Todavía la ciencia seria no ha podido establecerlo con certeza.
No se sabe si los fenómenos aparentemente anómalos que se están dando en el clima de la tierra son mayores que en tiempos pasados.
Y si es así, si son un período pasajero o una tendencia.
Sin embargo hay datos demoledores que indican que la tierra no se está calentando en el largo plazo.
Pero la elites políticas y económicas occidentales lo están tomando como ‘caballito de batalla’ para su estrategia política y económica.
Por un lado crear un gobierno centralizado mundial con la excusa de combatir el cambio climático.
Y por otro lado generar grandes ganancias con las tecnologías ‘limpias’ de generación de energía.
Están usando una estrategia de miedo que la que usan para imponer el aborto, la homosexualidad y la idea que los terroristas islámicos no son musulmanes.
Con inundación de imágenes dramáticas en los medios de comunicación y estigmatización a lo que sostienen criterios diferentes.
LA HUMANIDAD ES EL MALO DE LA PELÍCULA
Lo anterior halla su justificación en el menú del Nuevo Orden Mundial – comunicado a través de la cultura popular y los medios de la corriente principal.
A través de la idea que la humanidad tiene la culpa por el calentamiento global y hay que hacer algo para salvar a la Tierra de nosotros, los seres humanos, productores de carbón.
La prueba del calentamiento global producido por el hombre fue en realidad dibujada por el hombre cuando estalló el escándalo Climategate en 2009, y el mundo fue informado de que el calentamiento global antropogénico no era más que una manipulación y un multimillonario fraude por el control del mundo a través de las iniciativas de comercio e impuestos sobre el carbono.
Pero esto no ha sido suficiente porque hay poderosas fuerzas que tratan de usar el calentamiento global para crear un gobierno mundial ecológico y hacer su ganancias.
Sin embargo hay datos demoledores contra la conjetura del calentamiento global antropogénico (AGW según la sigla inglesa).
Si se mira a largo plazo el clima de la tierra está saliendo de un momento frío, luego de la pequeña edad de hielo post medioevo, pero no llega a los niveles de la época caliente medieval.
Y si se mira en el corto plazo, hace por lo menos 14 años que la temperatura en la atmósfera ya no sigue subiendo.
La hipótesis del calentamiento de base antropogénica partió de una conjetura razonable y simple: desde hace más de un siglo el hombre introdujo más dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, el CO2 es un gas de efecto invernadero, por la quema de combustibles fósiles.
Y en el último siglo, el planeta ha estado más cálido que en el pasado reciente, ergo, se sugirió que las emisiones antropogénicas son las responsables de este cambio climático.
Para verificar la validez de la hipótesis, la ONU creó un cuerpo – el IPCC – que no es científico, sino que es político, en el sentido de que sus miembros son nombrados por los gobiernos, aunque son técnicos.
El IPCC asume la hipótesis como verdadera (como está escrito explícitamente en su carta) y procedió recoger todas las circunstancias que confirman la hipótesis (sobre todo los resultados de los cálculos de los modelos).
El procedimiento adoptado ha llevado al IPCC a elegir selectivamente los resultados a favor de la hipótesis que quiere probar.
Pero el método científico, sin embargo, funciona de manera diferente.
En presencia de una hipótesis, tenemos que proceder con la formulación de la hipótesis nula – es decir, que niegue el supuesto de que se desea controlar – y tratar de buscar una falla, sólo si no se puede falsificar, la hipótesis nula es aceptada, entonces la hipótesis es de interés.
En este caso, se debe falsear la siguiente frase: el clima actual es de origen natural.
Procediendo de acuerdo con los cánones del método científico, entonces vemos que esta última hipótesis no se falsifica y vemos media docena de circunstancias.
5 DATOS DEMOLEDORES CONTRA EL CALENTAMIENTO GLOBAL
PRIMERO: SOBRE LA HISTORIA CLIMÁTICA DE 400 MIL AÑOS
Los datos geológicos nos informan que la historia climática de la Tierra es esencialmente la de un planeta frío, que vive cada 100.000 años períodos de clima óptimo (figura de arriba).
Vivimos en una época de óptimo climático, pero todos los períodos anteriores de óptimo climático eran más calientes que hoy en día, estamos en un clima óptimo que por coincidencia, nunca ha sido tan frío.
El clima de los períodos cálidos previos, más calientes que hoy, sólo pueden haber sido de origen natural.
SEGUNDO: SOBRE LAS OSCILACIONES SUPERPUESTAS
Superpuesto a las oscilaciones con un período de 100.000 años, hay otras variaciones, con períodos más cortos.
La de la figura de arriba es un ejemplo.
Se puede observar que hace unos 1.000 años el planeta ha experimentado el llamado Período Caliente Medieval (PCM), cuando el clima era más cálido que el período de calentamiento de hoy.
Alguien trató de negarlo, alegando que los datos son limitados a nivel local.
En cambio, la globalidad del PCM es certificado por docenas de resultados, con datos recogidos en cualquier lugar en el mundo.
El clima del PCM, más caliente, sólo puede haber sido de origen natural.
TERCERO: ESTE CALENTAMIENTO COMENZÓ HACE CUATRO SIGLOS
El calentamiento global actual no ha comenzado hace un siglo, en relación con las emisiones de CO2, sino hace algo menos de 4 siglos.
Cuando el planeta estaba en un mínimo de la llamada Pequeña Era Glacial (PEG) (los astrofísicos lo llaman mínimo de Maunder, que corresponde a una actividad solar mínima).
Alrededor de 1650 (véase de nuevo la figura de arriba), el planeta comenzó a calentarse y salir de la pequeña era glacial, y continuó haciéndolo, con diversos altibajos, hasta nuestros días.
No es por casualidad que a menudo oímos de los medios de comunicación que desde hace 400 años las temperaturas no son tan altas como lo son hoy.
Hace exactamente 400 años nos encontrábamos en medio de la PEG.
CUARTO: MÁS DE UNA DÉCADA DE TEMPERATURA ESTABLE
La salida de la PEG comienza 400 años atrás, y por lo tanto es de origen natural.
La salida de la PEG no fue un proceso monotónico sino, más bien, el aumento de la temperatura ha sufrido detenciones e inversiones.
El hecho es que, una coincidencia, un cambio importante se produjo en los años 1940 a 1975 (figura de arriba), en pleno boom demográfico, industrial y de las emisiones industriales.
Otro dato importante es que desde hace más de 14 años (figura de abajo), las temperaturas globales han dejado de crecer, a pesar de que las emisiones de CO2 han seguido creciendo de forma exponencial sin parar.
Una vez más, el clima del planeta se rige por los fenómenos naturales, ya que se ha enfriado en el momento en que las emisiones de gases de efecto invernadero han sido más elevadas.
QUINTO: TEMPERATURA DE LA TROPÓSFERA
La conjetura del AGW (Calentamiento Global Antropogénico) prevé que el aumento de la temperatura de la troposfera ecuatorial, unos 12 km de la superficie de la tierra, tenga casi tres veces el aumento en la temperatura de la atmósfera de la superficie de la Tierra (figura de abajo).
Esta condición se llama “la huella digital del AGW”.
Las mediciones de temperatura de los satélites no muestran un aumento de temperatura en la tropósfera en comparación con la del suelo, y mucho menos tres veces, sino incluso un enfriamiento.
La “la huella digital” de la conjetura del AGW se ha convertido así en la huella de la falsedad de la misma conjetura.
HAY UN MONTÓN DE OTRAS COSAS QUE PUEDEN DECIRSE
Por ejemplo, el aumento del nivel del mar del cual se hace mucha alarma, en realidad es un fenómeno natural que tiene lugar hace 18.000 años, es decir desde que se comenzó a salir desde la última edad de hielo.
El efecto del CO2, a continuación, debería producir una aceleración en el aumento, pero no se observa una aceleración en comparación con los aumentos se produjeron en el período pre-industrial.
Y hay otras cosas también, pero los anteriores datos son suficientes, por lo que cualquier intento de refutar la hipótesis nula ha fallado.
Entonces podemos decir con certeza que, si bien existe un calentamiento global, no existe un calentamiento global producido por el hombre.
Y el calentamiento global está dentro de los parámetros históricos que se han visto en el planeta.
EL VERDADERO OBJETIVO QUE ENTRA DE CONTRABANDO Y SE CUMPLE
Muchas personas están seguras que cambio climático es un término que perfora la cabeza.
Si se escucha con bastante frecuencia, será tomado como verdad.
En otras palabras, es probable que todo el cambio climático y las historias del calentamiento global sean sólo un montón de galimatías, diseñado para encender el miedo y la confusión.
El entrelazamiento de la mayoría de las naciones para combatir el “cambio climático” puede parecer un generoso esfuerzo mundial.
Pero la organización de las naciones en un esquema mundial para frenar que la humanidad siga “calentando” la Tierra a un grado catastrófico, está basada en información cuestionable y tiene aspectos más profundos y preocupantes.
El mensaje principal enviado por el COP21 – la 21ª Conferencia en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en diciembre de 2015 – es realmente simple;
El mundo está superpoblado, y precipitándose hacia la destrucción masiva porque cada alma en la Tierra está empeorando las cosas.
Esto no fue dicho explícitamente esta vez como en las conferencias anteriores, para no entrar en el enfrentamiento directo, pero claramente sobrevoló y dirigió los esfuerzos.
La religión cristiana, y especialmente los creyentes Católicos lo verían de otra manera:
la vida es un regalo de Dios, cada alma es preciosa y si las cosas están tan terriblemente mal de este lado del Paraíso es fundamentalmente por el rechazo del reinado de Dios sobre Su Creación y los innumerables pecados que alejan al ser humano de la gracia.Por lo tanto no lo podían siquiera sugerir en voz alta porque el papa Francisco esta siendo un aliado.Pero el hecho es que el punto de vista malthusiano está detrás de la conversación “climática”.
LOS DOGMAS DEL GLOBALISMO
Los dogmas del globalismo son el calentamiento global, la ideología de género, la necesidad de reducir la población mundial y la defensa de la inmigración ilegal, entre otros.
Las principales caras de esta a su juicio "colosal amenaza" son el "omnipresente" Soros y el papa Francisco, pero también y paradójicamente un icono del capitalismo como David Rockfeller.
En el mundo se ha llegado a una situación parecida al final de "Rebelión en la granja", de George Orwell.
Es cuando los animales que han logrado echar a los capataces humanos y reemplazarlos por animales como ellos se dan cuenta de que es lo mismo con unos o con otros.
Los niños, nacidos y no nacidos, están gravemente amenazados por la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDG) en septiembre de 2015. Los próximos años serán testigos de un asalto sostenido sobre el derecho a la vida de los niños no nacidos y de los derechos de los niños a recibir una auténtica educación en sexualidad. La aprobación de las SDG por el Papa Francisco y otros órganos de la Santa Sede aumenta en gran medida la amenaza a los más inocentes y vulnerables entre nosotros. Es absolutamente necesario que todos los católicos resistan, de la manera más adecuada a su posición con la Iglesia, esta alineación entre las autoridades eclesiásticas y una agenda internacional que persigue la destrucción de vidas inocentes y de la propia estructura de la familia.
El Papa Francisco y su equipo de confianza de Cardenales, Obispos y Sacerdotes de la Iglesia del Nuevo Paradigma han reiterado públicamente, sin escrúpulos, y en muchas ocasiones, su apoyo entusiasta a la agenda 2030 de la ONU. Es una agenda absolutamente diabólica, incompatible con la doctrina espiritual, moral y social de la Iglesia Católica. ¿Cómo es posible que esto haya ocurrido y apenas se hayan levantado voces claras, firmes y rotundas denunciando tamaña incongruencia, dislate, locura?
Es del todo incompatible que un católico apoye las directrices y objetivos de la ONU. Pero si además quien lo hace es el Papa y sus hombres de confianza es un escándalo insoportable que no puede durar ni un minuto más.
Voz de la Familia (Voice of the Family), iniciativa laica en defensa de la familia, sí denunció esta connivencia entre la Santa Sede y la ONU, con un excelente trabajo que toda la Iglesia debe conocer. Trabajo que recomiendan llegue a sacerdotes y obispos, donde recogen datos que son públicos y están al alcance de todos. Para ver el documento en su integridad, pinchar aquí.
“Contra factum non valet argumentum» Los católicos no podemos seguir en el buenismo y en la falsa tolerancia, la falsa prudencia, mirando para otro lado: contra los hechos, no valen argumentos. La realidad es tozuda. ¡Hemos de decir y decimos basta! Por eso, ineludiblemente hemos de exigir a Francisco de manera inmediata QUE:
1. Manifieste públicamente que rompe relaciones con la agenda 2030 de la ONU, que está en contra de sus objetivos abortistas, y de los objetivos de la ideología de género y la agenda LGTBi, así como de la implantación del pensamiento único mundialista, globalista anticristiano y diabólico.
2. Retire contundentemente sus manifestaciones de apoyo público y entusiasta a dicha agenda anticristiana, y que deje clara cuál es la doctrina de la Iglesia, que no puede ser nueva y diferente a la que ha recibido para servir necesariamente en fidelidad. Y si no está dispuesto a ello, por favor renuncie ipso facto a su sagrado cargo.
3. Desautorice a sus hombres de confianza que como el Cardenal Sorondo han manifestado que el magisterio de la ONU y el de la Iglesia corren paralelos, son los mismos.
4. Diga públicamente por qué permitió usted que su mano derecha, el Cardenal Parolin, participara en reuniones secretas del Club Bilderbeg, reuniones secretas con los amos de este mundo y enemigos de la Iglesia. ¿No sabe que quien se hace amigo de este mundo se hace enemigo de Dios? Sant.4,4.
5. Elija de una vez a quien quiere servir, de qué parte está: con Jesucristo y su Evangelio, con la doctrina bimilenaria de la Iglesia y el respeto a su santa tradición; o bien con la agenda de la ONU que es claramente diabólica y en contra de las enseñanzas de la doctrina de la Iglesia.
6. Si sigue sirviendo a dos señores, a Dios y al diablo, obviamente y dado que esto es imposible y del todo incompatible como enseña el Señor en el Evangelio, sepa usted que estará claramente sirviendo los intereses del diablo, y solo se le podrá considerar y tratar como DESTRUCTOR MALIGNO DE LA IGLESIA.
7. Los católicos de buena voluntad del mundo entero le exigimos que se defina. No hacerlo ya, es hacerlo en contra de la Iglesia. No podemos esperar más. Usted no quiso contestar a las dubia, y se terminó definiendo contra las enseñanzas de sus predecesores, como ha hecho recientemente con el cambio del Catecismo. Da la impresión constantemente de que usted se considerara por encima del bien y del mal. Y eso tiene que acabar. No espere que le sigamos tolerando semejante dislate y locura: usted no está por encima de las Sagradas Escrituras, de la Santa Tradición y del Magisterio Bimilenario de la Iglesia.
Desautorice con contundencia al sacerdote Thomas Rosica (asesor de medios del Vaticano) quien afirmó con descaro inaudito algo que hasta la fecha usted no ha desmentido y parece confirmar con sus hechos y pasividad ante tamaña insolencia:
«El papa Francisco rompe las tradiciones católicas siempre que quiere, porque está ‘libre de afectos desordenados’. De hecho, nuestra Iglesia ha entrado en una nueva fase: con la llegada de este primer papa jesuita, está gobernada abiertamente por una persona y no por la autoridad de la Escritura solamente ni tampoco por sus propios dictados de Tradición más Escritura».
No, usted sabe que eso no es verdad ni posible, aunque sus palmeros se congratulen y públicamente manifiesten que es así. Y no lo vamos a seguir permitiendo. Es nuestro deber resistir a todos estos gravísimos dislates y ataques a la sana doctrina. Ahora es el momento de que decida de una vez a quien quiere servir, porque NO SE PUEDE SERVIR A DOS SEÑORES.
Mientras usted siga con el doble juego, seguirá siendo un mero títere del demonio y no engañará a nadie, salvo a aquellos que se quieran dejar engañar, que no quieran ver, que elijan la papolatría y la ceguera voluntaria. Elija de una vez a quien quiere servir, y tenga claro que muchos sacerdotes y católicos laicos asumimos nuestra responsabilidad y le exigimos lo anteriormente expuesto: rompa ya relaciones con los enemigos de la Iglesia y deje de sembrar confusión y destrucción en la Iglesia.
O cumple con su deber sagrado, o deje de una vez el cargo que no merece llevar quien apoya a una agenda totalmente incompatible con la fe de la Iglesia. Dé paso a alguien que sí quiera asumir su responsabilidad santa: confirmar en la santa fe católica a los fieles y no escandalizar más.
Es nuestro deber y obligación pedírselo como hijos de la santa Madre Iglesia, y hasta se lo exigimos porque los tiempos y las circunstancias no permiten otra cosa. Y lo hacemos bajo el amparo de nuestros derechos y obligaciones de miembros de Cristo, según el propio código de Derecho Canónico nos avala.
No podrá acusarnos de que nos desentendimos de nuestras responsabilidades como hizo recientemente con el caso de los 300 pederastas de Pensilvania, cuando usted puso a todos los miembros de la Iglesia en el mismo saco, y repartió responsabilidades entre todos.
Asuma, por tanto, las suyas de una vez, y recuerde las palabras de las Sagradas Escrituras: “de Dios nadie se burla, lo que uno siembra eso cosechará” Gál.6,7.
Y continuara liderando en las organizaciones internacionales y fundaciones internacionales para promover el control de la natalidad, la anticoncepción, el control de la población, el aborto “legal y seguro”, la “educación” sexual y todos los otros instrumentos de la reingeniería moral casi universalmente aceptados en las naciones “desarrolladas”.
Sin embargo, los controladores de la población y “ecologistas” han criticado la COP21 por omitir discutir sobre demografía y las políticas anti natalidad que ellos consideran necesarias para “salvar el Planeta”.
Y en efecto, el acuerdo de París no plantea directamente la cuestión en absoluto, concentrándose sobre la emisión de dióxido de carbono que se supone será reducido con el fin de mantener las temperaturas bajas.
Pero el punto central es que 100 mil millones de dólares serán transferidos anualmente de los países “desarrollados” a los países “en desarrollo” a partir de 2020 para financiar su “transición energética”.
Y aquí está la clave por la que la burocracia internacional no quiso la confrontación en el tema demográfico.
Al igual que los microbios no pueden verse, pero de cualquier manera están ahí.
Los organismos internacionales como la ONU, el Banco Mundial y otros tienen como meta promover “la salud reproductiva y sexual” a cambio de la ayuda internacional.
Esto implica el acceso universal e irrestricto al aborto y la anticoncepción.
Y aunque no tienen mandato de las naciones, el mensaje anti-vida está siendo predicado fuerte y claro por estas instituciones en el mundo en desarrollo.
El acuerdo sobre el clima implica darles más poder a las instituciones especializadas bajo control de la ONU sobre los miles de millones de dólares públicos que van supuestamente a ayudar a que estos países cambien a la costosa la energía “renovable”.
Estos fondos frescos manejados por esta burocracia internacional, y sin sistemas para evaluar su eficacia, está en la tapa del libro, que sean usados para promover los temas de control de la población, para lo cual la organización está aceitada.
La primera página del acuerdo COP21 da una interesante luz de fondo a todo el asunto:
“Conociendo que el cambio climático es una preocupación común de la humanidad, las Partes deberían, al tomar medidas para abordar el cambio climático:
respetar, promover y considerar sus respectivas obligaciones sobre los derechos humanos, el derecho a la salud, los derechos de la gente indígena, las comunidades locales, los migrantes, los niños, las personas con discapacidad y personas en situación de vulnerabilidad y el derecho al desarrollo, así como la igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y la igualdad intergeneracional … “
¿No queda claro cuál es el objetivo después de leer eso?
Por ejemplo, los derechos de los migrantes en la legislación europea ha dado paso a los “derechos culturales” que obligan a los miembros de la UE de respetar y proteger los modos de vida, costumbres y otras creencias culturales en países de llegada tradicionalmente cristianos.
La protección de las “personas con discapacidad” suena como profunda ironía cuando abortan bebés con defectos genéticos, pero es visto como un derecho y un signo de las sociedades avanzadas.
La promoción de la “igualdad de género” conduce a la “incorporación de la perspectiva de género”: poco a poco borra las diferencias complementarias entre hombres y mujeres.
En cuanto al “empoderamiento de la mujer”, es citado regularmente en la prensa y por los movimientos de control de la población como la solución no coercitiva para reducir las tasas de natalidad en los países “sobre” fértiles.
Los organismos internacionales como el Fondo de Población de las Naciones Unidas que tratan el “empoderamiento de la mujer” y “tiene como objetivo asegurar que todo embarazo sea deseado” o cortarlo.
El acuerdo de París también cita – 24 veces – la necesidad de “desarrollo sustentable”, una palabra que implica discretamente control de la población en la jerga de la burocracia internacional.
De la misma manera el acuerdo tiene en cuenta “garantizar la integridad de todos los ecosistemas, incluidos los océanos, y la protección de la biodiversidad, reconocido por algunas culturas como la Madre Tierra, y tomando nota de la importancia de algunos de los conceptos de “justicia climática”, al tomar medidas para hacer frente al cambio climático”.
¿No es esto una promoción directa del culto pagano de la New Age a la naturaleza?
Esto es lo que justifica la entrega de miles de millones a para que maneje a su discreción la burocracia internacional, así como el desguace proyectado de los combustibles fósiles que hoy conforman el 85 por ciento del consumo de energía humana.
Y a partir de ello es que se está armando desde hace décadas el esquema de funcionamiento de un gobierno mundial.
Fuentes:
- http://www.theguardian.com/environment/2015/dec/12/james-hansen-climate-change-paris-talks-fraud
- https://www.lifesitenews.com/opinion/the-cop21-agreement-a-big-step-for-humanity
- http://www.naturalnews.com/052333_COP21_global_warming_climate_quackery.html
- http://www.breitbart.com/big-government/2015/12/13/even-greenies-admit-paris-climate-talks-total-waste-time/
- http://www.naturalnews.com/052317_climate_change_scientific_consensus_fraudulent_science_survey.html
Los portavoces mediáticos de la “sociedad amoral”, utopía de signo relativista y pretensiones laicistas, han convertido en construcción mitológica un hecho destinado al debate científico riguroso y a la reflexión cultural.
El fenómeno del “cambio climático” ha devenido, pues, en uno de los medios de legitimación ideológica de ciertas posturas político-electorales autodenominadas como “progresistas”, que esconden la incapacidad de éstas en crear paradigmas empíricos para modificar el sistema económico capitalista hoy vigente, más allá de la propaganda retórica ecologista; para justificar su desvinculación de las grandes tradiciones culturales y vitales de las sociedades occidentales, causa primordial de la degradación del medio natural; y para ocultar las consecuencias de los procesos de “ingeniería social” por ellos impulsados, razón fundamental en la alteración sustancial en el equilibrio material y espiritual, y por ende histórico, entre el hombre y la tierra. Un mito, en suma, que hurta a los ciudadanos, una vez más, del análisis de la gran tragedia moral de nuestro tiempo: la crisis de la civilización; una perenne “crisis del humanismo”, que ya hace casi noventa años tan magistralmente advirtió nuestro Ramiro de Maeztu [1].
1. Introducción:
el mito como construcción bioética. Los datos suelen ser fríos, e incluso llegan a congelar el alma. Las cifras sobre mortandad infantil por causa del hambre crónica en ciertos países africanos, el grado de represión política en distintos países de ideologías colectivistas o el número de abortos inducidos en las sociedades occidentales, por citar algunas tragedias de nuestra era, llevan a la “hibernación de las conciencias”. Primero fue la “sacralización de la técnica”, que hizo de estas cifras asunto de estudio y recopilación de organizaciones privadas y religiosas; en aras del progreso individual y material había que relativizar la presencia mediática de las mismas, cuando no su justificación utilitarista. Después comenzó a aparecer un nuevo y gran “mito colectivo”, fundado sobre las legítimas reivindicaciones del pensamiento ecologista, donde la pobreza y desigualdad propia de este mundo eran vinculadas, y en gran medida oscurecidas, como resultado de la “irresponsable” acción humana sobre el planeta tierra; e incluso, las desigualdades de acceso a los recursos venía dada por la acción interesada de ciertas corporaciones económicas y determinados poderes públicos. Así nacía el “mito del cambio climático”, un mito que situaba el debate bioético más allá de las evidencias empíricas de la sociedad presente. Muchos de sus prohombres intelectuales nos advertían, prospectivamente, sobre un futuro sombrío de calentamiento global y deshielo emergente, de deforestación progresiva y desertificación irreversible. Pero las medidas resolutorias propuestas entraban en el mismo juego materialista y progresista que denunciaban. Este discurso proponía un cambio ideológico para frenar la alteración de las leyes propias de la naturaleza, pero de otro lado, consideraban irrenunciables los logros de la “ingeniería social occidental” (la llamada “cultura de los derechos individuales”) y su arrumbamiento de las leyes naturales propias del ser humano.
Esta mitología “ecoideológica” encubría con ello, y en realidad, la incapacidad contemporánea en la magna empresa de conciliar el progreso económico y el respeto al medio ambiente, de técnica y moral, de bienes materiales y tradiciones espirituales. Los movimientos sociales que hacían y hacen bandera de este hecho, propugnaban un "entorno virgen, verde y salvaje", pero se mostraba impotentes, supuestamente, para abandonar nuestro "materialista" estilo de vida, nuestras carreteras, nuestras casas de hormigón, nuestros ordenadores de metal y plástico, nuestros medios de transporte contaminantes que nos llevan por todo el mundo; eso sí, más allá de la “cultura del reciclaje” y de una sostenibilidad “sostenida” sobre hormigón y asfalto. Un ejemplo de dicha posición lo encontramos en el gobierno español [2004-2008]. Invierte millones de euros públicos en propaganda sobre la "sostenibilidad" (cambiar de bombillas, reciclar vidrio) y apenas se invierte en I+D (apenas un par de patentes reconocidas), en nuevas tecnologías o nuevas fuentes de energía renovables. Nuestro gobierno da lecciones de “ecologismo responsable” cuando ha incumplido las tasas de CO2 del Protocolo de Kioto, culpabilizando al "consumidor" de derroche o atentado ecológico. El poder público se lava las manos al no financiar los medios para que ese mismo "ciudadano estigmatizado", pueda cambiar a un coche o a una casa más ecológica (aunque en muchos casos no puede acceder ni a una "contaminante"). Pero sobre todo, alienta las transformaciones sociales y culturales (individualistas, secularizadoras, antitradicionales, liberticidas) que se muestran, empíricamente, contradictorias con ese equilibrio vital, insustituible pero denostado, entre civilización y naturaleza, que nuestros padres, a través de sus creencias y tradiciones, habían convertido en norma comunitaria. El hombre se convierte, de nuevo, en “animal”, definido únicamente por su sexualidad y por su capacidad de consumo. Dios y el sentido común desaparecen de las escuelas públicas, y los medios de comunicación crean, cada día, un nuevo Adán.
Las políticas públicas “ecosociales” se limitan, por ello, a crear ciudadanos sometidos a ese estereotipo de consumidor responsable, de reciclador cotidiano, de “portador de derechos”. El Estado, dominado por la partidocracia y sometido a las presiones de los “lobbys” transhumanos, propugna el “hombre libre”, pero lo convierten en súbdito de la Hacienda y de la Ideología. Los valores que porta, consecuentemente, se alejan del contacto con la naturaleza, con la tradición, y por ello, con la historia. No hay continuidad de creencias y creaciones, de obligaciones y responsabilidades; el hombre es cada día nuevo. Así, y en vez de plantear una vuelta a la tradición, al ser humano portador de valores trascendentales, con soluciones de adaptación progresiva a las nuevas condiciones de vida que el futuro de la tierra impondrá, se gastan millones de recursos en soluciones que el desarrollo de China, India o Brasil, las llamadas “potencias emergentes” convertirán, como es lógico, en parches innecesarios (¿o habría que negar el progreso a las sociedades del Tercer mundo para preservar el bienestar medioambiental de los hombres y mujeres del Primero?), y que ese “animal sexual y consumidor” digiere en propaganda y ocio. Con ello, se vuelve a negar el papel didáctico de la historia, "maestra de la vida"; se niega la capacidad del hombre para adaptarse al medio ambiente futuro, se niega el progreso que ha situado a la humanidad en niveles de desarrollo y libertad desconocidos, se niega la existencia de cambios climáticos, parciales o totales, en la historia y prehistoria del hombre, etc. Pero este mito, que niega que la transformación radical del medio natural sobre el que vivimos no es un problema económico o político sino un "problema de civilización", muestra una serie de contradicciones ideológicas que es preciso abordar y confrontar con la realidad.
2. Las leyendas “ecosociales”.
a) La servidumbre científica
Los científicos se convierten en políticos, cuando no en ideólogos, de la "verdad establecida"; hipótesis y comprobaciones son temas de expertos, solo de ciertos expertos. El debate se sitúa en términos cuantitativos, eliminando el elemento cuantitativo, humano, del mismo.
¿El científico en de derechas o de izquierdas, o quizás del "llamado" centro?, ¿debe tener vocación teórica o inclinaciones sociales?.
Ciertos portavoces de las ciencias exactas y naturales, que reducen esta noble tarea a un "cientifismo puro", niegan la reflexión no solo de los científicos sociales y humanos, sino del propio "hombre de la calle", cuyo "principal problema mundial" es que dichos científicos encuentren la clave para la bajada de precios del pan y la leche, la gasolina y los libros, de las hipotecas y los pisos. La ciencia se desnuda de su verdadera labor.
¿Cuando una ciencia para el hombre y no para la ideología? ¿Una ciencia para el que pasa hambre, para el que no puede hablar libremente, para el que no llega a fin de mes?.
Simple utopía. Inventores de vacunas salvadoras y de remedios contra el cáncer, misioneros que dan su vida y su cuerpo por los que nada tiene, esos, no merecen el “Príncipe de Asturias”, ni diez minutos en televisión ni ser considerados "portavoces de la lucha contra el cambio climático".
¿La derecha tiene derecho a la ciencia, e incluso a libertad de expresión?.
La ciencia dice que los políticos conservadores y sus masas reaccionarias son los responsables del "cambio climático". La derecha malvada y sempiterna, los empresarios antes explotadores y hoy contaminantes. Nosotros, que no les hemos votado ni nunca seriamos capaces de votar a esos "terroristas ambientales", solo somos los pobres investigadores que detectamos este hecho científicamente, y que propugnamos que nuestra basura sea, bien reciclada eso sí, el alimento de los pobres de Sudán o del Congo, hombres sin derecho a malgastar, a ensuciar.
El cupo esta cerrado. Así la ciencia no cuestiona a Adam Smith ni a David Ricardo por poner las bases del capitalismo moderno; ni la ideología a Marx y Lenin por lanzar la idea del Estado ideológico. Pocos economistas se definirían como "anticlásicos", y pocos ideólogos como “antiprogresistas”. Esta misma ciencia no pone en solfa a Charles Darwin por enseñarnos el camino de la "selección natural" y la "adaptación al medio" que hoy presenciamos con asombro. Nadie se definiría como Hegel tenía razón. Por ello, el laboratorio dice con ello que el mundo se transformará, cuando no se destruirá, y la política utilizará el "miedo medioambiental" como gancho en sus programas electorales, como excusa de sus defectos ejecutivos y legislativos, y como nueva fuente de financiación. La empresa y la fábrica son los enemigos, pero el consumo el factor de progreso. La contradicción nos persigue.
El hombre de la calle sabe que su mundo tiene fin, cuando no puede afrontar la subida de la inflación, y ni el científico ni el político, como ya advirtió Weber, parecen darse cuenta de un "viejo proletariado" convertido en "nuevo mileurista". La civilización corre peligro, y no solo por la subida de las temperaturas.
b) La "interrupción voluntaria" de la naturaleza.
Los voceros, políticos y científicos del "cambio climático" terminan sus frases grandilocuentes con la siguiente frase lapidaria: "dejemos a nuestro hijos un mundo mejor". ¿Pero cuál?, ¿este que denunciamos como injusto y contaminado?, ¿un mundo propio de la "feliz prehistoria", bien limpio de creencias religiosas, sociedades tradicionales, y de regímenes que hoy consideraríamos autoritarios?, ¿o quizás un mundo que sólo existe en nuestra imaginación?, o ¿quizá el de los malogrados Campanella o Moro?. Pero unas cuantas frases nos adentrarán en respuestas aún sin plantear. ¿Cuantos de nuestros hijos, conocen la vida salvaje y natural, cuantos han conocido un animal fuera del zoológico o de los documentales televisivos, cuantos conocen las tradiciones del campo y de la huerta, cuantos han trabajado la tierra o saben que es exactamente una "simple gallina de corral?. ¿Y cuantos de nosotros van a trabajar en la huerta para que no se pierda, o limpiará los montes para que no se incendien, o recuperara las tradiciones ancestrales para eliminar la contaminación, o "hará el pan con sus manos y en su horno"?.
Y hechos aún más simples deberían hacer reflexionar al investigador profesional Hacemos deporte en gimnasios y centros deportivos construidos con hormigón y provistos de energía. La vida sana bajo cuatro paredes "contaminantes". Iremos al trabajo por un carril-bici de asfalto o un tranvía, donde antes habían "cuatro matojos". Tomamos productos de soja enlatados o embotellados. La vida sana enlatada. Tomamos productos del campo recogidos por inmigrantes que no llegan ni al salario mínimo. La huerta en casa, sin doblarse la espalda. Gastaremos 300.000.000 de euros en "aplazar seis años" un "irreversible cambio climático" (véase el Panel Científico de 2007). La eficiencia de recursos no llegará, si no es por caridad, al Tercer mundo.
La hipocresía nos acompañará. Preguntas y respuestas que muestran la tendencia de nuestra época, el signo de nuestra crisis civilizatoria: aplicamos a la naturaleza "la interrupción voluntaria" de su devenir y de su existencia. No hay tiempo para mantener, ni criar, ni alimentar a la "madre tierra". Lo experiencia con nuestras crías nonatas o con nuestras abuelas abandonadas nos sirve para las crías y madres del resto de especies del planeta. La historia vuelve a ser maestra. Cuando veamos a un oso polar buscando su salvación en medio del Ártico, como diría el profeta que en que hemos convertido a Darwin: "adáptate o evoluciona, si quieres sobrevivir". Si ese Oso tuviera "derechos objetivos", exigiría la "muerte digna". Lástima, nunca nos escuchará.
c) El terrorista ambiental.
La crítica a la "mitificación del cambio climático" conduce, inevitablemente, como otros procesos desmitificadores, a la condena desde el "pensamiento correcto". Así ha sucedido en la historia. Antiecologista, antinaturalista, en suma, colaborador o presunto "terrorista ambiental", son los términos que sustituyen a los de siempre: pagano o mártir, ácrata o heterodoxo, crítico o disidente. Este terrorista es el que construye nuestra casa, el que asfalta nuestras carreteras, el que extrae los materiales para nuestras placas solares, el que extrae el petróleo para nuestra gasolina y nuestra ropa; nosotros, ¡nunca¡. La investigación y el debate mueren así en la descalificación; la enseñanza de nuestra historia no sirve para nada. La crisis medioambiental de nuestro mundo, provocada o natural, olvida las raíces de nuestra crisis de civilización. Ahora el cambio climático es el responsable del hambre y de los genocidios. Nos lavamos las manos. Luchamos contra la contaminación, pero nos negamos a modificar el sistema político y responsable de la misma. Simples parches. Intentaremos salvar a la humanidad del futuro "calentamiento global", con el "valioso precedente" de la "incapacidad" internacional de frenar el genocidio de Dafur o la represión en Birmania (y más vulgarmente, de impedir la escalada del precio de la vivienda, "bien de primera necesidad para millones de familias). Una gran lección para el mañana.
d) La ciudad ecológica. La nueva “Civitas” humana, sostenible y perfecta, se encuentra en los desiertos arábigos.
En Abu Dhabi, bajo la pluma de Norman Foster, una ciudad ecológica nace del dinero de los petrodólares “contaminantes”, y bajo el sol de varios árboles de diseño. Nada de CO2, de emisiones contaminantes, de basuras sin reciclar, de energías no alternativas; pero nada de vinculación con la tierra, de normas morales, de “trabajo manual” en el campo y en el taller. Los gremios desaparecieron con la Ley Le Chapelier (1795), y el “trabajo humano” se convierte en leyenda bajo la aspiración al “cursus honorum” (funcionario, burócrata, político, o simplemente, “meritorio”). Jardines en los techos de los edificios, contenedores de reciclaje en urbanizaciones inmensas, jardines donde antes había huerta, bicicletas donde antes había coches y hasta caballos, piscinas y no lagos, playas y no grandes costas vírgenes, yogures ecológicos y no comida natural, resorts y no cortijos o granjas, etc. Las soluciones “ecosociales” vuelven a ser otro negocio del sistema, con la publicidad moral, más bien el chantaje emocional de la “defensa del medio ambiente”; y la crisis de la humanidad, de Occidente, sigue sus pasos.
3. Conclusiones.
La crisis del humanismo
Estas son las soluciones de la Técnica y del Progreso. Aplicaremos numerosas medidas medioambientales, pero olvidaremos la responsabilidad cultural del hombre. Todos reclamamos derechos (a un aire puro, a la limitación del ruido, a una capa de ozono integra, a alimentos naturales), pero solo unos pocos asumen responsabilidades reales. La vinculación al medio ambiente se convierte en sentimental, paisajística, ideológica. Educaremos a nuestros hijos en el "verde valle", pero quizás pocos de ellos vivirán algún día en él. Eso si, solo a condición de que la casa tenga agua corriente, luz eléctrica, buenos accesos, mejores vistas, un supermercado cerca, y quizás, porche, piscina, y si se puede garaje para dos o más coches. Propugnamos la "sostenibilidad", pero veremos como los pueblos rurales se despueblan, los campos son recogidos por máquinas o por mano de obra barata, y se descalifican los trabajos manuales y agrarios. Todos queremos ser universitarios. Si no respetamos a nuestros mayores, a los desiguales o a nuestros propios vecinos, no parece viable el respeto a un árbol, a una rata, o a ese Oso polar, del que todos se compadecen, pero al que nadie ayuda en su travesía marina. Si no salimos en defensa de una inmigrante agredida, protagonista de la televisión convertida en “basura” ¿como defenderemos al lince ibérico en peligro de extinción?.
Todo parece una "ucronía", todo nos acerca al mundo feliz de. A. Huxley. Pero la verdadera lucha por el medio ambiente, parte, como veremos, de la previa salvación de una serie de valores de nuestra herencia grecorromana y judeocristiana, que hoy por hoy, no se enseña en las escuelas. Parte, pues, de un nuevo hombre, sabedor de sus límites, de sus tradiciones, de su “naturaleza de pecador”. Sólo reconociendo a sus antepasados como “ser histórico”, amando a su familia como “ser social”, sabiendo de sus límites como “ser cultural y espiritual”, se podrá evitar ese humanismo degradante para el hombre, que lo convierte en mero instrumento sexual y materialista, sin sentido de la historia y de la trascendencia. Ahí, solamente ahí, es donde se puede evitar que se forjen los verdaderos "terroristas ambientales" de hoy y de mañana.
[1] MAEZTU, Ramiro de: La crisis del humanismo. Los principios de autoridad, libertad y función a la luz de la guerra. Barcelona, Mineva, 1919. La primera edición en español fue publicada en Inglaterra como R. de Maeztu, Inglaterra en armas. Londres, Darling & son, 1916.
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