EL Rincón de Yanka: LIBRO "NO SÓLO ES SOROS": LA AMENAZA DEL GLOBALISMO TOTALITARIO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS 👿💀💥

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lunes, 29 de marzo de 2021

LIBRO "NO SÓLO ES SOROS": LA AMENAZA DEL GLOBALISMO TOTALITARIO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS 👿💀💥


LA AMENAZA DEL GLOBALISMO TOTALITARIO EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
Juan Antonio de Castro 
de Arespacochaga

“A veces, permanecer en silencio es mentir, 
ya que el silencio puede interpretarse como asentimiento”. 
Miguel de Unamuno

PRÓLOGO
POR MIGUEL DURÁN CAMPOS

Conocí a Juan de Castro hace algún tiempo, cuando un vídeo donde él explicaba su ya insobornable actuación contra el Globalismo Totalitario me atrajo poderosamente en su discurso de aquellos más de 14 minutos en que le oí hablar con absoluta serenidad, pero con total contundencia, de los manejos de Soros y demás oligarcas mundiales. Me dije entonces que tenía que conocer personalmente a un personaje que, con tal valentía y determinación, se atrevía a combatir contra fuerzas tan gigantescas como la de estos magnates. A través de un amigo común, logré mi propósito; le conocí y le empecé a tratar. Pronto se entabló entre nosotros una sincera relación de amistad y de concordia sobre el fondo del análisis general que Juan de Castro realiza sobre el momento actual de tantas cosas importantes que le suceden a la Humanidad. Por ello, cuando Juan me pidió que le echara el tiempo necesario para leer su libro, el nuevo libro que sigue a este modesto prólogo, no sólo me apresuré a afrontar la lectura, sino que estuve encantado de poner unas líneas de mi propia cosecha como proscenio de una obra como ésta, descarnada, valiente, hipercrítica y muy audaz. 

Porque sí, querido lector, así es esta obra: descarnada porque dibuja con trazo quirúrgico grandes males que nos van infiltrando, paulatina pero progresivamente en todo el tejido social; y es valiente porque, aunque inmersos todavía en un sistema en el que, presuntamente, la libertad de expresión pueda aún predicarse de entre las libertades fundamentales, no cabe duda de que la gran zarpa del totalitarismo globalista no dejará de tomar buena nota de todos aquellos que seamos renuentes a sus trágicos designios; es hipercrítica porque pone el dedo en la llaga de los manejos esenciales no sólo de los grandes oligarcas, sino que también se proyecta contra los títeres que, incluso desde los más grandes estamentos políticos, judiciales, desde los medios de comunicación de masas, de organismos internacionales y desde dentro de la propia sociedad civil, sirven como buenos y fieles lacayos a quienes derraman el dinero abundantemente para comprar sus voluntades; y, en suma, es audaz porque contiene aún sesgos de esperanza que, para descreídos como yo, resultan, hasta cierto punto al menos, un tanto voluntaristas. Pero bien está que Juan quiera, después de advertirnos sobre los grandes riesgos en que nos encontramos, apuntar rayos de esperanza y convocarnos a una permanente y abierta lucha contra lo que se nos está ya viniendo encima. 

No quisiera yo “echarle agua al vino” de las esperanzas de Juan de Castro; y, por eso, invito al lector a que, luego de haberse embebido en las páginas que siguen, preste especial atención a las 11 medidas finales que él nos plantea como antídoto contra las anestesias que estos sátrapas modernos nos están inoculando día a día desde todos los ámbitos que pueden manipular. 

Estoy convencido de que los servidores del mal que nos acucia no perderán tiempo en tachar este libro de puramente conspiranoico, y de negacionistas a quienes preferimos no embaularnos acríticamente todo lo que se proyecta sobre nosotros para adormecer nuestras conciencias. Pero vale la pena luchar, aunque sólo sea como lo hacía aquel “salvaje” de la Reserva que Aldous Huxley describía tan sumamente bien en su libro Un mundo feliz. Porque a mucho de lo que se describía en ese libro aspirarían (o aspiran) los que quieren convertirse en el “world controler”. Usted, querido Lector, ¿a qué subclase de ese futuro mundo hipercontrolado quiere pertenecer, a los alfa, a los beta,... O le da igual que lo encasillen en los épsilon? En esta estructura orwelliana que se está confeccionando para nosotros, si Dios y los que estamos convencidos de que hay que luchar contra ella no lo remediamos, vamos a padecer muchos males, a menos que nos resignemos a perder toda conciencia de lo que nos pase. 

La “plandemia” -como muy sarcásticamente bien la define el Autor- viene a ser el formidable pretexto, la herramienta casi definitiva que los sátrapas modernos usan para redondear su faena. De siempre se ha sabido que es el miedo generalizado el mejor instrumento para someter a los pueblos. Aun a riesgo de que se me quiera incluir en el conjunto de los que, despectivamente, denominan negacionistas, afirmo y declaro que, siendo cierto y verdad que el virus existe, que mata bastante más que otros virus, no es menos cierto que quienes quieren restringir nuestras libertades, lo están aprovechando para someternos y estrangularnos. 

Lo que Juan de Castro, en el fondo, pretende plantearnos, si no me equivoco, es la necesidad de ser críticos respecto de esta permanente actitud de control que el Poder establecido mantiene en el sentido de regir nuestras vidas. ¿Se da usted cuenta de que cada vez menos puede pagar con dinero en efectivo?, ¿percibe usted cómo cada vez menos controla los datos de su persona que están en LA INMENSA RED? ¿Es capaz de darse cuenta de cómo se traga todo lo que le dan por la televisión? 

Cuando no tenga más remedio que pagar con una moneda única y, además, hacerlo con un perfecto control sobre lo que usted pague, se hará consciente de cómo hasta la última gota de lo que usted ha ganado con su esfuerzo entra dentro del circuito de lo que le van a controlar. Cuando le exijan el certificado de la vacuna de no se sabe bien qué virus, para ir de un sitio a otro, le habrán restringido su libertad de movimientos, y usted no tendrá más remedio que vacunarse, aunque esa vacuna lleve un microprocesador que permita su geolocalizador permanente. Cuando la Hacienda Pública mundial (caminamos hacia eso) sepa en qué se gasta usted su último centavo, a usted ya no le quedará ni un solo refugio donde guardar su intimidad fiscal. Cuando le obliguen a poner cámaras hasta en los sitios más inverosímiles, usted dirá que todo eso es por el bien común, ya que así se lo habrán indicado. 

Y todo esto será porque, previamente, el inmenso océano del dinero de los que manipulan el Nuevo Orden Mundial (NOM) habrán regado con innúmeras subvenciones a la inmensa “grey” que componemos la especie humana que presumimos de ser los “sapiens sapiens”. 

Juan de Castro ha querido ser con este libro un quijote cuerdo que lucha contra molinos revestidos de verdadero poder mediático, político, judicial, económico, social, en todos los ámbitos internacionales, disfrazados de buenos propósitos y, en fin, lobos feroces con pieles económicas de mansos corderos. Yo me rebelo contigo, Juan de Castro, para, desde nuestra gran impotencia de hoy, asumir el reto de la superpotencia del alma del mañana, porque la Especie evoluciona, Dios existe, y cuatro mil seiscientos años de existencia de la vida no pueden sucumbir al maleficio de seres que sólo tienen en su haber el mérito de ser exitosos en la consecución del flujo económico. No sé cómo se sentirán ellos al irse a dormir cada noche. Sí sé que tú te sientes muy tranquilo habiendo escrito estas páginas de denuncia y que yo me siento muy honrado al escribirte este modesto prólogo.

Madrid, diciembre de 2020.
Fdo.: Miguel Durán Campos.
PREÁMBULO

A la hora de publicar estas líneas el mundo ha dado un vuelco definitivo y la amenaza se ha hecho realidad. George Soros, Bill Gates, y sus respectivos socios y entramados tienen en jaque al sistema y representan un riesgo y una amenaza para la seguridad nacional de muchos países. La famosa idea "sorosiana" de "sociedad abierta" promueve, desde la Open Society Foundation (OSF) o Fundación para la sociedad abierta, en castellano, de Soros, objetivos totalitarios contrarios al ideal democrático que en la posguerra mundial le atribuyó a ese tipo de sociedad el filósofo Karl Popper. En cuanto a Bill Gates, sus socios y fundaciones se han "apoderado" de instituciones internacionales, tales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y ejercen un control absoluto sobre la salud mundial, con repercusiones jamás imaginadas.

Dichos oligarcas, y sus socios adecuadamente financiados -pudiéramos decir, sobornados-, han violentado el espíritu y la letra de los pilares sobre los que se sustentan muchas naciones, las más importantes instituciones internacionales, y, en particular, el sistema de las Naciones Unidas, con su Carta y su Declaración de Derechos Humanos. Hay ya pruebas suficientes para inferir que nos encontramos ante un auténtico golpe de estado globalista, frente al cual tenemos, todos los que creemos en España, en Europa y en un mundo libre, la obligación de actuar.

Mi nombre es Juan Antonio de Castro, y soy Doctor en Economía, profesor universitario y exfuncionario permanente de las Naciones Unidas. Escribo para denunciar los objetivos y forma de actuar de esa escoria inmunda que es el "globalismo totalitario" y de la que están impregnadas gran parte de las instituciones del sistema y, por supuesto, muchos gobiernos en el mundo, incluido el gobierno actual social-comunista en España. Sabíamos lo que era la globalización de la economía, pero no sabíamos que sería manipulada de tal forma que pudiera convertirse en antesala de la mayor amenaza a la democracia y a la libertad, como individuos, que jamás hayamos conocido.

En el libro "Soros, Rompiendo España1'', publicado en diciembre de 2018, la periodista Aurora Ferrer y yo ya denunciábamos un auténtico entramado subversivo globalista para fragmentar nuestra soberanía nacional. Transmitimos, incluso, nuestros análisis al juez Llarena y a la propia UDEF. Desde entonces, nadie, ni aquellos a los que apuntamos con el dedo acusador, tanto de dentro como de fuera de España, han podido negar con fundamento las afirmaciones producto de las investigaciones allí vertidas. Hoy escribo sumido en el estupor que me genera ver cómo, más allá de nuestra España, todo el sistema global está amenazado.

Convivimos con dos pandemias complementarias. Por un lado, la del coronavirus COVID- 19, con el misterio que acompaña su aparición, y el asombro que nos provoca lo que viene siendo la crónica de una pandemia anunciada con su consiguiente "coronashock" económico. Lo viven ya en sus carnes millones de seres humanos, y ha sido abordado con la ignorancia e ineptitud de gobiernos e instituciones internacionales, los cuales han mostrado no solo su incapacidad para gestionar de modo adecuado esta crisis, sino que, además, se muestran conniventes con actores privados globales que llevan tiempo anteponiendo sus intereses particulares y sectoriales al interés general. Por otro lado, nos enfrentamos a la pandemia del globalismo que ha encontrado, en dicho "coronashock ", terreno fértil para echar raíces, amenazar nuestra democracia y nuestras libertades, e irse asentando como un nuevo poder "público" prácticamente privatizado a nivel global, a la espera del "Gran Reseteo". Presos del miedo y obedientes al confinamiento, y a lo que le venga al poder en gana ordenarnos, estamos vendiendo, sin casi darnos cuenta, nuestra democracia y nuestras libertades al poder omnímodo del dinero de un conglomerado oligárquico global. Como dijo Fiódor Dostoyevski: "La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión".

Nos enfrentamos a la muerte de la democracia por privatización de la res publica. Ello supera en mucho lo que en el pasado era la ambición de determinados lobbies privados por obtener privilegios de lo público o por, las más de las veces, aparentar una responsabilidad social descafeinada. Ya no es necesario esconderse. Bajo el impulso de la nueva corporatocracia, el sometimiento se ejercita con luces y taquígrafos, tanto a nivel estatal como a nivel de los principales organismos e instituciones internacionales. Dicha corporatocracia se plasma en un tipo de alianza que facilita aún más el sometimiento del pueblo. Una alianza férrea y connivente, "privado-pública'', con vistas a diseñar e implementar la agenda globalista. Insisto aquí en el concepto "privatización del poder público", pues va mucho más allá de la mera "colaboración público-privada" que hasta ahora hemos conocido.

Se trata de la muerte del sistema político y económico internacional nacido de Bretton Woods, tras la segunda guerra mundial. Observamos cómo se resquebrajan los fundamentos de la Carta y la Declaración de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Una organización que surgió en ese entonces y que ha perdido, a medida que la ola globalista tomaba el control de esta, su neutralidad, su independencia y su capacidad de representar los anhelos de las naciones libres del planeta.

Constatamos asimismo la aniquilación, a golpe de ingeniería social, de la representatividad real de la sociedad civil a nivel global. Los globalistas han podido hacerse con los Estados, gran parte de los partidos y los principales organismos internacionales, porque mucho antes ya se habían hecho con los principales estamentos de la sociedad civil: las organizaciones no gubernamentales (ONG), think-tanks y fundaciones con mayor impacto a nivel global. Se trata de la desaparición de la sociedad civil tal y como la conocimos: ésta debería haber seguido siendo totalmente independiente de lo público o de los intereses de grandes empresas para poder influenciar en las decisiones emanantes de los que nos gobiernan a nivel nacional y de aquellos que nos coordinan a nivel global.

Mientras que la guerra, cuando estalla, es algo evidente y palpable, mezcla de frío, sangre y balas, la amenaza actual del globalismo sobre los pilares del sistema se fragua de modo lento, sorprendiendo a la mayoría en actitud "buenista", casi borreguil, desprevenida y falta de capacidad de reacción. Entre los protagonistas de este auténtico shock sistémico surgen nombres de importantes magnates globalistas así como de sus marionetas más visibles. Por el momento no alcanzamos más que a trabajar sobre estas últimas y, como se verá a lo largo del libro, sus actos dibujan claramente el sendero que aboca a lo que ya se conoce como el "Nuevo Orden Mundial" (en adelante NOM).

Parece innecesario presentar a George Soros, magnate de las finanzas y falso filántropo, un auténtico instigador de la subversión a través de las denominadas ""revoluciones de color"" o de la Primavera Árabe, involucrado de modo activo en el intento de "romper España", con su apoyo indiscutible al independentismo secesionista catalán. Obsesionado por diluir soberanías para hacer imperar un nuevo orden totalitario, Soros es un verdadero experto en la desestabilización sistemática de determinadas naciones, a través del derrocamiento de sus regímenes, si estos son contrarios a sus intereses o a los de sus socios. Procede señalándolos como autoritarios o dictatoriales, dejándolos a merced de la estructura carroñera que ha erigido a través de su Fundación para la Sociedad Abierta. Todo esto ocurre gracias a, entre otros, el apoyo connivente de medios nacionales e internacionales, "comprados" con descaro para imponer su ideología y lograr sus objetivos.

Soros no está sólo. En el camino hacia el globalismo totalitario se le han unido personajes como Bill Gates, así como determinadas organizaciones ligadas a la salud global y financiadas por estos últimos, ciertos países que aún son potencias globales, y un reguero de miles de instituciones a su servicio. Todos ellos detentan un poder financiero y económico global, y marcan, con su presencia, las conferencias de Bildelberg o de Davos, eventos de predilección para la corporatocracia global.

Todo lo que en este libro se relata huele a dinero y poder, las dos claves que hoy explican el cuándo y el cómo de los grandes puntos de inflexión de la geopolítica global. Nos enfrentamos a un diseño perverso y real, con personajes e instituciones verídicas, con buenos y malos. Un relato que muestra que nos encaramos a la mayor amenaza a nuestras libertades y nuestra democracia que jamás hubiésemos podido imaginar. Una amenaza que se produce, a la hora de escribir estas líneas, en un entorno pandémico de cerca de dos millones de fallecidos en el mundo.

Estamos aún a tiempo de responder desde aquella parte de la sociedad que no haya sido aún adocenada por la propaganda y la censura oficial, aquella formada por hombres y mujeres que no se dejarán someter. Si, por el contrario, no lo hacemos, estaremos emulando la ingenuidad culpable del ministro Chamberlain, en los albores de la segunda guerra mundial, frente al nazismo. Eso sí, no nos quejemos luego cuando se afirme, robusta, la civilización del nuevo orden y nos convierta en esclavos paniaguados.


l. INTRODUCCIÓN

Solo se aprecia el valor de lo que se posee cuando se pierde, y es éste el caso de la libertad, junto con los principios morales que la acompañan. Cuando uno se da cuenta de ello, suele ser tarde. Ha sucedido en inuchas ocasiones a lo largo de la historia, y ahora nos ocurre a nosotros. Quizá el lector recuerda el totalitarismo soviético, o el progresivo deslizamiento de Venezuela hacia la dictadura chavista. Se trata de momentos y periodos cruentos que padecen los pueblos, sometidos por el miedo que impone el poder de turno. Se siente entonces la amenaza a nuestros principios, así como el temor de que nos despojen de derechos que creíamos blindados.

REINTERPRETANDO LA GLOBALIZACIÓN

A lo largo de este libro se pretende sacar a la luz el complejo proceso por el cual una oligarquía global, compuesta por magnates billonarios y milmillonarios, se arroga el derecho (debe de ser algo muy común al ser humano aquello de sentirse el "ombligo del mundo" o, como dirían los amigos iberoamericanos, "el ojo del queque") a imponer el tipo de globalización que cree más conveniente para la humanidad. Una visión que viene precocinada desde sus oscuros despachos, Bildelberg, Davos, y otros simposios donde han tenido ocasión de empatizar entre ellos y de soñar que eran filántropos.

Sorprenden esas declaraciones en las que enfatizan la necesidad de una reducción demográfica drástica de la población mundial, así como el desparpajo con el que hablan abiertamente de la necesidad del NOM.
En realidad, existe un nexo claro entre los sueños globalistas compartidos entre aquellos y la compleja estructura -una auténtica apisonadora-, que ha puesto en marcha un verdadero proceso de deconstrucción cultural y moral para llevar a cabo ciertos objetivos muy concretos, entre los que se incluyen la ruptura de las soberanías nacionales.

Este libro trata de entender y exponer esos objetivos; identifica y explica la ideología que han seleccionado para implementarlos, el marxismo cultural; y describe su elección de la izquierda (incluida la radical) como "soporte" transmisor de ideas y nexo con la política y la división del trabajo que han establecido entre ellos para activar las diferentes herramientas de ingeniería social que precisan. Soros, por un lado, junto a otros, por su especialización en la ingeniería cultural/moral, financiera y de inteligencia; por otro lado, el magnate Bill Gates y otros, dedicados a una ingeniería sofisticada sobre la salud global del planeta y ligada, desde hace más de una década, a las vacunas.

Sale del ámbito de este libro identificar las aficiones que, entre bastidores, despliegan otros magnates, así como su puesto dentro de esa división del trabajo globalista. Nos basta con adentrarnos, a lo largo de las páginas de este libro, en las estrategias de estos dos personajes, pilares fundamentales del globalismo. En el análisis de las ideas que germina su subconsciente no acudo a "conspiranoia" ni a "negacionismo" alguno: sólo busco presentar hechos reales, observables, cuantificables y verídicos.

EL ROL DE LA IZQUIERDA

Se sabe que la izquierda ha flirteado siempre con el totalitarismo, y que el comunismo hizo siempre del mismo su bandera. Lo que no podíamos imaginar es que, esta vez, ambos se pondrían a las órdenes de un nuevo poder oligárquico. Y este hecho se produce con la connivencia de quienes nos gobiernan, y todo ello gracias a la implantación de un pensamiento único capaz de acallar la disidencia y de asesinar la democracia.

Los magnates de dicha oligarquía, actuando a golpe de talonario, decidieron hace tiempo imponer sus planes a través de la sociedad civil global, a la que de manera estratégica venían comprando año tras año. Para asegurarse el éxito de lo que constituye una auténtica ingeniería social, como se verá a lo largo de este libro, buscaron un aliado acoplable a dicha estrategia. Un aliado al que una sociedad buenista adormecida, como la de hoy en día, COVID-19 de por medio, pudiese abrazar. No tardó en ofrecerse a ellos, en arrastrarse literalmente ante sus pies de oligarcas, la izquierda social-comunista. Una nueva izquierda que, a semejanza de la anterior, seguía marcada de modo histórico por sus tics totalitarios constantes -hecho que siempre quisieron camuflar, con estratagemas como la de autodenominarse "progresistas", término que vacían de significado-. Acudieron así a la mentira, una de sus aficiones preferidas, y se adornaron eso sí, con la toga de una cacareada "superioridad moral".

Nadie lo hubiera imaginado. Poniéndonos en la mentalidad de una persona de izquierdas, lo lógico hubiera sido pensar en la derecha como candidata más idónea para capitanear al globalismo totalitario. No ha sido así. Al social-comunismo no le ha preocupado renegar de modo vergonzoso de sus fundamentos ideológicos. ¡Allí va el social-comunismo del siglo XXI, a hombros de magnates financieros globales! Quién lo hubiera dicho: dinero y poder corrompiendo a la izquierda. Un regalo venido del cielo para una corriente ideológica ya moribunda.

Esta vez, son ellos los "fachas", y ahora a nivel global. Se constata con hechos cómo la famosa "sociedad abierta" de Soros no es más que un recinto "cerrado", una cárcel en la que los cantos a las minorías consiguen, cada vez más, silenciar los principios y valores que han cimentado hasta hace poco nuestra civilización occidental. Unos principios que siguen siendo totalmente válidos, pero que su "sociedad abierta" excluye. Soros ha montado un "chiringuito" de mercenarios globales, que sepamos, sin parangón en la historia.

LOS GLOBALISTAS

Globalista viene de globalización, pero aquel proceso que se inició a finales del siglo pasado, y que disparó el comercio y las finanzas globales, ya nada tiene que ver con el mundo que dibujan unos globalistas convencidos de sus sueños más transhumanistas. Para empezar, a los globalistas les sobra una buena parte de la humanidad que puebla este planeta. En ese diseño que nos han preparado se activa, por una parte, el objetivo de la reducción demográfica y, entre otras metas, se encuentra la de una gobernanza totalitaria capaz de disolver soberanías y establecer tres o cuatro potencias globales, donde una multitud de regiones autónomas, bajo un poder centralizado, y regidas por un pensamiento único, reconfiguren lo que ayer era una variedad de estados independientes y soberanos. Buena ilustración de ello es el proceso actual hacia la Europa de las euroregiones2.

Además de comprender la transformación que se está produciendo en el mundo, y que se acelerará en la etapa post-COVID- 19, es preciso señalar que nos encontramos ante la imposición de una ideología que tiene, en el marxismo cultural de la escuela de Frankfurt, su origen más directo. Los globalistas han entendido muy bien que, para cambiar una sociedad, se tiene antes que cambiar su cultura. Es por ello que la estrategia implementada por Soros y Gates, con la ayuda de sus entramados y asociaciones y actores diversos, es la de generar nuevos códigos culturales de cuya implantación se ocupen las instituciones no gubernamentales financiadas por ellos. Una financiación que puede ser directa (donaciones desde OSF), o indirecta (a través de instituciones previamente financiadas por Soros o Gates).

En estos últimos años, en diversos países del mundo, se ha utilizado algunas veces el nombre de "Soros" para atacar a determinados actores de la escena política que parecían más sesgados hacia el inundo globalista. Por norma general, los globalistas ni se han inmutado. Es necesario captar que si uno tiene sospecha de que las manos de globalistas como Soros o Gates tercian en la política, la economía y los negocios, e incluso fuerzan decisiones internacionales, lo que se debe hacer entonces es analizar el fondo de la cuestión, para así comprender todo lo que rodea a esos dos personajes, incluidas las estrategias y modus operandi que utilizan. Sin eso, las palabras "Soros" o "Gates" suenan a hueco y ocultan la estrategia globalista que subyace.

Como se verá más adelante, Soros, Gates y sus entramados han puesto en marcha un proceso muy difícil de frenar, y menos de revertir. Conduce a una calle sin salida en la que el totalitarismo se hace rey. Por lo tanto, nos obliga a posicionarnos, investigar y a reaccionar de modo estratégico. Es este, precisamente, el objeto de este libro.

LA DERIVA GLOBALISTA

Este libro es un viaje a través de todo este proceso, y es posible que asombre a muchos. Algunos no se lo podrán creer, lo cual es hasta cierto punto lógico. Aquí se trata de demostrar el secuestro de la sociedad civil global, de las instituciones europeas, incluidos sus europarlamentarios y sus más altos funcionarios, de los procesos electorales en nuestro continente, y del propio Consejo de Europa, una cuestión para hacernos reflexionar. Más grave aún, el constatar el fin de la neutralidad e independencia del Tribunal Europeo de Derechos humanos (TEDH), a fuerza de integrar jueces adictos a Soros, no puede más que horrorizarnos, pues el TEDH, a través de los casos que juzga y su jurisprudencia, determina la posición de los tribunales de justicia en nuestros países respectivos. Si se añade a este panorama la posición connivente del Vaticano y la podredumbre creciente, en términos de independencia y neutralidad, de los organismos internacionales y de sus funcionarios, y principalmente de Naciones Unidas, roídos por la carcoma globalista, empezamos a comprender de modo más pleno la amenaza ante la que estamos. Si a todo ello añadimos la participación de los actores globalistas en la injerencia en los asuntos internos de terceros estados, a través de la ingeniería de inteligencia aplicada, el panorama se vuelve dantesco y la amenaza totalitaria una realidad plena.

Con el fin de penetrar en las entrañas de la bestia, se lleva a cabo, en los capítulos que siguen, un análisis exhaustivo de la ingeniería cultural, una auténtica cirugía láser de extrema precisión, operada por Soros, y que permite secuestrar y transformar desfigurando los valores morales de la sociedad civil del planeta.

Soros y su conglomerado fomentan la adopción de un "set de inputs culturales" que incluye pseudovalores morales, una especie de "atractor estratégico" cuya difusión e inoculación en la sociedad se superpone deteriorando progresivamente los verdaderos principios y valores sobre los que ésta se asentaba. El objetivo de dicho set es provocar una polarización artificial de la sociedad, entre partidarios y detractores de este, generando una especie de cisma virtual que arraigue y confronte los sentimientos y cultura de las personas, algo casi religioso. De un lado, los "buenos", alineados con el set. Del otro, los "malos", contrarios al set. Se amenaza así el futuro de nuestra dignidad como personas y naciones.

Se describe cómo inoculan en la sociedad esa nueva cultura globalista, la dimensión de las donaciones a determinadas organizaciones no gubernamentales y el porqué de su eficacia. Migraciones, odio, drogas, mundo musulmán e islámico, aborto, mujer, género, feminismo, medios de información y censura, privacidad y monopolio de las redes son analizados en detalle para explicar la transformación cultural que se ha puesto en marcha para unificar el pensamiento globalista.

No puede entenderse la estrategia aquí analizada sin que se aluda a la pandemia, o "plandemia", como algunos la llaman, de la COVID-19. Un factor clave para ese famoso "Gran Reseteo" que, parece ser, nos espera a la vuelta de la esquina, en cuanto decidan que ya han llegado las vacunas, que se ha garantizado el negocio farmacéutico global y que ya podemos volver a la normalidad. Porque la "normalidad " de la que nos hablan se parece cada vez más al punto de partida de la transición totalitaria que los magnates han puesto en marcha, con la connivencia de muchos e importantes dirigentes a nivel mundial. No cabe duda de que la pandemia/plandemia está siendo utilizada con ese fin.

El "Gran Reseteo" es ese sueño que ronda los cerebros de los magnates billonarios. Tras el adormecimiento generado en la población por el COVID-19, se multiplicarán las iniciativas de renta mínima global que convertirán a una buena parte de aquella en una masa informe de paniaguados y dóciles seres humanos a las órdenes del omnipresente Estado. Una vez que la censura garantice al Estado globalista totalitario que no habrá desequilibrios sociales, y una vez que una moneda única digital regule nuestras vidas, con una transparencia que destrozará la privacidad de nuestras decisiones en todos los ámbitos, entonces se habrá hecho realidad el sueño globalista. Viviremos en un mundo de Orwell y los medios seguirán, como ya lo hacen casi todos hoy, siendo la propaganda del amo que los compra. Será el fin de nuestras libertades fundamentales, aquellas que hasta ahora garantizaban nuestras constituciones.

NUEVO ESPÍRITU Y HOJA DE RUTA COMO RESPUESTA

La batalla contra esa máquina demoledora será ardua, pero ganarán aquellos que comprendan que no es un problema de derecha contra izquierda, sino de hombres y mujeres libres, contra totalitarios a las órdenes de magnates globalistas partidarios del NOM. Pero, para que esa batalla se gane, es necesario oponerse a esta nueva dictadura. Hace falta un nuevo espíritu, un plan, una hoja de ruta, y sobre todo una idea simple y potente que unifique a todos aquellos movimientos que hoy luchan tal y como la resistencia lo hizo en Francia y en otros países durante la segunda guerra mundial. Para que esa idea-fuerza sea exitosa, se debe identificar esa única amenaza alrededor de la cual todos los grupos resistentes pueden coincidir. A partir de esa unificación y alrededor de lo que aquí se denomina el "espíritu de Normandía" será más fácil saltar a las "playas del desembarco" para recuperar con valentía lo que unos cobardes globalistas nos están arrebatando: la libertad, la democracia y la soberanía de nuestros estados.

A lo largo de las páginas que siguen se ha tratado de dibujar los caminos que nos pueden llevar a comprender lo que pasa, para luego actuar de manera muy concreta. Se proponen once recomendaciones al final del libro que buscan remediar lo antes posible las principales fallas estructurales que los globalistas han generado rompiendo los pilares del sistema. Se trata de un primer tratamiento de choque, que deberá continuar con muchas otras iniciativas y acciones, pero eso ya solo depende de nuestra conciencia y de nuestra responsabilidad como hombres y mujeres libres que no debemos jamás de dejar de ser.

2 Por cierto inspirada de la idea de "La Europa de los Pueblos", plan propuesto a Hitler por sus asesores de las SS durante la segunda guerra mundial.

II. OLIGARQUÍA GLOBALISTA, MARXISMO CULTURAL 
Y "SOCIEDAD ABIERTA"

"En el país de Mordor donde se extienden las sombras. 
Un anillo para gobernarlos a todos.
Un anillo para encontrarlos. 
Un anillo para atraerlos a todos.
Y atarlos a las tinieblas..." 
J. R. R. Tolkien, El Señor de los Anillos

LA OLIGARQUÍA GLOBALISTA

El mundo de los magnates ha existido siempre. Son seres humanos a los que el destino, el apoyo interesado de otros magnates situados a escala aún superior, y sus propios esfuerzos, los han situado en un lugar privilegiado. Privilegiados, sobre todo, por el potencial que poseen y del que son conscientes, para transformar no solo lo que les rodea de modo próximo, sino incluso, la propia sociedad en la que viven. Su motor: el dinero. Su motivación: el poder de su intención. Su sueño: no pasar por este mundo sin dejar su impronta. Su acto más cínico: considerarse filántropos y grandes benefactores de la humanidad.

Mientras los billonarios Rockefeller, Rothschild y otros asemejados del escalón superior ajustan el arma, milmillonarios como Soros, Gates, Buffet, Kissinger, Bloomberg, Bezos o Zuckerberg disparan con ella. Captar lo que hay en el fondo de sus mentes, su psique compleja, el grado de interacción entre ellos o los planes que diseñan y ejecutan, es tarea difícil, aunque no imposible, pues sus actuaciones y el caos que siembran a través de ellas, prerrequisito del nuevo orden que anhelan, les delatan. Lo que parece ya evidente es que se están haciendo con el control global del sistema, despreciando a pueblos y naciones libres que, ignorantes del plan urdido ante ellos, se muestran incapaces de ver esta estrategia como un todo y comprender que de la democracia a la dictadura no hay más que un paso y éste se está dando delante de sus narices.

Es en este mundo de los billonarios, de aquellos que diseñaron y hoy guían los trabajos en Bildelberg o Davos, desde donde se ha venido fraguando, a fuego lento, la ideología globalista. En cuanto se habla de ellos saltan las alarmas de una mayoría de medios, a nivel global, para silenciar o defenderles. Jamás se atreverán a tocarlos. Son miembros, a sueldo, del "clan". Sin embargo, la convicción que poseen dichos magnates sobre la superioridad de sus ideas, unido a su orgullo, les hace a veces hablar demasiado; es entonces cuando se pueden captar sus intenciones.

No se trata de "conspiranoias". Esta palabra la usan como una especie de mantra los globalistas para silenciar muchas de las verdades que se dicen de ellos. No hay cabida aquí para ese término. Lo que se dice en el presente capítulo está extraído de declaraciones de los propios magnates desde fuentes contrastables, analizadas a fondo. Para ilustrar la intención de estos personajes, nos basta comenzar por una de las ideas madre que abandera el globalismo: población mundial excesiva y necesidad de reducirla. Se trata de una de las vertientes del pilar globalista de la "cultura de la muerte'', dentro de la cual encontramos también el aborto promovido y planificado, o la eutanasia.

Estamos en la Etapa Final de la Rebelión contra el Dios Creador 
[¿cómo lo están haciendo?]

Varias de las figuras más emblemáticas del globalismo han afirmado, a veces casi sin querer, su ansia por reducir de manera drástica la población mundial. Deben de considerar que hay un exceso de humanos, que alimentarles y mantenerlos vivos reduce la eficiencia y que es preferible centrarse en aquellos que pueden hacer exitoso el camino hacia el transhumanismo, vía predilecta de los globalistas en un mundo de jugosos beneficios tecnológicos en los que ocupa un lugar destacado la salud global. El objetivo es llegar a una especie "transhumana", con mayores capacidades físicas, psíquicas e intelectuales y, posteriormente, a un posthumano, un ser que ya no será humano sino superior a él. Como lo afirman: "Todo ello se llevará a cabo mediante ingeniería genética, eugenesia embrionaria y prenatal, nanotecnología y biotecnología aplicada al cerebro y a potenciar las capacidades sensoriales y cognitivas del hombre". Lo que parece claro, por las afirmaciones que siguen, es que hay unanimidad entre ellos en determinados temas de la agenda globalista. Una clara indicación de que se trata de ideas fraguadas en común, al albor de reuniones más o menos secretas y a lo largo de décadas.

En 1988, el príncipe Felipe de Edimburgo, duque de Edimburgo, marido de la reina Isabel, líder del Fondo Mundial para la Naturaleza y globalista convencido, afirmó: "En el caso de que me reencarnase, me gustaría hacerlo como virus mortal y contribuir así en algo para resolver la sobrepoblación". Antes de eso había dejado en los medios lindezas tales como: "El crecimiento de la población mundial es seguramente la más seria amenaza en el largo plazo para la supervivencia. Vamos camino del desastre y no solamente para el inundo natural sino también para el mundo humano. Cuanta más gente hay, más recursos consumirán, más población generarán y más luchas se darán... Si no se controla voluntariamente, será controlado involuntariamente a través de un aumento de las enfermedades, la hambruna y la guerra". Importante enfatizar de sus palabras la frase: "... Si no se controla voluntariamente...". Una verdadera declaración de intenciones para la agenda globalista que entonces se afianzaba. ¿A qué control voluntario se refería?

Otro globalista, Ted Turner, fundador de la cadena CNN, declaró: "Necesitamos reducir la población a dos mil millones y tener una política de un niño por familia por cien años". Una reducción del 80 %, ni más ni menos. Lo más interesante es que esto lo dijo con ocasión de una reunión de magnates en Nueva York en la que estaban también Bill Gates, Warren Buffet, David Rockefeller, Eli Broad, George Soros, Ted Turner, Oprah, Michael Bloomberg y otros. Según se dijo era "... una simple reunión de algunos milmillonarios juntos para tomar unas copas, cenar y tener una conversación animada de cómo promover la caridad en el mundo". Curiosa manera de tergiversar las cosas. Allí se habló de todo: una reunión más para "ajustar el tiro", coordinar intenciones globalistas y, eso sí, dar al mundo la imagen de filántropos.

Bill Gates es quizá el más didáctico en su propaganda para la reducción de la población mundial. Ha llegado incluso a afirmaciones que dejan atónito cuando relaciona dicha reducción con la proliferación de nuevas vacunas. Con seguridad, un lapsus, pero la intención de reducción, por diversas vías, es clara. En 2010 afirmó: "Tenemos sobrepoblación. El mundo de hoy tiene 6,8 miles de millones de habitantes. Eso se encamina a unos 9 mil millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducirlo en quizá 10 % o 15 %". Su intención en cuanto a la promoción global del aborto es clara, en cuanto a hacer un gran trabajo global en nuevas vacunas... ¿Cómo se entiende esto con miras a la reducción de la población mundial? Dejémoslo abierto, pero da la casualidad de que hoy, diez años más tarde, Bill Gates se ha convertido en el "Señor de las Vacunas" y controla todo el espectro de estas a nivel global, incluyendo su vigilancia sobre la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la que es ya, como veremos, primer financiador.

A la Directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, también globalista, se le han intentado atribuir, posiblemente de manera errónea, algunas declaraciones subidas de tono sobre necesidad de reducción de la población mundial. Existen, sin embargo, declaraciones reales de ella que apuntan, con más crudeza aún a los riesgos y amenazas que genera la existencia de la tercera edad. Apunta así a las necesidades financieras y globales derivadas del "riesgo de que la gente viva más de lo esperado'', apelando al recorte de las prestaciones, entre otros. En la línea de lo que el español José Viñals, presentador del informe de Lagarde, señala como "riesgo de longevidad'', C. Lagarde afirma que si la esperanza de vida de las personas se e>.'..tiende, en 2050, a tres años más, el ''coste del envejecimiento" se dispararía un 50 %. Para ella eso supondría "una amenaza para la sostenibilidad de las finanzas públicas''. Cabría aquí preguntarse, señora Lagarde, si le parece a usted que el hecho de que la gente viva más de lo esperado constituye un ·'riesgo''. ¿Riesgo para quién?, ¿para ellos o las familias que los quieren? Si su principal objetivo es la sostenibilidad de las finanzas públicas, ¿qué piensa hacer con los mayores? Sí, movilice a los "hombres de negro" y trate de ajustar las cuentas globales pero hágalo esta vez cediendo ante los mayores a los que tanto debemos.

C. Lagarde les ha exigido asimismo a los gobiernos que "reconozcan que el envejecimiento les puede crear un serio problema en el futuro". Que yo sepa, nadie le ha pedido a la señora Lagarde que lleve a toda nuestra sociedad a denigrar el valor, la sabiduría, el aporte material y sobre todo inmaterial de las personas que más han vivido. Nadie le ha pedido a esta señora que se pierda el respeto a integrantes de la sociedad que constituyen pilares esenciales de sus familias. Sin embargo, el hecho de que afirme que la mera existencia de aquellos tiene una tremenda influencia negativa en la economía y finanzas globales, lleva a pensar, por el organismo clave que dirige, que la suerte está echada sobre los ancianos. En definitiva, lo que logra con todo ello es que los gobiernos adopten de modo más fácil y rápido este importante componente de la agenda globalista, en la que se encuentran en lugar privilegiado el aborto, la eutanasia y, posiblemente, el gerontocidio. Todas estas consideraciones vienen creando un clima especial de desprecio por los más ancianos y explican a la perfección por qué muchos gobiernos han sido más que complacientes al obviar intervenir con urgencia, en su momento, en la residencias de mayores, durante el "coronashock ", dando así lugar a un gerontocidio sin precedentes.

Más allá de la obsesiva necesidad de "reducción" de la población mundial, otros magnates se han referido con aún mayor claridad a éste y otros objetivos en el camino hacia el Nuevo Orden Mundial. Un NOM que nadie puede ya hoy negar y que constituye una idea factible de futura estructura de poder que muchos dirigentes mundiales han hecho suya. Es sorprendente constatar el alineamiento con el mismo de altos dirigentes mundiales como, entre otros, George Bush padre e hijo, H. Kissinger, B. Obama, Nixon, Al Gore, J. Keny, Cristina Fernández de Kirchner, J.M. Santos, S. Piñera, Ollanta Humala, Evo Morales, Jorge Múgica o, más cercano a nosotros, Pedro Sánchez o varios de los miembros de su gobierno.

El objetivo claro hacia el NOM queda patente, por ejemplo, en el caso de Henry Kissinger, que afirmó, entre otros personajes mencionados más arriba, que "tenemos la necesidad de un Nuevo Orden Mundial". Antes, en 2014, ya había señalado claramente que una crisis mundial debilita a las naciones como entes independientes y les obliga, en cierto modo, a reducir su poder soberano en pos de un poder global. Es esa precisamente la visión globalista del NOM: el debilitamiento de naciones en pos de una gobernanza global. Así, de modo reciente, y en plena pandemia, Kissinger volvió a dejar claras las intenciones de estos magnates y sus planes afirmando que "cuando termine la pandemia del COVID-19, se percibirá que las instituciones de muchos países han fallado y el mundo nunca será el mismo". En sus declaraciones afirmó que tras el coronavirus se deberá trabajar en la planificación de una "nueva época" y añadió: "La agitación política y económica que ha desatado la pandemia podría durar por generaciones. Ningún país, ni siquiera Estados Unidos, puede, en un esfuerzo nacional superar el virus". Sin duda una forma de prepararnos para el NOM y el debilitamiento progresivo de las soberanías nacionales. En dicho artículo al Wall Street Journal terminó recomendando, entre otros, vía abierta a las vacunas y vacunaciones a escala de grandes poblaciones. Un guiño claro a Gates y su control de la salud global.

David Rockefeller ha sido quizá el más transparente y sin complejos de toda esta oligarquía. Ha llegado a afirmar cosas tales como: "Estamos al borde de una transformación global. Todo lo que necesitamos es una gran crisis y las naciones aceptarán el Nuevo Orden Mundial", toda una declaración de intenciones y una posible premonición ante la "plandemia " que se nos ha venido encima veintiséis años después. Su visión de la necesidad de disolución de los Estados nación la dejó clara con su afirmación: "De lo que se trata es de sustituir la autodeterminación nacional, que se ha practicado durante siglos en el pasado, por la soberanía de una élite de técnicos y de financieros mundiales". En 1991 demostró de manera muy clara que, en la mente de un buen globalista, no cabe espacio para la libertad e independencia de los medios, pero sí para la connivencia con estos. En referencia al informe del Centro para el desarrollo Mundial afirmó: "Estamos agradecidos con el Washington Post, el New York Times y la revista Time y otras grandes publicaciones cuyos directores han acudido a nuestras reuniones y han respetado sus promesas de discreción (silencio) durante casi cuarenta años. Hubiera sido imposible para nosotros haber desarrollado nuestro plan para el mundo si hubiésemos sido objeto de publicidad durante todos estos años".

En la misma línea, uno de los colaboradores cercanos a Rockefeller, Z. Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, también ligado al Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) de ese país, y en el libro Between Two Ages, de 197116, vislumbró con claridad la necesidad de despreciar los valores tradicionales y de controlar a los individuos afirmando que: "la era tecnotrónica involucra la aparición gradual de una sociedad más controlada y dominada por una élite sin las restricciones de los valores tradicionales, por lo que pronto será posible asegurar la vigilancia casi continua sobre cada ciudadano y mantener al día los expedientes completos que contienen incluso la información más personal sobre el ciudadano, archivos que estarán sujetos a la recuperación instantánea de las autoridades". Realmente, Gates, con su propuesta actual de identificadores personales del proyecto ID2020, no anda muy lejos de hacerlo realidad.

A muchos de estos magnates globalistas no se les puede negar el mérito de la perseverancia y el tesón en sus actividades. Con independencia del apoyo que recibiesen o de la catadura moral de muchas de sus actuaciones, algunos como Soros han llegado a poner en pie un fondo de cobertura que es hoy la referencia mundial para inversores y especuladores, lo cual denota más que olfato financiero: demuestra un control colosal de los fenómenos de reflexividad y de influencia en escenarios de incertidumbre, propios del mundo caótico de la especulación financiera. Por otro lado, idear y hacer realidad Microsoft, para después convertirse en el principal actor de la salud global, como ha hecho Gates, denota una visión empresarial y tecnológica admirable, junto con una visión estratégica de largo plazo.

Cuando un magnate se encuentra con otro, ya sea en Bildelberg, Davos u otros lugares de su predilección para interactuar, conversan, se estudian, empatizan y terminan asumiendo que existe un "destino común". Cuando ese destino común se convierte en un plan, arranca el motor del Nuevo Orden Mundial. Pasamos a hablar entonces de magnates globalistas y de la transformación total del sistema hacia ese nuevo orden, a pesar de que el recorrido completo hacia él se haga en varias etapas.

Es importante señalar aquí que la mayor parte de estos magnates son, en definitiva, empresarios o especuladores, y sus cerebros están en consecuencia deformados, alineados, casi abducidos, por una mentalidad de capitanes de empresa que infiltra todas sus estrategias y actuaciones. Creen a ciencia cierta que es necesario idear un nuevo orden a través de un sistema sustentado por una organización única y jerarquizada , de tipo top-down, y alejada de principio democrático alguno. En el fondo, es lo que ocurre en el interior de cualquier empresa, a lo largo y ancho del inundo. Se sienten capitanes de la empresa global y ponen en pie un sistema en el que las decisiones les pertenecen a aquellos "socios" con más representatividad en el, por ahora virtual, "Consejo del NOM'', es decir a aquellos que con más dinero lo han hecho realidad y pueden garantizar disponer de sus peones, siervos adecuadamente financiados, para seguir haciéndolo. Un sistema en el que esos peones, personas vendidas de modo consciente o inconsciente al globalismo, sean meros títeres en manos de sus amos.

Tener una mentalidad y espíritu de capitanes de empresa es una cuestión, e intentar hacer de ello la nueva filosofía que impregne al poder global único, otra muy diferente. Quién hubiera pensado, aún inmersos en el sistema puesto en pie tras la segunda guerra mundial, que el dinero llegaría a "comprar " los fundamentos del propio sistema, con el fin de adecuarlos a las agendas de estos magnates y devolvérnoslos irreconocibles, aptos solo para sustentar una nueva sociedad de coite totalitario. Ese es el camino que vienen emprendiendo los globalistas. La humanidad no les importa. Como lo afirmó el propio Soros: "No me preocupan las consecuencia sociales de mis actos". Lo han venido haciendo de manera tan sutil, que la mayor parte de la población del planeta ignora por completo lo ocurrido, no ha sido aún capaz de percatarse y se viene integrando en el nuevo orden casi sin darse cuenta. Del otro lado estamos los que no permitiremos que nos arrebaten nuestras libertades y los principios en los que creemos. Los que lucharemos por tener la libertad de elección política y disponer de partidos independientes de los globalistas. Los que no permitiremos que se desnaturalicen los derechos humanos y se controle a la justicia internacional. Los que nos enfrentaremos a esa apisonadora cultural que sólo genera odio, conflicto y destroza los pilares de la familia.

El problema de fondo es que estos magnates con orejeras empresariales se han encontrado poco a poco con un poder financiero descomunal y han decidido llevar esa mentalidad al límite, en su concepción de cómo debería proceder la globalización. Para ello han considerado que la prioridad era cómo debería reestructurarse la sociedad y la economía globales para favorecer al capital privado y asegurar el éxito de sus planes globalistas. Cómo evitar las "ineficiencias", según ellos, de los Estados. Eran conscientes de que disponían de los medios para lograrlo. Lo único que les hizo falta fue, precisamente, canalizar de manera estratégica dicho capital privado hacia instituciones, sociedad civil, y personas clave al mando de ellas, un capital a las órdenes de aquellos que tomaban las riendas de la globalización, y que ya no serán los Estados.

Para que ese plan terminase siendo exitoso, el proceso requería ante todo diluir, reducir a meros figurantes, a aquellos que tienen la responsabilidad de garantizar y defender la soberanía de las naciones, la independencia de los jueces o la de los principales medios de comunicación, incluidas las redes sociales. Es ilustrativo y a la vez patético observar cómo se ha venido degradando la imagen, el calibre y el carisma de nuestros políticos. Es esa quizá la gran victoria de los globalistas, el haber conseguido infundir en la sociedad un desinterés absoluto por el grado de honestidad, talento y valía en general de sus representantes. Una victoria lograda desde dentro de los propios Estados. Destrozando los valores que imperaban y en los que debía fundamentarse la actuación de los políticos, los dejaron sin sustancia, sin iniciativa y sin carisma, y consiguieron inducir el desinterés y el desprecio de sus votantes. Pero también es una victoria alcanzada desde fuera, a través del control, entre otros, de las instituciones europeas, los tribunales de derechos humanos y los organismos internacionales. Es así como han conseguido que se decidan bajo su control las grandes cuestiones, dejando que éstas sean asumidas con posterioridad, y de manera automática, a nivel nacional, dejando sin capacidad de decisión a los políticos. A través de estos logros, los globalistas alcanzan uno de sus principales objetivos: reducir al mínimo el alcance de las decisiones a nivel nacional, erosionando así la soberanía de los Estados. 

La situación que padecemos hoy es el resultado de décadas de una intervención a "geometría variable" de esos magnates, ajustando el tiro y adaptándose a las marejadas que ellos mismos han venido generando. Una intervención que se asemeja más a un "soborno global". Una intromisión golpista en el sistema, diseñada sin la menor consideración y en contra del respeto a los derechos y deseos de la humanidad. Una humanidad que ha perdido las riendas de un destino hacia el que se encaminaba, hasta ahora, con voz y voto. Seres humanos a los que, sorprendentemente, parece reconfortarles creer que sus naciones siguen siendo soberanas, que existe la separación de poderes, la libertad de expresión o la independencia de los medios. Nadie parece percatarse de que por debajo, y de manera subrepticia, se ha colado en sus vidas el virus globalista, al que se le ha unido un magnífico y muy complementario compañero de ruta, la COVID-19. El cóctel no ha podido ser más explosivo y no por ello menos eficaz.

Al hablar de magnates, no olvidemos que no actúan solos. Aparte de los magnates, están sus socios. Entre ellos determinadas naciones del planeta que ven cómo sus intereses estratégicos económicos y en especial tecnológicos podrían estar mucho mejor defendidos a través de la agenda y plan globalistas. Un nuevo orden en el que poder mantener y acrecentar las ventajas de las que disfrutaban y así defenderse mejor ante nuevos competidores como China, India o Rusia. Los lazos de Soros, principalmente con los intereses del Reino Unido y de los Estados Unidos (administración demócrata), en el marco de las ""revoluciones de color'"' o de la Primavera Árabe, o los lazos de Gates, con esos mismos y algunos otros países, en el marco del sistema de salud global y el imperio de las vacunas, son una ilustración.

Estos magnates son una oligarquía que cada vez tiene más en sus manos el destino de todo el sistema. Cuando hablamos de oligarquía nos referimos, en ciencia política, a "una forma de gobierno en la que el poder político está en manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social". En definitiva, un poder en manos de unos pocos, "un poder ejercido por un grupo de personas, que tienen poder e influencia en un determinado sector social, económico y político". Pues bien, cuando esos magnates de las finanzas o de la salud global deciden materializar sus "sueños" globalistas y focalizar el enorme poder de su intención en el control de las instituciones, es muy difícil pararles.

Son numerosas las muestras de adhesión a dicho control que muchos esgrimen, prefiriendo rendirse y cooperar, antes que resistir. De hecho, siempre parecen escucharse las mismas reacciones ante estas amenazas : "quiero vivir en paz y no entrar en esas conspiranoias'', "prefiero no saber qué ocurre por ahí arriba y ya me sobra con los problemas que tengo día a día aquí abajo", o también, "¿por qué querría esa gente aliarse para controlar el mundo, qué ganan con ello?". Sorprende pensar que a tantas personas les pueda resultar indiferente vivir bajo una democracia nacional que pasar muy pronto a vivir bajo una dictadura global. Pero así es. ¿o es que tendrían, como siempre, que tocarles el bolsillo para ser capaces de reaccionar? Es evidente que se lo acabarán tocando, y la pandemia actual, con su "coronashock'', no es más que el aperitivo de lo que se avecina: periodos caóticos para la economía y generadores de pobreza en el camino hacia una nueva sociedad compuesta por una élite globalista y transhumanista de verdaderos adeptos, con prioridad absoluta a la juventud , el conocimiento y la tecnología, y liberada, si es posible, del "lastre" que a los globalistas les suponen los valores tradicionales y las personas mayores. Una élite bastante reducida y protegida. Fuera de ese "cocoon" (capullos) de incondicionales, quedará una gran mayoría de paniaguados por rentas mínimas, individuos adormecidos y garantes de la "irrelevancia tranquila" que les ofrecen a sus verdugos.

Frente a este panorama cabe la posibilidad de resistir, pero no olvidemos que hacerlo de modo abierto y sin estrategia previa, lleva fácilmente a la derrota del resistente. Hay multitud de ejemplos. En el ámbito de nuestra política nacional, es ilustrativo constatar cómo Soros le hizo con seguridad pagar muy caro a Albert Rivera, de Ciudadanos, su no alineamiento con los designios impuestos a ese partido, en cuanto a su estrategia política en la elección de alianzas con la corriente de derechas o izquierdas en España. En esa ocasión, apostar por la derecha, enfrentarse al magnate Soros, le costó muy probablemente su carrera política. Una lección que ahora parece haber aprendido muy bien la señora Arrimadas pero que irremisiblemente le costará caro en votos.

Es increíble lo efectivo que puede ser un apoyo globalista, pero como todo apoyo en este ámbito, viene casi siempre condicionado. Es sorprendente cómo Soros y su entramado pueden hacer que colaborar sea siempre más rentable que resistirse. Una nueva ilustración de cómo los globalistas compran, literalmente, todo lo que tocan, pero siempre con un fin, incluso si para ello es necesario crear caos. Valga de ilustración la estrecha relación existente entre el presidente de gobierno Sánchez y el propio Soros. Queda aún mucho por investigar sobre la naturaleza del apoyo que Podesta (asesor de la Casa Blanca durante la etapa de Obama) y el propio Soros podrían haberle proporcionado a Sánchez, con ocasión de sus viajes a Washington, allá por el 2016, cuando pretendía preparar su vuelta al poder. Es curioso que, y a partir de ahí, sean muchas las concesiones al NOM que Sánchez ha venido haciendo y varios los ministros elegidos para su gabinete que tienen una relación particularmente estrecha con el magnate y responden, a través de su lenguaje y decisiones políticas, a la agenda globalista. Más allá de nuestro país los ejemplos se multiplican hasta el infinito. Estas adhesiones inquebrantables son las que inás tranquilizan a los magnates que, con esta manera de proceder, regando de modo inteligente con dólares a determinados actores e instituciones en el mundo, se hacen, de manera literal, con él. Tan sólo les faltaba un gran caos que facilitase la culminación de sus planes, y, desde luego, la pandemia/"plandemia" que sufrimos ha llegado en el momento ideal para sus designios.

MARXISMO CULTURAL E IZQUIERDA GLOBALISTA

Para comprender el ascenso calculado de esta dictadura globalista, es necesario empezar comprendiendo que más allá del "quién", el hardware -los magnates, elementos clave para poner y mantener en marcha la maquinaria-, está el "cómo", el software, la hoja de ruta que manejan los nuevos actores y las organizaciones, todos ellos convenientemente financiados y conocedores del potencial de ésta para seguir imponiendo sus criterios a nivel global.

A lo largo de la historia, los magnates y la oligarquía financiera en general han flirteado siempre con el poder. Lo han hecho de modo indistinto con reyes, emperadores, dictadores, partidos conservadores o la propia derecha. Las fortunas no tienen color porque el que las logra, posee y maneja consigue con habilidad rentabilizarlas y, ello, con independencia de que generen lo mejor o lo peor para el ser humano. Han financiado la guerra y la paz, la vida y la muerte, pero siempre con jugosos beneficios, tratando de controlar al poder y minimizar todo obstáculo que afecte a sus intereses. Es así como han afianzado el capitalismo y sacado siempre la mayor rentabilidad del mismo.

Podría de entrada sorprender que dicha oligarquía se haya adaptado indistintamente a gobiernos de izquierda o de derecha. La lógica nos llevaría a situarles más bien del lado de la derecha, siempre dispuesta a minimizar la preponderancia e intervencionismo excesivo del Estado en la economía y las finanzas. Sin embargo, llevamos años constatando la buena marcha del binomio oligarquía-Estado bajo ambas ideologías, y es que, desde hace ya muchas décadas, la izquierda no ha tenido problema alguno en liberarse del cáncer del marxismo económico para pasar a abrazar al marxismo cultural, ilustrando así el alejamiento del determinismo económico de Karl Marx y del proyecto postmoderno de la nueva izquierda. No olvidemos, a este respecto, que el paso del marxismo económico al cultural no significa ruptura completa de este último con los objetivos fundamentales del primero. Los objetivos principales del primero permean el origen y desarrollo del segundo. Se trata, esencialmente, como señala Alasdair Elder de: 
I) la destrucción del Estado nación para disolver el concepto de identidad nacional, rival claro de los principios del marxismo; II) la eliminación de la unidad familiar como pilar de la sociedad; III) la destrucción de la religión, ya que el marxismo está basado en una fe ciega y no se permite una fe rival; y IV) la eliminación de todo derecho de posesión de propiedad privada.
La transición entre ambas visiones marxistas ha resultado clave, como se verá más adelante, para la fusión izquierda-globalismo, hoy en pleno auge. El reflejo, en definitiva, del reconocimiento, por parte de los marxistas, de que nada puede cambiar a menos que se cambie la cultura. El reflejo, asimismo, y aunque no lo quieran reconocer, del abrazo definitivo de la izquierda al neoliberalismo en su forma globalista actual.

En teoría, la influencia que ejercen el Estado y la oligarquía financiera entre sí lo es en las dos direcciones. Sin embargo, la realidad es tozuda y muestra que, en el mediano plazo, serán aquellos que controlan el poder financiero los que siempre tengan la última palabra y dobleguen al poder político. La oligarquía globalista así lo ha hecho. Los partidos y gobiernos que hoy se han alineado con el '"eje globalista" lo han hecho por dos razones. La primera, porque necesitaban apoyos y los han recibido, antes y después de su toma de poder, de esa oligarquía. Este apoyo va desde la inyección financiera directa hasta las inversiones estratégicas, todo acompañado de contrapartidas y condicionantes al gobierno de turno. La segunda, porque se encuentran muy cómodos ejerciendo su poder en las sociedades que gobiernan y cuyos "genes culturales" van siendo modificados de modo progresivo. Una estrategia que, insistimos, tiene su arraigo en el marxismo cultural. Una estrategia que le asegura a los gobernantes su perpetuación en el poder. En definitiva, gobernantes y gobernados en simbiosis. Un cóctel perfecto para alcanzar consenso en torno al pensamiento único y demás objetivos de la agenda globalista.

Cuando se está dispuesto a regar de dinero, no se hace de manera ciega, se estudia a quién y para qué. Se trata de vislumbrar los efectos a medio y largo plazo de ese tipo de intervenciones, las interacciones de dichos efectos y su alineamiento con una idea, un objetivo y una estrategia definida y adaptable. Para vencer, la oligarquía globalista necesitaba algo que hiciera maleable a la sociedad para convertirla en una incondicional de sus tesis.

Es la oligarquía financiera y globalista la que eligió a la izquierda del marxismo cultural, incluso la más radical, frente a la opción de la derecha. Subrayemos aquí que esa izquierda no fue nunca víctima, sino que se dejó elegir de modo consciente por los magnates. Todo ello hace que asistamos hoy a lo insólito de un social-comunismo en brazos de la oligarquía globalista financiera global, un shock seguro para Marx si levantase la cabeza. Algo más comprensible si lo situamos en el marco de la victoria del marxismo cultural. Simultáneamente, y para completar la faena, dicha oligarquía se ha venido encargando de destrozar el significado mismo de sociedad civil, "comprando" de modo literal, a la mayoría de ONG, fundaciones y think-tanks que hasta entonces habían venido representando, a nivel global, una diversidad de visiones y posicionamientos capaces de enfrentarse al poder político y reclamar el verdadero lugar que le correspondía a ideas independientes de la sociedad civil. Se ha comprado así el pensamiento de una gran mayoría de seres humanos de este planeta.
(...)

Juan Antonio de Castro y Rocío Ruiz en El Toro TV

 
¿Está George Soros detrás del separatismo catalán?: 
Juan Antonio de Castro

NUEVO ORDEN MUNDIAL O GLOBALISTA GENOCIDA. 
ONU, MEDIOS, UNICEF, GOBIERNOS, BANCOS...

EL FIN DEL SER HUMANO ESTÁ CERCA: NUEVA (SUB)NORMALIDAD AGENDA 2023 - 2030  
TRANSHUMANISMO CONTROL DICTADURA ALIENACIÓN   GLOBALISMO GENOCIDIO HUMANICIDIO

DE LA PELÍCULA "EL LADRÓN DE BAGDAG": 
MIEDO Y TIRANÍA

¿POR QUÉ NO LES CREEMOS?

VER+:

"El intento golpista en Cataluña no hubiera sido posible sin la colaboración plena de George Soros y de su entramado organizacional" / "Soros, a través de procesos de ingeniería social, trata de edificar una sociedad de esclavos intelectuales y morales" / "Su objetivo es alcanzar un “Nuevo Orden Mundial” y moral que consagre el globalismo, mientras deja en la cuneta un reguero de soberanías estatales moribundas"


¿CIENCIA? ¿QUÉ CIENCIA?

A las personas que dicen "creo en la ciencia" o "creo en las vacunas", les pregunto: ¿Qué ciencia? ¿La ciencia financiada por Big Pharma? ¿La ciencia impulsada por las ganancias de las corporaciones? ¿La ciencia que intenta imponer el control fascista sobre nuestras vidas?
La ciencia está cambiando siempre, no es algo en lo que "creer", es un proceso de investigación que siempre está destinado a ser cuestionado y desafiado.
Cuando la gente acepta la ciencia como una creencia, en lugar de entender que es un método de investigación, entonces la ciencia se convierte en una religión, y los científicos y los médicos son considerados como dioses/autoridades definitivas. Como resultado, la gente tiene fe ciega en estos simples mortales, les permite tomar decisiones sobre ellos, sobre su vida y muerte, y renuncian a la responsabilidad personal de su propia salud y bienestar.

🛑 MENTIRAS ARRIESGADAS y CÓMO ENGAÑAR A UNA SOCIEDAD ENTERA