EL Rincón de Yanka: CONSTANCIA

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domingo, 10 de agosto de 2025

LA FORTALEZA ES LA VIRTUD CARDINAL Y UNO DE LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU SANTO QUE EQUILIBRA EL TEMOR Y LA AUDACIA 💪


La fortaleza o el “arte” 
de saber resistir y atacar

LA FORTALEZA ES LA VIRTUD MASCULINA 
POR EXCELENCIA
INFUNDIDA CON LA GRACIA SANTIFICANTE, para distinguirla de la fortaleza natural o adquirida.
QUE ENARDECE EL APETITO IRASCIBLE Y LA VOLUNTAD. La fortaleza reside propiamente en el apetito irascible, cuyos actos tiene que perfeccionar (superando el temor y moderando la audacia); pero por redundancia influye también en la voluntad para que pueda elegir el bien arduo y difícil sin que le pongan obstáculo las pasiones.
PARA QUE NO DESISTAN DE CONSEGUIR EL BIEN ARDUO O DIFíCIL, que constituye, precisamente, el objeto del apetito irascible.
Ni SIQUIERA POR EL MÁXIMO PELIGRO DE LA VIDA CORPORAL. Por encima de todos los bienes corporales hay que buscar siempre el bien de la razón y de la virtud, que es inmensamente superior al corporal; y como entre los temores y peligros corporales el mayor de todos es el de la muerte, la fortaleza robustece principalmente contra ese temor.
¿El fin último de la vida? Sto. Tomás de Aquino lo coloca en el bien y en ordenar la vida a su consecución. Y como no podemos alcanzar el Bien supremo, que es Dios, sin practicar actos buenos o virtuosos que ordenen la vida, es conveniente conocer más las virtudes cardinales para vivirlas. Ellas -prudencia, justicia, fortaleza y templanza- nos ayudan y disponen para una vida feliz. 
Cada una realiza el bien de una manera peculiar: 
la prudencia lo conoce y permite discernirlo en cada caso concreto, mientras que la justicia lo lleva a cabo pues “establece el orden racional en todos los actos humanos” (Suma Teológica, II-IIa, q. 123, a. 12); y a la fortaleza y templanza les corresponde impedir y frenar los obstáculos, procedentes de nuestros apetitos y pasiones, que se interpongan a la consecución de tal bien.

Para comprender en qué consiste la virtud de la fortaleza aludiremos brevemente a lo que ella tiene la misión de refrenar en algunos de sus movimientos: el apetito sensible. Como su nombre indica, es un apetito por el que apetecemos lo que sensiblemente conocemos como agradable y, por el contrario, rechazamos lo que captamos como malo o desagradable. Las emociones que sentimos de forma espontánea, como, por ejemplo, alegrarnos de ver a un amigo, desesperarnos cuando el futuro es muy incierto o enfadarnos ante una falta de educación, son sus actos específicos. 
¿Cómo reaccionamos ante un peligro, un mal o un dolor inminente? Normalmente, con un sentimiento de temor, miedo o desesperación, que, una vez identificado, hemos de juzgar si es o no adecuado, es decir razonable, de cara a conseguir nuestro bien. Esto quiere decir que a veces será bueno sentir miedo o temor, pero no siempre, pues depende de lo que nos provoque el miedo y en qué grado lo sintamos y controlemos. Por eso es bueno temer aquellos “males a los que el hombre no puede hace frente y de cuya resistencia no se deriva ningún bien” (Ibid, q. 125, a. 1. ad. 3).

Ante un bien que amamos, pero difícil de conseguir, necesitamos una virtud que nos permita resistir y actuar con firmeza de ánimo. Lo primero, para moderar nuestra resistencia a los obstáculos y lo segundo, para impulsar la realización de la obra buena. Esta doble acción, sostener e impulsar, es obra de la fortaleza. El freno debe ponerlo a los miedos que nos apartan de lo bueno. El miedo, a su vez, brota ante las cosas difíciles de superar, y lo que más genera miedo son los dolores, del cuerpo y del alma, y peligros del alma, y en especial, la muerte. Por ejemplo, ante una operación médica necesaria pero delicada es normal sentir miedo, pero la actitud personal más correcta es la de aquel que, moderándolo, es capaz de superar ese miedo y se somete a la operación. O el miedo de circular por una carretera con hielo puede ser bueno, porque la posibilidad real de tener un accidente nos lleva a manejar con mayor precaución o a buscar rutas alternativas.

Sin embargo, ciertos miedos que pueden impedirnos realizar el bien que debiéramos, se originan a veces ante peligros imaginarios. Y así la pregunta de lo que nos pasará si decimos la verdad de algo concreto que está siendo cuestionado se la plantean no sólo los niños que han roto el jarrón de su casa, sino también los adultos que nos vemos en la disyuntiva de decir la verdad o de mentir, cuando está en juego, quizás, la opinión que otros se formen de él. Sólo aquel que es audaz porque es capaz de asumir las consecuencias de obrar conforme a la justicia –en este caso las aparentes incomprensiones del resto- pondrá en práctica la fortaleza. Por eso, como se ve en este ejemplo, la honestidad brota de la fortaleza de ánimo.

La fortaleza, como toda virtud moral, se sitúa entre dos excesos, la timidez y la impavidez. El primero, la timidez, se da por exceso de temor “en tanto que el hombre teme lo que no conviene o más de lo que conviene” y el segundo, la impavidez o temeridad, se da por defecto en el temor en cuanto no se teme lo que se debe temer. El término medio es la audacia que, previa reflexión, nos hace afrontar los miedos injustificados o no racionales, pero sin exponerse a los peligros innecesarios o superiores a nuestras fuerzas (Ibid, q. 123, a. 2).
En el diario vivir son muchas las ocasiones de practicar la fortaleza, pues las dificultades con que nos encontramos, aunque de diversos grados, son numerosas. No es fácil resistir cuando se pierden las ganas de seguir luchando, por ejemplo, o ante serias dificultades, sólo quien es moralmente fuerte seguirá adelante.

La "fortaleza" en el contexto de Santo Tomás de Aquino se refiere a una de las cuatro virtudes cardinales, que son prudencia, justicia, fortaleza y templanza. La fortaleza, específicamente, es la virtud que permite al individuo afrontar con valentía los obstáculos y dificultades que se presentan al buscar el bien, sin dejarse vencer por el temor o la desesperación. 
Es la virtud que equilibra el temor y la audacia, permitiendo enfrentar los peligros de manera razonable y perseverar en la búsqueda del bien, incluso cuando es difícil.

En resumen, la fortaleza es:

Una virtud cardinal:
Junto con la prudencia, la justicia y la templanza, es fundamental para una vida virtuosa.
Controla el temor:
Permite al individuo enfrentar el miedo y la dificultad sin dejarse paralizar, y también evita la temeridad.
Impulsa a la acción:
Motiva a perseverar en la búsqueda del bien, incluso cuando hay obstáculos y sufrimientos.

La fortaleza en la vida diaria:

La fortaleza se manifiesta en situaciones cotidianas como cuando se pierde la motivación para seguir luchando, cuando se enfrentan críticas o cuando se debe tomar una decisión difícil.
Implica no solo resistir el dolor o la dificultad, sino también actuar con valentía para alcanzar el bien.
Es una virtud que se puede cultivar a través de la práctica y la reflexión, aprendiendo a distinguir entre peligros reales y temores infundados.

La fortaleza en relación con otras virtudes:

La fortaleza se relaciona con la magnanimidad, que es la virtud de aspirar a lo grande y utilizar de manera óptima los recursos disponibles para lograrlo, según Santo Tomás.
La templanza se distingue de la fortaleza porque se refiere al goce ordenado de los placeres sensibles, mientras que la fortaleza se enfoca en superar los obstáculos para alcanzar el bien.
La fortaleza se opone a la timidez, que es un exceso de temor, y a la impavidez, que es una falta de temor ante los peligros.

La fortaleza como don del Espíritu Santo:

La fortaleza también se considera un don del Espíritu Santo, que fortalece el alma para perseverar en la búsqueda de la santidad y el cielo, especialmente en momentos de dificultad y prueba.
Este don sobrenatural ayuda a mantenerse fiel a los principios, a soportar las ofensas y a perseverar en la honestidad, según el Dicastero per il Clero.

PODER SER QUIEN REALMENTE ERES 
ES LA MEJOR DEFINICIÓN DE LA LIBERTAD

"SIN FORTALEZA NO HAY LIBERTAD" 
YANKA

"La libertad es siempre libertad 
para el que piensa diferente".
 Rosa Luxemburgo

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viernes, 25 de abril de 2025

LIBRO Y PELÍCULA "SIEMPRE SERÁS MI HIJO (BEAUTIFUL BOY)": PADRE CORAJE 👪💕


Duele tanto no poder salvarlo, protegerlo, 
mantenerlo alejado del camino 
del sufrimiento, escudarlo de su dolor. 
¿Para qué sirven los padres si no para esas cosas? 


«Beautiful Boy (Darling Boy)» «Niño Lindo (Adorado Niño)» es una canción escrita e interpretada por John Lennon.
La letra de "Beautiful Boy (Darling Boy)"contiene la famosa cita de Lennon "La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes"

Una historia contada a través de dos puntos de vista: el de Nic (Timothée Chalamet en la ficción) y el de su padre David (Steve Carell). Conocemos aquellos años porque sus protagonistas los narraron con detalle en los dos libros –'Tweak', de 2007; y 'Mi hijo precioso (Beautiful Boy)', de 2008– en los que se ha basado el filme del cineasta belga Felix van Groeningen.

Beautiful Boy comienza con David Sheff (Steve Carell) recogiendo un libro en la habitación de su hijo desaparecido. Es una copia de "The Beautiful and Damned" de F. Scott Fitzgerald. El hermoso y condenado en cuestión es su hijo, Nic Sheff (Timothée Chalamet), un estudiante de último año de secundaria con todo por delante; inteligente, querido y con una familia estable y amorosa. Nic es el tipo de chico que está destinado a tener éxito en la vida. En cambio, Beautiful Boy cuenta la historia de la vida real del descenso de Nic a la adicción a la metanfetamina. Basada en dos memorias del periodista estadounidense David Sheff y su hijo, Beautiful Boy es la historia de cómo Nic perdió el control de su adicción a las drogas y cómo David perdió a su hijo por la adicción.
La cinta, como la vida real, se mueve entre el drama con escenas felices de familia de clase media-alta y oscuras estampas de drogadicción. Entre todas ellas hay una que aún persigue a Nic Sheff. Ocurrió en uno de sus regresos a casa desde la universidad. Su familia pensaba que estaba limpio. Se pasó el día jugando con sus hermanos, de hecho. Sin embargo, por la noche roba los ocho dólares que el pequeño Jasper guardaba en su cerdo hucha y los utiliza para comprar metanfetamina.

Mi escritura comenzó con un artículo acerca de nuestra experiencia familiar que envié a "The New York Times Magazine". Me aterrorizaba la idea de invitar a la gente a nuestra pesadilla, pero me sentí obligado a hacerlo. Sentí que valía la pena contar nuestra historia si con ello ayudaba a otras personas de la misma manera que Lynch y otros escritores me habían ayudado a mí. Lo discutí con Nic y con el resto de la familia. A pesar de que ellos me alentaron, me sentía nervioso por exponer a nuestra familia al escrutinio y juicio públicos. Pero la reacción al artículo me dio valor y, de acuerdo con Nic, a él le dio inspiración. Un editor de libros se puso en contacto con él y le preguntó si estaría interesado en escribir una remembranza acerca de su experiencia que inspirara a otros jóvenes en la lucha contra sus adicciones.
Por entonces, Nic estaba limpio y los dos comenzaron a escribir a la vez sus libros. "Fue un proceso curativo para ambos. Escribíamos al mismo tiempo, aunque no lo hacíamos juntos", recuerda Nic. 
"De hecho, yo acabé recayendo en las drogas a mitad de mi libro. No nos vimos ni hablamos durante al menos un año y cuando volví a contactar con él, cuando yo estaba sobrio de nuevo, él había terminado 'Beautiful Boy' y yo 'Tweak'. Nos los mandamos y los leímos; fue un proceso esclarecedor. Nos ayudó a seguir adelante".
David, de 63 años, ya había superado el mantra que repiten a los familiares de adictos, la teoría de las tres C"Tú no lo causaste, tú no lo puedes controlar y tú no puedes curarlo". 
Ya no se culpaba, pero cuando leyó el libro de su hijo y vio por todo lo que había pasado por su adicción a la metanfetamina abrió aún más los ojos. 
"Leerlo fue muy duro. Ver el dolor que sufrió Nic fue abrumador", explica.
"Al mismo tiempo, también fue muy útil porque me ayudó a darme cuenta de que él no lo escogió. Hasta ese momento, como la mayoría, yo pensaba que un adicto no se preocupa por nadie ni por nada más que colocarse. Leer su libro fue muy liberador".

Desde entonces, predica con la única verdad que, dice, se repite siempre con esta enfermedad: "Las drogas son un síntoma, no la causa". Al otro lado, Nic también comprendió el dolor que había infligido a su familia intentando ensordecer el suyo con los narcóticos: "La metanfetamina era la única droga que me protegía de mis inseguridades".
Nic volvió a recaer. En 2011 resurgió otra vez porque ni su padre ni el resto de su familia le abandonaron. Y de nuevo hizo terapia escribiendo: en su artículo 'Breaking Dad' (The Fix, agosto de 2011) y en su segundo libro, 'We All Fall Down' (Todos caemos). "No recaí tan mal como las veces anteriores. Y definitivamente no, no lo disfruté tanto", escribió. "No había nada de divertido en colocarse. Sabía el daño que estaba causando. Era imposible seguir mintiéndome". Admitió que la adicción era una enfermedad mental con la que tendría que luchar siempre.

Crisis social

En los diez años que han pasado desde que los Sheff publicaron sus libros, el consumo de opiáceos en EE UU ha crecido hasta convertirse en una "emergencia de salud pública", como la define el gobierno de Trump. En 2017, 72.000 personas murieron por sobredosis y se calcula que unos cuatro millones tienen algún tipo de desorden con drogas como heroína, cocaína, metanfetamina y fentanilo. El 80% de los adictos a alguna de estas sustancias ha llegado después del abuso de calmantes recetados.
Con sus libros y charlas, los Sheff se han convertido en puntas de lanza en la lucha contra esta epidemia. Ahora publican un nuevo libro juntos, 'High', para rastrear las causas. 
"Esperamos mostrar que la adicción no discrimina, da igual de qué clase socioeconómica vengas. En EE UU hay famosos que han muerto por sobredosis, gente que tiene todo el dinero y poder del mundo y que, presupones, podría haber evitado acabar así", señala Nic.

Saben que la película es un medio "aún más poderoso" para "concienciar al público e inspirar conversaciones". Igual que fue aún más difícil para ellos verse en pantalla que leerse en papel. "Aunque lo había vivido de cerca, ver de un modo tan real lo que Nic se hizo fue una experiencia demoledora", confiesa David con la voz quebrada. "Asistir al pase con mi mujer, los actores y 3.000 personas más en Toronto fue terriblemente doloroso, aunque también conmovedor". Y salta Nic, que no aguantó ver la película de nuevo en ese entorno: "Fue un recordatorio de la suerte que tenemos. Y hoy estamos más unidos que nunca. Sobrevivimos juntos a eso. Sobreviví a todo".

(BEAUTIFUL BOY)
¿Qué le pasó a mi hijo? ¿A nuestra familia? ¿En qué me equivoqué? Esas son las tormentosas preguntas que acompañan a David Sheff en su viaje a través de la adicción a las drogas y los intentos de desintoxicarse de su hijo Nic. Antes de hacerse adicto, Nic Sheff era un niño encantador, alegre y simpático. Adorado por todos, era un buen estudiante y un gran atleta. Pero las metanfetaminas lo transformaron en un tembloroso espectro que mentía, robaba y que llegó a vivir en las calles. En estas páginas, David Sheff traza las primeras señales de alarma y la negación ante el problema, así como su propia preocupación obsesiva por Nic, que se convirtió en otro tipo de adicción con consecuencias igualmente trágicas. «Este libro es para las personas que han dedicado sus vidas a entender y luchar contra las adicciones. Para ellos y sus familias: a las personas que comprenden la historia de mi familia porque la han vivido y todavía la viven. Y a padres como yo». DAVID SHEFF
Nic consumió drogas de manera intermitente durante más de una década. A lo largo de ese tiempo creo que sentí, pensé e hice casi todo lo que el padre de un adicto siente, piensa y hace. Incluso ahora sé que no existe una sola respuesta correcta, ni siquiera un mapa claro para los familiares de un adicto. Sin embargo, en nuestra historia espero que exista cierto solaz, cierta guía o, si no hay nada más, al menos cierta compañía. También espero que la gente pueda echar un vistazo a algo que parece imposible durante muchas etapas de la adicción de un ser amado. Con frecuencia se cita a Nietzsche por decir: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes”. 
Ésta es una verdad absoluta en lo que se refiere a los familiares de un adicto. No sólo sigo de pie, sino que sé más y siento más de lo que alguna vez pensé que era posible. 

Al contar nuestra historia resistí la tentación de adelantarme porque hubiera resultado calculador y no le hubiera servido a nadie que atraviese por esta situación el hecho de anticipar cómo se desarrollarán los acontecimientos. Yo nunca supe lo que sucedería al día siguiente. Me he esforzado por incluir los sucesos principales que dieron forma a Nic y a nuestra familia, lo bueno y lo devastador. Muchos de ellos me sobrecogen. Repudio muchas de las cosas que hice y, de la misma manera, muchas de las cosas que no hice. A pesar de que todos los expertos repiten con gentileza a los padres de adictos: “Ustedes no lo causaron”, yo no me he liberado del anzuelo. 
Con frecuencia siento que le fallé a mi hijo por completo. Al admitir lo anterior no espero simpatía ni absolución; en cambio, sólo establezco una verdad que será reconocida por la mayoría de los padres que han vivido esta experiencia. Una persona que escuchó mi historia expresó perplejidad ante el hecho de que Nic se convirtiera en adicto al decir: “Pero tu familia no parece ser disfuncional”. 

Somos disfuncionales, tan disfuncionales como cualquier otra familia que conozco. A veces más, a veces menos. No estoy seguro de conocer ninguna familia “funcional”, si funcional significa una familia sin periodos difíciles y sin miembros que tengan un rango completo de problemas. Como los mismos adictos, las familias de los adictos son todo lo que cabría esperar y todo lo que no cabría esperar. Los adictos provienen tanto de hogares rotos como de hogares intactos. Son perdedores de carrera larga y grandes éxitos. En las reuniones de Al-Anón y de AA es común escuchar acerca de los inteligentes y encantadores hombres y mujeres que sorprendieron a todos a su alrededor al convertirse en escoria. 

“Eres demasiado bueno para hacerte esto a ti mismo”, le dice un doctor a un alcohólico en una historia de Fitzgerald. Mucha, mucha gente que conoce bien a Nic ha expresado sentimientos similares. Alguien dijo: 
“Él es la última persona a quien hubiera podido imaginar que le sucedería esto. No a Nic. Él es demasiado sólido e inteligente”. También sé que los padres tenemos una memoria discreta que bloquea cualquier cosa que contradiga nuestros recuerdos editados con tanto cuidado, lo cual es un comprensible intento por escapar a la culpa. Por el contrario, los hijos tienen una fijación indeleble a los recuerdos dolorosos porque han dejado huellas más profundas. Espero no ser indulgente en mi revisión paterna al decir que, a pesar de mi divorcio de la madre de Nic, a pesar de nuestro cruento acuerdo de custodia a larga distancia y a pesar de todas mis carencias y errores, gran parte de los primeros años de Nic fueron encantadores. Nic confirma lo anterior, pero tal vez sólo desea ser amable. Esta reconstrucción de hechos, cuyo fin es dar sentido a algo que no lo tiene, es común entre los familiares de los adictos, pero eso no es todo lo que hacemos.

Negamos la severidad del problema de nuestro ser querido, no porque seamos ingenuos, sino porque no podemos saber. Incluso para las personas que, a diferencia de mí, nunca consumieron drogas, es un hecho innegable que muchos, más de la mitad de los chicos, las probarán. Para muchos de ellos las drogas no tendrán un impacto negativo importante en sus vidas. No obstante, para otros el resultado será catastrófico. Nosotros los padres hacemos todo lo posible y consultamos a todos los expertos, pero a veces no será suficiente. Sólo después del hecho es que sabemos que no hicimos lo suficiente o que lo que sí hicimos estuvo mal. Los adictos se encuentran en estado de negación y sus familiares los acompañan porque con frecuencia la verdad es demasiado inconcebible, dolorosa y aterradora. Pero la negación, a pesar de ser tan común, es peligrosa. Desearía que alguien me hubiera sacudido y me dijera: “Intervén mientras puedas, antes de que sea demasiado tarde”. 

Tal vez no hubiera hecho la diferencia, aunque lo ignoro. Nadie me sacudió ni me dijo eso. Incluso si alguien lo hubiera hecho, es probable que yo no hubiera sido capaz de escucharlo. Quizás es que yo tenía que aprender de la manera dura. Como muchas personas en mis circunstancias, yo me hice adicto a la adicción de mi hijo. Cuando me preocupaba, incluso a expensas de mis responsabilidades con mi esposa y mis otros hijos, lo justificaba. Pensaba: ¿cómo es que un padre no se consume ante la lucha de vida o muerte de su hijo? Pero aprendí que mi preocupación por Nic no le ayudó y tal vez lo lastimó. O tal vez fue irrelevante para él. No obstante, lo que sí es seguro es que lastimó al resto de mi familia y a mí. 

Además de ello, aprendí otra lección que hizo estremecer mi alma: nuestros hijos viven o mueren con o sin nosotros. Sin importar lo que hagamos, sin importar nuestra agonía o nuestra obsesión, no podemos elegir si nuestros hijos vivirán o morirán. Es un aprendizaje devastador, pero también liberador. Al final elegí la vida para mí. Elegí el peligroso pero esencial camino que me permite aceptar el hecho de que Nic decidirá por sí mismo cómo vivirá su vida y si vivirá. Como ya mencioné, no me perdono a mí mismo y, mientras tanto, aún lucho con la medida en que soy capaz de perdonar a Nic. 

Él es brillante, maravilloso, carismático y amable cuando está sobrio pero, como cualquier adicto sobre el cual haya escuchado, se convierte en un extraño cuando está drogado: 
distante, absurdo, autodestructivo, quebrantado y peligroso. Me he esforzado por conciliar a estas dos personas. Sin importar la causa (una predisposición genética, el divorcio, mi historia con las drogas, mi sobreprotección, mis intentos fallidos por cuidarlo, mi indulgencia, mi rudeza, mi inmadurez, todas juntas), la adicción de Nic parece tener vida propia. 
He intentado revelar el insidioso estilo de la adicción para infiltrarse en una familia e invadirla. Muchas veces, durante la década pasada, cometí errores debidos a la ignorancia, la esperanza o el miedo.

He intentado relatarlos todos tal como ocurrieron y en el momento en que ocurrieron con la esperanza de que los lectores reconozcan un camino erróneo antes de tomarlo. No obstante, si no lo reconocen, espero que se den cuenta de que no deben culparse por haberlo tomado. Cuando mi hijo nació resultaba imposible imaginar que sufriría como ha sufrido. Los padres sólo desean cosas buenas para sus hijos. 
Yo era el típico padre que pensaba que eso no podría ocurrirnos a nosotros, no a mi hijo. Sin embargo, a pesar de que Nic es único, también es como cualquier hijo. Podría ser el tuyo. 
El lector debe saber que he cambiado algunos nombres y detalles en el libro para ocultar la identidad de las personas que aquí aparecen. 
Comenzaré por el nacimiento de Nic. El nacimiento de un hijo es, para muchas familias si no es que para todas, un suceso transformador pleno de dicha y optimismo. Así lo fue para nosotros.

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jueves, 18 de julio de 2024

17º ANIVERSARIO (BODAS DE ALHELÍ) DE EL RINCÓN DE YANKA: FLOR QUE SIMBOLIZA LA CONSTANCIA, EL CORAJE Y LA FIDELIDAD EN LA DIVERSIDAD


Simbolismo de la flor 
de ALHELÍ O ALELÍ:

Constancia: El alhelí (alelí)  se asocia con la constancia y la perseverancia.
Su capacidad para crecer en terrenos difíciles y florecer temprano en la primavera simboliza la fuerza y la determinación para superar obstáculos.
Coraje: La leyenda escocesa de la joven que se convirtió en alhelí representa el coraje y la valentía para luchar por el amor.
Fidelidad en la adversidad: El alhelí también simboliza la fidelidad y el amor que perdura incluso en las situaciones más difíciles.

Las flores de Alhelí (Alelí) significan simplicidad, hermosura. Su significado depende un poco del color de sus flores; amarillas significan fidelidad y lealtad; blancas se suelen asociar con la modestia; el color violeta o purpura, belleza…

El alhelí (alelí), al igual que la azucena y el jazmín, deben su nombre en español al pasado árabe de nuestra lengua. Estas tres flores estaban ampliamente representadas en la cultura de los reinos musulmanes y eran muy apreciadas por el intenso aroma que desprendían a comienzos de la primavera en los patios andaluces y estancias palaciegas. En concreto, la palabra alhelí proviene del árabe hispánico alhayrí, que a su vez procede del árabe clásico hiri.

En español los arabismos iniciados en la letra A forman más que la mitad en todos los estudios accesibles. La fusión de este artículo con el lexema del sustantivo permite el uso de artículos romances: la almohada, el alhelí, el albarán,…etc. En muchos casos las palabras se han formado con el artículo al unido a la base latina (almeja ár. al+ lat. mitulu, alpiste ár. al + lat. pistu). En lo que atañe al portugués, también aquí se manifiesta una notable presencia de este elemento: alçaluz, alcova, alvoroço, etc.

Rafael Alberti recupera la tradicional vinculación del alhelí con el sur de España en su libro “El alba del alhelí”, escrito entre 1925 y 1926 y publicado al año siguiente. En esta obra, Alberti utiliza esta flor como metáfora de su tierra, Cádiz, de Andalucía y del pueblo andaluz, del amor al sol, el folclore, la tragedia y los dramas de amor que también embrujaron a Lorca. Fuera del área hispanohablante, esta flor sin embargo es conocida por su término científico, “matthiola incana”, en homenaje al médico y botánico italiano Pierandrea Matthioli (o Matthiole). 

Este científico, nacido en Siena en 1500, fue uno de los más célebres botánicos de su época. Dirigió el Jardín Botánico de Florencia, creado en 1543 por Cosme de Médicis, y que en su época fue uno de los más famosos por el estudio y análisis sistemático de las especies vegetales que en él se cultivaban. Matthioli escribió una de las obras fundamentales en la historia de la botánica “Comentari alla Materia Medica Di Pedania Dioscoride di Anazarbeo”, más conocida como “Herbario de Matthioli”. 

Publicada en Venecia en 1544, este compendio botánico se convirtió rápidamente en uno de los grandes bestseller de la época, debido en buena parte porque en este libro se detallaba concisamente cómo cultivar la mandrágora, una planta cuya raíz era muy utilizada en magia negra. La fama y el prestigio de Matthioli en la Europa del Siglo XVI fue tal que llegó a ser el médico personal hasta su muerte del Emperador de Austria.

El alhelí es originario de la cuenca mediterránea, donde es habitual encontrar esta flor en las zonas costeras. También esta planta fue cultivada desde antiguo en las Islas Canarias, donde es una flor muy apreciada. Es una especie de tallo recto y altura imponente, con una cúpula en forma de espiga llena de pequeños capullos que van floreciendo a lo largo de 4 a 7 días hasta formar una densa masa de pequeñas y compactas flores. Se obtiene una prolongada duración si se aplican los cuidados adecuados: mucha agua limpia, renovándola cada 2 ó 3 días, recortar el tallo, eliminar los capullos que se marchiten y poner las flores en un ambiente fresco. Con altas calefacciones los pétalos pueden estropearse y el ramo durará mucho menos. El alhelí simbolizaba la simplicidad y la hermosura. Se entenderá esta vinculación en cuanto se tenga un ramo entre las manos. Actualmente ha adquirido además un sentido diferente y es símbolo de elegancia.
El alhelí es una flor que si se seca, retiene su fragancia para siempre. Hay que esperar a que todos los capullos estén florecidos y posteriormente girar los tallos “boca abajo”, mantenerlos en una habitación fresca y a oscuras y después rociarlos con pegamento en spray o laca. 

Cuando las estrellas clavan 
rejones al agua gris, 
cuando los erales sueñan 
verónicas de alhelí, 
voces de muerte sonaron 
cerca del Guadalquivir. 

Federico García Lorca 
Fragmento de Muerte de Antoñito el Camborio 
El mito 

Una leyenda relata porque crece junto a los muros de viejos edificios, conventos, castillos, iglesias, ermitas, sepulcros, etc. En la Edad Media, se dice que los trovadores llevaban con ellos una ramita de alhelí, simbolizando la resistencia a los malos tiempos y el afán de sobrevivir. 

Durante el siglo XIV, una bella princesa vivía en un castillo escocés. Como era normal en aquella época, su padre la había prometido en matrimonio al príncipe heredero de un reino vecino, pero ella estaba enamorada de un noble bastante menos rico y poderoso. La vida se hizo difícil para los amantes, pero disfrazado de juglar, el enamorado logró entrar en el jardín de su amada Ahí cantó un romance en el que exponía un plan de fuga y la princesa lo escuchó encantada. El día señalado para la huida, el joven se presentó al pie del muro del castillo donde estaban situadas las habitaciones de su princesa y ésta le arrojó un ramito de alhelí como señal de que estaba de acuerdo con la fuga. Cuando estaba bajando por la cuerda que debía conducirla a los brazos de su amante, cayó y murió junto al muro. Al instante, se convirtió en una planta de alhelí, como las que todavía hoy crecen asidas a las paredes, y se dice que su dulce fragancia es la llamada a su enamorado para que acuda a su encuentro. 
“Un alhelí … caballero, éso es lo que yo quiero, además es delicado, pequeño y muy perfumado…”. 

El Herbario de Matthioli Fernando de Tirol invitó a Praga como médico de cabecera a Matthioli que gozaba en toda Europa de una inmensa autoridad en el campo de la botánica. Su libro, el Herbario, se publicó en checo en 1562, todavía durante la estancia de Matthioli en Praga, gracias a la traducción de Tadeás Hájek de Hájek. No es de extrañar que el Herbario de Matthioli se haya convertido en una obra muy codiciada. Matthioli aconseja en su libro, entre otras cosas, cómo obtener la mandrágora. Los polvos de la raíz de mandrágora se utilizaban para operaciones nigrománticas, o sea de magia negra. Por la configuración de la raíz, parecida a la del cuerpo humano, la mandrágora era denominada “hombrecito de la horca”.

El apodo se debía a la creencia de que la más eficaz era la mandrágora que crecía al pie de la horca. Matthioli aconseja en su célebre Herbario ir al lugar de las ejecuciones el viernes a medianoche en luna llena. Es necesario taparse los oídos con cera para no escuchar el llanto de la mandrágora al ser arrancada del suelo. El botánico recomienda trazar tres círculos en torno a las hojas de la planta y tocar un cuerno para contrarrestar el tumulto de los monstruos infernales. La raíz de la mandrágora debe ser después bañada en vino y vestida con una chaquetita roja y camisita de seda, y tocada con un gorrito negro. En comparación con otras traducciones, en la edición checa del Herbario de Pierandrea Matthioli se describen algunas plantas cultivadas solamente en el Jardín Real, en el Castillo de Praga. La fama del médico y botánico italiano Pierandrea Matthioli, impulsó un inédito aflujo al Castillo de Praga de nuevas especies y variedades botánicas, como alhelíes, tulipanes, lilas, jacintos y narcisos. En los Jardines Reales se cultivaba también el árbol de gingko y la misteriosa mandrágora.

Víctor Heredia - Bailando con tu sombra (Alelí)

Inspirada en una historia verídica, que a él le habían contado en una carcel donde Heredia visitaba y cantaba para los internos. La historia de un preso que había enloquecido, estaba preso por matar al amor de su vida por celos y el remordimiento lo llevó a la locura. El loco decía que todas las noches ella lo venia a buscar para bailar y después desaparecía. El día que le contaron la historia, al llegar al hotel, compuso esta bella canción.

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domingo, 3 de diciembre de 2023

LA HISTORIA DE LOS MACABEOS, UN EJEMPLO DE FIDELIDAD Y DE TESTIGOS EN DIOS

La historia de los Macabeos, 
¡un ejemplo de fidelidad!

Cuando la ley de Dios está en juego, todos los sacrificios, toda la dedicación y toda la constancia en la fe valen la pena. Al ser Él Rey y Señor tiene derecho a ser alabado y obedecido, aunque eso nos cueste la sangre del cuerpo y la del espíritu.
La historia de los Macabeos es, sin lugar a duda, una de las más hermosas de la Sagrada Escritura.
El testimonio de un amor adamantino a la ley de Dios, de una fidelidad eximia a su santo Nombre y de una fuerza sobrehumana que se impone sobre la propia flaqueza distinguió el periplo de aquellos varones y damas que lucharon en Judea y los hizo dignos de marcar la Historia con su constancia.
El Altísimo se complace con la fidelidad de los suyos, sobre todo cuando ésta es demostrada hasta el extremo, «porque en el fuego se prueba el oro, y los que agradan a Dios en el horno de la humillación» (Eclo 2, 5).
Así trató el Señor a su pueblo durante las persecuciones que por entonces se habían desatado e igualmente así manifestó su poder…

Antíoco Epífanes, un vástago perverso

Nos encontramos en el siglo IV a. C. Alejandro Magno se había convertido en uno de los mayores potentados del orbe, hasta el punto de que ningún ejército conseguía hacerle frente: «Llegó hasta el confín del mundo, saqueó innumerables naciones… la tierra enmudeció ante él» (1 Mac 1, 3).
Sin embargo, tras someter bajo su yugo a algunos de los pueblos más influyentes de aquel tiempo —como el reino de los persas—, sintió que la muerte se avecinaba. Entonces convocó a los altos oficiales y repartió entre ellos su imperio. Todos ciñeron la diadema real y sus hijos los sucedieron por muchos años, haciendo que el mal se multiplicara por toda la tierra (cf. 1 Mac 1, 7-9).
No es de extrañar que de entre esos reyes surgiera «un vástago perverso: Antíoco Epífanes» (1 Mac 1, 10), el cual subió al trono de Sirioa en el año 175 a. C. «También se le conoció por el sobrenombre de epímane, maníaco, a causa de su orgullo, que le impulsaba a igualarse con Zeus».1
Llevado por la ambición, Antíoco planeó conquistar Egipto. Atacó al rey Ptolomeo VI, que huyó en desbandada, y de regreso a Siria marchó rumbo a Jerusalén, donde entró triunfante. Saqueó el Templo, apoderándose de los objetos de valor que lo adornaban, y volvió a su tierra, tras haber matado a los judíos que se le habían opuesto.

Dos años después atacó nuevamente Jerusalén, donde estableció una ciudadela. Decretó por escrito órdenes que los habitantes de Judá tenían que adoptar: «se prohibía ofrecer en el santuario holocaustos, sacrificios y libaciones, y guardar los sábados y las fiestas; se mandaba contaminar el santuario y a los fieles, construyendo aras, templos y capillas idolátricas, sacrificando cerdos y animales inmundos; tenían que dejar sin circuncidar a los niños y profanarse a sí mismos con toda clase de impurezas y abominaciones, de manera que olvidaran la ley y cambiaran todas las costumbres» (1 Mac 1, 45-49). Además, mandó que se irguiera sobre el altar lo que el primer libro de los Macabeos califica de «la abominación de la desolación» (1, 54), a quien, de ahí en adelante, los judíos deberían adorar como dios.

Nadie que viniera a contrariar sus órdenes se libraría del castigo.

Una conquista desde hace tiempo preparada

Gran parte de los judíos no presentaban resistencia, pues hacía mucho que sus almas estaban corroídas por el desamor al Dios de Israel y a su causa. A tal punto que varios de ellos ya se habían mancomunado con los paganos para adoptar sus malas costumbres y prácticas perversas (cf. 1 Mac 1, 12-13).
En efecto, el libro de los Macabeos describe que antes incluso de la invasión de Antíoco los israelitas partidarios del helenismo «construyeron en Jerusalén un gimnasio, disimularon la circuncisión, apostataron de la alianza santa, se asociaron a los gentiles y se vendieron para hacer el mal» (1 Mac 1, 14-15).
El deseo de una vida más adaptada a los hábitos nuevos de los griegos agitaba, cada día, el corazón de los aggiornati judíos de aquel tiempo. La religión, las costumbres, la moral y las prescripciones de sus antepasados estaban desfasadas y condenadas al olvido más completo…
Para ellos valía más vivir de acuerdo con los dictámenes de la tierra que con las leyes del Cielo.

Desolación entre los pocos fieles

Los pocos que osaron hacerle frente al conquistador fueron cruelmente masacrados por sus soldados. Dicen la Escrituras que «una cólera terrible se abatió sobre Israel» (1 Mac 1, 64): las mujeres que circuncidaban a sus hijos, los que habían realizado el rito y los propios niños eran asesinados por mandato del rey. Igual destino tenían aquellos que conservaran algún libro de la Alianza o persistieran en seguir las prescripciones de la ley divina.
Los que escaparon del furor de los paganos se refugiaron en lugares solitarios y allí mantenían, en la medida de lo posible, la práctica de la verdadera religión. Pero su situación se volvía cada vez más difícil…
Quizá sea por eso que, al inicio, al primero y segundo libro de los Macabeos se les llamara en las traducciones al latín Angustiæ filiorum Dei y Angustiæ templi,2 respectivamente.
Aceptar tal desolación y dejarse masacrar fue, para esos judíos, su muestra de amor a Dios y a su ley. No obstante, ¿sería eso suficiente?

Impulsado por justa cólera

«Por entonces surgió Matatías, hijo de Juan, hijo de Simón sacerdote de la familia de Joarib; aunque oriundo de Jerusalén, se había establecido en Modín» (1 Mac 2, 1) con sus hijos: Juan, apodado el Feliz; Simón, llamado el Fanático; Judas, apellidado Macabeo; Eleazar, denominado Avarán; y Jonatán, conocido como Apfús.
Emisarios de Antíoco llegaron a Modín para obligar a sus habitantes a que sacrificaran al ídolo. Su objetivo principal era conseguir la apostasía de Matatías, pues al ser un hombre influyente y respetado serviría de ejemplo a sus compatriotas de cómo se debía abandonar la ley divina sin escrúpulos ni pesar.
El día señalado para el sacrificio, Matatías compareció en el lugar para ver cómo se desarrollarían los hechos. Al ser intimado por los emisarios a cumplir la orden real, él se negó rotundamente, declarando que no se desviaría de la verdadera religión «ni a derecha ni a izquierda» (1 Mac 2, 22), junto con toda su familia.
No obstante, tan pronto como terminó de pronunciar tales palabras un judío se adelantó a sacrificar al ídolo ante toda la asamblea. «Al verlo, Matatías se indignó, tembló de cólera y, en un arrebato de ira santa, corrió a degollar a aquel hombre sobre el ara» (1 Mac 2, 24). También le quitó la vida al oficial del rey encargado de obligarlos a la apostasía y llamó a sí a quienes quisieran resistir, por amor a Dios, hasta el final.

Inicio de la resistencia

Instalada la rebelión de los Macabeos, se fortificaron en refugios alejados de la ciudad. La conducta de Matatías sería muy diferente de la que hasta entonces habían adoptado los israelitas. No venía para perder sino para ganar. En efecto, en la hora de la dificultad es cuando aparecen, con todo el ímpetu del amor, los verdaderos hijos de Dios.
Ahora bien, ocurrió que muchos de los judíos que se habían refugiado en el desierto fueron alcanzados por los sirios y masacrados sin ninguna resistencia, dejándose matar, pues era día de sábado y no querían romper el descanso prescrito por la ley…
Cuando Matatías supo esto decidió no actuar como ellos, incluso aunque fuera sábado; de lo contrario, nadie sobreviviría a los ataques de los paganos. Reunió a un ejército y empezó a recorrer el país exterminando a los judíos prevaricadores, destruyendo los altares de los ídolos y persiguiendo a los enemigos (cf. 1 Mac 2, 44-47).
La actitud de Matatías revela algo de aquella astucia de la serpiente que el divino Maestro les ordenaría tuvieran los hijos de la luz (cf. Mt 10, 16). No se ciñó a la letra de la ley, sino que supo discernir la necesidad de abdicar de una costumbre santa para defender valores aún más altos.
Por otra parte, digna de admiración es también la postura de sus seguidores: atendieron a la voz del hombre de Dios, seguros de que el camino por él señalado conducía a la victoria.

Martillo de Dios contra los paganos

Tras la muerte de Matatías, su hijo Judas Macabeo tomó el mando del ejército. Sus hazañas fueron simplemente innumerables.
Se cuenta que Judas era llamado Macabeo a causa de la forma de su cabeza, que se parecía a un martillo —maqqeneth en hebreo y maqqaba en arameo.3 Fue con ese nombre con el que su familia y la resistencia de los israelitas en Tierra Santa pasaron a la Historia, y ningún otro podría ser más adecuado, pues fueron verdaderos martillos de Dios contra los paganos.
Asumido por Dios en todas sus empresas, Judas Macabeo venció con la fuerza del Altísimo y puso en fuga a sus enemigos. Junto con sus hermanos derrotó a los sucesivos generales enviados por el rey Antíoco, el cual, humillado en su orgullo, murió de disgusto tras conocer que sus tropas habían sido aniquiladas (cf. 1 Mac 6, 8-16).
Después de incontables luchas y dificultades, los Macabeos consiguieron, por fin, romper el dominio de los paganos en su territorio. La religión del verdadero Dios volvió a ser practicada, con mucho más fervor que antes y «la tierra de Judá gozó de sosiego por algún tiempo» (1 Mac 7, 50).

Aparente desmentido y verdadera victoria

Sin embargo, tras la muerte de Judas «volvieron a surgir apóstatas por todo el territorio de Israel y levantaron cabeza todos los malhechores» (1 Mac 9, 23). Los judíos renegados proseguían sus maquinaciones (cf. 1 Mac 9, 58; 10, 61; 11, 25), y la perspectiva de una nueva apostasía del pueblo elegido se vislumbraba con claridad en el horizonte.
Ante esto, se podría pensar que la lucha de los Macabeos fue noble y heroica, pero inútil. No extirparon la verdadera raíz de la iniquidad: los falsos practicantes de la verdadera religión. Sus vidas habrían sido sacrificadas en pro de la realización fugaz de un «sueño de ojos abiertos», condenado a no tener continuidad en el tiempo.
¿Valió la pena tanta fidelidad a una ley que ya estaba olvidada en su nación? ¿Valió la pena tal lealtad a un Dios que, hacía mucho, había sido abandonado por gran parte del pueblo? ¿No habría sido mejor que Matatías y sus descendientes hubieran adoptado una política más conciliadora, cediendo parcialmente a las exigencias del enemigo en lugar de tratarlo con tanta intransigencia?
Dice el poeta Fernando Pessoa que «todo vale la pena, si el alma no es pequeña».4

Cuando Dios y su Ley están en juego, todos los sacrificios, toda la dedicación y toda la constancia se vuelven un deber de justicia. Como supremo Rey y Señor, tiene derecho a ser alabado y obedecido, aunque eso nos cueste la sangre del cuerpo y la del espíritu.
Por haber sido un ejemplo de fidelidad a Dios en medio de lo absurdo y de la desilusión, los Macabeos merecieron brillar en el firmamento de la Iglesia y de la Historia. Proclaman por todos los siglos que sólo en Él se encuentra la verdadera victoria. Por eso hoy son y siempre serán dignos de nuestra admiración.

Notas

1 ARNALDICH, OFM, Luis. Biblia comentada. Libros históricos del Antiguo Testamento. 2.ª ed. Madrid: BAC, 1963, p. 960.
2 Cf. Ídem, p. 949. Del latín: Las angustias de los hijos de Dios y Las angustias del Templo.
3 Cf. Ídem, ibídem.
4 PESSOA, Fernando. Mensagem. Lisboa: Parceria Antônio Maria Pereira, 1934, p. 64.


(1 de agosto)

Etimológicamente significa “fuerte contra el adversario”. Viene de la lengua hebrea.
Si quieres más información acerca de esta familia, ve a la Biblia y medita los dos libros titulados de igual modo.
En el libro 20 y en el capítulo 7 se habla de cómo prefirieron dar su vida por Dios antes que ofenderle.
Su madre fue un ejemplo fuerte para sus siete hijos. Vio morir a cada uno. Y tuvo palabras consoladoras, en esos momentos de crueldad, animándolos a que murieran por el Dios verdadero.
El rey que reinaba en aquel tiempo era Antíoco. Le tenía manía a los verdaderos judíos.
Ante las amenazas de cómo iba a matarlos y de su forma horrible, la madre le contestó:" El Señor cuida de todos nosotros y está presenciando lo que sucede. Siempre se cumplirá lo que prometió Moisés: Dios se complace de sus amigos".

Fueron siendo asesinados uno tras otro. Ya con el hijo quinto, el joven le dijo al rey: «¿Se imagina que porque tiene un alto puesto de gobierno puede hacer todo lo que se le antoja? Pero no crea que Dios ha abandonado a quienes pertenecemos a la verdadera religión. Ya verá que pasado un poco de tiempo, nuestra santa religión triunfará, mientras que a ustedes les sucederán cosas muy desagradables».
El sexto hermano dijo: "Cuando llegó el pequeño, el rey pensaba que se iba a ablandar. Le hizo muchos regalos para atraerlo".
Entonces intervino su madre y le dijo: "Hijo: ten compasión de mí, por amor a tu madre no vayas a renegar jamás de la santa religión de nuestros antepasados. Recuerda que estás obedeciendo al Dios que creó el cielo y la tierra. No tengas miedo a este verdugo que te quiere quitar la vida del cuerpo, porque si perseveras fiel, nos encontraremos todos juntos con tus hermanos en la vida eterna del cielo".

Tras estas palabras lo mataron, y a continuación a la madre de todos ellos.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!

10. La historia que se repite: Los Macabeos | La Iglesia Que Ilumina 🕊

Los jóvenes macabeos - Hna. Clare Crockett.

El 14 de noviembre, cumpleaños de la Hna. Clare Crockett, presentaremos el vídeo íntegro de ella tocando la canción de “Los jóvenes macabeos”. La letra es un poema escrito por la Hna. Estela Morales, como en el caso de “Prefiero el Paraíso”. La música la compuso la misma Hna. Clare. Esta canción exhorta a los jóvenes a no dejarse seducir por las mentiras que el mundo les ofrece y a ser valientes para defender la verdad, incluso hasta la muerte, como los siete hermanos del libro de los Macabeos. La canción termina hablando de la Virgen, capitana de nuestro ejército, que conduce a la juventud a la victoria del amor. El vídeo es de aquella famosa noche del mes de diciembre de 2015, en que la Hna. Clare no se encontraba bien físicamente. Ni siquiera tenía la letra de la canción, ni los acordes, ni voz…, pero se entregó generosamente a cantar con todas sus fuerzas sin poner excusas. Mientras la Hna. Clare canta la última línea: “¡María, por ti y siempre contigo!”, interrumpió la canción un momento y dijo: «Esto es lo que tenemos que cantar cuando nos estén matando». El martirio estaba muy presente en su mente. Veía a la Virgen como a aquella que le daría la fuerza a ella y a las hermanas, “ahora y en la hora de nuestra muerte”, como rezamos en cada avemaría.

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