FRATELLI TUTTI:
San Francisco de Sales: "Los enemigos declarados de Dios y de la Iglesia deben ser atacados y censurados con toda la fuerza posible. La caridad obliga a gritar al lobo cuando un lobo se ha deslizado al medio del rebaño y aún en cualquier lugar que se lo encuentre”Santo Tomás de Aquino: “Si soportar las injurias que nos alcanzan personalmente (y respetar a las personas que las profieren) es un acto virtuoso, soportar las que atañen a Dios es el colmo de la impiedad”.Quien No Se Encoleriza Santamente Cuando lo Exige La Razón, Peca: San Juan Crisóstomo: “Sólo aquel que se indigna sin motivo se vuelve culpable; quien se indigna por un motivo justo no tiene culpa alguna. Pues, si faltase la ira la ciencia de Dios no progresaría, los juicios no tendrían consistencia y los crímenes no serían reprimidos. Más aún: aquel que no se indignare cuando la razón lo exige, comete un pecado grave; pues la paciencia no regulada por la razón, propaga los vicios, favorece las negligencias y lleva al mal, no solamente los malos, sino sobre todo los buenos”. (Hom. XI, In Nath.)
Con un extraordinario esfuerzo y la gracia de Dios terminé la semana pasada la lectura completa de la Encíclica “Fratelli Tutti”. Antes de empezar a leer recé la oración de San Miguel Arcángel y rocié el texto con agua exorcizada, haciéndole una cruz a la portada.
Algún lector podrá pensar que eran exageradas mis prevenciones. En absoluto. Desde que se anunció en la prensa católica (y secular) que Bergoglio estaba preparando una nueva Encíclica sobre la fraternidad universal muchos intuimos con claridad sobrenatural que, con la excusa del Covid-19 y de su “amenaza global”, el inquilino del Vaticano trataría de dar un impulso definitivo al globalismo, con la excusa de que la gestión de la pandemia ha elucidado que ningún país puede actuar aislado del resto para vencerla. Y para aprovechar, de paso, para hacerle ver al pueblo de Dios que todas las religiones son iguales e indistintas pues lo importante es la paz del mundo. Se trata aquí y ahora, en definitiva, de dar el paso último para terminar de elaborar la falsa doctrina religiosa que lleva pergeñando los últimos 7 años, preparándole el camino al gobierno mundial del Anticristo político, que emergerá pronto en el panorama internacional, posiblemente pacificando la gravísima situación política, económica y bélica que ahora estamos iniciando. Y ese hombre carismático será señalado como el nuevo “Salvador de la humanidad” y como “Príncipe de la Paz”, pues traerá soluciones humanas (medicamentos, vacunas, dinero, fraternidad y paz para todos), al precio de la apostasía.
Durante su lectura hice múltiples anotaciones y comentarios en el texto, algunas de las cuales pondré aquí ahora negro sobre blanco. La “Encíclica” es un horrísono documento. Suena mal todo él… a doctrina de demonios. Bajo una palabrería sensiblera y dulzona se traslucen las profundidades de Satanás, que podrían resumirse de esta forma: es un deber cristiano pretender unirnos al resto de los hombres en una hermandad basada en lo que nos une (nuestra humanidad y buenos sentimientos), lo que necesariamente exige arrinconar a Cristo, sin duda un personaje lamentable que en realidad nos separa a unos de otros. Con este documento, en suma, Bergoglio desarrolla la teoría espiritual y práctica de la Ciudad del Hombre (San Agustín), la que coloca al ser humano en el centro de la vida y de la sociedad (antropocentrismo, v.gr., numerales 117, 207 ó 278).
Todo el escrito es un canto de la criatura a sí misma, del que Bergoglio espera que alcance el Paraíso terrenal en este mundo por sus propias fuerzas, sin la gracia santificante, sin la adoración de Cristo, haciendo innecesaria la fe en su Persona divina. De eso a la adoración del Hombre por el hombre (la antropolatría será el credo del Anticristo) hay poco trecho.
Así, Bergoglio pretende construir el Reino del Hombre en la Tierra sin la Parusía, en una suerte de milenarismo terrenal al estilo comunista donde no haya un solo rebaño ni un solo pastor (Jn. 10, 16), que no quiere esperar la transfiguración de todo en los nuevos cielos y nueva tierra prometidos, rechazando el Juicio de las Naciones que operará la Segunda Venida de Cristo, en gloria y majestad, al final de los tiempos, por cierto, muy cercanos.
Se trata, por tanto, del esfuerzo estéril del Hombre por alcanzar la felicidad en la Tierra sin el alfa ni el omega, es decir, sin la redención operada en la Cruz en el Calvario y sin la esperanza esjatológica: ved, pues, hermanos, la Ciudad del Hombre, que se ama tanto a sí mismo que rechaza a Dios Padre, porque impugna a su Hijo. Pues quien rechaza al Hijo tampoco tiene al Padre y es un Anticristo. Se trata del mismo esfuerzo vano de los hombres al intentar unirse unos con otros mediante la realización de una obra común, la Torre de Babel, al margen de Dios.
1 Juan 2, 22-23:
22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. 23 Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.
SATANÁS, DISFRAZADO DE ÁNGEL DE LUZ
La Encíclica se titula sin pudor “Sobre la Fraternidad Humana, por la Paz mundial y la Convivencia común”. Podría perfectamente haber sido escrita por Albert Pike o Alistair Crowley, por la forma tan sutil de esconder su intención última (el rechazo de Cristo) bajo el ropaje ampuloso del amor al hombre. Es una escritura bífida, escrita por una pluma viperina, que mientras habla con bellas palabras inocula el veneno mortal de un nuevo evangelio, de la vieja doctrina de la mona de Dios, como es propio del falso profeta del Apocalipsis (Apoc., 13, 11), que tenía dos cuernos como un cordero, pero que hablaba como una serpiente.
Y es que resuena sordamente en cada párrafo el “non serviam” original, el “seréis como dioses”, pues prácticamente no hay uno solo donde no se inocule una falsedad, una media verdad, una herejía, una patada a la fe de la Iglesia. El objetivo final del texto no es otro sino el de recrear el Paraíso perdido. Pero no sometiéndonos al dulce yugo de Cristo sino a la taimada doctrina del demonio: irenismo; pacifismo; globalismo masónico; rechazo de las soberanías nacionales (su eterna crítica a los muros, numeral 27; o su falsa acusación de que un país solo y sin diversidad interior nunca alcanza frutos, lo que fue refutado por la España de los siglos de oro, tras la expulsión de moros y judíos o por las actuales Polonia o Hungría, numeral 41); indigenismo desorejado (con lo que supone de rechazo de la evangelización cristiana de estos pueblos, numerales 148 y 220, cuyos ritos incluían canibalismo, asesinato ritual de niños ofrendados a la “Madre tierra”, etc.); promoción de la inmigración acrítica y sin límites (paradigma de la sociedad abierta de George Soros, ver numerales 87 y ss.); indiferentismo religioso; ecologismo panteísta (promotor de la cultura de la muerte); apuesta por la “conversión ecológica” (que no a Cristo); postergamiento de la Verdad y su prostitución mediante el diálogo, etc. Todo el documento es una sucesión de los clichés masónicos de larga data y de los fundamentos teóricos del Nuevo Orden Mundial, promovido por la ONU (el corazón de las tinieblas) y por las altas finanzas globalistas.
Recordemos que Bergoglio dijo sin tapujos que debemos obedecer a la ONU (¡¡!!), que promueve la cultura de la anticoncepción, aborto, eutanasia, LGTBI, etc. Ahora dice también en la “Encíclica” que “es necesario evitar que esta organización sea deslegitimada” (numeral 173).
No falta siquiera la crítica a los movimientos políticos que quieren luchar por la tradición y por la cristiandad para no ser barridos por la inmigración musulmana y por la cultura de la muerte que preconiza la UE y la ONU (recuerdo ahora mismo los que gobiernan en Polonia o Hungría, Vox en España o Fratelli d´Italia en el país transalpino, por cierto, todos ellos provida y profamilia). Tampoco falta la crítica a las supuestas “noticias falsas”, pensando en las que atacan la dictadura de lo políticamente correcto. Ni la alusión al feminismo (numeral 23). Incluso enarbola la bandera falsa del izquierdismo español, de rebuscar en las cunetas para recuperar los cuerpos de los “parientes desaparecidos” (numeral 227). Y otro “recuerdo” de Bergoglio, muy del agrado del izquierdismo español será la apelación a la memoria histórica (numeral 249) al tiempo que nos dice que “los que perdonan de verdad no olvidan” (numeral 251), terrible frase que contradice la doctrina católica sobre el perdón, que exige perdonar y olvidar. Porque es justamente al contrario: no perdona de verdad el que no olvida la afrenta.
FRATELLI TUTTI: LA CIUDAD D... by Yanka
"LOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA CATÓLICA INFILTRADOS
EN EL CLERO CATÓLICO" por P. Sanahúja
La organización inglesa Optimum Populion Trust, con vista a la Conferencia de Copenhague sobre Cambio Climático (diciembre de 2009) proponía que, para reducir las emanaciones de carbono, universaliza el control compulsivo de la población en estos términos: Cada 7 dólares invertidos en anticonceptivos se evita la emisión de una tonelada de CO2. Es una perla, entre otras muchos, de la obra Poder Global y religión universal, de Juan Claudio Sanahuja.
Hay una diferencia entre Juan Claudio Sanahuja y el abajo firmante: cuando yo escribo sobre el Nuevo Orden Mundial (NOM) ofrezco argumentos. Cuando quien escribe es el argentino Juan Claudio Sanahuja ofrece datos y argumentos mucho más sólidos que los míos. Yo razono -creo-, intuyo e invoco; Sanahuja razona, muestra y demuestra, una pequeña diferencia de estilo y de profundidad que espero solucionar con el tiempo.
Sanahuja, el hombre de Noticias Globales, ha escrito el libro definitivo sobre el tema definitivo. En efecto, la Cumbre de Copenhague ha sido un hito más en el proceso de idiocia colectiva que asola al planeta, y cuyo paradigma es Al Gore. Habla Sanahuja: En diciembre de 2008 se conoció el segundo reporte minoritario del Senado de los Estados Unidos sobre el calentamiento global iniciado por el hombre (el hombre es el malo de la película) en el que 650 científicos rebaten las tesis del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (IPPC) y del ex vicepresidente Al Gore, apoyado por sólo 52 autores al servicio de la ONU Al Gore, desde principios de los años 90, propuso un férreo control de natalidad global, con la excusa de preservar los recursos del planeta.
Si algo demuestra Sanahuja en sus escritos interneteros y ahora en esta obra de referencia, es que las cosas no ocurren porque sí. El Nuevo Orden Mundial (NOM) es un entramado de organizaciones políticas, económicas, mediáticas y religiosas, un verdadero entramado que responde a una única idea: destruir la Iglesia católica, poner el relativismo y con ello abolir al hombre en nombre de la humanidad. Pero, insisto, yo solo sugiero, mientras que, Sanahauja le pone nombre a mis intuiciones y ojos a mis alusiones: En 1993, en el Parlamento de las religiones del mundo, Hans Küng (ese teólogo que no quiere ser Papa para no perder el don de la infalibilidad) presentó el Proyecto de Ética Planetaria. ¿Quién avalaba la iniciativa?: la UNESCO, el angélico y neutral (je, je) organismo de Naciones Unidas para la cultura, el Foro de Davos (arquetipo del capitalismo financiero internacional, el mismo que nos llevó a la crisis y el Wide Fund for Nature (WWF), uno de los arquetipos del panteísmo ecologista mundial. De hecho, su presidente era el rey consorte Felipe de Edimburgo, uno de los grandes odiadores de Roma quien prologó la obra de Küng.
¿Y qué es la ética planetaria? Pues naturalmente, una macedonia de gnosis, expresiones de buenos deseos y de la vaga y alienante espiritualidad new age. Aún más, representa una ética universal de valores relativos. Oiga, y si son relativos, ¿cómo pueden ser valores? Si no es absoluta, ¿cómo puede ser verdad? Con su habitual modestia, Küng definiría este mix: una síntesis superadora de todas las religiones del mundo.
Pero Küng es ante todo, un hombre público, un gestor al que no le gusta alejarse del mundo (del demonio o la carne no tengo noticias). Al chico hay que reconocerle sinceridad porque ni se preocupa de ocultar el objetivo último. Ojo al dato: Estos principios -los de la ética planetaria, la nueva religión superadora de todas las demás- parten de la base de que el Nuevo Orden Mundial no puede subsistir sin una ética planetaria. Es la religión al servicio del poder, clama Sanahuja, Dios a favor del príncipe. Horst Khöler, que entonces dirigía el Fondo Monetario Internacional, se volvió pío y no desaprovechó la oportunidad para cubrir de loas al teólogo Küng quien, a pesar de sentirse abrumado soportó hasta el último elogio.
En paralelo a la nueva Iglesia del NOM, surge nuestro inefable Federico Mayor Zaragoza. Ex director general de la UNESCO, el granadino, chico de la alianza de Civilizaciones, el Foro Mundial de Redes de la Sociedad Civil (UBUNTU) con miembros tan egregios, más bien solemnes, como Mujeres abogadas para África (abortistas), El Foro social Mundial (la otra cara, esta vez capitalismo de izquierdas, del Foro de Davos), el Club de Roma, la Fundación Oscar Arias (el presidente de Costa Rica, otra cara visible del NOM), El Club de Roma, Oxfam, etc.
La Ética Planetaria de Küng corre pareja a otro intento de destruir a la Iglesia de Roma por suplantación: la Carta de la Tierra (estos ecopanteístas son muy cursis a la hora de elegir nombres. Al parecer, ahora la tierra escribe cartas y, naturalmente, se trata de misivas tristes y horteras). En Hispanidad hemos hablado muchas veces de este documento pedantón, superador de todas las filosofías, religiones y cosmovisiones que en el mundo han sido, al que Mijail Gorbachov definiera como los nuevos Diez Mandamientos, todo ello antes de anunciar hamburguesas.
una obra imprescindible
I: Los nuevos paradigmas
No es ninguna novedad que muchos fieles sienten hoy que su “universo religioso” está siendo sacudido con inusitada violencia. Lo más peligroso en estos tiempos -insistiremos en ello cada vez que podamos- es ceder al acostumbramiento, por generalizado que parezca el caos. Y el acostumbramiento sobreviene a menudo porque se carece de la perspectiva necesaria: quien permanece “mareado” dentro del tifón, no alcanza a distinguir claramente ni situaciones ni rostros, y a lo único que atina es muchas veces a la desesperación, o bien a “dejarse llevar”…
Muchos de esos cristianos “mareados” consideran escandalizados que este estado de cosas es algo incomprensible que sobrevino en su propia comunidad, colegio, parroquia o diócesis. Otros, con la mejor intención -pero sin mucha reflexión- creen que la dictadura de “estos tiempos” a los que “hay que saber amoldarse” no admite opositores, y sólo cabe respondérsele con un obediente y resignado “amén”, acallando las íntimas resistencias que asomen en sus conciencias.
Mons. Sanahuja responde tajantemente a unos y a otros en sus primeras páginas (dividimos nuestra reseña dividiéndola según los títulos de las grandes partes que componen libro):
I .- EL PROYECTO DE PODER GLOBAL Y LA REINGENIERÍA SOCIAL
“En las llamadas grandes conferencias internacionales de los años ’90 organizadas por las Naciones Unidas, cuaja un proyecto de poder global, de poder totalitario. Como tal, intenta dar una respuesta única y universal a todas las cuestiones que se pueden plantear los seres humanos en cualquier situación en que se encuentren y cualquiera sea el lugar; para lograr esto, como es lógico, se necesita colonizar la inteligencia y el espíritu de todos y cada uno de los habitantes del planeta.
A la vez consideremos que ninguna ideología puede pretender dar una respuesta uniforme si no se transforma en una especie de credo religioso.
Por decirlo de otra manera, es lo religioso lo que da sentido a la vida de la persona y respuesta a todos los interrogantes que ésta se plantee, por eso el proyecto de dominio global necesita hacerse con las mentes y las conciencias de aquellos a los que pretende sojuzgar, esa es la explicación de por qué hablamos de una nueva religión universal.” (p.25)
Por este motivo, el católico medio no puede permitirse el derecho a permanecer ignorante al respecto, y mucho menos, a creer que su enfrentamiento es privativo de unos pocos “elegidos”, únicos responsables. Ninguna reacción es vana, por pequeña que sea, pues
“No sólo se trata de la legalización de crímenes como el aborto y la eutanasia (…) sino que se pretende subvertir todos los aspectos del orden social hasta ahora conocidos, que van desde la llamada “memoria histórica” hasta el desarrollo sostenible y del ecologismo transformados en una nueva religión universal.” (p.28)
II.- LOS NUEVOS PARADIGMAS ÉTICOS
Tras haber repasado en la Primera Parte los lineamientos de las grandes Conferencias Internacionales, se analizan aquí pormenorizadamente -hasta dejar realmente sin aliento- estos “nuevos paradigmas” que se resumen fundamentalmente en:
1) El paradigma del utilitarismo sentimental mayoritario, inculcando un culto irracional a los “deseos”, descartando las razones morales objetivas y rechazando de plano una naturaleza común a todo ser humano.
2) El nuevo paradigma de la salud, privilegiando a los adultos sanos y productivos, como los únicos con derecho a una atención médica de calidad, descartando del sistema a millones de personas ancianas, no nacidas, enfermos crónicos y terminales, etc.etc.
3) El paradigma de la reinterpretación de los derechos humanos, distorsionando eincorporando nuevos “derechos” y conculcando otros primarios, absolutamente necesarios para la convivencia mutua.
4) El nuevo paradigma de familia, derivado, como ya sabemos, de la perspectiva de género, y de la crítica marxista al modelo de familia según el orden natural.
Se ofrece el triste detalle de los “países ejemplares” entre los que se cuentan España y Argentina. El avance de la contranatura en la legislación internacional se comprende por ejemplo al comentar el Informe de las Naciones Unidas sobre los supuestos derechos LGBT, tratado en el Consejo de Derechos Humanos en 2012:
“ En él se intenta borrar el concepto de naturaleza y cualquier referencia ética o moral de la vida social, así reprueba el uso de términos como “delitos contra la naturaleza”, “moralidad”, o “libertinaje” para referirse o aplicarlos al estilo de vida homosexual. En el texto aparecen menciones al “fundamentalismo” y a “extremistas religiosos, grupos paramilitares, neonazis y nacionalistas extremos”, unificando así a todos los que se oponen –justa o injustamente- a las pretensiones de los grupos LGBT. A dichos vocablos, el lenguaje políticamente correcto le ha dado acepciones particularmente antipáticas, que llevan aparejados la descalificación y el linchamiento social.
El Informe recorre las principales áreas sociales en las que el lobby gay pretende imponerse con la excusa de la “discriminación” (…), con prácticas que ya están en marcha o han sido experimentadas en diversos países.” (p.65)
Se trata básicamente de impregnar de homosexualidad todos los ámbitos.
- Resultan especialmente alarmantes -ya sobradamente comprobadas- las implicancias del texto en el ámbito educativo y de los Medios de Comunicación:
“Las autoridades escolares y educativas deberán integrar los principios de no discriminación y diversidad en los planes de estudios y en el lenguaje utilizado en las escuelas (…)
Añade el documento que los medios de comunicación también tienen un papel que desempeñar, eliminando los estereotipos negativos sobre las personas lesbianas, gays, bisexuales y trans, en particular en los programas de televisión populares entre los jóvenes…” (p.66-67)
- Recuerda el p. Sanahuja la aprobación en junio de 2013 de la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial, y formas conexas de intolerancia”, y la “Convención Interamericana contra toda forma de Discriminación e intolerancia”,
“que nos obligará, cuando esté ratificado, a modificar nuestras legislaciones para dar cabida a las pretensiones del lobby gay e implantar un totalitarismo homosexualista. (…) Todo escrito o intervención oral opuesta o que manifieste disconformidad con el estilo de vida homosexual, sería censurada y sus autores perseguidos. (…) Esto incluiría a los documentos de la Santa Sede, el Catecismo de la Iglesia Católica, documentos episcopales, homilías y todos los artículos, estudios, reportajes donde se expongan ideas contrarias al estilo de vida gay.
(…) La Convención aprobada les otorga a los homosexuales la categoría de minoría protegida, abriendo la puerta para todo tipo de reclamos caprichosos a los que se someterán tribunales infiltrados por el lobby gay…” (p.83-85).
Baste para resumirlo, la declaración del secretario de Estado John Kerry al presentar al primer enviado especial para los derechos humanos de las personas LGBT:
“La defensa y la promoción de los derechos humanos de las personas LGBT es el núcleo de nuestro compromiso con la promoción de los derechos humanos en todo el mundo; es el corazón y la conciencia de nuestra diplomacia”. (p.96)
Por si quedase alguna duda todavía, concluye este apartado:
“Todo esto demuestra cómo los programas políticos, aplicados a nivel nacional e internacional en materia de género, no son aleatorios, ni iniciativas improvisadas, ni casualidades ni modas, sino que son el resultado de las directrices y pautas bien definidas, diseñadas de acuerdo a una estrategia ideológica premeditada. Además, las Naciones Unidas han interconectado las agendas de desarrollo, cambio climático, derechos humanos y género, de modo que los avances deben ser parejos, acompañándose recíprocamente.” (p.107)
El autor no omite el tratamiento del financiamiento de la reingeniería social anticristiana -tema sobre el que se oyen menos voces católicas de las que deberían oírse, dejando incompleta su denuncia-, las empresas fundadoras, los socios corporativos y aliados, entre los que se destaca la Cumbre de banqueros de Londres -organización Out on the Street-, entre cuyos objetivos se reconoce explícitamente que “las empresas y sus políticas corporativas pueden liderar a los gobiernos y a las políticas de cambio social.”
Al respecto se denuncia fuertemente el “perfil bajo” que los católicos han desempeñado durante los últimos tiempos, “como si hubiesen olvidado la cita del Evangelio que habla de no esconder la lámpara bajo la mesa”.
Trae a propósito la cita del filósofo francés Fabrice Hadjadj, quien insta a la magnanimidad, “grandeza del alma que nos hace avanzar hacia cosas grandes y difíciles, porque eso es lo que es digno de un hijo de Dios.”
III.- RESPUESTA CATÓLICA A LA INTERPRETACIÒN DE LOS DD HH
Tras la exhaustiva descripción precedente, se señalan aquí notables intervenciones del Magisterio Pontificio, y sobresale también una extensa cita de Mons. Héctor Aguer –arzobispo de La Plata- , quien ya en 2010 advertía que
“Hay mucho dinero que corre detrás de este intento de cambiar los paradigmas de conducta y alterar lo qeu son los auténticos derechos humanos. (…) La transversalidad que encontramos en nuestros cuerpos legislativos tiene una dimensión internacional que se presenta como progresista y que se funda en una concepción antihumana y anticristiana, la que caracteriza a la posmodernidad. (…) Entonces podemos pensar que hay aquí una conspiración en el peor sentido de la palabra. Hay una conspiración tendiente a homogeneizar el pensamiento y la conducta en el mundo entero y esto procede de los centros de poder mundial…”(p.117)
- y en 2011,
“Esta es la cuestión que se nos plantea ahora, de tal manera que en virtud de un completo subjetivismo, esta especie de autopercepción va a llevar a acomodar la biología, la realidad natural de la persona, a sus perturbaciones u ocurrencias…”(p.119)
Se citan asimismo algunos párrafos del prólogo del Card. R. Sarah a un libro de Margueritte A. Peeters:
“Si los cambios subversivos por el género no dejan de expandirse, nuestra civilización podría perder el sentido de lo que la humanidad es, ‘no en beneficio de un mundo perfecto, sino en una caída hacia la barbarie’ y el totalitarismo (…) Una vez proclamadas, estas interpretaciones podrán ser citadas para adoptar convenciones intenacionales, que se convierten en leyes, en los estados que son parte de esos tratados. (…) Están perdiendo la humanidad, el sentido de la realidad y la razón de las cosas, y contribuyen a la creación de una cultura suicida (p.128-129)
Ponemos personalmente el acento en algo a lo que de diversas maneras, convergen múltiples factores: la avasallante pérdida del sentido de la realidad. Por ello es doblemente valiosa la cita de M. A. Peeters que cierra este capítulo:
“El discernimiento es decisivo. Comienza con el realismo. Veamos las cosas a la distancia, pongamos la realidad actual en una perspectiva lo más amplia posible. Por un lado, hay que ser capaz de abrir los ojos a las realidades difíciles de nuestro tiempo, y por otro, mantengamos nuestros ojos fijos en el misterio de Dios. En lugar de encerrarnos en actitudes superficiales de la aceptación o el rechazo, despertemos y abrámonos a la luz trascendente de la gracia. Hay que volver a la fuente, volver a la casa del Padre, y mantener la confianza en la presencia efectiva de Dios en la historia, una presencia que pasa por nuestra cooperación activa y el despertar de las conciencias.(…)” (p.130-131).
IV. LOS NUEVOS PARADIGMAS RELIGIOSOS:
Lo expuesto precedentemente, da cuenta sólo parcialmente de la gravedad de la crisis a la que nos enfrentamos, pues
“Para concretar sin resistencia esta gran subversión contra el orden natural, el nuevo orden crea otro paradigma; el de la nueva religión universal o los nuevos principios éticos universales, para asegurar el desarrollo sustentable o sostenible de la humanidad. Esto completa el panorama de la colonización de las conciencias.
Como decía el Card. Ratzinger, para el Nuevo Orden Mundial se convierte en una necesidad destruir al cristianismo, vaciándolo de su fe en Cristo y en la Iglesia, para convertirlo en mera doctrina de ayuda, solidaridad social o beneficencia. En este intento se enmarcan los proyectos como la Carta de la Tierra, el “nuevo paradigma ético de la Nueva Era”, y la Ética Planetaria de Hans Küng, “para darle sustento ético al Nuevo Orden Mundial” (p.133)
Sólo teniendo en cuenta este “marco” se puede calibrar en la justa medida el alcance de la fiebre ecologista que desgraciadamente afecta a no pocos católicos hoy en día.
“El disfraz espiritualista del ecologismo permite que aquello que para algunos puede parecer un ámbito de diálogo interreligioso, responda en realidad al intento de imponer un dogma de la nueva religión sincrética universal. Con el afán de encontrar puntos de interés común se llega a una mezcla en la que se pierde la propia identidad de las religiones.” (p.137)
Como botón de muestra de ello, se refiere a la transformación del Día de la Tierra en el día de la Madre Tierra (con la explícita invocación de los “derechos de la Pachamama”), decidido por las Naciones Unidas en el 2009 a instancias de Evo Morales y contando con amplia “fundamentación” de Leonardo Boff, quien fuese el redactor de la resolución definitiva.
Sobre la Carta de la Tierra -gestada en los años ’90- la descarada declaración de Gorbachev de 1997 debería bastar para despabilar a los más ingenuos:
“El mecanismo que usaremos será el reemplazo de los Diez Mandamientos por los principios contenidos en esta Carta o Constitución de la Tierra” (p.141)
Ahora bien, tal vez algunos se pregunten ¿qué es la Carta de la Tierra?
“La Carta de la Tierra es un paradigma de la reingeniería social anticristiana que promueve la perspectiva de género y la salud sexual y reproductiva –homosexualismo y aborto químico o quirúrgico- como prerrequisitos para el desarrollo sustentable (…)
La Carta además, responde a una ideología que cultiva diversas formas de materialismo pseudo religioso propias de las mitologías orientales, del indigenismo o extraños esoterismos, convirtiéndose en instrumento de descristianización (…). La estrategia consiste en presentar la Carta de la Tierra en congresos y foros, ámbitos parlamentarios y de gobierno, buscando adherentes para el consenso universal…”(p. 145-148)
Pero lo más grave es que
“Entre las personas y asociaciones que procuran sumar al consenso, se encuentran políticos y financistas de todo nivel, y también comunidades religiosas católicas y jerárquicas e instituciones de otras confesiones cristianas.” (p.148-9)
En nota al pie y más adelante se dan nombres y cargos jerárquicos de algunos padres y “monsignori” (como Vicenio Paglia, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia) que como auténtica estirpe de Judas, siguen entregando a Cristo desde el seno de su propia Iglesia.
Aparece especialmente probado el delirio panteísta de Leonardo Boff (“la tierra que por ser nuestra Madre debe ser amada, cuidada, regenerada y venerada como nuestras madres….”), alimentado por el neomarxismo indigenista, nuevo rostro de la Teología de la Liberación:
“El Bien común supremo y universal (…) es la misma Tierra que por ser nuestra Gran Madre, debe ser amada, cuidada, regenerada y venerada como nuestras madres. El Bien Común de la Tierra y de la Humanidad pide que entendamos la Tierra como viva y sujeto de dignidad. No puede ser apropiada por nadie, ni hecha mercancía, ni sufrir agresión sistemática por ningún modo de producción….” (p.151)
Citando a Jon Sobrino –otro gran promotor de la TL, sancionado por la CDF- lleva su paroxismo hasta la blasfemia:
“…la tierra está crucificada, hay que bajarla de la Cruz, hay que resucitarla y eso es la tarea de una eco-teología de la liberación (…) no sólo los pobres gritan, gritan las aguas, gritan los árboles, gritan los animales, la tierra grita.” (p. 152),
Añadiendo que Dios Trino debe entenderse como “la gran energía fundamental”, y que Trinidad significa “comunión y relaciones inclusivas de todos con todos”, pidiendo que se se revise el concepto de Revealación. Ve necesario que se deje de buscar “hacer cristianos a los otros. Dios llega siempre antes que los misioneros y siempre actúa antes que los misioneros.”(p. 153).
No es de extrañar que también los “devotos” de L. Boff, tarde o temprano lleguen a considerar que los católicos deberían dejar de hacer “proselitismo”…
El lector de esta obra se entera también, con sobrada fundamentación, del explícito apoyo masónico a la “Alianza de las Civilizaciones”, uno de cuyos fines principales ha sido –al decir del premier turco- el “no permitir que Europa fuera un club cristiano”….
Otra “estrella” de la subversión, el apóstata Hans Küng, es quien promueve ante el Parlamento de las Religiones del mundo la “nueva ética planetaria”, enunciada “al estilo de la masonería, compuesta por una mezcla de gnosis, buenos deseos y la vaga y alienante espiritualidad new age”. El mismo Küng la define descaradamente como “una síntesis superadora de todas las religiones del mundo”. Es también descripta como “un alegato contra el fanatismo y la intolerancia, a favor de una ética universal”.
Mons. Sanahuja, al fin de este capítulo, sintetiza:
“Aparentemente la Ética Planetaria encuentra un público favorable en el mundo de las finanzas internacionales y la Carta de la Tierra lo tiene en el ámbito de la internacional socialista. Pero (…) los nombres de Hans Küng y de Leonardo Boff aparecen en las mismas redes y en los mismos foros. Ambos proyectos tienen las mismas intenciones: la subversión del orden natural y la destrucción de las raíces cristianas de la cultura (…). Es el hombre el que construye su código ético en guerra abierta contra Dios: el antiguo proyecto de las logias”.
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II. Confusión intraeclesial y respuesta católica
“Hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La ‘castidad’ a la que alude el apóstol san Pedro significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad”. (Benedicto XVI) “Donde Dios es excluido entra en su lugar la ley de la organización criminal, no importa si ello sucede de forma desvergonzada o atenuada. Esto empieza a ser patente allí donde la eliminación organizada de personas inocentes -aún no nacidas- se reviste de una apariencia de derecho, por tener a su favor la cobertura del interés de la mayoría”. (Card. Joseph Ratzinger)
“Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible”, refiriéndose a lo que llamaba una “verdadera conjura contra la verdad”.
En el mismo texto, agregué que de la colonización ideológica del Nuevo Orden, no escapan sectores del cristianismo.
El compromiso con la verdad no es lo que prevalece en algunas estructuras de tradición cristiana: el miedo a ser tildados de fundamentalistas, la ambigüedad cómplice de la que se saca indigno provecho, la aceptación rendida de los falsos valores de la modernidad:
el éxito, la popularidad, la excelencia..., han provocado en algunos una verdadera apostasía material de la Fe en Jesucristo. Parecería que para ellos ya no hay principios inmutables que en conciencia no se puede ni ceder ni conceder. Como dice Spaemann, se ha impuesto una “nueva ética que juzga las acciones como parte de una estrategia.
La acción moral va a ser entonces una acción estratégica. Esta forma de pensar, que en un principio se denominaba corrientemente ‘utilitarismo’, tiene su origen en el pensamiento político”, y lleva a caer en el consecuencialismo moral.
El diálogo se convierte en dialoguismo, en el que se concede lo innegociable, y con la excusa de descubrir lo positivo en las distintas manifestaciones sociales y culturales inficionadas de paganismo, no se resisten a ninguna de sus exigencias abusivas, cohonestan el error, ocultan su fe, no demuestran con obras que son cristianos, y con frecuencia se muestran más amigos del enemigo de Dios que de sus hermanos en la fe.
La crisis de la Iglesia es grave, tengo la impresión de que a nadie se le ocultará que el cataclismo social que afecta al respeto a la vida humana y a la familia tiene esa triste situación como causa. Michel Schooyans afirma sin ningún reparo que, el Nuevo Orden Mundial, “desde el punto de vista cristiano, es el peligro más grande que amenaza a la Iglesia desde la crisis arriana del siglo IV”, cuando con palabras que se atribuyen a San Jerónimo, el mundo se durmió cristiano y despertó con un gemido, sabiéndose arriano.
No sin dolor escribí algunas de estas páginas. No sirve el consuelo banal y pusilánime de decir ya pasará, el péndulo de la historia volverá a equilibrarse,
porque mientras tanto, se dan situaciones que ponen en peligro la fe de muchos.
Como comenta Benedicto XVI, tomando “las palabras de la primera carta de san Pedro, en el primer capítulo, versículo 22. En latín dice así: ‘Castificantes animas nostras in oboedientia veritatis’. La obediencia a la verdad debería hacer casta (‘castificare’) nuestra alma, guiándonos así a la palabra correcta, a la acción correcta. Dicho de otra manera, hablar para lograr aplausos; hablar para decir lo que los hombres quieren escuchar; hablar para obedecer a la dictadura de las opiniones comunes, se considera como una especie de prostitución de la palabra y del alma. La ‘castidad’ a la que alude el apóstol san Pedro significa no someterse a esas condiciones, no buscar los aplausos, sino la obediencia a la verdad1.
Benedicto XVI propuso recientemente el ejemplo de San Juan Leonardi, sintetizándolo en “tender constantemente a la ‘medida elevada de la vida cristiana’ que es la santidad” porque “sólo de la fidelidad a Cristo puede surgir la auténtica renovación eclesial”. San Juan Leonardi vivió en los años en que empezó a perfilarse el pensamiento moderno “que ha producido entre sus efectos negativos la marginación de Dios, con el espejismo de una posible y total autonomía del hombre que elige vivir ‘como si Dios no existiera’. Es la crisis del pensamiento moderno, que varias veces he puesto de relieve y que desemboca frecuentemente en formas de relativismo. San Juan Leonardi intuyó cuál era la verdadera medicina para estos males espirituales y la sintetizó en la expresión: ‘Cristo ante todo’, Cristo en el centro del corazón, en el centro de la historia y del cosmos. (…)
En diversas circunstancias recalcó que el encuentro vivo con Cristo se realiza en su Iglesia, santa pero frágil, enraizada en la historia y en su evolución a veces oscura, donde trigo y cizaña crecen juntos (cf. Mt 13, 30), pero que es siempre Sacramento de salvación. Con la lúcida conciencia de que la Iglesia es el campo de Dios (cf. Mt 13, 24), no se escandalizó de sus debilidades humanas. Para contrarrestar la cizaña, optó por ser buen trigo: decidió amar a Cristo en la Iglesia y contribuir a hacerla cada vez más signo transparente de Él.”2.
Al trastabilleo de muchos católicos se suma la dictadura de lo políticamente correcto, mucho más sutil que las conocidas hasta ahora, la cual pretende la complicidad de la religión, una religión que a su vez no puede intervenir ni en la forma de conducta ni en el modo de pensar. La nueva dictadura corrompe y envenena las conciencias individuales, y falsifica casi todas las esferas de la existencia humana.
La sociedad y el estado han excluido a Dios y “donde Dios es excluido entra en su lugar la ley de la organización criminal, no importa si ello sucede de forma desvergonzada o atenuada. Esto empieza a ser patente allí donde la eliminación organizada de personas inocentes -aún no nacidas- se reviste de una apariencia de derecho, por tener a su favor la cobertura del interés de la mayoría” 3 Este camino no será fácil, ni seguro:
“En un mundo en el que la mentira es poderosa, la verdad se paga con el sufrimiento. Quien quiera evitar el sufrimiento, mantenerlo lejos de sí, mantiene lejos la vida misma y su grandeza; no puede ser servidor de la verdad, y así servidor de la fe” 4.
Para ese servicio a la fe contamos con la gracia proporcionada a las circunstancias en las que Dios nos ha puesto:
“No debemos alejarnos de Dios, sino hacer que Dios esté presente, hacer que Dios sea grande en nuestra vida; (…) Es importante que Dios sea grande entre nosotros, en la vida pública y en la vida privada. En la vida pública, es importante que Dios esté presente, por ejemplo, mediante la cruz en los edificios públicos….”5.
Desde que leí esta afirmación me llamó la atención que el Santo Padre concretara en este punto el testimonio público de los católicos, ¿no será que acomplejados o cobardes, estaremos omitiendo deberes elementales con la excusa del pluralismo y la apertura? Son muy poderosos los enemigos con que nos enfrentamos, irremediable el sufrimiento por la verdad, inevitable también la persecución de los buenos y a la vez impostergable la necesidad de testimonio personal y social, individual y colectivo que como cristianos se nos exige6.
Por eso, hoy más que nunca debemos responder en conciencia ante Jesucristo, participando en su oración y en su Cruz, con la guía del Magisterio de la Iglesia: Ubi Petrus, ibi Ecclesia, ibi Deus. Busquemos ser buenos discípulos de Nuestro Señor, sin dar cabida a la tentación de la impaciencia, de procurar inmediatamente el gran éxito, de buscar los grandes números, dejándole a Él el cuándo y el cómo del fruto nuestro trabajo7.
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1 Cfr. Benedicto XVI, Homilía durante la misa con los miembros de la comisión teológica internacional, 06-10-06.
2 Cfr. Benedicto XVI, Audiencia General, 07-10-09
3 Cfr. Ratzinger, J., Iglesia y Modernidad, Ed. Paulinas, Buenos Aires 1992, p. 115
4 Cfr. Benedicto XVI, Homilía en la inauguración del año paulino, 28-VI-2008.
5 Cfr. Benedicto XVI, Homilía en la Solemnidad de la Asunción, 15-08-2005.
6 Recordemos que en vísperas de la Conferencia de El Cairo, Juan Pablo II nos invitó a acudir a San Miguel Arcángel con la oración que “el Papa León XIII introdujo en toda la Iglesia (…) para obtener ayuda en esta batalla contra las fuerzas de las tinieblas” (Juan Pablo II, 17-04- 1994 y 29-04-1994). En 1982 hacía referencia al misterio de iniquidad en la Homilía en Cracovia (18-08-02): “El hombre de hoy vive como si Dios no existiese y por ello se coloca a sí mismo en el puesto de Dios, se apodera del derecho del Creador de interferir en el misterio de la vida humana y esto quiere decir que aspira a decidir mediante manipulación genética en la vida del hombre y a determinar los límites de la muerte. Rechazando las leyes divinas y los principios morales atenta abiertamente contra la familia. Intenta de muchas maneras hacer callar la voz de Dios en el corazón de los hombres; quiere hacer de Dios el gran ausente de la cultura y de la conciencia de los pueblos. El misterio de la iniquidad continúa marcando la realidad de este mundo”.
7 Vid. Ratzinger, J., La nueva evangelización: construcción de la civilización del amor, 12-12-00.
V.- LA IMPOSICIÓN DE LA REINGENIERÍA ANTICRISTIANA
Las 30 páginas que conforman esta parte avanzan en la demostración de las estrategias fundamentales para imponer eficazmente los nuevos paradigmas ético-religiosos que se han explicado anteriormente: la infiltración de las religiones para alcanzar una religión sin dogmas.
Ya desde las grandes Conferencias del Milenio, organizadas por la ONU, surgía una coalición de diferentes credos que bajo el nombre de URI (United Religions Iniciative) condenaba toda forma de proselitismo por considerarlo un modo de dominación, y se comprometía
“…a no enseñar verdades dogmáticas -principios inmutables-, a relativizar su lenguaje y a no hacer proselitismo.“ (p.164).
El relativismo ha pasado de ser una mera amenaza, a un firme y concreto compromiso político, legitimado internacionalmente.
Es aquí donde radica el fundamento de una gran cantidad de “cambios” o “tendencias” en el propio seno de la Iglesia, que muchos miran con estupor, mientas algunos falsos profetas nos lo quieren vender como “novedades del Espíritu”, que sopla donde quiere, y al que no debemos tratar de “enjaular” bajo moldes dogmáticos o rígidos… Lo cierto es que la presión sobre las religiones es múltiple. Mons. Sanahuja cita el ejemplo de The Elders -grupo de 12 ancianos líderes mundiales (¿por qué habrán elegido esa cifra….?) en su momento presididos por Nelson Mandela-, el cual entre otros objetivos se ha propuesto el acceso de las mujeres a los ministerios sagrados de las confesiones cristianas.
“No se escatiman medios para poner las religiones al servicio del nuevo orden, presionando desde afuera y desde dentro para cambiar sus principios morales y su disciplina. Los credos religiosos poco importan a los funcionarios del nuevo orden, son un instrumento para imponer una nueva ética o una religión universal que se asiente, por un lado, en rl relativismo moral, y por otro lado, en la idolatría de la ley positiva, la ley civil, fruto de consensos parlamentarios o políticos que van cambiando con el tiempo al servicio de los intereses de quienes detentan el poder. Evidentemente, el gran enemigo de este programa es la inmutable doctrina de Jesucristo anunciada a los hombres por la Iglesia Católica, de ahí el continuo asedio que ésta sufre.” (p.169)
Se comprende así que –como en el viejo Imperio Romano- el sincretismo religioso se halle al servicio del poder, tal y como lo denunciaba lúcidamente S.Juan Pablo II
“La alianza de la democracia con el relativismo ético (…) que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral, despojándola más radicalmente del reconocimiento de la verdad” (p.169)
Al tratarse este tema, resulta de inestimable valor el que junto a la clara exposición de la doctrina católica, detalladamente contrapuesta por el Nuevo Orden Mundial, se acompañe el registro documentado de sanciones legislativas y tantos hechos y alianzas que sería necio el no reconocer en esto el desarrollo de la irreconciliable pugna entre las Dos Ciudades y Dos Banderas entre las que se juega nuestra eterna salvación.
Será tal vez por ello que la búsqueda de la unidad al margen de la verdad, pretendiendo asociar a lobos y corderos –como buscando el cumplimiento de promesas mesiánicas, pero al margen o incluso desplazando al Mesías- sea el sello indiscutible del reinado del Anticristo.
En este marco,
“Religiones para la Paz apoyó en la ONU la creación de la nueva religión universal para “una nueva era, era dorada de armonía y prosperidad, de paz y justicia”. El texto mezcla pasajes búblicos, las Profecías de Zoroastro, las promesas del Coraán, la Visión Sikh, la Doctrina Jain y las teorías de Confucio, del Budismo, el Taoísmo, el Bhagavad Gita, el sintoísmo, las escrituras Baha’l y la religión sioux: se trata de la consagración internacional del sincretismo religioso.”(p.171)
Ahora bien, como bien señala Mons. Sanahuja,
“Llama mucho la atención encontrar en el World Council de Religions for Peace personalidades catalogadas por la misma organización como “católicas.
En la nómina de 1995 y 1999 están incluidos el card. G.Danneels (…), el Card. Oscar R. de Maradiaga (…), la hna. Rita Burley, presidente de la Unión Intenacional de Superioras Generales; Hans Küng…(…) Entre los moderadores por regiones afiliadas y miembro del comité ejecutivo, el Card. Raymundo D. Assis, arzobispo de Aparecida, moderador de Religions for Peace- Latin America anda Caribean Council of Religious Leaders..” (p.172-72) .
En la misma dirección se halla la Declaración Interreligiosa de los Líderes Políticos sobre el cambio climático, firmada por 270 dirigentes religiosos de alto nivel, entre cuyos firmantes figuran el Dalai Lama; el obispo Marcelo Sánchez Sorondo; el Card. Gracias, el Card. Schönborn; el Card. Tagle; el Arz. De Marsella, Mons. G. Portier…
Se intercala aquí el recuerdo oportuno de una cita del Card. Ratzinger
“Cristo es totalmente diferente a todos los fundadores de otras religiones, y no puede ser reducido a un Buda o a un Sócrates, o a un Confucio. Es realmente el puente entre el cielo y la tierra, la luz de la verdad que se nos ha aparecido. (1.12.02)” (p. 180)
Por este camino, se llega lógicamente, tarde o temprano, a lo que se aborda inmediatamente en un breve apartado:
El Panteísmo como pensamiento único.
La cita de una declaración de 2007 del Parlamento Catalán de las Religiones es suficientemente elocuente sobre lo que hoy -10 años después- sufrimos casi cotidianamente:
“la protección de la vitalidad, la diversidad y la belleza de la Tierra son un deber sagrado. Otro mundo será posible si los seres humanos somos capaces de manifestar plenamente a Dios, la Realidad Ùltima, el Todo del que formamos parte. Impulsados por la fe, la esperanza y el amor que brotan de la espiritualidad y la vivencia religiosa particular, queremos profundiezar en un diálogo interreligioso, intercultural e interinstitucional sincero y responsable sobre el destino de la Tierra y la humanidad. Es urgente e insustituible, por lo tanto, promover la educación moral y espiritual para una vida sostenible (…). Por todo esto, nos comprometemos a ‘cuidar la tierra y abrazar la vida’ por medio del estudio, la difusión y la aplicación efectiva de los principios de la Carta de la Tierra; propiciar un cambio de mentalidad y de corazón, empezando por cada uno de nosotros, revisando actitudes, prejuicios, pensamientos y comportamientos, y comprometiéndonos en la mejora de nuestro contexto más concreto y a la vez, global; reforzar nuestra propia espiritualidad y el sentido de lo Sagrado, sabiendo que ahí radica la reforma moral de las personas y de las colectividades; defender y promover el pleno respeto a la libertad religiosa como parte esencial del bien común, así como el diálogo interreligioso ‘puesto que tenemos mucho que aprender en la búsqueda colaboradora de la verdad y la sabiduría’; ejercer un liderazgo creativo (…) unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto a la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y la cultura de paz….” (p. 181)
Leonardo Boff, hoy de hecho rehabilitado por parte de no pocos obispos apóstatas y seminarios pseudoteológicos, afirmaba como comisionado de la Carta de la Tiera en 2006:
“Crece la conciencia de que tenemos una única casa en común: el planeta Tierra. Más aún: como especie formamos una humanidad única y somos parte de la Tierra. Somos la propia Tierra, que en un momento de su evolución, ha comenzado a sentir, a pensar y a amar (…) Las religiones abrahámicas son las más violentas, porque se creen portadoras de la verdad, como el Papa en Ratisbona. Lo necesario es la espiritualidad, no los credos y las doctrinas…” (p.182-183)
Al respecto comenta Sanahuja:
“La New Age presta su vago espiritualismo en la que lo religioso se expresa de manera ligera, liviana; es lo religioso Light, porque se intenta vivir una religiosidad sin dogmas, sin estructuras, sin jerarquías, sin morales rigurosas. Como consecuencia de contraponer espiritualidad a doctrina esta visión avala, o lo que es peor, procura por ejemplo, la perversión de menores, la anticoncepción, el aborto, la eutanasia, la investigación con embriones humanos, la injusta legitimación jurídica de las parejas del mismo sexo, etc.”(pag. 183)
Por eso el llamado universal al diálogo no puede leerse sino como la imposición sibilina del totalitarismo relativista e irremediablemente apóstata para el cual
“afirmar que en la figura de Jesucristo y en la fe de la Iglesia hay una verdad vinculante y válida en la historia misma, es calificado como fundamentalismo. (…) Este fundamentalismo se presenta como la amenaza fundamental emergente contra los bienes supremos de la modernidad, es decir, la tolerancia y la libertad. (…) La noción de diálogo (…) se convierte en la quintaesencia del credo relativista y en la antítesis de la conversión y de la misión…”, según cita del Card. Ratzinger, J. (p.185)
Vemos de esta manera que el proceso de una ética universal relativista lanzada por la UNESCO entre los ’80 y ’90, desemboca en la primera década de este milenio en la consideración de las identidades culturales como “plurales, variadas y dinámicas”, englobando también a las creencias religiosas, y así la diversidad cultural reemplaza la visión cristiana de la realidad, llevando a ser en algunos países de Sudamérica, una violenta arma de descristianización en manos del indigenismo neomarxista.
Luego se pasa revista en el libro a los numerosos “logros” de ese pensamiento único, desde el retiro de crucifijos de los espacios públicos hasta la promoción legal de la homosexualidad y estableciendo un paralelo con el ambiente de la Revolución Francesa, en el capítulo “¿Hacia una nueva Constitución Civil del Clero?” se pregunta Sanahuja:
“¿Llegaremos a la disyuntiva de inscribirnos en el bando de los clérigos juramentados, dóciles a la tiranía de la mentalidad anticonceptiva y doblegados por la inquisición del lobby rosa, o por el contrario, con la gracia de Dios, afrontaremos ser clérigos no juramentados, es decir, perseguidos, marginados, excluidos por fundamentalistas?” (p.192)
Recuerda a propósito de ello, la gran apostasía retratada en la novela de Castellani “Su majestad Dulcinea”, y también a San Agustín:
“Como a nuestros mayores les fue necesaria la paciencia contra el león, así también a nosotros nos es necesaria la vigilancia contra el dragón. Jamás cesa la persecución contra la Iglesia (…) y más ha de temérsele cuando engaña que cuando se ensaña. En otro tiempo incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en éste enseña a negar a Cristo. Entonces impelía, ahora enseña; entonces usaba de violencia; ahora de insidias; entonces se le oía rugir; ahora presentándose con aparente mansedumbre y rondando, difícilmente se le advierte.”
VI.- LA CONFUSIÓN INTRAECLESIAL
Se trata aquí de la parte más extensa y sin duda más dolorosa, de la cual por no agobiar de más al lector, nos limitaremos a señalar algunos capítulos más significativos.
“Más peligrosos para la integridad de la fe que quienes abiertamente han abandonado la Iglesia, son aquellos clérigos y laicos comprometidos que cultivan la ambigüedad en el modo de exponer la doctrina. Los que evitan referirse a las claras enseñanzas del Magisterio, reduciendo la doctrina cristiana a un mensaje de solidaridad o de denuncia social…”(p. 195)
Tras algunas espléndidas citas de León XIII sobre la omisión y desprecio de ciertos puntos de la doctrina cristiana, aplicando a la Iglesia las normas democráticas, llegamos irremediablemente a la confusión generalizada:
“Con tristeza hemos de decir que, a nuestro juicio, la confusión parece haber echado raíces en la Santa Sede y en la Iglesia universal con el advenimiento del Papa Francisco.” (p.199)
En simple honor a la verdad, desde la estrecha relación con Leonardo Boff, quien participara en la redacción de la Laudato Si, la rehabilitación de Ariel Álvarez Valdés, su entrevista con gran cantidad de personajes pública y notoriamente contrarios a la fe de la Iglesia, y las numerosas afirmaciones escandalosas, se detiene asimismo en varios aspectos de la insalubre simiente de AL para la disciplina sacramental, citando a gran cantidad de autoridades civiles y eclesiásticas.
Desplazando luego el foco hacia “Algunos casos de la Curia romana”, se analizan las turbias intervenciones de Mons. Sánchez Sorondo (Canciller de la Pontificia Academia de Ciencias), quien en una entrevista concedida a C-Fam (18/5/15) responde acerca de su posición sobre la Agenda para el Desarrollo Sostenible –léase promoción del control demográfico, aborto, etc.etc.-
“La interpretación y aplicación de esto depende de los gobiernos (…) En lugar de atacar, ¿por qué no entrar en diálogo con estos “demonios” para tal vez, mejorar formulaciones, como lo hicimos con respecto al tema de la inclusión social y nuevas formas de esclavitud?” (p.219)
Se repasa asimismo la connivencia del Card. Ravasi (Presidente el Consejo Pontificio para la Cultura) con la masonería y el panteísmo en su participación en el ridículo culto a la Pachamama; a las ambigüedades de Mons. Fischitella (Presidente del Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización); al “canto al panteísmo” de Raniero Cantalamessa; etc. etc….. El caso de la tribuna ofrecida por universidades y otras instituciones presuntamente católicas a rotundos enemigos de la Iglesia, ocupa también un extenso apartado, recordando el urgente llamado a una vigilancia crítica sobre el tema. En el Anexo de esta obra se incluyen dos significativos documentos para tener mayor claridad sobre la gravedad de la LCWR (Conferencia de las Superioras Religiosas de EE.UU.), cuyo caso se califica como el “destape del cisma”.
¿Deprimente? En absoluto. Así como un soldado no puede combatir eficazmente sin una hoja de ruta fidedigna sobre los emplazamientos del enemigo, es absurdo pretender una genuina reforma de la Iglesia sin tener conciencia cabal de dónde se hallan sus fisuras, por múltiples que sean.
La alternativa que se nos presenta es, pues, suficientemente clara:
“Ser fieles o quedar bien con el mundo. Asumir la obligación de corregir al que yerra, tal como -gracias a Dios- recibimos el ejemplo en nuestros días por parte de algunos valientes miembros de la Jerarquía que no claudican, teniendo en cuenta, como recordaba el Card. Burke, que
“la unidad que no está fundada en la verdad de la ley moral no es la unidad de la Iglesia. La unidad de la Iglesia se basa en decir la verdad con el amor…” (p.269)
Es también digno de mención lo que señalaba en enero de 2012 Benedicto XVI a los obispos de EE.UU.:
“………una vez más vemos la necesidad de un laicado católico comprometido, articulado y bien formado, dotado de un fuerte sentido crítico frente a la cultura dominante y de la valentía de contrarrestar un laicismo reductivo que quisiera deslegitimar la participación de la Iglesia en el debate público sobre cuestiones decisivas para el futuro de la sociedad…” (p. 279)
VII.- NOTAS PARA UNA CONDUCTA CRISTIANA
Como conclusión, estas notas se desarrollan a través de unos párrafos de Monseñor Sarah para los lectores que han podido superar las 300 páginas precedentes. Dichas notas son fundamentalmente el discernimiento a la luz de la fe y la valorización y defensa del orden natural; el tener en cuenta los “principios no negociables”, y el deber de oponerse, sin ceder a la “falsa inevitabilidad”.
Diagnostica: “El discernimiento es imprescindible en estos tiempos para juzgar con sentido cristiano las realidades temporales, las situaciones humanas, las corrientes de pensamiento, las tendencias de la opinión pública. Sin embargo se podría decir que los cristianos hemos perdido ese sano espíritu crítico y caemos muy fácilmente en el embeleso de lo que otros quieren que pensemos y del modo como quieren que actuemos (…), por ejemplo sobre la libertad religiosa, la democracia, el diálogo, el pluralismo, la preocupación ecológica, que si bien nos hacen aceptables en los ámbitos sociales de poder económico y social, nos alejan de la verdad y nos acercan a la apostasía…” (p.299)
Deteniéndose en las consideraciones del Card. Biffi en los Ejercicios Espirituales predicados en 2007 a la Curia Roman sobre las características del Anticristo, se señala que éste será ante todo pacifista, ecologista y ecumenista, y “las masas de los cristianos entrarán en su juego….”
Sobre el deber de oponerse a esta corriente, cita a S.Juan Pablo II:
“Aunque sea precisa una heroicidad inesperada, es precisamente la obediencia a Dios – a quien sólo se debe aquel temor que es reconocimiento de su absoluta soberanía- de donde nacen la fuerza y el valor para resistir a las leyes injustas de los hombres. Es la fuerza y el valor de quien está dispuesto incluso a ir a prisión o a morir a espada, en la certeza de que ‘aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos’ (Ap. 13, 10) “ (p. 314)
VIII.- RECUPERAR LA IDENTIDAD CATÓLICA
De esto se trata, pues, en definitiva. Citando a Mons. Luigi Negri acerca de la disposición del Tribunal de Estrasburgo de retirar los crucifijos de los lugares públicos se advierte que esto es
“…una consecuencia del demasiado irenismo que atraviesa el mundo católico desde hace décadas, por le cual la preocupación fundamental no es nuestra identidad sino el diálogo a toda costa, estar de acuerdo con las posiciones más distantes…” (p.319)
A quienes crean que este libro es “pesimista, negativo”,
“..a ellos les recordamos que la esperanza es la virtud por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Cultivemos la seguridad de la esperanza sobrenatural, somos hijos de Dios. (…)
Dios espera de nosotros un testimonio de fe íntegra, y no un dialoguismo, que de la pérdida de identidad católica se convierte fácilmente en aspostasía. (…)
No esperamos el advenimiento de un mundo mejor, ni siquiera aquél que podríamos tener la ilusión de conseguir como consecuencia de nuestro esfuerzo por expandir la semilla del Evangelio. No estamos exentos de caer en el optimismo ideológico sobre todo si buscamos el éxito, la realización de nuestros propios planes y deseos, o el aumento del poder y la extensión de nuestras instituciones….” (p.320 ss.)
El peligro del optimismo ideológico ya era señalado por el Card. Ratzinger como
“parodia de la fe y de la esperanza, cuyos orígenes ideológicos se pueden encontrar tanto en el liberalismo como en el marxismo (…) ¿Qué habría que pensar de la exaltación de un optimismo simplemente contrario a la realidad? (…) El optimismo podía ser sencillamente una cobertura, detrás de la que se escondiera precisamente la desesperación, intentando superarla de esa forma. Pero podía tratarse de algo peor: este optimismo metódico venía producido por quienes deseaban la destrucción de la vieja Iglesia, y con la excusa de la reforma, querían construir una Iglesia completamente distinta, a su gusto, pero que no podían empezarla para no descubrir demasiado pronto sus intenciones. Entonces el optimismo público era una especie de tranquilizante para los fieles, a fin de crear el clima adecuado para deshacer, posiblemente en paz, la misma Iglesia, y conquistar así el dominio sobre ella. (…) Este optimismo del orgullo, de la apostasía, se habría servido del optimismo ingenuo, más aún lo habría alimentado, como si este optimismo no fuera sino esperanza cierta del cristiano, cuando en realidad era una parodia de la fe y de la esperanza (…) En la nueva religión el pesimismo es el pecado de todos los pecados, y la duda ante el optimismo, ante el progreso y la utopía, es un asalto frontal al espíritu de la edad moderna, es el ataque a su credo fundamental sobre el que se fundamenta su seguridad, que por otra parte está continuamente amenazada por la debilidad de aquella divinidad ilusoria que es la historia…” (p.322 ss.)
Se cierra la obra -coronada como ya dijimos, por tres anexos documentales- con la invitación rotunda a la Esperanza:
“Servir a Dios, con lucha, persecución y sufrimiento, no es una tarea que ignore nuestra humana naturaleza. Servimos a la verdad siendo hombres y mujeres, con sus necesidades físicas y afectivas, con sus debilidades y fortalezas, con sus gustos y disgustos, con sus aficiones y aversiones. Con la gracia de Dios, ganaremos en profundidad interior, si consideramos con frecuencia el siguiente texto de Spes Salvi:
Digámoslo una vez más: la capacidad de sufrir por amor de la verdad, es un criterio de humanidad. No obstante, esta capacidad de sufrir depende del tipo y de la grandeza de la esperanza que llevamos dentro y sobre la que nos basamos. Los santos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes que nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza.” (p.326)
Quiera Dios premiar en la Gloria el intenso trabajo en compromiso con la verdad, del que dan amplio testimonio estas páginas, y nos conceda que esta reseña estimule a muchos fieles -laicos y consagrados- a completar y asimilar con fecundidad su lectura.
"LOS ENEMIGOS DE LA IGLESIA CATÓLICA INFILTRADOS EN EL CLERO CATÓLICO"
por P. Sanahúja
Tuve la fortuna de hacer unos ejercicios espirituales, de estilo ignaciano, con el P. Juan Manuel Igartua s.J. a comienzos de los años setenta, en Portugalete. Se conserva alguna foto de aquellos días, compartidos con amigos de Schola C. I. que la revista Cristiandad reproduce de vez en cuando, donde un Canals maduro y un servidor, entonces muy joven y sin barba, encuadramos al benemérito jesuita.
En aquella ocasión no se habló de la profecía de San Malaquías, que el P. Igartua conocía muy a fondo: los ejercicios son ejercicios, no tertulias. Sin embargo, su interés escatológico se debió colar por alguna rendija, no recuerdo cual, dejándome una impresión que ha permanecido.
Dos o tres años más tarde vio la luz su estudio sobre el célebre texto, atribuido por su redactor del s. XVI, Arnaldo de Wion, al obispo de Armagh (Irlanda), titulado “El enigma de la profecía de S. Malaquías sobre los Papas” del que conozco dos ediciones (de 1976 y 1978). Con su habitual rigor, el P. Igartua analizó desde todos los ángulos la lista de lemas de los pontífices romanos - desde Celestino II hasta el último – llegando a varias conclusiones, entre las que interesan ahora especialmente dos: La validez e importancia que el sabio jesuita otorgaba a ésta profecía, en primer lugar; y la restauración que hizo del sentido de los últimos lemas, 111, 112 y 113, en segundo lugar.
El P. Igartua tomó en cuenta las críticas que convierten a Wion -supuestamente inspirado en Panvinio (en 1595) -en verdadero autor de la profecía, aunque no las rubricara. Ello no le restaría carácter profético, ya que todos los lemas de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX la acreditan, y se trata de pontífices que tampoco Wion podía conocer. Sin embargo, me inclino – mera opinión personal- por la autoría de S. Malaquías, por varias razones: Me parece muy probable que Wion haya tenido acceso a un original medieval y se limitase a recopilarlo como él mismo declara. Nunca compartiré la incredulidad hacia la veracidad de lo antiguo que impera en la vida académica por imposición modernista. Además, uno de los mejores historiadores religiosos contemporáneos de Wion, el dominico Alfonso Chacón, creía en la autoría del obispo de Armagh. En cualquier caso, para el P. Igartua quedaba clara “la sólida probabilidad de su valor profético”, lo que es más que suficiente.
Mis razones en favor de la autoría de S. Malaquías quizá sean demasiado personales, porque derivan de un convencimiento absoluto del sentido providencial de la historia; así como de la trabazón íntima entre el nombre bautismal de las personas y su vocación: no creo en las casualidades. Los dos últimos libros proféticos del Antiguo Testamento, Zacarías y Malaquías, fueron escritos en previsión de los tiempos previos a la Parusía, y “me casa” que un santo del s. XII llamado Malaquías fuese inspirado para completar los datos de su homónimo.
El gran acierto del P. Igartua fue restablecer la secuencia original de los últimos lemas de la profecía, que habían quedado oscurecidos en ediciones poco cuidadosas: Sirviéndose del llamado numerus aureus -no voy a detenerme en ello– el sabio jesuita comprendió que los lemas de la lista son 113 y no 111. Es decir, que la lista no acaba con Gloria olivae, el lema correspondiente a Benedicto XVI; sino que después vienen dos lemas más: El 112, In persecutione, lema que Igartua atribuye al ¿anticristo? –así, entre interrogaciones (página 512); cosa que comparto sin interrogaciones– y el 113, Petrus Romanus, que corresponde al pontífice reinante en el momento de la Parusía. Este Petrus Romanus requeriría un post independiente, por la complejidad de su momento y por las especulaciones que sobre él circulan.
Lo trascendente de la lista de Malaquías es que nos sitúa ante la inminencia del gran parteaguas de la historia: Si para el P. Igartua, hace cuarenta años, se trataba de esperar dos lemas más, para nosotros, de ser cierta la profecía, el tiempo ha llegado… Esto es lo que verdaderamente asusta. Cierta corrección eclesiástica no puede aceptar –porque rompe todos los esquemas– que sea inminente un falso profeta, un antipapa, o un “pastor necio” para decirlo en términos de Zacarías (Za 11, 15). Pero San Jerónimo, con toda su autoridad hermenéutica, veía en este Necio al impío por excelencia, que sería el anticristo y el antípoda del Mesías (San. Jerónimo, Comentario a Zacarías III, 859, en: Obras Completas B.A.C. 593, pp. 654-657).
La atribución por Igartua del lema 112, In persecutione, a este anticristo eclesiástico, es plenamente coincidente con la previsión de Zacarías, que sitúa al pastor Necio inmediatamente después de los pastores Gracia y Vínculo y como sucesor inmediato de éste último. La convergencia entre la profecía de los Papas de Malaquías y el decisivo capítulo 11 de Zacarías es total. Y negar que el capítulo 11 de Zacarías se refiere a nuestro tiempo, exigiría ahora prolongar la duda acerca de la identidad del pastor-cayado Gracia, cosa difícil después de un Papa monfortiano que se declaraba “Totus tuus” respecto a la Llena de Gracia…
A los datos de Zacarías sobre la Pasión de la Iglesia puede dárseles una interpretación esclarecedora, aunque convenga exponerla con prudencia. En algunas ocasiones, la concreción excesiva puede no compensar los daños colaterales…Quienes leéis estas líneas sabréis discernir nuestra preocupación ante la situación que se precipita, cuyos detalles deben permanecer, por ahora, en estudio. Lo que sí cabe es avisar a los estudiosos del tema que estas profecías no prevén “cónclaves divididos” ni cismas post-electivos sino, en todo caso, traiciones que provocarían cismas prácticos.
En este sentido parece ir también la exégesis que Jesús le hizo a María Valtorta del mismo capítulo 11 (Cuadernos, 9 de diciembre de 1943, pp. 539-541). La atención debería centrarse en la advertencia del Señor, recogida por San Juan, acerca del salteador “que no entra por la puerta del redil sino que escala por otro lado” (Jn 10, 1); advertencia explicada a su vez en la célebre profecía de san Francisco de Asís, en su lecho de muerte: “En el momento de esta tribulación, un hombre, elegido no canónicamente, se elevará al Pontificado, y con su actuación se esforzará en llevar a muchos al error y a la muerte” (Obras del Seráfico Padre S. Francisco de Asís, Washbourne, 1882, pp. 248-250).
La convergencia entre la profecía del capítulo 11 de Zacarías y la de los Papas de Malaquías es -lo repito - total: Zacarías avisa que al romperse el cayado Vínculo Dios va a “suscitar en esta tierra un pastor que no hará caso de la oveja perdida, etc. etc.” (Za 11, 1516) y Malaquías de Armagh coloca, inmediatamente después de Gloria olivae, el lema In Persecutione, cuyo comentario inmediato (extrema S. R. E. sedebit- la extrema (persecución) tendrá su sede en la Santa Iglesia Romana) parece un anticipo de la célebre advertencia de Nuestra Señora en la Salette: Roma perderá la Fe y se convertirá en la sede del anticristo.
Frente a esta convergencia profética se levanta una muralla de prevención -hasta cierto punto lógica- y convencionalismo. Esta resistencia es preocupante porque se plantea desde una eclesiología bien intencionada, es decir, invocando la guía indefectible del Espíritu Santo sobre la Iglesia: Pero esta guía se invoca precisamente para negar los avisos del propio Espíritu Santo; aduciendo “poca fiabilidad” de las profecías de todo tipo. En este tema, hay sectores abocados a un círculo vicioso donde incluso las mariofanías oficialmente reconocidas son vistas con suspicacia en lo relativo a sus previsiones proféticas. La cerrazón de estas corrientes a la realidad del momento parece crónica, porque su visión está encerrada en burbujas, sin contacto con la deriva cultural y social. No hablamos de los sectores que ponderan esta deriva con intención de incorporarse a ella. Existe un racionalismo piadoso, incluso tradicional, ignorante de la naturaleza satánica de la cultura dominante; y cuya reticencia escatológica obedece, en realidad, al recelo hacia la mística.
En ello subyace una confusión del amor, disimulada frecuentemente tras espiritualidades voluntaristas y suficiencias eruditas: Incredulidad hacia el protagonismo del Cielo, que no se sirve de maestros acreditados ni de sabios, sino de lo más sencillo y sorprendente. Tal actitud arriesga, sin sospecharlo, quedar incluida entre los engañados por “no haber aceptado el amor de la verdad que les hubiera salvado” (2 Ts 2, 10). Porque el Amor de Jesucristo no es referencia metafísica, ni patente espiritual, ni agotó sus revelaciones con Bernardo de Hoyos y Faustina Kowalska: Es una experiencia de comunión que persiste, y en la que Jesucristo dirige, se manifiesta y habla… Es muy peligroso permanecer ajenos a las manifestaciones más actuales, contundentes y clarísimas, del Sagrado Corazón.
San Luis Mª Grignón se quejaba amargamente de aquellos “que teniendo la profesión de enseñar la verdad a los demás, no te conocen a Ti ni a tu Santa Madre, sino de una manera especulativa, árida, estéril e indiferente” (V. Devoción, 64).
La suma de las mariofanías, revelaciones y confidencias de todo tipo con las que el Cielo está previniendo el drama actual, es de tal magnitud que su estudio deja poco espacio para la duda. Esa duda equivaldría a pensar que Dios permite que su palabra y la de su Madre sean suplantadas con una frecuencia que pondría en entredicho su divinidad. Despreciar este desbordamiento profético implica, además, un desaire a la Mujer que prepara la Venida de su Hijo y da a luz, con lágrimas y sudores de sangre, físicos, visibles y repetidos, al Hombre nuevo.
La reticencia, el escepticismo respecto a las revelaciones privadas, la prevención contra el Apocalipsis, la suspicacia ante toda comunicación mística, forman parte del misterioso desenlace de esta etapa histórica y escatológica. Si la cuestión se dirimiese entre revelaciones privadas y la autoridad legítima de la Iglesia – y por legítima habrá que entender pronto absolutamente diáfana respecto a los dos pilares de la Eucaristía y de Nª. Señora con todas sus exigencias dogmáticas y prácticas - los críticos podrían tener alguna razón. Pero el problema parece bastante más complejo. Las advertencias sobrenaturales, cuyo número desafía hoy toda capacidad de clasificación, están clamando en perfecta sintonía con la profética general de las Sagradas Escrituras y con la esperanza del cristianismo de todos los tiempos: Y este coro universal nos está previniendo sobre un poder de seducción insospechado, revestido de “caridad” horizontalista, sincretista e irenista, a cuyo influjo escaparán exclusivamente los más pequeños, enamorados de Jesucristo.
Recordemos aquellas palabras del cardenal Biffi:
"El anticristo se presenta como
pacifista, ecologista y ecumenista".
Es importante entender que el precursor de dicho anticristo es el falso profeta, que no es otro que Bergoglio.
Él es quien ha de preparar el terreno al anticristo y para ello está llevando adelante el plan del Diablo realizando varias acciones, entre otras, las siguientes:
Fomentar el anhelo de una paz falsa, una paz al margen del Único Dios verdadero, una paz sin Dios y contra Dios.
Este anhelo de paz hará que muchos sean engañados y seducidos por el anticristo.
Hay que tener en cuenta que la misma élite globalista satánica, a la que Bergoglio claramente pertenece, es la que en la sombra está promoviendo y llevando adelante la tercera guerra mundial en la saben que emergerá el anticristo como falso pacificador.
Esto se realiza en la sombra a la vez que se promueve un anhelo desordenado de paz al margen del Único Dios verdadero.
Promover en una primera fase el ecumenismo masónico, donde la Iglesia Católica que Jesucristo fundó es rebajada para ser una más dentro de las distintas denominaciones cristianas, (es la idea tan insistentemente inculcada por la masonería de que la Iglesia que Jesucristo fundó no es la Iglesia Católica realmente, sino que es otra Iglesia, una que ya quedó rota y dividida, una Iglesia que hay que volver a recuperar, una Iglesia que se rompió en muchas.... por eso se ha insistido tanto en afirmar falsamente que todas las denominaciones cristianas tienen parte de verdad), para en una segunda fase culminar en un sincretismo religioso (es decir, en la unidad de todas las religiones y creencias, incluido el ateísmo), donde la religión Católica fundada por Jesucristo y única verdadera debe ser una más entre las demás religiones falsas.
Esta es la aplicación del principio masónico de que todas las religiones son buenas y que en todas ellas se encuentra a Dios.
Tengamos en cuenta que el Dios de todas las religiones no existe, es un Dios falso.
(Bergoglio y la falsa iglesia que él lidera desde el seno de la Iglesia Católica ha defendido e insistido en esta falsedad multitud de veces).
"lnsistir e inculcar el ecologismo a todos los niveles, promoviendo la religión de la "madre tierra", el culto a la "pachamama", el cuidado de la "casa común", etc...
Son distintos rostros de una misma falsedad panteísta, una obsesión maléfica que impide que las almas se levanten, se conviertan de sus pecados y pongan su mirada en los bienes eternos.
Es por eso que estos 3 puntales:
¹° la falsa paz, ²° el ecumenismo y el sincretismo religioso y ³° el ecologismo,
forman un verdadero tridente espiritual astutamente preparado por el Diablo para atrapar y trinchar a los hombres en la engaño y la mentira, para seducirlos fácilmente y arrastrarlos a la perdición eterna.
Este texto de la "supuesta consagración al Inmaculado Corazón de María" está totalmente impregnado de esta mentalidad pacifista, ecumenista y ecologista que nada tiene que ver con la piedad verdadera, y que es de gran ayuda para el Diablo, ya que prepara la mente y el corazón de muchas almas sin discernimiento de espíritus para ser seducidas desde este momento hasta la manifestación del anticristo.
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