EL Rincón de Yanka: "ROSTRO DE NADIE" (ANTOLOGÍA POÉTICA DE DIONISIO AYMARÁ) 👥

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miércoles, 9 de octubre de 2019

"ROSTRO DE NADIE" (ANTOLOGÍA POÉTICA DE DIONISIO AYMARÁ) 👥



ANTOLOGÍA POÉTICA 
DIONISIO AYMARÁ

“No somos dueños sino de nuestra aventura”



"Sobre la proa de mi nave 
brilla bajo la luna 
mi osamenta 

Ahora soy yo solo mi sombra 
y nadie más 
No atiendo otra llamada 
no busco otra canción ni sigo huellas (...) 
Sonando mi acordeón de recuerdos 
ebrio de uvas ardientes 
sigo mi ruta y ya fuera de mí 
como el loco que se hunde 
en la profunda claridad de la noche 
vuelvo ni rostro al mar donde la música 
se mezcla con las olas 
donde con sal se cubre toda imagen 
y soy de nuevo el que navega y canta" 
(...)
 ("CANTICO DEL NAVEGANTE")



No

No,
no te conformes con ser lo que eres,
con lo que has sido a través de los años,
los siglos que has vivido en tan poco tiempo.
No,
no te conformes con la mínima ración de esperanza
que te dejan para tenerte adormecido.
Nada de sumisión:
solo tu único designio,
tu obstinada manera de atravesar la estación calurosa
el invierno, tu propia desolación frente al destino, tú mismo.

No,
no te conformes con lo que tenías
que haber sido,
no aceptes otra luz que la tuya.
Hacia atrás nada: ni un solo paso
y si no tienes luz
preferible tu propia tiniebla,
preferible tu cólera, tu sola desgarradura,
tu alarido final a dos pasos más allá del abismo,
todo,
antes que pasar como ciertas alburas
semejantes al algodón de los corderos,
todo
antes que vivir sin dignidad,
todo,
inclusive la muerte.
Dionisio Aymará
Rostro de nadie
RESEÑA DEL LIBRO

En toda poesía de Dionisio Aymará -a través de los 17 poemarios publicados entre 1956 y 1996- la presencia obsesiva de temas específicos inmanentes a su pensamiento y sentir únicos articulan una sola epopeya del hombre de carne y hueso, una epopeya latinoamericana del hombre que ama, muere y resucita, del hombre que se es en su dolor solo con la muerte y lejos de ella cuando canta (…) Para la presente edición selecta de esta nueva antología de los poemas de Dionisio Aymará (…) extendimos los temas inherentes a su poética en los siguientes tentativos: la ausencia de la amada; el desgarro espantoso de la soledad; la furia ante la amenaza de la muerte y la mudez; el anhelo revolucionario sepultado en la oscuridad de las calles de la ciudad; la elasticidad de la epifanía; la alienación y la pérdida de identidad; la reconciliación y la escisión simultánea entre la esperanza y la cólera, entre la ternura y la ceniza, como también la nostalgia bolivariana y la evocación lacerada del primer revolucionario: el loco, el mesías.


Dionisio Aymará

(Táchira, 1928 – Caracas, 1999)

La ubicación de Dionisio Aymará, abogado de profesión, en la tradición de la lírica hispánica y venezolana es incluso tan paradójica como la contradicción casi irreconocible de su seudónimo literario (su nombre de ciudadano es Jorge Azaf), mezcla de dos civilizaciones distantes, la helénica y la aborigen, que quedaron en nuestra cultura unidas para toda la vida (…) Es uno de los poetas menos conocidos en Venezuela, pero con una proyección internacional sin precedentes, tanto en Latinoamérica y en Europa, como ningún otro poeta nacional hasta la fecha. Su nombre no aparece en ninguna de las antologías históricas de poesía venezolana, pero ha sido incluido, por ejemplo, en la antología prestigiosa editada por Approches y Clameur vers la Clarté, intitulada Profils Poetiques des Pays Latins, y varios de sus mejores poemas han sido traducidos al inglés, francés, griego, vasco, catalán, italiano y árabe.

Es un poeta encendido, fulgurante, recio, atormentado, que ahonda en la infrahumanidad de este tiempo sin nombre todavía. De ahí que la temática de su poesía hizo especial referencia a la vida, el destino del hombre, la naturaleza, el amor, la justicia, la ternura, la protesta, la cólera y la muerte. 

Sus poemarios son: 1956, Mundo Escuchado 1959, Clamor hacia la Luz 1959, El corazón como las Nubes 1960, Horario de Vigilia 1961, Escúchanos Libertador 1963, Sonatas 1964, Aconteceres del Alucinado 1965, Viendo la Noche 1966, En Ultima Instancia 1966, El Testigo 1967, Escrituras Terrestres 1975, Todo lo Iracundo 1977, La Ternura y la Cólera 1978, Aprendizaje de la Muerte 1980, No Soy del Coro 1986, Nocturnos de Lázaro 1986, Huésped del Asombro 1996, Vivir y Otros Enigmas 2000, Huésped del Asombro



EL TESTIGO

‘…LA VERDAD, TODA LA VERDAD 
Y NADA MÁS QUE LA VERDAD’ 



Juro decir la verdad 
toda la verdad que conozco 
y sólo la verdad cuya lumbre terrible 
he palpado 
he sentido con toda la piel 
y toda la vigilia y el ojo 
de mi conciencia más abierto que nunca 

Y digo de seguidas 
ese día tal vez era como los otros que he vivido 
pero llovía tenazmente 
llovía 
en todas partes 
en todo el universo llovía o debía llover 
porque el hambre y el odio 
y el desamparo y la amenaza 
y tantas otras cosas que duelen hasta el fondo 
se convocaron para el más funeral 
de los ritos 
para la más desgarradora 
de todas las ceremonias que se han celebrado 
a través de los siglos 

Y vi un mendigo que tenía la cara 
parecida a la nuestra 
que tenía llagado el pensamiento 
como el nuestro 
vi una calle donde otros hombres se confundían 
con la niebla y el polvo 
según el clima propio del lugar 
vi una plaza cubierta de anillos 
piedras falsas 
palabras también falsas 
una plaza cubierta de pequeñas serpientes 
aves sacrificadas 
baratijas 
y botellas colmadas de lejía 
y de otras poderosas sustancias 
destinadas a carcomer 

Allí soplaba un viento 
una ceniza 
pesada de antigüedad y mercaderes 
y numerosos mercaderes 
cuyos nombres no vale la pena decir 
pues eran tantos como las hojas que se pudren 
en los pantanos desde tiempos inmemoriales 
eran tantos 
son tantos 
que podrían abatir 
a pesar de su pequeñez todos los puentes 
si pasaran unidos pero no se unen 
porque no son capaces de amor 

Digo la verdad 
lo que he visto 

Ese día se cometió un asesinato 
se robaron ovejas para ofrendarlas a quién sabe 
qué ídolos 
se cometieron otros delitos mayores y menores 
y todo porque el hombre tenía demasiada facilidad 
para quedarse ciego a su arbitrio 
para olvidarse de si mismo 
de su desnudo semejante 
todo porque el hombre olvidaba 
con demasiada facilidad 
la sangre los incendios las grandes devastaciones ocasionaron sus pasiones sus manos 
a lo largo de millares y millares de años 

Y yo he visto con estos ojos míos con esta 
mirada mía que apagara por fin la tierra 
todo lo que hago constar 
lo que he presenciado desde mi ser 
llagado de impotencia 
desde el abismo de mi más absoluta desesperación. 

Los automóviles 
ruedan velozmente por calles 
y avenidas nocturnas 
y casi interminables desoladoras autopistas 
y hay en la noche trasatlántico 
y gigantescos edificios 
que parecen zozobrar y cohetes que giran 
en el espacio y están todos 
llenos de piel humana y corazón también humano
 y esperanza y angustia y otra vez 
y millones de veces 
esperanza y angustia.

Y mientras todo gira 
todo se mueve como los astros las hormigas 
la sangre 
aquí una mano se prepara en la sombra 
para herir aquí mismo 
precisamente en este planeta 
y se consuma 
la nueva degollación 
de los inermes de los últimos inocentes 
de este tiempo 

Yo he visto cómo bailan el twist 
en los festines más amargos 
los jóvenes que invalidan la noche 
con el ruido de los motores 
yo les he comprendido los he visto desorientados 
y sin prójimo. 

Muchachas que pudieran amar 
acechan desde sus sitios más oscuros 
muchachas que pudieran ser 
como las damas que en el fondo 
de insultantes mansiones 
se horrorizan de la prostitución 
y no saben 
y no quieren saber que detrás de los rostros 
bellas fachadas muros dignos 
detrás de toda piel 
de toda superficie arde un incendio 
arden unas imágenes a menudo inconfesables 

Repito que juro decir la verdad 
toda la verdad que me quema los ojos 
y sólo la verdad cuyo terrible resplandor 
cuchillo de relámpagos 
me hiere como un 
largo dolor por dentro 

Vi una mano crispada vi los brazos 
de un hombre golpeado de pronto 
por toda su soledad 
por todo 
el horror de este mundo 
y fui testigo de su lucha y de 
agonía solísima
 (Yo nada pude hacer porque uno se muere a pesar 
de las palabras que nos llaman 
para que no nos alejemos 
nada pude 
la gente pasa pero allí donde uno 
se enfrenta con su propio destino 
sólo uno tal vez sabe morir como es debido) 

Fui testigo del hambre y del espanto que alargaba 
los rostros 
hasta no ser sino gritos de humo 
ramalazos de odio 
y vi con estos ojos que serán pábulo de la tierra 
toda la angustia la amenaza y el miedo 
que hoy se disputan el dominio del hombre 

Todo esto lo ha presenciado 
lo ha visto este testigo 
imparcial y veraz que soy que he sido 
Todos estos y otros muchos delitos menores y mayores 
los puede ver 
en lugar cualquiera del mundo 
a cualquier hora un hombre 
un ser cualquiera de este tiempo.


Escúchanos Libertador
Dionisio Aymará


1


Vuelve tu rostro, Capitán, tu noble rostro
donde la eternidad y las serenas líneas de la luz se reflejan
y míranos
alzamos hacia ti los brazos huérfanos
la ceniza
la sangre,
como una lámpara de cabellera interminable
ardiendo en tu pasión de libertad y sacrificio,
oh dios airado de la guerra,
oh poderoso Capitán de la ternura ¡

Míranos
Abrazados a tu cuerpo tallado en piedra viva,
levantado en el aire de América, en tu región celeste,
en tu mundo
de largo corazón desgarrado,
te convocamos, Padre, para que tu presidas nuestro diálogo,
el tiempo donde cada minuto
nacen y mueren nuestras voces;
para que tu presidas
la mesa humilde a cuya orilla
cada día
repartimos el pan y la esperanza

Escúchanos , oh! Padre:
somos
eco de tu clamor
somos reflejo de tu luz perdurable,
somos tu aliento,
tu esforzada batalla por alzarnos
de la miseria y de la sombra,
tu don de vaticinios repartido.

Vuelve tu rostro, Capitán, tu noble rostro
Bañado ahora por la majestad de la noche más alta
y míranos:
llevamos en lo profundo de los párpados
tu imagen recorriendo las soledades de Los Andes,
tu estatura sobre los llanos proyectada,
tu extendido corazón de gigante
que infunde nueva vida
a su país, nuestro país que gime y canta
con la piel abrazada bajo la llama del petróleo
y el hierro

Tus brazos de horizonte se ciñen
a esta América tuya
hecha para nosotros
y para todos los que luego
vendrán a ocupar nuestros sitios.
Tus ojos desde la eternidad,
como ángeles custodios,
velan sobre tu hermoso Continente y tus puños
golpean sobre todos los hombros
para que no olvidemos que hay un alba escondida
en cada palpitación de la noche.

2

Amamos tu heroísmo, Libertador, tu ardiente
vocación de libertad , tu fuego
que no apagan los años
ni el olvido
y amamos
tu pasión y sed de justicia,
lo que de humano hay en las honduras de tu carne y espíritu.
Bolívar,
solitario varón con el pecho cruzado de relámpagos,
abierto a los grandes aconteceres
de la Historia, Bolívar:
imploramos tu conducción magnífica,
tu radiante lección de martirio,
tu silenciosa voluntad de amar y de vencer continuamente.

Ay, ¿quién sino tú pudo
enseñarnos el camino que conduce a la altura
donde solo los más puros destellos
del espíritu habitan?
¿Quién sino tú, Bolívar,
pudo cruzar las desoladas cumbres de los Andes,
los mares,
las tinieblas,
para dejarnos este sitio, esta herencia terrestre
donde no sabemos
cantar de rodillas?

3

De tu encendido tránsito, Bolívar, de tu llama apasionada,
de tu dolor y profunda fortaleza
se nutre aún
la tierra
pura que nos dejaste
bajo la formidable majestad del firmamento americano.

Tu itinerario heroico
recuerdan las ciudades,
los caminos, las piedras,
los ríos donde los astros beben
el zumo de la noche.

Cada sitio donde estuviste, cada instante nacido
de tu pecho,
guardan el resplandor alucinado
de tus pasos abiertos como una flor de viva quemadura.

Con tu espada flamígera
nos señalas
el tiempo liberado
por cuyas hondas naves pasa todavía
la rebelión de los indígenas,
la luz ganada a golpe de hueso y sangre airada,
el amor y su júbilo
conquistado una vez, y mil veces
perdido, oh soñador
de circulares Chimborazos,
domador de montañas,
anunciador de un alba nueva cuyo claror profundo
nos invade las venas!

4

A Ti, Bolívar,
claro conductor de los ejércitos libertadores,
capitán de la aurora,
cruzado del afán victorioso,
nos volvemos
en esta edad del átomo,
la cólera,
los cohetes que buscan el corazón del infinito.

A ti volvemos nuestros ojos, Bolívar,
para vencer el llanto, la fatiga, las soledades
que amenazan el sitio
donde ardía la llama del laurel,
en otro tiempo.

5

Evocamos tu gesta magnífica, tu lucha desigual con la sombra.
Tu fuerza levantando la arquitectura de la Patria,
oh forjador de Pueblos.
Tu grito de libertad rompiendo nubes,
desgarrando las ataduras de milenios
y milenios
de látigo y ceniza
volcados sobre el rostro del hombre.

Hay cálidos vocablos
-Casacoima, Angostura,
Carabobo-
para nombrar los astros que tus brazos invictos
colocaron en el cielo de América

6

Vuelve tu rostro, Capitán. Fulgor y sangre tuyos
abonaron el suelo
donde luchamos por el pan y el sueño diarios
y donde tú nos enseñaste
a ser libres y ser nosotros mismos,
Bolívar,
con tu esfuerzo de titán vencedor de la muerte.

Desde tus claridades profundísimas
sabemos que nos oyes y conduces
hacia el único destino que soñaste para nosotros, Padre:
el de ser como tú, pasión y vida,
presencia visionaria,
llamas de un mismo corazón invencible,
oh dios airado de la guerra
oh poderoso Capitán de la ternura,
Padre Libertador!