EL Rincón de Yanka: LO QUE LA CATOLICIDAD LE DEBE A ESPAÑA ⛪

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domingo, 21 de julio de 2019

LO QUE LA CATOLICIDAD LE DEBE A ESPAÑA ⛪


LO QUE LA CATOLICIDAD LE DEBE A ESPAÑA

Lo que los españoles, a lo largo de nuestra historia, hemos aportado al catolicismo. Hubo un tiempo en el que el concepto y el término de Occidente se identificaban con la Cristiandad. No hace falta recordar el papel que durante diez siglos tuvo España en la lucha terrible entre dos religiones y dos culturas relacionadas en más de un punto. Esta historia es demasiado lejana y en cierto modo poco edificante, pero nos ayuda a entender que los españoles somos occidentales por vocación y por voluntad, no por un fatalismo de la geografía.


De ahí que el genio español llevara lo cristiano a territorios nuevos, en el arte, en la literatura, pero también en la reflexión política (el Derecho Internacional, o la rebelión ante lo que parecía el irrefutable realismo maquiavélico) y en la vida social (por ejemplo, en la importancia que siempre ha tenido la ley natural en nuestra cultura).



España está en la base de la refundación de la Iglesia católica en los siglos XV y XVI, eso que tan absurdamente y durante tanto tiempo se llamó la «Contrarreforma». El catolicismo romano fue, y en parte sigue siendo, una obra española. Y América es occidental, y en buena parte cristiana, por la voluntad y el trabajo de los españoles, que no concibieron la colonización del Nuevo Mundo sin su hispanización y su cristianización.

Nuestra contribución al catolicismo ha hecho de nuestro país una nación estratégica para la Iglesia católica. Lo que pasa aquí tiene repercusiones inmediatas y de largo alcance, que a veces los españoles no sabemos ver: en América, muy fundamentalmente, pero también en otros países, entre ellos los europeos. El debate sobre el laicismo anticlerical de estos últimos años se ha seguido con gran interés fuera, y como eso, otras muchas polémicas que han sacudido en estos años la sociedad española. En contra de lo que pensaron sus promotores, el catolicismo parece estar saliendo reforzado, y con él algunos postulados morales de fondo sobre la vida y la religión en la sociedad. Lo que estamos haciendo estos días los españoles, católicos o no, tendrá consecuencias en todo el planeta. Consecuencias, por cierto, inmensamente positivas.

Aportes de España a la Cristiandad

España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…” MENÉNDEZ Y PELAYO

Un 12 de octubre, Nuestra Señora, ya fuera por bilocación o trasladada milagrosamente como San Felipe, no lo sabemos, se apareció sobre un pilar en Caesaraugusta para animar al apóstol Santiago, desalentado por el poco éxito que había tenido hasta entonces en la predicación, que cobró nuevo ímpetu a partir de ese momento. Y otro 12 de octubre (esto no es casualidad; es la Providencia) España descubrió para el Evangelio la América que, en palabras de Rubén Darío, cree en Jesucristo y reza en español, añadiendo un nuevo continente, todo un hemisferio, a la Cristiandad. España bautizó a las Indias y les enseñó a leer, dotando de escritura a las lenguas que hablaban los indígenas por medio de numerosos catecismos en lo que se podría considerar una nueva forma de Pentecostés.


Pero la contribución de España a la Cristiandad no se limita a la épica conquista y cristianización de medio planeta. Veamos algunas aportaciones más:

La Salve, oración que debemos a San Pedro Mezonzo, excepto la última frase, que la añadió San Bernardo. A Santo Domingo de Guzmán le debemos el Rosario. Y el Credo niceno-constantinopolitano fue redactado por Osio, obispo cordobés y Padre de la Iglesia, que se distinguió también en la lucha contra el arrianismo.

–Durante los 781 años que duró la Reconquista, España fue un muro de contención que impidió el avance del islam sobre el occidente europeo. Fue una verdadera cruzada (de hecho, no fueron muchos españoles a las Cruzadas, porque teníamos la nuestra en casa). Y una vez más en Lepanto, aunque participaron los estados pontificios, las repúblicas de Venecia y Génova, la Orden de Malta y los ducados de Toscana y Saboya, los soldados fueron en gran medida españoles que combatieron bajo las órdenes de don Juan de Austria y Álvaro de Bazán. España aportó además la mitad de los gastos.

Santiago de Compostela, como uno de los principales focos de peregrinación internacional.

Innumerables mártires desde las persecuciones romanas, pasando por las musulmanas hasta las del 36, así como incontables santos. Indudablemente, la cantidad ha sido ingente tanto de unos como de otros.

Órdenes religiosas fundadas por españoles son la Orden de Predicadores (dominicos), la Compañía de Jesús, la Orden de la Merced, la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, los Carmelitas Descalzos, la Orden de San Jerónimo y el Opus Dei, sólo por nombrar algunas de las más extendidas; la enumeración de todas resultaría mucho más larga.

El peso específico de los teólogos españoles en el Concilio de Trento fue inmenso, destacando Domingo de Soto, Melchor Cano, Diego Laínez y Alfonso Salmerón entre muchos más. En segundo lugar estaban los padres italianos, pero teniendo en cuenta la época es posible que muchos pudieran incluirse también entre los españoles.

La poesía mística es un género originario y prácticamente exclusivo de nuestra lengua. Y no se limita a Santa Teresa y San Juan de la Cruz: hubo muchos más que quedaron eclipsados por ellos, pero su obra está ahí, y de hecho se ha seguido escribiendo poesía mística hasta el día de hoy en España e Hispanoamérica. Aunque al menos las obras de nuestros dos grandes místicos principales se han traducido a muchos idiomas, apenas se ha producido algo semejante en otras lenguas de países católicos, y en inglés ha habido que esperar a finales del siglo XX con el concurso de la Fundación Fernando Rielo para que se empiece a escribir algo mínimamente semejante. Es la poesía más sublime porque es la que más alto vuela, llegando hasta Dios. Por eso San Juan de la Cruz es «el más poeta de los santos y el más santo de los poetas».

Durante siglos, el país con más misioneros ha sido España, y sigue siéndolo, aunque hoy en día pocos se puedan considerar ya auténticos misioneros porque la crisis de la Iglesia también los ha alcanzado y las misiones han terminado por ser en la mayoría de los casos una especie de ONG.

La Biblia Políglota Complutense (1520) y la de Biblia Regia de Amberes (1568-1572), con el texto en columnas paralelas en hebreo, griego, latín y arameo para facilitar el estudio del texto comparando las traducciones. Y luego dirán los protestantes que estaba prohibido estudiar las Escrituras. Pero ellos nunca han hecho una obra parecida.

No podría incluirse la Santa Inquisición porque la Iglesia tenía tribunales similares antes de fundarse en España, pero sí se puede decir que la española fue la mejor reglamentada, pionera en el buen trato de los presos, a pesar de todas las calumnias con que se la ha difamado. Cuando nadie hablaba de derechos humanos, la Inquisición fue verdaderamente modelo en ese sentido.

España es conocida como la Tierra de María Santísima, con innumerables advocaciones, y ciertamente destacó durante siglos en la devoción inmaculista, desde mucho antes de que se proclamara el dogma de la Concepción en 1854. Devoción verdaderamente popular, defendida con sólidos argumentos, incluso por el pueblo llano, que nos ha dejado insuperables obras de arte (Murillo, Zurbarán…).

¿Y qué decir de las procesiones de Semana Santa a ambos lados del Atlántico, del esplendor del barroco, que en tierras americanas alcanzó un nivel que supera con creces a lo que fue en España?

Seguro que nos hemos dejado bastante en el tintero, y podríamos hablar también de los aportes de España e Hispanoamérica en ciencias, tecnología y muchos otros ámbitos, pero nos saldríamos del tema central de este portal.



El desagradecimiento de la Iglesia con España. 
Elvira Roca Barea


Eduardo García Serrano explica en El Gato al Agua 
todo lo que le debe la Religión Católica a España en sus tiempos de gloria.

Un Estado católico y social - Alberto Bárcena