Un viaje por la realidad
con los ojos bien abiertos
Este libro es la plasmación del pulso tomado a la realidad. Las reflexiones que se recogen en estas páginas nacen de la vida vivida, lo que el autor ha tenido oportunidad de ver, leer, escuchar, anécdotas, historias…, y son –o deberían ser– ese corazón de la pastoral, el órgano que impulsa las acciones pastorales y riega todo el cuerpo. Los textos que componen esta obra fueron publicados en Vida Nueva como Pliegos, y en todos ellos hay un hilo conductor: la preocupación por encontrar a Dios en lo cotidiano y cómo las pequeñas cosas del día a día nos ponen directamente en contacto con él.
“Gracias, Fernando –escribe en el prólogo Antoni Vadell, obispo auxiliar de Barcelona–, por indicarnos con este libro que anunciar a Jesucristo no es solo hablar de él, enseñar o aprender conocimientos sobre él. Vivir en cristiano no es solo un estilo de vida, practicar un escala de valores, o intentar vivir una moral con una cierta perfección… Vivir la vida cristiana es descubrir a Jesucristo como alguien que me ama y a quien puedo amar aquí y ahora, en la concreción de mi vida cotidiana”.
«Yo sigo viendo más "El corazón de la pastoral", porque tú tomas el pulso, los latidos a la realidad... y luego los vuelcas en tus escritos. Una pastoral con corazón suena más a tener entrañas de misericordia en el trabajo pastoral. Y creo que ofreces reflexiones que nacen de la realidad (lo que ves, lees, escuchas, anécdotas, historias...), que es –o debería ser– “el corazón de la pastoral”, el órgano que impulsa las acciones pastorales. Seguramente, muy en la línea del ver-juzgar-actuar».
PRÓLOGO
LA FUENTE DE NUESTRA VIDA
ESTÁ EN EL CORAZÓN DE JESUCRISTO
Quiero agradecer la posibilidad que me ha brindado Fernando Cordero de poder escribir este prólogo con el propósito de animar a los lectores a que lean este libro que nos ofrece y profundicen en él. Recogen algunos «Pliegos» publicados por la Revista Vida Nueva.
No es fácil poner título a un libro. Por ello entiendo la discusión que tuvo el autor y los editores a la hora de buscarlo. Una pastoral con corazón también habría sido un título interesante. Pero creo que El corazón de la pastoral es adecuadísimo. Porque quizá en estos momentos no debemos buscar tanto calificar la pastoral como ir al corazón de la misma, que es el mismo Cristo.
Hablar del corazón siempre es hacer referencia al órgano vital que riega todo nuestro cuerpo. En el corazón de la pastoral está Jesucristo, que desea habitar en el corazón de la persona para que no se sienta sola. Y creo que cuando hablamos, animados por el papa Francisco, de conversión pastoral no estamos hablando solo de conversión de estructuras o métodos, sino de conversión del corazón y de redescubrir a Cristo como huésped principal de nuestro corazón, que desea abrazar la integridad de nuestra vida.
En un encuentro con educadores de una escuela católica uno me decía: «Nuestros jóvenes llevan mochilas muy pesadas, y quizá antes de anunciarles a Jesús debemos trabajar otros aspectos más urgentes de su persona, como ayudarles a sanar sus heridas emocionales». Me quedé impresionado por el significado que le daba este educador a la pastoral; por supuesto, no es un significado muy «cordial», integral. Yo le respondí: «Pues mi deseo es que estos chicos que llevan mochilas tan pesadas también tengan la oportunidad de descubrir a Jesucristo como habitante de su corazón, y descubriendo su compañía, su amor inmenso, puedan curar muchas heridas». Jesucristo desea estar cerca de ellos, los prefiere. La fe no es una propuesta elitista, para algunos, como si fuera la culminación de una pirámide de necesidades.
Por ello me parece muy sugerente este libro, sobre todo por su enfoque pastoral... La conversión pastoral o la nueva evangelización consiste en descubrir de nuevo la alegría inmensa que experimenta la persona que conoce al Señor de corazón, «internamente, como un amigo conoce a un amigo», como diría el santo de Loyola. Y tener la audacia de anunciarlo de corazón a corazón.
Fernando, tú eres periodista y sabes mejor que yo que uno de los grandes retos que se nos exige a la Iglesia es que tenemos que cambiar el lenguaje, como si tuviéramos que aplicar criterios de marketing... En cambio, yo estoy convencido de que el gran reto que tenemos los católicos es aprender a escuchar la vida con el corazón, como sede no solo de los sentimientos, sino de la sabiduría.
¡Qué interesante el capítulo tercero, con la bella metáfora de los signos de puntuación aplicados a la vida cristiana! Y empiezas haciendo referencia al sábado, el día de descanso de la creación, como un descanso del corazón. Pero debemos interpretarlo. Desde Cristo, este descanso no es solo para hacer un kit-kat, un parón, una desconexión en nuestras jornadas estresantes para ausentarnos por un momento de la realidad. Es más bien un descansar en el corazón de Jesús, como el discípulo amado en la última cena, para leer con más profundidad nuestra realidad compleja, a veces dura, dramática, apasionante...
Quizá no sea tan urgente que los cristianos pillemos el frenético tren de la sociedad aplicando las leyes del marketing a la pastoral. Tal vez el mejor servicio que podemos hacer a nuestra sociedad sea el de mostrar la pedagogía, la gramática de la sabiduría del corazón, aprender a gustar y sentir internamente la complejidad de la realidad desde la compañía de Aquel que habita nuestro corazón.
Vivimos la época del tuit, de la inmediatez, del mensaje con pocos caracteres... Y estoy convencido de que, para el crecimiento de la persona, para la sanación de las heridas, para las personas con grandes mochilas, los tuits no sirven, no bastan... Lo más práctico es la «sabiduría del matiz», que es la pedagogía mayéutica de Sócrates, o la sabiduría del corazón del Nazareno de Galilea, la pedagogía del discernimiento...
A través de la pedagogía del corazón, Jesucristo me educa a hacer silencio, acoger, mirar, escuchar, orar, contemplar... para reconocer en la realidad que me rodea, en el otro que está a mi lado, la presencia viva del Señor. Desde la pedagogía de los puntos y comas, sintiéndome acompañado y acompañando, se me invita a descubrir a Cristo como huésped de mi vida, y así poder desbloquear los blindajes de mi corazón y poder vivir una relación real con Cristo, que toca a la puerta porque desea gustar de mi amor...
Gracias, Fernando, por indicarnos con este libro que anunciar a Cristo no es solo hablar de él, enseñar o aprender conocimientos sobre él. Vivir en cristiano no es solo un estilo de vida, practicar una escala de valores, o intentar vivir una moral con una cierta perfección, o hacer una opción hacia los más pobres, o dedicarse a ser buenas personas...
Vivir la vida cristiana es descubrir a Jesucristo como alguien que me ama y a quien puedo amar aquí y ahora, en mi presente, en la concreción de mi vida cotidiana; alguien que me enamora y a quien necesito, porque soy frágil y tengo miedo a estar solo.
Y para ello necesitamos la compañía, la fraternidad de la Iglesia, del hermano cristiano, que me recuerda con su manera de mirarme, por cómo me trata, cómo me escucha, cómo cuida los detalles de nuestra relación, que la fuente de nuestra vida está en el Corazón de Jesucristo... He aquí el corazón de la pastoral.
Mons. Antoni Vadell i Ferrer,
obispo auxiliar de Barcelona
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