EL Rincón de Yanka: DISCERNIR

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jueves, 21 de agosto de 2025

LA VERDAD SOBRE EL CAMINO NEOCATECUMENAL (KIKOS) DEL SOBERBIO Y EGÓLATRA KIKO ARGÜELLO

La verdad sobre el 
Camino Neocatecumenal (KIKOS)

Cuando tenía dos años, mis padres entraron en el Camino Neocatecumenal. En 2003, con 13 años, me tocó formar parte. En 2007, con mis 18 pude salir y comencé a contar todo lo que me había pasado dentro del movimiento.
Escribí varias entradas en el blog que tenía entonces, luego me pasé a un WordPress y hace cinco o seis años hice una entrada muy completa en esta página.

A mediados de febrero de 2021, un intento de hackeo hizo que mi contenido desapareciera y la web se desconfigurase. Afortunadamente, he podido recuperar parte del contenido, aunque otra parte se ha perdido definitivamente.
Me hubiera resultado más cómodo no recuperar la entrada. Me habría evitado las amenazas que acostumbro a recibir, los intentos de hackeos y los insultos.

Pero, a la vez, siendo uno de los pocos contenidos críticos con el Camino que se pueden encontrar en la web, creo que es mi obligación estar aquí.
Ahora tengo 31 años, llevo fuera de casa y de las influencias del Camino desde que cumplí los 18, pero en todos estos años muchas y muchos de vosotros habéis compartido conmigo vuestra historia.
Así que recupero el contenido, de momento sin editar, que escribí hace varios años explicando qué es el Camino Neocatecumenal y por qué es una secta.

El paraguas de la Iglesia Católica

El Camino Neocatecumenal, como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, está reconocido como un movimiento interno de la Iglesia Católica. Si le dices a cualquier miembro que forma parte de una secta, es probable que sea lo primero que te diga.

No somos una secta. Nuestros estatutos fueron aprobados por el papa Juan Pablo II (te quiere todo el mundo) 

Tener el visto bueno del Catolicismo no implica que no cumplan todas las características para ser una secta y aquí te lo voy a explicar. Además, hay casos notables en los que se incumplen puntos claves de los estatutos del Camino (por ejemplo en lo referente al patrimonio).
Hay quien dice que la única diferencia entre una religión y una secta es el número de fieles pero podemos dar otras características. Siguiendo al sociólogo B. Wilson (1970) podemos aportar estos puntos clave.

Características de las sectas según Wilson

Esta parte la tenía separada por pestañas y es lo que he perdido. En cuánto tenga un rato lo desarrollo, dejo lo más importante.

Un acto voluntario

Este punto es muy importante. Mucha gente afirma que el Camino Neocatecumenal no es una secta porque nadie les ha obligado a estar dentro.
En realidad, a las sectas se entra por propia voluntad. Y también se puede salir, aunque conlleva una serie de consecuencias de las que hablaremos posteriormente.

Exclusividad

Una secta requiere dedicación exclusiva. En el Camino se van haciendo cada vez más celebraciones y actividades para que todo el ocio se produzca dentro del mismo.
También se intenta evitar las relaciones con miembros que no caminen y que cualquier evento social se realice con otros miembros casi en exclusiva.

Necesidad de méritos

Hay un sistema de pasos que van haciendo el Camino. Cada paso es una prueba o test de su adhesión al mismo. Cuánto más pasos hayas hecho, mejor será tu valoración interna.

Fuerte identidad personal y social

Sentimiento de superioridad y estatus de élite

Por supuesto, ellos son superiores al resto de las personas, que viven en la oscuridad. Son una élite de privilegiados que conseguirán la salvación y la vida eterna, una cuestión repetida en todas las sectas.
Además, suelen sentirse superiores al resto de los católicos por estar en el Camino.

Autolegitimación

Una secta comienza por ella misma como el Camino comenzó con la «visión» de la Virgen que tuvo Kiko Argüello. La visión, que ellos mismos han inventado, legitima todo el movimiento. Es común en todas las sectas.

Intransigencia moral y ética

Su doctrina es diferente a la de la religión, tienen celebraciones específicas y unos valores éticos muy marcados. No hay lugar para los grises. Existe el bien y el mal.
Y sus valores y ritos son el bien bendecido por Dios y el Espíritu Santo.

El aislamiento

Como en cualquier secta, una de sus características más importantes es el aislamiento. Aislarte de todos los que no comparten tu ideología es fundamental para evitar que te salgas.
Si solo te relacionas con personas que piensan de una forma, acabas viendo que se trata de lo normal.
En general, el aislamiento se consigue por distintas fórmulas bastante inocuas en un principio. Se trata de equilibrar el sentimiento de comunidad con la necesidad de conseguir nuevos miembros.
Si tienes un amigo, un familiar o una pareja que no pertenece al movimiento, primero te dirán que le invites a las catequesis (el proceso de inicio en el Camino). Si no quieren ir o acuden y descubren que no les interesa, entonces comenzará la presión para que abandones tu relación con esa persona.

En el caso de los amigos o la pareja sucede de forma mucho más evidente. Con la familia, pilar del cristianismo, de forma más velada. Puedes mantener la relación pero no puedes dejar que te influyan. La cantidad de actos también influye de forma libre para no dejarte tiempo libre para nada.
Como mínimo, dos días a la semana tienes una actividad, que en semanas fuertes pueden acabar siendo cinco o incluso todos. Incluso hay “pasos”, exámenes avanzados, que te requieren a diario, lo que hace imposible mantener otros hobbies o amistades reales y productivas.

Igualmente, te preparan para todo lo que pueda ser problemático con tu fe.

Por ejemplo, cuando los adolescentes comienzan a dar clase de filosofía los catequistas le llevan a unas charlas especiales en las que les dicen que no suspendan pero que sepan de antemano que todo es totalmente mentira. Antes de casarte, por supuesto, tienes que pedir permiso al catequista, igual que antes de cualquier decisión importante, volviéndote completamente dependiente de la dirección del Camino.

Te dejo un resumen del calendario habitual y el organigrama.

El Calendario Neocatecumenal
  • Eucaristía: Una vez a la semana, Similar a la misa, sábados por la noche para evitar el ocio.
  • Convivencia: Un domingo al mes durante todo el día para generar sensación de comunidad.
  • Convivencia de trasmisión de la fe: Un fin de semana al año completo en otoño para el lavado de cerebro general.
  • Paso: Fin de semana con carácter variable (anual, bianual). Prueba fuerte de adhesión.
  • Palabra: Semanal. Celebración para el estudio de la Biblia. Primero son términos, luego personajes, etc
  • Preparaciones: Cada celebración anterior requiere uno o dos días a la semana de reunión preparatoria.
  • Actos especiales: Celebraciones especiales. 4 días en Semana Santa, Pentecostés, varios en Navidad, etc.
  • Peregrinaciones: Viajes para ver a Kiko Argüello y/o al Papa por todo el mundo. Periódicos.
El organigrama

A continuación, os voy a explicar el organigrama de la organización a baja escala. Es probable que me falten miembros en los más altos escalones. Si alguien lo lee y puede ayudarme a completarlo lo agradeceré.

Primero explicar que en cada iglesia donde el Camino está presente hay una gran comunidad formada por pequeñas comunidades.
Cada comunidad corresponde a un curso que ha comenzado en un año determinado las catequesis, un proceso de charlas semanales antes de la conformación de la misma que se produce en un retiro de fin de semana.
Normalmente, las comunidades suelen perder con los años alrededor del 50 o el 70% de sus miembros. Cuando esto sucede se fusionan con otras comunidades que estén en el mismo paso o examen de adhesión.
Las comunidades se denominan a sí mismas por su antigüedad y la iglesia a la que pertenecen. Por ejemplo, la primera comunidad que se crea en la Catedral de la Almudena se llamaría la 1ª Comunidad de la Almudena. La del año siguiente sería la 2ª Comunidad de la Almudena y así sucesivamente. En unos años, es bastante probable que la 2ª y la 1ª terminaran siendo la 1ª comunidad.

Si alguien quiere pasar a otra Iglesia debe incorporarse a la comunidad que vaya por los mismos pasos que ellos.
Por ejemplo, mis padres pasaron de la 7º comunidad de una iglesia a la 3ª al cambiar de localidad. Por tanto, ser de la 1ª o la 9ª no supone tener un mayor prestigio.

El prestigio depende de los pasos que se hayan realizado y de si se ha acabado el Camino (ya hay comunidades que han terminado todo el proceso de pasos, que se culmina con un viaje a Israel).
Dentro de las comunidades los cargos se eligen mediante votación secreta. En un primer momento solo se elige al responsable de la comunidad. Posteriormente, y después de algunos pasos, se eligen a los demás.
Los salmistas (cantantes) y lectores se eligen después de que todos hayan cantado y leído y se pueda elegir a los que lo hacen mejor.
En el caso de los matrimonios, cargos como los de catequistas, responsables, misioneros o corresponsables son conjuntos, no para salmistas y lectores.
Los cargos se renuevan de forma anual, con lo que todo el mundo tiene algún cargo en algún momento y puede sentirse lo suficientemente importante.

Hay una fórmula, la cadena, para dar las noticias, en la que los miembros más implicados se encargan de llamar a los menos, de forma que toda la información siempre lleguen a cada uno de ellos. Imagino que, en la actualidad, utilizan grupos de Whatsapp.

Puestos del Camino Neocatecumenal
  • Los líderes: Kiko Argüello, Carmen Hernández (fallecida) y un cura italiano, Mario Pezzi.
  • Catequistas itinerantes: Se encargan de poner en marcha y dirigir las comunidades en lugares donde no los hay. En España suele haber un responsable provincial.
  • Catequistas: Toman el testigo de los itinerantes y se encargan de liderar una gran comunidad y evangelizar a los miembros así como responsabilizarse del proceso de los pasos.
  • Catequistas infantiles: Son los encargados de evangelizar a los más pequeños. Les llevan a excursiones a piscinas, parques infantiles, etc… y entre juegos les introducen en sus creencias. También se encargan de ellos durante las convivencias mensuales.
  • Responsable de Comunidad: Es el máximo responsable de cada pequeña comunidad y debe encargarse de que todo funcione perfectamente así como trasmitir las órdenes que le dan los catequistas. Gestiona el dinero de la comunidad.
  • Corresponsables: Ayudan a los responsables en su labor y toman responsabilidades cuando el responsable no está disponible.
  • Salmistas: Se encargan de cantar las canciones especiales que el Camino ha creado.
  • Lectores: Leen las lecturas de la Biblia.
  • Diáconos: Hasta donde sé, gestionan todo lo relacionado con la comunión, siendo los que dan el pan y el vino a los fieles en la eucaristía.
  • Misioneros y familias en misión: Se van sin nada a otros países como Japón, Perú o Casta Rica para mostrar el poder de Dios. En la actualidad el Camino se ha extendido por más de 120 países gracias a la labor de sus misioneros.
El dinero

Una de las relaciones más complejas del Camino Neocatecumenal la tienen con el dinero. El discurso oficial es que el dinero es basura y que no debería existir.
El dinero es tan basura, literalmente, que cada vez que lo necesitan para algo lo recogen en bolsas de basura. Es un rollo, “lo necesitamos, pero que no se note”.
(Con los años, he recibido comentarios de iglesias en los que no se hace en bolsas de basura y otras que sí. En mi experiencia se hacía así, pero no peudo garantizar que se haga tal cual en todo el mundo).

Para que se note que el dinero no es importante las aportaciones son siempre anónimas. Cuando vas, por ejemplo, a una convivencia de fin de semana y tienes que pagar el hotel te dicen el precio es de 50€, paga lo que puedas pagar.
La bolsa de basura se pasa entre los asistentes las veces necesarias hasta que termina saliendo el importe total -o cuando ellos dicen que ha salido-. Lo mismo cuando hay que pagar a niñeras, un vuelo de avión a Japón por más de 1000€ para una misionera con una hora de margen (experiencia propia) o algo similar.

Por supuesto, el dinero que se saca en cada ronda es completamente secreto, solo los responsables o los catequistas lo conocen.
Después de los segundos escrutinios, el tercer paso, los catecúmenos pagan diezmo. Ese dinero va -oficialmente- a un fondo para cubrir las distintas contingencias que pueda haber en la comunidad.

Si alguien es muy pobre y necesita ayuda se le devuelve su diezmo y si necesita más, se le da del aporte de todos. Así lo pueden justificar. Aunque hay que destacar que nadie sabe dónde va el sobrante, una cantidad que en muchas ocasiones es la totalidad del diezmo de todos los miembros ya que pedirlo de vuelta no está bien visto.

(Con los años, también he aprendido casos de responsables que se han comprado unifamiliares o han pagado universidades privadas y similares)
Otras veces, simplemente, piden dinero porque sí. Recuerdo una vez, cuando era bastante pequeño, que la responsable de la comunidad de mis padres, que terminó suicidándose sin razón aparente, pidió un millón de pesetas en una semana (aún no había llegado el euro). Así, porque sí.
Y, por supuesto, todos aportaron y lo pagaron. Aunque no sé cómo.

La culpa

¿Por qué la gente está dentro? Muy fácil. Por el sentimiento de culpa. Todo el Camino Neocatecumenal es un camino hacia la humildad, ante el reconocimiento de la propia fragilidad del hombre ante Dios.
Hablando en pagano, todo está enfocado para que reconozcas que eres un mierda y sin el apoyo constante de la comunidad no habrías conseguido seguir vivo sin caer en tus vicios. Vicios de todo tipo que pueden abarcar desde los afectos, las drogas, la masturbación, el egoísmo o la ira…
Por supuesto, no la falta de razonamiento o de personalidad. Alguna vez me dijeron, literalmente: “la razón es del Demonio”.

El Demonio, of course, es el que está detrás de todo. Y la sugestión crea dentro situaciones increíbles. En una ocasión dormí en una habitación durante una convivencia de fin de semana donde el “demonio” se apareció ahogó a un compañero y le amenazó:

Nos vas a poder conmigo
Satanás

Otra vez alguien me contó que presenció, a lo lejos, un delito muy grave y no pudo llamar a la policía. “Sé que el demonio existe porque me paralizó la mano mientras iba a coger el teléfono”.
Tener al demonio como excusa también es perfecto para crear dependencia e histeria colectiva. Y, por supuesto, los catequistas hacen lo posible por alimentarlo.
En el primer caso, por ejemplo, el sacerdote, también miembro del Camino, le comentó que no era la primera vez que el demonio se manifestaba en esa habitación. OK. Me lo imagino hablando con los catequistas (que realizan el reparto de habitaciones):

Vamos a meter a estos tres en una habitación satánica, why not?Cura a catequista en 2005 en El Puerto de Santa María (Cádiz)
Y puede que a ti te parezca increíble. Pero estás dentro de un grupo en el que parece lo más normal del mundo y donde todo el mundo asiente convencido. Si expresas tu duda, la presión del grupo te hará pensar que eres tú el que te estás equivocando.
Recuerdo en una ocasión, en una peregrinación en Ámsterdam en 2005 con Kiko Argüello, que un compañero me señalaba el estadio del Ajax, lleno de catecúmenos de toda Europa y me decía:

Mira, Pablo, tanta gente no puede estar equivocada.
Hermano catecúmeno

Mi compañero olvidaba que si la cuestión es cuantitativa, es el islam la religión con mayor número de adeptos y el millón de miembros del Camino no deja de ser anecdótico en comparación con otras sectas y religiones del mundo.

En las convivencias cuentas tu “experiencia”, tus miedos y tus pecados. Te ponen en círculo, como en una reunión de Alcohólicos Anónimos donde todo el mundo es igual y nadie está por encima del otro. Sin embargo, en lugar de utilizar esos datos –completamente confidenciales en un primer momento- para que te sientas apoyado lo utilizan para humillarte posteriormente.
¿Cuándo? Cuando ya llevas bastantes años en el Camino y te toca realizar los polémicos Segundos Escrutinios, el tercero de los pasos tras los Primeros y el Shemá.

En esos años te ha dado tiempo a contar todos tus secretos y vergüenzas. Los catequistas te llevan a un escenario, con otras comunidades de otras parroquias que se encuentran en el mismo paso. Escriben los nombres en un papel y lo meten en una bolsa.
Van sacando uno a uno. Y comienzan a humillarte. Tal cual. Tienes la oportunidad de hacerlo tú. Si no, esa gente en la que has confiado durante años comenzará a sacar a la luz tus secretos. Luego, tú harás lo propio en venganza. Al final, todos acabaréis humillados y soportando que sin Dios seríais las peores personas de la tierra, putas, yonkis o suicidas.
El paso se repite varios años hasta que la humillación es correcta y saben que tu dependencia es total. Es en ese momento cuando te piden el diezmo.

Sin embargo, el origen de la dependencia es anterior, no solo por el calendario que ya hemos comentado, sino por la primera gran prueba que debes hacer. Hablamos de los Primeros Escrutinios, que se realizan tras unos dos o tres años de camino. Donde yo me quedé.

La prueba es muy simple. Hay que demostrar la adhesión al movimiento.

¿Cómo?

Demostrando que Dios (aka la secta) es lo más importante para nosotros. Vendiendo lo que más nos guste y dando el dinero a los pobres. He visto gente vender su coche, su ordenador o sus joyas de oro (vengo de una ciudad muy kani).

No importa el valor concreto del objeto, lo único que importa es que sea lo que más te guste.

Una vez que te has desprendido de lo que más te gusta porque Dios (aka ellos) te lo pide, qué no harás cuando pasen unos años más y os vengan pidiendo una décima parte de tu sueldo. Pues ya sabes la respuesta.

(Aun así los segundos escrutinios es uno de los momentos en los que hay más bajas).

En este tipo de pasos la presión del grupo es también muy importante. Os voy a contar mi experiencia en los Primeros Escrutinios:​

Mis primeros escrutinios

Como muchos sabéis, tuve mi primera crisis de fe bastante temprano. Los dogmas de fe del catolicismo eran absurdos y los milagros del Camino tenían explicaciones científicas completamente coherentes. Unido a mi homosexualidad, no había razón por la que quisiera formar parte del movimiento.

Los catequistas, sin embargo, aconsejaron a mis padres que me siguieran obligando hasta que sus métodos de persuasión acabaran anulándome (pese a que el Camino es, oficialmente, algo completamente voluntario).
Una vez, incluso el sacerdote decidió desafiarme en público y callar mis dudas como escarmiento.
Lamentablemente para él, no tuvo forma de explicarme las contradicciones de la doctrina católica y se excusó diciendo que había que estudiar muchos años de teología para poder entender mis dudas y que me leyera un libro sobre la Sábana Santa, como si tuviera algo que ver o no existieran enigmas en el mundo que no estuvieran relacionados con su religión.

Así que, de pronto, me encontré en un hotel realizando, por obligación paterna, mi primer paso. Y llegó el momento cumbre, antes de un exorcismo grupal.
Como en todas los ritos y celebraciones del Camino Neocatecumenal nos encontrábamos sentados en círculo y debíamos comprometernos con la venta de lo que más quisiéramos para darle el dinero a los pobres. Era sencillo.
En el momento que decidías te ponías de pie y te comprometías públicamente con tus compañeros de comunidad, que posteriormente te presionarían para realizar la venta y la donación.

Yo tenía un amigo de mi edad que tampoco creía en el movimiento y al que su madre, vecina y de la misma comunidad de mis padres, también le obligaba a ir. Pasó algo menos de una hora y ya todos se habían comprometido, menos mi amigo y yo. Había un silencio sepulcral.
Todos nos miraban. Era domingo y no podíamos avanzar hasta que nos comprometiéramos.

Llevábamos en ese hotel desde el viernes por la tarde, sin hacer nada más que escuchar a los catequistas las 24 horas del día. Estábamos cansados y queríamos ir a casa, en otra localidad.
La presión del grupo pudo con mi amigo que se levantó y comprometió por salir del paso, pese a llevar tres años yendo, como yo, por obligación. En la actualidad tiene una pareja de su comunidad y camina (el verbo utilizado por los que están dentro de la secta) por gusto.
Yo era más cabezón que él y no pensaba comprometerme a algo que no quería hacer porque ese catequista que me miraba inquisitivamente hubiese dicho a mis padres que debían obligarme a estar allí. No tenía prisa. ​Peor para ellos.

Gané el pulso y mi libertad. Un par de horas después de presión grupal (igual fue menos pero lo recuerdo como interminable, todos en silencio, mirándome fijamente esperando que me levantara y me comprometiera y odiándome por no hacerlo) el catequista me dio permiso para abandonar el rito.
No podía estar presente en el exorcismo si no me había comprometido de antemano. De paso, me amenazó.

Citando un pasaje de la Biblia que no recuerdo, me contó que si contaba algo de lo que allí pasaba me pasaría algo peor que si me tiraban al mar con una piedra de molino, o algo similar. Aclaro (yo) que lo haría Dios, por supuesto, no él.
Según he leído después, se trata de una amenaza establecida por Kiko Argüello y conocida como el secreto de arcano para proteger el contenido de los pasos.

De momento, sigo en tierra firme y lo he contado en multitud de ocasiones, incluyendo el vídeo de Youtube por el que ocho años después (perdón por la calidad pero acababa de empezar la carrera y aún no sabía editar en condiciones), siguen llegándome todo tipo de amenazas de palizas y muerte, incluyendo algunas con tan poco sentido como «Jesucristo va a ir a por ti», como si el Jesucristo bíblico (he de confesar que personalmente no creo ni en el religioso ni el histórico) fuese un pandillero.

Machismo y sexo

Por supuesto, el Camino Neocatecumenal está formado por personas como tú y yo. Personas infelices con problemas en su vida. Sin embargo, están convencidos que son más felices que los demás porque han sido elegidos por Dios para ofrecer luz al mundo.
Ser un elegido no es fácil y requiere de grandes sacrificios, ya que son la última esperanza de la Iglesia.
Como prácticamente todo en la Iglesia Católica, el tufillo rancio y machista está por doquier. No quiero acabar este post interminable (perdón), sin mencionar la relación enfermiza que tienen con el sexo, siguiendo las normas sin sentido de la jerarquía eclesiástica.

En las familias del Camino, el marido es la persona más importante. De hecho, uno de los consejos más comunes que acostumbran a dar es que si solo hay un plato de comida en la mesa, esta no debe ser para los hijos pequeños -que sería lo obvio en cualquier familia normal- sino para el hombre, el encargado por Dios de proveer a la familia. (Aunque sea la mujer la que trabaje y el hombre esté en paro, por ejemplo)
El servicio de la mujer a su marido y su dependencia es total. Otro de los consejos que dan es que las mujeres no se estropeen con el tiempo, y se arreglen para ellos, siendo una de las obligaciones del matrimonio. Por supuesto, a ellos no le dicen nada. Y otra de las cuestiones más sangrantes tiene que ver con el sexo.

El sexo se realiza exclusivamente para la procreación, estando prohibidos los juegos preliminares y, atención, el orgasmo femenino, ya que no es imprescindible para la misma.
Por tanto, el hombre tiene a una mujer arreglada para él, sometida, a la que le puede meter la polla, correrse y tener su orgasmo, pero ​a la que no puede hacer disfrutar. Y a todo el mundo le parece normal.
El condón también está prohibido y por eso la gente suele conocer a familias de kikos con decenas de hijos. Lo que quizás no sabéis es que está prohibido en todos los casos.
Uno de los casos que más me impactó, cuando era bastante pequeño, era el de una familia en el que él era seropositivo, no sé si tenía VIH o ya había desarrollado SIDA, se casó y le dijeron que tenía que estar abierto a la vida. En aquella época los medicamentos no estaban tan avanzados como actualmente.

La conclusión fue que su mujer se contagió, varios de sus hijos también y conocí a una niña con cinco años a punto de morir. ​ Yo tendría siete u ocho, y le dije que a mi madre que la niña, que tenía su propio poni, me parecía que estaba completamente mimada.
Ella me respondió que le quedaban menos de dos meses de vida y me contó la historia. Dios no había querido curarla. Que se hiciera su voluntad.

Lo mismo ocurre con las cesáreas, llegando a ver gente que ha tenido cuatro cesáreas en sus partos, cuando no se recomienda tener más de una. Pero si Dios manda un hijo -que tu marido se corra en tu coño y tenga su orgasmo mientras tú te juegas la vida- bienvenido sea. ​
Por supuesto, el divorcio está prohibido, aún en los casos de violencia de género. Pegar a tu mujer o ser infiel no está bien, pero ​no es nada que los catequistas no puedan arreglar. Nada justifica el divorcio.

Los milagros

Muchos neocatecúmenos te dirán que han visto grandes milagros que le demuestran que Dios existe. Yo te recomiendo que les preguntes cuáles. En mi época en el camino hubo uno que se hizo especialmente popular en toda mi zona. Lo llamaban «el milagro de Alfonso».
Alfonso era un hombre que había desarrollado cáncer y se lo había tomado muy bien. Creía firmemente en Dios y pensaba que acabaría en el Cielo una vez fallecería. Los catecúmenos iban a verle al hospital y siempre volvían asombrados. Habían contemplado el milagro. Un milagro que era, exclusivamente, ver a un hombre aceptar su mortalidad. Algo que pensaban que solo podía pasar en el Camino y que demostraba que Dios lo había elegido.

En mi propia familia ocurrió otro milagro. En este caso a mi madre. Después de tenerme a mí y a mi hermano mayor, mi madre se pasó años queriendo tener otro hijo. Sin embargo, parecía imposible. Mi madre tenía un mioma uterino y según le dijo el médico, eso impedía su fertilidad en más de un 95%.
Mi madre se quedó embarazada dos veces más, demostrando que Dios hacía milagros. Ese % restante en el que entraba dentro de la estadística científica nunca contó para ella.
Lo que quiero decir con esto es que si quieres ver un milagro, lo ves. Si quieres ver a Dios en tu vida, lo ves. Solo tienes que creértelo. Y en creer los miembros del Camino tienen mucha experiencia.

Las víctimas

Con los años, he terminado conociendo a varias personas que pasaron por situaciones traumáticas como la mía con mi homosexualidad. Las víctimas del Camino Neocatecumenal se encuentran por millares y es fácil encontrárselas en lugares como mi antiguo blog, La verdad de los kikos o diversos foros de internet.
Las familias destrozadas son lo más habitual, los y las ex parejas que buscan respuestas o los padres que no saben por qué sus hijos han desaparecido. Una de las frases preferidas de mi madre es «el que obedece no se equivoca» y es lo que piensan muchos de los miembros del Camino. Con la obediencia ciega a sus catequistas, obsesionados con fortalecer sus comunidades, las víctimas crecen en los márgenes.

Yo he encontrado amigos que aún mantengo y hasta algún que otro trabajo ocasional de manos de otras de las víctimas. Y es que al final parece que la verdadera comunidad que se ayuda se encuentra fuera, donde la gente ha visto cómo este movimiento anula a las personas y destruye las familias que no consigue engullir.

Esta es mi pequeña y moderna aportación a todos aquellos que quieran saber algo más de lo que pasa dentro. Como dije al principio, puedo contar muchas más anécdotas y puede que haya muchas cosas que todavía se me escapan. Solo te diré una cosa: si ves a alguien con una palma colgada en su ventana que empieza a hablarte de Dios, estate alerta, torres más altas han caído.

Si quieres, he creado una página para las víctimas del Camino Neocatecumenal.


Por unanimidad, los académicos de Bellas Artes rubricaron un comunicado en el que consideran que las modificaciones en la decoración de la Catedral de la Almudena con motivo del matrimonio de S. A. R. el Príncipe de Asturias (consistentes en la colocación de una serie de pinturas y vidrieras sobre el presbiterio) «alteran de forma muy negativa la visión de la girola de la Catedral. Por ello, la Corporación deplora que los encargos realizados por el Cabildo para el ornato y decoración de interiores de un monumento arquitectónico tan significativo no se hayan hecho con el rigor y la exigencia profesional mínimamente necesarios». Los encargos fueron realizados a Kiko Argüello. ABC habló con diversos académicos de Bellas Artes, que confirman esta impresión.

No me gustan las pinturas de Kiko Argüello. Se ha intentado recrear un estilo desfasado y no encaja en la mentalidad actual. Por mucho que quiera recordarnos que los colores puedan ser picassianos o evocarnos a los de Matisse, esa decoración interior de la Almudena es anacrónica. De poca ventura buscando una especie de fluido gótico-bizantino. Esas pinturas no están hechas con el espíritu de esa época que buscaba retratar. Faltaba, precisamente, espíritu de lo bizantino y de lo gótico. Son, por supuesto, deplorables. A-fortunadamente, en los fotogramas que hemos visto de la boda o en la realización televisiva prácticamente no se apreciaron esas pinturas de Kiko Argüello. ¿Qué solución cabe? Someterlas a un velo tremendo. Tendríamos que buscar un método para velarlas, sin duda. Otro asunto es el de los tapices: creo que agobiaron el templo con tanto tapiz para tapar las capillas laterales. Mire, aquello es la locura. Cada uno ha pintado como ha querido. Es muy difícil crear clima en un templo que es producto del amor y del espíritu. Se ha pensado más en el ornamento, en la decoración, que en la aportación de la fe.

Me parece totalmente inadecuado y además en las catedrales góticas no se acostumbra a pintar ese interior. El estilo no le va para nada, no sé lo que han pretendido. No tiene nada que ver el bizantino con el lenguaje actual. ¿Cómo se podía haber hecho? No soy muy partidario de los concursos, porque antes los encargos se hacían a dedo y a veces acertaban. Es verdad que en un concurso se evita lo peor, pero también lo mejor. No sé qué se puede hacer y lo tendremos que soportar durante tiempo y tiempo... Además, con ese Cristo del XVII, es un contrasentido.

Pablo Herrera: ex adepto de Camino Neocatecumenal

ARGÜELLO, FUNDADOR DE "KIKOS" (NEOCATECUMENALES) 
DESEANDO MUERTE DE BXVI Y AGRADECIENDO A BERGOGLIO!

miércoles, 20 de agosto de 2025

LIBRO "DESINFORMACIÓN: EL PRECIO DE LA CONFIANZA": 👥 DESTAPA LAS NARRATIVAS FANGOSAS DEL PODER GLOBALISTA por PONCIANO RAMÍREZ

 
DESINFORMACIÓN: 
El Precio de la Confianza


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Nota al lector

Este libro reúne evidencias y reflexiones sobre la desinformación, recopiladas con rigor a partir de múltiples medios y fuentes públicas. Todas las referencias citadas han sido verificadas y se encuentran listadas al final del libro, incluyendo sus URL completas para facilitar su consulta. Sin embargo, debido a la naturaleza efímera del entorno digital, muchas de estas fuentes, aunque activas en el momento de su consulta, pueden no estar accesibles en el futuro. 

Algunos estudios, como los del Pew Research Center, indican que entre el 30% y el 40% de las páginas web creadas hace una década desaparecen por "decadencia digital", debido a enlaces rotos, cambios en la estructura de sitios web, caducidad de dominios o decisiones editoriales de retirar contenido. En los medios de comunicación, entre el 20% y el 25% de los enlaces se vuelven inaccesibles con el tiempo, especialmente en noticias antiguas o polémicas, por eliminaciones deliberadas, restricciones detrás de muros de pago, o ajustes por motivos legales, reputacionales o de derechos de autor. 
Por esta razón, en el cuerpo del libro hemos optado por incluir únicamente referencias de texto (medios, fechas y títulos clave de las publicaciones) en lugar de hipervínculos directos, que podrían quedar obsoletos o ser retirados con los años, como ha ocurrido en muchos casos relacionados con temas polémicos. 

Las URL completas, verificadas al momento de la publicación, están disponibles en la sección final de referencias para aquellos lectores que deseen explorar las fuentes originales. Invitamos a los lectores, como María o Sofía en estas páginas, a emprender su propia búsqueda de la verdad, explorando archivos digitales, bibliotecas o plataformas como X, donde el conocimiento colectivo sigue desafiando las sombras de la censura y la desaparición. 

La verdad no es un objeto que se guarda; es una semilla que se siembra. Confiamos en que este libro inspire tu propia investigación, un paso valiente hacia un mundo donde la claridad prevalezca sobre el silencio.

Introducción: 
La Era de la Desinformación

La Desinformación: Un Veneno Silencioso que Divide y Confunde

Vivimos en una era donde la verdad parece desvanecerse como arena entre los dedos, un tiempo en el que palabras, imágenes y titulares compiten ferozmente por capturar nuestra atención, distorsionando la realidad hasta hacerla casi irreconocible. La desinformación, como fenómeno, no se reduce a la simple difusión de mentiras; es un arte oscuro y sofisticado que manipula percepciones, siembra dudas corrosivas y fractura los cimientos de confianza que sostienen a las sociedades. Es un veneno silencioso que se infiltra en nuestras mentes, generando un caos mental que nos atrapa en una encrucijada de incredulidad y temor, llevándonos a la obediencia ciega o a la rebeldía instintiva. 

Durante la pandemia de COVID-19, este fenómeno alcanzó una escala sin precedentes, transformando una crisis sanitaria en un campo de batalla de narrativas opuestas, donde la verdad se convirtió en una víctima colateral, sacrificada en el altar de agendas ocultas. La desinformación no solo distorsiona hechos; destruye comunidades, polariza familias y erosiona la fe en las instituciones que, en teoría, deberían guiarnos hacia el bien común. 

Entre 2020 y 2021, fuimos testigos de cómo vecinos se enfrentaban con vehemencia por el uso de mascarillas, cómo amistades de toda la vida se rompían por diferencias sobre las vacunas, y cómo las redes sociales se transformaban en arenas digitales donde cada publicación era un arma cargada de ira. Este caos no surgió de la nada; fue cuidadosamente alimentado por la desinformación, que convirtió a ciudadanos comunes en soldados involuntarios de narrativas enfrentadas, cada uno convencido de que su verdad era la única válida. 

El resultado fue una sociedad fragmentada, donde el diálogo cedió paso a los gritos, la empatía se disolvió en acusaciones mutuas, y la capacidad de escuchar al otro se perdió en un torbellino de desconfianza. ¿Cómo llegamos a este punto de ruptura? ¿Qué fuerza invisible manipuló nuestras percepciones hasta hacernos dudar no solo de los demás, sino de nuestra propia capacidad para discernir entre lo verdadero y lo falso?

El daño de la desinformación trasciende los titulares falsos o los rumores que se propagan como incendios en las redes sociales. Sus efectos son profundos y duraderos: 
una ansiedad colectiva que paraliza, una desconfianza generalizada hacia la ciencia que debería iluminarnos, y un sentimiento de impotencia ante un mundo que parece estar gobernado por agendas que operan en las sombras. 
Durante la pandemia, la desinformación transformó preguntas legítimas en herejías imperdonables, convirtió a ciudadanos curiosos en parias sociales y silenció a quienes osaron buscar respuestas más allá de los comunicados oficiales. Este libro no pretende ofrecer una verdad absoluta, pues la verdad no es un trofeo que se reclama con arrogancia, sino un proceso que se persigue con humildad y rigor. Sin embargo, sí aspira a iluminar esas sombras donde la verdad ha sido ocultada, a revelar las contradicciones que han moldeado nuestra comprensión de los hechos y a cuestionar quiénes, en realidad, han sido los verdaderos arquitectos de este caos informativo que nos divide.

La Narrativa Oficial: Las “Conspiraciones” como Chivo Expiatorio

Cuando el COVID-19 irrumpió en el escenario global a principios de 2020, las autoridades sanitarias internacionales, desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos, presentaron una narrativa clara, unificada y aparentemente incuestionable: 
el virus representaba una amenaza sin precedentes, pero la ciencia moderna tenía las herramientas para enfrentarlo. Las mascarillas salvarían vidas al reducir la transmisión, los confinamientos estrictos detendrían la propagación del virus, y las vacunas, desarrolladas a una velocidad vertiginosa, serían la llave para regresar a la normalidad. 

Los medios de comunicación, desde los grandes canales de televisión hasta los periódicos de mayor prestigio, amplificaron este mensaje con una urgencia casi religiosa, presentándolo como un imperativo moral. Se nos instó a confiar ciegamente en estas medidas, a aceptarlas como un acto de responsabilidad colectiva, y a considerar cualquier desviación de esta narrativa como un peligro para la salud pública y el bienestar social. En este contexto, las “noticias falsas” y las “teorías conspirativas” fueron señaladas como las principales responsables de la confusión y la resistencia social. 

Se acusó a los usuarios de redes sociales de difundir rumores infundados sobre los orígenes del virus, los efectos secundarios de las vacunas o la eficacia de tratamientos alternativos como la ivermectina o la hidroxicloroquina. Plataformas como Twitter—antes de su cambio de propiedad en 2022—y Facebook implementaron políticas de censura estrictas, eliminando contenido etiquetado como “desinformación” y suspendiendo cuentas que lo promovieran. Los gobiernos, por su parte, instaron a los ciudadanos a denunciar publicaciones sospechosas, creando un clima de vigilancia digital. 

Los “antivacunas”, los “negacionistas del COVID” y los “conspiranoicos” se convirtieron en los villanos perfectos, caricaturizados como ignorantes o irresponsables que amenazaban el esfuerzo colectivo con sus ideas descabelladas y peligrosas. Esta narrativa oficial era seductora por su simplicidad: las instituciones eran los guardianes infalibles de la verdad, y cualquier voz disidente representaba una amenaza que debía ser silenciada. Los medios publicaban titulares alarmistas sobre “peligrosos rumores” que ponían en riesgo la lucha contra el virus, mientras que los verificadores de datos trabajaban incansablemente para desmentir afirmaciones que, en muchos casos, resultaron ser ciertas o al menos parcialmente válidas con el tiempo. 

Pero esta cruzada contra la desinformación tuvo un costo devastador. Silenciar preguntas legítimas, ridiculizar a quienes expresaban dudas razonables y demonizar a los escépticos no solo alimentó una desconfianza aún mayor hacia las instituciones, sino que creó un vacío donde la verdad luchaba por sobrevivir. La narrativa oficial, lejos de unificar a la sociedad en un momento de crisis, sembró semillas de división profunda, dejando a muchos preguntándose: ¿por qué tanto esfuerzo por controlar lo que podemos pensar, dudar o investigar?

La Pregunta Clave: ¿Quién Genera la Desinformación?

Si la desinformación es el veneno que ha fracturado nuestra sociedad, desgarrando lazos de confianza y comunidad, entonces debemos atrevernos a preguntar: ¿quién sostiene el frasco que lo contiene? La narrativa oficial nos condicionó a señalar a los márgenes—los blogueros anónimos, los tuiteros rebeldes, los “locos” con sus teorías excéntricas—como los principales responsables del caos informativo. Pero, ¿y si el verdadero origen de la desinformación no radica en las periferias de la sociedad, sino en el corazón mismo de las instituciones que juraron protegernos? ¿Y si las narrativas dominantes, respaldadas por gobiernos, agencias de salud y conglomerados mediáticos, fueron las que distorsionaron la realidad con mayor impacto y consecuencias? 

Esta es la pregunta que guía cada página de este libro: ¿estamos seguros de quién genera la desinformación, y por qué nos resulta tan difícil mirar hacia el centro del poder? Esta no es una pregunta retórica ni un ejercicio de provocación. Los documentos desclasificados, los informes oficiales y las investigaciones independientes han comenzado a revelar una verdad incómoda: muchas de las afirmaciones etiquetadas como “conspiraciones” durante la pandemia tenían fundamentos legítimos, mientras que las narrativas oficiales a menudo escondían contradicciones, omisiones deliberadas y, en algunos casos, falsedades descaradas. 

Desde los orígenes del virus, inicialmente descartados como un escape de laboratorio hasta que informes como el del Congreso de EE.UU. en 2024 señalaron su plausibilidad, hasta los efectos secundarios de las vacunas, minimizados a pesar de los miles de reportes en bases de datos como VAERS y EUDRA Vigilance, las evidencias sugieren que las instituciones no siempre actuaron como guardianes de la verdad, sino, en ocasiones, como sus sepultureros. Este libro no busca demonizar a nadie ni alimentar una narrativa de víctimas y villanos; su propósito es exigir respuestas claras y transparentes. Si la desinformación es un delito contra la sociedad, ¿quiénes son los verdaderos culpables, y por qué hemos permitido que el dedo acusador apunte siempre hacia abajo?

El Enfoque del Libro: Un Viaje Basado en Evidencias

Desinformación no es un manifiesto impulsado por opiniones subjetivas ni un grito de indignación desprovisto de sustancia. Es una investigación meticulosa, un viaje riguroso a través de los hechos, las publicaciones verificadas y los datos que han emergido tras años de silencio, censura y opacidad. 

Este libro se fundamenta en evidencias concretas: informes oficiales de instituciones como los CDC y la OMS, documentos desclasificados que revelan decisiones tomadas a puertas cerradas, estudios científicos revisados por pares, y testimonios de expertos que fueron ignorados, ridiculizados o marginados durante la pandemia. 
Cada capítulo está construido sobre cimientos sólidos, desde los reportes de exceso de mortalidad en distintos países hasta las revelaciones de comisiones parlamentarias, como el informe del Congreso de EE.UU. de diciembre de 2024, que expuso fallos institucionales graves en la gestión de la crisis sanitaria. No hay espacio para especulaciones sin fundamento; cada afirmación está respaldada por fuentes que resisten el escrutinio más exigente. 

El propósito de este libro es claro y ambicioso: desmantelar las narrativas dominantes que han moldeado nuestra comprensión de la pandemia y otras crisis sociales recientes y revelar quiénes se beneficiaron de controlar el relato en su propio interés. A través de capítulos que abordan temas cruciales—desde los orígenes del COVID-19 y los efectos secundarios de las vacunas hasta los costos sociales y económicos de las políticas pandémicas—Desinformación ofrece un análisis crítico de cómo la verdad fue sacrificada en el altar de la conveniencia política, corporativa e ideológica. No pretendemos ofrecer una verdad absoluta, pues nadie puede reclamar tal cosa con honestidad; nuestro objetivo es empoderar al lector con las herramientas necesarias para cuestionar, investigar y exigir transparencia en un mundo donde la opacidad se ha convertido en norma. 

Este libro es una invitación a pensar por nosotros mismos, a no aceptar respuestas prefabricadas y a reclamar nuestro derecho a saber. Este viaje no es únicamente académico; es profundamente humano. Cada dato, cada informe, cada número citado en estas páginas representa vidas afectadas: 
familias que perdieron seres queridos en circunstancias envueltas en dudas, niños cuyos sueños se truncaron por años de escuelas cerradas, pequeños empresarios cuyos negocios colapsaron bajo el peso de políticas arbitrarias. 
Al basarnos en evidencias verificadas, honramos a aquellos cuyas historias fueron silenciadas, a quienes vieron sus dudas descartadas como herejías, a quienes lucharon por la verdad en medio de la censura. 
Desinformación es un testimonio de que la verdad, aunque incómoda y difícil de alcanzar, es la única vía hacia la reconciliación, la justicia y la reconstrucción de una sociedad fracturada.

Reflexión Personal: Un Camino de Cuestionamiento

Como autor, mi motivación para escribir Desinformación no surge de un impulso pasajero ni de un deseo de controversia. Es el resultado de una trayectoria que ha definido mi trabajo a través de tres libros anteriores, cada uno dedicado a desentrañar las dinámicas de poder que operan tras las cortinas de los relatos oficiales. Mis libros anteriores exploraron cómo los medios de comunicación moldean nuestras percepciones para servir a agendas políticas, manipulando emociones y prioridades colectivas, analizaron el impacto devastador de la censura en la libertad de pensamiento, mostrando cómo el silencio forzado ahoga las ideas que podrían transformar el mundo, desenterraron las consecuencias de políticas económicas diseñadas para beneficiar a unos pocos a expensas de las mayorías, dejando tras de sí un rastro de desigualdad y desesperanza. Desinformación es la culminación de este viaje, un esfuerzo por aplicar las mismas preguntas incisivas a la crisis más definitoria de nuestro tiempo: la pandemia de COVID-19 y sus secuelas. 

Mi interés en este tema comenzó con las contradicciones que observé desde los primeros días de la pandemia, en la primavera de 2020. Mientras los titulares proclamaban la infalibilidad de las medidas sanitarias—mascarillas obligatorias, confinamientos totales, vacunas como solución definitiva—noté que las evidencias no siempre respaldaban las afirmaciones oficiales con la claridad que se nos exigía aceptar. 

¿Por qué se descartaba de plano la hipótesis de un escape de laboratorio como una conspiración absurda, cuando documentos posteriores, como los del Congreso de EE.UU. en 2024, señalarían que era una posibilidad plausible? ¿Por qué se minimizaban o silenciaban los reportes de efectos adversos de las vacunas, cuando bases de datos como VAERS en Estados Unidos y EUDRA Vigilance en Europa acumulaban miles de casos que merecían investigación? ¿Por qué se ridiculizaba a quienes preguntaban por el papel de la inmunidad natural, cuando estudios posteriores, como los publicados en The Lancet en 2023, confirmarían su eficacia en muchos casos? Estas preguntas no eran teorías descabelladas; eran grietas visibles en una narrativa oficial que parecía más interesada en el control que en la transparencia. 

Como escritor, mi papel no es dictar verdades ni imponer certezas, sino iluminar las sombras donde la verdad ha sido escondida, distorsionada o enterrada. Mis libros anteriores me han enseñado que las narrativas dominantes, con su apariencia de infalibilidad, a menudo sirven a intereses ocultos, ya sean políticos, corporativos o ideológicos. Durante la pandemia, observé con creciente inquietud cómo las instituciones que deberían haber protegido a la sociedad—gobiernos, agencias de salud, conglomerados mediáticos—optaron por priorizar el control narrativo sobre la honestidad. Vi cómo los “librepensadores”, desde científicos de renombre hasta ciudadanos comunes que se atrevían a dudar, eran atacados, censurados y marginados por cuestionar lo incuestionable. 

Este libro es mi respuesta a esa injusticia, un intento de dar voz a los silenciados, de honrar a quienes buscaron la verdad en medio de la hostilidad, y de exigir rendición de cuentas a quienes prefirieron la comodidad de una mentira conveniente antes que la valentía de la transparencia. 

No escribo desde la arrogancia de quien cree saberlo todo, sino desde la humildad de quien reconoce que la verdad es un camino arduo, lleno de matices y contradicciones. Mi experiencia personal, como alguien que ha navegado durante años las complejidades de los relatos oficiales, me ha convencido de que cuestionar no es un acto de rebeldía sin sentido, sino una responsabilidad cívica y moral. En un mundo donde la desinformación no solo emana de los márgenes, sino de los púlpitos del poder, nuestro deber como ciudadanos es preguntar incansablemente:
¿quién controla el relato, y con qué propósito? Desinformación es mi contribución a esa búsqueda incansable, un esfuerzo por honrar a las víctimas de las mentiras y omisiones, por dar voz a los que fueron callados, y por construir un futuro donde la verdad no sea un lujo reservado para unos pocos, sino un derecho inalienable de todos.

Conclusión: La Verdad Como Camino

El Puzle Completo 

La verdad que hemos perseguido no es un mosaico de hechos aislados; es un puzle donde cada pieza confirma las demás, revelando un sistema de control que trasciende fronteras y épocas. 
Las evidencias, resumidas desde los capítulos previos y enriquecidas con movimientos ciudadanos de 2025, muestran que la desinformación es un diseño deliberado, pero también que la resistencia está creciendo. Mirar el puzle completo es un acto de valentía. Cada capítulo de este libro—desde el origen del COVID-19 hasta la interferencia electoral)—es una pieza que, al encajar, revela un sistema diseñado para mantenernos sumisos. Las muertes en residencias no fueron errores; fueron síntomas de una corrupción orquestada que protegía a élites. 

La censura pandémica y de disidentes como RFK Jr. no fue protección; fue control narrativo, como los medios del Capítulo 10. Las distracciones mediáticas (Capítulo 17) no son casualidades; son estrategias para desviar nuestra mirada de la corrupción del poder ¿Qué nos muestra este puzle más allá de sus piezas? Nos muestra un mundo donde la verdad es el enemigo del poder, donde las instituciones que juran protegernos—gobiernos, medios—son a menudo sus guardianes. Nos confronta con una realidad incómoda: 
hemos delegado nuestra soberanía, aceptando narrativas que nos dividen mientras el poder prospera. 

¿Podemos seguir viendo la realidad como antes, creyendo en titulares, obedeciendo sin dudar? La respuesta es no. El puzle completo nos desafía a madurar como humanos, a reconocer nuestra capacidad para discernir, unirnos y actuar. 
Nos pregunta: ¿tenemos el valor de asumir nuestra soberanía, de aceptar que somos cocreadores de nuestro destino, no peones en un juego ajeno? ¿Decimos “basta” al sistema que nos encadena?

Este “basta” no es un grito de rabia; es un compromiso con la búsqueda de la verdad, como el de Javier, Clara, Lucía y Elena. Cada hilo que arrancamos—los “Twitter Files”, los movimientos como “Por la Verdad”—es un ladrillo en un nuevo mundo. Como vimos en el Capítulo 16, el librepensamiento no nos aísla; nos une. El puzle no es una condena; es una invitación a construir, a decir “basta” con acciones que transformen, desde un foro local hasta un post en X. La verdad, como el Viejo Chiflado soñó, es nuestro camino hacia la libertad.

Historia del Ciudadano: El Despertar de Sofía

Imagina a Sofía, una profesora de 45 años en Granada, en marzo de 2025. Su aula está llena de estudiantes que recitan titulares sobre pandemias, clima y elecciones, pero algo en sus voces suena hueco. Sofía recuerda 2020: 
las mascarillas obligatorias, las promesas vacunales, el silencio sobre su tía, fallecida en una residencia. Un día, encuentra un ejemplar de Desinformación: 
El Precio de la Confianza en la biblioteca. 
Lee sobre las residencias (Capítulo 6), las élites (Capítulo 13), las ONGs (Capítulo 14), y siente que las piezas encajan. Busca en X cuentas de activistas, comparte informes no mencionados por los medios de masas. Sus colegas la tildan de “conspiranoica”; su hija le dice “mamá, para”. La soledad la envuelve, pero un post en X le da coraje: “La verdad empieza contigo.” 
Sofía organiza un taller en su escuela. En 2025, su grupo crece, uniendo a padres, médicos, activistas. 
“Basta,” dice Sofía, no con ira, sino con amor. Su despertar, como un faro, ilumina a otros, un eco de la resistencia que hemos trazado en este libro.

Reflexión Final: La Verdad Como Soberanía

El Viejo Chiflado, cerrando su cuaderno bajo un cielo estrellado, deja un legado de susurros que resuenan en cada página de este libro. 
“La verdad comienza con una chispa de duda,” garabateó, recordándonos que cada pregunta, desde los orígenes del virus hasta las redes de poder, ilumina las sombras. 
“No se entrega en comunicados oficiales; se conquista con preguntas,” murmuró, celebrando la rebeldía de los que dudan. 

“No se encuentra en los despachos; está en los corazones que se atreven a dudar,” escribió, honrando a los ciudadanos que desafían la corrupción. 
“No se silencia con etiquetas; se fortalece con cada voz que la defiende,” anotó, alzando a los silenciados. 
“Es una chispa que enciende la voluntad de un pueblo,” susurró, soñando con comunidades unidas. Y con una sonrisa, garabateó: 
“Es un código que desciframos juntos,” un canto a nuestra unión en la era digital. 

Estas palabras, como faros, guían nuestro camino, un recordatorio de que la verdad no es un fin, sino un sendero que forjamos con amor y coraje. Sofía, bajo la luz de su aula, encarna este legado. Cada pieza del puzle que descifró—cada capítulo que leyó—fue un paso hacia su soberanía, un desafío al poder que nos quiere sumisos. La verdad no es un trofeo; es una responsabilidad. 

Nos pide madurez para aceptar lo que somos: humanos capaces de cuestionar, crear, resistir. Nos pide valor para decir “basta” a las mentiras que nos dividen, a las élites que nos manipulan, a las distracciones que nos ciegan. 
Este puzle, como el Viejo soñó en Yo Soy Normal, no nos condena; nos libera. 
Nos muestra que la realidad no es fija; es un lienzo que pintamos juntos, con cada pregunta, cada acción, cada comunidad. La verdad es nuestra resistencia, nuestra esperanza, nuestro camino hacia un mundo donde el amor al prójimo prevalece. ¿Tendremos el coraje de recorrerlo?

Invitación al Lector

Lector, imagina que estás con Sofía, sosteniendo este libro, sintiendo el peso de sus piezas encajadas. Cada capítulo que has leído—desde las residencias hasta las redes de poder, desde el alarmismo climático hasta las ONGs—es una pieza del puzle que te confronta: 
¿puedes seguir viendo la realidad como antes? La verdad te desafía a asumir tu soberanía, a madurar como humano, a decir “basta” al sistema que te encadena. No estás solo. Forma tu taller, como Sofía; comparte un dato, como Lucía; siembra una semilla, como Elena. No necesitas ser un mártir; necesitas ser tú, con tu curiosidad y tu corazón. Comparte este libro, con un amigo, un vecino, un desconocido. La verdad es un fuego que enciendes con tu voz. ¿Estás listo para decir “basta” y forjar el camino?

Una Semilla para la Verdad

Este libro, "Desinformación: El Precio de la Confianza", es un faro en un mundo de sombras, un esfuerzo colectivo por desentrañar las narrativas que nos dividen y empoderar a cada lector con la verdad. Su valor es inmenso: cada página lleva la huella de una investigación extensa, un diálogo con la inteligencia artificial, y un compromiso profundo con la justicia social. Pero la verdad no pertenece a unos pocos; es un derecho de todos. Por eso, lo ofrecemos bajo una licencia Creative Commons Attribution-NoDerivatives 4.0 International (CC BY-ND), que permite compartirlo libremente, respetando su autoría y contenido original. Descárgalo, envíalo, imprímelo: que la búsqueda de la verdad se disperse sin barreras. 
Si decides adquirirlo en Amazon en formato papel, lo encontrarás al menor precio que la plataforma permite, porque nuestro propósito es la búsqueda de la verdad a través del pensamiento crítico, no lucrar. 

El poder de este libro está en tus manos. Compártelo con un amigo, en un foro, en tu comunidad. Cada copia que circule es una semilla que enciende el despertar a una nueva sociedad, un paso hacia el futuro luminoso que construimos juntos. 

Como dijo el Viejo Chiflado: “La verdad no se guarda; se siembra.” 
Lector, sé la semilla. Difunde este libro, y que la búsqueda de la verdad prevalezca.

Ponciano Ramírez 
13 de julio de 2025