Es menester indicar quién fue Hugo Wast pues, si es cierto que se trató de uno de los escritores más célebres de la primera mitad del siglo XX, no lo es menos que hace mucho su nombre sufre la condena de un ominoso silencio.
Gustavo Martínez Zuviría, tal su verdadero nombre, fue uno de los más grandes escritores de La Argentina. Patriota de rancia aristocracia y, por ende, atento al Bien Común, era también cristiano viejo, cuya catolicidad se notaba en cada línea, como quería Chesterton. Fue también uno de los argentinos más leídos en el mundo pues sus obras tuvieron centenares de ediciones, muchas de ellas traducciones a lenguas como el alemán, checo, eslovaco, esloveno, francés, holandés, húngaro, italiano, inglés, japonés, noruego, portugués, polaco, ruso y vasco.
Muy joven se recibió de abogado y aunque se doctoró en derecho (para lo cual hubo de presentar dos tesis, pues la primera le fue rechazada por tratar la cuestión del “panteísmo de Estado”), apenas ejerció aquella profesión. Lo que sí abordó fue la política, entendida ésta como “oficio del alma” en pos del bien de su Patria. Fue Director de la Biblioteca Nacional durante dos décadas, diputado y también Ministro de Justicia e Instrucción Pública. Y, mientras tanto, se hizo del tiempo para escribir unos cuarenta libros.
Don Bosco y su tiempode Hugo Wast es considerada por muchos la mejor biografía del santo.
Aunque emprendió magistralmente el ensayo y la biografía -la que dedicó a "DON BOSCO Y SU TIEMPO" es considerada la mejor escrita sobre el santo-, Hugo Wast fue principalmente un novelista. En esas obras, que el público esperaba con expectación y leía con deleite, está presente todo lo humano, lo excelso y lo protervo, lo sublime como lo miserable. No sólo las virtudes, sino también los vicios quedaron señalados en su prosa fresca y sencilla, porque entendió que "el pecado es materia de arte. No se trata de escamotearlo, como si no existiera; pero si se lo presenta, es necesario presentarlo como pecado. Nada más". También, publicó otro libro sobre el santo: "LAS AVENTURAS DE DON BOSCO".
Nuestro autor vivió el escarnio y la persecución, pero también el encomio y los reconocimientos. Por citar sólo un puñado de éstos últimos, destacamos que en 1928 la Real Academia Española lo designó Miembro Correspondiente y, poco después, el Papa Pío XI lo invistió Comendador Pontificio de la Orden de San Gregorio Magno, en mérito de su vasta labor literaria y religiosa. Asimismo, en 1954 el gobierno de España le confirió la Condecoración de la Gran Cruz de Alfonso X, el Sabio. En la Madre Patria se lo leía y honraba sin miramientos y, de hecho, la primera edición de sus Obras completas fue publicada por la editorial Fax, en el Madrid de 1957.
Dos cosas queremos subrayar en esta sencilla evocación. En primer lugar, su antológico discurso ante el cardenal Pacelli, en el Congreso Eucarístico de Buenos Aires de 1934. Esos días de octubre, en los que “la noche tocó a su fin” en La Argentina, como afirmó Manuel Gálvez en paráfrasis de San Pablo, Wast pronunció una pieza extraordinaria que preludió la célebre alocución del Primado de España, el cardenal Gomá. Entre otras muchas cosas, dijo allí:
“Buenos Aires, y cuando digo Buenos Aires digo la Nación y digo nuestra América y digo nuestra raza, se ha puesto de pie para seguir a Cristo y librar bajo su pabellón las supremas batallas contra las puertas del infierno, por la fe, por la familia, por la patria”.
Y una última mención acerca de su vida pública: en 1943, siendo a la sazón Ministro de Justicia, restauró la enseñanza de la religión católica en las escuelas públicas, tras largos años de hegemonía pedagógica laicista. Es cierto que la reparación duró poco –no tardó en ser derogada por el Peronismo- pero aquella decisión política subraya la valía de Wast como católico animoso por restaurar todo en Cristo.
¿Cómo es posible que este maestro de las letras castellanas haya desaparecido en la apreciación del gran público? En parte, ya lo hemos explicado, fue un autor católico y como tal sujeto a la persecución e incomprensión del Mundo. Él mismo lo afirmaba: “Soy un escritor con vocación de impopularidad”, que es lo mismo que decir lisa y llana incorrección política.
Hugo Wast sigue siendo reeditado y leído, pese al silencio oficial sobre una obra fascinante.
Sus detractores, cuando se ocuparon de él, antes de terminar por “borrarlo del mapa” de la literatura, le apostrofaron de mil modos, hasta endosarle el consabido anatema de “antisemita”, cosa que Hugo Wast, en tanto católico cabal, jamás fue. Incluso sus libros fueron decomisados más de una vez de las librerías de Buenos Aires. No se lo menciona en las antologías al uso, ni forma parte de las historias oficiales de la literatura argentina. No obstante, y a Dios gracias, algunas de sus obras siguen siendo reeditadas por selectas editoriales católicas. Entre ellas, el libro que hoy presentamos.
Autobiografía del hijito que no nació
"Mi cuerpo es tan pequeño todavía que no puede ser visto por los ojos de nadie, pero mi alma ya es tan grande como lo será siempre". Así comienza este magnífico libro, de género único, en el que un nascituro piensa y sufre, habla con los ángeles y arcángeles y sueña, como sueñan las almas inocentes, con ser un sacerdote al servicio de Cristo Rey.
La Autobiografía del hijito que no nació es el libro póstumo de Hugo Wast, el último tesoro que nos legó. Su intención fue clara y él mismo la anuncia: “Si con este libro lográsemos evitar que se disipe la vida de un niñito - ¡no más que uno! - (…) nos consideraríamos ricamente pagados, sin que nos importase nada el odio sobreviviente al haber expuesto con palabras claras las leyes de Dios y las enseñanzas de la Iglesia en materia pocas veces novelada”.
Hugo Wast sabía que el Mundo le odiaría por escribir esta obra -como lo odia hoy, cuando el librito adquiere dolorosa vigencia- pero lo que estaba en juego no admitía ambages ni tibiezas, como él mismo lo señala: “El autor de este libro no quiere tener que tomarse el trabajo de juntar sus propios huesos el día de la resurrección de la carne, pues, según la Vulgata, Dios dispersa los huesos de los que agradan a los hombres (Ps,52,6)".
Esta singular Autobiografía es una obra cristocéntrica y mariana, eucarística y marcadamente angelológica y, a la vez, profundamente humana. Cristocéntrica porque se expresa allí el escándalo de la Cruz y se manifiesta, en el sufrimiento del niño que sabe que se lo asesinará, aquello de San Pablo: "Cumplo en mi carne lo que falta a la Pasión de Cristo" (Col 1, 24). Nada mejor que el dolor señorial de una criatura inocente para aprehender, siquiera en parte, el Misterio de la Redención de nuestro Señor. Porque no hay Gloria sin la Cruz, ni felicidad sin Calvario.
Y es también un libro mariano, porque capta la luz de la Maternidad de la Virgen y desde Ella analiza las luces y sombras de la maternidad humana. Gran parte del texto se sostiene en el suspenso acerca de la decisión de la madre terrena del nascituro (el que va a nacer), que se sacude en el terrible péndulo de ser fiel a su vocación materna, por un lado, y por el otro, a la tentación, azuzada por el diablo, de dar paso al egoísmo del marido y suyo propio para cometer el abominable crimen. Al hablar de su ángel guardián, que se estremece de amor al sólo nombre de la Señora, el niño dice que la mejor lección que éste le ha dado es "la de que Dios me ama desde antes que yo existiera con un amor inmenso y que la Santísima Virgen es Madre de Dios y también madre mía, otra madre que me quiere más que la que ahora me lleva en su seno".
Se trata también de un libro eucarístico. Temor y temblor producen las páginas en las que el pequeño nascituro ve iluminarse el seno materno por la luz irradiada por la Comunión. Y es también un libro angelológico pues no otro que su ángel guardián es el interlocutor del niñito, mientras se aproxima el desenlace terrible. Y es, finalmente, en escena sublime, el ángel custodio quien otorga al nascituro el milagro del Bautismo, diciéndole a uno de los practicantes del crimen: "Tenga piedad de este niño que todavía vive. Usted, que sabe la fórmula, bautícelo".
Libro profundamente humano, en fin, porque explica la naturaleza creatural del hombre -allí, en el confín de lo visible y lo invisible- desde la cual se desprende toda sana antropología, la que busca a Dios en el interior del hombre. Si la obra describe el horror del aborto, causado por la oscura aceptación de los padres, es para señalar otra "noche de las entregas", en las conciencias oscurecidas por el pecado, pero también para transmitir el sentido de nuestra esperanza. Porque eso es lo sublime del hombre, el ser capaz de lo peor, por su caída en el pecado, pero también de lo excelso y diáfano, por su tensión a Dios, por ser capax Dei.
Recomendamos vivamente este libro, sobre todo en este tiempo aciago en el que se cierne sobre los no nacidos la amenaza constante del aborto, pues si esta obra nos permite asomarnos al abismo del mal, sobre todo nos aproxima al Misterio de la Redención.
Y terminamos aquí, considerándonos más que satisfechos si con estas sencillas líneas lográsemos sumar un lector de la obra del entrañable Hugo Wast.
Turín, 1854. La epidemia de cólera azota la ciudad. Don Bosco y los jóvenes del Oratorio no se quedan de brazos cruzados
En julio de 1854 la ciudad de Turín se disponía a hacer frente a una epidemia de cólera que amenazaba con hacer grandes estragos, sobre todo entre la población más débil y desprotegida. Desde las administraciones públicas se daban instrucciones para la prevención de manera que se pudiera hacer frente a la enfermedad en las mejores condiciones higiénicas y sanitarias posible.
Inevitablemente, a finales de julio, la epidemia empezó a golpear en los barrios más pobres extendiéndose con facilidad a toda la ciudad.
Turín es la ciudad donde nació y creció la obra de Don Bosco. Es la capital y ciudad más poblada del Piamonte, en el norte de Italia. Y hoy, junto con Milán, se encuentra sufriendo en primera fila los embates de la pandemia de coronavirus.
Y en 1854, la realidad era muy similar. En julio de ese año, la ciudad trata de hacer frente a una epidemia de cólera que amenaza con hacer grandes estragos, sobre todo entre la población más débil y desprotegida.
El cólera, en esa época, era una enfermedad temida con una tasa de muerte del 60 %, lo que creó pánico en toda la región.
La fuente del brote estuvo cerca del oratorio de Don Bosco en el barrio de Valdocco, pero muy pronto toda la ciudad y la región fue infectada. En el Oratorio vivían casi un centenar de muchachos, y Don Bosco siguió con suma prontitud todas las indicaciones que daban los médicos y las autoridades:
• Mantuvo abiertas las ventanas el máximo tiempo posible, para airear los ambientes.
• Implantó rutinas sistemáticas de limpieza de todas las áreas: habitaciones, aulas, cocina, iglesia, patios, talleres.
• En la zona de dormitorios, espació las camas de los internos.
• Estableció procedimientos regulares de lavado de manos, proveyendo abundantes elementos de limpieza y agua, en momentos en que no había agua corriente.
• Organizó horarios regulares de oración donde participan chicos y educadores, para pedir a Dios por las víctimas y los que estaban cuidando de ellas
Pero la epidemia se expande. No hay tratamiento: la primera vacuna contra el cólera aparecerá 40 años después.
A inicios de agosto, quince días después de declarado el aislamiento, el gobierno local hace un llamado convocando a voluntarios, que ayudasen a tratar con los miles de casos emergentes de personas enfermas a quienes no se puede llegar.
Don Bosco se da cuenta de que lo suyo no es suficiente. No puede permanecer encerrado en su casa, tratando de asegurar el cuidado de sus chicos, mientras allá afuera la gente sufre y se muere. Quiere hacer algo. El 5 de agosto Don Bosco habla con los jóvenes mayores. Les dice que él iba a ir a ayudar como voluntario, respondiendo al pedido de las autoridades. Inmediatamente, catorce jóvenes se ofrecen para ir también. Al día siguiente se ofrecen otros treinta.
En combinación con las autoridades, Don Bosco organiza tres grupos:
• Uno para apoyar el trabajo en los hospitales.
• Uno para visitar pacientes solos y auto-aislados.
• Uno para buscar por las calles a personas enfermas o cuerpos abandonados.
Quienes quedan en el Oratorio comienzan a hacer turnos de oración por las personas afectadas y por quienes han ido a ayudarles. No se desentienden ni de la situación en la ciudad ni de la vida de sus compañeros.
Cada uno de estos equipos trabaja de a pares y llevando máscaras. De acuerdo a las recomendaciones de las autoridades, cada joven lleva una botella de vinagre para lavarse las manos antes y después de tocar a una persona infectada. Si se quedan sin vinagre, tienen que volver al Oratorio inmediatamente, a reponerlo y continuar.
También proporcionan sábanas limpias a las víctimas y queman las usadas, para evitar los contagios. Las sábanas se vuelven tan escasas que la madre de Don Bosco, Margarita, toma los manteles del altar de la iglesia para dárselos como sábanas a quienes las necesitan.
No sin un lógico temor, los jóvenes, junto con Don Bosco, igualmente habían salido confiados a atender a los enfermos… Es que cuando se inició la epidemia, Don Bosco les había dicho: “Si nos mantenemos en gracia de Dios, llevamos al cuello esta medalla de la Virgen que les estoy dando, estamos atentos a las indicaciones, y antes de salir rezamos juntos, les prometo que ninguno se enfermará”.
Ninguno de ellos fue golpeado por la enfermedad. Nadie se contagió. Se cumplió la promesa de Don Bosco. El trabajo de los chicos fue tan extraordinario, que fue reconocido por las propias autoridades y los diarios de Turín.
El periódico L’Armonia, dedicó una pequeña crónica a los jóvenes del Oratorio en su edición del 16 de septiembre:
“Animados por el espíritu de su padre más que superior, Don Bosco, se acercan con valentía a los enfermos de cólera, inspirándoles ánimo y confianza, no sólo con palabras sino con los hechos; cogiéndoles las manos, haciéndoles fricciones, sin hacer ver horror o miedo. Es más, entrando en la casa de un enfermo de cólera se dirigen a las personas aterrorizadas, invitándoles a retirarse si tienen miedo, mientras que ellos se ocupan de todo lo necesario”.
Cuando terminó la peste, hizo una misa de agradecimiento y les dijo a todos: “Demos gracias a Dios, porque nos ha conservado la vida en medio de mil peligros de muerte. Sin embargo, para que nuestra acción de gracias sea agradable, unamos la promesa de consagrar a su servicio el resto de nuestros días, amándolo con todo nuestro corazón, practicando la religión como buenos cristianos, guardando los mandamientos de Dios y de la Iglesia y huyendo del pecado mortal, que es una enfermedad mucho peor que el cólera o la peste”. Dicho esto, entonó el Tedeum que los muchachos cantaron transportados de vivo reconocimiento y amor.
En una carta, escrita el 27 de julio de 1886, recordaba Don Bosco los medios para seguir protegiéndose del cólera: Invocar frecuentemente a la Virgen María, llevar siempre al cuello o consigo la medalla bendecida de María y recibir frecuentemente los sacramentos de la confesión y comunión.
Todos en la ciudad admiraron su valor y su entrega generosa. Y es que en la escuela de Don Bosco se aprende a hacer de la solidaridad un estilo de vida, de la fe la razón de la entrega y de la confianza en la Providencia un impulso apostólico y audaz. De tal palo, tal astilla.
Pero no todo terminó allí. Acabada la epidemia, aparecen problemáticas derivadas de ella, y Don Bosco con su Oratorio también se hace presente para tratar de atenderlas. Es así que, respondiendo a una petición de las autoridades, recibe en el internado del Oratorio a casi un centenar de jóvenes que han quedado huérfanos, dándoles casa, comida, estudio y un ambiente de familia para crecer.
Preocuparse por los propios, atender las indicaciones sanitarias, estar atento a otros, ampliar la mirada, poner en juego todos los medios al alcance para tratar de mitigar la situación de quien más sufre, animarse a salir y dar una mano de acuerdo a las indicaciones que se reciben (para no generar más problemas de los que ya hay), confiar en la cercanía de Dios y de María que caminan a nuestro lado y alientan para el bien, no resignarse, vivir la situación como una posibilidad de crecer… son algunas actitudes que podemos aprender de Don Bosco y sus jóvenes, para afrontar este tiempo que nos toca vivir.
Solidaridad real, la de los muchachos de Don Bosco. No especularon. Sólo se fiaron del padre y, con él, pusieron su confianza en Dios y en la mediación materna de la Madre del Señor. No sabemos cuántos fueron ni sus nombres. Pero entre ellos estuvieron Miguel Rua, Juan Cagliero y Luis Anfossi, todos adolescentes entre los catorce y los diecisiete. Los tres, formarán parte, años más tarde del grupo que –con Don Bosco– fundará la Congregación Salesiana.
Imágenes simbólicas vinculadas a una Iglesia cada vez más afectada por una crisis no solo doctrinal sino resultante de la creciente insatisfacción de estratos cada vez más amplios de la opinión pública católica y, más aún, están impresas en la mente de todos: el rayo que golpeó la cúpula de San Pedro en la tarde del 11 de febrero de 2013, cuando Benedicto XVI anunció su renuncia; la catedral de Notre-Dame de París en llamas la noche del 15 de abril del año pasado; la oración solitaria del Papa Francisco en una desolada plaza de San Pedro, enmudecida por la pandemia, en la noche de Cuaresma del 27 de marzo, cuando dio su bendición en presencia del crucifijo milagroso de la iglesia romana de San Marcello al Corso, con la cara y el cuerpo mojados por una lluvia torrencial. Para quienes tienen fe, leer las señales es algo normal, dado que el católico sabe que lo sobrenatural se relaciona con lo natural en unidad, sin divisiones; ha habido diferentes advertencias marianas, desde Nuestra Señora del Laus hasta La Salette y Fátima como también diversos avisos en nuestra época exhortando a un auténtico retorno, a través de la conversión al Cristo auténtico y a las leyes del Señor, leyes que son guías seguras para la existencia terrena y eterna de los hombres. La pandemia causada por el Coronavirus no es más que otro llamado de atención…
El hombre de fe cree en Dios y no en los hombres, por eso no vive de ilusiones, como, en cambio, desafortunadamente les ha sucedido a muchos pastores de la Iglesia desde hace cincuenta años, que creen en un diálogo fructífero con el mundo, el cual en su esencia desde siempre se ha opuesto a los principios divinos. Autocensurada, en las últimas décadas la Iglesia se ha despojado de su identidad como defensora de la Verdad traída por Jesucristo, para alinearse con los fuertes poderes e ideologías del sistema imperante. La Iglesia del Papa Bergoglio se sorprende, en estos días, de no haber sido tomada en cuenta por el Gobierno Conte a propósito de las nuevas directivas para la reapertura en Italia de la llamada fase dos. Como un ardid llegó a la alta jerarquía eclesiástica pro-gobierno, el anuncio del decreto del Poder Ejecutivo y entonces, con una comunicación ya no más servil, atacó las decisiones de la autoridad civil como puede verse en el comunicado de la Conferencia Episcopal italiana elaborada después de la conferencia del Presidente del Consejo el 26 de abril ppdo.: «Los obispos italianos no podemos aceptar ver comprometido el ejercicio de la libertad de culto […] Después de semanas de negociaciones en las que la CEI presentó las Directrices y Protocolos para enfrentar una fase transitoria en el pleno respeto de todas las normas sanitarias, el Decreto del Presidente del Consejo de Ministros publicado esta tarde excluye arbitrariamente la posibilidad de celebrar la Misa con el pueblo. Recordamos a la Presidencia del Consejo y al Comité Técnico Científico el deber de distinguir entre su responsabilidad, dando indicaciones precisas de carácter sanitario, y la de la Iglesia, llamada a organizar la vida de la comunidad cristiana, de conformidad con las medidas dispuestas, pero en la plenitud de su propia autonomía».
La autoridad y la credibilidad de la Iglesia, con connotaciones cada vez más relativistas y sociológicas, ha perdido consistencia, tanto respecto a los fieles como en las relaciones con el mundo mismo. Abandonando los derechos divinos por los supuestos derechos humanos, los hombres, autores de leyes contra el hombre, como el aborto y contra Dios, y de virus ideológicos contagiosos, miran hacia abajo y no hacia el Cielo, por lo que muchos pastores ya no pueden discernir entre lo que es malo y lo que es bueno. Desconcentrados y perdidos, gran parte de los ministros de cosas sagradas han perdido la sobrenaturalidad de la fe y, por lo tanto, se convierten en escrupulosos examinadores de la crónica terrenal, huyendo del admirable horizonte de lo sobrenatural, el único capaz de resolver problemas, contradicciones, falacias, desacuerdos terrenales De esta manera es olvidado lo esencial de la Religión revelada por el Salvador para volver la mirada hacia el mismo pecado, el enemigo por excelencia de las almas.
La Iglesia tiene una gran necesidad de volver sobre sus pasos y de desintoxicarse y las almas, cada vez más cansadas de las palabras de la vida terrenal, lo reclaman a grandes voces. Al respecto nos parece escuchar el mensaje profético que San Juan Bosco comunicó al Papa León XIII en 1878, transcripto en el texto «Exordio de las cosas más necesarias para la Iglesia»:
«Era una noche oscura, los hombres ya no podían discernir cuál era el camino […] cuando una luz espléndida apareció en el cielo iluminando los pasos de los viajeros como al mediodía. En ese momento, se vio una multitud de hombres, mujeres, ancianos, niños, monjes, monjas y sacerdotes, con el Pontífice a la cabeza, dejando al Vaticano como en una procesión. Pero he aquí que se desata un furioso temporal; oscureciendo un poco esa luz parecía desatar una batalla entre la luz y la tinieblas. Mientras tanto, se llegó a una pequeña plaza cubierta de muertos y heridos, muchos de los cuales muchos pedían consuelo en alta voz. […] todos se dieron cuenta que ya no estaban en Roma. […] fueron vistos dos ángeles llevando un estandarte e iban a presentarlo al Pontífice diciendo: ‘Recibe el estandarte de Aquella que lucha y disipa a los ejércitos más fuertes de la tierra. Tus enemigos han desaparecido, tus hijos con lágrimas y suspiros invocan tu regreso’. Luego, llevando la mirada al estandarte, vi escrito en un lado: Regina sine labe Concepta; y en el otro: Auxilium Christianorum. El Pontífice tomó la pancarta con alegría, pero contemplando el pequeño número de quienes permanecieron a su alrededor se puso afligidísimo. Los dos ángeles añadieron: “Ve pronto a consolar a tus hijos. Escriba a tus hermanos dispersos en varias partes del mundo que es necesaria una reforma en las costumbres de los hombres. Esto no puede lograrse sino partiendo el pan de la Palabra Divina para los pueblos. Catequiza a los niños, predica el desapego de las cosas de la tierra […] Los levitas [sacerdotes, n. d. r.] serán buscados entre la azada, la pala y el martillo, para que se cumplan las palabras de David: Dios levantó a los pobres de la tierra para colocarlos en el trono de los príncipes de su pueblo». La tierra «estaba pisoteada como por un huracán» y muchas personas habían perecido.
El Papa, dice Don Bosco, regresó a Roma con nuevas y fervientes palancas, se echó a llorar por la desolación en la que se encontraban los pocos ciudadanos restantes. Ya en San Pedro, entonó el Te Deum, al que un coro de ángeles que cantaban respondió:«Gloria in Excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonæ voluntatis«.
Soy un viejo libro. Mis gastadas páginas yacen en el fondo de un baúl de madera arrumbado en el sótano de un anticuario. Muchos conocen mi existencia. Nadie sabe dónde me hallo.
Recuerdo vagamente la luz que contemplé durante mis primeros años. Fueron ilusiones fugaces. Tras aquellos tiempos luminosos, mi existencia fue arrojada a esta lóbrega oscuridad que me aprisiona. Me enterraron en vida. Abatido por la triste situación que soporto, frecuentemente navego por el mar de la nostalgia. Los libros también sucumbimos a la tentación de añorar el pasado cuando no tenemos futuro.
De la felicidad de antaño conservo un cúmulo de imágenes borrosas y difusas. De entre todas ellas hay una que emerge con fuerza: mi autor. Conservo con orgullo su nombre grabado con tinta de imprenta en mi portada: Gioanni Bosco.
Aquel joven sacerdote consultó enciclopedias, recordó sus años de campesino, conversó con aldeanos… Y, poniendo todo su empeño, comenzó a escribirme. Formó mi cuerpo con sus palabras. Creó mi alma de libro.
Nací con un objetivo claro: instruir a los campesinos sobre la elaboración del vino. Por extraño que parezca ese era el propósito de Juan Bosco. ¿Un cura transformado en enólogo para describir el proceso de la fabricación del vino? Así fue. Él conocía la dureza de vida que han de soportar los hombres y mujeres del campo. Quería ayudarles para que elaboraran caldos excelentes capaces de competir en los mercados.
Describió minuciosamente el cultivo de la vid y sus variedades. Vertió sobre mis páginas consejos para la instalación de un buen lagar y una bodega. Describió la preparación de tinajas, toneles, botas y demás recipientes. Detalló cómo elaborar el vino, trasvasarlo y conservarlo, impidiendo se avinagrara…
Cuando Juan Bosco me distribuyó entre agricultores, párrocos, médicos y alcaldes de los pueblos del Piamonte sentí que crecía la felicidad de mis días. Cada página de mi cuerpo era un pregón en defensa del buen hacer de los campesinos.
Pero nada ha sido como imaginé. La soledad y el abandono han echado raíces entre mis páginas. ¡Cuánto daría por recuperar un horizonte cargado de promesas como el que tuve junto a Don Bosco! Daría todo lo que soy por sentir de nuevo la caricia de unos ojos, redondos como las “oes”, recorriendo mi texto. Y al finalizar la jornada, disponer de una estantería donde descansar tras haber compartido los conocimientos que atesoro en mi interior.
Pero soy un libro perdido. Abro y cierro mis ojos de papel y tan sólo sufro, una y otra vez, los arañazos de la oscuridad. Si escuchas mi lamento: ¡ven a rescatarme del olvido! Te lo suplico. Me gustaría tanto volver a encontrar el sentido de mi vida y notar un poco de luz en mis pupilas.
Nota: Abril 1846. Se producen desavenencias políticas entre Piamonte y Austria. Como desquite, Austria eleva los aranceles del vino y acarrea graves daños a la economía de los campesinos piamonteses. Don Bosco, que siempre recordó su infancia de campesino, escribe y difunde “El enólogo italiano”,un libro para ayudar a mejorar la producción vitivinícola. Es el único libro de Don Bosco del que no se conserva ejemplar alguno (MBe II, 355-356).
encuentro con él y disponernos a servirle con ellos,
reconociendo su dignidad
y educándolos en la plenitud de la vida...
AMEN!
ORACIÓN A DON BOSCO
de PASCUAL CHÁVEZ
La preparación y la celebración del Bicentenario son también una ocasión para volver a tomar con los jóvenes, los laicos, la Familia Salesiana y el Movimiento salesiano la oración a Don Bosco. Propongo una reformulación actualizada de la oración “Padre y Maestro de la juventud”.
Padre y Maestro de la juventud, San Juan Bosco, que, dócil a los dones del Espíritu y abierto a las realidades de tu tiempo fuiste para los jóvenes, especialmente para los pequeños y los pobres, signo de la predilección amorosa de Dios.
Enséñanos a ser amigos del Señor
para que descubramos
en Él y en su Evangelio
el sentido de la vida
y la fuente de la verdadera felicidad.
Ayúdanos a responder con generosidad
a la vocación recibida de Dios.
Y haz que, guiados por María Auxiliadora,
nos encontremos un día contigo
en la gran familia del cielo.
Amén
Sugiero a las comunidades salesianas que utilicen diariamente esta oración al final de las Vísperas o de la Lectura espiritual, del mismo modo que cada día por la mañana después de la meditación invocamos a María Auxiliadora con la oración de confianza. Vean el modo de usar también esta invocación en la oración diaria con los jóvenes.
"El 16 de agosto de 2015 se celebra el Bicentenario del nacimiento de Don Bosco.Será una oportunidad para una verdadera renovación espiritual y pastoral en nuestra Familia. Una oportunidad para vivir con renovada fuerza la misión encomendada, siempre por el bien de los jóvenes de todo el mundo.Nuestra intención en este Año Bicentenario es acoger y comunicar la grandeza del carisma de Don Bosco, que no sólo pertenece al mundo salesiano sino a toda la Iglesia y a la sociedad".
El sueño que tuvo a los 9 años marcó su vocación y fue el inicio de la realidad salesiana que hay hoy en el mundo: "He aquí tu campo, he aquí donde tienes que trabajar. Hazte humilde, fuerte, robusto; y cuanto veas que ocurre ahora con estos animales feroces lo deberás hacer tú con mis hijos", le dijo una mujer inmaculada. "Volví entonces la mirada y, en vez de animales feroces, aparecieron otros tantos mansos corderos que, saltando y balando, corrían todos alrededor como si festejaran al hombre aquel y a la señora", narró después Don Bosco.
Años después, su espíritu misionero también tuvo su sueño: “Tira una línea desde Pekín a Santiago, haz centro en el corazón de África y tendrás una idea exacta de cuánto deben hacer los salesianos…” que se hoy se ha traducido en más de 15.500 salesianos en 133 países del mundo repartidos en casi 2.000 presencias y que atienden a millones de personas cada día, especialmente en el ámbito de la educación y sobre todo a los más débiles, desfavorecidos y vulnerables.
Don Bosco ha sido un santo excepcional, hasta en sus carismas. Su fama de milagrero era cosa pública, pero sus sueños le han dado fama perpetua. El más famoso, y no en vano, es el de las dos columnas. En él discurre el futuro de la Iglesia y del mundo de un modo plástico pero sorprendentemente acertado. Ahora dejo la sola lectura del famoso sueño - tomado del tomo 7 de sus Memorias Biográficas, páginas 169 y siguientes -. Será comentado en el próximo post para no extender más aún éste.
1. El sueño contado por don Bosco.
Don Bosco había prometido a los muchachos el 26 de mayo contarles algo bonito el último o el penúltimo día del mes. Y el 30 de mayo por la noche les refirió una parábola como él quiso llamarla.
«Os quiero contar un sueño. Es cierto que el que sueña no razona; con todo yo que os contaría a vosotros hasta mis pecados si no temiese que salieseis huyendo asustados, o que se cayese la casa, os lo voy a contar para vuestro bien espiritual. Este sueño lo tuve hace algunos días.
Figuraos que estáis conmigo a la orilla del mar, o mejor, sobre un escollo aislado, desde el cual no divisáis más tierra que la que tenéis debajo de los pies. En toda aquella superficie líquida se ve una multitud incontable de naves dispuestas en orden de batalla, cuyas proas terminan en un afilado espolón de hierro a modo de lanza que hiere y traspasa todo aquello contra lo cual llega a chocar. Dichas naves están armadas de cañones, cargadas de fusiles y de armas de diferentes clases; de material incendiario y también de libros, y se dirigen contra otra embarcación mucho más grande y más alta, intentando clavarle el espolón, incendiarla o al menos hacerle el mayor daño posible.
A esta majestuosa nave, provista de todo, hacen escolta numerosas navecillas que de ella reciben las órdenes, realizando las oportunas maniobras para defenderse de la flota enemiga. El viento le es adverso y la agitación del mar favorece a los enemigos.
En medio de la inmensidad del mar se levantan, sobre las olas, dos robustas columnas, muy altas, poco distantes la una de la otra. Sobre una de ellas campea la estatua de la Virgen Inmaculada, a cuyos pies se ve un amplio cartel con esta inscripción: Auxilium Christianorum. (Auxilio de los cristianos). Sobre la otra columna, que es mucho más alta y más gruesa, hay una Hostia de tamaño proporcionado al pedestal y debajo de ella otro cartel con estas palabras: Salus credentium. (Salvación de los que creen). El comandante supremo de la nave mayor, que es el Romano Pontífice, al apreciar el furor de los enemigos y la situación apurada en que se encuentran sus leales, piensa en convocar a su alrededor a los pilotos de las naves subalternas para celebrar consejo y decidir la conducta a seguir. Todos los pilotos suben a la nave capitana y se congregan alrededor del Papa. Celebran consejo; pero al comprobar que el viento arrecia cada vez más y que la tempestad es cada vez más violenta, son enviados a tomar nuevamente el mando de sus naves respectivas.
Restablecida por un momento la calma, el Papa reúne por segunda vez a los pilotos, mientras la nave capitana continúa su curso; pero la borrasca se torna nuevamente espantosa.
El Pontífice empuña el timón y todos sus esfuerzos van encaminados a dirigir la nave hacia el espacio existente entre aquellas dos columnas, de cuya parte superior penden numerosas áncoras y gruesas argollas unidas a robustas cadenas.
Las naves enemigas dispónense todas a asaltarla, haciendo lo posible por detener su marcha y por hundirla. Unas con los escritos, otras con los libros, con materiales incendiarios de los que cuentan gran abundancia, materiales que intentan arrojar a bordo; otras con los cañones, con los fusiles, con los espolones: el combate se torna cada vez más encarnizado. Las proas enemigas chocan contra ella violentamente, pero sus esfuerzos y su ímpetu resultan inútiles. En vano reanudan el ataque y gastan energías y municiones: la gigantesca nave prosigue segura y serena su camino.
A veces sucede que, por efecto de las acometidas de que se le hace objeto, muestra en sus flancos una larga y profunda hendidura; pero, apenas producido el daño, sopla un viento suave de las dos columnas y las vías de agua se cierran y las brechas desaparecen.
Disparan entre tanto los cañones de los asaltantes, y, al hacerlo, revientan, se rompen los fusiles, lo mismo que las demás armas y espolones. Muchas naves se abren y se hunden en el mar. Entonces, los enemigos, llenos de furor, comienzan a luchar empleando el arma corta, las manos, los puños, las injurias, las blasfemias, maldiciones, y así continúa el combate.
Cuando he aquí que el Papa cae herido gravemente. Inmediatamente los que le acompañan acuden a ayudarle y le sujetan. El Pontífice es herido por segunda vez, cae nuevamente y muere. Un grito de victoria y de alegría resuena entre los enemigos; sobre las cubiertas de sus naves reina un júbilo indecible. Pero apenas muerto el Pontífice, otro ocupa el puesto vacante. Los pilotos reunidos lo han elegido inmediatamente de suerte que la ((171)) noticia de la muerte del Papa llega con la de la elección de su sucesor. Los enemigos comienzan a desanimarse.
El nuevo Pontífice, venciendo y superando todos los obstáculos, guía la nave hacia las dos columnas, y, al llegar al espacio comprendido entre ambas, las amarra con una cadena que pende de la proa a una áncora de la columna de la Hostia; y con otra cadena que pende de la popa la sujeta de la parte opuesta a otra áncora colgada de la columna que sirve de pedestal a la Virgen Inmaculada.
Entonces se produce una gran confusión. Todas las naves que hasta aquel momento habían luchado contra la embarcación capitaneada por el Papa, se dan a la fuga, se dispersan, chocan entre sí y se destruyen mutuamente. Unas al hundirse procuran hundir a las demás. Otras navecillas, que han combatido valerosamente a las órdenes del Papa, son las primeras en llegar a las columnas donde quedan amarradas.
Otras naves, que por miedo al combate se habían retirado y se encuentran muy distantes, continúan observando prudentemente los acontecimientos, hasta que, al desaparecer en los abismos del mar los restos de las naves destruidas, bogan aceleradamente hacia las dos columnas, y allí permanecen tranquilas y serenas, en compañía de la nave capitana ocupada por el Papa. En el mar reina una calma absoluta.
Al llegar a este punto del relato, don Bosco preguntó a don Miguel Rúa:
-“¿Qué piensas de esta narración?”
Don Miguel Rúa contestó:
-“Me parece que la nave del Papa es la Iglesia de la que es cabeza: las otras naves representan a los hombres y el mar al mundo. Los que defienden a la embarcación del Pontífice son los leales a la Santa Sede; los otros, sus enemigos, que con toda suerte de armas intentan aniquilarla. Las dos columnas salvadoras me parece que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía”.
Don Miguel Rúa no hizo referencia al Papa caído y muerto y don Bosco nada dijo tampoco sobre este particular. Solamente añadió:
-“Has dicho bien. Solamente habría que corregir una expresión. Las naves de los enemigos son las persecuciones. Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación de lo que tiene que suceder. Los enemigos de la Iglesia están representados por las naves que intentan hundir la nave principal y aniquilarla si pudiesen. ¡Sólo quedan dos medios para salvarse en medio de tanto desconcierto! Devoción a María. Frecuencia de sacramentos: comunión frecuente, empleando todos los recursos para practicarlos nosotros y para hacerlos practicar a los demás siempre y, en todo momento. ¡Buenas noches!”.
2. Conjeturas de sus hijos.
Las conjeturas que hicieron los jóvenes sobre este sueño fueron muchísimas, especialmente, en lo referente al Papa; pero Don Bosco no añadió ninguna otra explicación.
Entre tanto los clérigos Boggero, Ruffino, Merlone y el señor César Chiala escribieron este sueño y conservamos sus manuscritos. Dos de ellos fueron escritos al día siguiente de la narración de don Bosco y los otros dos, más tarde; pero están perfectamente de acuerdo y solamente varían en algún detalle que uno omite y otro señala.
Aún así, hay que observar cómo en este caso y en otros semejantes, si bien lo expuesto por don Bosco fuese redactado enseguida con la mayor fidelidad posible, no obstante, podía escaparse alguna imperfección.
Un discurso de media hora de duración, y a veces de una hora, naturalmente debía quedar resumido en pocas páginas, y anotando las ideas principales y precisas.
Alguna frase no había sido bien percibida por el oído, otra no se recordaba; la cabeza se cansaba, el orden de los hechos se confundía y, por consiguiente, más bien que hacer al azar una amplificación, se omitía aquello de lo que no se estaba cierto.
De ahí procedían algunas oscuridades en los temas, poco claros por su naturaleza en muchos puntos, particularmente cuando se referían a cosas futuras: de ahí las discusiones y explicaciones diversas y contradictorias. Y esto ocurrió también respecto al sueño o parábola por nosotros referida. Dijo alguno que los papas que se sucedieron en el gobierno de la nave fueron tres y no dos. De este parecer es el canónigo Juan María Bourlot, que fue párroco de Cambiano, el cual, siendo estudiante de filosofía en 1862, se hallaba presente cuando don Bosco contó el mencionado sueño. Vino éste al Oratorio el año 1886 y, hablando con don Bosco durante la comida sobre las impresiones de la juventud, después de afirmar que estaba seguro de la fidelidad de su memoria, empezó a describir el sueño de las dos columnas en medio del mar y afirmó que los papas caídos fueron dos. Que a la caída del primero, gritaron los pilotos: "-¡Démonos prisa! ¡Hay que reemplazarlo pronto!" Y que a la caída del segundo, acudieron los pilotos, mas sin pronunciar esta frase.
Quien redacta estas memorias estaba distraído en aquel instante conversando con su vecino de mesa y don Bosco le dijo:
3. Una importante interpretación de don Bosco.
-“Escucha y atiende a lo que dice Bourlot”.
Aquél contestó que conocía bastante bien el hecho por los documentos que poseía, y que, según él, los papas de la nave eran solamente dos. Don Bosco le replicó:
-“Te digo que no sabes nada”.
En 1907 volvió el canónigo Bourlot por el Oratorio y repitió con exactitud, señal de su buena memoria, después de cuarenta y ocho años, la narración del sueño y sostuvo que el número de los papas eran tres, recordando nuestra respuesta a sus afirmaciones y las palabras que don Bosco nos dijo.
Con todo esto, ¿cuál de las dos versiones es la legítima, la de la Crónica o la del canónigo Bourlot? Tal vez los acontecimientos den la solución de la duda. Debemos concluir diciendo que César Chiala con los otros, y son sus precisas palabras, lo entendió como una auténtica visión y profecía, aun cuando don Bosco no pareció tener más objeto al contarla, que inducir a los jóvenes a rezar por la Iglesia y por el Sumo Pontífice y atraerles a la devoción del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.
UN PAPA ASESINADO. LO QUE DON BOSCO CALLABA
Uno de los problemas de esta modernidad es el exceso de información. Su sobrecarga cortocircuita la comprensión de la realidad. Sabemos cosas, pero desconocemos su porqué, su para qué, o su por quién. ¿Quid prodest? es pregunta recurrente a la que se acude para buscar luz: a quién beneficia. Porque nos exceden los datos y perdemos la capacidad de comprensión de la realidad, especialmente de las intenciones. Se sabe que mucha de esta “información” es filtrada para “desinformar”. Otras veces es sólo exceso de datos desconectado de una visión global, que viene a sumarse a la paradoja, al sentimiento de desprotección, de incomprensión del mundo y de la realidad que acontece. Entonces surgen teorías conspiranóicas que tratan de unir los retazos de realidad como un puzzle que explique cuanto pasa. Porque así la mirada global que se ha forjado, ayuda a caminar entre la maraña de acontecimientos. Para otros – la gran mayoría - la solución es el mismo discurrir de los días. Se sigue viviendo sin importar el porqué, el para qué, o el por quién. Toda conspiración sobra.
Lo profético rompe esa dicotomía. Dios es Señor de la historia. Él sí que sabe los más ocultos pensamientos, las intenciones, nuestras decisiones y sus consecuencias. Anticipando el mañana ayuda a comprender el presente: porque los actos, las decisiones humanas (que siempre son moralmente enjuiciables) tienen consecuencias. Y no siempre buenas. Conocidas las consecuencias, es más fácil rectificar los actos y las decisiones.
San Juan Bosco es uno de esos santos puestos por Dios para ayudar a una humanidad que ha torcido el paso. Y don Bosco profetizaba. De entrada hay una cosa desconcertante en las profecías de don Bosco: todas se realizaban. Y es que don Bosco es uno de esos pocos santos cuyo conocimiento profético venía “con fecha”. Ya no se trata de profecías condicionales, sino de eventos que el tiempo verá cumplirse, hasta el punto que muchas veces sabía el cuándo concreto. ¿Ocurrirá así con el sueño de las dos columnas? Es probable. De hecho casi el 80% del sueño ya ha sido cumplido a pies juntillas. Merece la pena releerlo con calma. En el post anterior traté de ayudar la comprensión de éste con una serie de negritas. Retomémoslas.
1.- Escenario global.
"Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación de lo que tiene que suceder" (Don Bosco) Como será de grave tal realidad que las “columnas salvadoras” (la Virgen y la Eucaristía) son llamadas Auxilio de los cristianos y Salvación de los creyentes. Auxilio y Salvación no son sustantivos de talk show. Se auxilia y salva de graves peligros, de situaciones catastróficas, no de tiempos de champán y rosas. No se debe olvidar este escenario global. La siguiente pregunta es cuándo empezó tal situación. Don Bosco lo tenía claro (aquí habría que traer a colación sus sueños y bilocaciones para atender a un moribundo Papa): la muerte del beato Pío IX fue el inicio de los males como nunca antes.
2.- El ataque a la Iglesia.
San Juan Bosco es explícito: armas y libros. Las ideologías anticristianas, en suma, con su longa manu militari y su intelligentsia. El comunismo es paradigma de tal hecho (la URSS y sus satélites totalitarios, o con su estratagema del eurocomunismo de Berlinguer y su anticipo gramsciano en los intelectuales proactivos), pero las corrientes progresistas y masónicas no le quedan a la zaga. Lo desconcertante es un punto narrativo concreto: esas fuerzas enemigas que tratan de desestabilizar al Papa - con fuego y libros - cuando perciben que no lo han logrado, saltan al abordaje luchando cuerpo a cuerpo. ¿Qué significa esto? La primera lectura es evidente. Fallado el intento de desprestigio intelectual o de derrota militar, se irá descaradamente contra la Iglesia. ¿No ha pasado ya algo parecido? Se intenta el ataque al Papado desde León XIII – comunismo, modernismo, progresismo, masonería -; después con los estados totalitarios (URSS, nazismo, fascismo italiano, II República española, PRI mexicano…); le seguirán las ideologías del nuevo orden mundial cada vez más fanáticas (sacar al Vaticano de la ONU) para, una vez fracasado el intento de desprestigiar al papado, entrar a machete contra el sacerdocio o el papado (de entrada escándalos sexuales, pederastia del clero, “fundadores” de vida pervertida... para continuar por el ataque directo al papado, donde el bueno de Benedicto XVI se lleva la palma del odio de las ideologías anticristianas - esa dictadura del relativismo -). ¿Acaso no se observa el acierto narrativo descrito por don Bosco con la sola contemplación histórica?
No queda sólo ahí la cosa: hasta el tiempo (olas y viento) le era adverso a la Iglesia. ¿Acaso no es evidencia de esta modernidad social - crítica y descreída con la Iglesia - en la que sus enemigos trabajan con facilidad sus campañas de odio, mientras que ésta debe bregar contra una opinión pública adversa, o la más de las veces hiriente?
3.- Hitos históricos como medida de los tiempos.
Es este un aspecto admirable del sueño: su concreción histórica. Dos llamadas a capítulo por la nave capitana. La primera reunión termina por derribo: los ataques obligan a dejar el concilio de capitanes. La segunda concluye con un recrudecimiento de los males, mayores que al principio. Son los dos concilios vaticanos. El Concilio Vaticano I acabó ante la entrada de las tropas masónicas en Roma. Los cardenales huyeron despavoridos y ahí quedó el concilio, sin conclusión oficial. Y el Concilio Vaticano II, que a su término, donde debía haber florecido la primavera de la Iglesia más bien entró el humo de Satanás: secularizaciones, apostasía social masiva, catolicidad sin pensamiento católico… Don Bosco no sólo anticipó tales hechos proféticamente, sino que los marcó como punto de partida para entender el aspecto más emblemático de su sueño: los papas.
4.- El misterio de los 3 papas.
Esto dice don Bosco: un Papa caerá herido después del segundo concilio. Se levantará para volver a caer herido y muerto. Cuando todo parezca perdido una extraordinaria elección del futuro Papa revertirá la situación: la nave de la Iglesia será arribada a las dos columnas y el viento misterioso de Dios traerá la paz y el triunfo de la Iglesia. Don Bosco explicitó que estos papas misteriosos vendrán después del segundo concilio, pero don Bosco callaba el resto. Y si don Bosco callaba no así sus hijos. La profecía del Papa asesinado les traía de cabeza y hablaron de ello hasta muchos años después de la muerte de su querido Padre. Conversaciones importantes porque alguna fue en vida del santo y con él presente. Si discutían cuántos eran los papas “causantes” del triunfo, don Bosco ayudó a entender que serían 3 y no 2. ¿Son papas de una serie cronológica o más bien papas nominales que obrarán ese triunfo, haya los que haya entre medias? Los hechos lo resolverán. Pero los hechos nos han mostrado a Juan Pablo II caer gravemente herido en la plaza de san Pedro. Que duda cabe que en Juan Pablo II tenemos el primer Papa.
5.- El Papa asesinado.
Lo que falta por cumplirse del sueño es profético. Un Papa caerá asesinado y otro verá el triunfo de la Iglesia. Más no sabemos y nos excede. Cualquier cosa que se diga no dejarán de ser elucubraciones más o menos fantasiosas. Lo cierto es que san Juan Bosco profetizaba hechos que luego ocurrían, motivo por el que es de entender que no ocurrirá lo contrario con este enigma. Es previsible que veamos un Papa asesinado y que otro verá el triunfo de la Iglesia de modo sorprendente, sin solución de continuidad. ¿Será este Papa actual asesinado, será un sucesor inminente o más bien lejano? Todo ello es oscuro. Y san Juan Bosco callaba. No obstante el Cielo ha decidido ir en ayuda nuestra para levantarnos de la tibieza y recordarnos lo urgente de nuestra conversión y oraciones: son tiempos duros, tan duros, que Fátima alertó de una aniquilación total de la Iglesia fiel a Pedro en su tercer secreto. Profecía condicional, no cabe duda, pero condicional no a la victoria de tal o cual político, sino a nuestra conversión urgente y decidida (en palabras de Juan Pablo II). Y san Malaquías podría arrojar más luz con sus profecías de los papas (si bien se debe entrar a fondo en otro post sobre esta profecía tan discutida), donde es de enteder que el actual papa malaquiano (De gloria olivae) gozará de una muerte santa y natural (otra cosa no se me ocurre con lema tan pacífico) para ver con su sucesor (In persecutione extrema) tiempos oscuros que terminarán violentamente con su vida. Petrus Romanus sería por tanto, no ya un Papa nominal, sino el inicio de esa primavera de la Iglesia. Y es que, según san Juan Bosco, el sucesor de In persecutione extrema no sólo sería extraordinariamente designado sino que vería como la situación se revierte milagrosamente para gloria de la Iglesia (si bien a Ana Catalina Emmerick se le dió a contemplar como ese milagroso cambio tendría parte de causa en la santidad y gravedad de ese ansiado Papa, a la sazón no mayor de 40 años).
Mucho más se debería decir, pero lo dejo a la inteligencia de los lectores.
Mons. Johannes Straubinger en sus notas exegéticas a la Biblia Platense, también conocida como Biblia Comentada, anotó: Los intérpretes antiguos ven en los dos testigos a Elías y a Henoc, que habrían de venir para predicar el arrepentimiento. Hoy se piensa más bien en Moisés y Elías, los dos testigos de la Transfiguración, que representan la Ley y los Profetas; y es evidente la semejanza que por sus actos tienen con aquéllos estos dos testigos del Apocalipsis, siendo de notar que Moisés, según una leyenda judía, habría sido arrebatado en una nube en el monte de Abar. Por otra parte, y sin perjuicio de lo anterior, otros ven en los dos testigos la autoridad religiosa y la civil y en tal sentido es también evidente la relación que ellos tienen con los dos olivos de Zacarías, que son el príncipe Zorobabel y el sacerdote Jesús ben Josedec. Ello podría coincidir con los muchos vaticinios particulares sobre el Gran Monarca que lucharía contra el Anticristo de consuno con la autoridad espiritual, ya que también las dos Bestias del Apocalipsis presentan ambos aspectos: el político en la Bestia del mar y el religioso en el Falso Profeta que se pondrá a su servicio.
JesuCristo, Hosana en el Cielo, Bendito el que viene en Nombre Del Señor, Hosana en el Cielo
ORACIÓN A LA SEÑORA DE TODOS LOS PUEBLOS
Señor Jesucristo, Hijo del Padre, manda ahora Tu Espíritu sobre la tierra. Haz que el Espíritu Santo habite en el corazón de todos los pueblos, para que sean preservados de la corrupción, de las calamidades y de la guerra. Que la Madre de todos los Pueblos, La Santísima Virgen María, sea nuestra Abogada. Amén
ORACIÓN DE APOYO PARA LA CONSAGRACIÓN DE MIS REDES SOCIALES A SAN JOSÉ, TERROR DE LOS DEMONIOS
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
ARMADURA DE DIOS
ESPADA DE DIOS
Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
"EL CRISTIANO HA NACIDO PARA LUCHAR": PAPA LEÓN XIII
“Retirarse ante el enemigo o callar cuando por todas partes se levanta un incesante clamoreo para oprimir la verdad, es actitud propia o de hombres cobardes o de hombres inseguros de la verdad que profesan. "La cobardía y la duda son contrarias a la salvación del individuo y a la seguridad del Bien Común, y provechosas únicamente para los enemigos del cristianismo, porque la cobardía de los buenos fomenta la audacia de los malos. El cristiano ha nacido para la lucha”. S.S. León XIII, Papa
Creo en el Dios de Jesús y de María, el Dios de los bienaventurados, sencillos y sabios humildes como Abraham y Sara; Isaac y Rebeca; Jacob y Raquel. Y no el de los expertos racionalistas e ideologistas teólogos y entendidos escribas de todos los tiempos, El Mismo JesuCristo nunca los eligió ni como apostóles ni como discípulos. Ni antes ni ahora. Soy Venezolano, Maracucho/Maracaibero, Zuliano y Paraguanero, Falconiano; Soy Español, Gallego, Coruñés e Fillo da Morriña; HISPANOAMÉRICANO; exalumno marista y salesiano; amigo y hermano del mundo entero.
La Línea Editorial de este Rincón es la Veracidad y la Independencia imparcial.
¡¡¡ Que El Señor de La Comunicación, de La Amistad, de La Paz con Justicia, te bendiga, te guarde, te proteja, siempre... AMÉN !!! ________________________________
¡La Paz del Señor sea contigo!
¡Shalom aleijem!
¡As Salam ie aleikum!
бо да благословит вас
上帝保佑你
神はあなたに賛美する ईश्वर
Бог да те благослови
MANIFIESTO
Yanka
LA LÍNEA EDITORIAL ES LA VERACIDAD Y LA INDEPENDENCIA IMPARCIAL
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hacerse humana, habla y grita, llora y se desespera." Federico García Lorca
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“Nací y crecí en un lugar donde dicen ” Pa’lante es pa’llá”, donde se pide la bendición al entrar, al salir, al levantarte y al acostarte, donde se comen arepas, cachapas y espaguetti con diablito, donde se menea el whisky con el dedo, donde se respira alegría aún en las adversidades, donde se regalan sonrisas hasta a los extraños, donde todos somos panas, donde aguantamos chalequeos, donde se trata con cariño sincero, donde los hijos de tus amigos son tus sobrinos, donde la gente siempre es amable, donde los problemas se arreglan hablando y tomando una cervecita, donde no se le guarda rencor a nadie y donde nadie se molesta por tonterías, donde hasta de lo malo se saca un chiste, donde besamos y abrazamos muchísimo, donde expresamos con cariño nuestros sentimientos, donde hay hermosas playas, ríos, selvas, montañas, nieve, llanos, sabana y desierto, un país de gente bella, cariñosa y alegre donde se mezclaron armoniosamente las razas, donde el extranjero se siente en casa y donde siempre encontramos cualquier motivo para celebrar con los amigos. Nací y crecí en VENEZUELA, me siento orgulloso de ser venezolano y seguiré manteniendo mi espíritu venezolano en cualquier lugar del mundo”
¡NO TE RINDAS!
♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥ Si la angustia te seca, si la ansiedad te asfixia, si la tristeza te ahoga, si el pesimismo te ciega... llora, grita, comunícate, exterioriza tu dolor.... pero JAMÁS te rindas.
Levanta tu mirada, respira hondo... ¡LUCHA..! amig@...lucha ... PORQUE Sí hay salida. Sí hay sentido. Sí hay ESPERANZA. Levanta tus manos y pide ayuda.
No te des por vencid@...y poco a poco verás La Luz. NO te rindas amig@, lucha. NO ESTÁS SOL@.
PORQUE VERÁS QUE SÍ VALIÓ LA PENA... ♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥
LA FUERZA INVENCIBLE DE LA FE
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
"Ya veis que no soy un pesimista, ni un desencantado, ni un vencido, ni un amargado por derrota alguna. A mí no me ha derrotado nadie, y aunque así hubiera sido, la derrota sólo habría conseguido hacerme más fuerte, más optimista, más idealista, porque los únicos derrotados en este mundo son los que no creen en nada, los que no conciben un ideal, los que no ven más camino que el de su casa o su negocio, y se desesperan y reniegan de sí mismos, de su patria y de su Dios, si lo tienen, cada vez que le sale mal algún cálculo financiero o político de la matemática de su egoísmo.
¡Trabajo va a tener el enemigo para desalojarme a mi del campo de batalla! El territorio de mi estrategia es infinito, y puedo fatigar, desconcertar, desarmar y doblegar al adversario, obligándolo a recorrer por toda la tierra distancias inmensurables, a combatir sin comer, ni beber, ni tomar aliento, la vida entera; y cuando se acabe la tierra, a cabalgar por los aires sobre corceles alados, si quiere perseguirme por los campos de la imaginación y del ensueño. Y después, el enemigo no podrá renovar su gente, por la fuerza o por el interés., que no resisten mucho tiempo, y entonces, o se queda solo, o se pasa al amor, que es mi conquista, y se rinde con armas y bagajes a mi ejército invisible e invencible...."
(Fragmento de una página del discurso de Joaquín V. González "La universidad y alma argentina" 1918). ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
COMBATE Y DENUNCIA A LOS PEDÓFILOS (PEDERASTAS)
SEÑOR, TE PEDIMOS QUE PROTEJAS A L@S NIÑ@S, TE LO PEDIMOS EN EL NOMBRE DE JESÚS. AMÉN. ¡Ay de aquel que escandalice a uno de estos pequeñitos! Mejor le fuera que le ataran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeñitos....... Lc 17,1-2 -- ÚNETE Y DENUNCIA --
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OBSOLESCENCIA ES LA planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio, nos conduce al CONSUMISMO exacerbado, por culpa de algo evitable, destruimos recursos, planeta y dinero por algo que podríamos tener durante mucho tiempo.