En Hendaya se habla más Vasco que Francés, también quiero destacar una curiosidad que me llamo la atención y es que aquí esta un islote llamado Faisanes y que pertenece seis meses a España y seis meses a Francia.
Estoy en la ciudad donde Unamuno vivió su exilio, ¿cuantos españoles vivirían aquí lejos de su tierra por culpa de dictadores?…. algo parecido vivimos los venezolanos…
Así que empiezo en Hendaya, por mi apego incondicional a los valores con los que se llevó a cabo la revolución francesa y que son la base de la fundación de la República Francesa y su democracia: Fraternidad, Igualdad y Libertad de todo el pueblo francés, lemas que llevaré a lo largo de mi camino de Santiago.
Tal vez la Revolución Francesa sea el acontecimiento más importante del siglo XIX, algunos de los motivos por los que se produjo eran el endeudamiento de la monarquía francesa, la opulencia y lujos que tenían estas esferas de poder, casa real, funcionarios reales, iglesia y militares… (¡ a que nos parece conocida la historia!).
Así que empecé a caminar desde el centro del pueblo sin saber muy bien que camino tomar, dicen que preguntando se llega a Roma, sin plano, ni guía, como hacían los antiguos peregrinos, descalzo porque soy de los que creé que cuanto más duro es el camino mejor será la recompensa. Sabía que no lo iba a hacer en su totalidad pero, me bastaba con andar todos los días un par de kilómetros descalzo, era el primer día y las emociones me excitaban, también las dudas de si llegaría a Santiago, o las preguntas hasta dónde llegaría, pero para qué preocuparme por algo que no puedo controlar, es un defecto que tengo, así que Manu (así me llama Asier, mi mejor amigo) relájate, disfruta cada paso que camines y déjate llevar, por delante quedan más de 800 km hasta Santiago y algo más se 31 hasta Donosti.
Caminé algo más de una hora y me encontré con el río Bidasoa, cruzas su puente y ya estás en suelo de Euskal Herria.
Irún, ciudad de poco más de 60000 habitantes y con mucho apoyo al régimen chavista, y yo caminando descalzo, con una mochila con la bandera venezolana. Algunos venezolanos me advertían del peligro que eso suponía, yo no terminaba de entender por qué podría ser peligroso caminar con la bandera venezolana e ir repartiendo volantes explicando las razones de mi camino a la gente.
Hacía pocos meses de que el régimen había hecho una asamblea en Irún con Felix Tota, cónsul en Bilbao, Salvador González de la coordinadora bolivariana y Ana Osorio ex ministra, quienes hablaron (mintieron) sobre los logros de la revolución (involucion) y de la guerra económica contra Venezuela, lástima no estar en ese momento para preguntarles por qué con un promedio de la cesta básica petrolera de 70$ los últimos 15 años, se han hecho menos inversión en viviendas sociales que en los 15 años anteriores al chavismo con una cesta petrolera con un promedio inferior a 12$.
Intenté hablar con el alcalde José Antonio Santano pero se encontraba en plena campaña, así que me recibió un concejal del PSOE, me escribió un mensaje en la bandera y me dedicó un buen camino, al mismo tiempo que me decía que las causas nobles nunca son reconocidas y valoradas pero si muy respetadas. Cada paso que daba era un volante que entregaba, la gente me preguntaba y yo explicaba, haciendo mis pasos más lentos, tenía que pensar en mejorar la forma de llevar el mensaje, al mismo tiempo pensaba si llegaría a Santiago de Compostela, ¿qué iba a comer durante el trayecto?, ¿dónde dormiría?, ¿cómo se me ocurría hacer el camino de Santiago sin prácticamente dinero? ¿estaba mal lo que hacia?. Algunos amigos me animaban y me ofrecieron algo de dinero pero no podía aceptarlo. También me di cuenta que mi mochila pesaba demasiado y que tendría que dejar algunas cosas en lo que llegue a Donosti.
Caminé hacia el albergue de Irún donde me atendió un hospitalario majisimo, le gusto el motivo de mi camino, me dio unas pequeñas recomendaciones y me indicó que siguiera las flechas amarillas del camino, (ojalá el camino que seguimos en nuestras vidas tuvieras esas flechas) por fin había llegado el primer sello al certificado de peregrino, ese que vamos sellando en cada pueblo.
Salgo del albergue y me dirijo a Hondarriba siempre por carretera, algo que no me agrada, pero es lo que hay. Ya es mediodía y el calor es sofocante más de 30 grados, después de una hora encuentro la entrada al sendero que nos lleva a la capilla de la virgen de Guadalupe lugar de parada obligada para todos los peregrinos.
También te encuentras con señales, ostras ¿y ahora qué hago? ¿por dónde voy?. Yo como tengo el corazón a la izquierda no lo pienso mucho, después de una hora subiendo por un sendero estrecho el camino se hace más amplio, la verdad que no dejo de ilusionarme, cada paso que doy es un motivo más para ilusionarme, las vistas empiezan a ser preciosas, se aprecia totalmente el golfo de Vizcaya, el día es precioso, un dia claro que ayuda a ver más allá del horizonte y te invita a pensar, en un momento dado pienso por qué diablos existen las fronteras si sólo son líneas imaginarias que sirven para excluir a las personas, o para someterlas, cosas tan raras hacemos los seres humanos… me paro a contemplar las vistas y aprovecho para ponerme las deportivas porque ya me salió una ampolla en el pie derecho.
Vuelvo a caminar, la cuesta parece no tener final, y voy pensando: ¿por qué tenemos un país sumido en la miseria? Recuerdo que mi profesora de literatura cuyo padre fue torturado y asesinado por Pedro Estrada bajo el régimen militar de Pérez Jiménez, me decía siempre que los venezolanos sólo somos un bochinche desorganizado. Voy recordando libros que he leído, ¿cómo se organiza un país donde un presidente que apenas permitió la corrupción, creó la Seguridad Social, los contratos colectivos, reorganizó la industria petrolera, creó los salarios mínimos, creó vivienda social por primera vez a gran escala y que a pesar de esos logros sufrió un golpe de estado llevado a cabo por algunos militares y por AD, me refiero a Medina Angarita. ¿Por qué pasaban estas situaciones en Venezuela?, vemos que cometemos siempre los mismos errores, somos un país golpista porque somos un pueblo cortoplacista.
Sigo pensando en los errores que hemos cometido a través de los años mientras voy disfrutando del paisaje, maravillosa oportunidad de disfrutar de estas vistas.
Mientras tanto camino cuesta arriba con mucho calor, y pensando en nuestra tierra me topo con unos arbustos, los cuales empujo con el pie para que no interrumpan el paso, sin prestarle mayor atención, justo en ese momento sopla una ráfaga de viento fuerte y los vuelve a poner delante mío, y es cuando me doy cuenta, ¡ostras! ¡un bastón! Ahí lo vi rodeado de ramas más pequeñas que fui quitando una a una, y así de entretenido llego a la capilla de Guadalupe.
Cuando entro en la iglesia me doy cuenta que la virgen es negra, no se por qué, pero me alegré. Después de una oración (aunque no soy creyente) para que Venezuela, yo y todas las personas desamparadas encuentren su camino. Vuelvo a seguir las flechas amarillas, eso si, ahora en terreno plano y rodeado de árboles enormes, es el bosque de Jaizkibel, sitio espléndido para ir pensando, cuántas cosas se pueden hacer por Venezuela; hay miles, sólo tenemos que proponernos hacerlas realidad… De repente empiezo a bajar, debo estar llegando a Pasaia, población vasca con un pasado muy ligado a Venezuela.
Algunos amigos vascos en Venezuela me habían hablado de este pueblo, Pasaia (Pasajes) fue uno más de los pueblo pesqueros del norte de la península, hasta que en 1729 el reino de España con poca fuerza o presencia comercial en Venezuela y harto de que las empresas y barcos holandeses comercializaran con los productos venezolanos, otorgó la primera licencia comercial a una empresa privada, aunque si mal no recuerdo tendrían que ir a medias con las ganancias, los barcos tendrían que salir de Euskal Herria y llegar a Cádiz, y asi nacía en ese año la compañía Guipuzcoana, y en 1730 partía de este puerto natural el primer barco cargado de pieles, jamón, vino, para Venezuela, para volver cargado de cacao y café principalmente.
Pasaia creció rápidamente, astilleros y empresas que crecían o se formaban alrededor de esta industria, marineros que partían a las Américas en busca de fortuna, pero unos años después, unos 50 años más tarde la compañía tuvo que cerrar, dejando tras de si desempleo, miseria, mujeres y niños abandonados por sus padres que prefirieron quedarse en Venezuela antes de volver a su tierra sin trabajo.
¿Y por qué cerró esta empresa? Muy fácil, los venezolanos descendientes de conquistadores empezaron a decir que esta empresa sólo buscaba vasconizar Venezuela, así que el Reino retiró la licencia y ellos podrían comercializar y quedarse con ese negocio, ya que creían que tenían más derechos, siempre las miserias humanas tras las riquezas…
Así que después de subir más de 500 escalones empecé a caminar hacia mi destino, disfrutando eso si de las vistas, ¡que maravilla!, ¡cómo rompían las olas!, encontré una cala preciosa para bañarse pero, no había tiempo, la tarde se me echaba encima, ya tendría ocasión de ver más sitios así.
Seguí caminando y me encontré con unos ecologistas que tienen su granja muy cerca, me invitaron a pasar la noche: “tenemos una fiesta pagana para celebrar el solsticio de verano”. Así era, había comenzado a andar en el día más largo del verano, ¡que casualidad!, así que les dije: “mientras no me sacrifiquen a los dioses todo esta bien” y allá que me fui.
Estuvo genial, comimos abundantes y variados platos de verduras y frutas así como un pan riquísimo que ellos mismos elaboran en su obrador, la casa es enorme, viven todos juntos en comuna, parecen felices con muy poco, dicen que el mundo tiene que ir hacia lo humano, lo terrenal, más espiritual y abandonar lo material y la superficialidad, por supuesto que estoy de acuerdo… me dejan un bonito mensaje de paz en mi bandera y me voy a la cama para descansar de mi primer día de camino.
¡Que feliz estaba!, y aún no tenía idea de las vivencias tan increíbles que me aguardaban…
En la mañana siguiente me ofrecieron un gran desayuno, me regalaron un enorme pan que estaba riquísimo...
Así que triste y a la vez contento nos despedimos y prosigo mi camino…
“Polvo, barro, sol y lluvia,
es camino de Santiago
millares de peregrinos
y más de un millón de años”