"Negacionista" por ser libre, por dudar, por someter al más elemental análisis empírico las normas impuestas para combatir una enfermedad. Querido “negacionista”, te llamen lo que te llamen, es mejor negar la tiranía (LA MENTIRA Y EL ENGAÑO) que colaborar con ella.
NEGACIONISTA: Vocablo despectivo que se utiliza de forma institucionalizada y totalitaria para menospreciar, humillar, segregar o perjudicar a quien se atreve a cuestionar la versión oficial de un determinado fenómeno.
La narrativa que durante un año se ha ido haciendo monolítica e implacable ha dado a ese término que de sobra conoces una segunda juventud tan poco espontánea como bienintencionada. Lejos de sentirte aludido, lo oyes como insulto, cuando la verdadera afrenta es su uso: primero, porque está destinado a quienes niegan el Holocausto y no conviene utilizarlo en vano. Menos, a sabiendas. Segundo, porque te atribuye una posición simple, bárbara. Lo que es peor, en serie. Es la materialización irresponsable de un prejuicio emitido afanosamente por quienes desde hace demasiado tiempo tratan de moldear el pensamiento, utilizando cualquier etiqueta para marcar a quien busca la Verdad.
Por la siempre tiránica vía del sentimentalismo, brocha gorda empapada de relativismo moral, un pensamiento único más enfrentado a ti de lo que tú jamás podrías posicionarte contra él llama insensibilidad a tu sentido común. Egoísmo a tu empatía. Frialdad a tu consciencia. Tozudez a tu razón. Opinión a la Verdad.
Se te acusa de negar la existencia de un virus que posiblemente conoces por encima de lo recomendable y más de cerca de lo deseable. Todo por ser libre, por dudar, por someter al más elemental análisis empírico las normas impuestas para combatir la expansión de una enfermedad. Medidas tal vez normales –nunca naturales– en China. No en Occidente, donde nos costó siglos abordar las adversidades sin negar la libertad de nuestros semejantes.
Han sido decisiones políticas, y no un virus, las que te han encerrado en casa durante meses bajo amenaza de multa o detención
Con el paso del tiempo y la confirmación práctica de tus intuiciones, acaso de tus incertidumbres o, simplemente, después de haber comprobado tu error, no has dejado de recibir el mismo trato. Tal vez, la fuerza de la costumbre te ha endurecido. Ya no lo notas, no lo oyes, no lo ves, por muy grave que sea de fondo. O quizá porque no te importan los exabruptos.
Aquellos “como se nota que a ti no te ha pasado”, “no te deseo ningún mal, pero”, reductores de la realidad a mera percepción, de quienes en un año no han sido capaces de ver que las medidas liberticidas aplicadas por sus gobernantes y los de tantos países para combatir un virus –el tono bélico es fundamental en la narrativa– nada tienen que ver con tu salud. Aún menos con la suya: es habitual verles haciendo lo contrario de lo que imponen.
Un largo periodo que ha ido evidenciando la enfermedad como coartada para el totalitarismo. Han sido decisiones políticas, y no un virus, las que te han encerrado en casa durante meses bajo amenaza de multa o detención. Las que te prohíben salir a partir de cierta hora, aunque llueva y la calle esté desierta. El virus no cerró tu trabajo ni lo catalogó como no esencial. Si te hubieran consultado, habrías defendido como necesario el medio de vida de tu familia.
Has comprobado que la fatalidad de la enfermedad y las medidas políticas son dos fenómenos independientes se miren por donde se miren. A pesar de ello, no has quemado ningún contenedor
El virus no acabó por dejarte en paro. El virus no paralizó tu tratamiento médico ni retrasó tu operación. El virus no encerró a tu abuelo en un lugar del que no te dejaron sacarlo. El virus no te prohibió acudir a un templo a rezar. El virus no te impidió ver a los tuyos ni reunirte con ellos en Navidad. El virus no te ha separado de tus pasiones ni te ha arrebatado los ritos que dan forma a las tradiciones más profundas de tu vida, tal vez heredadas de tus antepasados. El virus no mantiene abiertas las ventanas de las aulas donde dan clases tus hijos en las frías mañanas de invierno. El virus no te dice a qué hora debes ver a tus amigos ni con cuántas personas puedes sentarte en una mesa. El virus no oculta tus expresiones y las de los demás. El virus no te impide reconocerte en el espejo cuando te colocas frente a él: lo importante es que ocultes tu rostro, no la condición de aquello que lo cubre.
Sabes que un virus no toma decisiones, tanto como que las decisiones tienen consecuencias. También los arbitrios. Has comprobado que la fatalidad de la enfermedad y las medidas políticas son dos fenómenos independientes se miren por donde se miren. A pesar de ello, no has quemado ningún contenedor, no has pateado ninguna papelera ni has rodeado la sede de ningún partido político para protestar. No es tu estilo.
Siempre es hora de señalar lo evidente por obvio que parezca. De defender que, aunque chapoteemos en el reduccionismo materialista, los seres humanos somos muchísimo más que un saco de células luchando contra un virus
Tampoco, siquiera por aquello de usar la misma moneda, has respondido llamando colaboracionistas a quienes te difaman con una liberalidad tan inconsciente como peligrosa. Los que te acusan de irresponsable por contradecir unas normas totalitarias, cuando lo irresponsable es no hacerlo. Los que, con tal de seguir las caprichosas imposiciones de unos gobernantes que demuestran día tras día su indiferencia por aquellos que tratan como súbditos, son capaces de perder su puesto de trabajo, el sustento de su familia, sin dar la más mínima batalla, autómatas, insultando a quien lo hace. Los que llevan un año sin abrazar a sus mayores, como si sus mayores no vivieran de cariño. Los que te señalan desde la ventana por tu bien. Los que te delatan por tu salud. Los supersticiosos que pasean por la playa sin nadie alrededor con la cara tapada en nombre de la ciencia. Los que creen a quien sabe que les miente. Los inconscientes que te acusan de negar la realidad. Los agentes de la autoridad que abusan de la autoridad de la que sólo son agentes. Los tontos útiles que hacen más que cualquier tirano por imponer un régimen liberticida.
A pesar de ellos, siempre es hora de señalar lo evidente por obvio que parezca. De defender que, aunque chapoteemos en el reduccionismo materialista, los seres humanos somos muchísimo más que un saco de células luchando contra un virus. Es lo que menos somos. De decir que el totalitarismo no cura. Al contrario, nos debilita en lo espiritual, en lo moral y en lo físico, creando un terreno fértil para la enfermedad. De saber que la libertad es el estado natural del alma, indispensable para la salud. Que la pena mata. Que la Verdad es verdad.
Querido “negacionista”, te llamen lo que te llamen, es mejor negar la tiranía que colaborar con ella.
No lo dudes. No te va a gustar y no lo vas a pasar bien. Pero ese día va a llegar.
Seguramente la lectura de este artículo —si es que lo lees, cosa que no está nada clara—, te haga levantar la ceja, condescendiente, presumiéndote tan cargado de argumentos y tan autorizado por la lógica de la historia que incluso sentirás cierto desdén por quien lo firma y por lo que dice. Esbozarás una sonrisilla despectiva, pensarás más o menos: “Gilipolleces de un facha español, uno de tantos”. Estás en tu derecho, faltaría más. Pero tu desprecio y suficiencia no son razones, ni ideas. Son una respuesta emocional ajustada a una condición psicológica, algo perfectamente comprensible. No te extrañe: no tienes convicciones políticas sino una inclinación sentimental hacia un relato que te consuela de casi todos tus fracasos, frustraciones, miedos, inseguridades. Un relato urdido por gente mucho más lista que tú —no lo dudes—, que te libera de la necesidad de responsabilizarte de tu futuro, del futuro de tus hijos, del futuro de tus nietos, para descargar en otros, tus enemigos, el peso de la culpa por todo lo malo que te ha pasado y todo lo bueno que no ha sucedido en tu vida.
El esquema es más viejo que los caminos pero sigue funcionando si se aplica a mentalidades simples como la tuya: “No soy responsable de nada, la culpa siempre es de los otros y mi partido y sus dirigentes saben lo que debo hacer para resarcirme de todas las injusticias cometidas contra mí”. Por supuesto, no te ofendas por calificar de “simple” a tu mentalidad; mira, de eso no tienes la culpa: los maestros enseñan a pensar pero tus líderes sólo te han enseñado a creer en lo que ellos piensan por ti. No tengo ninguna esperanza de que comprendas estas frases, no por ahora, ni que asumas lo que va a sucederte dentro de unos años. Ni siquiera te pido que confíes en que algún día se hará realidad lo que ahora mismo lees y te disgusta. Tus dirigentes sí te exigen continuamente, cada día, ese acto de fe. Yo sólo te prevengo: llegará el día en que te darás cuenta de cómo te han engañado, cómo se han aprovechado de ti y de muchos como tú, de cómo te hicieron sentir con intensidad, hasta la indignación y el fervor, pero no fueron capaces de mostrarte la manera de alcanzar alguna idea útil, una pizca de criterio propio; y, por supuesto: ni leve asomo de solución a ninguno de los desmanes e injusticias por las que públicamente se rasgan las vestiduras y que agradecen en privado porque su negocio consiste, justamente, en vivir de eso: clamar ante multitudes y arreglarse el condumio vitalicio a costa de los demás. Siempre ha sido así y eso no va a cambiar.
Quien va a cambiar eres tú.
Llegará el día en que te canses de girar en torno a la noria sin sacar más que arena, en que empieces a “mosquearte” porque los de siempre siguen con el discurso de siempre, hacen lo mismo de siempre y viven opíparos como nunca mientras que tú también estás como siempre: jodido y sin perspectivas. Entonces lo sabrás. Entonces será el día.
Llegará. Ese día va a llegarte, no le des más vueltas. Llegará ese día en que te sentarás frente a tu pareja, tus hijos, tus nietos, tu familia, tus amigos… Lanzarás un suspiro resignado y dirás con convicción y sin ningún entusiasmo: “Cómo nos engañaron”.
Puede que ese día, más que tu fracaso te duela saber que otras gentes, ahora mucho más jóvenes que tú, recién llegados a la ceremonia, se encuentran donde tú estabas hace tiempo, pensando lo mismo que tú pensabas, quejándose de lo mismo que tú te quejabas, apoyando a los mismos que tú apoyabas antes de dar portazo a este teatrillo del absurdo. No te preocupes por ellos: también les llegará el día. A todos les llega su momento a menos que, naturalmente, pertenezcan a la comunidad de beneficiarios o a la cofradía de los fanáticos incondicionales, que de esos también hay de sobra.
Salvo que te encuentres en alguno de esos casos, te llegará ese día. Ahora te fastidia pensarlo, muy cierto. Ese día te fastidiará no haberlo sabido antes. Tampoco sufras por ello porque, ya sabes: nunca es tarde.
Lo último de lo último: la prevalencia de la razón sobre las emociones y los sentimientos es rasgo distintivo de la masculinidad tóxica. Lo dice el ministerio de igualdad, no me invento nada. El nuevo hombre deconstruido, convenientemente purgado del machismo original, debe mostrarse tan empático como racional a la hora de abordar cualquier asunto, complicación o dilema. Si no puedes remar, llora. Los hombres que lloran son progresistas y sus lágrimas civilizadas como el aroma a maderas antiguas en una pinacoteca. Los que guardan sus lágrimas para casa y encima en casa las disimulan —o peor aún, las ocultan—, una de dos: son maltratadores o votan a Vox. Seguramente las dos cosas.
Así las conclusiones del estudio sobre “el machismo en la escuela española, 1945-1970” publicado hace unos meses por no me acuerdo ni me apetece recordar qué asociación gloriosamente subvencionada por el irénico ministerio. Lo primero que apetece es preguntarse qué delito hemos cometido los españoles para sufragar 100% con nuestros impuestos esta aburrición. ¿De verdad hace falta encargar a unes amigues un sesudo estudio acerca de la materia para llegar a la conclusión de que, en efecto, la educación en España durante la época señalada era machista? Pero la segunda conclusión es más grave todavía: racionalizar la vida es de patriarcones, señoros y machirulos. Vivir, pensar, creer y decidir conforme al latido de nuestras emociones y poquito más, es progresista.
Algo importante hay que agradecer, sin embargo, a estos dispendios intelectuales con que nos regala de vez en cuando la feminastia hispánica. Despejan el panorama. Entendiéndome a mí mismo: desde hace mucho tiempo llama la atención esa tendencia montuna de la progresía a escandalizarse por dos rayas en el agua, el griterío, la sobreactuación. En su día llamé histerocracia a la famosa indignación. Fue en tiempos pasados, desde luego, aquella época en la que Pedro Sánchez gritaba en sus mítines como una pescadera ofendida por los precios del rodaballo, cuando Pablo Iglesias decía “tic-tac” y Monedero organizaba escraches a Rosa Díez. Esos tiempos han cambiado porque la grosería pasó de las esquinas callejeras a los despachos ministeriales, pero queda el poso doctrinal destilado por aquellas toneladas de cochambre ideológica. Al final, todo se reducía al axioma eterno, lo que psicólogos y psiquiatras llaman disociación cognitiva: lo que no me gusta me ofende y además es mentira; y un paso más hacia lo extremo: lo que me ofende tiene que desaparecer y estoy legitimado para borrarlo del mapa. Cancelación. Ilegalización. Delito de odio. Así piensa —piensa— el progrerío español y, en general, el progrerío de occidente, los entusiastas enterradores de una civilización dimisionaria que aún llamamos nuestra, no se sabe por qué. Lo que sí se sabe es que la razón produce monstruos, ahí está el punto. Donde esté una buena corazonada que se quiten los ejes cartesianos. Me ofendo luego existo.
Atención y despierte el alma dormida, sin embargo: los tiempos del arrebato y la ira pueden volver en cualquier momento. Sólo hacía falta, por ejemplo, que la izquierda tuviese una mala tarde electoral y perdiera de golpe treinta o cuarenta ayuntamientos y tres o cuatro comunidades autónomas, o que se anuncien urnas próximas y el resultado de la consulta se prevea contrario a la causa del Bien Universal. La derecha se convierte de inmediato en extrema derecha, toda ella y sin matices; los pactos municipales son “vergüenza” y las personas transmutan en investigados, números de cuota en expedientes sujetos a la supervisión de los censores del recto pensar. Ilustrativo, sin duda, el ruido que han organizado desde su côte por la antigua profesión del nuevo vicepresidente de la Generalitat valenciana: matador de toros. Un escándalo. Si antaño se hubiese dedicado a matar personas en vez de toros habría tenido más posibilidades de ser alcalde o concejal en cualquier ciudad de cualquier provincia cercana al Cantábrico sin que el Gran Hermano rugiera o rugiese. Oigan, y que todo lo demás, para el angélico gusto de los redentores, va de paso atrás en derechos y conquistas sociales. No hace falta especificar qué derechos y qué conquistas sociales, pero ya se entiende. Se grita derechos y se grita conquistas sociales y enseguida se activa el resorte: a por ellos. Ya se pensará más adelante en lo concreto, en qué tienen que ver los derechos de las personas y los avances de la sociedad con que los ayuntamientos estén en manos de la izquierda, de Pitágoras o del archimandrita de Meteora. Total, ya estaba dicho: lo que importa es el sentimiento.
Todo este kabuki me recuerda a aquel poeta ambulante granadino que escribía sus poemas en las servilletas de los bares y los vendía a la parroquia por veinte duros y la voluntad. “Pero oiga, si lo ha redactado usted en cinco minutos y además tiene faltas de ortografía”, le reprochó más de un posible cliente. “Nada, nada”, respondía él: “Lo que importa es que salió auténtico, y que está escrito con mucho sentimiento”.
Pues eso.
PLANDEMIA - CAMPAÑA CONTRA LOS NO VACUNADOS
Rescatamos esta recopilación como dedicatoria a todos los hijos de satanás que en el día de hoy han alzado la voz contra “la cultura del odio y las cacerías inhumanas”.
Con el pasar del tiempo, vuestro terrorismo informativo está quedando todavía más en evidencia.
Un video dedicado a los médicos y científicos que plantaron cara a las élites, y como no, a todos aquellos que pusieron su granito de arena. Porque no fue la vacuna quien salvó millones de vidas, fueron los negacionistas.
«Llegará un momento en que los hombres caerán en lo absurdo, y cuando vean a alguien que no está trastornado, lo atacarán diciendo: Estas demente; tú no eres como nosotros.» San Antonio, Abad
En estos ensayos, González Zorrilla reflexiona con la inmediatez y la lucidez del mejor periodismo, y con la precisión del más afinado testimonio historiográfico, sobre cómo la socialdemocracia surgida en Europa tras las Segunda Guerra Mundial y el nuevo comunismo renacido tras la caída del Muro de Berlín, se han aliado para propinar el tiro de gracia a una civilización que nacida del eterno legado judeo-cristiano y de la gran tradición grecorromana ha proporcionado a la humanidad sus mayores niveles de libertad, seguridad y prosperidad.
El digital galo Breizh-info ha publicado una extensa entrevista con Raúl González Zorrilla, director de "La Tribuna del País Vasco" y de la revista Naves en Llamas, en la que éste presenta ambos medios a los lectores franceses y en la que reflexiona sobre algunos de los principales retos y urgencias que azotan a la prensa y al periodismo en este convulso comienzo del siglo XXI.
En conversación con el periodista Yann Vallerie, González Zorrilla explica cómo, en su opinión, los temas que más preocupan a los lectores de "La Tribuna del País Vasco" son “aquellos que tienen que ver con la memoria histórica (especialmente en el País Vasco), con la caída de Occidente, con la tiranía progresista, con la imposición de la ideología de género, con el reemplazo de la población europea, con la inmigración ilegal, con la presión neocomunista global que padecemos y con la desaparición a marchas forzadas de la libertad de expresión”.
El director de La Tribuna del País Vasco detalla cómo este periódico se posiciona muy claramente “en uno de los bandos que compiten en la gran batalla cultural global que en estos momentos se libra en el mundo: defendemos las libertades individuales, la familia tradicional, la meritocracia, los valores tradicionales, el derecho a la defensa y la seguridad, el capitalismo tradicional frente a la volátil especulación financiera posmoderna. También nos posicionamos junto a las Fuerzas de Seguridad, al lado de quienes protegen la cultura y no la cancelan, junto a los que se parten la espalda para defender orgullosos el mundo que crearon sus abuelos, junto a quienes aún creen que los hombres tienen pene y las niñas vagina, junto a los políticamente incorrectos… Y, sobre todo, queremos estar junto a la gente de la calle simplemente decente que solamente desea llevar una vida digna, formar a sus hijos sin que éstos sean aleccionados por el Estado, trabajar y poderse tomar un café con la persona de su vida en un entorno seguro”.
Preguntado por el posicionamiento del periódico con respecto al mundo nacionalista vasco, Raúl González explica que “nuestra posición ideológica con respecto al nacionalismo vasco es extremadamente crítica porque el nacionalismo vasco tiene un marcado carácter totalitario que contempla al resto de España como a un enemigo y que abraza políticamente a los terroristas de ETA mientras insulta y desprecia a sus víctimas. Para convertir su ideología en un rodillo totalitario, el nacionalismo vasco utiliza la imposición lingüística del vascuence (una lengua que apenas habla habitualmente el 10% de los vascos), impone una educación íntegra en esta lengua (a pesar de que el español es la lengua materna del 90% de los ciudadanos del País Vasco). Además, despilfarrando miles de millones de euros de recursos públicos, el nacionalismo vasco manipula la historia, la cultura y la información para alumbrar una ‘realidad vasca independiente’ que no existe. Y que nunca ha existido”.
En relación con el estado de
excepción político, económico y
periodístico que se ha impuesto
alrededor de la pandemia del Covid19, Raúl González Zorrilla arma
que “la capacidad infectiva del
Covid-19 es peligrosa y dramática,
sobre todo, por su poder aterrador
para provocar el colapso final de
Occidente aprovechándose de imposiciones terapéuticas tan fanáticas como opacas. El Covid aterroriza aprovechando los recursos autoritarios que tiene la actual gobernanza socialdemócrata, utilizando el inmenso desarme ético que sufren millones de ciudadanos europeos, empleando el miedo generalizado a lo desconocido como herramienta de dominación y urdiendo una 'nueva normalidad', un 'gran reinicio' colectivo que sigue miméticamente el trazado del gran modelo civilizacional instaurado por el Partido Comunista chino del siglo XXI: élites políticas, sociales, económicas y culturales endogámicas y dominantes; capitalismo salvaje, expansionismo agresivo, hipervigilancia de la ciudadanía, masas acalladas, libertades mermadas e imposición política y doctrinaria”.
En opinión de González Zorrilla, “lo que está emergiendo fruto de la alianza del nuevo comunismo con las grandes corporaciones es una nueva y aterradora realidad tan perfecta como el virus del Covid-19: gobierna a través del terror y la emergencia permanentemente impuesta, induciendo a las masas dramáticamente asustadas y empobrecidas a aceptar decisiones drásticas y antidemocráticas como el único salvavidas para asegurar las vidas". (...) "En nombre de la contención del virus y de la seguridad sanitaria, se legitima la expropiación de la democracia y de los derechos más elementales, así como la creciente violación del espíritu y la letra de la Constitución (…) En el caso de España, el Gobierno de extrema-izquierda formado por el PSOE y Podemos, y especialmente por personajes estalinistas como Pedro Sánchez y Pedro Iglesias, representan excepcionalmente bien este derrumbe de la libertad y la inmensa amenaza global que los nuevos comunistas o los viejos socialdemócratas representan para la democracia; una amenaza que, aunque nacida antes del Covid-19, ha llegado a su paroxismo e intensificación aprovechando la intensa y acelerada disolución social, económica y cultural que está provocando la pandemia”.
En su larga conversación con el periódico bretón, Raúl González Zorrilla también reflexiona sobre los cada vez más intensos ataques que en todo Occidente sufren la libertad de expresión y la libertad de cátedra. En su opinión, “vivimos en una nueva Edad Media, bajo el mandato dictatorial de unos nuevos señores feudales, a los que hay que obedecer o, al menos, a los que no hay que molestar para que te dejen hablar o escribir. Occidente, infiltrado por los nuevos comunistas que aparecieron tras la caída del Muro de Berlín, está suicidándose y dilapidando algunos de sus valores principales, como la libertad de expresión o la libertad de cátedra (…) Nos enfrentamos a tres nuevos tipos de totalitarismo que crecen y crecen ante la mirada impávida y satisfecha de gran parte de la población: el totalitarismo neocomunista, construido sobre la imposición de lo políticamente correcto, la tiranía del género y un nuevo racismo que quiere acabar con el hombre blanco, occidental y heterosexual; el totalitarismo islamista, que se infiltra en nuestras instituciones mientras sus brazos terroristas decapitan a profesores como Samuel Paty; y el totalitarismo de las élites tecnológicas “turbocapìtalistas”, que tratan de evitar que se cuestione el globalismo socialdemócrata, ese que no tiene patria, que no tiene arraigos, que no tiene valores, que no tiene historia ni tradiciones y que solamente busca consumidores sin nación, sin sexo, sin religión y sin espíritu”.
Preguntado sobre cómo responder a estos ataques, el director de La Tribuna del País Vasco insiste en que “hay que seguir haciendo periodismo por tierra, mar y aire. Combinando lo digital con el papel, que siempre es más difícil de censurar. Creando pequeños nichos de lectores que, a su vez, extiendan el mensaje. Haciendo lo que el mejor periodismo ha hecho siempre: informar, denunciar, analizar, cuestionar y reflexionar. Ese es nuestro deber. Se lo debemos a nuestros hijos. Debemos denunciar por todos los medios posibles que la realidad que nos quieren imponer no es la verdad, sino que es una farsa; que debemos hacer entender a nuestros conciudadanos que, si no detenemos a los nuevos fanáticos que se están apoderando del mundo, en apenas una generación, Occidente, la civilización más grande que ha creado la Humanidad hasta el momento, habrá desaparecido”.
Finkielkraut habla del "autorracismo" como "la patología más grotesca y desalentadora de nuestra época". Londres es su capital.
Derribar a los racistas es un mapa que contiene 60 estatuas de 30 ciudades británicas cuya eliminación se está demandando en apoyo del movimiento surgido en EEUU después de que un policía blanco, Derek Chauvin, matara a un hombre negro, George Floyd, poniéndole la rodilla en el cuello.
En Bristol, una multitud arrojó a las aguas del puerto la estatua del filántropo y propietario de esclavos Edward Colston.
Posteriormente, en Londres unos manifestantes vandalizaron las estatuas de Winston Churchill, el Mahatma Gandhi y Abraham Lincoln. Tras retirar del exterior del Museum of London Docklands la estatua del esclavista escocés Robert Milligan, el alcalde de la capital británica, Sadiq Khan, anunció la creación de una comisión para quitar las estatuas que no reflejen "la diversidad de la ciudad".
Otras dos estatuas han sido eliminadas de dos hospitales londinenses. El vandalismo y el autoodio han ido ganando terreno rápidamente. La épica de los grandes descubrimientos asociados al Imperio Británico se ha tornado ominosa. Las protestas no son sobre la esclavitud. Nadie en el Reino Unido actual celebra ese periodo. Es más bien un llamamiento a la limpieza cultural de todas las obras que contradigan el nuevo mantra de la diversidad.
"En el Reino Unido de hoy ha nacido una nueva variante del Talibán", ha escrito Nigel Farage, en referencia a los dos budas gigantes dinamitados por los talibanes en Afganistán en 2001. "A menos que nos dotemos rápidamente de un liderazgo moral, no va a merecer la pena vivir en nuestras ciudades".
En la lista de estatuas eliminables figuran los nombres de Oliver Cromwell y Horatio Nelson, dos guras mayores de la historia británica, así como el de Nancy Astor, la primera parlamentaria británica electa (1919), y los de Sir Frances Drake, Cristóbal Colón y Charles Gray, el primer ministro cuyo Gobierno supervisó la abolición de la esclavitud, en 1833. El actual premier, Boris Johnson, ha mostrado su oposición a la campaña de esta manera: “No podemos tratar de editar o censurar nuestro pasado. No podemos pretender haber tenido una historia diferente. Las estatuas de nuestras ciudades y pueblos las erigieron generaciones anteriores que tenían perspectivas diferentes, una comprensión distinta del bien y del mal. Y esas estatuas nos enseñan sobre nuestro pasado, con sus errores. Derribarlas sería mentirnos acerca de nuestra historia, y empobrecer la educación de las generaciones venideras”.
(...)
La culpa poscolonial está igualmente asfixiando la libertad de expresión en el Reino Unido. El exjefe del observatorio británico para la igualdad Trevor Phillips fue suspendido de militancia en el Partido Laborista tras ser acusado de "islamofobia". ¿El motivo? Su crítica al multiculturalismo. Esto es lo que tiene que decir al respecto Philips: “En mi opinión, la renuencia a afrontar la cuestión de la diversidad y sus descontentos lleva aparejado el riesgo de que nuestro país se dirija como un sonámbulo hacia una catástrofe en la que las distintas comunidades se enfrentarán entre sí, se condonarán las agresiones sexuales, se suprimirá la libertad de expresión, se revertirán libertades civiles que ha costado mucho conseguir y se minará la democracia liberal, que tan bien ha servido a este país durante tanto tiempo”.
(...)
Los activistas que hacen campaña por la eliminación de estatuas quieren alterar radicalmente el perfil de la capital británica. El enfrentamiento parece darse entre unos censores violentos que acosan a todo el mundo, por un lado, y, por el otro, unos políticos cobardes y apaciguadores que se doblegan ante los vándalos. Los monumentos son una parte vital de una ciudad global; dan cuenta del lugar en la Historia de la ciudad. Sin ellos, sólo quedarían las paradas de autobús y los Burger Kings. Estos protestatarios parecen anhelar una Historia revisada y saneada. Si no lo entendemos rápidamente, si borramos nuestro pasado, como trató de hacer la URSS, les será más fácil generar una visión de nuestro futuro que no remita a nuestros valores. No nos dejarán más que esquirlas de nuestra historia y nuestra cultura.
Este movimiento de odio a Occidente –que, como todo, tiene una historia imperfecta– parece haberse iniciado en las universidades británicas. En Cambridge, profesores de literatura pidieron reemplazar a autores blancos por otros representativos de las minorías para descolonizar el currículum. El sindicato de estudiantes de la prestigiosa Escuela de Estudios Africanos y Orientales londinense demandó la eliminación de autores como Platón, Kant, Descartes y Hegel del plan de estudios porque "todos eran blancos"; como si el color de nuestra piel fuera el determinante único de nuestros pensamientos. En Manchester, unos estudiantes pintarrajearon un mural inspirado en el poema "Si" de Kipling. Un estudioso del colonialismo, Nigel Biggar, ha armado que en las universidades británicas se ha vuelto a instalar un "clima de miedo". La Universidad de Liverpool acordó recientemente renombrar un edificio que rendía homenaje al primer ministro William Gladstone. En Oxford, la estatua de Cecil Rhodes, filántropo y fundador de Rodesia (actual Zimbabue), corre el riesgo de ser la siguiente en la lista.
"Hay algo de hipocresía en que Oxford consiga dinero para que cada año cien becarios, una quinta parte de ellos procedentes de África, vengan aquí y luego decir que queremos arrojar la estatua de Rhodes... al Támesis", ha declarado Lord Patten, rector de la universidad. Patten sostiene que su opinión es la misma que "la expresada por Nelson Mandela en una ceremonia del Fideicomiso Rhodes en 2003" y que, pese a "los problemas asociados con el papel de Cecil Rhodes en la historia, si estaba bien para Mandela, está bien para mí". Pero no para los revisionistas.
Parece que se está rehaciendo la historia de Occidente para presentar toda la civilización occidental como un mero apartheid descomunal. Como si debiéramos deshacernos no sólo las estatuas sino de nosotros mismos. Pero una democracia exitosa no puede construirse sobre la eliminación del pasado.
La estatua de Churchill en Londres –que combatió al nazismo durante la Segunda Guerra Mundial y salvó a Europa de la barbarie– fue cubierta por las autoridades municipales durante las últimas protestas. Su eliminación visual evoca las estatuas desnudas de Roma tapadas para complacer al presidente iraní Hasán Ruhaní, o las desapariciones en las fotografías de aquellos que habían perdido el favor del Politburó en la URSS. Hay falsedad en el borrado de la historia propia. Puede que la historia de uno no sea perfecta, pero sigue siendo la historia de uno. Como ha escrito el historiador Victor Davis Hanson, un país "no tiene que ser perfecto para ser bueno". Sajar la parte desagradable no cambia los hechos; puede incluso ser reemplazada por una todavía más desagradable.
Algunos museos londinenses ya habían abrazado hace un tiempo la autocensura. La Tate Gallery vetó una obra de John Latham que mostraba un Korán entre cristales. El Victoria and Albert Musem exhibió pero posteriormente retiró una imagen devocional de Mahoma. La Saatchi Gallery exhibió dos desnudos con escritura árabe sobreimpresa, lo que provocó quejas de algunos visitantes musulmanes; el museo las cubrió. La Whitechapel Art Gallery purgó una muestra en la que había unas muñecas desnudas.
El diccionario Merriam-Webster acaba de revisar la definición de racismo para incluir la cualidad de "sistémico", presumiblemente para expresar que toda la sociedad es culpable e injusta.
Los censores parecen querer controlar nuestro universo mental, como en la novela de George Orwell 1984:
“Todo registro ha sido destruido o falseado, cada libro ha sido reescrito, cada cuadro ha sido repintado, cada estatua y edificio han sido rebautizados, cada fecha ha sido alterada. Y el proceso continúa, día a día y minuto a minuto. La Historia se ha detenido. Nada existe salvo el presente incesante, en el que el Partido siempre tiene razón”.
Este proceso de autohumillación occidental empezó hace mucho. Así, los ayuntamientos en manos del Partido Laborista británico empezaron a examinar todas las estatuas bajo su jurisdicción. El alcalde de Bristol, Marvin Rees, en vez de defender el imperio de la ley, calicó de "historia poética" la violenta eliminación de la estatua de Colston. Cuando los vándalos empezaron a destruir estatuas, muchos aplaudieron. El primer ministro británico, Bori Johnson, habló de "iconoclasia políticamente correcta".
Una semana antes de la querella de las estatuas, en el Reino Unido la gente andaba arrodillándose por George Floyd. Parecía una demanda colectiva para que toda la sociedad occidental se arrepintiera. Parecía una suerte de histeria ideológica, no tan distinta de las de la Inquisición o la del proceso contra las Brujas de Salem: diríase que quienes se arrodillaban eran gente más moral, que estaban del lado de la Justicia. Se arrodillaron incluso policías británicos, así como la presidenta de la Cámara de Representantes norteamericana, Nancy Pelosi, y otros líderes demócratas. Ambos fueron actos de irresponsabilidad y capitulación. Días después, el establishment británico sucumbió ante el nuevo Talibán.
¿Qué pretende conseguir este macabro juego ideológico? No el derribo de monumentos como las estatuas de Colón, que han sido incluso decapitadas. Va más allá. Es una toma del poder para desatar una revolución cultural e impedir que nadie diga que no todas las culturas son iguales; para someter a juicio el pasado de Europa; para instilar un remordimiento perenne en las conciencias y esparcir el terror intelectual a fin de hacer avanzar el multiculturalismo. ¿Cuántos se negarán a comulgar con esta supresión coactiva de la Historia? Si son muchos los que se arrodillan ante el nuevo totalitarismo, ¿quién tendrá el coraje para defender la historia y la cultura de Occidente?
Raúl González Zorrilla: Racismo, Feminismo y Justicia Social ¿Demasiado lejos?
🔴 El FlN de la CIVILIZACIÓN 🧑🤝🧑 🌳 Conferencia Magistral de Nicolás Morás
LA AMENAZA DEL GLOBALISMO TOTALITARIO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
Juan Antonio de Castro
de Arespacochaga
“A veces, permanecer en silencio es mentir,
ya que el silencio puede interpretarse como asentimiento”.
Miguel de Unamuno
PRÓLOGO
POR MIGUEL DURÁN CAMPOS
Conocí a Juan de Castro hace algún tiempo, cuando un vídeo donde él explicaba su ya insobornable actuación contra el Globalismo Totalitario me atrajo poderosamente en su discurso de aquellos más de 14 minutos en que le oí hablar con absoluta serenidad, pero con total contundencia, de los manejos de Soros y demás oligarcas mundiales. Me dije entonces que tenía que conocer personalmente a un personaje que, con tal valentía y determinación, se atrevía a combatir contra fuerzas tan gigantescas como la de estos magnates. A través de un amigo común, logré mi propósito; le conocí y le empecé a tratar. Pronto se entabló entre nosotros una sincera relación de amistad y de concordia sobre el fondo del análisis general que Juan de Castro realiza sobre el momento actual de tantas cosas importantes que le suceden a la Humanidad. Por ello, cuando Juan me pidió que le echara el tiempo necesario para leer su libro, el nuevo libro que sigue a este modesto prólogo, no sólo me apresuré a afrontar la lectura, sino que estuve encantado de poner unas líneas de mi propia cosecha como proscenio de una obra como ésta, descarnada, valiente, hipercrítica y muy audaz.
Porque sí, querido lector, así es esta obra: descarnada porque dibuja con trazo quirúrgico grandes males que nos van infiltrando, paulatina pero progresivamente en todo el tejido social; y es valiente porque, aunque inmersos todavía en un sistema en el que, presuntamente, la libertad de expresión pueda aún predicarse de entre las libertades fundamentales, no cabe duda de que la gran zarpa del totalitarismo globalista no dejará de tomar buena nota de todos aquellos que seamos renuentes a sus trágicos designios; es hipercrítica porque pone el dedo en la llaga de los manejos esenciales no sólo de los grandes oligarcas, sino que también se proyecta contra los títeres que, incluso desde los más grandes estamentos políticos, judiciales, desde los medios de comunicación de masas, de organismos internacionales y desde dentro de la propia sociedad civil, sirven como buenos y fieles lacayos a quienes derraman el dinero abundantemente para comprar sus voluntades; y, en suma, es audaz porque contiene aún sesgos de esperanza que, para descreídos como yo, resultan, hasta cierto punto al menos, un tanto voluntaristas. Pero bien está que Juan quiera, después de advertirnos sobre los grandes riesgos en que nos encontramos, apuntar rayos de esperanza y convocarnos a una permanente y abierta lucha contra lo que se nos está ya viniendo encima.
No quisiera yo “echarle agua al vino” de las esperanzas de Juan de Castro; y, por eso, invito al lector a que, luego de haberse embebido en las páginas que siguen, preste especial atención a las 11 medidas finales que él nos plantea como antídoto contra las anestesias que estos sátrapas modernos nos están inoculando día a día desde todos los ámbitos que pueden manipular.
Estoy convencido de que los servidores del mal que nos acucia no perderán tiempo en tachar este libro de puramente conspiranoico, y de negacionistas a quienes preferimos no embaularnos acríticamente todo lo que se proyecta sobre nosotros para adormecer nuestras conciencias. Pero vale la pena luchar, aunque sólo sea como lo hacía aquel “salvaje” de la Reserva que Aldous Huxley describía tan sumamente bien en su libro Un mundo feliz. Porque a mucho de lo que se describía en ese libro aspirarían (o aspiran) los que quieren convertirse en el “world controler”. Usted, querido Lector, ¿a qué subclase de ese futuro mundo hipercontrolado quiere pertenecer, a los alfa, a los beta,... O le da igual que lo encasillen en los épsilon? En esta estructura orwelliana que se está confeccionando para nosotros, si Dios y los que estamos convencidos de que hay que luchar contra ella no lo remediamos, vamos a padecer muchos males, a menos que nos resignemos a perder toda conciencia de lo que nos pase.
La “plandemia” -como muy sarcásticamente bien la define el Autor- viene a ser el formidable pretexto, la herramienta casi definitiva que los sátrapas modernos usan para redondear su faena. De siempre se ha sabido que es el miedo generalizado el mejor instrumento para someter a los pueblos. Aun a riesgo de que se me quiera incluir en el conjunto de los que, despectivamente, denominan negacionistas, afirmo y declaro que, siendo cierto y verdad que el virus existe, que mata bastante más que otros virus, no es menos cierto que quienes quieren restringir nuestras libertades, lo están aprovechando para someternos y estrangularnos.
Lo que Juan de Castro, en el fondo, pretende plantearnos, si no me equivoco, es la necesidad de ser críticos respecto de esta permanente actitud de control que el Poder establecido mantiene en el sentido de regir nuestras vidas. ¿Se da usted cuenta de que cada vez menos puede pagar con dinero en efectivo?, ¿percibe usted cómo cada vez menos controla los datos de su persona que están en LA INMENSA RED? ¿Es capaz de darse cuenta de cómo se traga todo lo que le dan por la televisión?
Cuando no tenga más remedio que pagar con una moneda única y, además, hacerlo con un perfecto control sobre lo que usted pague, se hará consciente de cómo hasta la última gota de lo que usted ha ganado con su esfuerzo entra dentro del circuito de lo que le van a controlar. Cuando le exijan el certificado de la vacuna de no se sabe bien qué virus, para ir de un sitio a otro, le habrán restringido su libertad de movimientos, y usted no tendrá más remedio que vacunarse, aunque esa vacuna lleve un microprocesador que permita su geolocalizador permanente. Cuando la Hacienda Pública mundial (caminamos hacia eso) sepa en qué se gasta usted su último centavo, a usted ya no le quedará ni un solo refugio donde guardar su intimidad fiscal. Cuando le obliguen a poner cámaras hasta en los sitios más inverosímiles, usted dirá que todo eso es por el bien común, ya que así se lo habrán indicado.
Y todo esto será porque, previamente, el inmenso océano del dinero de los que manipulan el Nuevo Orden Mundial (NOM) habrán regado con innúmeras subvenciones a la inmensa “grey” que componemos la especie humana que presumimos de ser los “sapiens sapiens”.
Juan de Castro ha querido ser con este libro un quijote cuerdo que lucha contra molinos revestidos de verdadero poder mediático, político, judicial, económico, social, en todos los ámbitos internacionales, disfrazados de buenos propósitos y, en fin, lobos feroces con pieles económicas de mansos corderos. Yo me rebelo contigo, Juan de Castro, para, desde nuestra gran impotencia de hoy, asumir el reto de la superpotencia del alma del mañana, porque la Especie evoluciona, Dios existe, y cuatro mil seiscientos años de existencia de la vida no pueden sucumbir al maleficio de seres que sólo tienen en su haber el mérito de ser exitosos en la consecución del flujo económico. No sé cómo se sentirán ellos al irse a dormir cada noche. Sí sé que tú te sientes muy tranquilo habiendo escrito estas páginas de denuncia y que yo me siento muy honrado al escribirte este modesto prólogo.
Madrid, diciembre de 2020.
Fdo.: Miguel Durán Campos.
PREÁMBULO
A la hora de publicar estas líneas el mundo ha dado un vuelco definitivo y la amenaza se ha hecho realidad. George Soros, Bill Gates, y sus respectivos socios y entramados tienen en jaque al sistema y representan un riesgo y una amenaza para la seguridad nacional de muchos países. La famosa idea "sorosiana" de "sociedad abierta" promueve, desde la Open Society Foundation (OSF) o Fundación para la sociedad abierta, en castellano, de Soros, objetivos totalitarios contrarios al ideal democrático que en la posguerra mundial le atribuyó a ese tipo de sociedad el filósofo Karl Popper. En cuanto a Bill Gates, sus socios y fundaciones se han "apoderado" de instituciones internacionales, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ejercen un control absoluto sobre la salud mundial, con repercusiones jamás imaginadas.
Dichos oligarcas, y sus socios adecuadamente financiados -pudiéramos decir, sobornados-, han violentado el espíritu y la letra de los pilares sobre los que se sustentan muchas naciones, las más importantes instituciones internacionales, y, en particular, el sistema de las Naciones Unidas, con su Carta y su Declaración de Derechos Humanos. Hay ya pruebas suficientes para inferir que nos encontramos ante un auténtico golpe de estado globalista, frente al cual tenemos, todos los que creemos en España, en Europa y en un mundo libre, la obligación de actuar.
Mi nombre es Juan Antonio de Castro, y soy Doctor en Economía, profesor universitario y exfuncionario permanente de las Naciones Unidas. Escribo para denunciar los objetivos y forma de actuar de esa escoria inmunda que es el "globalismo totalitario" y de la que están impregnadas gran parte de las instituciones del sistema y, por supuesto, muchos gobiernos en el mundo, incluido el gobierno actual social-comunista en España. Sabíamos lo que era la globalización de la economía, pero no sabíamos que sería manipulada de tal forma que pudiera convertirse en antesala de la mayor amenaza a la democracia y a la libertad, como individuos, que jamás hayamos conocido.
En el libro "Soros, Rompiendo España1'', publicado en diciembre de 2018, la periodista Aurora Ferrer y yo ya denunciábamos un auténtico entramado subversivo globalista para fragmentar nuestra soberanía nacional. Transmitimos, incluso, nuestros análisis al juez Llarena y a la propia UDEF. Desde entonces, nadie, ni aquellos a los que apuntamos con el dedo acusador, tanto de dentro como de fuera de España, han podido negar con fundamento las afirmaciones producto de las investigaciones allí vertidas. Hoy escribo sumido en el estupor que me genera ver cómo, más allá de nuestra España, todo el sistema global está amenazado.
Convivimos con dos pandemias complementarias. Por un lado, la del coronavirus COVID- 19, con el misterio que acompaña su aparición, y el asombro que nos provoca lo que viene siendo la crónica de una pandemia anunciada con su consiguiente "coronashock" económico. Lo viven ya en sus carnes millones de seres humanos, y ha sido abordado con la ignorancia e ineptitud de gobiernos e instituciones internacionales, los cuales han mostrado no solo su incapacidad para gestionar de modo adecuado esta crisis, sino que, además, se muestran conniventes con actores privados globales que llevan tiempo anteponiendo sus intereses particulares y sectoriales al interés general. Por otro lado, nos enfrentamos a la pandemia del globalismo que ha encontrado, en dicho "coronashock ", terreno fértil para echar raíces, amenazar nuestra democracia y nuestras libertades, e irse asentando como un nuevo poder "público" prácticamente privatizado a nivel global, a la espera del "Gran Reseteo". Presos del miedo y obedientes al confinamiento, y a lo que le venga al poder en gana ordenarnos, estamos vendiendo, sin casi darnos cuenta, nuestra democracia y nuestras libertades al poder omnímodo del dinero de un conglomerado oligárquico global. Como dijo Fiódor Dostoyevski:"La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión".
Nos enfrentamos a la muerte de la democracia por privatización de la res publica. Ello supera en mucho lo que en el pasado era la ambición de determinados lobbies privados por obtener privilegios de lo público o por, las más de las veces, aparentar una responsabilidad social descafeinada. Ya no es necesario esconderse. Bajo el impulso de la nueva corporatocracia, el sometimiento se ejercita con luces y taquígrafos, tanto a nivel estatal como a nivel de los principales organismos e instituciones internacionales. Dicha corporatocracia se plasma en un tipo de alianza que facilita aún más el sometimiento del pueblo. Una alianza férrea y connivente, "privado-pública'', con vistas a diseñar e implementar la agenda globalista. Insisto aquí en el concepto "privatización del poder público", pues va mucho más allá de la mera "colaboración público-privada" que hasta ahora hemos conocido.
Se trata de la muerte del sistema político y económico internacional nacido de Bretton Woods, tras la segunda guerra mundial. Observamos cómo se resquebrajan los fundamentos de la Carta y la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una organización que surgió en ese entonces y que ha perdido, a medida que la ola globalista tomaba el control de esta, su neutralidad, su independencia y su capacidad de representar los anhelos de las naciones libres del planeta.
Constatamos asimismo la aniquilación, a golpe de ingeniería social, de la representatividad real de la sociedad civil a nivel global. Los globalistas han podido hacerse con los Estados, gran parte de los partidos y los principales organismos internacionales, porque mucho antes ya se habían hecho con los principales estamentos de la sociedad civil: las organizaciones no gubernamentales (ONG), think-tanks y fundaciones con mayor impacto a nivel global. Se trata de la desaparición de la sociedad civil tal y como la conocimos: ésta debería haber seguido siendo totalmente independiente de lo público o de los intereses de grandes empresas para poder influenciar en las decisiones emanantes de los que nos gobiernan a nivel nacional y de aquellos que nos coordinan a nivel global.
Mientras que la guerra, cuando estalla, es algo evidente y palpable, mezcla de frío, sangre y balas, la amenaza actual del globalismo sobre los pilares del sistema se fragua de modo lento, sorprendiendo a la mayoría en actitud "buenista", casi borreguil, desprevenida y falta de capacidad de reacción. Entre los protagonistas de este auténtico shock sistémico surgen nombres de importantes magnates globalistas así como de sus marionetas más visibles. Por el momento no alcanzamos más que a trabajar sobre estas últimas y, como se verá a lo largo del libro, sus actos dibujan claramente el sendero que aboca a lo que ya se conoce como el "Nuevo Orden Mundial" (en adelante NOM).
Parece innecesario presentar a George Soros, magnate de las finanzas y falso filántropo, un auténtico instigador de la subversión a través de las denominadas ""revoluciones de color"" o de la Primavera Árabe, involucrado de modo activo en el intento de "romper España", con su apoyo indiscutible al independentismo secesionista catalán. Obsesionado por diluir soberanías para hacer imperar un nuevo orden totalitario, Soros es un verdadero experto en la desestabilización sistemática de determinadas naciones, a través del derrocamiento de sus regímenes, si estos son contrarios a sus intereses o a los de sus socios. Procede señalándolos como autoritarios o dictatoriales, dejándolos a merced de la estructura carroñera que ha erigido a través de su Fundación para la Sociedad Abierta. Todo esto ocurre gracias a, entre otros, el apoyo connivente de medios nacionales e internacionales, "comprados" con descaro para imponer su ideología y lograr sus objetivos.
Soros no está sólo. En el camino hacia el globalismo totalitario se le han unido personajes como Bill Gates, así como determinadas organizaciones ligadas a la salud global y financiadas por estos últimos, ciertos países que aún son potencias globales, y un reguero de miles de instituciones a su servicio. Todos ellos detentan un poder financiero y económico global, y marcan, con su presencia, las conferencias de Bildelberg o de Davos, eventos de predilección para la corporatocracia global.
Todo lo que en este libro se relata huele a dinero y poder, las dos claves que hoy explican el cuándo y el cómo de los grandes puntos de inflexión de la geopolítica global. Nos enfrentamos a un diseño perverso y real, con personajes e instituciones verídicas, con buenos y malos. Un relato que muestra que nos encaramos a la mayor amenaza a nuestras libertades y nuestra democracia que jamás hubiésemos podido imaginar. Una amenaza que se produce, a la hora de escribir estas líneas, en un entorno pandémico de cerca de dos millones de fallecidos en el mundo.
Estamos aún a tiempo de responder desde aquella parte de la sociedad que no haya sido aún adocenada por la propaganda y la censura oficial, aquella formada por hombres y mujeres que no se dejarán someter. Si, por el contrario, no lo hacemos, estaremos emulando la ingenuidad culpable del ministro Chamberlain, en los albores de la segunda guerra mundial, frente al nazismo. Eso sí, no nos quejemos luego cuando se afirme, robusta, la civilización del nuevo orden y nos convierta en esclavos paniaguados.
Solo se aprecia el valor de lo que se posee cuando se pierde, y es éste el caso de la libertad, junto con los principios morales que la acompañan. Cuando uno se da cuenta de ello, suele ser tarde. Ha sucedido en inuchas ocasiones a lo largo de la historia, y ahora nos ocurre a nosotros. Quizá el lector recuerda el totalitarismo soviético, o el progresivo deslizamiento de Venezuela hacia la dictadura chavista. Se trata de momentos y periodos cruentos que padecen los pueblos, sometidos por el miedo que impone el poder de turno. Se siente entonces la amenaza a nuestros principios, así como el temor de que nos despojen de derechos que creíamos blindados.
REINTERPRETANDO LA GLOBALIZACIÓN
A lo largo de este libro se pretende sacar a la luz el complejo proceso por el cual una oligarquía global, compuesta por magnates billonarios y milmillonarios, se arroga el derecho (debe de ser algo muy común al ser humano aquello de sentirse el "ombligo del mundo" o, como dirían los amigos iberoamericanos, "el ojo del queque") a imponer el tipo de globalización que cree más conveniente para la humanidad. Una visión que viene precocinada desde sus oscuros despachos, Bildelberg, Davos, y otros simposios donde han tenido ocasión de empatizar entre ellos y de soñar que eran filántropos.
Sorprenden esas declaraciones en las que enfatizan la necesidad de una reducción demográfica drástica de la población mundial, así como el desparpajo con el que hablan abiertamente de la necesidad del NOM.
En realidad, existe un nexo claro entre los sueños globalistas compartidos entre aquellos y la compleja estructura -una auténtica apisonadora-, que ha puesto en marcha un verdadero proceso de deconstrucción cultural y moral para llevar a cabo ciertos objetivos muy concretos, entre los que se incluyen la ruptura de las soberanías nacionales.
Este libro trata de entender y exponer esos objetivos; identifica y explica la ideología que han seleccionado para implementarlos, el marxismo cultural; y describe su elección de la izquierda (incluida la radical) como "soporte" transmisor de ideas y nexo con la política y la división del trabajo que han establecido entre ellos para activar las diferentes herramientas de ingeniería social que precisan. Soros, por un lado, junto a otros, por su especialización en la ingeniería cultural/moral, financiera y de inteligencia; por otro lado, el magnate Bill Gates y otros, dedicados a una ingeniería sofisticada sobre la salud global del planeta y ligada, desde hace más de una década, a las vacunas.
Sale del ámbito de este libro identificar las aficiones que, entre bastidores, despliegan otros magnates, así como su puesto dentro de esa división del trabajo globalista. Nos basta con adentrarnos, a lo largo de las páginas de este libro, en las estrategias de estos dos personajes, pilares fundamentales del globalismo. En el análisis de las ideas que germina su subconsciente no acudo a "conspiranoia" ni a "negacionismo" alguno: sólo busco presentar hechos reales, observables, cuantificables y verídicos.
EL ROL DE LA IZQUIERDA
Se sabe que la izquierda ha flirteado siempre con el totalitarismo, y que el comunismo hizo siempre del mismo su bandera. Lo que no podíamos imaginar es que, esta vez, ambos se pondrían a las órdenes de un nuevo poder oligárquico. Y este hecho se produce con la connivencia de quienes nos gobiernan, y todo ello gracias a la implantación de un pensamiento único capaz de acallar la disidencia y de asesinar la democracia.
Los magnates de dicha oligarquía, actuando a golpe de talonario, decidieron hace tiempo imponer sus planes a través de la sociedad civil global, a la que de manera estratégica venían comprando año tras año. Para asegurarse el éxito de lo que constituye una auténtica ingeniería social, como se verá a lo largo de este libro, buscaron un aliado acoplable a dicha estrategia. Un aliado al que una sociedad buenista adormecida, como la de hoy en día, COVID-19 de por medio, pudiese abrazar. No tardó en ofrecerse a ellos, en arrastrarse literalmente ante sus pies de oligarcas, la izquierda social-comunista. Una nueva izquierda que, a semejanza de la anterior, seguía marcada de modo histórico por sus tics totalitarios constantes -hecho que siempre quisieron camuflar, con estratagemas como la de autodenominarse "progresistas", término que vacían de significado-. Acudieron así a la mentira, una de sus aficiones preferidas, y se adornaron eso sí, con la toga de una cacareada "superioridad moral".
Nadie lo hubiera imaginado. Poniéndonos en la mentalidad de una persona de izquierdas, lo lógico hubiera sido pensar en la derecha como candidata más idónea para capitanear al globalismo totalitario. No ha sido así. Al social-comunismo no le ha preocupado renegar de modo vergonzoso de sus fundamentos ideológicos. ¡Allí va el social-comunismo del siglo XXI, a hombros de magnates financieros globales! Quién lo hubiera dicho: dinero y poder corrompiendo a la izquierda. Un regalo venido del cielo para una corriente ideológica ya moribunda.
Esta vez, son ellos los "fachas", y ahora a nivel global. Se constata con hechos cómo la famosa "sociedad abierta" de Soros no es más que un recinto "cerrado", una cárcel en la que los cantos a las minorías consiguen, cada vez más, silenciar los principios y valores que han cimentado hasta hace poco nuestra civilización occidental. Unos principios que siguen siendo totalmente válidos, pero que su "sociedad abierta" excluye. Soros ha montado un "chiringuito" de mercenarios globales, que sepamos, sin parangón en la historia.
LOS GLOBALISTAS
Globalista viene de globalización, pero aquel proceso que se inició a finales del siglo pasado, y que disparó el comercio y las finanzas globales, ya nada tiene que ver con el mundo que dibujan unos globalistas convencidos de sus sueños más transhumanistas. Para empezar, a los globalistas les sobra una buena parte de la humanidad que puebla este planeta. En ese diseño que nos han preparado se activa, por una parte, el objetivo de la reducción demográfica y, entre otras metas, se encuentra la de una gobernanza totalitaria capaz de disolver soberanías y establecer tres o cuatro potencias globales, donde una multitud de regiones autónomas, bajo un poder centralizado, y regidas por un pensamiento único, reconfiguren lo que ayer era una variedad de estados independientes y soberanos. Buena ilustración de ello es el proceso actual hacia la Europa de las euroregiones2.
Además de comprender la transformación que se está produciendo en el mundo, y que se acelerará en la etapa post-COVID- 19, es preciso señalar que nos encontramos ante la imposición de una ideología que tiene, en el marxismo cultural de la escuela de Frankfurt, su origen más directo. Los globalistas han entendido muy bien que, para cambiar una sociedad, se tiene antes que cambiar su cultura. Es por ello que la estrategia implementada por Soros y Gates, con la ayuda de sus entramados y asociaciones y actores diversos, es la de generar nuevos códigos culturales de cuya implantación se ocupen las instituciones no gubernamentales financiadas por ellos. Una financiación que puede ser directa (donaciones desde OSF), o indirecta (a través de instituciones previamente financiadas por Soros o Gates).
En estos últimos años, en diversos países del mundo, se ha utilizado algunas veces el nombre de "Soros" para atacar a determinados actores de la escena política que parecían más sesgados hacia el inundo globalista. Por norma general, los globalistas ni se han inmutado. Es necesario captar que si uno tiene sospecha de que las manos de globalistas como Soros o Gates tercian en la política, la economía y los negocios, e incluso fuerzan decisiones internacionales, lo que se debe hacer entonces es analizar el fondo de la cuestión, para así comprender todo lo que rodea a esos dos personajes, incluidas las estrategias y modus operandi que utilizan. Sin eso, las palabras "Soros" o "Gates" suenan a hueco y ocultan la estrategia globalista que subyace.
Como se verá más adelante, Soros, Gates y sus entramados han puesto en marcha un proceso muy difícil de frenar, y menos de revertir. Conduce a una calle sin salida en la que el totalitarismo se hace rey. Por lo tanto, nos obliga a posicionarnos, investigar y a reaccionar de modo estratégico. Es este, precisamente, el objeto de este libro.
LA DERIVA GLOBALISTA
Este libro es un viaje a través de todo este proceso, y es posible que asombre a muchos. Algunos no se lo podrán creer, lo cual es hasta cierto punto lógico. Aquí se trata de demostrar el secuestro de la sociedad civil global, de las instituciones europeas, incluidos sus europarlamentarios y sus más altos funcionarios, de los procesos electorales en nuestro continente, y del propio Consejo de Europa, una cuestión para hacernos reflexionar. Más grave aún, el constatar el fin de la neutralidad e independencia del Tribunal Europeo de Derechos humanos (TEDH), a fuerza de integrar jueces adictos a Soros, no puede más que horrorizarnos, pues el TEDH, a través de los casos que juzga y su jurisprudencia, determina la posición de los tribunales de justicia en nuestros países respectivos. Si se añade a este panorama la posición connivente del Vaticano y la podredumbre creciente, en términos de independencia y neutralidad, de los organismos internacionales y de sus funcionarios, y principalmente de Naciones Unidas, roídos por la carcoma globalista, empezamos a comprender de modo más pleno la amenaza ante la que estamos. Si a todo ello añadimos la participación de los actores globalistas en la injerencia en los asuntos internos de terceros estados, a través de la ingeniería de inteligencia aplicada, el panorama se vuelve dantesco y la amenaza totalitaria una realidad plena.
Con el fin de penetrar en las entrañas de la bestia, se lleva a cabo, en los capítulos que siguen, un análisis exhaustivo de la ingeniería cultural, una auténtica cirugía láser de extrema precisión, operada por Soros, y que permite secuestrar y transformar desfigurando los valores morales de la sociedad civil del planeta.
Soros y su conglomerado fomentan la adopción de un "set de inputs culturales" que incluye pseudovalores morales, una especie de "atractor estratégico" cuya difusión e inoculación en la sociedad se superpone deteriorando progresivamente los verdaderos principios y valores sobre los que ésta se asentaba. El objetivo de dicho set es provocar una polarización artificial de la sociedad, entre partidarios y detractores de este, generando una especie de cisma virtual que arraigue y confronte los sentimientos y cultura de las personas, algo casi religioso. De un lado, los "buenos", alineados con el set. Del otro, los "malos", contrarios al set. Se amenaza así el futuro de nuestra dignidad como personas y naciones.
Se describe cómo inoculan en la sociedad esa nueva cultura globalista, la dimensión de las donaciones a determinadas organizaciones no gubernamentales y el porqué de su eficacia. Migraciones, odio, drogas, mundo musulmán e islámico, aborto, mujer, género, feminismo, medios de información y censura, privacidad y monopolio de las redes son analizados en detalle para explicar la transformación cultural que se ha puesto en marcha para unificar el pensamiento globalista.
No puede entenderse la estrategia aquí analizada sin que se aluda a la pandemia, o "plandemia", como algunos la llaman, de la COVID-19. Un factor clave para ese famoso "Gran Reseteo" que, parece ser, nos espera a la vuelta de la esquina, en cuanto decidan que ya han llegado las vacunas, que se ha garantizado el negocio farmacéutico global y que ya podemos volver a la normalidad. Porque la "normalidad " de la que nos hablan se parece cada vez más al punto de partida de la transición totalitaria que los magnates han puesto en marcha, con la connivencia de muchos e importantes dirigentes a nivel mundial. No cabe duda de que la pandemia/plandemia está siendo utilizada con ese fin.
El "Gran Reseteo" es ese sueño que ronda los cerebros de los magnates billonarios. Tras el adormecimiento generado en la población por el COVID-19, se multiplicarán las iniciativas de renta mínima global que convertirán a una buena parte de aquella en una masa informe de paniaguados y dóciles seres humanos a las órdenes del omnipresente Estado. Una vez que la censura garantice al Estado globalista totalitario que no habrá desequilibrios sociales, y una vez que una moneda única digital regule nuestras vidas, con una transparencia que destrozará la privacidad de nuestras decisiones en todos los ámbitos, entonces se habrá hecho realidad el sueño globalista. Viviremos en un mundo de Orwell y los medios seguirán, como ya lo hacen casi todos hoy, siendo la propaganda del amo que los compra. Será el fin de nuestras libertades fundamentales, aquellas que hasta ahora garantizaban nuestras constituciones.
NUEVO ESPÍRITU Y HOJA DE RUTA COMO RESPUESTA
La batalla contra esa máquina demoledora será ardua, pero ganarán aquellos que comprendan que no es un problema de derecha contra izquierda, sino de hombres y mujeres libres, contra totalitarios a las órdenes de magnates globalistas partidarios del NOM. Pero, para que esa batalla se gane, es necesario oponerse a esta nueva dictadura. Hace falta un nuevo espíritu, un plan, una hoja de ruta, y sobre todo una idea simple y potente que unifique a todos aquellos movimientos que hoy luchan tal y como la resistencia lo hizo en Francia y en otros países durante la segunda guerra mundial. Para que esa idea-fuerza sea exitosa, se debe identificar esa única amenaza alrededor de la cual todos los grupos resistentes pueden coincidir. A partir de esa unificación y alrededor de lo que aquí se denomina el "espíritu de Normandía" será más fácil saltar a las "playas del desembarco" para recuperar con valentía lo que unos cobardes globalistas nos están arrebatando: la libertad, la democracia y la soberanía de nuestros estados.
A lo largo de las páginas que siguen se ha tratado de dibujar los caminos que nos pueden llevar a comprender lo que pasa, para luego actuar de manera muy concreta. Se proponen once recomendaciones al final del libro que buscan remediar lo antes posible las principales fallas estructurales que los globalistas han generado rompiendo los pilares del sistema. Se trata de un primer tratamiento de choque, que deberá continuar con muchas otras iniciativas y acciones, pero eso ya solo depende de nuestra conciencia y de nuestra responsabilidad como hombres y mujeres libres que no debemos jamás de dejar de ser.
2Por cierto inspirada de la idea de "La Europa de los Pueblos", plan propuesto a Hitler por sus asesores de las SS durante la segunda guerra mundial.
II. OLIGARQUÍA GLOBALISTA, MARXISMO CULTURAL
Y "SOCIEDAD ABIERTA"
"En el país de Mordor donde se extienden las sombras.
Un anillo para gobernarlos a todos.
Un anillo para encontrarlos.
Un anillo para atraerlos a todos.
Y atarlos a las tinieblas..."
J. R. R. Tolkien, El Señor de los Anillos
LA OLIGARQUÍA GLOBALISTA
El mundo de los magnates ha existido siempre. Son seres humanos a los que el destino, el apoyo interesado de otros magnates situados a escala aún superior, y sus propios esfuerzos, los han situado en un lugar privilegiado. Privilegiados, sobre todo, por el potencial que poseen y del que son conscientes, para transformar no solo lo que les rodea de modo próximo, sino incluso, la propia sociedad en la que viven. Su motor: el dinero. Su motivación: el poder de su intención. Su sueño: no pasar por este mundo sin dejar su impronta. Su acto más cínico: considerarse filántropos y grandes benefactores de la humanidad.
Mientras los billonarios Rockefeller, Rothschild y otros asemejados del escalón superior ajustan el arma, milmillonarios como Soros, Gates, Buffet, Kissinger, Bloomberg, Bezos o Zuckerberg disparan con ella. Captar lo que hay en el fondo de sus mentes, su psique compleja, el grado de interacción entre ellos o los planes que diseñan y ejecutan, es tarea difícil, aunque no imposible, pues sus actuaciones y el caos que siembran a través de ellas, prerrequisito del nuevo orden que anhelan, les delatan. Lo que parece ya evidente es que se están haciendo con el control global del sistema, despreciando a pueblos y naciones libres que, ignorantes del plan urdido ante ellos, se muestran incapaces de ver esta estrategia como un todo y comprender que de la democracia a la dictadura no hay más que un paso y éste se está dando delante de sus narices.
Es en este mundo de los billonarios, de aquellos que diseñaron y hoy guían los trabajos en Bildelberg o Davos, desde donde se ha venido fraguando, a fuego lento, la ideología globalista. En cuanto se habla de ellos saltan las alarmas de una mayoría de medios, a nivel global, para silenciar o defenderles. Jamás se atreverán a tocarlos. Son miembros, a sueldo, del "clan". Sin embargo, la convicción que poseen dichos magnates sobre la superioridad de sus ideas, unido a su orgullo, les hace a veces hablar demasiado; es entonces cuando se pueden captar sus intenciones.
No se trata de "conspiranoias". Esta palabra la usan como una especie de mantra los globalistas para silenciar muchas de las verdades que se dicen de ellos. No hay cabida aquí para ese término. Lo que se dice en el presente capítulo está extraído de declaraciones de los propios magnates desde fuentes contrastables, analizadas a fondo. Para ilustrar la intención de estos personajes, nos basta comenzar por una de las ideas madre que abandera el globalismo: población mundial excesiva y necesidad de reducirla. Se trata de una de las vertientes del pilar globalista de la "cultura de la muerte'', dentro de la cual encontramos también el aborto promovido y planificado, o la eutanasia.
Estamos en la Etapa Final de la Rebelión contra el Dios Creador
[¿cómo lo están haciendo?]
Varias de las figuras más emblemáticas del globalismo han afirmado, a veces casi sin querer, su ansia por reducir de manera drástica la población mundial. Deben de considerar que hay un exceso de humanos, que alimentarles y mantenerlos vivos reduce la eficiencia y que es preferible centrarse en aquellos que pueden hacer exitoso el camino hacia el transhumanismo, vía predilecta de los globalistas en un mundo de jugosos beneficios tecnológicos en los que ocupa un lugar destacado la salud global. El objetivo es llegar a una especie "transhumana",con mayores capacidades físicas, psíquicas e intelectuales y, posteriormente, a un posthumano, un ser que ya no será humano sino superior a él. Como lo afirman: "Todo ello se llevará a cabo mediante ingeniería genética, eugenesia embrionaria y prenatal, nanotecnología y biotecnología aplicada al cerebro y a potenciar las capacidades sensoriales y cognitivas del hombre". Lo que parece claro, por las afirmaciones que siguen, es que hay unanimidad entre ellos en determinados temas de la agenda globalista. Una clara indicación de que se trata de ideas fraguadas en común, al albor de reuniones más o menos secretas y a lo largo de décadas.
En 1988, el príncipe Felipe de Edimburgo, duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel, líder del Fondo Mundial para la Naturaleza y globalista convencido, afirmó:"En el caso de que me reencarnase, me gustaría hacerlo como virus mortal y contribuir así en algo para resolver la sobrepoblación". Antes de eso había dejado en los medios lindezas tales como: "El crecimiento de la población mundial es seguramente la más seria amenaza en el largo plazo para la supervivencia. Vamos camino del desastre y no solamente para el inundo natural sino también para el mundo humano. Cuanta más gente hay, más recursos consumirán, más población generarán y más luchas se darán... Si no se controla voluntariamente, será controlado involuntariamente a través de un aumento de las enfermedades, la hambruna y la guerra". Importante enfatizar de sus palabras la frase: "... Si no se controla voluntariamente...". Una verdadera declaración de intenciones para la agenda globalista que entonces se afianzaba. ¿A qué control voluntario se refería?
Otro globalista, Ted Turner, fundador de la cadena CNN, declaró: "Necesitamos reducir la población a dos mil millones y tener una política de un niño por familia por cien años". Una reducción del 80 %, ni más ni menos. Lo más interesante es que esto lo dijo con ocasión de una reunión de magnates en Nueva York en la que estaban también Bill Gates, Warren Buffet, David Rockefeller, Eli Broad, George Soros, Ted Turner, Oprah, Michael Bloomberg y otros. Según se dijo era "... una simple reunión de algunos milmillonarios juntos para tomar unas copas, cenar y tener una conversación animada de cómo promover la caridad en el mundo". Curiosa manera de tergiversar las cosas. Allí se habló de todo: una reunión más para "ajustar el tiro", coordinar intenciones globalistas y, eso sí, dar al mundo la imagen de filántropos.
Bill Gates es quizá el más didáctico en su propaganda para la reducción de la población mundial. Ha llegado incluso a afirmaciones que dejan atónito cuando relaciona dicha reducción con la proliferación de nuevas vacunas. Con seguridad, un lapsus, pero la intención de reducción, por diversas vías, es clara. En 2010 afirmó: "Tenemos sobrepoblación. El mundo de hoy tiene 6,8 miles de millones de habitantes. Eso se encamina a unos 9 mil millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducirlo en quizá 10 % o 15 %". Su intención en cuanto a la promoción global del aborto es clara, en cuanto a hacer un gran trabajo global en nuevas vacunas... ¿Cómo se entiende esto con miras a la reducción de la población mundial? Dejémoslo abierto, pero da la casualidad de que hoy, diez años más tarde, Bill Gates se ha convertido en el "Señor de las Vacunas" y controla todo el espectro de estas a nivel global, incluyendo su vigilancia sobre la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que es ya, como veremos, primer financiador.
A la Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, también globalista, se le han intentado atribuir, posiblemente de manera errónea, algunas declaraciones subidas de tono sobre necesidad de reducción de la población mundial. Existen, sin embargo, declaraciones reales de ella que apuntan, con más crudeza aún a los riesgos y amenazas que genera la existencia de la tercera edad. Apunta así a las necesidades financieras y globales derivadas del "riesgo de que la gente viva más de lo esperado'', apelando al recorte de las prestaciones, entre otros. En la línea de lo que el español José Viñals, presentador del informe de Lagarde, señala como "riesgo de longevidad'', C. Lagarde afirma que si la esperanza de vida de las personas se e>.'..tiende, en 2050, a tres años más, el ''coste del envejecimiento" se dispararía un 50 %. Para ella eso supondría "una amenaza para la sostenibilidad de las finanzas públicas''. Cabría aquí preguntarse, señora Lagarde, si le parece a usted que el hecho de que la gente viva más de lo esperado constituye un ·'riesgo''. ¿Riesgo para quién?, ¿para ellos o las familias que los quieren? Si su principal objetivo es la sostenibilidad de las finanzas públicas, ¿qué piensa hacer con los mayores? Sí, movilice a los "hombres de negro" y trate de ajustar las cuentas globales pero hágalo esta vez cediendo ante los mayores a los que tanto debemos.
C. Lagarde les ha exigido asimismo a los gobiernos que "reconozcan que el envejecimiento les puede crear un serio problema en el futuro". Que yo sepa, nadie le ha pedido a la señora Lagarde que lleve a toda nuestra sociedad a denigrar el valor, la sabiduría, el aporte material y sobre todo inmaterial de las personas que más han vivido. Nadie le ha pedido a esta señora que se pierda el respeto a integrantes de la sociedad que constituyen pilares esenciales de sus familias. Sin embargo, el hecho de que afirme que la mera existencia de aquellos tiene una tremenda influencia negativa en la economía y finanzas globales, lleva a pensar, por el organismo clave que dirige, que la suerte está echada sobre los ancianos. En definitiva, lo que logra con todo ello es que los gobiernos adopten de modo más fácil y rápido este importante componente de la agenda globalista, en la que se encuentran en lugar privilegiado el aborto, la eutanasia y, posiblemente, el gerontocidio. Todas estas consideraciones vienen creando un clima especial de desprecio por los más ancianos y explican a la perfección por qué muchos gobiernos han sido más que complacientes al obviar intervenir con urgencia, en su momento, en la residencias de mayores, durante el "coronashock ", dando así lugar a un gerontocidio sin precedentes.
Más allá de la obsesiva necesidad de "reducción" de la población mundial, otros magnates se han referido con aún mayor claridad a éste y otros objetivos en el camino hacia el Nuevo Orden Mundial. Un NOM que nadie puede ya hoy negar y que constituye una idea factible de futura estructura de poder que muchos dirigentes mundiales han hecho suya. Es sorprendente constatar el alineamiento con el mismo de altos dirigentes mundiales como, entre otros, George Bush padre e hijo, H. Kissinger, B. Obama, Nixon, Al Gore, J. Keny, Cristina Fernández de Kirchner, J.M. Santos, S. Piñera, Ollanta Humala, Evo Morales, Jorge Múgica o, más cercano a nosotros, Pedro Sánchez o varios de los miembros de su gobierno.
El objetivo claro hacia el NOM queda patente, por ejemplo, en el caso de Henry Kissinger, que afirmó, entre otros personajes mencionados más arriba, que "tenemos la necesidad de un Nuevo Orden Mundial". Antes, en 2014, ya había señalado claramente que una crisis mundial debilita a las naciones como entes independientes y les obliga, en cierto modo, a reducir su poder soberano en pos de un poder global. Es esa precisamente la visión globalista del NOM: el debilitamiento de naciones en pos de una gobernanza global. Así, de modo reciente, y en plena pandemia, Kissinger volvió a dejar claras las intenciones de estos magnates y sus planes afirmando que "cuando termine la pandemia del COVID-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado y el mundo nunca será el mismo". En sus declaraciones afirmó que tras el coronavirus se deberá trabajar en la planificación de una "nueva época" y añadió: "La agitación política y económica que ha desatado la pandemia podría durar por generaciones. Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede, en un esfuerzo nacional superar el virus". Sin duda una forma de prepararnos para el NOM y el debilitamiento progresivo de las soberanías nacionales. En dicho artículo al Wall Street Journal terminó recomendando, entre otros, vía abierta a las vacunas y vacunaciones a escala de grandes poblaciones. Un guiño claro a Gates y su control de la salud global.
David Rockefeller ha sido quizá el más transparente y sin complejos de toda esta oligarquía. Ha llegado a afirmar cosas tales como: "Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial", toda una declaración de intenciones y una posible premonición ante la "plandemia " que se nos ha venido encima veintiséis años después. Su visión de la necesidad de disolución de los Estados nación la dejó clara con su afirmación: "De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales". En 1991 demostró de manera muy clara que, en la mente de un buen globalista, no cabe espacio para la libertad e independencia de los medios, pero sí para la connivencia con estos. En referencia al informe del Centro para el desarrollo Mundial afirmó: "Estamos agradecidos con el Washington Post, el New York Times y la revista Time y otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discreción (silencio) durante casi cuarenta años. Hubiera sido imposible para nosotros haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubiésemos sido objeto de publicidad durante todos estos años".
En la misma línea, uno de los colaboradores cercanos a Rockefeller, Z. Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, también ligado al Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) de ese país, y en el libro Between Two Ages, de 197116, vislumbró con claridad la necesidad de despreciar los valores tradicionales y de controlar a los individuos afirmando que: "la era tecnotrónica involucra la aparición gradual de una sociedad más controlada y dominada por una élite sin las restricciones de los valores tradicionales, por lo que pronto será posible asegurar la vigilancia casi continua sobre cada ciudadano y mantener al día los expedientes completos que contienen incluso la información más personal sobre el ciudadano, archivos que estarán sujetos a la recuperación instantánea de las autoridades". Realmente, Gates, con su propuesta actual de identificadores personales del proyecto ID2020, no anda muy lejos de hacerlo realidad.
A muchos de estos magnates globalistas no se les puede negar el mérito de la perseverancia y el tesón en sus actividades. Con independencia del apoyo que recibiesen o de la catadura moral de muchas de sus actuaciones, algunos como Soros han llegado a poner en pie un fondo de cobertura que es hoy la referencia mundial para inversores y especuladores, lo cual denota más que olfato financiero: demuestra un control colosal de los fenómenos de reflexividad y de influencia en escenarios de incertidumbre, propios del mundo caótico de la especulación financiera. Por otro lado, idear y hacer realidad Microsoft, para después convertirse en el principal actor de la salud global, como ha hecho Gates, denota una visión empresarial y tecnológica admirable, junto con una visión estratégica de largo plazo.
Cuando un magnate se encuentra con otro, ya sea en Bildelberg, Davos u otros lugares de su predilección para interactuar, conversan, se estudian, empatizan y terminan asumiendo que existe un "destino común". Cuando ese destino común se convierte en un plan, arranca el motor del Nuevo Orden Mundial. Pasamos a hablar entonces de magnates globalistas y de la transformación total del sistema hacia ese nuevo orden, a pesar de que el recorrido completo hacia él se haga en varias etapas.
Es importante señalar aquí que la mayor parte de estos magnates son, en definitiva, empresarios o especuladores, y sus cerebros están en consecuencia deformados, alineados, casi abducidos, por una mentalidad de capitanes de empresa que infiltra todas sus estrategias y actuaciones. Creen a ciencia cierta que es necesario idear un nuevo orden a través de un sistema sustentado por una organización única y jerarquizada , de tipo top-down, y alejada de principio democrático alguno. En el fondo, es lo que ocurre en el interior de cualquier empresa, a lo largo y ancho del inundo. Se sienten capitanes de la empresa global y ponen en pie un sistema en el que las decisiones les pertenecen a aquellos "socios" con más representatividad en el, por ahora virtual, "Consejo del NOM'', es decir a aquellos que con más dinero lo han hecho realidad y pueden garantizar disponer de sus peones, siervos adecuadamente financiados, para seguir haciéndolo. Un sistema en el que esos peones, personas vendidas de modo consciente o inconsciente al globalismo, sean meros títeres en manos de sus amos.
Tener una mentalidad y espíritu de capitanes de empresa es una cuestión, e intentar hacer de ello la nueva filosofía que impregne al poder global único, otra muy diferente. Quién hubiera pensado, aún inmersos en el sistema puesto en pie tras la segunda guerra mundial, que el dinero llegaría a "comprar " los fundamentos del propio sistema, con el fin de adecuarlos a las agendas de estos magnates y devolvérnoslos irreconocibles, aptos solo para sustentar una nueva sociedad de coite totalitario. Ese es el camino que vienen emprendiendo los globalistas. La humanidad no les importa. Como lo afirmó el propio Soros: "No me preocupan las consecuencia sociales de mis actos". Lo han venido haciendo de manera tan sutil, que la mayor parte de la población del planeta ignora por completo lo ocurrido, no ha sido aún capaz de percatarse y se viene integrando en el nuevo orden casi sin darse cuenta. Del otro lado estamos los que no permitiremos que nos arrebaten nuestras libertades y los principios en los que creemos. Los que lucharemos por tener la libertad de elección política y disponer de partidos independientes de los globalistas. Los que no permitiremos que se desnaturalicen los derechos humanos y se controle a la justicia internacional. Los que nos enfrentaremos a esa apisonadora cultural que sólo genera odio, conflicto y destroza los pilares de la familia.
El problema de fondo es que estos magnates con orejeras empresariales se han encontrado poco a poco con un poder financiero descomunal y han decidido llevar esa mentalidad al límite, en su concepción de cómo debería proceder la globalización. Para ello han considerado que la prioridad era cómo debería reestructurarse la sociedad y la economía globales para favorecer al capital privado y asegurar el éxito de sus planes globalistas. Cómo evitar las "ineficiencias", según ellos, de los Estados. Eran conscientes de que disponían de los medios para lograrlo. Lo único que les hizo falta fue, precisamente, canalizar de manera estratégica dicho capital privado hacia instituciones, sociedad civil, y personas clave al mando de ellas, un capital a las órdenes de aquellos que tomaban las riendas de la globalización, y que ya no serán los Estados.
Para que ese plan terminase siendo exitoso, el proceso requería ante todo diluir, reducir a meros figurantes, a aquellos que tienen la responsabilidad de garantizar y defender la soberanía de las naciones, la independencia de los jueces o la de los principales medios de comunicación, incluidas las redes sociales. Es ilustrativo y a la vez patético observar cómo se ha venido degradando la imagen, el calibre y el carisma de nuestros políticos. Es esa quizá la gran victoria de los globalistas, el haber conseguido infundir en la sociedad un desinterés absoluto por el grado de honestidad, talento y valía en general de sus representantes. Una victoria lograda desde dentro de los propios Estados. Destrozando los valores que imperaban y en los que debía fundamentarse la actuación de los políticos, los dejaron sin sustancia, sin iniciativa y sin carisma, y consiguieron inducir el desinterés y el desprecio de sus votantes. Pero también es una victoria alcanzada desde fuera, a través del control, entre otros, de las instituciones europeas, los tribunales de derechos humanos y los organismos internacionales. Es así como han conseguido que se decidan bajo su control las grandes cuestiones, dejando que éstas sean asumidas con posterioridad, y de manera automática, a nivel nacional, dejando sin capacidad de decisión a los políticos. A través de estos logros, los globalistas alcanzan uno de sus principales objetivos: reducir al mínimo el alcance de las decisiones a nivel nacional, erosionando así la soberanía de los Estados.
La situación que padecemos hoy es el resultado de décadas de una intervención a "geometría variable" de esos magnates, ajustando el tiro y adaptándose a las marejadas que ellos mismos han venido generando. Una intervención que se asemeja más a un "soborno global". Una intromisión golpista en el sistema, diseñada sin la menor consideración y en contra del respeto a los derechos y deseos de la humanidad. Una humanidad que ha perdido las riendas de un destino hacia el que se encaminaba, hasta ahora, con voz y voto. Seres humanos a los que, sorprendentemente, parece reconfortarles creer que sus naciones siguen siendo soberanas, que existe la separación de poderes, la libertad de expresión o la independencia de los medios. Nadie parece percatarse de que por debajo, y de manera subrepticia, se ha colado en sus vidas el virus globalista, al que se le ha unido un magnífico y muy complementario compañero de ruta, la COVID-19. El cóctel no ha podido ser más explosivo y no por ello menos eficaz.
Al hablar de magnates, no olvidemos que no actúan solos. Aparte de los magnates, están sus socios. Entre ellos determinadas naciones del planeta que ven cómo sus intereses estratégicos económicos y en especial tecnológicos podrían estar mucho mejor defendidos a través de la agenda y plan globalistas. Un nuevo orden en el que poder mantener y acrecentar las ventajas de las que disfrutaban y así defenderse mejor ante nuevos competidores como China, India o Rusia. Los lazos de Soros, principalmente con los intereses del Reino Unido y de los Estados Unidos (administración demócrata), en el marco de las ""revoluciones de color'"' o de la Primavera Árabe, o los lazos de Gates, con esos mismos y algunos otros países, en el marco del sistema de salud global y el imperio de las vacunas, son una ilustración.
Estos magnates son una oligarquía que cada vez tiene más en sus manos el destino de todo el sistema. Cuando hablamos de oligarquía nos referimos, en ciencia política, a "una forma de gobierno en la que el poder político está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social". En definitiva, un poder en manos de unos pocos, "un poder ejercido por un grupo de personas, que tienen poder e influencia en un determinado sector social, económico y político". Pues bien, cuando esos magnates de las finanzas o de la salud global deciden materializar sus "sueños" globalistas y focalizar el enorme poder de su intención en el control de las instituciones, es muy difícil pararles.
Son numerosas las muestras de adhesión a dicho control que muchos esgrimen, prefiriendo rendirse y cooperar, antes que resistir. De hecho, siempre parecen escucharse las mismas reacciones ante estas amenazas : "quiero vivir en paz y no entrar en esas conspiranoias'', "prefiero no saber qué ocurre por ahí arriba y ya me sobra con los problemas que tengo día a día aquí abajo", o también, "¿por qué querría esa gente aliarse para controlar el mundo, qué ganan con ello?". Sorprende pensar que a tantas personas les pueda resultar indiferente vivir bajo una democracia nacional que pasar muy pronto a vivir bajo una dictadura global. Pero así es. ¿o es que tendrían, como siempre, que tocarles el bolsillo para ser capaces de reaccionar? Es evidente que se lo acabarán tocando, y la pandemia actual, con su "coronashock'', no es más que el aperitivo de lo que se avecina: periodos caóticos para la economía y generadores de pobreza en el camino hacia una nueva sociedad compuesta por una élite globalista y transhumanista de verdaderos adeptos, con prioridad absoluta a la juventud , el conocimiento y la tecnología, y liberada, si es posible, del "lastre" que a los globalistas les suponen los valores tradicionales y las personas mayores. Una élite bastante reducida y protegida. Fuera de ese "cocoon" (capullos) de incondicionales, quedará una gran mayoría de paniaguados por rentas mínimas, individuos adormecidos y garantes de la "irrelevancia tranquila" que les ofrecen a sus verdugos.
Frente a este panorama cabe la posibilidad de resistir, pero no olvidemos que hacerlo de modo abierto y sin estrategia previa, lleva fácilmente a la derrota del resistente. Hay multitud de ejemplos. En el ámbito de nuestra política nacional, es ilustrativo constatar cómo Soros le hizo con seguridad pagar muy caro a Albert Rivera, de Ciudadanos, su no alineamiento con los designios impuestos a ese partido, en cuanto a su estrategia política en la elección de alianzas con la corriente de derechas o izquierdas en España. En esa ocasión, apostar por la derecha, enfrentarse al magnate Soros, le costó muy probablemente su carrera política. Una lección que ahora parece haber aprendido muy bien la señora Arrimadas pero que irremisiblemente le costará caro en votos.
Es increíble lo efectivo que puede ser un apoyo globalista, pero como todo apoyo en este ámbito, viene casi siempre condicionado. Es sorprendente cómo Soros y su entramado pueden hacer que colaborar sea siempre más rentable que resistirse. Una nueva ilustración de cómo los globalistas compran, literalmente, todo lo que tocan, pero siempre con un fin, incluso si para ello es necesario crear caos. Valga de ilustración la estrecha relación existente entre el presidente de gobierno Sánchez y el propio Soros. Queda aún mucho por investigar sobre la naturaleza del apoyo que Podesta (asesor de la Casa Blanca durante la etapa de Obama) y el propio Soros podrían haberle proporcionado a Sánchez, con ocasión de sus viajes a Washington, allá por el 2016, cuando pretendía preparar su vuelta al poder. Es curioso que, y a partir de ahí, sean muchas las concesiones al NOM que Sánchez ha venido haciendo y varios los ministros elegidos para su gabinete que tienen una relación particularmente estrecha con el magnate y responden, a través de su lenguaje y decisiones políticas, a la agenda globalista. Más allá de nuestro país los ejemplos se multiplican hasta el infinito. Estas adhesiones inquebrantables son las que inás tranquilizan a los magnates que, con esta manera de proceder, regando de modo inteligente con dólares a determinados actores e instituciones en el mundo, se hacen, de manera literal, con él. Tan sólo les faltaba un gran caos que facilitase la culminación de sus planes, y, desde luego, la pandemia/"plandemia" que sufrimos ha llegado en el momento ideal para sus designios.
MARXISMO CULTURAL E IZQUIERDA GLOBALISTA
Para comprender el ascenso calculado de esta dictadura globalista, es necesario empezar comprendiendo que más allá del "quién", el hardware -los magnates, elementos clave para poner y mantener en marcha la maquinaria-, está el "cómo", el software, la hoja de ruta que manejan los nuevos actores y las organizaciones, todos ellos convenientemente financiados y conocedores del potencial de ésta para seguir imponiendo sus criterios a nivel global.
A lo largo de la historia, los magnates y la oligarquía financiera en general han flirteado siempre con el poder. Lo han hecho de modo indistinto con reyes, emperadores, dictadores, partidos conservadores o la propia derecha. Las fortunas no tienen color porque el que las logra, posee y maneja consigue con habilidad rentabilizarlas y, ello, con independencia de que generen lo mejor o lo peor para el ser humano. Han financiado la guerra y la paz, la vida y la muerte, pero siempre con jugosos beneficios, tratando de controlar al poder y minimizar todo obstáculo que afecte a sus intereses. Es así como han afianzado el capitalismo y sacado siempre la mayor rentabilidad del mismo.
Podría de entrada sorprender que dicha oligarquía se haya adaptado indistintamente a gobiernos de izquierda o de derecha. La lógica nos llevaría a situarles más bien del lado de la derecha, siempre dispuesta a minimizar la preponderancia e intervencionismo excesivo del Estado en la economía y las finanzas. Sin embargo, llevamos años constatando la buena marcha del binomio oligarquía-Estado bajo ambas ideologías, y es que, desde hace ya muchas décadas, la izquierda no ha tenido problema alguno en liberarse del cáncer del marxismo económico para pasar a abrazar al marxismo cultural, ilustrando así el alejamiento del determinismo económico de Karl Marx y del proyecto postmoderno de la nueva izquierda. No olvidemos, a este respecto, que el paso del marxismo económico al cultural no significa ruptura completa de este último con los objetivos fundamentales del primero. Los objetivos principales del primero permean el origen y desarrollo del segundo. Se trata, esencialmente, como señala Alasdair Elder de:
I) la destrucción del Estado nación para disolver el concepto de identidad nacional, rival claro de los principios del marxismo; II) la eliminación de la unidad familiar como pilar de la sociedad; III) la destrucción de la religión, ya que el marxismo está basado en una fe ciega y no se permite una fe rival; y IV) la eliminación de todo derecho de posesión de propiedad privada.
La transición entre ambas visiones marxistas ha resultado clave, como se verá más adelante, para la fusión izquierda-globalismo, hoy en pleno auge. El reflejo, en definitiva, del reconocimiento, por parte de los marxistas, de que nada puede cambiar a menos que se cambie la cultura. El reflejo, asimismo, y aunque no lo quieran reconocer, del abrazo definitivo de la izquierda al neoliberalismo en su forma globalista actual.
En teoría, la influencia que ejercen el Estado y la oligarquía financiera entre sí lo es en las dos direcciones. Sin embargo, la realidad es tozuda y muestra que, en el mediano plazo, serán aquellos que controlan el poder financiero los que siempre tengan la última palabra y dobleguen al poder político. La oligarquía globalista así lo ha hecho. Los partidos y gobiernos que hoy se han alineado con el '"eje globalista" lo han hecho por dos razones. La primera, porque necesitaban apoyos y los han recibido, antes y después de su toma de poder, de esa oligarquía. Este apoyo va desde la inyección financiera directa hasta las inversiones estratégicas, todo acompañado de contrapartidas y condicionantes al gobierno de turno. La segunda, porque se encuentran muy cómodos ejerciendo su poder en las sociedades que gobiernan y cuyos "genes culturales" van siendo modificados de modo progresivo. Una estrategia que, insistimos, tiene su arraigo en el marxismo cultural. Una estrategia que le asegura a los gobernantes su perpetuación en el poder. En definitiva, gobernantes y gobernados en simbiosis. Un cóctel perfecto para alcanzar consenso en torno al pensamiento único y demás objetivos de la agenda globalista.
Cuando se está dispuesto a regar de dinero, no se hace de manera ciega, se estudia a quién y para qué. Se trata de vislumbrar los efectos a medio y largo plazo de ese tipo de intervenciones, las interacciones de dichos efectos y su alineamiento con una idea, un objetivo y una estrategia definida y adaptable. Para vencer, la oligarquía globalista necesitaba algo que hiciera maleable a la sociedad para convertirla en una incondicional de sus tesis.
Es la oligarquía financiera y globalista la que eligió a la izquierda del marxismo cultural, incluso la más radical, frente a la opción de la derecha. Subrayemos aquí que esa izquierda no fue nunca víctima, sino que se dejó elegir de modo consciente por los magnates. Todo ello hace que asistamos hoy a lo insólito de un social-comunismo en brazos de la oligarquía globalista financiera global, un shock seguro para Marx si levantase la cabeza. Algo más comprensible si lo situamos en el marco de la victoria del marxismo cultural. Simultáneamente, y para completar la faena, dicha oligarquía se ha venido encargando de destrozar el significado mismo de sociedad civil, "comprando" de modo literal, a la mayoría de ONG, fundaciones y think-tanks que hasta entonces habían venido representando, a nivel global, una diversidad de visiones y posicionamientos capaces de enfrentarse al poder político y reclamar el verdadero lugar que le correspondía a ideas independientes de la sociedad civil. Se ha comprado así el pensamiento de una gran mayoría de seres humanos de este planeta.
(...)
Juan Antonio de Castro y Rocío Ruiz en El Toro TV
¿Está George Soros detrás del separatismo catalán?:
Juan Antonio de Castro
NUEVO ORDEN MUNDIAL O GLOBALISTA GENOCIDA.
ONU, MEDIOS, UNICEF, GOBIERNOS, BANCOS...
EL FIN DEL SER HUMANO ESTÁ CERCA: NUEVA (SUB)NORMALIDAD AGENDA 2023 - 2030
TRANSHUMANISMO CONTROL DICTADURA ALIENACIÓN GLOBALISMO GENOCIDIO HUMANICIDIO
"El intento golpista en Cataluña no hubiera sido posible sin la colaboración plena de George Soros y de su entramado organizacional" / "Soros, a través de procesos de ingeniería social, trata de edificar una sociedad de esclavos intelectuales y morales" / "Su objetivo es alcanzar un “Nuevo Orden Mundial” y moral que consagre el globalismo, mientras deja en la cuneta un reguero de soberanías estatales moribundas"
¿CIENCIA? ¿QUÉ CIENCIA?
A las personas que dicen "creo en la ciencia" o "creo en las vacunas", les pregunto: ¿Qué ciencia? ¿La ciencia financiada por Big Pharma? ¿La ciencia impulsada por las ganancias de las corporaciones? ¿La ciencia que intenta imponer el control fascista sobre nuestras vidas?
La ciencia está cambiando siempre, no es algo en lo que "creer", es un proceso de investigación que siempre está destinado a ser cuestionado y desafiado.
Cuando la gente acepta la ciencia como una creencia, en lugar de entender que es un método de investigación, entonces la ciencia se convierte en una religión, y los científicos y los médicos son considerados como dioses/autoridades definitivas. Como resultado, la gente tiene fe ciega en estos simples mortales, les permite tomar decisiones sobre ellos, sobre su vida y muerte, y renuncian a la responsabilidad personal de su propia salud y bienestar.
🛑 MENTIRAS ARRIESGADAS y CÓMO ENGAÑAR A UNA SOCIEDAD ENTERA
JesuCristo, Hosana en el Cielo, Bendito el que viene en Nombre Del Señor, Hosana en el Cielo
ORACIÓN A LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS
Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Que la Madre de todos los Pueblos, La Santísima Virgen María, sea nuestra Abogada. Amén
ORACIÓN DE APOYO PARA LA CONSAGRACIÓN DE MIS REDES SOCIALES A SAN JOSÉ, TERROR DE LOS DEMONIOS
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
ARMADURA DE DIOS
ESPADA DE DIOS
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
"EL CRISTIANO HA NACIDO PARA LUCHAR": PAPA LEÓN XIII
“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. "La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”. S.S. León XIII, Papa
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
¡La Paz del Señor sea contigo!
¡Shalom aleijem!
¡As Salam ie aleikum!
бо да благословит вас
上帝保佑你
神はあなたに賛美する ईश्वर
Бог да те благослови
MANIFIESTO
Yanka
LA LÍNEA EDITORIAL ES LA VERACIDAD Y LA INDEPENDENCIA IMPARCIAL
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SOY LIBRESENTIPENSADOR: "En la razón soy librepensador y, en la Fe, soy libre por Cristo". Yanka
"La Verdad es útil a quien la escucha, pero desventajosa a quien la dice, porque lo hace odioso". Blaise Pascal
DERECHOS HUMANOS A LA LIBERTAD DE MANIFESTAR SU RELIGIÓN Y CREENCIA TANTO EN PÚBLICO Y X ENSEÑANZA
Vote para Celebrar la Fiesta de la Pascua todos en la misma fecha.
FIRMA PARA SINCRONIZAR FECHA DE SEMANA SANTA PARA TODOS LOS CRISTIANOS
LITURGIA DE LAS HORAS DEL DÍA
#YoTambiénSoyCristianoPerseguido
#NoEstánSolos: Ya estamos hartos de que los criminales exterminen a los cristianos solo por su fe. Ha llegado la hora de movilizarse y defenderlos. Basta de cobardía. Se valiente y osado frente a los asesinos y defiende con ardor tu fe y a los que son perseguidos por la horda. Coloca en tu página el símbolo creado por el movimiento en defensa de los cristianos perseguidos para la campaña mundial que se ha iniciado para que no nos olvidemos de todos aquellos que están siendo perseguidos y masacrados por ser cristianos. El símbolo del centro es la letra N del alfabeto árabe, con la que los yihadistas están marcando las casas de los Nazarenos, que es como ellos llaman a los cristianos. Juntos hagamos que no se olviden aquellos hermanos perseguidos en todo el mundo por amar a su Dios. #NoEstanSolos #PrayForthem #ن #YoTambiénSoyCristianoPerseguido #Iglesia #Kenya #Siria #Irak #Afganistán #ArabiaSaudí #Egipto #Irán #Libia #Nigeria #Pakistán #Somalia #Sudán #Yemen y otros...
EL SILENCIO CULPABLE
QUE LA LUZ BRILLE SOBRE TI, TIERRA FÉRTIL #SOSVENEZUELA
SOY VENEZOLANO, ESPAÑOL, HISPANOAMERICANO, HISPÁNICO, AMIGO Y HERMANO DEL MUNDO ENTERO
VENEZUELA UN PAÍS PARA QUERER Y PARA LUCHAR
“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
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"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
SI LOS MEDIOS CALLAN, EL PUEBLO GRITA...
PARROQUIA VIRTUAL (VIRTUAL CHURCH) EN FACEBOOK
FORO DE CRISTIAN@S CATÓLIC@S LAIC@S SEGLARES EN FACEBOOK
TELÉFONO DE LA ESPERANZA 902 500 002
Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos
EL SENTIDO COMÚN ES IMPRESCINDIBLE PARA EL BIEN COMÚN Y PARTICULAR
SOMOS ANTI-OBSOLESCENCIA: NUESTRA CALIDAD TIENE VALOR
OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.