Uno de los defectos que más nos afean es el de estar ideologizados, que no es lo mismo que tener una ideología más o menos definida.
Una ideología es una deformación de toda la realidad a la luz de una Gran Idea cuya aplicación a manos de los puros que la profesan (el obrero, el ario, la mujer, el indígena, etc) nos traerá supuestamente la Justicia definitiva; y el ideologizado actúa en nombre de esos puros y, bendecido por Ella, embebido de Ella, salva a los buenos y condena a los malos. Cristo, que nos conocía bien sabía bien las ganas que tienen los que se creen puros de salvar y condenar, decía que no habría juicio definitivo hasta el fin de los tiempos; pero el ideologizado tiene soberbia, hiperlegitimidad y prisa, así que adelanta ese Juicio Final y lo celebra a cada momento, cada vez que habla y actúa y vota: si no crees en la lucha de clases, eres un explotador; si no crees en el cambio climático, un contaminador; si no crees en el heteropatriarcado, un machista; si no crees en la diversidad sexual, un homófobo, tránsfobo y nosecuantófobo; si no crees en la igualdad de hombres y animales, mereces que te coman en lonchas, para que aprendas, etc.
Quien sufra en el trabajo o en casa a un ideologizado que interpreta en función de la Gran Idea cosas tan de todos y tan poco ideológicas como el amor, la familia, la amistad, el turismo, el tiempo atmosférico, la Navidad, la carne, la segunda vivienda, el turismo, etc, sabrá de qué torturador estoy hablando. Todos esos temas y asuntos en los que los demás nos desenvolvemos guiándonos por la tradición, la religión, la naturaleza o simplemente el gusto propio, el ideologizado los zanja a partir de la Gran Idea. El ideologizado es un pelmazo. Es simple y maniqueo. Para él, la disidencia no es más que el disfraz de los malos o, en el mejor de los casos, de los tontos.
El gran pecado del ideologizado consiste en disfrazar de amor a la justicia su odio a la libertad de los demás; él quiere que pensemos, sintamos y actuemos como dicta la Gran Idea que a él lo carga de razón y legitimidad; y, con tal de implantarla, es capaz de cualquier barbaridad: despojar de su perro a un vagabundo, rasgar a cuchillazos La Venus del Espejo, quitarle a la calle el nombre de quien luchó en el bando equivocado, derribar una cruz o un Buda gigante, interrumpir una misa o matar a sus feligreses, y un feo etcétera. Y, encima, por hacer todo eso, se cree más bueno y coherente que los demás.
Si algún pecado Cristo denuesta con más vituperios es el de la hipocresía, entendida como la superioridad moral de unos puros que se creen con derecho a condenar a los demás y a cometer todos los pecados que haga falta en nombre del Gran Bien, de la Gran Idea, de la Justicia Definitiva que urge implantar contra todos los que no piensan como él.
En el tiempo de la «noche del mundo» prevalecen, como horizonte único, visiones del ser instaladas en un realismo ingenuo y anegado de altas dosis ideológicas, que disuelven lo posible en lo existente. La ontología impuesta, la funcional a la clase dominante, está centrada en la intransformabilidad del orden de las cosas y, al mismo tiempo, en el primado del hacer técnico, que instrumentaliza los entes con vistas al aumento infinito de la voluntad de poder.
La metáfora de la caverna de Platón es la imagen por antonomasia de la emancipación del género humano. En ella verdad y libertad, contemplación y acción van indisolublemente unidas, pues la conversión al cielo de las ideas implica la exigencia política de que el filósofo baje otra vez a la caverna para liberar a sus conciudadanos. La actitud filosófica es así la propuesta de una alteridad dignificadora que denuncia la injusticia del estado de cosas existente con miras a su transformación. Frente a esta, otra metáfora, la jaula de hierro de Max Weber, se alza como paradigma de la imposibilidad de trascender todo horizonte presente; contra el encantamiento utópico de la fuerza transformadora, el desencanto nihilista que culmina en la figura, hoy hegemónica, de soportar el mundo con cínica resignación.
Este libro invita a construir una razón utópica capaz de vencer a la ideología que entroniza lo existente, esto es, el mercado global transfigurado en jaula de hierro. Bebiendo en las fuentes del idealismo alemán, sobre todo en Fichte, donde halla la inspiración para una filosofía de la acción, y ahondando esta idea de la mano de Marx, Gramsci, Bloch o Gentile, Diego Fusaro plantea una alternativa acuciante: idealismo o barbarie. Ante la apología del fatalismo imperante, el programa de una nueva filosofía de la praxis —que atribuye la primacía ontológica al sujeto que se objetiva en la temporalidad histórica— exhorta a despertar del sueño dogmático de la apraxia contemporánea y de la pesadilla posmoderna del final de la historia.
Como hemos intentado mostrar en Idealismo o barbarie (Ed. esp. 2018), la primera revolución consiste en el cambio del marco ontológico de referencia y, específicamente, en la variación del coeficiente de inevitabilidad. A la mística de la necesidad y al absolutismo de la realidad dada, o sea los dos principios ontológicos sobre los que se funda la hegemonía del polo dominante (según el teorema del there is no alternative), es necesario contraponer una ontología de la posibilidad histórica. Esta última debe estar basada en una concepción del ser no como un datum inmodificable, sino como historia y posibilidad, por lo tanto susceptible de transformación mediante el proceso de la praxis subjetiva organizada colectivamente.
De conformidad con la ontología sujeto-objetiva teorizada por el idealismo clásico alemán, el Objeto, lejos de ser res separata a la que el Sujeto debe adaptarse (adaequatio rei et intellectus), está siempre mediado por el Sujeto mismo: fatum non datur. Con la sintaxis hegeliana, es necesario pensar die Substanz als Subjekt, («la Sustancia como Sujeto«), el ser como mediado por el hacer subjetivo. En coherencia con estos fundamentos ontológicos generales, la realidad es un proceso en acto -con Hegel, Wirklichkeit y no Realität– y no coincide con aquello que simplemente “es”: más bien, es la suma de aquello que “es”, de lo que “ha sido” y de lo que, a partir de lo existente y de lo que ya ha sido, “podría ser”. Así, en lo que denominaríamos con Marx el presente «reino de los seres extraños a los que el hombre está subyugado», actuar significa apoyarse en la libre decisión de realizar las posibilidades inacabadas de la propia historia, transformando el pasado en yacimiento de virtualidades que pueden implementarse mediante el encuentro concreto entre la decisión anticipatoria y la praxis transformadora: con las palabras de Heidegger en Ser y Tiempo, «la decisión, que retorna sobre sí misma y se autotransmite, se convierte entonces en la repetición de una posibilidad de existencia transferida», revitalizada y puesta en tensión con el presente en el que se halla.
La repetición del pasado, en consecuencia, no es la ritual celebración de aquello que ya no existe, ni la estéril seducción ejercida por un pasado que se cree que puede volver como ya fue. Es, por el contrario, el gesto activo del transmitir y del rememorar las posibilidades preservadas en aquello que ha sido y que puede incubar múltiples posibilidades para el futuro: die Wiederholung ist die ausdrückliche Überlieferung, das heiBt der Rückgang in Möglichkeiten des dagewesenen Daseins, “la repetición es la transmisión explícita, esto es, el retorno a las posibilidades del ser-ahí-que-ha-sido-ahí”. De nuevo con la sintaxis de Heidegger, el Dasein (“ser ahí”) -tanto del individuo como de los pueblos- es síntesis de las tres dimensiones: del futuro del proyecto, del presente de la decisión y del pasado del origen. Y, recurriendo ahora a Hegel, es portador de la conciencia histórica y de la consciencia de la contradicción como raíz del ser.
Aún cuando sea diferente y, en ocasiones, inconmensurable respecto a la de Ser y Tiempo, la subjetividad puesta en cuestión por Hegel en las páginas de la Fenomenología del Espíritu tiene en común con aquella la temporalidad histórica en su triarticulación, asumida como fundamento mismo del ser en el mundo del hombre. El Sujeto hegeliano es, por su esencia, portador de una conciencia histórica progresiva. Conquista gradualmente la consciencia histórica de sí mismo como sujeto unitario, que se objetiva en la temporalidad según formas cada vez más racionales. Tales formas son, a su vez, concebidas en su auténtica naturaleza sujeto-objetiva de productos históricos, y no de talidad dada y presupuesta.
La concepción de la Sustancia como Sujeto, definida en la Fenomenología del Espíritu, implica que la Totalidad se dé como movimiento del propio desarrollo y que el Concepto se resuelva en la dinámica que lo hace volverse verdaderamente sí mismo; con la Fenomenología, «es el Espíritu mismo el que se mueve: él es el Sujeto del movimiento (er ist das Subjekt der Bewegung) y, a un tiempo, el movimiento mismo, es decir, la Sustancia a través de la cual pasa el Sujeto», que por tanto existe imprescindiblemente en la dimensión del tiempo y del devenir, o sea de su historia. Por eso, precisamente, el Espíritu es tiempo o, como precisa Hegel, erscheint der Geist notwendig in der Zeit, «el Espíritu se manifiesta necesariamente en el tiempo», como autoconciencia procesual y como una serie de objetivaciones prácticas.
Más allá de las evidentes diferencias, tanto el Dasein de Ser y Tiempo como el Sujeto comunitario de la Fenomenología del Espíritu, quedan igualmente “dados de baja” por la lógica de la flexibilización de las identidades coesencial al nuevo espíritu del sistema de las necesidades deseticizado y absoluto. El homo instabilis, cooriginario respecto al nuevo perfil antropológico precarizado, no puede decidir libremente puesto que, cada vez de forma más ostensible, figura como un peón externo y dirigido, considerado del mismo modo que todas las demás mercancías on demand. No tiene, hegelianamente, conciencia histórica y eticidad comunitaria, ni, heideggerianamente, temporalidad proyectual y rememorante. No puede disfrutar de una libre proyectualidad ek-statica dirigida al futuro, condenado como está a la vida precaria que, por su esencia, niega el fundamento mismo de la ek-sistencia como reivindicado trascendimiento del presente para alcanzar futuros deseados.
En fin, el homo instabilis posmoderno se ve privado de la memoria mnéstica y del propio arraigo histórico. La movilidad absoluta a la que está condenado lo vuelve desarraigado y desterritorializado, proyectado en la pura inmanencia ahistórica y aprospectiva del eterno presente flexible, del que es habitante nómada e inestable. Viene así deconstruida una de las bases fundamentales del Dasein, sea individual o colectivo.
El «yo global» del homo instabilis, privado de memoria y de tradición, queda por eso mismo mutilado de alma, si damos por cierto, como San Agustín afirma en sus Confesiones, que sedis animi est in memoria. Al mismo tiempo, se disuelve la esfera de la prospectiva y la dimensión mnéstica, es decir, la capacidad de rememorar la tradición e inspirarse en ella en clave proyectual («el yo es memoria«, recordaba Hegel). Sobrevive solamente la mens instans, como lo llamaba Leibniz, la «mente instantánea» incapaz de rememorar y de proyectar, de pensar y de imaginar, enteramente absorbida en la inmanencia cosificada del cálculo y del know how. La construcción de las identidades de los individuos y de las comunidades se sustenta siempre sobre la estratificación de las experiencias, sobre su sedimentación en la forma de la memoria. No existe identidad cultural en ausencia de memoria histórica. El hombre desarraigado se ve privado de conciencia histórica y vive, con una necesaria falsa conciencia, el tiempo de la acumulación flexible como destino natural y eterno. “La ahistoricidad de la conciencia es la mensajera de un estado estático de la realidad”, como señalara Adorno.
La planificación ek-sistente desaparece y, con ella, es negado por la barbarie tecno-nihilista el humanismo de la civilización clásica, expresado, por ejemplo, en el Brutus (§ 257) de Cicerón: non quantum quisque prosit, sed quanti quisque sit poderandum est.
Se trata, mutatis mutandis, de la misma distinción establecida por Kant, en la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), entre precio y dignidad: aquello que tiene precio -explica Kant– puede ser intercambiado por su equivalente, mientras que lo que no tiene precio, al no tener equivalente, es aquello que posee sólo dignidad.
SON PURA MARICONIZACIÓN Y DESVIRTUACIÓN.... COLORETES Y LABIOS PINTADOS.
• Se presentó el cartel para la Semana Santa de Sevilla 2024, a cargo de SALUSTIANO GARCÍA.
• Se realizó en la sede de un banco, contó con Francisco Vélez, abogado y Presidente de las Hermandades y Cofradías de Sevilla –las que formalizaron el encargo–; y fue presidido por el alcalde sevillano del PP…
• Salustiano realizó un encomiable intento de blanqueamiento de su cartel, cuyos tintes subversivos son reconocibles hasta por el más tonto del lugar desde el primer vistazo.
• Lástima que el resto de su obra pictórica los confirme: niños en posiciones y actitudes MUY dudosas, acertadísimos para la mansión Epstein.
• Dudoso, precisamente, NO es el libro que lee el niño del último de los cuadros: ‘Las Once Mil Vergas’, de Guillaume Apollinaire –autor también del poema ‘La Sinagoga’–:
Este es el cartel que anuncia la Semana Santa en Sevilla. El autor afirma: “quise centrarme en su parte más luminosa, la Resurrección.”
¿A ti te parece que esta imagen evoca a nuestro Señor Jesucristo resucitado? ¿Te parece un cartel representativo de la Semana Santa o sencillamente… del artista que lo pintó?
No valoramos la calidad de la obra, abiertamente queremos denunciar que este cartel NO REPRESENTA el sentir ni la Tradición de los católicos, Iglesia de Cristo, y, por tanto, debe ser retirado.
Lleva tu indignación al Ayuntamiento de Sevilla y al Consejo de Hermandades firmando esta petición para que quiten este cartel cuanto antes.
La Semana Santa debe reflejar lo que le costó al Señor nuestra salvación. El dolor y el sacrificio. La humillación pública que padeció a cada paso hacia el calvario. Desde el primer insulto, bofetón, escupitajo, pasando por golpes, patadas, pedradas y desmedidos empujones hasta la flagelación y la corona de espinas. El martirio dolorosísimo que culminó en la Santa Cruz.
El esfuerzo demoledor que, por amor a todos nosotros tuvo que hacer Jesucristo – para restablecer nuestra comunión con el Padre – entregando su vida por el perdón de nuestros pecados y la salvación del ser humano, no se refleja en el cartel que anuncia la Semana Santa en Sevilla.
Por mucho que algunos se empeñen en hacernos olvidar la cruz para desviarnos del camino, nuestro corazón siempre estará en la luz y el amor de Cristo que nos ha enseñado con el ejemplo que NO HAY RESURRECCIÓN SIN CRUZ.
Juntos podemos conseguir que retiren este indigno cartel. No aceptes que tu sensibilidad católica, sea de nuevo herida y silenciada. El amor por nuestro Señor y su defensa, debe ser lo primero.
El papa Bergoglio quiere convertir a la Iglesia católica en un producto humano moderno sometido a una religiosidad puramente sentimental de donde se ha extirpado la teología.
El fuerte rechazo que está generando este cartel se asienta en razones objetivas, no meramente subjetivas, como si dijéramos que las personas que expresan su malestar lo hacen por ser unos reaccionarios retardatarios, pobres analfabetos cargados de prejuicios oscurantistas y podridos de homofobia y de malos sentimientos. No, ni el reduccionismo psicologista (el problema está en quien mira la obra) ni el reduccionismo sociologista (menuda panda de retrógrados) explican por sí solos la fuerte contestación que, desde distintos sectores sociales, ha recibido esta pintura. De hecho, la reacción impugnadora ha surgido indistintamente tanto en personas creyentes como en no creyentes, hombres y mujeres, niños o adultos, partidarias de una ideología política o de otra. Yo escribo, de hecho, desde un ateísmo esencial total, pero resulta que conozco un poco la doctrina católica y también controlo algo la historia del arte, pues mi profesión durante más de veinticinco años fue la de pintora.
Ahora bien, el Magisterio católico determina que la imagen verdadera de Cristo debe ser capaz de representar tanto su naturaleza divina como su naturaleza humana. Dicha característica queda dogmáticamente establecida en el Concilio de Calcedonia de 451: Cristo es "Perfectus Deus, perfectus homo". Cristo es Dios, segunda Persona de la Trinidad Beatísima y hombre perfecto (sin pecado original). Y el principio interpretativo de todo el catolicismo —también en las relaciones que secularmente establece entre el poder político y la Iglesia— es "Unión sin confusión, distinción sin separación": unión hipostática de las dos naturalezas (humana y divina) en la única persona del Hijo/Verbo eterno de Dios en Jesucristo. De manera que la resurrección de Cristo es la glorificación del cuerpo de Cristo o, como dice Santo Tomás, es la divinización del cuerpo de Cristo que conserva las heridas de la Pasión, pero que no está sometido a las limitaciones de la naturaleza humana. Así las cosas, no es que la imagen de Cristo resucitado esté fuertemente normativizada, es que, posiblemente, no encontremos otro caso parecido en la historia, pues la representación de María o de los santos no genera el problema de la divinidad.
¿O qué rayos pasa? ¿Es que todos los colectivos pueden quejarse menos los católicos? Porque ahora resulta que tenemos que tragar con la tendencia sentimentaloide, irracional, dogmática y rigorista del wokismo, que pone el acento en el ensalzamiento del victimismo, en la búsqueda constante de chivos expiatorios y en la exigencia a la sociedad y al Estado de reparaciones jurídicas y económicas por los agravios históricamente cometidos contra el colectivo al que se pertenece ¿y los católicos no pueden decir que esta pintura no representa ni la majestad ni la solemnidad que son consustanciales a Cristo resucitado? ¿De verdad alguien ve en esa pintura el cuerpo glorioso de Cristo? Porque a lo mejor lo que pasa es que, con tanto deísmo y tanta pachamama, ya no entendemos el trascendental significado que encierra esta verdad teologal.
Cristo dice: "Yo te creé, soy tu Señor y Rey. Tengo Mis propios derechos, y son superiores a los tuyos te guste o no".
Hoy en día es común escuchar continuamente sobre los derechos humanos. Se hace pompa y alarde de la necesidad de defender como un principio esencial de la sociedad los derechos humanos. Recordemos que fue fruto del espíritu filosófico del siglo XVIII, del liberalismo y enciclopedismo francés que surge la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, inspirada en la declaración de independencia estadounidense de 1776.
Más adelante, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera "distribuido, expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la condición política de los países o de los territorios". Cuando se dio la proclamación de los "Derechos Humanos", el 10 de Diciembre de 1948, se cumplió esta Palabra: "Los reyes de la tierra se sublevan, y los príncipes conspiran contra el Señor y contra su Cristo: 'Rompamos sus ataduras, librémonos de su yugo'. " (Salmo II, 2-3)
Dentro de este movimiento secular y revolucionario en que se ha vuelto inmersa la sociedad de los siglos XIX y XX, hemos asistido a un engrandecimiento de los derechos del hombre pero al mismo tiempo a un empequeñecimiento de los derechos de Dios, sino es que a su total censura y anulación. Así es, hoy es común hablar de la libertad de prensa, libertad de culto, de enseñanza; de matrimonio y divorcio civil; del estado laico y del pueblo soberano; de la conciencia libre del hombre y del derecho a expresar nuestra propia opinión; del derecho al aborto, al propio sexo o género decidiendo así por optar el ser bisexual, homosexual o lesbiana, incluso el reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales y su derecho a la adopción. El derecho a usar el condón o la pastilla del día siguiente para evitar embarazos no deseados, y un largo etcétera.
Pero la realidad de las cosas es que por encima de los derechos del hombre deben estar, guste o no, los derechos de Dios, que son precisamente aquellos derechos inherentes a Dios respecto a sus criaturas hechas a Su Imagen y Semejanza.
Los derechos de Dios tienen, por decirlo así, cuatro características:Son inalienables, es decir, no pueden ser enajenados por Dios, Fuente Suprema y Único Ser Necesario.
Son imprescriptibles, es decir, que subsisten en el tiempo y en la eternidad.
Son irrenunciables, que quiere decir que Dios no puede renunciar a que sus criaturas actúen y respeten sus Derechos Divinos.
Son indiscutibles, es decir, que por nuestra absoluta dependencia de Él en todo y por ser criaturas a Su Imagen y Semejanza, no podemos siquiera ponerlos en duda ni menos discutir sobre ellos.
Son perfectamente exigiblesdebido al poder coercitivo que Dios ejerce como Legislador Supremo de todos los hombres.
Además de lo anterior, los derechos de Dios son perfectamente exigibles, por cuanto al poder coercitivo que Dios ejerce como Legislador Supremo de todos los hombres.
Con el actual deterioro que vive la sociedad y dentro de un sinnúmero de falacias y errores que se propagan, el hombre de hoy en aras de hacer valer sus "derechos" viola sistemáticamente los Derechos Divinos. Hoy se habla mucho de democracia y soberanía, pero ni lo uno ni lo otro están debidamente fundados, pues la democracia ni en su esencia ni en su origen vienen de Dios, y el único soberano que existe es Dios, pues ni el pueblo ni el estado lo son.
Así pues, conviene repasar cuáles son los Derechos de Dios y que cada quien se atenga a las consecuencias de querer ignorarlos, suprimirlos o ajustarlos a la supuesta suprema voluntad del hombre, tal y como hoy en día hace la inmensa mayoría de los gobiernos.
Estos Derechos de Dios son los que deben regir por encima de los derechos humanos, pues no es el hombre el que debe rendirse culto a sí mismo, sino es a Dios a quien se debe tributar todo honor y toda gloria por parte de sus criaturas hechas a Su Imagen y Semejanza.
Pareciera esto fuerte, pero la realidad es que los enemigos de Dios hoy proclaman su triunfo, pero el rigor de la Justicia Divina los castigará y les hará recordar en el tiempo, para la historia y la eternidad, que sólo Él es el Señor, y a Él sólo se le ha de servir y amar por sobre todas las cosas.
Toda la Gloria, el Poder y el Reino sean dados a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, con la Bienaventurada Virgen María, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
Finalmente, conviene recordar cómo Su Santidad León XIII en su encíclica Tametsis Futura en el año 1900, de manera profética, señaló la importancia de hablar sobre los Derechos de Dios por encima de los derechos del Hombre. El Santo Padre León XIII decía al respecto:
"Ya ha oído hablar la muchedumbre durante bastante largo tiempo de lo que se llama los derechos del hombre; que oiga alguna vez hablar de los DERECHOS DE DIOS".
Los derechos de Dios:
Son inalienables, es decir, no pueden ser enajenados por Dios, Fuente Suprema y Único Ser Necesario.
Son imprescriptibles, es decir, que subsisten en el tiempo y en la eternidad.
Son irrenunciables, que quiere decir que Dios no puede renunciar a que sus criaturas actúen y respeten sus Derechos Divinos.
Finalmente, son indiscutibles, es decir, que por nuestra absoluta dependencia de Él en todo y por ser criaturas a Su Imagen y Semejanza, no podemos siquiera ponerlos en duda ni menos discutir sobre ellos.
Perfectamente exigibles debido al poder coercitivo que Dios ejerce como Legislador Supremo de todos los hombres.
«En realidad, el problema radical del universo está ya fundamentalmente resuelto y se apoya en la importante disyuntiva que jamás se había planteado a la libertad humana: con Dios o contra Dios. Esta es la elección que hoy planea sobre el destino de la humanidad».
EL PRIMER DERECHO DE DIOS/
LA PRIMERA OBLIGACIÓN DEL HOMBRE
"Ante Mí, los "derechos humanos" que tanto predican los masones NO SON SINO PRETENSIONES. Uno sólo de los Derechos que Yo tengo desde la Eternidad valen más que todas las declaraciones que dé el mundo." (Yahveh Dios)
Es bien sabido que Dios, en cuanto al hombre, solo tiene derechos, y es consecuencia de esto que el hombre, en cuanto a Dios, solo tenga obligaciones....
¿Y esto, por que? ¡Porque el Creador es Dios, y los creados somos nosotros!
Luego entonces, Dios puede disponer segun su criterio de sus creaciones, y nosotros, sus creaturas, debemos todo (en justicia), hasta el mismo ser a Dios...
Ahora bien: Dios, como es Dios, ¿a que tiene derecho, en primer lugar, de parte de sus creaciones?
Dios tiene derecho, antes que nada, a ser a ser AMADO por sus creaturas POR LO QUE ES en si mismo, y por lo que representa para sus creaciones...
¿Y que es Dios en si mismo? Dios es el ser que compendia y que es fuente de todos los bienes... ni más ni menos... Todo lo deseable (en cuanto a cosa buena para las finalidades propias del ser) nos viene de Dios, así que somos DEUDORES totales a Dios...
¿Y que significa esto para nosotros (si, nosotros: yo, tú, el, la ciudad entera, el continente entero... y aunque no quiera, la humanidad entera)?
Significa que a Dios le debemos EN JUSTICIA Y POR LO MENOS, AMOR POR LO QUE ES Y POR HABERNOS DADO LO QUE SOMOS (el ser y la existencia).
Asi que, en resumidas cuentas, a Dios le corresponde el amor, y la obediencia incondicional de sus creaciones, y a las creaturas, nos toca el deber de ser cumplir al menos con lo justo.
Amar (obedecer, seguir, corresponder) a quien nos amó primero.
Nuestro Señor Jesucristo, perfecto en sus razones y en la semántica de todas sus expresiones, utilizó el término “perdona nuestras deudas”, que señala el significado exacto de lo que realmente quiso decir, mismo que tiene dos tipos de dimensiones de infinito alcance:
La primera es, pedirle al Señor que nos absuelva totalmente de ambos delitos: pecado y pena, a efectos de la gracia de su redención; además de añadir una forma de reparación por éstas, mediante el compromiso de perdonar en igual forma la conducta del prójimo hacia nosotros: sea cuando nos hayan agraviado gravemente o por haber inadvertido cualquier gesto de generosidad con que los hallamos procurado.
Al Señor le debemos nuestra vida terrenal, de modo que siendo Él, dueño de nuestra vida, nadie puede atentar contra ella desde su concepción; pues gracias a la cual tenemos la oportunidad de conocerlo, amarlo y con nuestras acciones del día a día, hacernos dignos de una eternidad a su lado, considerando que las puertas del cielo ya han sido abiertas por la redención de Nuestro Señor Jesucristo.
A Dios le debemos el alimento y el vestido, porque aunque se compren con nuestra remuneración o sean procesadas por nuestras propias faenas; sus materias primas nacen de la tierra a la cual Dios le ha dado la fecundidad de generarlas, a fin de atender las necesidades del hombre, cosechando los productos del campo que le son necesarios; así como el proveerse de animales comestibles mamíferos y aves; además de la carne y frutos que surgen del vasto ámbito del mar para su sustento.
A Dios le debemos la cultura, la ciencia y la tecnología, porque el hombre a través de su razonamiento concedido, puede descubrir las maravillas de la naturaleza, industrializarlas y obtener beneficio de ellas.
A Dios le debemos nuestros talentos que nos permite servirle en la vida a través del servicio al prójimo, con el cual ganarnos el salario o remuneración cuando lo convertimos en una profesión u oficio para ganar el pan para nosotros y de nuestra familia.
Pero también tenemos deuda con Dios por mostrarle desatenciones: no saludarle al despertar o despedirnos al dormir, no rezarle siquiera una jaculatoria durante el día, menos aún compartirle nuestras alegrías y progresos.
A Dios le debemos los Mandamientos de su Ley y las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, que nos sirven de guía para hacer de esta vida un preludio de la vida eterna.
A Dios le debemos la Santa Misa y demás Sacramentos como canales de su gracia santificante y ayuda para no caer en las tentaciones. A Dios le debemos que nos haya dado a su propia Madre, como nuestra Madre Celestial: Abogada, Medianera, Auxilio (espiritual) y Socorro (material) para toda ocasión.
A Dios le debemos el haber sido elevados a ser sus hijos y herederos del cielo por medio de la Redención de Nuestro Señor Jesucristo que nos abrió el Paraíso de vida eterna con su crucifixión, muerte, y su resurrección.
De lo que se ha llamado derechos del hombre demasiadas cosas ha oído el pueblo; oiga alguna vez por fin, algo de los derechos de Dios. Que éste sea el tiempo más oportuno para ello lo indican el amor de muchos a las cosas de piedad recientemente despertado, como dijimos, y de un modo particular la devoción tan manifiesta a la persona del Redentor que hemos de legar, Dios mediante, al siglo venidero en prenda de mejores días. Pero como se trata de una cosa que no hay que esperar de otra parte a no ser de la gracia divina, unidos en afán y caridad instemos con súplicas fervientes a la misericordia del Todopoderoso, a fin de que no permita que perezcan aquellos a quienes libró con su preciosa sangre derramada, que mire propicio a la generación presente que mucho ciertamente delinquió, pero mucho también a su vez ha sufrido y muy ásperamente en expiación de su delito y que abrazando con benignidad a todos los hombres y pueblos, se acuerde de aquellas palabras suyas: Yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré todas las cosas a Mí (Juan 12, 32).
En prenda, pues, de los dones celestiales y en testimonio de Nuestra paternal benevolencia, os damos a vosotros, Venerables Hermanos, y al clero y pueblo vuestro, de todo corazón la Bendición Apostólica.
Dado en Roma en San Pedro,
el 1º de noviembre de 1900,
de Nuestro pontificado el vigésimo tercero. LEÓN XIII
1. Derecho a ser reconocido y a hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera, sin dar explicaciones a nadie.
2. Derecho a ser amado y alabado en todas y sobre todas las cosas, por ser quien ES y por ser el Creador, el Redentor y el Salvador.
3. Derecho a ser obedecido y servido antes que a cualquier otra autoridad por legítima que sea.
4. Derecho a ser obedecido, a exigir en conciencia el cumplimiento de su Santa Ley, ya sea Revelada, ya sea la misma Ley Natural.
5. Derecho al total e incondicional sometimiento de toda ley humana (civil o eclesial) a la Ley Eterna (escrita en los diez Mandamientos).
6. Derecho a recibir Culto público, cualquiera que sea el pueblo, el Estado o la Comunidad de Naciones. ¡Una política sin Dios es una gravísima injusticia de consecuencias inimaginables!
7. Derecho a que los actos humanos sean conformes no sólo a la Ley civil sino también a la Ley Moral (no confundiendo «legalidad» con «moralidad»).
8. Derecho a que se respete siempre la «libertad religiosa» bien entendida, o sea, la libertad de acción y de culto de la única religión verdadera; no como el el indiferentismo religioso o el falso ecumenismo, como si todas las religiones fueran iguales.
9. Derecho a repartir sus dones (naturales o sobrenaturales) conforme a su Divina Voluntad, sin acepción de personas.
10. Derecho a «tentar» (probar) al hombre a fin de probar su fidelidad, nunca por encima de sus fuerzas sino poniendo todos los medios a su alcance.
11. Derecho de soberanía, de legislar y de gobierno, a que se reconozca tanto la Soberanía del Estado (en el orden temporal) como la de la Iglesia (en el orden espiritual) y en consecuencia el derecho de la Esposa de Cristo a emitir siempre su «juicio moral», en razón del sentido ultimo del hombre (ciudadano) que es sobrenatural (cristiano). Cómo dijo Jesús: «Dad al César lo que es del César y Dios lo que es de Dios» (S. Mt. 21,22). Pero como el César no es Dios, entonces también el César debe dar a Dios lo que es de Dios.
12. Derecho a que se respete siempre la vida humana, desde el comienzo de su concepción hasta la muerte natural inclusive (no al aborto y a la eutanasia).
13. Derecho a exigir el «sacrificio» del acto de la fe en los Misterios de la Divina Revelación, que trascienden al alcance de la sola razón.
14.DIOS TIENE DERECHO DE SALVAR: Gracias al ejercicio del mismo es por el que todos aquellos que vienen a Jesucristo en arrepentimiento y fe reciben perdón y salvación: «Yo, yo soy el Señor, fuera de mí no hay ningún otro salvador.» (Isaías 43:11, NVI)
15. Derecho a darnos a la Santísima e Inmaculada Virgen María, Madre de Cristo, por Madre, Corredentora, Abogada, Modelo y Signo de predestinación.
16. Derecho a ser universalmente reconocido como «Rey de Reyes y Señor de Señores» (Apoc. 19,16). Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.
17. Derecho de juzgar, en fin, como Único Juez Soberano, a premiar o a castigar al hombre, en esta vida y en la otra (con el Cielo o con el Infierno) por toda la eternidad.
Lo que caracterizó a los profetas es que predicaron celosamente los derechos de Dios (siendo subsidiarios de los mismos los derechos humanos) y denunciaron invariablemente su desprecio por parte de los gobernantes y el pueblo. Algo que les costó la persecución e incluso la vida. Negar los derechos de Dios sobre nosotros es equivalente a negar la existencia de los nuestros; pues si alguna dignidad tenemos esta se debe a su imagen en nosotros. Que sigamos en sus pasos, en medio de esta generación negadora de los derechos de Dios.
DECLARACIÓN
DE LOS DERECHOS DE DIOS
☝
ART. 1. Dios tiene pleno derecho sobre el hombre creado a Su Imagen y Semejanza, para que dichas criaturas le rindan homenaje de adoración, gratitud, alabanza y goria que le son debidos.
ART. 2. Dios tiene derecho a nuestro total y absoluto sometimiento de índole personal y social a Sus Santos Mandamientos, de los cuales pedirá cuenta estricta, como Juez Supremo de todos los hombres.
ART. 3. Dios tiene derecho al total y absoluto sometimiento de nuestras leyes humanas a Su Ley Eterna, como fundamento esencial de aquéllas, sin la cual el derecho dejaría de existir.
ART. 4. Dios tiene derecho a ser reconocido por todas las naciones del mundo como Único Soberano y Supremo Juez de todos los hombres.
ART. 5. Dios tiene derecho a que los gobernantes de todas las naciones legislen y promulguen leyes que estén en perfecta armonía con la ley Eterna.
ART. 6. Dios tiene derecho a que se respete la vida humana en todas sus formas.
ART. 7. Dios tiene derecho a que Su Santísimo Nombre no se suprima de Constitución Política alguna (ni que se le ponga en los últimos renglones del preámbulo).
ART. 8. Dios tiene derecho a que se respeten los días festivos destinados a Su Culto Público.
ART. 9. Diostiene derecho a que se acate y se respete a la Santa Madre Iglesia Católica y Apostólica, fundada por Su Único Hijo Jesucristo.
ART. 10. Dios tiene derecho a que se le adore en la Sagrada Eucarlstía ,en la que está presente con Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
ART. 11. Dios tiene derecho a que no se desacralicen sus Templos ni se disponga de sus bienes.
ART. 12. Dios tiene derecho a que no se enseñen doctrinas falsas que ofendan Su Divindad.
ART. 13. Dios tiene derecho y mandato a que sólo se le adore a Él (“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”). Marcos 12:30, por cuanto, que Él es el Único Dios Verdadero en Tres Personas: Padre, Hjo y Espírltu Santo.
ART. 14. Dios tiene derecho a que como Fuente Suprema de toda autoridad, que sus hijos impidan la libertad para ofender Su Divlna Majestad, sea de palabra o por escrito.
ART. 15. Dios tiene derecho a que se prohíban los sacrilegios y profanaciones de sus Templos.
ART.16. Dios tiene derecho a que se prohíban injurias a Su Divina Majestad, así como a la Santísima Virgen y contra los santos, mediante películas blasfemas y libros heréticos.
ART. 17. Dios tiene derecho a que se hagan manifestaciones públicas de adoración, reparación y desagravio por tantas ofensas recibidas.
ART.18. Dios tiene derecho a que sus criaturas protesten ante las autoridades contra el divorcio, matrimonio civi, unión libre, aborto, exhibición de películas blasfemas, pornografía y demás formas de corrupción que existen hoy en día en la sociedad.
ART. 19. Dios tiene derecho a que los padres de familia e instituciones educativas enseñen el Catecismo de la Doctrina Cristiana.
ART. 20. Dios tiene derecho a que se mantenga la dignidad de la persona humana creada a Su Imagen y Semejanza, impidiendo la depravación mediante programas de televisión inmorales, periódicos, revistas, clonación, manipulación genética y demás actos tendientes a manipular en cualquiera de sus formas la vida humana para cualquier fin.
ART. 21. Dios tiene derecho a establecer en la tierra sobre todos y sobre todo el Reinado Social de Su Hijo Jesucristo, y que por cierto ya está a las puertas.
ART. 22. Dios tiene derecho a premiar a los hombres de buena voluntad que con amor cumplen Sus Mandamientos.
ART. 23. Dios tiene derecho a purificar y quebrantar a los hombres materialistas, inmorales, depravados, enemigos de lo bueno, amadores de los placeres, apóstatas, herejes, injustos, blasfemos, acumuladores de riqueza con el sudor del prójimo; en suma, quienes desobedecen Sus Santos Mandamientos y quienes legislan en contra de sus Leyes Divinas, fuente de todo derecho. Asimismo, Dios tiene derecho a permitir que haya en la tierra guerra, peste, enfermedades, gobiernos injustos que esclavicen, desastres, terremotos, inundaciones, maremotos, erupciones volcánicas, muertes violentas, etc. con objeto de que el hombre vuelva a Él y esté siempre preparado con santo temor cumpliendo Sus Leyes.
ART. 24. Los hombres y todas las criaturas tienen la obligación de hacer posible los derechos de Dios.
Imagínate a dos personas enfrente de una casa. Una de ellas dice: ‘Ésta es mi casa’. La otra pregunta: ‘¿Cómo así?’ El primero contesta: ‘Por tres razones: Yo la edifiqué, la pagué y vivo en ella’. Consideremos la primera razón de por qué le perteneces a Dios: La Creación. Hay quienes sostienen que procedemos de una ameba. El problema es que no saben decirnos de dónde viene la ameba. La Biblia afirma: «Y creó Dios al hombre a su imagen… varón y hembra los creó» (Génesis 1:27).
Hay muchos otros que sostienen que el origen de la tierra fue una increíble explosión, la llamada teoría del big bang. Pero si les refutaras diciendo: ‘El vehículo que conduces ahora es el resultado de una explosión en la fábrica de automóviles’, pensarían que estás loco. Si hay un producto, es porque alguien lo diseñó; si hay una creación, tiene que haber un Creador. Y puesto que Dios te hizo, tiene derechos sobre tu vida.
La Biblia dice: «¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios» (1 Corintios 6:19-20). Dios no sólo te creó, sino que te también te dio ciertos dones para que puedas cumplir Sus propósitos y darle gloria. Entonces, antes de que escriban tu esquela mortuoria, pregúntale a Dios para qué has nacido. A menos que cumplas el propósito para el que fuiste creado, no podrás llenar ese vacío interior que tiene la forma de Dios.
«…HABÉIS SIDO COMPRADOS POR PRECIO…» (1 Corintios 6:20)
El segundo derecho de Dios sobre tu vida se lo da el Calvario.
Se cuenta la historia de dos amigos que estudiaron la carrera de Derecho juntos. Uno llegó a ser juez, el otro violó la ley y acabo en el juzgado. ¿Y quién era el juez? Su amigo. ¿Cómo podía ser misericordioso y justo al mismo tiempo? Se quitó la toga de juez, se fue al banquillo del acusado y dijo: ‘No sólo soy amigo de este hombre; hoy soy su salvador. Pagaré todas sus deudas’. En la cruz, Dios tomó todos tus pecados y los puso en la cuenta de Jesús, y tomó toda la justicia de Cristo y la puso en tu cuenta. En el momento en que confías en Jesucristo como tu Salvador, ya no estás bajo la sentencia de muerte.
El valor de algo viene determinado por el precio que el comprador esté dispuesto a pagar. En el Calvario, Dios dijo: ‘Así es como te amo’. Y tu Creador se convirtió en tu Redentor. Como dice el himno: «El Creador del universo se hizo hombre y por el hombre se hizo maldición. Pagó la justicia de la ley con el precio más alto de su propia vida». Dios siempre eligió a algún hombre para cumplir Sus propósitos en la tierra. Para sacar a los israelitas de Egipto, usó a Moisés; para desafiar a los profetas de Baal, usó a Elías. Pero cuando se trató de nuestra salvación, Dios «vio que no había nadie y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese…» (Isaías 59:16). Lo bueno es que cuando Dios no pudo encontrar un hombre idóneo, Él mismo se hizo hombre, a fin de que nosotros que somos hijos de hombres llegáramos a ser hijos de Dios. ¡Qué impresionante!
«…GLORIFICAD, PUES, A DIOS EN VUESTRO CUERPO Y EN VUESTRO ESPÍRITU, LOS CUALES SON DE DIOS (1 Corintios 6:20)
Otro de los derechos de Dios sobre tu vida está basado en la consagración
No es ésta una palabra que oigamos mucho en nuestros días; significa «ser apartado para uso exclusivo de algo o alguien». Seguro que piensas: ‘Pero si yo tengo tantos defectos…’ Dios no está buscando perfección, sino disponibilidad.
La Biblia nos dice: «Porque todo sumo sacerdote [fue] escogido de entre los hombres…» (Hebreos 5:1).
Las personas a quienes Dios llama y usa son todas humanas y con ciertas imperfecciones. ¿Por qué va a llamar a Dios a alguien así? Porque de esa manera el escogido «…puede mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, puesto que él también está rodeado de debilidad» (Hebreos 5:2). Hay quien dice:
‘Mis padres quieren que vaya a un instituto bíblico para ser ministro del evangelio’. Lo bueno de esto es que allí se profundizará tu devoción a Cristo y aumentarás el conocimiento de la Palabra. Pero lo malo es que tus padres no pueden darte el llamado, ¡sólo Dios! «… Nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios…» (Hebreos 5:4).
Si no sabes de cierto si has sido llamado al ministerio cristiano, hay una clave: el fruto. Cuando se desató una polémica en el pueblo de Israel sobre quién debería estar en liderazgo, Dios le dijo a Moisés que eligiera a un hombre de cada una de las doce tribus. Luego colocaba la vara de esos hombres en el Arca del Pacto por la noche, y por la mañana aquél cuya vara había florecido era el escogido de Dios (Números 17:1-5, 8).
Leemos en la Biblia: «La dádiva del hombre le abre camino…» (Proverbios 18:16).
Cuando Dios te llama, abrirá puertas, te dará los contactos y te facilitará los recursos. Lo único que te pide es una vida consagrada a hacer Su voluntad.
VER+:
LOS DERECHOS DE DIOS: charla con la doctora ENELIA GRAJALES (Cap. 1)
"ELLOS CONOCEN LA DOCTRINA Y LA ESTÁN NEGANDO A PROPÓSITO"
Mayo 1988 a Diciembre 1989 - En su nuevo libro España, anestesiada sin percibirlo, amordazada sin quererlo, extraviada sin saberlo — La obra del PSOE, Denunciamos que el Partido Socialista Obrero Español está promoviendo una verdadera psicocirugía revolucionaria, cuya finalidad es hacer perder a la nación la identidad consigo misma. Para que una denuncia tan profunda y necesaria pueda llegar a todos los rincones de España.
"PSICOCIRUGIA" revolucionaria del PSOE, punta de lanza del socialismo internacional. En efecto, el carácter estratégico del consenso, tal como viene siendo manipulado en España, consiste en anestesiar completamente a las fuerzas vivas de la nación, dejándolas inertes frente a la ofensiva socialista, y en hacer que cierta opinión, llamada consensual, prevalezca. Cuando, de un modo general, las naciones modernas están siendo invitadas a caminar en un rumbo marcado por el mito del consenso, el mostrar lo que éste es realmente en la democracia consensual más característica de Europa.
Para Alfonso Guerra "la experiencia socialista española está sirviendo de guía y expectativa al socialismo internacional”.
La obra del PSOE: ¿un enigma indescifrable?
1 - Cinco años de Administración socialista: una reseña de hechos asombrosos que a primera vista parecen inconexos
a) Un cambio en las mentalidades
* Dos fenómenos convergentes y simultáneos: eclesiásticos obsesionados por cuestiones sociales, y políticos que quieren el "cambio de mentalidades".
* Tolerancia y reconciliación, dos palabras talismánicas de significado ambivalente que todos usan, pero que nadie explica.
b) Una nueva cultura
* Promoción de la así llamada cultura liberadora. Financiación y apoyo publicitario para obras teatrales obscenas y blasfemas como "Teledeum", "Visanteta de Favara", etc.
* La pornografía y la blasfemia invade los hogares, a través de la televisión estatal.
* Enigmática multiplicación de sacrilegios y profanaciones en toda nuestra geografía.
* En la era de la informática, la magia negra, la brujería y el satanismo empiezan a aparecer como componentes normales de una cultura liberadora.
c) Ataque a la familia
* Aprobación del aborto en condiciones tales que lo hacen prácticamente libre.
* Propaganda oficial de las tesis feministas, de los anticonceptivos, del nudismo y de la homosexualidad.
d) Demolición de la enseñanza tradicional
* La LODE, una grave amenaza sin precedentes para la escuela y la enseñanza religiosa.
* Escuelas tolerantes y pluralistas, que difunden la educación sexual. e) Relativización de la propiedad
* Un meticuloso y sutil programa de "relativización" y "desfundamentalización" de la propiedad privada.
* Cogestión en las empresas públicas como paso inicial de un amplio programa autogestionario.
* Una reforma agraria en marcha, en Andalucía, Extremadura y Aragón.
* Una política modernizarte: sacrificar la productividad en favor de lo "lúdico".
f) Una "renovación" de las instituciones
* La nueva Ley orgánica del Poder Judicial: una amenaza constante contra la independencia de la Justicia.
* Un partido internacionalista estimula un regionalismo disgregador y toma aires españolistas.
* Los republicanos de siempre aceptan la actual Monarquía: el PSOE es un ejemplo.
***
Esta misma España brilló durante el siglo XIX, cuando expulsamos de nuestras tierras las tropas revolucionarias y anticristianas de Napoleón, a quien asestamos así el duro y decisivo golpe que provocaría su derrota definitiva. Brilló también en las figuras de los grandes santos, predicadores y polemistas católicos, como San Antonio María Claret, el Beato Ezequiel Moreno y Díaz, el bienaventurado cardenal Marcelo Spínola y Maestre, e insignes sacerdotes como el venerable P. Francisco Javier Tarín, don Jaime Balmes y don Félix Sardá y Salvany, entre muchos otros.
No se piense que esa España — que el profeta Simeón amaría y bendeciría — entró poco después en una decadencia irreversible. Limitándonos siempre al campo eclesiástico, para no extendernos en esta evocación de tantos héroes de la Fe, mencionamos también a los 13 obispos mártires y a los 4.184 sacerdotes seculares, 2.363 religiosos y 283 religiosas que el comunismo sacrificó durante las convulsiones de la década de los 30. Esperamos firmemente que el número de mártires reconocidos por la Iglesia aumente de forma considerable cuando sean examinados los procesos correspondientes.
También en este siglo, dos cardenales, a quienes unía una fraternal amistad en Cristo, representaron luminosamente la España del sí y del no en una acción desarrollada por uno en las primeras décadas del siglo y continuada por el otro hasta la década de los 50. Son dos grandes españoles, héroes de la Fe, cuyos nombres están definitivamente escritos en las páginas de nuestra Historia: los Emmos. señores cardenales don Rafael Merry del Val y don Pedro Segura y Sáenz.
Ellos tuvieron que enfrentar el furor sonriente de una misma herejía que a lo largo de nuestro siglo ha tomado nombres diversos: modernismo, durante el pontificado de San Pío X, y progresismo, a partir del pontificado de Pío XII.
Héroes del principio de contradicción y heraldos de la consigna jacobea, “Vuestro modo de hablar sea sí, sí, no, no”, los dos grandes cardenales supieron combatir hasta el fin de sus vidas el sincretismo ecumenista — sobre todo en el campo filosófico y teológico, aunque también en el de las doctrinas socioeconómicas — diseminado por el modernismo y el progresismo en el mundo entero.
A todos los mártires y santos que se sacrificaron por la España católica, a los dos grandes cardenales, gloria del Sacro Colegio y del Episcopado en el siglo XX, cuyo recuerdo entrañable aún vive en el alma de innumerables españoles, los autores de este libro ruegan su intercesión para que España no pierda la identidad consigo misma, transformándose en una nación masificada, sin personalidad y arrastrada por medio de modernas técnicas de propaganda hacia donde la quieren llevar astutos manipuladores de opinión pública.
A esos insignes españoles el homenaje de profunda y devota admiración de los autores de este libro.
En un ambiente sociopolítico "aséptico" y "tranquilo" como el de un quirófano, el PSOE está llevando a cabo una tremenda operación revolucionaria.
Cuando termine, España estará irreconocible, según confiesan sin trapujos los proprios socialistas.
Durante quinientos años tuvimos como una de nuestras mayores glorias el que España, con el descubrimiento y la evangelización de América, se convirtiera en madre de naciones. Precisamente cuando nos acercamos al quinto centenario de esta epopeya civilizadora, se desata, ante la indiferencia casi general, una campaña denigrante — con participación de profesores de nuestras Universidades, la televisión estatal e incluso el tiranuelo del Caribe, Fidel Castro — en la cual se llega a calificar de genocidio la obra de nuestros mayores.
Con la transición y el socialismo, los índices de consumo de drogas y de delincuencia se han disparado a unos límites que sorprenden a toda Europa. Todos lo sabemos: la inseguridad nos envuelve, se blindan los bancos, las tiendas y las mismas casas particulares. Todo el mundo compra sistemas de alarma y hay coches que exhiben pegatinas destinadas a aplacar la rapacidad de los ladrones. No surge, sin embargo, un movimiento de opinión seriamente indignado que exija la identificación de las causas y de los responsables o la adopción perentoria de medidas eficaces. Nuestro pueblo, que siempre fue uno de los más vivaces y categóricos de Europa, se resigna hoy a coexistir normalmente con toda clase de atracadores, y frente a la despenalización de la tenencia de drogas para el consumo, se limita a rezongar.
En la década de los treinta, nuestro clero, que se manifestaba declaradamente anticomunista, levantó su voz de protesta ante la oleada de blasfemias y sacrilegios promovida por los marxistas. En coherencia con esa postura, un número impresionante de sacerdotes, religiosos y religiosas derramó generosamente su sangre por amor a Nuestro Señor Jesucristo y a la Iglesia.
Hoy, por el contrario, aunque no se puede decir que el comunismo en cuanto tal haya ganado terreno entre los católicos, sí se puede afirmar que el anticomunismo categórico ya no es mayoritario. En relación al comunismo, la generalidad de los españoles toma una actitud de displicencia inexplicable. Comentario análogo debe ser hecho sobre la atonía del clero y de los fieles ante lo que puede ser llamado sin exageración, terrorismo de blasfemias. ¿Existe algo más contradictorio que la indiferencia de un ministro de Jesucristo frente a los ultrajes públicos que se dirigen, casi a diario, contra su Dios y Señor?
Pero la extraña insensibilidad que se va adueñando de nuestro pueblo se manifiesta en cualquier terreno...
¿No hemos visto la indolencia con que reaccionaron tantos jueces, abogados y personas de todas las condiciones sujetas a un eventual litigio en los tribunales, al tomar conocimiento de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial, que hiere mortalmente las garantías de independencia de los magistrados?
En una España donde tanto se habla de derechos humanos, y en que la propaganda revolucionaria levanta clamores al menor rasguño sufrido por un terrorista al enfrentarse con las fuerzas del orden, ¿no acabó tolerándose la ley del aborto que significa la legalización de la matanza de inocentes? ¿No se van acostumbrando la mayoría de las autoridades eclesiásticas, los educadores religiosos y tantos padres de alumnos, a que el derecho a una auténtica educación católica de la juventud les sea arrebatado?
¿Han cambiado en dos o tres décadas los arraigados principios y convicciones de la inmensa mayoría católica de los españoles? No mucho. Y esto es precisamente lo que más llama la atención.
En la España de hoy coexisten con frecuencia las realidades más dignas de encomio con otras que las contradicen del modo más escandaloso.
En el telediario, por ejemplo, se verá a una niña sonriente, vestida de blanco, entregando flores a la Reina. El encuentro de la inocencia infantil con la gracia aristocrática de Su Majestad encantará y distenderá. Muchos pensarán entonces que no todas nuestras tradiciones han sido abandonadas y que todavía hay reservas de elevación, sensatez y bondad suficientes para mantener el equilibrio general. Sin embargo, la próxima escena puede ser la de traficantes vendiendo droga a la salida de un colegio, o alguna feminista que vocifera en contra de la situación de la mujer en cuanto esposa, madre y ama de casa.
Muchos telespectadores apreciarán los insignes valores de la primera escena y reprobarán la vulgaridad sórdida y corrosiva de las otras. No obstante, la contradicción no causa dolor ni suscita indignación.
Del mismo modo, en la vida cotidiana, los contrastes más chocantes parecen no herir la sensibilidad de incontables personas.
En un edificio dos homosexuales podrán ser vecinos de un matrimonio católico. Encontrándose en el ascensor intercambiarán fórmulas de cortesía, sólo porque el consenso oficial impide discriminaciones.
En otra familia podrá verse, en un mismo día, a uno de sus miembros asistiendo a las blasfemias de Teledeum, mientras otro va simplemente a una fiesta juvenil y un tercero puede estar haciendo la adoración nocturna.
Hay todavía entre nosotros suficiente fervor religioso, amor a las tradiciones y al austero esplendor de la liturgia católica, como para hacer de España, en la Semana Santa, el país de las grandes procesiones penitenciales. Pero esa fidelidad católica no se manifiesta decisivamente cuando — a veces en las mismas ciudades — un grupo cultural liberador como Els Comediants desarrolla, en las mismísimas calles por donde hace poco pasaron los Cristos crucificados y las Dolorosas, su farándula Dimonis, con toda una secuela de obscenidades e injurias a Dios, a la Santísima Virgen y a la Iglesia.
En una ciudad como Madrid, donde muchas señoras todavía no han renunciado a la españolísima costumbre de las peinetas de carey y las negras mantillas de encaje para ciertas ceremonias religiosas o sociales, y en donde se aprecia aún el hidalgo donaire del protocolo para la presentación de credenciales de los embajadores en el Palacio de Oriente, el Ayuntamiento ha realizado ya la segunda Semana del Erotismo. En su inauguración, modelos masculinos y femeninos se exhibían en prendas interiores ante una numerosa asistencia de jóvenes de ambos sexos, excitados y soeces, mientras el consejero municipal de Cultura leía un cuento erótico e incitaba a los presentes a desnudarse.
Todo ello convive dentro de una relativa normalidad, bajo la presidencia de un Gobierno que, a pesar de socialista, no muestra prisa en extirpar el capitalismo; que dialoga con unos organismos eclesiásticos — los cuales no parecen extrañarse demasiado con lo que pasa — y con una oposición que muchas veces no se sabe exactamente en qué se diferencia del partido gobernante en sus soluciones a corto plazo.
Volvamos a nuestra comparación con los coches de choque. ¿Cuál es el factor que — a la manera de los bordes de goma que amortiguan la fuerza de los golpes — impide que el creciente caos despreocupado que se refleja en los ejemplos precedentes produzca las reacciones naturales?
Se trata de un fenómeno psicológico singular, especialmente sorprendente si se toman en consideración las características peculiares de nuestro temperamento; es un estado de apatía que se manifiesta en un número cada vez mayor de personas, en relación a un número cada vez mayor de temas y afecta profundamente la vida nacional, desconcertando a los más diversos observadores*.
* Julián Marías escribió, por ejemplo:“La pasividad inducida por la propaganda en el cuerpo social lleva a un estado de anestesia que permite la manipulación y suprime los reflejos y, lo que es peor, el ejercicio de la inteligencia y la voluntad” (''ABC”, 10-3-1985). Y, posteriormente:
“Está en curso una operación en gran escala que podríamos llamar la anestesia de la sociedad española” (“ABC”, 7-11-1986).
Comentando las reacciones frente a la política del PSOE, Alejandro Muñoz Alonso, señaló también:
“lo más grave es la indolencia y la pasividad con que se responde a la intoxicación y manipulación sistemáticas” (“ABC”, 15-10-1986).
Luis Apostúa destacó a su vez “una especie de anestesia social” (“Ya”, 31-12-1986).
Refiriéndose a la actual apatía un calificado estudio afirma: “Los españoles pasan menos que los otros europeos por una serie de sentimientos y estados psicológicos, les ocurren menos cosas, parecen tener una menor vivacidad psicológica (...) Esta menor vivacidad, este cierto apagamiento vital (...) puede parecer extraño cuando se considera el bullicio y expresividad de nuestra vida de relaciones y de nuestras manifestaciones externas, visibles en las reuniones, en la calle y en otros lugares públicos” (Francisco Andrés Orizo, España entre la apatía y el cambio social. Una encuesta sobre el sistema europeo de valores: el caso español en “Comentario Sociológico”, enero-junio de 1985, pp. 186-187).
Apatía — del griego a, privación, y pathos pasión, sentimiento, emoción — significa impasibilidad del ánimo, ausencia de afectos y pasiones [1].
Cada vez hay más españoles apáticos, es decir, impasibles o insensibles frente a las contradicciones, a los absurdos instalados como hechos normales, a las amenazas que se levantan contra sus más arraigadas convicciones e incluso contra sus intereses individuales, por los cuales algunos habían sacrificado esas mismas convicciones.
Tal apatía hace soportable el dolor que causan normalmente al hombre la confusión, el caos y las amenazas. Permite así que la disgregación avance sin traumas, lo cual a su vez tiende a aumentar la apatía. Pues entendiendo cada vez menos el hilo de los acontecimientos, las personas se van desinteresando de los grandes problemas nacionales y abandonan toda idea de reacción. “Esto es un caos”, “ya no hay quien entienda nada” son frases que se escuchan a menudo.
¿Serán susceptibles de un estudio más detallado las características de un fenómeno tan sutil como el que acabamos de enunciar?
¿Cómo se ha difundido entre nosotros esta misteriosa apatía que penetró en tantos espíritus como la nube radiactiva de Chernobyl en los cielos de Europa?
¿Cuáles son los riesgos a que está sujeta una nación trabajada por este fenómeno? ¿Puede esta apatía ser manipulada para producir inesperadas transformaciones que cambien radicalmente la fisonomía de España? Nadie podrá negar la conveniencia de buscar una respuesta a tales cuestiones.
Más aún. Al problema de la apatía pública se añade otro todavía más grave. Nos acercamos aquí al tema central de este libro:
los más altos dirigentes socialistas han confesado, de un modo u otro, que el PSOE tiene el proyecto de revolucionar a España desde sus cimientos [2]. De hecho, lo está llevando a cabo intensamente, aunque mediante vías y métodos nuevos cuyas características desconciertan a quien se quedó con la imagen marxista clásica del socialismo tal como éste se mostró, por ejemplo, durante la II República. Sobre esta neorrevolución socialista sui géneris —con trazos principalmente psicológicos y culturales — uno de sus líderes llegó a decir que es “asombrosa” [3]. Y efectivamente lo es, como asombrosa resulta también la apatía que se va adueñando de la nación.
¿Existe alguna relación entre la asombrosa abulia pública y la neorrevolución “asombrosa”?
Creemos que sí. En efecto, el análisis de las tendencias, ideas y hechos del momento presente nos lleva a afirmar que sin esta extraña insensibilidad popular, no sería posible la radical transformación socialista en curso. Esta neorrevolución no sólo vive de la apatía sino que, al mismo tiempo, la alimenta y profundiza. Y en esto presenta una nota de originalidad: todas las revoluciones anteriores eran desencadenadas mediante una excitación previa de la opinión pública. Esta neorrevolución, sin embargo, no busca agitar a las masas para alcanzar sus objetivos, sino que se aprovecha de la apatía y la difunde.
Así, sin traumas ni dolores, España está siendo llevada a perder la identidad consigo misma.
Para denunciar esta situación, cuya mayor dramaticidad está precisamente en que se desarrolla sin dramas, hemos escrito este libro.
Notas
[1] Cfr. Enciclopedia Universal Ilustrada, Espasa-Calpe Editores, t. 5.
[2] Cfr. capitulo 5, ítem I.
[3] Declaraciones de Alfonso Guerra a "Diario 16", 5-7-85.
Nos quieren ocupados y preocupados en tonterías...
JesuCristo, Hosana en el Cielo, Bendito el que viene en Nombre Del Señor, Hosana en el Cielo
ORACIÓN A LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS
Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Que la Madre de todos los Pueblos, La Santísima Virgen María, sea nuestra Abogada. Amén
ORACIÓN DE APOYO PARA LA CONSAGRACIÓN DE MIS REDES SOCIALES A SAN JOSÉ, TERROR DE LOS DEMONIOS
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
ARMADURA DE DIOS
ESPADA DE DIOS
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
"EL CRISTIANO HA NACIDO PARA LUCHAR": PAPA LEÓN XIII
“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. "La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”. S.S. León XIII, Papa
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
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LITURGIA DE LAS HORAS DEL DÍA
#YoTambiénSoyCristianoPerseguido
#NoEstánSolos: Ya estamos hartos de que los criminales exterminen a los cristianos solo por su fe. Ha llegado la hora de movilizarse y defenderlos. Basta de cobardía. Se valiente y osado frente a los asesinos y defiende con ardor tu fe y a los que son perseguidos por la horda. Coloca en tu página el símbolo creado por el movimiento en defensa de los cristianos perseguidos para la campaña mundial que se ha iniciado para que no nos olvidemos de todos aquellos que están siendo perseguidos y masacrados por ser cristianos. El símbolo del centro es la letra N del alfabeto árabe, con la que los yihadistas están marcando las casas de los Nazarenos, que es como ellos llaman a los cristianos. Juntos hagamos que no se olviden aquellos hermanos perseguidos en todo el mundo por amar a su Dios. #NoEstanSolos #PrayForthem #ن #YoTambiénSoyCristianoPerseguido #Iglesia #Kenya #Siria #Irak #Afganistán #ArabiaSaudí #Egipto #Irán #Libia #Nigeria #Pakistán #Somalia #Sudán #Yemen y otros...
EL SILENCIO CULPABLE
QUE LA LUZ BRILLE SOBRE TI, TIERRA FÉRTIL #SOSVENEZUELA
SOY VENEZOLANO, ESPAÑOL, HISPANOAMERICANO, HISPÁNICO, AMIGO Y HERMANO DEL MUNDO ENTERO
VENEZUELA UN PAÍS PARA QUERER Y PARA LUCHAR
“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
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"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
SI LOS MEDIOS CALLAN, EL PUEBLO GRITA...
PARROQUIA VIRTUAL (VIRTUAL CHURCH) EN FACEBOOK
FORO DE CRISTIAN@S CATÓLIC@S LAIC@S SEGLARES EN FACEBOOK
TELÉFONO DE LA ESPERANZA 902 500 002
Cuando existe la esperanza, todos los problemas son relativos
EL SENTIDO COMÚN ES IMPRESCINDIBLE PARA EL BIEN COMÚN Y PARTICULAR
SOMOS ANTI-OBSOLESCENCIA: NUESTRA CALIDAD TIENE VALOR
OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.