«El Proyecto Magdala»:
Jesús García cuenta la historia
del P. Juan Solana
del P. Juan Solana
Cuando un sacerdote encontró una ciudad bajo la tierra llamada a cambiar las guías de Tierra Santa.
En el siglo I d.C el pueblo de Magdala desaparece sin razones aparentes. Veinte siglos más tarde, el magnate español de la cerveza Coronita, don Antonino, donó una suma importantísima para el padre Juan, que establece una iglesia allí donde estuvo la iglesia del pueblo, de los tiempos de Jesús. El lugar de nacimiento de María Magdalena está relacionado con el misterio también: el empresario escuchó tres veces una voz cuando habló con el sacerdote que decía “ayúdale”. Hablamos con Jesús García, periodista y escritor, sobre los entresijos de este descubrimiento.
Año 2004. Con el objetivo de construir una iglesia, el sacerdote mexicano Juan Solana obtiene para su congregación unos terrenos en la orilla del Mar de Galilea, en Israel.
El hallazgo de unas ruinas arqueológicas amenazaron con suspender el proyecto. Lo que podía parecer un problema se transformó en uno de los mayores descubrimientos de la arqueología judeocristiana de los últimos siglos: las ruinas de una sinagoga del siglo I asombraron a la comunidad científica internacional. La sorpresa fue en aumento al descubrir que, en torno a la sinagoga, había un pueblo pesquero: Magdala, el pueblo de María Magdalena, discípula destacada de Jesucristo.
¿Fueron estas calles y plazas transitadas por María Magdalena y otros discípulos? ¿Predicó el propio Jesús de Nazaret en esta sinagoga del siglo I? ¿Qué significado ocultan los símbolos de la misteriosa piedra hallada en esa sinagoga? ¿Fue realmente María Magdalena la mujer pecadora que se venera en la Iglesia Católica?
En su libro "EL PROYECTO MAGDALA", Jesús García resuelve con mucho oficio el capítulo de los yacimientos arqueológicos, que de contarse con lenguaje científico pudiera resultar árido. Por eso se deja guiar por Arfan a través de las ruinas y le va preguntando con la curiosidad del profano qué significa cada cosa, sin pasar a la siguiente hasta que no le haya quedado claro. Y es así que cada explicación tiene el mismo efecto que uno de esos softwares de reconstrucción virtual en tres dimensiones. Lo cierto es que cobra otro sentido la frase evangélica de que hablarán las piedras. Porque es verdad que lo hacen y, en ocasiones, cuentan hermosas historias, como esta del Proyecto Magdala.
Un proyecto de incalculables proporciones
Ese, Proyecto Magdala, es el nombre de la aventura del padre Juan, quien, sin embargo, no reclama para sí el más mínimo reconocimiento, sabedor de que es solo un instrumento en manos de la Providencia. Lo cierto es que lo que empezó como la idea de edificar una iglesia y un hogar para peregrinos, pronto quedó rebasado por unos hallazgos arqueológicos de primera magnitud. Pero el Proyecto Magdala es todavía mucho más que eso. Son también los voluntarios de todas las edades y rincones del planeta que llegan hasta allí para rebuscar bajo la tierra los cimientos de su fe. Y es también la reivindicación del papel de la mujer en la Iglesia, de ninguna manera menor, digan lo que digan, y así desde los primeros tiempos, con María de Magdala a la cabeza.
A este respecto, no tienen desperdicio las reflexiones del padre Juan alrededor de esta mujer fascinante, tratada en ocasiones muy a la ligera por cierta exégesis, lo que ha dado pie a cierta literatura -alguna ciertamente bien escrita- que la presenta como la última y primera tentación de Cristo; sirva el Proyecto Magdala no como ajuste de cuentas contra los tergiversadores, sino como caballeroso acto de justicia poética al rehabilitar el honor de una dama sin tacha; un proyecto, en definitiva, de incalculables proporciones, y que provoca en uno la alegría de que un buen amigo, viejo compañero de fatigas, haya tomado parte consignándolo todo para el registro general de la historia.
Descubriendo Magdala, el poblado enterrado de María Magdalena
Un descubrimiento insólito rodeado de misterio
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