una pompa de jabón. Te bendigo, hijo.
8 de Junio de 1976
RÍO CENAGOSO
Escribe, hijo: Es mi intención afrontar la problemática de la pastoral presente poniendo primero en evidencia las lagunas.
A quien objeta que no es positivo hacer esto, responde que no es sabio no buscar las causas que dan lugar a las enfermedades del cuerpo; un cuidadoso diagnóstico siempre es la primera tarea de un médico consciente. Es sabiduría, por analogía, que pastores y sacerdotes, ya que a ellos está confiado el cuidado de mi Iglesia, hagan un diagnóstico objetivo y valeroso de los males que afligen a mi Cuerpo Místico. Si no vale esta razón para convencerlos, no valdrá ninguna otra. ¿Por qué se han acumulado tantos males en mi Iglesia? Las razones son varias, y veremos algunas de ellas a continuación, pero queda la razón central, la falta de toma de una posición contra Satanás, como ya he dicho en otros mensajes. Él es la primera causa del mal y el río cenagoso de toda la corrupción que, desde la caída del hombre, se vierte sobre la humanidad. Esta martilleante afirmación quiero que tú la repitas todavía para que los sordos finalmente entiendan, si lo quieren entender. Así pues, no es repetición casual, sino repetición querida. En mi Evangelio está dicho que los hijos de las tinieblas son mucho más audaces que los hijos de la luz. Todo el Evangelio es verdad. ¡Fíjate cómo los hijos de las tinieblas se identifican con sus tenebrosos problemas! Los viven día y noche. Sus propósitos de mal los tienen ocupados sin interrupción de tiempo; para estos problemas viven, obran, en ellos esperan Mira con qué coraje actúan: no tienen miedo ni vergüenza de nada: afrontan incluso incomodidades y sacrificios, en suma no sufren de esa anemia de la que están afligidos demasiados cristianos. Ellos son una sola cosa con sus programas, tesis no ciertamente para la conquista de lo verdadero, de la libertad y de la justicia, aunque hay entre ellos quien lo cree de buena fe.
Consecuencias ilógicas
La diferencia con aquellos que se consideran cristianos es grandísima. Estos últimos muy a menudo separan su vida de los problemas religiosos y aun sociales que la existencia humana conlleva. Yo veo a mis cristianos que, planteada su vida sobre convicciones erróneas (no siempre por culpa de ellos, a menudo por defecto de formación, sea familiar o eclesial) se encaminan a las más ilógicas y graves consecuencias. "La religión es una cosa, los negocios otra". En base en este principio equivocado, el hurto y el fraude se convierten en costumbre de vida, por lo que no se hace escrúpulo de robar continuamente, de engañar y de explotar al prójimo de todos modos. Las ganancias ilícitas ni siquiera se confiesan, porque tal concepción ha llegado a ofuscar aun las almas de sacerdotes que no se proponen semejantes "escrúpulos". Tú no sabes, hijo mío, cuántos consagrados deberán pagar después de la vida terrena, o con el Infierno o con un tiempo tremendamente largo de Purgatorio, los pecados por apropiación indebida por falta o por injusta retribución a dependientes, por verdadero y propio fraude y por otras cosas más frecuentes de lo que se cree en mi Iglesia. Escindir los problemas y los deberes religiosos y sociales de los demás deberes personales es simplemente absurdo. Así también es absurdo el dicho "se vive una sola vez", entendido en modo de volver en la ocasión licito lo ilícito. Los hijos de las tinieblas no son tan ilógicos: hijos de la luz sí.
Hacer la elección
Así, las almas son separadas de Dios, se encallecen en una moral amoral, volviéndose como crustáceos, difíciles de convertirse. ¿Cómo se puede (¡he aquí el error!) pretender formar colaboradores con cadáveres, o con anémicos crónicos, talmente graves que no se pueden mover de ningún modo? Se debe hacer comprender a los bautizados desde la primera infancia que no hay otra alternativa, como he dicho claramente en mi Evangelio. No se puede servir simultáneamente a dos amos que tienen intereses y objetivos opuestos. O Dios, o Satanás. El espíritu humano, no digo cada día, sino a cada momento, está en condición de hacer su elección. O se piensa en una cosa buena, o bien se piensa en una mala. O se hace una acción buena, o bien se hace una acción mala. El problema de la pastoral es problema de fondo, antes que de estructura: ¡Dios, o Satanás, o el bien, o el mal!
Te bendigo, hijo mío.
9 de Junio de 1976
EL CUERPO MÍSTICO
Hijo, Yo considero pastoral la acción de mi Iglesia tendida hacia los hombres todos, para que todos puedan adherirse espontánea y firmemente a los principios cristianos. Promover y guiar esta acción es propio de la Jerarquía, que no excluye la colaboración justa y debida de buenos laicos "vocati ad hoc" (Llamados al efecto).
Yo he dado las indicaciones para la eficacia de la acción pastoral, por eso he dicho: seréis la luz del mundo, seréis la sal de la tierra. También he dicho: resplandezcan vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos. He dicho: seréis la levadura que fermenta la masa. Un sacerdote, si no resplandece de luz sobrenatural, si la luz de la gracia no hace transparente su alma de modo que todos puedan ver dentro claramente (y esto implica lealtad, sencillez y no doblez) uno se dará cuenta que su acción es infecunda. Yo, Cristo, potencialmente he vencido al mundo. A Mí todo me ha sido dado, para Mí todo ha sido hecho; pero mi victoria total se realizará en la consumación de los tiempos, con el juicio final. Yo, Cristo, manifestaré ante todos, ante el Cielo y la tierra, mi completa victoria. Yo, Dios hecho hombre, he realizado y realizaré Mi Cuerpo Místico, o sea mi Iglesia, con la cual Yo soy una sola cosa. Esta es la verdadera razón de mi retardado triunfo total: he querido partícipe de este triunfo a mi Cuerpo Místico. Cabeza y cuerpo son una sola cosa. Aquellos que se maravillan de que mi triunfo total no se haya verificado con mi Resurrección y Ascensión al Cielo, han comprendido poco del Misterio de la Encarnación.
En el Calvario
Yo, Jesús, me he unido íntimamente a la naturaleza humana por cuya liberación y victoria me he inmolado. He asociado la naturaleza humana a todos los acontecimientos divinos y humanos de mi vida temporal y eterna, por esto la Iglesia, mi verdadero Cuerpo, si bien místico, deberá seguirme en el Calvario para poder seguirme en la gloria. "Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame" ¿A dónde, con la cruz, sino al Calvario? La gran batalla, que Yo he abierto con el misterio de mi Encarnación, Pasión y Muerte, continúa y continuará hasta el fin de los tiempos con intensidad y gradaciones diversas. Serán momentos de tal inaudita violencia como para no creerlo, como será en esta próxima ofensiva enemiga, por cierto ya en marcha. ¿Se ha dado a los bautizados esta visión realista de una Iglesia en perenne lucha contra sus enemigos aguerridos: Satanás, el mundo y las pasiones? La Pastoral debe llevar a las almas a adherirse a los principios cristianos, a aceptar espontáneamente a Dios, su ley, su verdad, sus misterios. La Pastoral hecha solamente con estructuras no sirve para nada, si faltan los presupuestos fundamentales. Los hechos lo están demostrando.
Lucha y peregrinación
Vuestras capillas están desiertas y vuestras salas cinematográficas son instrumentos de veneno, en vuestros centros de reunión no raramente se blasfema y se habla un lenguaje que no es cristiano. Muchas instituciones se han derrumbado; la llamada pastoral institucional está en un estado de quiebra. Es inútil querer hacerse ilusiones, las concepciones materialistas de la vida no pueden más que poner sólidas raíces en cristianos profundamente enfermos de anemia espiritual. Grupos promiscuos de jóvenes y muchachas, que por libertad excesiva, por la moda indecente y por las influencias deletéreas de lecturas y de películas eróticas no pueden resistir, de cristianismo tienen sólo la etiqueta, pero sustancialmente son paganos. Estos son vicios de una pastoral institucional que no puede sostenerse, porque está carente de la visión fundamental de la vida. La vida cristiana debe ser concebida como milicia, es decir, como lucha incesante contra Satanás y sus aliados; debe ser concebida como peregrinación. Las instituciones para una Pastoral eficiente eran válidas cuando los cristianos eran buenos, pero hoy que ellos son paganos, las instituciones tradicionales frecuentemente son ocasión de mal. Te bendigo, hijo mío.
10 de Junio de 1976
QUIÉN ES SATANÁS
Escribe, hijo, y no temas nada. Un día comprenderás por qué ahora quiero de ti esta dura experiencia, y todavía te digo que no te preocupes de la incredulidad de quien, más que tú o como tú, debería creer, pero no cree. Cuando quieran creer no tendrán el tiempo de ello. Duras palabras éstas; pero tú sabes que mis palabras son verdaderas y que no cambian. Ahora, quiero profundizar todavía más en lo que ya te he expuesto en Mensajes precedentes. ¿Quién es Satanás, en el que muchos no creen y otros creen confusa o vagamente? Después de Dios era la criatura más bella, la más rica en dones y en potencia. Es persona espiritual, viva, real y potente, convertida de Ángel en el monstruo más horrible por fealdad y por perfidia, por su sed inextinguible de mal y de odio. Es el Mal, porque se identifica con el mal. Ha rechazado a Dios por soberbia, para ser el dominador y señor del Reino de las tinieblas.
Satanás es aquel que ha determinado, con un acto de su voluntad, su personal perdición eterna y la de las legiones que han creído en él y le han seguido. Él determinó también, con la astucia y la mentira la perdición de la humanidad, insidiando a los primeros padres, induciéndolos con el engaño a la rebelión a Dios, a repetir su pecado. Está confirmado en su pecado, por eso sabe que no puede haber, ni ahora ni nunca, posibilidad de cambiar su suerte de odio desesperado. Satanás es el Mal en continuo movimiento, sin pausa ni siquiera por un instante; Satanás es mentira, es oscuridad; Satanás, en cuanto lo puede ser una pequeña criatura en relación con el Infinito, es lo opuesto de Dios. Dios es Luz, Amor, Justicia y Verdad; Satanás es lo opuesto a todo esto. Satanás es el enemigo jurado de Dios, en particular del Verbo hecho Carne y de Su Iglesia, del Uno y de la Otra quiere la destrucción. Está bloqueado en este loco y malvado propósito, por lo que no desiste un solo instante en perseguirlo con sus fuerzas. Este conocimiento del Maligno, hijo, es presupuesto sustancial de cualquier pastoral. Es absolutamente inconcebible una pastoral eficaz sin una visión viva y precisa de esta realidad de base.
Implacable enemigo
Satanás es también el Enemigo por excelencia de la Virgen Santísima. ¿Qué pastoral pueden hacer tantos Sacerdotes que no tienen una fuerte e iluminada devoción a mi Madre y suya, o que no creen en estas realidades, o bien las creen de modo confuso? Toda acción pastoral de cualquier naturaleza es infecunda si no se apoya en los sólidos fundamentos de la Fe en Dios, Creador, Salvador y Redentor, y en la existencia del implacable e irreductible enemigo del bien, Satanás. A esta fe va unida la firme convicción de que es necesario subir al Calvario con Cristo: "quien quiera venir en pos de Mí tome su cruz..." Las disquisiciones teológicas son inútiles si no tienen como base esta realidad. Actualmente se construye sobre la arena. La crisis de Fe ha desviado la acción pastoral por muchos cauces tortuosos que no llevan a las almas a Dios. También aquí, hijo, debo lamentar pérdida de tiempo en demasiadas reuniones. De por sí serían muy útiles, si en estas juntas se volviera a encontrar el coraje de ir a las raíces, es decir, de afrontar el problema en su punto crucial. Esto es consecuencia de la crisis de Fe que Satanás, con perseverante tenacidad, ha logrado traer a la Iglesia y al mundo. Meditación seria ¡Oh hijo mío, cuánto se han alejado del camino maestro, recto y seguro! Si se leyera el Evangelio, o mejor aún, si el Evangelio fuera objeto de seria meditación e imitación, se encontraría la luz necesaria para volver a llevar a mis Obispos, a mis Sacerdotes al Camino en el que no se pierden. Parábolas, hechos y enseñanzas sobre este punto tan importante son tan numerosas que la duda por tanto no debería rozar el ánimo de nadie; en cambio tú mismo ves cómo van las cosas. Hijo, reza y repara. No te avergüences de rogar a almas buenas la limosna de oraciones y reparaciones. Déjales decir; ¡no ven, no comprenden! El amor que me traigas sea tan grande que cualquier otra cosa o juicio en relación tuya se disuelva en la nada. Observa los juicios humanos como pompas de jabón. ¿Qué puede hacerte una pompa de jabón? ¿Y qué te pueden hacer los juicios de los que no creen? Te bendigo, hijo.
11 de Junio de 1976
ARROJAD LOS DEMONIOS
Escribe, hijo, sin ningún temor. Dilo, ¡que Jesús no está contento! No puedo estar contento ante la grosera ceguera de los Pastores y de los Sacerdotes con relación al problema sustancial de la Pastoral. Ya te he dicho algo de Satanás y sus legiones; no te he dicho todo sobre él, sólo lo que necesitas conocer. Él puede mucho más sobre la naturaleza humana de lo que el hombre puede sobre la naturaleza animal, y tú ves cuánto puede el hombre sobre la naturaleza animal. Él sabe induciros a un radical cambio en el modo de vivir. El hombre puede dominar a un animal, pero Satanás puede dominar a un hombre mucho más, mucho más. Te he hablado poco antes de ceguera grosera. Sí, hijo, y he aquí las consecuencias de la culpable inactividad de muchos Pastores y Sacerdotes frente a la febril, incesante acción demoledora del Enemigo. Yo, Jesús, durante mi vida pública, no me he limitado a anunciar la verdad; he curado enfermos, he liberado endemoniados y consideraba también esto una parte esencial de mi pastoral. Hoy no se hace (porque los Pastores no quieren ocuparse personalmente de ella y sólo raras veces la delegan en otros) esta parte de la pastoral. Yo la delegué en mis Apóstoles para que los Apóstoles y sus sucesores la realizaran. Si lo he hecho Yo, Jesús, también los Pastores de hoy deberían bendecir y exorcizar.
No son hoy menos los que sufren por culpa de Satanás, al contrario, son más que en aquel tiempo.
Inmovilismo interior
El comportamiento que tienen hoy los Obispos, salvo siempre las debidas excepciones, no es ciertamente el deseado por Mí, no es el que Yo quisiera. Que el padre no esté presente, pudiéndolo, donde están los hijos que sufren está verdaderamente contra la naturaleza de las cosas. Sin embargo, esto es lo que sucede habitualmente. Que un padre delegue en otro para que lo represente ante el hijo que sufre, no es menos amargo que lo que se ha dicho antes. Que luego un padre no crea ni siquiera en el sufrimiento de tantos hijos suyos, que también evidentemente sufren, se considera imposible. Sin embargo, es lo que habitualmente sucede. Pero hay más, hijo mío, no temas y escribe: que luego un padre llegue a obstaculizar a aquel que por un sentimiento de piedad debida (he dicho piedad, y no justicia) se tome el cuidado de sus hijitos que sufren, esto está hasta fuera de toda lógica y contra todo sentimiento de amor paterno. Hijo, dilo fuerte, esto continuamente se verifica en mi Iglesia. Estos Pastores se mueven en la periferia de sus almas y de sus corazones pero están inmóviles en el centro. ¿Qué quiero decir con estas palabras? Exteriormente son activísimos, a veces hasta demasiado; quedando inmóviles, o casi, interiormente. Muchos de ellos son víctimas del frenesí de la acción. ¡Mucho mejor si fueran víctimas mías! Mis víctimas, al contrario, son casi inmóviles externamente, movilísimas y activísimas interiormente ¡Son ellas las que salvan a las almas! Son las víctimas voluntarias las que han frenado hasta ahora la justicia divina. Son mis víctimas la verdadera levadura, el fermento de la Iglesia. A ellas Yo no les puedo negar nada, no al activismo exterior de tantos Pastores.
La iglesia languidece
Dada la necesidad de que Obispos y Sacerdotes tomen en consideración el problema de tantas almas que sufren, fórmese en cada diócesis, al menos inicialmente, un comité de fervientes Sacerdotes y laicos que den lugar a una cadena de almas dispuestas a ofrecer cada día, con sus sufrimientos, al menos una hora o una media hora de oración por los que sufren por culpa de los Espíritus malignos, y que puedan bendecir a quienes sufren en determinados días, en una determinada Iglesia. Ninguna razón detenga a los Pastores y a los Sacerdotes voluntariosos para cumplir este deber: es un problema de actualidad. ¿No os habéis dado cuenta de nada? ¿No os habéis dado cuenta de que la Iglesia languidece y agoniza por culpa del Maligno? ¿No os dais cuenta de que algo tremendo está madurando? ¿Qué hacen, qué piensan algunos? Despójense de la presunción que les quita la gracia y el consuelo de la luz. Te bendigo. Ámame
12 de Junio de 1976
EL HUMO DEL INFIERNO
Escribe hijo: Llamo una vez más la atención sobre las palabras de mi vicario en la tierra: "El humo del Infierno ha entrado en la Iglesia". Nadie, o casi nadie ha dado la debida importancia a esta expresión del Papa. Pocos han sabido dar a estas palabras un sentido práctico. El humo, habíamos dicho, mancha y oscurece. Satanás ha oscurecido la mente de muchos que estaban en la cabeza de las estructuras que deberían servir para una pastoral de salvación. Congregaciones, órdenes religiosas, seminarios, conventos, colegios, escuelas, casas parroquiales, iglesias... ¡el humo del Infierno ha entrado por todas partes! Por otra parte, el humo es como el agua: lo ves llegar y quizá no sabes ni de dónde. Se insinúa, penetra, mancha, sin dar impresión de ello. Ésta ha sido y ésta es la acción de Satanás. Infección difundida Ya te he hablado de grosera ceguera: ahora te confirmo que esta expresión responde a una dolorosa realidad. Hijo, no desciendo a detalles porque los detalles ya no existen. Se trata de un mal social pavorosamente difundido en la Iglesia. ¿Seminarios infectados? ¡Cuántos! ¿Órdenes religiosas infectadas? ¡Cuantas! Es el humo del Infierno que se ha insinuado por todas partes, no perdonando siquiera el Vaticano ¿Y parroquias infectadas? ¡Cuántas! Suceden hoy en mi Iglesia cosas que no se pueden explicar humanamente, sin una intervención personal del Demonio. Detalles lamentables siempre los ha habido. Comenzaron en el Colegio Apostólico con la traición de Judas y con la huida de los Apóstoles. Luego las herejías y los escándalos se han sucedido en los siglos. Donde está el hombre ahí también está su acérrimo enemigo, Satanás, que no ahorra nada para inducir al hombre al mal. Por esto os he enseñado Yo a pedir diariamente la liberación del maligno.
El Santo Padre ¿Qué ha querido decir con las palabras: “Suceden hoy en la Iglesia cosas que sólo se pueden explicar con la intervención personal del Demonio”? Mi Vicario, antes que nada, ha querido reafirmar una verdad de fe porque ella resulta clara y repetidamente de la Revelación. En segundo lugar ha querido reafirmar que Satanás es persona viva y real, pavorosamente activa y ferozmente malvada, en perenne movimiento para difundir veneno espiritual mucho más peligroso que el más potente veneno material. Son las cosas que él lleva a cabo en perjuicio de la Iglesia, a las que alude el Papa cuando señala su intervención personal en la Iglesia hoy. Su acción es universal y los actos criminales, que urde a la sombra de congregaciones y de sectas, son innumerables. Mi Vicario, por la posición preeminente que ocupa en la Iglesia y en el mundo y por la gracia de su estado, conoce bien los males que Satanás perpetra en la Iglesia. Mi Vicario conoce los males que Satanás lleva a cabo en la Iglesia valiéndose de traidores, de corruptos de toda ralea, de Sacerdotes apóstatas y renegados, para los que debéis querer y pedir la salvación.
Oración y ayuno
Pero aquí debo recordar mis palabras dichas a los apóstoles: que hay demonios que no todos pueden arrojar. Para arrojarlos se necesita mucha oración y mucha penitencia. Se verá a qué tremendos excesos llegará la acción del Maligno; muchos de los que hoy no ven, o ven confusamente, cambiarán de opinión, si tienen tiempo de ello. En mi Iglesia renacida será éste el gran tema en el que se basará la catequesis: formar a los cristianos como verdaderos y conscientes combatientes contra las fuerzas del mal. Si el Enemigo no desiste de sus ataques, tampoco deben cansarse los combatientes en la defensa. Hijo, te bendigo y contigo bendigo a los que verdaderamente van a querer emplearse, en todos los modos y con todos los medios, en la defensa de las almas de las fuerzas del Mal.
13 de Junio de 1976
EL GRAN DESAFÍO
Escribe hijo mío: Ahora te digo lo que los demonios pueden hacer con innumerables medios. Pero en primer lugar ¿Por qué pueden hacer tanto? Es porque Yo los he creado libres y no les he quitado los dones naturales. Obran sin pausa, desde la caída del hombre, induciéndolo con el engaño a desobedecerme a Mí, inculcando en el hombre su mismo tremendo vicio: la soberbia. Obrando contra el hombre, su falsedad y maldad se funden conjuntamente en una mezcla espiritual que abrasa y explota. Ningún medio se desaprovecha, lisonjas, seducciones, sensualidad, moda provocativa, pornografía, fraude, hurto, violencia, terror y todo cuanto su agudísima inteligencia les permite inventar. Su grande y loco sueño es emular a Dios; ¡cómo Dios, quiere poseer un reino! Con la insidia tendida a los primeros padres, lo logró en cierto modo. Con la caída de Adán y Eva, la humanidad le pertenece; sería suya en el tiempo y en la eternidad si no hubiera intervenido Yo. Nació así el río de aguas impuras con todos los males; nació el sufrimiento, nació la vergüenza, nació la concupiscencia, se desbocaron todas las pasiones. Por aquel pecado ha entrado la muerte en el mundo, ha entrado el trabajo con sudor: es el mal que ha nacido de Satanás y que se vuelca sobre la humanidad.
No juzguéis
El desafío fue lanzado, pero el desafío lanzado a Dios le costará caro, en el tiempo y en la eternidad. Los hombres que no han aceptado la soberanía de este terrible tirano, los que verdaderamente creen en Dios, se preguntan asombrados: ¿Pero por qué todavía puede tanto? ¿Por qué Dios, que es infinitamente más grande y más potente, no le impide actuar? ¿Por qué no lo encierra en su Infierno? A esta pregunta ya se ha respondido: no os toca a vosotros juzgar el obrar de Dios. ¿Quiénes sois vosotros para presumir de poderlo hacer? De todos modos Yo mismo os he iluminado, y vosotros sabéis las razones principales al menos. Dios no priva nunca a sus criaturas de los dones dados gratuitamente. Son las criaturas las que pueden perderlos, como el don de la Gracia, destruido, sea en los ángeles, sea en los hombres, no por parte de Dios sino por libre elección de los ángeles y de los hombres. Los dones naturales permanecen también con el pecado. Pero Dios por un misterioso designio de su Providencia, somete el mal al bien. También Satanás un día deberá reconocer haber servido siempre a Dios. Las tentaciones que el Demonio despliega sobre el hombre sirven frecuentemente para hacer al hombre más prudente, mas asiduo a la oración, esto es, sirven para empujarlo hacia Dios.
La tentación no rechazada, sino acogida y consumada en el pecado, sirve para humillar al hombre y castigarlo por su presunción. Es difícil para vosotros penetrar en los misteriosos designios de Dios, todos de amor, de misericordia y de justicia. En esta última palabra quiero detener de nuevo vuestra atención. Dios da a todos la gracia suficiente para salvarse. Quien la rechaza comete una injusticia con relación a Dios. La justicia divina restablece el equilibrio roto por culpa de la criatura ingrata y rebelde a los dones de Dios.
Justicia perfecta
Para vosotros cristianos bastaría saber que Dios es amor infinito. Por eso esto debería bastar para confiar ciegamente a Él sin la presunción de querer criticar su obrar. De todos modos, Satanás, el genio maléfico del mal, incapaz de bien, en el día del juicio final, con vergüenza desesperada, deberá admitir haber prestado una grandísima contribución a la santificación y por tanto a la glorificación de una multitud de santos, de mártires, de vírgenes, de bienaventurados comprensores del Paraíso. ¡Designio maravilloso, misericordioso, designio misterioso de la omnisciencia y omnipotencia divina! Confusión grande aquel día de llanto y de amargura, pero también día de justicia perfecta. Yo, el Verbo de Dios hecho carne, en presencia del Cielo y de la tierra, de todos los vivientes de mundo invisible y visible, en el fulgor de mi gloria y majestad divina, mostraré mi potencia infinita. Yo, la Resurrección y la Vida pronunciaré la sentencia sin apelación sobre quien ha ahogado la Vida divina y humana en la muerte. Aquellos que hayan creído en Mí vivirán eternamente. Aquellos que no hayan creído en Mí tendrán muerte eterna, en aquel lugar de tormento sin fin y sin esperanza. ¡Hijo mío, se necesita ser verdaderamente insensatos y ciegos para no ver! Reza y repara. No te canses, ofréceme tus sufrimientos. Ellos me son gozosos porque con ellos puedes traerme almas. Te bendigo.
13 de Junio de 1976
VERDAD DE FE
Remacha, hijo, esta verdad: de toda la Revelación y especialmente del Evangelio resulta claramente la existencia de Satanás y de sus legiones. Por esto es verdad de Fe. El negar esta verdad es comportamiento herético. El negarse a enseñar esta verdad es igualmente herético. Herejes por tanto son los que de mala fe niegan esta realidad. Negar la existencia del Demonio significa también negar la caída del hombre; es negar el pecado original y por tanto la Redención y, por consiguiente, la Iglesia. Negar la existencia del Demonio quiere decir demoler el cristianismo, al negar de él el origen y la finalidad. Negar la existencia del Demonio es negar no sólo una verdad revelada, sino quiere decir negar la evidencia, ya que no habría ninguna explicación aceptable para aquellas cosas que han sucedido, que suceden y que sucederán, y que humanamente no se puede explicar sin la intervención directa de Satanás. ¿Es concebible que un sacerdote pueda llegar a tanta incredulidad, sin la maléfica influencia de Satanás? Satanás nunca es ajeno a estos horribles pecados de impiedad.
La mona de Dios
Alguien, hijo, te objetará que, ¡con todo lo que se ha escrito en estos Mensajes, Satanás ha sido elevado en su prestigio de Príncipe de este mundo, si no glorificado! Ciertamente no se puede negar que Satanás, por la superioridad de naturaleza, está en condiciones de poder conseguir ventaja, con una cierta facilidad, sobre vuestras personas, sobre familias y sobre todas las estructuras religiosas y civiles, económicas y políticas. Él, no condicionado por el tiempo ni por el espacio, puede obrar en todas partes. Él, la mona de Dios, se esfuerza en obrar como Dios, pero en modo opuesto. Esto, naturalmente es loca soberbia, porque entre él y Dios hay una distancia infinita. De su acción no salen sino rencores, envidias y celos, pleitos y fraudes, hurtos y blasfemias, obscenidades y violencias: es la cloaca de todos los males. Colosal error de la pastoral moderna, es precisamente, el no haber centrado el problema de la Iglesia, de la vida cristiana: Dios Sumo Bien. Al lado opuesto: Satanás, el Maligno. Entre los dos, el hombre es el objeto de la lucha permanentemente en ejecución. Dios, Amor infinito, inmola incesantemente a su Hijo unigénito para la salvación del hombre. Dios tiende hacia el hombre para proporcionarle los medios necesarios de defensa y protección contra la obra de perdición del Maligno. Él, el Maligno, tiende hacia el hombre para arrancarlo del Amor de Cristo y dirigirlo hacia el camino de la ruina eterna. En el centro de este duelo, el hombre, libre e inteligente, puede decir sí, a su Salvador como puede decir también no, y hacer tender su alma hacia el Seductor, hacia su condenación eterna.
Dramática alternativa
¡Trágica y dramática responsabilidad la de este hombre que, durante su peregrinación terrena, se encuentra siempre en la alternativa de escoger¡ ¡Ésta es vuestra prueba! La lucha interior que debéis necesariamente sostener es la razón de vuestra presencia en la tierra. Sobre los orígenes, las causas, las finalidades de esta dramática lucha, vosotros, Cristianos, no habéis sido formados e instruidos más que superficialmente. De aquí mi disgusto y mi dolor. Mi Padre ha amado tanto a los hombres como para darme a Mí, su Hijo Unigénito, para salvación de ellos, y los hombres, también por insuficiente conocimiento del único verdaderamente grande problema de su vida, y por el maléfico influjo de Satanás, hoy en gran número se pierden. ¿Cómo pueden los verdaderos padres de las almas concederse paz? ¿Cómo pueden dormir sueños tranquilos? ¿Cómo puede un Sacerdote mío no sufrir por la terrible realidad de la que él es parte? Hijo, las cosas no habrían llegado a este punto si hubiera habido más Fe. Y hubiera habido más Fe si este incomparable don me hubiera sido pedido con perseverancia, si se hubiera desconfiado más de sí mismo y confiado mayormente en la Misericordia y Providencia de Dios. Hijo, ánimo, aunque las consecuencias serán gravísimas. La purificación remediará la responsabilidad culpable de muchos en mi Iglesia. Te bendigo, y contigo bendigo a aquellos que se ponen a disposición de mi Providencia que tiende a aliviar tantos sufrimientos que hay por culpa del Maligno.
13 de Junio de 1976
FALTA DE CAUTELA
Hijo mío, escribe lo que L. te va a decir: - Don O., esperaba este momento. ¿Recuerdas lo que te dije en mi último mensaje? Dije que en el Paraíso ninguna cosa puede hacernos... enfadar. La visión de Dios, la participación activa en su Vida es algo tan grande que no es explicable en términos humanos. Aquí la felicidad es plena y perfecta; nada puede cambiarla, por esto no hay lugar para lo que vosotros llamaríais enfados. Pero te repito, Don O., si hubiera lugar para enojarse no habrían faltado motivos y estos motivos son precisamente causados por vosotros. Todo lo que se os ha dicho antes, durante y después del viaje, no ha servido para mucho. Vosotros continuáis viviendo vuestro tran-tran de vida, sin hacer ningún esfuerzo por penetrar el contenido de los mensajes. De nada han servido las advertencias para poneros en guardia contra quien, siguiéndoos por todas partes, desviaba vuestra atención hacia intereses y objetivos diferentes a los fijados por la Providencia. Ha logrado, por esa falta de cautela necesaria, descubrir lo que no debía haber conocido nunca de vuestra parte. Así le ha sido fácil desviar vuestros planes, confundir vuestras ideas, generando dudas y deteniendo toda actividad dirigida a realizar el plan del Señor.
Sólo un velo
Don O., ¡cuántas cosas lamentables han sucedido! Aún no tenéis la convicción clara de haber sido elegidos para ser instrumentos de la Voluntad divina. ¡No ha habido continuidad ni de fe, ni de correspondencia a los designios de Dios! - L. ¿Qué sucederá ahora? - Dios es grande e infinitamente bueno, os toca a vosotros reconocer humildemente las lagunas de vuestra fe. Don O., aún estando nosotros todavía tan cercanos, vosotros no estáis todavía convencidos. Una vez más os repito que sólo un misterioso velo nos divide. Nuestra vida es muy diferente de la vuestra, pero está muy cercana. Vosotros estáis en la refriega, nosotros estamos en la infinita paz de Dios, que nada puede turbar ni alterar. Don O., os repito: sed más solícitos de las cosas del Cielo y no para las de la tierra. ¿Qué valen las cosas de la tierra? ¡Nada! ¡Nada!, ¡Nada! ¡De ellas ni siquiera quedará el recuerdo! Si hubiera habido esta solicitud por las cosas de Dios, no se habrían realizado esas deficiencias y fugas.
Espiritualmente preparados
Don O., atención a no frustrar los planes del Señor y nuestro ardiente deseo de ayudaros. ¡Tened confianza en nosotros, que os seguimos paso a paso! Como vosotros, nosotros también conocimos dudas, indecisiones, intrigas suscitadas por el común Enemigo.
Don O., dirás a mi madre que no le ha faltado toda mi protección y mi amor de hija, amor que la muerte física no corta sino perfecciona. No le faltará ni siquiera en el futuro, cuando tendrá mayor necesidad de ella. Dirás a mi madre que están en mi corazón también la hermana P., los sobrinos y los demás que me fueron y me son igualmente queridos. Por todos pido, intercedo y vigilo. Dirás también a mi madre que es necesario estar espiritualmente prevenidos y preparados para la oscuridad que va haciéndose más densa inexorablemente.
14 de Junio de 1976
LAS RAZONES DEL ODIO
Escribe, hijo mío: Satanás odia a la naturaleza humana en cuanto tal, por esto odia a todos los hombres, en modo particular a los cristianos. Antes de su rebelión, la obra maestra de la Creación era él. Después de Dios no había nada más grande, más perfecto, más resplandeciente. Esta grandeza suya le hizo calcular ser semejante a Dios. — de aquí el rechazo de reconocer al Señor Dios, Alfa y Omega de todo y de todos. — de aquí su grito de rebelión "non serviam tibi" (No te serviré) — de aquí el desafío de San Miguel que se puso a la cabeza de las legiones fieles al grito de "¿Quien como Dios?". Hubo así en el Cielo la más terrible batalla que la historia de la Creación recuerde. Las legiones Angélicas se dividieron y para los rebeldes hubo el Infierno. Satanás tiene una segunda razón para odiar a la naturaleza humana. De la naturaleza humana brotó el Retoño de Jesé. Para la naturaleza humana el Verbo se hizo Carne, asociando a Su Naturaleza Divina la humana, en la persona de Cristo. La naturaleza humana mortalmente herida, caída bajo la tiranía de Satanás, fue liberada y sublimada. Le fue restituida la primitiva dignidad, brutalmente pisoteada y destruida con el engaño: “Si coméis de este fruto, os haréis semejantes a Dios”.
La flor más bella
Pero Satanás tiene todavía otra razón para odiar a la naturaleza humana, una razón de envidia y celos. De la naturaleza humana surgiría una criatura, la más bella flor del Cielo y de la tierra, "Humilde y alta más que criatura", ningún ser la podrá igualar. Objeto de las complacencias divinas, Ella no conoció nunca, ni siquiera por un solo instante, la esclavitud de Satanás. Satanás no puede mirarla, no puede pensar en Ella sin ser por ello turbado desesperadamente, sin sufrir como a ninguno de vosotros os es dado poder comprender. Satanás odia a MARIA, la Hija de Dios, la Madre de Dios, la Esposa de Dios, el objeto de las complacencias divinas, la flor más bella del cielo y de la tierra, la Obra Maestra de la potencia, de la omnisciencia, de la omnipresencia divina. De estos dones divinos la "llena de Gracia" vive, en una comunión perfecta con el Padre, su Creador, con el Hijo, su Redentor, con el Esposo su Santificador. Ante Ella se inclinan las legiones angélicas, todos los Santos del Paraíso. María pone en fuga las potencias tenebrosas y con su pié aplasta, cada vez que quiere, la cabeza de la serpiente venenosa, Satanás.
Desesperada ilusión
Por María, Satanás ha sido destronado; por Ella ha perdido desde el comienzo su obstinada guerra contra la humanidad. La oscuridad le impide ahora conocer toda la verdad. Él, de nombre Lucifer, es decir, emisor de luz, es ahora tiniebla y genera oscuridad. No conoce, sino en modo confuso, el Misterio de la Encarnación del Verbo, por lo que nutre y cultiva en sí mismo la desesperada ilusión de poderlo vencer, destruyendo con Él a la Iglesia, brotada de su Corazón herido. Satanás odia sin límites a Cristo, a Su Madre y a la Iglesia con la ilusión de poder destruir a quien le impide a él el dominio sobre la humanidad, a la que él considera aún su presa. La loca ilusión es originada por su desmedido orgullo, puesto que la soberbia es, por sí misma, oscuridad espiritual. El soberbio no podrá nunca poseer límpida la verdad, que es hija de la humildad. He aquí, hijo mío, en síntesis, cuanto necesita saber quien debe luchar en el mundo para alcanzar la gran meta de la salvación del alma. Ahora, hijo, intenta proceder con solicitud para que se dé principio a un librito de mensajes para hacerlos llegar a las almas que tienen necesidad de ellos y están esperando. Te bendigo, hijo. Extiendo mi bendición a todos aquellos que colaboran contigo en la realización de mi plan de amor. Reza y ámame.
14 de Junio de 1976
UNA MUJER TE APLASTARÁ
Escribe, hijo mío: ¿Cuántos son los espíritus del mal? ¡Un número grande! Son millones de millones y pululan por todas partes. Todos están congelados en la voluntad del mal. No todos son igualmente culpables y por tanto no son igualmente castigados, pero todos viven en el terror. Infunden miedo, pero ellos viven también en el miedo que jamás tendrá fin. Su caudillo, que puede desencadenar desórdenes personales y sociales, familiares, nacionales y mundiales, que puede suscitar monstruos de tiranía y ferocidad, y sabe infundir terror sobre naciones enteras, él también, Satanás, vive en el miedo. Vive en el terror de una Mujer que ha destruido su sueño de supremacía infernal sobre la humanidad. He aquí porqué las almas, que verdaderamente viven de fe, no le temen, es más, lo pueden hacer huir, si lo quieren. Después de la caída, Dios habló a los primeros padres, les impuso la penitencia y les prometió la redención. Dirigiéndose luego al autor de tanto mal, lo maldijo y le prometió la dura derrota: "Una mujer te aplastará la cabeza". Estas palabras de Dios fueron para Satanás, y lo serán eternamente, el castigo más grande. La sombra de la Virgen Santísima le sigue por doquier; es para él un terror desesperado; para él no hay reposo, quemado y requemado por la voluntad de mal, sin embargo consciente de que la victoria final será de la Mujer y de Su Hijo.
Sufrimiento eterno
Ilimitada la catástrofe fríamente querida y obrada por él, pero sin dimensiones también el castigo impuesto infligido a él. El alma humana es incapaz de abarcar, en todo su dramatismo, la inmensa tragedia provocada por el Maligno. Sus secuaces son como otros tantos príncipes de las tinieblas y son obradores del mal, como ya os he dicho antes, en la medida de su responsabilidad. Como será para los hombres, arrollados por ellos en la perdición eterna pero en grados diversos, así es el eterno sufrimiento de los demonios. Este mundo tenebroso e invisible, tan poco y mal conocido por los hombres y hasta por los cristianos, pesa como una capa de plomo sobre la humanidad. Es incomprensible la casi indiferencia de los pastores de almas ante este problema que les toca tan de cerca. Es incomprensible la indiferencia de los cristianos ante este misterioso pero real mundo del Más allá, al que está también ligada vuestra existencia terrena y tal vez vuestra felicidad o infelicidad eterna. ¿Por qué vosotros, hombres capaces de penetrar y entender las cosas con los dones naturales de inteligencia y voluntad, no os esforzáis luego en usar estos dones para el problema más importante de vuestra vida: vuestra salvación eterna?
No duerme
Es tiempo de quitar los velos con los que Satanás ha ofuscado en vosotros la verdad. Debéis admitirlo: le habéis dejado a él la facultad de oscurecer vuestras mentes y de narcotizar vuestra voluntad. ¡Necesidad de despertaros! El Enemigo no duerme. Él os sigue a todas partes, pero nada podrá contra vosotros si permanecéis unidos a Mí, Jesús. Debéis estar conscientemente convencidos de que con la gracia divina podréis siempre derrotar a Satanás. Dios, que es Amor, es vuestra ayuda, vuestra salvación. David, en el nombre de Dios, con una honda venció al gigante Goliat, vosotros también, en el nombre de Dios y de Su Madre Santísima, cada vez que lo necesitéis, podréis vencer al Gigante del reino de las tinieblas.
15 de Junio de 1976
¿QUIÉN SE PREOCUPA?
Hijo no es una pregunta superflua, sino coherente con todos los precedentes mensajes. La respuesta a esta pregunta es verdaderamente triste. No es mi intención nivelar a todos bajo el mismo plano, al contrario, es necesario excluir a aquellos que, animados por una ardiente fe, obran en conformidad contra las fuerzas del mal, para alivio y consuelo de tantas almas que sufren. Pero debo considerar deplorable el comportamiento de no pocos Pastores y de muchísimos sacerdotes que, por falta de conocimiento del problema, se mantienen indiferentes, como si esto no fuera de su incumbencia. Son extraños, como si fuera un negocio de otros y no de ellos, permanecen insensibles, por lo que ni siquiera se preguntan por qué las almas debieran sufrir por culpa de los demonios. Muchos no creen, o creen de un modo confuso y ambiguo, por lo que se mantienen afuera de cualquier concreto interesarse. Indiferencia La actitud de indiferencia de los sacerdotes es antipastoral. Es precisamente la actitud absurda de los que voluntariamente toman un camino opuesto a la meta que tienen intención de alcanzar. Esta es otra impresionante contradicción actualmente existente en la Iglesia.
Se acepta el sacerdocio, se acepta el convertirse en corredentores con Jesús para la salvación de las almas y luego se rechaza el seguir a Jesús en la lucha que Él ha realizado y continua realizando para arrancar las almas a Satanás y al Infierno. ¿Por qué nunca me he me he dado a conocer como Aquel que se opone a Satanás? El Misterio de la Encarnación es en primer lugar un Misterio de infinita humildad, como el pecado de Satanás es misterio de ilimitada soberbia. Haced el paralelo. Satanás, infinitamente inferior a Su Creador, sueña con equipararse a Dios. Dios en cambio se hace hombre, abajándose a Sí mismo hasta hacerse Carne en el seno de María. Satanás sueña con un trono y quiere un reino. Yo, Verbo de Dios hecho Carne, nazco en un establo, pobre entre todos los pobres. Satanás rechaza la obediencia y Yo, Jesús, que soy el Dios Creador y Señor de todas las cosas, lavo los pies a mis Apóstoles. Satanás arrastra a la humanidad a la muerte, al caos, al desorden de toda clase. Yo muero en la Cruz. En la Cruz tiene inicio mi victoria y mi triunfo, "Cum exaltatus fuero ecc..." (Cuando haya sido levantado etc. Jn 8, 28). Yo vengo al mundo, vivo, obro y muero en antítesis a Satanás. El Sacerdote iluminado, que vive de fe, no puede escoger sino el camino pisado por Mí, indicado como el único a seguir. Yo Soy el camino, Yo soy la vida. Satanás ha traído la muerte al mundo, Yo he traído la vida. "Ego sum resurrectio et vita" (Yo soy la Resurrección y la Vida Jn 11, 25)
¿A cuantos he curado?
He empezado primero a hacer, luego a enseñar. Si tomáis en la mano el Evangelio podréis constatar cómo Yo he obrado verdaderamente. Mi principal ocupación y preocupación ha sido la de conocer y acercarme a los que sufren, aliviar las penas, curar las enfermedades, perdonarles los pecados y liberar a los poseídos de los espíritus del mal. ¡A cuántos he curado! ¿Qué hace pensar a Obispos y Sacerdotes que no deban imitarme en esta importante obra de apostolado? ¿No es éste un medio para llegar a las almas y acercarlas a Dios? ¿No es, ésta, buena y eficaz pastoral? ¿Tal vez se duda de no poderlo hacer? Entonces Yo, Divino Maestro, habría impartido a mis Apóstoles una orden no ejecutable ¿qué Maestro habría sido? ¿Por qué los Santos con tanta eficacia bendecían y sanaban? Aún en estos años Obispos y Cardenales Santos ¡cuántas veces no lo han hecho! Sin embargo han sido Pastores de este siglo, de esta generación. La causa de la ineficacia de tantos pastores, ¿no se debe buscar más bien en la falta de fe y de penitencia? Hagan mis Obispos un examen de conciencia sobre estos dos puntos y verán las razones por las que se han alejado de una sólida pastoral. Es inútil huir la cuestión, tachando de locura a quién os la propone. Recordad, Pastores de almas, que quien os propone estas impelentes interrogaciones, no es un pobre Sacerdote, sino soy Yo, Jesús. Hijo, te bendigo. Ámame y no te preocupes de los juicios humanos.
15 de Junio de 1976
LA HORA DE LA REVISIÓN
Hijo, escribe: Ahora sabes por qué Satanás y sus legiones Me odian, odian a mi Madre y vuestra y odian a la humanidad entera. Ahora sabes hijo mío que este odio se concreta en una acción incesante, sin jamás un solo instante de descanso. Toda su actividad está terriblemente organizada, toda dirigida a la ruina material y espiritual de los hombres, hacia el loco designio de poder luchar con Dios de igual a igual. De esto están convencidos los demonios. Después que San Miguel se alzó al grito: "¿Quién como Dios?", sabes que Satanás y sus legiones, han quedado congelados en esta loca convicción, por lo que no abandonan la esperanza de poder salir vencedores. Por esto, hijo mío, no querrán soltar lo que consideran su presa sin violentísimas reacciones, que serán causa de tanto sufrimiento y que Yo, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, someteré a la purificación de mi Iglesia. Ahora conoces el estado de ánimo de los cristianos, sacerdotes y pastores. Ahora sabes que la Iglesia ha llegado a encontrarse en condiciones de inferioridad frente a sus irreductibles enemigos, no por culpa de Dios, no porque le falten los medios de defensa, sino porque no ha reaccionado a los asaltos, a las insidias, a las tentaciones con las que ha sido agredida. Ahora, hijo, tienes un cuadro preciso de una situación en gran parte culpable, cuya responsabilidad cae en sus Obispos, sus sacerdotes y sus fieles, naturalmente en medidas diferentes.
En conocimiento de todos Este cuadro te ha sido dado a ti, pero tú eres el instrumento escogido para llevarlo al conocimiento de todos. No lo olvides. Ya ves cómo este designio desagrada a las fuerzas del Infierno, ya ves cuánto te han hecho sufrir, pero no temas.
No te dejes ni engañar, ni asustar por las estúpidas agresiones con las que te molestan. ¡Todos sepan, pastores y sacerdotes, que la hora de la revisión ha sonado! Deben revisar toda su acción pastoral planteada actualmente sobre reglas falsas. Si no lo hacen, serán después obligados a hacerlo. No se renueva nada, nada se regenera, sino partiendo de los presupuestos que claramente te he expuesto. Tomen el Evangelio en la mano, mediten mi acción pastoral. ¿Qué más puedo decir? ¿Qué otras indicaciones más precisas podría dar? Hijo ¡procura no perder tiempo! Los muchos pecados de los hombres, los muchos sacrilegios de los Consagrados, la nauseabunda indiferencia de los cristianos, ya no son tolerables. Hijo, ¡ánimo! Te quieren asustar, pero Yo estoy en ti, Yo, uno con el Padre y con el Espíritu Santo. Entonces, ¿qué te podrán hacer? Nada, hijo mío, más que eso que Yo permito para santificarte y enriquecerte. Te bendigo.
15 de Junio de 1976
ORGANIZAR LA DEFENSA
Escribe, hijo mío: Te he dicho que las legiones rebeldes están compuestas por un número grandísimo de Diablos. Son una ilimitada multitud; vosotros no podríais abarcar con vuestra mente la extensión de ellos. No todos obran con igual perfidia; lo que quiere decir que se diferencia la gravedad de su pecado. Pero todos sin excluir uno, obran para el mal. Se rebelaron contra Dios y ahora conocen la más feroz tiranía de su líder, Satanás, y de su estado mayor. Pertenecen, también en el Infierno, a diferentes jerarquías. Todos odian a la Virgen Santísima, todos odian la humanidad, todos cultivan, junto con el odio, unos profundos celos contra los elegidos y una tremenda envidia por vosotros viandantes en la tierra, por el miedo de que también vosotros vayáis a salvaros. En ellos no hay ningún sentimiento de piedad: - son incapaces de esto - sino sólo sadismo. Vosotros no conocéis y ni siquiera podéis imaginar la atrocidad con la que desfogan sus pérfidos sentimientos sobre las víctimas que caen bajo sus garras. Se trata de aquellas personas que han podido ligar a ellos, que se han hecho sus instrumentos, que se han entregado en alma y cuerpo a los Demonios. Creed que no son pocos, y también varios de vuestra generación tienen personal experiencia de ello.
¿Qué esperan aún?
Ahora, hijo, pon buena atención. Imagina un ejercito formidable por el número de guerreros, por la potencia de las armas y bien armado, que ha tomado posición con según un plan inteligentemente preparado y predispuesto hasta en sus más mínimos detalles. Este colosal ejército, más potente por naturaleza y por organización, se pone al ataque contra una Iglesia y una sociedad humana que, a pesar de tener un considerable número de soldados, de oficiales y de generales, no sabiendo o no recordando que tiene un enemigo aguerrido y lleno de odio, no piensa lo más mínimo en defenderse. Es más, se ríe de los pocos que hablan de esto y que quisieran organizar una defensa. Estos son tachados de demencia o manía religiosa. Mientras tanto el enemigo, buscando esconder con arte las propias fuerzas, aprovechando la honradez del adversario, se insinúa por todas partes, se adueña de los puestos clave y coloca a sus agentes por todas partes y así llega a adueñarse de los adversarios. Hay aquí y allá núcleos de resistencia, pero el enemigo atrevido por sus éxitos, no se preocupa. En este punto, convencido de tener ya la victoria en el puño, reaccionará con ferocidad tal de desconcertar ante cualquier tentativa seria del adversario. Querido hijo, tú bien sabes, por experiencia personal, cómo el enemigo no tolera ningún movimiento defensivo, mejor dicho, cómo trata de prevenir cualquier movimiento contra él. En esta delicada situación ¿Qué esperan aún los Obispos para bajar de sus tronos, para salir de sus palacios, para empuñar las riendas de mando e instruir y guiar a sus soldados, los cristianos, al contraataque? ¿Saben o no saben que no tiene importancia la superioridad sólo aparente del enemigo, ya que si, seguidos por sus sacerdotes, inmunes de las herejías del día y de la anemia que ha debilitado y contagiado a tantos, hacen esto, su éxito está asegurado y será dada la victoria?
¡Fuera la presunción!
Hijo, ¿Cuántas veces debo decirlo, que Yo he vencido al mundo con la humildad, la pobreza y la obediencia? ¡Es con estas virtudes, es con su sí que mi Madre y vuestra ha hecho posible la Redención! ¿Cuántas veces debo deciros que el amor es más fuerte que el odio? Obispos y sacerdotes se convenzan de realizar esas reformas que han proclamado con el Concilio y que, por las interferencias y la acción del Infierno, han sido tan malamente aplicadas. Si se decidieran de una vez a tomar el camino justo, y soy Yo el Camino seguro, entonces Yo estaré con ellos y la Iglesia rejuvenecerá y pronto conocerá un esplendor jamás hasta ahora visto. ¿A qué se espera todavía? ¡Fuera los prejuicios, fuera la presunción! Oren para que la luz ilumine el camino a recorrer, y ¡adelante!
Hijo, conozco tu estado de ánimo. Por lo que Yo te he hecho ver, tú ahora sufres porque quisieras que también los demás vieran. Te bendigo. Ámame
16 de Junio de 1976
UNA GRAN HUMILDAD
Hijo mío, escribe: ¿Habéis considerado alguna vez las circunstancias en las que me llegaron las tentaciones del Maligno, especialmente las del desierto? Estas circunstancias de tiempo y de lugar se han considerado atentamente ya que Yo, Verbo Eterno de Dios, no he hecho nada ni he dicho nada que no fuera inspirado por un fin altísimo. Y si he permitido a Satanás el acercarse a Mí para tentarme, lo he hecho para que vosotros, en quienes Yo pensaba, a los que Yo veía, aprendierais cómo se debe afrontar al Maligno y a sus pérfidas legiones. La tentación llegó al final de mi estancia en el desierto, vino al final de mi ayuno. Yo, Hombre y Dios, he podido y querido hacer esto, para indicaros a vosotros un planteamiento de lucha. He querido deciros a vosotros: oración y penitencia ¡mucha oración y mucha penitencia! Solamente de esta manera se puede esperar salir victorioso del combate. Hoy las fuerzas del Infierno vagabundean por el mundo, imponiendo su ley, burlándose sarcásticamente ante la bonachonería de aquellos que, bien resguardados, deberían avanzar en primera fila contra las fuerzas enemigas.
Incoherencia
Hoy el Infierno no teme ni a Obispos ni a Sacerdotes, hechas las debidas excepciones, porque no tienen en lo más mínimo la visión, y por tanto, la convicción, de que el problema fundamental de la Iglesia es la salvación de vuestras almas en la lucha que se lleva contra aquellos que quieren su perdición. Es más, reaccionan negativamente ante estas realidades espirituales, ante estas llamadas mías. Esto significa que no son las almas lo que ellos buscan, sino a sí mismos en su sutil y aterciopelada presunción. Reaccionan negativamente ante estas llamadas mías, y confirman de este modo su incurable ceguera, la incoherencia en una misión que fue deseada, no para el bien de las almas, sino por intereses propios, lo que quiere decir, de la propia soberbia. Dado que os habéis arraigado en un comportamiento antipastoral, ahora se necesita una actitud de gran humildad para salirse fuera. Un acto de buena voluntad os volverá a traer al plano justo. Vosotros decís: ¡A grandes males, grandes remedios! Pues bien, Yo os digo: es ciertamente un remedio extremo, es realmente una cosa difícil para un Obispo tomar la decisión de convocar a todos sus sacerdotes a su alrededor para decirles: "Hijos míos, todos hemos sido un poco engañados, nos hemos dejado desviar por las artes de nuestros irreductibles enemigos espirituales. Ellos han logrado distraer nuestros cuidados y nuestras atenciones de un problema vital de la pastoral, como es plantear toda nuestra acción en una visión más justa, más realista y que más responde a las necesidades y a los intereses de las almas. Yo, pastor de almas, estaré más cercano a los que sufren por culpa de las fuerzas oscuras del infierno, y seré más vigilante en proteger a mi grey contra sus jugadas, usando los medios que Él, el Maestro divino, me ha indicado con su ejemplo y sus palabras."
Valor humilde
Hijo mío, bien sé qué lucha debería sostener un Pastor de almas para llevar a cabo este gesto de humildad, pero este gesto de humildad lo volvería grande delante de Dios y grande ante la Iglesia. A veces se revisten de gran humildad en sus discursos, en sus homilías, pero si luego alguno osase decirles a ellos las cosas que ellos dicen de sí mismos, verías una reacción inmediata y una hostilidad tenaz, porque no olvidan, como olvidarían los verdaderos padres. Prueba, hijo, a comparar la fingida humildad que emerge de ciertas confesiones públicas de sus miserias, de sus limitaciones, con la humildad verdadera de San Francisco que decía a su compañero de viaje (se dirigían a un convento): "Hermano mío, si cuando hayamos llegado nos cerraran la puerta en las narices, si luego nos insultaran y nos apalearan, y más todavía, así malparados nos arrojaran por tierra en la nieve, esto sería verdadero gozo, verdadera alegría". No fue en Mí una pseudo humildad, sino verdadera humildad, recibir el beso de amor que me dio el Apóstol traidor. No fue artificio por mi parte el olvidar la ofensa, tan atroz, de Pedro que me negó tres veces. Si meditaran en serio estos episodios de mi vida, ¡Cuántas cosas cambiarían! Te bendigo, hijo mío.
17 de Junio de 1976
UNA CADENA DE AMOR
Hijo mío, escribe: Ya se te han dado comunicaciones sobre las contradicciones de la pastoral moderna. Te he hecho conocer la raíz de todas las contradicciones que puedes encontrar en la Iglesia. Te he hablado de ello en mensajes que harás llegar a Obispos y Sacerdotes: son parte de mi última llamada, antes que la avalancha os arrolle. ¿Qué deberán hacer Obispos y Sacerdotes contra el Enemigo, numérica e intelectualmente superior y superior por naturaleza? Un enemigo bien organizado, que no tiene otros objetivos más que el de derrotar a su adversario, se afronta con el ánimo quererlo derrotar. Deben usar todas las indicaciones y los medios que Yo con la palabra, con el ejemplo y con mi redención os he indicado.
Preceder a los fieles
Con la palabra: Las palabras dirigidas a mis Apóstoles eran también para vosotros "para arrojar ciertos demonios se necesita mucha oración y mucha penitencia". Es un gran programa para poner en práctica. Un pastor de almas santo debe tomar estas palabras en consideración, las debe meditar y traducir a la realidad concreta de su vida diaria. Debe preceder a los fieles, siendo él el primero de su Iglesia, maestro y guía, el padre de su Iglesia. Un Pastor que vive de fe, penetrado de humildad y de amor por las almas, no puede no advertir el impelente deber de ser el primero entre todos los combatientes de su Iglesia. Por eso él comienza con una acción de defensa personal. Es bien sabido que todo buen comandante es presa ardientemente deseada por sus adversarios. Debe inmunizarse y salvaguardarse a sí mismo con la oración, en particular la Santa Misa y el Rosario, desinfectar espiritualmente los ambientes en los que vive, haciendo uso del agua bendita. ¡Asperja incluso la habitación en que vive y bendígase a sí mismo y a los otros familiares! ¡Cuántas incomprensiones, cuántas desgracias, cuántas palabras causa de sufrimiento para sí y para los otros se suscitan por el Espíritu de la discordia! Si se hiciera este simple exorcismo en todos los ambientes donde viven Obispos y Sacerdotes, cuánto mal se evitaría, cuántas energías espirituales se podrían poner al servicio del bien, ¡mientras veis altos purpurados que poco se diferencian de comunes funcionarios o jefes de Gobierno Civil y de Comisaría!
Un momento de oración
Los Obispos, verdaderos comandantes de los oficiales, los sacerdotes, y de los soldados, los fieles comunes, tienen la sacrosanta obligación de preocuparse por la seguridad espiritual de sus súbditos, de sus hijos, si se sienten verdaderamente padres. Deben combinar una acción común, una cadena de amor, arma formidable capaz de poner en fuga al enemigo aunque más numeroso y potencialmente más fuerte, a lo menos por naturaleza. ¿Cómo organizar esta Cadena de Amor? Formando grupos de oración, dirigiéndose a los grupos existentes, comprometiéndolos, cuando sea posible, en una hora diaria de oración y del ofrecimiento de sus propios sufrimientos para sostén de los sacerdotes llamados por el Obispo para el encargo de bendecir. Con la experiencia estos Sacerdotes deberán organizar una acción sabia y prudente contra la obra de Satanás. Acción prudente no quiere decir inexistente, sino sólo inteligentemente operante. Si los Pastores de almas no comprendieran la urgencia de actuar sobre esta directiva significaría que no son Pastores de almas, sino burócratas que nada tienen que envidiar a tantos que se encuentran en los ministerios y en las oficinas civiles, cuya característica es a menudo la de no dejar nunca traslucir lo que son, ni lo que hacen. No se afronta un enemigo, como son las fuerza oscuras del Infierno, por parte de quien tiene responsabilidades sociales, aisladamente, sino sólo colectivamente. Hijo mío querido, ahora te bendigo y, contigo, a aquellos que, animados de fe van a estar a tu lado para contribuir, de cualquier forma, a la difusión de cuanto te he expuesto. Ámame y repara.
7 de Julio de 1976
OBSERVAR LA REALIDAD
Escribe, hijo: Soy L., que no regresa a ti después de un largo silencio, sino que soy L. que te sigue siempre. Como la mamá cuida al hijo necesitado, así estoy yo cerca de ti y velo por ti. Hijo, desde nuestro último coloquio te han sucedido muchas cosas, también mucho sufrimiento. Pero este sufrimiento, como fresco rocío, hace más vigorosa tu vida espiritual y la vuelve fecunda del bien que tú deseas. Sé lo que piensas, pero ¡ánimo, hijo! Las almas necesitadas son tantas, las almas en peligro son tantísimas. ¡Ay, si faltaran almas generosas, prontas a tenderles sus brazos para detenerlas del precipicio!
Hijo, ¡no temas! Se te ha dicho que pongas a un lado escrúpulos injustificados, dudas y temores. Te será dado ese sentido de seguridad que hasta ahora no tenías y te será concedida una mayor energía contra las fuerzas del Mal. Mira cómo ellas se han enfurecido con respecto a ti, y esto es una buena señal. Has sufrido mucho por el plan de X. ¡Estáte tranquilo! Tienes mérito por haber obedecido a tu Director Espiritual. No te preocupes por lo que C. piensa y dice de ti: palabras al viento. Ya habías sido advertido de Él. Recuerda las palabras de Jesús: "Bienaventurados los que sufran por amor de la justicia y de la verdad".
Id directos
Hijo, el tercer libro es de gran importancia. Todo lo que se relaciona con Dios y las almas es de gran importancia, pero este tercer libro quiere traer de nuevo a escena el problema fundamental de la Iglesia: orientar las almas hacia Dios, encaminándolas y guiándolas al amor de Dios y al mismo tiempo a la aversión de Satanás, que se identifica con el mal, porque es el Maligno y quiere llevaros al pecado. ¿Qué otra cosa ha hecho Jesús con las palabras y con el ejemplo sino esto? Una vez más sea dicho a los sacerdotes que no hay tiempo que perder, que urge una revisión para no continuar desperdiciando tiempo y sobrenatural en actividades inútiles. Es tiempo de hacer a un lado ese formalismo vuelto estéril. Se necesita poner los pies en la tierra, mirar cara a cara la realidad por la que Jesús ha venido al mundo enviado por el Amor Infinito del Padre. Jesús venido para arrancar las almas a Satanás mediante un precio infinito de sufrimientos y de humillaciones, venciendo así a su malvado enemigo. Pero Cristo es la Cabeza de la Iglesia y vosotros de la Iglesia sois los miembros. Como tales tenéis esta misma vocación porque Dios llama a todos y quiere que todos, en sí mismos, completen la obra y la acción de la Cabeza. ¡Fuera los perifollos inútiles! Id directos al objeto de la Redención: amor a Dios y odio al pecado. ¿Por qué, hijo, se ha llegado a este punto? Las causas son muchas y las responsabilidades no son todas de esta generación. ¡Adelante, hijo mío! No estás solo. También nosotros aunque estamos en la gloria, no somos ni extraños, ni indiferentes a la lucha para dar nuevamente a la Iglesia el papel que le toca en el mundo. La batalla será dura y áspera, pero más espléndida será la victoria que obtendrá la Reina de las victorias sobre el Maligno y sus pérfidas legiones. Jesús, Luz del mundo, brillará con un fulgor jamás visto. Por ti y por vosotros rezo e intercedo. Os bendigo.
12 de Julio de 1976
YO SOY FELIZ
Don O., soy la hermana de M. Poco nos hemos conocido en la tierra, apenas nos hemos visto de lejos. Pero esto no tiene importancia, ya que somos hijos del mismo Padre, pertenecemos a la misma familia de los hijos de Dios, estén ellos en la Gloria, como yo estoy, o estén todavía en la tierra, como ahora estáis vosotros. La realidad divina de la Comunión de los Santos, nos une en el amor de Cristo. Don O., mi vida en la tierra fue humilde y escondida. Nunca soñé lo que tantas almas deslumbradas desean: placeres, honores y riquezas, salud y cosas por el estilo. ¡Pobres almas ilusas! Si no va a haber quien, con la oración y con el sufrimiento, les abra los ojos, irán perdidas para toda la eternidad.
Se necesita meditar
Yo soy feliz, nado en el júbilo, en la luz, en el amor de Dios. Jamas lamentaré mi vida terrena, fuente de mi felicidad eterna. Don O., haz llegar este mensaje a mis queridos en la tierra; que también ellos sepan que la muerte no interrumpe la vida. La vida, purificada del polvo de la tierra, se perfecciona e integra a la Bienaventuranza divina, porque en el Paraíso se vive en Dios y de Dios, pero de modo diferente de las almas en Gracia, que aún están en camino hacia el Cielo. Don O., no puedo menos de deplorar la necedad de todos aquellos que, sin reflexionar, se dejan engañar con tanta facilidad por el Maligno. Él es un lobo disfrazado de cordero. Él odia sin tregua a todos los hombres que, en su loca desesperación, quiere arrastrar al mal y luego llevar al Infierno. Si los hombres cesaran por un poquito de tiempo, sus actividades, sólo para meditar en estas dos palabras: "Infierno y Eternidad" el mundo rápidamente cambiaría. Pero Él, el Maligno hace de todo para que esto no suceda. Te bendigo. Soy la hermana de M.
12 de Julio de 1976
MENOS DE UN INSTANTE
Hijo mío, escribe, soy tu mamá. Tú comprendes cómo es de sensible el corazón de una madre para todo lo que se relaciona con la vida de sus hijos. Ahora bien, se te ha dicho muchas veces, y con razón, que la vida no se interrumpe por la muerte. Estoy hablado del alma, razón y causa de la vida del cuerpo. El alma de una madre se purifica y perfecciona, en su existencia ultraterrena, también en su sensibilidad hacia aquellos que ella engendró en vida. Hijo mío, tú puedes comprender que, viviendo nosotros de Dios, en su luz infinita os vemos a vosotros y vuestras experiencias cotidianas, sufrimientos y dificultades, pero no podemos sufrir por nada de esto. Nuestra confianza sin limites en Él y el Amor que Dios tiene por vosotros nos hace felices. ¡Ánimo, hijo! Tú crees en la Comunión de los Santos y sabes que ésta no es una verdad abstracta: es una sublime realidad por la que Dios nos une. Ya que vivimos en Su amor, necesariamente estamos también unidos en el amor con vosotros. Te repito: ¡Ánimo! La vida en el tiempo es menos que un instante, y la pobre tierra es menos que un invisible punto en el espacio. Tu mamá
13 de Julio de 1976
LA REDENCIÓN
Escribe, hijo mío: Te he hablado de ello repetidamente, ahora deseo recapitular las varias alusiones hechas, como conclusión del tercer libro destinado a volver a llevar a escena el único problema verdaderamente importante de la Pastoral en mi Iglesia. Todos los demás problemas se deben introducir en este objeto fundamental de toda actividad pastoral. Muchos en mi Iglesia, hijo mío, no tienen las ideas claras sobre la razón primaria de su vocación. Esto es verdaderamente paradójico. Yo, Jesús, quiero que Obispos, sacerdotes y fieles sean mis corredentores. En medida diferente, pero los quiero a todos corredentores, esto es, deben continuar Conmigo el Misterio de la Redención. Pero ¿qué quiere decir redimir si no liberar a las almas de la vejación de Satanás, la más horrible y la más nociva? ¿Quién es Satanás? ¿Quiénes son las legiones a Él sometidas? Satanás es criatura de Dios, que se rebeló contra Dios. Satanás, después de Dios, en el Mundo invisible y visible era la criatura más poderosa, más grande, maravillosa en su bondad y santidad. Fue ésta su ilimitada potencia y belleza lo que le perdió, porque fue tan tremendamente orgulloso de ellas como para considerarse igual a Dios. De aquí su rechazo a someterse a Dios, de aquí su perdición eterna, de aquí su implacable odio hacia Dios, hacia la Virgen que de hecho lo ha sustituido a él, en el primer puesto de la creación. La Virgen no sólo es la razón de su derrota, haciendo Ella posible la Redención por su humildad, sino que ahora es Ella la primera, después de Dios, del mundo invisible y visible y ninguna criatura podrá jamás igualarla.
Tremenda realidad
Satanás es persona verdadera, viva y real, poderosa y malvada, corrupta, capaz únicamente del mal, es más, todo el mal ha entrado en el mundo por culpa de él. Satanás es una tremenda realidad con la que, lo queramos o no, debemos contar. Satanás es el sádico por excelencia: no condicionado por el tiempo ni por el espacio, puede obrar simultáneamente en varios lugares. Desde su rebelión contra Dios nunca ha cesado por un instante de urdir conjuras, crímenes, delitos nefandos de todas clases. Satanás está siempre al acecho, listo para tender lazos a las almas incautas e imprudentes para hacerlas víctimas suyas. Hay en la tierra no millares, sino millones de personas que sufren físicamente, moralmente y espiritualmente por culpa de Él. Hay algunas personas en los manicomios no por verdadera enfermedad sino por culpa de él, que ha sabido camuflar su presencia hasta el punto de llevarlas al envilecimiento y a la desesperación. Tiene al mundo bajo su odiosa tiranía, y el mundo estúpidamente no cree en él. Lo que se ha dicho de Satanás, se ha de decir también de las innumerables legiones de sus secuaces: un número impresionante.
Lucha contra el pecado
Redimir quiere decir rescatar de la esclavitud, es decir, liberar a las almas de esta odiosa y perversa tiranía. Yo, Jesús, me he hecho Carne para esto, para esto renuevo el Misterio de la Cruz en el Misterio de la santa Misa; perpetúo mi presencia en el mundo en los Santos Sagrarios, misterio de infinita humildad. Satanás es soberbia ilimitada. Yo, Jesús, soy humildad Infinita. Ahora bien, que Obispos, sacerdotes y fieles no comprendan que la finalidad fundamental de su vocación es liberar a las almas de los asaltos de las potencias del Infierno, o sea de los demonios, es verdaderamente paradójico. Que hayan camuflado su pastoral con miles de actividades e iniciativas pero que no sirven para esta finalidad, es tan evidente que el no admitirlo es ceguera completa. Pero Obispos y sacerdotes, ¿ven o no ven su fracaso? ¿No sienten la necesidad de buscar las causas de su fallida pastoral? ¿No emerge clarísimo en la Revelación la finalidad de la Redención, que es la lucha contra Satanás y el pecado? ¿Pero no ven Obispos y sacerdotes que toda cualquier actividad, si no está injertada en esta lucha, es estéril como se vuelven las ramas que no están injertadas en el tronco?
Mirar a Jesús
He dicho ya claramente la suerte de un ejército cuyos líderes, oficiales y soldados no creen en el enemigo, en su potencia, en su astucia. Esta es la situación de la Iglesia hoy. No se llegará nunca a ver, a admitir la trágica situación de la Iglesia si no se me mira a Mí, Hijo de Dios y a mi Madre santísima. Con la humildad, con la pobreza y con la oración nosotros hemos hecho frente al Enemigo. Ahora es el momento de Mi Cuerpo Místico: o se toma el único camino justo - ¡y Yo Soy el Camino! - o ¡la avalancha os dispersará! Te bendigo, hijo, y no temas. La verdad no debe temer a nada.
16 de Julio de 1976
INTENCIONES UNIVERSALES
Soy Padre Pío. Hijo, me es conocido tu deseo de una comunión más viva y más intensa con todo el Cuerpo Místico. Llegarás a ello poniendo en práctica tu propósito de renunciar al estipendio de la Santa Misa, así podrás realizar el Santo Sacrificio libre de cualquier interés material. Serás libre de aplicar no obligado por las exigencias de los demás, que no raramente ligan al Santo Sacrificio intenciones muy pobres y bien alejadas de las razones por las que Jesús continúa inmolándose. Tú aplicarás la Santa Misa por la conversión de los pecadores, por las almas del Purgatorio o por otras intenciones semejantes, que sean siempre un acto de amor hacia Dios y hacia el prójimo. No te preocupes para nada por la cuestión material. Él te resarcirá abundantemente en el modo que Él quiera.
Fermento espiritual
Hijo, también con este medio profundizarás en la comunión con Él Jesús, y: - con la Iglesia Purgante (y la razón es evidente), - con la Iglesia Triunfante; que verá en ti un amor más puro, una generosidad y una fe más cercana a esa perfección tan querida para ellos. - tendrás una comunión más íntima y más intensa con toda la Iglesia Militante. En particular estarás más unido con las almas víctimas. Ellas renuncian en la vida terrena a mucho, mucho más que al equivalente a una limosna por una Santa Misa, y se inmolan por aquellos pecadores por los cuales ciertos sacerdotes no rezan si no hay por detrás compensación. Hijo, tu propósito, si se lleva a cabo con pronta firmeza, será causa de un fermento espiritual en todo el Cuerpo Místico. Tendrás gran ayuda de los Santos del Paraíso. No te digo lo que harán por ti las almas del Purgatorio. Estarás en una comunión más perfecta con las almas víctimas. El Santo Sacrificio, inmune por tu parte de todo interés humano, subirá al Padre más grato. La Santa Misa será además vínculo de una mayor unión tuya con Jesús en el ofrecimiento de Sí y también de ti al Padre. ¡Animo, hijo! Será para ti un salto hacia adelante.
Correspondencia valerosa
Hijo no te oculto pues como antes te dije, que, en tu viaje a.... y después, no faltaron las sombras y las faltas de correspondencia por parte de todos. En la vida espiritual tiene mucha importancia una particular sensibilidad para captar los impulsos de la Gracia, que no hace falta jamás dejar caer en el vacío so pena de un retroceso peligroso. Una caída, aun ligera, puede tener serias consecuencias para el cuerpo, no menos que para el alma. Continúa pidiendo a Dios, con insistencia oportuna e inoportuna, el don de una correspondencia sensible, inmediata, generosa, valerosa. ¡Adelante en el heroico ascenso hacia la cumbre! Si la cruz es pesada, mira a Jesús que te precede. Míralo bien, hijo... Míralo coronado de espinas, lacerado, desangrado, exhausto. Cae una, dos, tres veces; el sudor embebido de sangre y de polvo, le cubre el rostro en una expresión de infinito sufrimiento. No olvides sus palabras, por muchos conocidas pero no comprendidas: "Si quieres venir en pos de Mí, toma tu cruz y sígueme". Hijo querido, yo estoy contento de haberlo seguido sobre el Calvario por toda la vida. ¡Cuánto sufrir, pero cuánto gozar con Él! Él sabe hacer dulce aun la cruz. No te arrepentirás por toda la eternidad de haber acogido eficazmente la invitación de Él, rechazada por muchísimos. Hasta pronto, hijo. Padre Pío.
16 de Julio de 1976
Fiesta de la Virgen del Carmen
MI EVANGELIO
Muchos son los cristianos y los sacerdotes que, antes que sacar agua directamente de mi Evangelio para quitarse sed en las aguas puras y límpidas de mi Palabra - la mía es Palabra de vida, es Palabra eterna como eterno soy Yo, es Palabra que no cambia porque es verdadera y la verdad es inmutable como inmutable soy Yo- prefieren sacar agua de riachuelos contaminados. Haciendo así dan lugar en lo íntimo de su espíritu a una erosión que los lleva lejos de la fe, hacia la ruina interior de su corazón. Los fieles son responsables, pero los consagrados lo son no sólo personalmente, sino también por todas aquellas almas contagiadas por ellos y a las que, según el plan de la Providencia, ellos debían guiar hacia la perfección cristiana. Estos llamados no han querido convencerse de que estaba a su disposición un tesoro de inestimable valor espiritual, un tesoro inigualable de potencia divina: ¡mi Evangelio! ¿Por qué es esto? Han cedido a la tentación del Maligno, a los repetidos asaltos de la antigua Serpiente, y se han dejado prender del lazo del que raramente logran después desligarse.
Se trata de almas
Es uno de los muchos aspectos negativos de la Pastoral moderna: la infestación de libros, periódicos, revistas que exhalan veneno de sus páginas. Muchos sacerdotes han absorbido de ellas el alimento contaminado que ahora preparan a las almas. La responsabilidad es gravísima. El mal se está haciendo crónico y ya está muy avanzado; es una lepra difundida y contagiosa. Estos cristianos, estos ministros míos ¿ignoran que las fuerzas del infierno, como olas de un mar siempre en tempestad, no se desaniman nunca, van y vuelven como las olas que rompen contra el arrecife? Estos sacerdotes míos ¿ignoran la nobleza de su vocación, prenda de amor y de predilección? ¿Ignoran la responsabilidad vinculada con su vocación?
¡Se trata de almas! Está en juego o su salvación eterna o su perdición irreparable.
Cuestión de justicia
Tú piensas, hijo mío, que ellos me considerarán intransigente. Diles a mis sacerdotes que no es así. No se trata de intransigencia mía, sino de anarquía existente en mi Iglesia. Lo que para vosotros ordinariamente sería un deber realizar con amor, en tiempos de crisis interior se considera un peso insoportable. Por lo demás, hijo mío, si mis ministros meditaran el Evangelio, habrían aprendido una parábola importante, la de los talentos. Quien recibe cinco debe responder restituyendo diez, quien recibe dos debe responder restituyendo cuatro. ¡Ay de aquellos que no hacen fructificar los talentos recibidos! Pero ¿cuál será la suerte de aquellos que se han servido de los talentos que han tenido no para cultivar la viña, sino para devastarla con ingentes daños, muy superiores al capital recibido? No es por tanto intransigencia, sino cuestión de justicia. Y Yo, Dios, soy justo, soy la Justicia perfecta.
¿No piensan muchos sacerdotes míos en el mal incalculable causado a las almas por la pésima administración de mis Sacramentos, por las venenosas enseñanzas impartidas en las escuelas, por los malos ejemplos dados en cada momento? ¡Es terrible! No reflexionan, no meditan mi Palabra, que es Palabra de Vida. ¡Hijo mío, qué aberrante oscuridad, y cuánta culpabilidad! Te bendigo, hijo. Reza y repara.
17 de julio 1976
LAUDABLE RENUNCIA
Hermano, soy el Arcángel Gabriel. Tú ya eres sabedor de lo que yo soy para ti por Voluntad divina, y también por libre voluntad mía, porque no hay ni podrá haber nunca contradicción en la Patria Celeste. Estoy contento, hermano, de que tú me hayas deseado y llamado. Estoy contento por este nuestro encuentro que esperaba. Vosotros, militantes en la tierra, habéis consagrado este mes de julio al culto de la preciosísima Sangre, derramada por el Verbo hecho Carne para la remisión de vuestros pecados, por vuestra reconciliación con Dios y entre vosotros. Pero el Maligno ha envuelto a la humanidad en grandes tinieblas por lo que ya no ve. Hermano, para desgarrar las tinieblas es cosa óptima tu propósito de renunciar a toda remuneración por la celebración de la Santa Misa y no celebrar la Santa Misa sino ¡por las razones por las que Jesús, el Redentor, ha derramado Su Sangre! De este modo te conformarás mejor a las intenciones de Jesús en el ofrecimiento que hace de Sí mismo al Don.
Abrirá los ojos
¿Comprendes, hermano, lo que quiere decir esto? Quiere decir testimoniar a Jesús que has comprendido el porqué de la efusión continua de Su preciosísima Sangre Quiere decir agregar un motivo, ciertamente no secundario, para hacer más estrecha, más profunda, más eficaz la unión con Él. Será uno de aquellos motivos que desde la unión te llevarán a la verdadera Comunión con la Víctima Inmaculada y Santa. ¡Verás, hijo, qué fecundo de bien será este propósito tuyo! Liberaras la Santa Misa de uno de los hilos que impide volar al alma, desnuda de intereses humanos, hacia el Creador, el Redentor y Santificador. El camino que vas a tomar será riquísimo en frutos. No cedas a ninguna seducción: ¡Dios es Infinitamente rico! Entre tus cotidianas vicisitudes, ha descendido un rayo de oro sobre ti; no permitas que se disuelva en la nada. Yo, Gabriel, estoy cercano a ti. Intercedo por ti, velo sobre ti, rezo contigo. Sí, hermano, será para ti consuelo y ayuda el saber que Gabriel, el Arcángel que fue encargado de llevar a cabo la Gran Embajada, pide a Dios, Uno y Trino, y a la Madre por ti. Recuérdalo, hermano, nuestras oraciones estarán más unidas y por lo tanto acogidas con mayor agrado. Hermano, todo lo que te he confiado en el presente mensaje, ha desencadenado la rabia del reino de las tinieblas. No podía ser de otra forma, porque todo eso deberá marcar no pocas derrotas. Convéncete de que tu propósito es cosa grande. Si luego tu Director Espiritual quiere incluir este mensaje mío en el tercer libro, entonces será el inicio de una lenta pero importante reforma que abrirá muchos ojos, ahora cerrados, a la luz. Hasta pronto que nos volveremos a escuchar, hermano. Soy el Arcángel Gabriel
19 de julio de 1976
EL ÚNICO DESEO
Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino. Somos almas de la Iglesia Purgante en espera de nuestro encuentro con el eterno Juez divino. Somos almas que esperamos el consuelo de la ayuda fraterna que apresure nuestra liberación. Consideramos superfluo intentar tratar de haceros comprender nuestra pena. Si una imagen pudiera servir para daros una idea de ello, entonces os decimos: intentad imaginar a un hombre que arde entre las llamas y el deseo que tiene de salir para sumergirse en aguas frescas y limpias. Es una pálida idea que puede haceros comprender el deseo ardiente de poner fin a la atormentada espera que nos impide unirnos al solo, único Bien por quien hemos sido creados. En la tierra, distraídos como estáis continuamente por mil intereses, influidos por los sentidos y distraídos en tantas exigencias de la vida material, vosotros no podéis comprender-nos a nosotros, almas purgantes. Estamos abrasadas por la única necesidad, por la única aspiración, por el único e inmutable deseo: reunirnos con Aquel, que es Causa y Fin de nuestra existencia. No podéis comprendernos, porque vemos de manera diferente a vosotros. Hermano sacerdote, Don O., tú sabes que no podemos hacer nada por nosotras mismas; pero sabes bien que podemos rezar y obtener para vosotros, todavía militantes en la tierra.
Esto sucede por un admirable designio de la Providencia que ha querido que circule en toda la Iglesia, como Cuerpo Místico, el amor que transcurre entre Jesús y los miembros entre ellos. Llama vivísima Ahora considera, que si te vas a comprometer a celebrar el Santo Sacrificio por el único fin por el que Él, el Verbo hecho Carne, lo hizo sobre el Calvario y lo continúa, por medio vuestro, en los altares y es decir por la remisión de los pecados y de las penas debidas por los pecados, tú puedes comprender, hermano nuestro, cuántos fermentos de reconocimiento y gratitud suscitarás en nosotras. Nosotras nos sentiremos obligadas con relación a ti, intercederemos sin descanso, ofreceremos continuamente nuestro sufrimiento (podríamos llamarlo martirio) por ti y por tus necesidades espirituales, para estar a tu lado en la dura lucha contra las fuerzas del Infierno. Será, hermano, como si la llamita que actualmente arde en vosotros y en nosotras de improviso se transformase en una grande y vivísima llama. Habrá un aumento de calor, de dolor y de amor que nos unirá a Él y entre nosotros; "Caritas Christi urget nos" (El amor de Cristo nos apremia). Hermano sacerdote y ministro de Dios: ¿Por qué no hacemos nunca operantes estos misterios de gracia y de amor latentes en nosotros y en vosotros? ¿Por qué no hacemos saltar el resorte por ambas partes para abreviar en nosotros la pena debida a nuestras culpas, y en vosotros hacer brotar una fuente de tantas gracias insospechadas pero reales? Hermano Don O., esperamos con ansia que, llevados a término tus compromisos, tu propósito se haga realidad concreta para todo Cuerpo Místico. Te damos las gracias por el recuerdo cotidiano en espera de unas relaciones más eficaces entre nosotras y tú, que consigan hacer más fecundo el Dogma de la Comunión de los Santos. Hermano, la experiencia te confirmará la verdad de este mensaje y quisiéramos que muchos sacerdotes llegaran a conocerlo. Somos Almas purgantes
20 de julio de 1976
SI PUDIERAIS VER
Don O., soy Z Cuántas cosas quisiera decir! Después de nuestro último encuentro ante Él, en la Parroquia de C., pocos días de estancia en el hospital, luego, súbitamente, el Paraíso. No he conocido la terrible espera del Purgatorio. Ahora soy feliz para siempre; estoy eternamente agradecida a Dios por el don de la vida, por esas tribulaciones que acompañaron mi existencia, medida de mi amor por Él. Don O., soy una de las almas que aquí piden por usted, y son tantas. ¡Animo! Para usted aún militante en la tierra, cuando el sufrimiento acosa, el tiempo parece lento, tan lento como si se hubiera detenido. Aquí, en cambio, fuera del tiempo, vemos cómo el tiempo transcurre veloz poniendo rápidamente fin a todas las cosas. Si vosotros pudierais ver lo que nosotros vemos, ciertamente que los ateos ya no existirían, pero en ese caso cesaría la prueba de la fe, volviendo estériles todas vuestras acciones. Dios, infinitamente Sabio, ha hecho bien todas las cosas, y todas las dispone y dirige al fin propio.
Se necesita dar
Don O., usted que fue mi confesor ocupa un lugar especial en mi espíritu. Conozco los dones de Gracia con los que Jesús lo ha enriquecido. Pero me permito decirle que se necesita ser muy sensible en intuir que los susodichos dones son ante todo ad majorem Dei gloriam (A la Mayor Gloria de Dios); en segundo lugar que, como el sacerdote no se pertenece a sí mismo, sino a la Iglesia, así también los dones que Él otorga no son ad personam ma propter comunitatem (No son para la persona sino para la comunidad). Por lo tanto, Don O., cuando se requiere el uso de estos dones para la gloria de Dios y el bien de las almas, se necesita dar, dar hasta el aniquilamiento. El Padre ha dado a Cristo, Su Hijo Unigénito, por la humanidad y Jesús se consumará a sí mismo en holocausto por la gloria del Padre y la salvación de las almas. Don O., todo lo que usted ha tenido como hombre y como sacerdote lo debe ofrecer, según el luminoso ejemplo del divino Maestro, en holocausto para la Gloria de Dios y para la salvación de muchas almas.
Usted, Don O., pide almas diariamente. Esta sed ardiente e inextinguible viene de Jesús. Es de Él el modo, verdaderamente prodigioso, para salvar almas. ¿Qué cosa queda para usted? Queda una cosa: la correspondencia a todo lo que se le pide. Es la clave de la santificación y del enriquecimiento de su espíritu. Adelante, y hasta pronto en que nos escuchemos nuevamente. Z
21 de Julio de 1976
INESTIMABLE TESORO
Soy el Padre R.
Una sola vez nos hemos encontrado en la vida. La muerte que puso fin a la vida terrena ha abierto mi alma a la verdadera vida de la que Él, Uno y Trino, nos hace partícipes en la medida en que en la tierra hayamos creído, esperado, amado y servido a Él. Don O., sé que otros te han dicho la imposibilidad para vosotros de comprender lo que es el Paraíso: es la verdad, por eso yo no intentaré lo imposible. Os baste el saber que aún la más fértil imaginación no podrá jamás figurarse ni de modo aproximado la realidad que supera cualquier capacidad vuestra de entender. Más bien, Don O., vuelvo sobre un asunto más accesible en teoría, más difícil para vivirlo en la práctica: el Dogma de la Comunión de los Santos. La Sabiduría Increada ha provisto que lo recordemos, incluyéndolo en el Credo, este gran Dogma, tan incomprendido con gran daño de los militantes en la tierra y de los que sufren en el Purgatorio. En efecto, este Dogma, no basta con aceptarlo teóricamente. Sólo si se traduce en la practica diaria de vuestra vida, tiene posibilidad de incrementar no sólo vuestra vida personal, sino toda la vida comunitaria de la Iglesia. Pensad que vuestra contribución de sufragios cotidianos se transforma en una lluvia de gracias y estrecha las relaciones de amor, por consiguiente de mayor unión, entre vosotros y las almas del Purgatorio. Pensad en lo que podemos nosotros que vivimos en Dios y de Dios, si vosotros recurrís a nosotros, situándonos en la condición de poderos ayudar. El Dogma de la Comunión de los Santos es comparable a un grande e incalculable tesoro al que sólo poquísimos alcanzan. La mayoría no van más allá de un común y pálido acto de fe.
Apostolado fecundo
Don O., estoy convencido de que el propagar la necesidad de conocer y vivir más profundamente el Dogma de la Comunión de los Santos equivale a un óptimo y fecundo apostolado. Sólo si los hijos de Dios, de las tres Iglesias triunfante, militante y purgante viven en una común voluntad de conocerse, amarse y ayudarse, pueden hacer más fuerte el conjunto del Cuerpo Místico, en particular contra las fuerzas del mal. Don O., el mal se propaga, la anemia espiritual se agudiza. Satanás ha encontrado amigos y colaboradores en el urdir conjuras, en el preparar su desesperado asalto contra la Iglesia. Ahora está minando con la dinamita del odio Italia y Europa. Rezar, reparar, hacer penitencia, son las únicas cosas que verdaderamente sirven para desalentar al Enemigo. Si las invitaciones de la Virgen Santísima, hechas repetidas veces para informaros del grave peligro que amenaza la humanidad y a la Iglesia, hubieran sido fielmente acogidas, todo habría sido evitado. No temas y no te preocupes de los juicios de los demás: habla claramente, vuelve a llamar a las almas a la realidad que han perdido de vista. Los hombres han perdido la sensatez. Si no te escuchan será peor para ellos.
Es verdadero lo que Jesús dice, que vendrá un día en que los habitantes de Nínive se alzarán en juicio para acusar a esta generación, incrédula, pagana y por desgracia, impía". Te bendigo, Don O. Padre R.
23 de Julio de 1976
NO ESTOY PASIVO
Escribe, hijo mío: La Fe se debe traducir en la vida diaria. Hay muchos que creen en abstracto, pero no obran en conformidad de su vida cotidiana.
La Fe debe empapar vuestra acción, todas vuestras acciones: entonces llega a ser práctica. La Fe sin las obras es vana y las obras sin la Fe sirven. Sin la Fe no valen no sólo las obras, sino tampoco las palabras que continuamente pronunciáis. Hijo, ¿quieres ser un instrumento válido en mis manos? Yo quiero que tú seas un instrumento en mis manos, por esto así te debes sentir y como tal debes obrar y hablar. Debes creer que estoy en ti; estoy en ti no pasivo, sino muy activo. La Fe llega a hacerse límpida y cristalina, si eres coherente siempre. - Jesús, pero ¿no hay peligro que me equivoque? - No, si tú firmemente crees que Yo estoy en ti en el vivir y pensar, en el hablar y obrar, en el amar y esperar... Te bendigo, hijo mío.
3 de Septiembre de 1976
VIDA POBRE
Don O., soy Padre A., soy el sacerdote que, aún pudiendo vivir acomodadamente, sin problemas económicos, por los bienes de los que mi familia disponía, preferí la vida simple y pobre a imitación del divino Maestro. He seguido sus palabras de vida, sus ejemplos luminosos de pobreza, de humildad, de obediencia. Amé, "toto corde" (De todo corazón), al Sumo Sacerdote y amé el Sacerdocio. Recé y sufrí por las vocaciones sacerdotales, fui celoso de la salvación de las almas, fundé la Obra R. que para la tierra fue un fracaso, para el Cielo fue un triunfo. Que esto te diga, Don O., cómo el juicio de los hombres raramente coincide con el juicio de Dios.
¿Responden con fe?
Don O.: ¿cuántos son los sacerdotes que, animados de santo ardor y coherentes con la vocación recibida, responden con fe a las fuertes llamadas del divino Maestro y de la Madre común, de la Madre de la Iglesia? Don O., ¿qué visión tienen la mayoría de los sacerdotes, de Cristo Hijo de Dios, presente en el Misterio del Amor y de la fe en un prodigio infinito de humildad? Don O.: ¿no caen en la cuenta de que caminan por el borde de un pavoroso precipicio, con el Maligno al lado que, astuto e insidioso, los sigue para perderlos eternamente? Don O.: ¿cómo es posible tanta oscuridad en los mismos Pastores de la Iglesia, muchos de los cuales tienen como problema de su pastoral la salvaguarda de su prestigio personal? ¿Y cómo es posible que no adviertan la esterilidad de su actuación, terrible confirmación de un fracaso cuya evidencia no puede escapar a nadie? ¿Cómo es posible persistir en una postura presuntuosa que ofende a Dios, ofusca a la Iglesia y desfigura en ella la fisonomía impresa por su divino Fundador? ¿Puede todavía el Señor Dios permitir tanta abominación que envilece y desfigura a la Iglesia, salida de su Corazón misericordioso? Don O., La Iglesia no tiene necesidad de diplomáticos astutos, la Iglesia no tiene necesidad de gobernadores orgullosos, la Iglesia tiene necesidad de Pastores santos que sepan unir a la paternidad una sabia firmeza, para poner fin al estado de anarquía que todavía envilece a la Iglesia. No deben ignorar que Satanás, el Príncipe de las tinieblas, el promotor de escándalos, de herejías y de cismas no se detiene jamás. Satanás tiene fuertes y poderosos aliados en las logias masónicas, en los partidos políticos, ateos y hasta no ateos. Sepan los Pastores de almas que, mientras pierden el tiempo en ribetes, celosos de su prestigio, Satanás descepa, devasta y destruye la viña del Señor, precipita almas al Infierno, y se ríe de la necedad de sus adversarios porque nada hacen de eficaz para contrarrestarlo.
Un deber suyo
El divino Maestro, Fundador y Cabeza de la Iglesia, curaba a los enfermos, arrojaba los demonios. ¿Qué es lo que hace ignorar a los Obispos este deber suyo? ¿Qué les induce a ignorar las palabras divinas en esta delicada materia? ¿Qué oscurece hasta tal punto su mente y sus ojos que no ven el número grandísimo no sólo de almas sino también de cuerpos invadidos, subyugados por Satanás? ¡Cuántas personas de cualquier sexo, edad y condición social están influenciadas por él y atormentadas en el alma y en su cuerpo! ¿Quién autoriza a los Obispos, no sólo a no ejercer este Ministerio fundamental, sino hasta llegar a prohibirlo a los sacerdotes, a los que han conferido Orden de Exorcista? ¡Respondan los Obispos a estas preguntas!
¿No ven los Obispos las llagas de las que sufre el Cuerpo Místico del Señor? ¿Por qué su inmovilismo sobre tantos problemas que reclaman soluciones enérgicas, urgentes, improrrogables? No advierten los presagios de la tremenda hora que se avecina, ignoran las llamadas angustiadas de la Madre... Don O., ¡ánimo! Ya sabes el camino. No te dé miedo el sufrimiento, no te espanten los demonios. Te bendigo. Padre A
8 de Septiembre de 1976
SOY LA DOLOROSA
Escribe, hijo: Soy la Madre de Jesús y Madre vuestra. Soy la Dolorosa, nunca tan Dolorosa como en esta hora gravísima para la Iglesia, tomada literalmente al asalto por sus enemigos invisibles, los demonios y por sus aliados que se han hecho numerosísimos. En la sombra se conjura contra mi Hijo y contra su Vicario en la tierra, el Papa. Los enemigos de mi Hijo y de su Iglesia se han dividido bien los cometidos. Con astuta estrategia actúan en diferentes lugares y en los tiempos establecidos, para desatar lo que ellos estiman el último ataque decisivo según sus pérfidos planes y sus esperanzas. He hablado de hora gravísima para la Iglesia y para la humanidad y es tal. Hijo, he dicho que soy la Dolorosa y ¿cómo podría no serlo? Mis intervenciones para desbaratar los planes de las potencias del infierno han sido muchísimas. Muchas las apariciones mías a almas escogidas en cada nación cristiana, muchos mis mensajes transmitidos a los pueblos mediante almas preparadas para esta misión. La contestación a estas llamadas maternales no ha sido la deseada; desgraciadamente los hombres han endurecido su corazón a las cosas de Dios, al amor de Dios y así muchas almas se pierden. Hijo, la Madre de Jesús y Madre vuestra no puede permanecer insensible ante la desolación de la Iglesia; no sería Madre si fuera insensible. Hijo, a ti se te ha concedido vislumbrar la ceguera de no pocos Pastores y sacerdotes. Sabes así, qué tremendo es para quien ve, constatar la ceguera de quien no ve. No ven porque incautamente se han dejado cautivar por las astucias y oscuras tramas del infierno. Hijo, te ha sido dicho que el derrumbe está en marcha.
Una hora bellísima
Es realidad triste y terrible que muchos se niegan a creer. Esto no quita que la acción de este derrumbe continúe inexorablemente su corrosión, avecine pavorosamente la hora de la purificación. En aquella hora ninguno podrá decir que la Madre no haya hecho todo lo que a Ella, Reina del Cielo y de la tierra, le ha sido otorgado hacer. La hora querida por Satanás y por los hombres de mala voluntad será terrible, hijo. Pero la Misericordia infinita de mi Hijo hará también de ella una hora bellísima porque marcará el advenimiento del reino de Dios a la tierra. La derrota de Satanás y de sus legiones, marcará el fin de las locuras del orgullo humano. El ateísmo, arma formidable de Satanás, será borrado de la faz de la tierra. Si muchísimos perecerán material y espiritualmente, será sólo porque lo habrán querido. Hijo: ¡Rosario, Rosario, Rosario! Yo, Reina de las Victorias, protegeré a todos aquellos que, sensibles a mis llamadas, me hayan invocado la oración amada por Mí en la intimidad del hogar doméstico, y hayan divulgado de algún modo la devoción, el amor al Rosario. Protegeré también a aquellos que no se avergüencen de recitarlo en público, dando a los tibios y a los débiles un ejemplo de valerosa piedad cristiana. Yo vigilaré en el momento de la prueba sobre las familias y sobre las personas que me hayan permanecido fieles. Hijo, propagar el Rosario quiere decir el empeño de buscar ardientemente la Gloria de Dios y la salvación de las almas. Un día veréis la potencia y la eficacia de esta oración, veréis los maravillosos frutos de ella en la Casa del Padre. Hijo, te bendigo y quiero que esta bendición se extienda a todos mis devotos y a todos aquellos que tienen celo por el Santo Rosario.
9 de Septiembre de 1976
UNA GRAN MISIÓN
Escribe: Soy Don S., También yo estoy deseoso de unirme al coro de tus amigos del Cielo que ya te han hablado, y de otros que te hablarán.
Vosotros, peregrinos en la tierra, estáis viviendo una hora grave y estáis en la víspera de no menos graves acontecimientos que determinarán el futuro de la humanidad. Pero como tú mismo puedes constatar, son poquísimos los que comprenden la grave crisis que sufre la humanidad de este siglo descreído. Este ateísmo, esta concepción materialista de la vida ha resquebrajado las relaciones entre Cielo y tierra. La humanidad entera está subyugada y atormentada por su peor Enemigo: por Satanás y por sus legiones. Lo que agrava tremendamente la situación es que humanidad, cerrando los ojos a la luz de la Verdad Eterna, rechazando a Dios y a Su Ley, se haya alineado decididamente de parte de los enemigos de Dios y de sus propios enemigos. ¡Este es el colmo de la necedad y de la ignorancia humana! La humanidad debería combatir a sus enemigos bajo la guía de la Iglesia y de los Pastores de las almas; pero los mismos Pastores no tienen en general conciencia de la situación que los atenaza y los paraliza, por lo que no reaccionan enérgicamente y con la prontitud debida. Don O.: no te dejes atemorizar, escucha Voz de Él; Jesús te ha escogido para una gran misión ¡Agradéceselo! El Enemigo hace de todo para deprimirte, para fatigarte y para abatirte. ¡No cedas! Su rugido puede hacerte sobresaltar, pero tú utiliza abundantemente y bien los medios que Jesús ha puesto en tus manos. Tendrás que sufrir, sí, pero tu sufrimiento es levadura para ti, para muchas almas y para muchos consagrados.
Misterio de amor
Déjate conducir dócilmente; en el momento justo Él sabrá proveer. Don O., donde está Jesús, el Enemigo de Él y tuyo no puede estar. Y en ti está Jesús. Por eso, es claro que su acción de estorbo te viene sólo del exterior. Jesús no impide esta acción, porque sabe transformarla en fermentos de vida. Te sirva otra vez la analogía entre lo que sucede en el mundo de la materia y en el del espíritu. De un cuerpo en putrefacción pueden salir gérmenes de vida por una providencial ley de la naturaleza. De la acción de Satanás y de sus satélites, criaturas en perenne putrefacción espiritual, salen brotes maravillosos de vida en virtud de la Sabiduría y Potencia Divina. La Providencia Divina hace este continuo milagro cuando encuentra almas bien dispuestas a colaborar en la salvación propia y en la de otros. Don O., busca profundizar en este misterio de amor de Dios, Uno y Trino, por sus hijos, por sus redimidos, por los coherentes con su dignidad sacerdotal, que obran realmente para la realización de la Voluntad Divina. Don O., la insistencia con la que nosotros, amigos vuestros, venimos a vosotros para disipar la niebla que os circunda, para ayudaros en virtud de la Comunión de los Santos, debe ser bien entendida. Es el amor nuestro el que nos espolea a haceros comprender mejor el gran Misterio de Amor que es Dios. Nada es comprensible sin Él, suma y eterna Verdad. En un mensaje reciente se te ha dicho que no tengas miedo de tener que sufrir por amor de la justicia y de la verdad. Cuando luego por Voluntad Divina se te ha comunicado cómo se hace afluir la luz a muchas almas a través de ti, "pequeña pluma despuntada", instrumento en las manos de Dios, de salvación y de corredención de almas, de ello debes sacar motivo no sólo de gozo, sino de gratitud: "Bienaventurados los que sufran por amor..." Te bendigo, y continuaré intercediendo por ti ante Aquella, que todo lo puede. Don S.
TU SABES QUE YO TE AMO -Con... by Manuel Materán
Este documento contiene las palabras de Jesús a un sacerdote, Mons. Ottavio Michelini. Jesús expresa su deseo de que los sacerdotes sean conscientes de su importante vocación y papel en la Iglesia, y que estén unidos a Él en su sacrificio. Sin embargo, Jesús nota que muchos sacerdotes carecen de fe y amor, y van con el mundo en lugar de Dios. Jesús pide oraciones y sacrificios para la conversión de los sacerdotes.