«La Total pequeñez o la vida “en María”»:
una inmersión con la Virgen en el camino de la infancia espiritual
La editorial Mercy Press acaba de publicar en España La Total pequeñez o la vida “en María”. El pequeño camino de unión con María o la infancia espiritual en ella, una preciosa obra vinculada al Carmelo Teresiano en la estela de la más pura tradición mariana francesa de San Luis María Grignion de Montfort y de su esclavitud mariana.
Su publicación en español ha sido dirigida por el sacerdote madrileño Álvaro Cárdenas.
En ella, su autora anónima, que firma con el pseudónimo María de Fiesole, presenta y profundiza el camino mariano, vivido “en María” como culminación del pequeño camino de infancia espiritual de Santa Teresita del Niño Jesús.
Para monseñor Juan-Miguel Ferrer Grenesche, presidente de la Sociedad Mariológica Española y ex subsecretario de la Congregación para el Culto Divino y de los Sacramentos, que la ha prologado, esta publicación de espiritualidad mariana “no es un libro más”. Como señala en su prólogo, a diferencia de tantos otros libros que son fruto del estudio o que expresan algo que el autor quiere compartir a nivel biográfico, científico, de entretenimiento, de ensayo, o como ayuda para la oración, “aquí nos encontramos ante unas breves páginas de confidencias en el nivel más profundo y sagrado del ser humano”.
En ella, señala monseñor Ferrer, “María de Fiesole […] abre su alma, que ha sido inmersa, con su libre y pleno consentimiento, por Santa María en la realidad de su vida de ‘pequeñez’. Un abismo divino de gracia que es fruto del ejercicio de la ‘Maternidad plena de la Virgen’ y del designio salvador de Dios, que ha querido que María desempeñe este papel maternal, esta ‘gestación’ de una nueva vida”.
“Los temas marianos de la teología y de la piedad mariana se ven ahora, desde esta perspectiva, armónicamente engarzados y expresando toda su fuerza en orden al nacimiento de la ‘nueva humanidad'” confiada desde la cruz a la Madre de los cristianos.
Como indica en su presentación de la obra el sacerdote Álvaro Cárdenas, “La Total pequeñez explica el camino que ha sido recorrido por la Virgen. ¿Y en qué ha consistido? En la realización plena de este camino de infancia espiritual; camino que nuestra Madre quiere compartir con nosotros, sus hijos, por nuestra vida escondida en ella. De ahí que podamos decir que este camino de La Total pequeñez, es continuación y realización plena del pequeño camino de infancia espiritual”.
Sus palabras claves son Gracia y consentimiento, Jesús y María, nada y todo, pequeñez y grandeza, Dios y nosotros. Cuanto más se acerca uno al primero de cada uno de estos binomios, más posee el segundo.
“Tal forma de unión íntima con María y en María”, afirma Cárdenas, “está intrínsecamente unida a una profunda conciencia de nuestra pequeñez personal, de nuestra particular insuficiencia, y al mismo tiempo del incondicional amor de Dios y de nuestra Madre del Cielo por nosotros, sus hijos, y del lugar que ella ocupa en la obra de nuestra santificación, entendida como progresiva acogida en la fe de la obra de nuestra redención hasta nuestra plena transformación en Cristo”.
“La Total pequeñez”, añade, “nos presenta lo que María hace en la vida de sus hijos y los tesoros de Dios que ella custodia y tiene siempre a disposición de sus hijos, para que éstos, recibiéndolos en la total pequeñez de su Madre, lleguen a su plena transformación en ella, y en ella, con ella, por ella y como ella, lleguen a ser perfecta imagen de su Hijo”.
El volumen incluye algunos anexos para ayudar a los lectores a comprender mejor el lugar que la Madre de la Iglesia ocupa en la vida de los cristianos y para profundizar más en el espíritu de consagración a ella. Entre estas aportaciones destacan las notas al texto, una presentación sobre la vida de unión con María, una síntesis teológica-espiritual titulada “María, Madre de los discípulos de Cristo” y un texto de San Luis María Grignion de Montfort sobre el lugar de María en los últimos tiempos:
a. María y los últimos tiempos
"La salvación del mundo comenzó por medio de María y por medio de Ella debe consumarse. María casi no se manifestó en la primera venida de Jesucristo, a fin de que los hombres poco instruidos e iluminados aún cerca de la persona de su Hijo, no se alejaran de la verdad aficionándose demasiado fuerte e imperfectamente a la Madre, como habría ocurrido seguramente, si Ella hubiera sido conocida, a causa de los admirables encantos que el Altísimo le había concedido aún en su exterior. Tan cierto es esto que San Dionisio Areopagita escribe que cuando la vio, la hubiera tomado por una divinidad, a causa de sus secretos encantos e incomparable belleza, si la fe en la que se hallaba bien cimentado no le hubiera enseñado lo contrario.
Pero, en la segunda venida de Jesucristo, María tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido. Pues ya no valen los motivos que movieron al Espíritu Santo a ocultar a su Esposa durante su vida y manifestarla sólo parcialmente aun después de la predicación del Evangelio.
Dios quiere, pues, revelar y manifestar a María, la obra maestra de sus manos, en estos últimos tiempos.
a. Porque Ella se ocultó en este mundo y se colocó más baja que el polvo por su profunda humildad, habiendo alcanzado de Dios, de los Apóstoles y Evangelistas que no la dieran a conocer.
b. Porque Ella es la obra maestra de las manos de Dios, tanto en el orden de la gracia como en el de la gloria y El quiere ser glorificado y alabado en la tierra por los hombres.
c. Porque Ella es la aurora que precede y anuncia al Sol de Justicia, Jesucristo, y por lo mismo, debe ser conocida y manifestada, si queremos que Jesucristo lo sea.
d. Porque Ella es el camino por donde vino Jesucristo a nosotros la primera vez y lo será también cuando venga la segunda, aunque de modo diferente.
e. Porque Ella es el medio seguro y el camino directo e inmaculado para ir a Jesucristo y hallarlo perfectamente. Por ella deben resplandecer en santidad. Quien halla a María, halla la vida, es decir, a Jesucristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida. Ahora bien, no se puede hallar a María sino se la busca, ni buscarla si no se la conoce, pues no se busca ni desea lo que no se conoce. Es, por tanto, necesario que María sea mejor conocida que nunca, para mayor conocimiento y gloria de la Santísima Trinidad.
f. Porque María debe resplandecer más que nunca en los últimos tiempos en misericordia, poder y gracia:
En misericordia, para recoger y acoger amorosamente a los pobres pecadores y a los extraviados que se convertirán y volverán a la Iglesia católica;
En poder, contra los enemigos de Dios, los idólatras, cismáticos, mahometanos, judíos e impíos endurecidos que se rebelarán terriblemente para seducir y hacer caer, con promesas y amenazas, a cuantos se les opongan,
En gracia, finalmente, para animar y sostener a los valientes soldados y fieles servidores de Jesucristo, que combatirán por los intereses del Señor,
g. Por último, porque María debe ser terrible al diablo y a sus secuaces "como un ejército en orden de batalla" sobre todo en estos últimos tiempos, porque el diablo sabiendo que le queda poco tiempo y menos que nunca para perder a las gentes, redoblará cada día sus esfuerzos y ataques. De hecho, suscitará a en breve crueles persecuciones y tenderá terribles emboscadas a los fieles servidores y verdaderos hijos de María, a quienes le cuesta vencer mucho más que a los demás.
b. María y la lucha final.
A estas últimas y crueles persecuciones de Satanás, que aumentarán de día en día hasta que llegue el anticristo, debe referirse sobre todo aquella primera y célebre predicación y maldición lanzada por Dios contra la serpiente en el paraíso terrestre. Nos parece oportuno explicarla aquí, para la gloria de la Santísima Virgen, salvación de sus hijos y confusión de los demonios:
"Haré que haya enemistad entre ti y la mujer,
entre tu descendencia y la suya,
ésta te pisará la cabeza
mientras tú te abalanzarás sobre tu talón."
Dios ha hecho y preparado una sola e irreconciliable enemistad, que durará y se intensificará hasta el fin. Y es entre María, su digna Madre, y el diablo; entre los hijos y servidores de la Santísima Virgen y los hijos y secuaces de Lucifer. De suerte que el enemigo más terrible que Dios ha suscitado como Satanás es María, su Santísima Madre. Ya desde el paraíso terrenal aunque María sólo estaba entonces en la mente divina le inspiró tanto odio contra ese maldito enemigo de Dios, le dio tanta sagacidad para descubrir la malicia de esa antigua serpiente y tanta fuerza para vencer, abatir y aplastar a ese orgulloso impío, que el diablo la teme no sólo más que a todos los ángeles y hombres, sino en cierto modo más que al mismo Dios.
No ya porque la ira, odio y poder divinos no sean infinitamente mayores que los de la Santísima Virgen, cuyas perfecciones son limitadas, sino:
a. Porque Satanás, que es tan orgulloso sufre infinitamente más al verse vencido y castigado por una sencilla y humilde esclava de Dios y la humildad de la Virgen lo humilla más que el poder divino;
b. Porque Dios ha concedido a María un poder tan grande contra los demonios que como a pesar suyo se han visto muchas veces obligados a confesarlo por boca de los posesos tienen más miedo a un solo suspiro de María a favor de una persona, que a las oraciones de todos los santos y a una sola amenaza suya contra ellos más que a todos los demás tormentos.
Lo que Lucifer perdió por orgullo, lo ganó María con la humildad. Lo que Eva condenó y perdió por desobediencia, lo salvó María con la obediencia. Eva, al obedecer a la serpiente, se hizo causa de perdición para sí y para todos sus hijos, entregándolos a Satanás; María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor.
Dios nos puso solamente una enemistad, sino enemistades, y no sólo entre María y Lucifer, sino también entre la descendencia de la Virgen y la del demonio. Es decir: Dios puso enemistades, antipatías y los odios secretos entre los verdaderos hijos y servidores de la Santísima. Virgen y los hijos y esclavos del diablo: no pueden amarse ni entenderse unos a otros.
Los hijos de Belial, los esclavos de Satanás, los amigos de este mundo de pecado ¡todo viene a ser lo mismo! han perseguido siempre y perseguirán más que nunca de hoy en adelante a quienes pertenezcan a la Santísima Virgen, como en otro tiempo Caín y Esaú figuras de los réprobos persiguieron a sus hermanos Abel y Jacob figuras de los predestinados.
Pero la humilde María triunfará siempre sobre aquel orgulloso y con victoria tan completa que llegará a aplastarle la cabeza, donde reside su orgullo. ¡María descubrirá siempre su malicia de serpiente, manifestará sus tramas infernales, desvanecerá sus planes diabólicos y defenderá hasta el fin a sus servidores de aquellas garras mortíferas!
El poder de María sobre todos los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes servidores y pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos; rebajados y oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero, en cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con abundancia, grandes y elevados en santidad delante de Dios, superiores a cualquier otra creatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el socorro divino que, con la humildad de su calcañar y unidos a María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo.
c. María y los apóstoles de los últimos tiempos.
Si, Dios quiere que su Madre Santísima, sea ahora más conocida, amada y honrada que nunca. Lo que sucederá sin duda, si los predestinados, con la gracia y luz del Espíritu Santo, entran y penetran en la práctica interior y perfecta de la devoción que voy a manifestarles en seguida.
Entonces verán, en cuanto lo permita la fe, a esta hermosa estrella del mar y, guiados por Ella, llegará a puerto seguro, a pesar de las tempestades y de los piratas.
Entonces conocerán las grandezas de esta Soberana y se consagrarán enteramente a su servicio como súbditos y esclavos de amor.
Entonces saborearán sus dulzuras y bondades maternales y la amarán tiernamente como sus hijos predilectos.
Entonces experimentarán las misericordias en que Ella reboza y la necesidad en que están de su socorro, recurrirán en todo a Ella, como a su querida Abogada y Medianera ante Jesucristo.
Entonces sabrán que María es el medio más seguro, fácil, corto y perfecto para llegar hasta Jesucristo y se consagrarán a Ella en cuerpo y alma sin reserva alguna, para pertenecer del mismo modo a Jesucristo.
Pero, ¿qué serán estos servidores, esclavos e hijos de María? Serán fuego encendido, ministros del Señor, que prenderán por todas partes el fuego del amor divino.
Serán flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como saetas en mano de un valiente.
Serán hijos de Levi, bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy unidos a Dios. Llevarán en el corazón el fuego del amor, el incienso de la oración en el espíritu y en el cuerpo la mirra de la mortificación.
Serán en todas partes el buen olor de Jesucristo para los pobres y sencillos; pero para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte.
Serán nubes tronales y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo. Sin apegarse a nada ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos contra el mundo del pecado, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces y con la espada de dos filos de la palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a quienes sean enviados de parte del Altísimo.
Serán los apóstoles auténticos de los últimos tiempos. A quienes el Señor de los ejército dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos.
Dormirán sin oro ni plata y lo que más cuenta sin preocupaciones en medio de los demás sacerdotes, eclesiásticos y clérigos. Tendrán sin embargo, las alas plateadas de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y no dejarán en pos de sí en los lugares en donde prediquen sino el oro de la caridad, que es el cumplimiento de toda ley.
Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminando sobre las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad evangélica, enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme al Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni hacer acepción de personas, sin dar oídos ni escuchar ni temer a ningún mortal por poderoso que sea.
Llevarán en la boca la espada de dos filos de la palabra de Dios, sobre sus hombros el estandarte ensangrentado de la cruz, en la mano derecha el crucifijo, el Rosario en la izquierda, los sagrados nombres de Jesús y María en el corazón y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo.
Tales serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y mahometanos. Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto?... ¡Sólo Dios lo sabe! A nosotros toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia".
En palabras de monseñor Ferrer, este texto “nos ofrece un camino esbozado en la escuela de María en el Carmelo o en la Esclavitud Mariana con Grignion o Kolbe, un camino entroncado con la Experiencia de Teresa del Niño Jesús”.
Una obra indispensable para quienes han descubierto o quieran descubrir el papel que la Virgen María ocupa en sus vidas y en la vida de la Iglesia, y para aquellos que quieran profundizar en su relación filial con ella.
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