10 PODEROSAS RAZONES PARA ENAMORARTE DE GALICIA
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Aunque podríamos daros muchas otras, he aquí diez razones por las que visitar Galicia. Este paraíso verde y azul sorprende al viajero de tal forma que, cuando se va, siempre vuelve, enamorado de esta tierra, de su comida y de sus gentes.
1) SU CLIMA.
Saltémonos los tópicos. En Galicia, llueve. Sí, llueve; pero ni tanto como se dice ni tanto como se cree, y mucho menos si tenemos en cuenta las diferencias climáticas de su geografía. Así, el clima de las Rías Altas es distinto al de las Rías Baixas, donde la insolación anual es parecida a la de la Costa Brava catalana. Teniendo esto en cuenta, y que lo mejor es consultar el tiempo para cada zona, aquí encontraremos un agradable clima suave a lo largo de todo el año que asegura un par de meses secos en verano. Así que si se busca turismo cultural sin asfixiarse, Galicia es apuesta segura, y si lo que se desea son playas donde practicar deportes y tomar el sol, también.
2) SUS BOSQUES.
En los verdes bosques de Galicia es fácil imaginar rondando a los elfos; sin embargo, si alguien piensa que estos paisajes pueden llegar a resultar cansinos, se equivoca de parte a parte. La diversidad gallega tiene buen reflejo en su flora y fauna. Sus sierras, sus valles y su costa contribuyen a que cada lugar cuente con una vegetación característica, en la que encontraremos desde pinos, laureles, abedules, castaños, robles, hayas y eucaliptos, hasta naranjos y viñedos. Un lujo para todo amante de la naturaleza, que podrá recorrer, entre otros, lugares tan espectaculares como las Fragas del Eume y Os Ancares.
3) SUS RIOS.
El escritor gallego Álvaro Cunqueiro llamó a Galicia el País de los Mil Ríos. Y no se equivocaba. Cuando uno recorre esta tierra, el agua siempre forma parte del paisaje. Podemos navegar en catamarán en los embalses, disfrutar de los deportes fluviales y realizar numerosas rutas de senderismo por las orillas de sus ríos. Las escarpadas cimas en las que nacen muchos de ellos crean a lo largo de su cauce espectaculares cascadas que enloquecen a los aficionados a la fotografía. No en vano Galicia cuenta con la única cascada europea que cae sobre el mar, en la desembocadura del río Xallas (Dumbría); un espectáculo que nadie debería perderse y ejemplo de los tesoros que esconden sus dulces aguas.
4) SUS TERMAS.
Galicia es un destino ineludible para retirarse a descansar en sus termas, otra de las razones por las que vale la pena visitarla. El turismo termal tiene su máximo exponente en las termas romanas de As Burgas y A Chavasqueira (Ourense), pero podemos disfrutar de aguas termales en cualquiera de las cuatro provincias gallegas, donde existen todo tipo de balnearios, spas y centros de talasoterapia en los que recobrar fuerzas, recibiendo algún tratamiento relajante, estético o cuidando nuestra salud.
5) SU PATRIMONIO.
Cuando se habla del patrimonio gallego todo el mundo piensa en Santiago de Compostela, pero al margen de la visita fundamental de su catedral y su casco histórico, Galicia sorprende por el numeroso patrimonio monumental y artístico que posee. Salpican sus territorios ciudades modernistas, monasterios, iglesias, capillas, castillos, villas medievales, restos romanos, petroglifos, dólmenes y castros; sin olvidar pazos, hórreos, cruceros y caminos de peregrinación que provocan que su riqueza cultural nos asalte a cada paso, a través de la historia, las curiosidades y las leyendas gallegas.
6) SUS MUSEOS.
Otro de los puntos fuertes de Galicia es su red museística. Cuenta con museos dedicados a la ciencia, como los Museos Científicos Coruñeses; y decenas cuya temática es el mar, como el Museo Naval de Ferrol o el Museo del Mar de Galicia, en Vigo. De obligada visita son también los museos arqueológicos, como el de Lugo y el de Ourense, así como los etnográficos, etnológicos, militares e históricos de todo tipo. Tal es su cantidad y variedad que siempre hallaremos alguno cerca, teniendo un plan asegurado si, en algún momento, nos sorprende la lluvia.
7) SU GASTRONOMIA.
La gastronomía de Galicia tiene fama mundial. Aquí se come mucho y se come bien. Sin embargo, la cocina gallega no se caracteriza por elaboraciones muy complejas. Al fin y al cabo, no lo necesita, pues se nutre de las mejores materias primas. Patatas, verduras, carnes, pescados y mariscos, platos como el caldo gallego, el pulpo á feira y el cocido, sin olvidar el pan y los dulces tradicionales, son capaces de complacer a los paladares más exigentes, que podrán degustarlos con los mejores vinos y licores. Raro es el viajero que se marcha de Galicia sin llevarse de recuerdo un par de kilos de más. Avisados estáis.
8) SUS FIESTAS.
Los gallegos disfrutan como nadie con las celebraciones. Por ese motivo, es fácil encontrar siempre alguna a la que acudir en cualquier época del año; aunque, desde mayo a septiembre, toda Galicia es una fiesta. Las hay sagradas, paganas, conmemorativas, históricas y gastronómicas. Así, entre muchas otras, son imprescindibles fiestas patronales como las del Apóstol (Santiago de Compostela); las celebraciones de la noche de San Juan en A Coruña; carnavales, como los de Verín; fiestas históricas, como la Romería Vikinga de Catoira; conmemorativas, como la Fiesta de la Reconquista (Vigo); y las centenares de fiestas gastronómicas que se celebran en base a los productos típicos y de temporada de cada localidad.
9) SUS PLAYAS.
Gracias a su extenso litoral, con más de 800 acantilados y 300 playas, Galicia tiene arenales para todos los gustos. Playas interminables como la de Carnota; urbanas como Riazor (A Coruña); para los amantes de los deportes acuáticos, como Pantín (Valdoviño); oasis como las Islas Cíes; y monumentos naturales como As Catedrais (Ribadeo) son un mero ejemplo de todas aquellas en las que detenerse para tomar el sol, practicar deporte, relajarse, pasear, correr y respirar ese olor a salitre que siempre emociona a los gallegos.
10) SUS GENTES.
A pesar de los tópicos, los gallegos son gentes hospitalarias y alegres. Su carácter, a veces desconfiado, se ha forjado a través de tradiciones, costumbres y siglos de cierto aislamiento. Todo ello les otorga una forma de ser resuelta que, unida a la alegría y al placer que encuentran en una buena charla ?si es ante una cunca de viño (taza de vino), una cerveza o unas buenas tapas, mejor que mejor?, provoca que reciban al viajero con los brazos abiertos. Al fin y al cabo, a cualquier gallego le gusta poder presumir de su tierra.
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