CUENTOS QUE NO SON CUENTOS
DE LA DICTADURA DE CUBAZUELA (ANTES VENEZUELA)
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CUENTOS DE TORTURA
HISTORIAS DE LA VIDA REAL
CUENTOS DE TORTURA
HISTORIAS DE LA VIDA REAL (1/7)
Reportes presentados en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Washington a principios de 2019.
Carlos Dávila, 21 años. Estudiante de derecho y ciencias políticas y dirigente estudiantil.
En la mañana del 29 de julio de 2017, un grupo de ciudadanos decidieron cerrar la vía pública en distintas zonas del estado Táchira como señal de descontento por la muerte del joven venezolano Gustavo Villasmil. Al percatarse de la colocación de obstáculos cerca de su residencia, el estudiante universitario Carlos Dávila se apersonó en el lugar con el objetivo de acompañar y reorientar la forma de protesta, intentando convencer a sus vecinos de remover los obstáculos colocados. Minutos después, un piquete de la GNB apareció en la zona, circunstancia que produjo que todos los presentes comenzaran a correr. Cuando estaba a escasos metros de su lugar de residencia, el Sr. Restrepo fue alcanzado por 2 funcionarios en moto, quienes procedieron inmediatamente a detenerlo y lo obligaron a subir al vehículo, no sin antes propinarle una fuerte patada que provocó que la víctima callera al suelo y se golpeara contra el asfalto, lo que generó un desgarramiento de su glúteo izquierdo.
Tras su arbitraria privación de libertad fue trasladado al estacionamiento del Core 1, sitio en el que permaneció 10 días recluido en una perrera1 de 2×2 metros de ancho y 1 metro 45 centímetros de alto que llegó a compartir con entre 18 y 28 personas, todas aprehendidas en el contexto de las manifestaciones. Dado el poco espacio del que disponían, los detenidos debían adoptar posiciones distintas cada 15 minutos para aliviar un poco los músculos contraídos. Así, mientras unos se sentaban con las rodillas junto al pecho, a otros les tocaba estar reclinados con un pie en el piso y el otro en el hombro más cercano.
Ese mismo día, los funcionarios obligaron a los jóvenes manifestantes detenidos a sentarse en cuclillas, les ataron las manos a la espalda con sus propios cordones de zapato y le restregaron en la cara polvo picapica y agua durante 1 hora. Al mismo tiempo que los obligaban a decir consignas vinculadas al gobierno de turno, siendo “Patria, socialismo o muerte” la más común. En 3 ocasiones la víctima se negó a repetirlas, lo que causó que los guardias lo golpearan y patearan bruscamente en distintas partes del cuerpo, especialmente en la cara.
Diariamente, los funcionarios despertaban al Sr. Dávila y a sus compañeros a las 5:00 a.m., y los sacaban de la perrera en grupos de 5 personas para bañarlos con una manguera. Al salir del vehículo, los rociaban con polvo picapica, los cacheteaban y les decían groserías de todo tipo. Debían desvestirse casi a ciegas, pues los efectos del polvo picapica les provocaban ardor en los ojos, y aprovechar la poca cantidad de agua que salía de la manguera para asearse.
“Ahí me di cuenta -afirma la víctima- que lo que buscaban era hacerme entender que no era una persona, que no tenía derechos, que si gritaba nadie me iba a escuchar, que estaba sólo y que había sido en vano cualquier lucha. Ellos tenían la firme intención de vejarnos para doblegar nuestro espíritu, le temían a la palabra ciudadanos, a la palabra derecho y, sobre todo, a la libertad”. Carlos Dávila
Por otro lado, el Sr. Dávila indicó que no existía un área especial para que él y sus compañeros hicieran sus necesidades fisiológicas, todo debía ser realizado dentro de la perrera, tarea difícil en medio de tantas personas. En caso de querer orinar debían usar un envase plástico de 2 litros; y para evacuar se valían de una bolsa plástica que, al terminar de usar, pasaban de mano en mano hasta hacerla llegar a la persona sentada en la punta de la perrera, quien se encargaba de colocar los excrementos en la parte de afuera, a escasos 30 centímetros de los detenidos. Los desechos permanecían allí durante 24 horas y la mezcla de éstos, junto con el metal oxidado del vehículo y la sangre producto de los golpes, impregnaban el ambiente de un fétido olor. Presa de la vergüenza y humillación de tener que pasar por tan desagradable situación, la víctima contuvo durante 5 días las ganas de hacer sus necesidades fisiológicas.
Durante los 10 días que el Sr. Dávila estuvo recluido en la perrera, los funcionarios les lanzaron bombas lacrimógenas en la mañana, tarde y noche, con un intervalo aproximado de 30 minutos entre cada tanda. La víctima recuerda especialmente una ocasión en la que los guardias estaban molestos porque uno de sus compañeros había sido asesinado. Esa noche el capitán de la GNB de apellido De la Rosa, dijo a fuerte voz “hoy es noche de guarimberos. Hoy es noche de Halloween”. Tras escuchar eso, el Sr. Restrepo y sus compañeros se quedaron inmóviles del miedo durante unos minutos, pues temían por su integridad. En ese sentido expresó:
“Nos quedamos un rato en silencio pero nada pasó, así que nos dispusimos a comer ya que era la hora de la cena. Al abrir los envases de comida nos ardían los ojos pero no le prestamos atención pues pensábamos que seguramente la perrera tenía impregnado el olor a gas. Cuando algunos mordisquearon su cena, y yo también, nos comenzó a picar la boca de forma alarmante. Era una sensación horrible y desesperante, los esbirros habían introducido picapica en nuestra comida. Al escuchar nuestras quejas lanzaron una bomba lacrimógena a la perrera, aquello fue un despelote dado que teníamos la comida y los jugos encima. Al cabo de 10 minutos ocurrió lo inesperado: comenzamos a sentir agua. Una manguera estaba inundando toda nuestra celda para mojarnos las toallas que usábamos para cubrirnos del olor a gas. En simultáneo comenzaron a lanzarnos nuestro propio excremento y orina. Eso nos alertó más, comenzamos a gritar como locos desesperados. Un grito de auxilio que no fue atendido. ¿Quién nos iba a defender, si quienes tienen el deber constitucional de hacerlo eran los mismos que violaban nuestros derechos?“
Esa noche, los guardias lanzaron un total de 9 bombas lacrimógenas a la perrera, con intervalos de 15 minutos entre cada una. Durante todo ese tiempo, grabaron con sus teléfonos celulares la desesperación de los detenidos y se rieron de ellos. Producto de la situación descrita, 17 de las 22 personas recluidas en la perrera para ese momento se desmayaron, vomitaron y/o se orinaron encima. Lo anterior duró aproximadamente 2 horas.
Adicionalmente, el Sr. Dávila relató que, en ocasiones, los funcionarios solían escoger a algunos manifestantes al alzar y los ubicaban en las perreras donde estaban los presos comunes. Una vez allí, obligaban a estos últimos a aplicarles el sabanazo*; y si llegaban a negarse, los amenazaban con lanzarles bombas lacrimógenas.
En fecha 31 de julio de 2017, el Sr. Dávila fue presentado ante la jurisdicción militar. Al término de la audiencia, la juez de la causa dictó una medida cautelar de prisión preventiva de libertad en su contra por la presunta comisión de los delitos de ataque al centinela e incitación a delinquir, a cumplirse en la Cárcel Militar de Santa Ana, mejor conocida como PROCEMIL. Sin embargo, la víctima fue llevada nuevamente al Core I donde permaneció recluida 8 días más debiendo soportar los abusos de sus custodios. El 8 de agosto fue trasladado al PROCEMIL, donde permaneció detenido 9 días. Finalmente, el 16 de agosto se le otorgó una medida sustitutiva de la prisión preventiva consistente en un régimen de presentación mensual, al cual se encuentra sometido actualmente. La víctima señala no sentir rencor por sus victimarios; asegura haberlos perdonado.
1 Perrera: vehículo oficial empleado como lugar de reclusión.
2 Sabanazo: La técnica del "waterboarding" consiste en inmovilizar al individuo bocarriba sobre una tabla, cubrirle la cara con un paño y verterle agua en la boca y nariz para generar la sensación de ahogamiento.
CUENTOS DE TORTURA
HISTORIAS DE LA VIDA REAL (2/7)
Estado Lara
Enmanuel Martínez, 22 años. Estudiante de análisis de sistemas y militante de Voluntad Popular.
El 11 de abril de 2017, Enmanuel Martínez se encontraba caminando tranquilamente por las inmediaciones del Core 4, cuando funcionarios de la GNB motorizados, encapuchados y con armas largas lo apuntaron y le ordenaron que se detuviera. Seguidamente, procedieron a halarle el cabello, romper sus lentes correctivos de visión y tirarlo al suelo; una vez allí le pasaron la moto por las dos piernas y los trasladaron al vehículo oficial de la GNB donde estaban las avanzadoras, quienes le propinaron una brutal golpiza con los cascos, botas y armas de reglamento, al punto de partirle la cabeza. Tal situación duró aproximadamente 4 horas. Debido a la rudeza de las agresiones, el Sr. Martínez perdió el conocimiento. Posteriormente fue trasladado al Destacamento 121 de la GNB ubicado en la Avenida Morán, donde los funcionarios lo bajaron del vehículo a patadas. Para ese momento, la víctima ya había despertado pero no sentía sus piernas.
Al respecto, la víctima señaló:
“La fijación conmigo y la golpiza tan brutal se debe a que el día anterior yo salí a manifestar desde la redoma de la avenida Vargas hasta el edificio nacional. El pelotón que custodiaba el edificio nacional fue el mismo que me detuvo y me golpeó”. Enmanuel Martínez
El 12 de abril lo trasladaron a la urbanización Alí Primera ubicada en la parroquia Tamaca, cuya custodia depende exclusivamente de la GNB. Durante los 28 días que permaneció recluido en Alí Primera fue constantemente amenazado con ser transferido a la cárcel de Uribana, una de las más peligrosas del país. Adicionalmente, los agentes de la GNB lo mantuvieron aislado durante 6 días a fin de evitar que sus familiares y abogados se percataran de los golpes y heridas producidos al momento de la detención mismo tiempo que aprovecharon para hacerles creer que, por su condición de homosexual, el Sr. Martínez había sido violado por el resto de los reclusos.
En conjunción con lo anterior, la víctima afirmó que hasta el 13 de abril fue privado de la ingesta regular de alimentos; y que, en ocasiones, tuvo que pedirle comida al resto de los detenidos debido a que los funcionarios de la GNB solían tomar para sí los insumos alimenticios llevados por sus familiares. Además, en varias oportunidades los vecinos oficialistas de la urbanización Alí Primera amenazaron a sus padres con quemarles el vehículo si insistían en llevarle comida a “los guarimberos”.
La audiencia de presentación del Sr. Martínez fue pautada para el día 15 de abril de 2017, sin embargo en el transcurso de la misma los tribunales municipales y regionales se declararon incompetentes, marcando así el inicio de un retardo procesal. Finalmente, el 26 de abril se nombra al tribunal sexto de control estadal como el competente para conocer la causa, mismo día en que se realiza una nueva audiencia en las inmediaciones de la urbanización Alí Primera. Al termino de la audiencia, el juez otorgó una medida sustitutiva de la prisión preventiva de libertad consistente en la presentación de 2 fiadores. No obstante, debido a la ausencia del juez competente, la audiencia de presentación de fiadores se suspendió en 2 oportunidades, situación que llevó a los familiares de la víctima a realizar una huelga el 8 de mayo en la instalaciones del Edificio Nacional.
Con motivo de la presión ejercida por sus familiares, el día 9 de mayo se llevó a cabo la audiencia de presentación de fiadores, al término de la cual el Sr. Martínez quedó en libertad condicional bajo régimen de presentación cada 8 días, vigente a la fecha.
Pese a la gravedad de la situación descrita, la víctima decidió no denunciar los vejámenes a los que fue sometido por temor a represalias. El Sr. Martínez sigue luchando desde su espacio por restituir la democracia en Venezuela.
CUENTOS DE TORTURA
HISTORIAS DE LA VIDA REAL (3/7)
Estado Táchira:
Gabriel José Bolaños Arenas, 23 años. Estudiante de ingeniería mecánica, dirigente estudiantil y militante de COPEI.
Aproximadamente a las 4:00 de la tarde del 29 de julio de 2017, el estudiante universitario Gabriel Bolaños se encontraba en las inmediaciones del sector La Cueva del oso en compañía de vecinos de la zona, a fin de realizar una asamblea ciudadana y una actividad denominada “Pancartazo” que consistía en repudiar a través de láminas de papel las acciones ejecutadas por el gobierno nacional, en virtud de las cuales cientos de personas habían sido asesinadas, lesionadas y detenidas en el contexto de las manifestaciones.
En el desarrollo de dichas actividades, una comisión de 40 motorizados de la GNB se apersonó en el lugar y comenzó a disparar en contra de la sociedad civil, circunstancia que produjo que todos los presentes, incluido el Sr. Bolaños, comenzaran a correr en resguardo de su integridad física. La víctima fue alcanzada por 3 funcionarios en moto, uno de ellos lo apuntó con el arma reglamentaria en la frente y lo amenazó con matarlo si se movía. Seguidamente, 6 guardias se acercaron y comenzaron a golpearlo brutalmente en todo el cuerpo, lo esposaron y lo subieron a una de las motos a fin de llevarlo a la Comandancia de la zona Operativa de Defensa Integral (en adelante, “ZODI”).
Una vez allí el Sr. Bolaños fue obligado a desvestirse, pudiendo conservar únicamente su ropa interior, y a sentarse en cuclillas durante 1 hora. Mismo tiempo en el que los funcionarios lo golpearon, le rociaron la cara y el resto del cuerpo con polvo picapica y lo sometieron a un interrogatorio en el que, podía oírse de fondo, canciones alusivas al comunismo y al partido de gobierno. Posteriormente lo hicieron entrar a una de las 4 perreras que se encontraban en la Comandancia, en cuyo interior había 17 personas detenidas por manifestar que fueron obligadas por los guardias a golpear al Sr. Bolaños so pretexto de permitirles llamar a sus familiares. En el transcurso de la golpiza, uno de los detenidos le recomendó a la víctima fingir que se había desmayado para que los funcionarios les ordenaran dejar de agredirlo.
Debido a los golpes recibidos y las incómodas posiciones que debía adoptar en la perrera por el poco espacio disponible y la excesiva cantidad de personas recluidas, el Sr. Bolaños llegó a sentir un gran agotamiento físico. Sin embargo, el miedo y el estrés le impidieron dormir durante 3 días, por lo que su única oportunidad de descansar era cuando se desmayaba.
Por otra parte, el Sr. Bolaños afirmó que durante 2 días fue privado del consumo de alimentos pues, aunque éstos fueron oportunamente suministrados por sus familiares, los funcionarios de la GNB no se los hicieron llegar sino hasta el 31 de julio. Asimismo hizo referencia a las precarias condiciones de su reclusión, marcadas por el hecho de tener que hacer sus necesidades fisiológicas dentro de la perrera a la vista de sus compañeros, el alto nivel de hacinamiento en un espacio de apenas 2×2 metros de ancho y 1 metro 45 de largo, la imposibilidad de acceder al agua potable y los golpes, insultos, amenazas y demás humillaciones proferidas por los guardias. Sobre ese punto señaló:
“Nunca voy a diferenciar cuál fue la peor tortura; sí en las tardes cuando el calor era insoportable y nos tiraban bombas lacrimógenas por acción del Sargento Barón, que se mostraba feliz, riéndose mientras nos hacía eso, con todos en la Jaula sofocándonos, asfixiados por la falta de oxígeno, ahogados por el gas lacrimógeno y siendo rociados con agua para que con el químico de la lacrimógena nos ardiera la piel; o sí en las noches cuando no podía dormir y empezaba a tener alucinaciones de que llegaba a mi casa y mi madre me recibía”. Gabriel José Bolaños Arenas
En fecha 31 de julio de 2017, el Sr. Bolaños fue presentado ante los tribunales militares por la presunta comisión de los delitos de ataque al centinela y ultraje a la fuerza armada. Al término de la misma, el juez de la causa dictó una medida cautelar de prisión preventiva de libertad a efectuarse en PROCEMIL. Sin embargo, debido al incumplimiento de las formalidades necesarias para efectuar el traslado al referido centro, la víctima fue llevada nuevamente al ZODI donde permaneció recluida hasta el 5 de agosto. Finalmente, el 16 de agosto se le otorgó una medida sustitutiva de la prisión preventiva consistente en un régimen de presentación cada 8 días.
En la mañana del día siguiente a su liberación, el Sr. Bolaños fue informado de que el SEBIN se dirigía a su casa a practicar un allanamiento con el fin de privarlo nuevamente de libertad. Ante ello, tuvo que abandonar su hogar y quedarse durante varios días en casas distintas. Dos semanas después congeló sus estudios universitarios y se fue del país. Debido a los sufrimientos a los que fue sometido en el contexto de su detención, el Sr. Bolaños tuvo que recurrir a tratamiento psicológico; y, pese a la gravedad de los vejámenes a los que fue sometido, no presentó denuncias por temor a represalias.
CUENTOS DE TORTURA
HISTORIAS DE LA VIDA REAL (4/7)
Estado Miranda
Génesis Herrera, 21 años. Estudiante de organización empresarial y militante de Vente Venezuela.
En horas de la tarde del día 7 de julio de 2017, Génesis Herrera se encontraba participando en una manifestación pacífica en las adyacencias de la urbanización Bello Campo, junto a sus compañeros de Vente Venezuela. Respecto a lo ocurrido en ese momento señala:
“Aproximadamente a las 3 de la tarde llegó una brigada de la GNB. A los funcionarios no se le veía la cara porque tenían máscaras de gas. Una vez allí, sin mediar palabras, comenzaron a agredir y detener a todos los que estaban manifestando. A mí me agarraron y me golpearon con un casco en el costado derecho de mi cuerpo, dejándome 2 costillas fracturadas”. Génesis Herrera
Tras su arbitraria detención, y sin recibir la atención médica adecuada por las fracturas provocadas, la Sra. Herrera fue trasladada junto a otras 19 personas a la base aérea de la Carlota, donde los funcionarios la obligaron a permanecer en cuclillas con las manos en la espalda durante aproximadamente 3 horas mientras les hacían preguntas vinculadas a las razones de su participación en las manifestaciones y a su militancia en Vente Venezuela. Los guardias le sugerían a la víctima las respuestas que debía dar y, cuando esta se negaba a contestar o a repetir lo que ellos decían, procedían a golpearla brutalmente en el tórax, piernas y espalda.
Ese mismo día, la Sra. Herrera fue trasladada al Bicentenario de Plaza Venezuela. Una vez allí los funcionarios la obligaron a entrar a una perrera y procedieron nuevamente a hacerle preguntas y sugerirle respuestas. Ante la negativa de la víctima de contestar como se le exigía, le rociaban agua en la cara y lanzaban bombas lacrimógenas dentro del vehículo. Aproximadamente a las 9 de la noche, la llevaron al comando de la GNB ubicado en Altamira.
En fecha 8 de julio de 2017, se llevó a cabo su audiencia de presentación. El juez de la causa decretó una medida cautelar de prisión preventiva de libertad por la presunta comisión de los delitos de instigación pública a la violencia y asociación para delinquir. Asimismo, fue señalada como líder “de un grupo de resistencia”, junto a 2 personas que no conocía. Al finalizar la audiencia, fue llevada nuevamente al comando de la GNB, donde permaneció recluida durante 1 mes.
Respecto a las condiciones de su detención, la víctima afirma:
“En varias ocasiones me privaron de alimentos por horas prolongadas, me lanzaban bombas lacrimógenas en la celda, lo que era desesperante porque me impedía respirar bien, en más de una oportunidad sentí que me asfixiaba. Los guardias me insultaban muchísimo y me pegaban muy fuerte en varias partes de mi cuerpo. Además, solían amenazarme con que me iban a violar y me hacían creer que nunca saldría en libertad”.Génesis Herrera
Durante la mayor parte de su reclusión, la Sra. Herrera estuvo aislada y solo se le permitió contactar a sus familiares y abogados una vez.
El 7 de agosto de 2017, se dictó a su favor una medida cautelar sustitutiva de la prisión preventiva consistente en un régimen de presentación cada 15 días, prohibición de salida del país y prohibición de dar entrevistas sobre su caso, todas aún vigentes.
Pese a la gravedad de la situación descrita, la víctima decidió no denunciar los vejámenes a los que fue sometida por temor a represalias. Sin embargo, producto de los sufrimientos físicos y mentales ocasionados durante su arbitraria privación de libertad, la Sra. Herrera tuvo que acudir 21 días a terapia y actualmente padece de temor y ansiedad.
Víctimas del régimen de Nicolás Maduro
narran atrocidades que les hicieron + informe panel expertos
En un evento crucial en la OEA este 3 de mayo, se presentó un informe del Panel de Expertos Internacionales Independientes sobre la situación en Venezuela, cubriendo 183 casos de presuntos crímenes de lesa humanidad desde 2014 hasta 2024. Expertos destacados, incluyendo al Dr. Santiago Cantón y al Profesor Irwin Cotler, expusieron las fallas en el procesamiento de estos crímenes. Testimonios de víctimas como Luis Humberto De la Sotta y Nixon Alfonzo Leal Toro, entre otros, ilustraron el impacto humano de la crisis. El evento concluyó con una experiencia de Realidad Virtual que simula las condiciones de las víctimas en el Helicoide.
El informe resalta una década de impunidad y la necesidad de atención internacional. Con la participación de figuras como Joanna Frivet y el Dr. Manuel Ventura Robles, el evento enfatizó la importancia de la rendición de cuentas. La sesión de testimonios subrayó la gravedad de la situación, con relatos de persecución y asesinatos políticos, como el caso del Teniente Ronald Ojeda.
La Realidad Virtual proporcionó una perspectiva única, permitiendo a los asistentes experimentar un fragmento de la realidad que enfrentan las víctimas de violaciones de derechos humanos en Venezuela.
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