MANIFIESTO
YO SOY CRISTIANO. HECHOS Y PROPUESTAS
La Asociación Católica de Propagandistas y la Fundación Universitaria San Pablo CEU, organizadores del Decimoctavo Congreso Católicos y Vida Pública, titulado “Yo Soy Cristiano. Hechos y Propuestas”, al término del mismo desean hacer público el siguiente
MANIFIESTO:
PRIMERO
Afirmamos con profunda alegría que somos cristianos, que enraizados en el amor a Dios, creemos en el amor al prójimo.
SEGUNDO
Como cristianos creemos que todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Defendemos que todas las personas deben ser tratadas con respeto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen, nacimiento o cualquier otra condición. Propugnamos la paz, la prosperidad y la concordia, la unión entre todos los pueblos y el diálogo.
Por ello nuestra tarea es luchar por la dignidad de las personas y el bien común, desde una auténtica vocación de servicio a la sociedad. Como afirma la encíclica Deus Caritas est “la mejor defensa de Dios y del hombre consiste precisamente en el amor”.
TERCERO
Como cristianos defendemos que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Un derecho que incluye la libertad de creencia, así como la libertad para manifestarla, individual y colectivamente, en público y en privado. Por ello, pedimos que se protejan nuestros derechos y libertades básicas, entre las que se incluye educar cristianamente a los hijos, tanto en la familia, como en los centros educativos, elegidos por los padres. Pedimos a las autoridades españolas que no olviden que la religión católica es mayoritaria en nuestro país y que nuestra Constitución garantiza un elenco de derechos y libertades para todos los ciudadanos. Respetar otras confesiones supone siempre la búsqueda de la convivencia, en un marco de respeto de las libertades individuales. Y también pedimos a las autoridades internacionales que luchen infatigablemente por proteger a los cristianos perseguidos en todo el mundo.
CUARTO
España y Europa no se entienden sin el cristianismo. Las raíces culturales cristianas, unidas a la tradición grecorromana, han impregnado nuestras formas de pensamiento y organización social, creando un generoso espacio de libertad y prosperidad. Es aquí donde intentan llegar todos los días, cruzando nuestras fronteras, personas de otras razas y religiones, buscando la libertad, la seguridad y el bienestar que no encuentran en sus propios países. El cristianismo de Jesús de Nazaret se caracteriza por la paz, frente al belicismo; el servicio, frente al abuso de poder; la integración, frente a la segregación. Por ello, recordamos que los derechos humanos se inspiran en los Evangelios y en la Teología cristiana. Que las sociedades en las cuales se impone la ausencia de religión, acaban transformándose en sociedades totalitarias e inhumanas. Que las personas han profesado cultos y creencias religiosas, con anterioridad al nacimiento de cualquier forma política. Que negar la trascendencia del cristianismo en Europa y en España, deja huérfanas a nuestras sociedades.
QUINTO
Afirmamos que los espacios de pensamiento, como las Universidades y otros centros de investigación y enseñanza, están llamados a buscar la verdad. Muy especialmente, las Universidades cristianas tienen, si cabe, mayor responsabilidad en su labor de difundir el mensaje del Evangelio, formando jóvenes comprometidos con la sociedad, con la libertad y con el amor.
SEXTO
El Catecismo de la Iglesia nos recuerda que “desde los tiempos apostólicos, para llegara ser cristiano se sigue un camino que consta de varias etapas. Este puede ser recorrido rápida o lentamente y comprende siempre algunos elementos esenciales: el anuncio de la Palabra, la acogida del Evangelio que lleva a la conversión, la profesión de fe, el Bautismo, la efusión del Espíritu Santo, y el acceso a la comunión eucarística”. Muchos inician este recorrido y, de hecho, en Europa, somos mayoría las personas bautizadas. Buena parte de ellas llegan hasta el final de sus vidas ejerciendo su vocación cristiana y otras, sin embargo, no la reconocen con firmeza, por miedo o vergüenza a manifestarla, reduciéndola al ámbito de lo privado. Por ello, en este momento en el que muchas certezas parecen tambalearse y el camino se hace difícil, reafirmamos los valores cristianos como los cimientos para edificar una sociedad mejor.
SÉPTIMO
El Decimoctavo Congreso Católicos y Vida Pública ha tratado de forma amplia cómo los cristianos podemos y debemos afirmar nuestra fe a través de hechos y propuestas. Hemos abordado nuestro papel ante la crisis económica, social y política, nuestra vocación al compromiso de la Iglesia así como la labor cristiana de la Universidad y la presencia de la religión en los medios de comunicación y en la cultura. En definitiva, hemos entrado a fondo en lo que implica ser cristiano en la vida pública.
Creemos que el camino hacia la verdad compromete a la persona en su plenitud, combinando la razón, el amor y la fe. No podemos avanzar en el conocimiento, si no nos mueve el amor. No podemos amar, si no entendemos lo que amamos y no tenemos fe, si rechazamos a nuestro prójimo. Por ello, en este Congreso queremos volver la mirada a Jesucristo, cuya verdad siempre nos ilumina. Así finalizamos la celebración del Jubileo de la Misericordia, afirmando una vez más, con naturalidad y sin complejos: “Yo soy cristiano”.
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