EL Rincón de Yanka: ESPECULADORES

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lunes, 18 de mayo de 2020

EL AMOR Y LA FAMILIA EN "LAS UVAS DE LA IRA" DE JOHN STEINBECK



El amor en "Las uvas de la ira" de John Steinbeck

"LA FAMILIA TIENE QUE SEGUIR HACIA ADELANTE"

Profesora investigadora
Departamento de Estudios Literarios
Universidad de Guadalajara
México

Empédocles (493 a.C.-433 a.C) le confiere al amor un lugar central en su sistema filosófico. El amor siempre presente, en mayor o menor grado, es una fuerza motriz en continua lucha contra el odio. Para Empédocles, el amor une en un círculo armonioso los cuatro elementos: el agua, el fuego, la tierra y el viento. El odio, potencia presente en esta unidad, ejerce la labor de una cuña, y se empuja vertiginosamente entre los elementos para separarlos. El movimiento que se crea es un vaivén entre amor y odio, entre armonía y desorden, entre calma y tormenta. La realidad de la que habla el filósofo griego es cíclica. Después de una lucha tormentosa el amor vuelve a predominar, vence el odio y funde de nuevo los elementos en una sola unidad. El desplazamiento no lleva a la creación de nueva materia, sólo ocurre un cambio en las combinaciones.

Este concepto del amor que tiene Empédocles es quizás menos conocido que el platónico, a pesar de que históricamente fue pensado antes. Probablemente, porque Empédocles, materialista por excelencia, habla del amor como concepto universal, mientras que Platón con el mito del andrógino explica el origen fantástico del amor palpable entre hombre y mujer, lo reduce a una esfera más íntima, más individual y personal.
El amor, así como lo veía Empédocles, es interesante si se comprende dentro de un contexto y como tal se escogió a modo de ejemplo en este trabajo la novela Las uvas de la ira publicada en original en 1939 por John Steinbeck. El escritor norteamericano narra la historia de la familia Joad, campesinos de Oklahoma, que se ven afectados por la gran depresión que derrumbó en los años 30 la economía de los Estados Unidos. Los bancos se apoderaron de la granja, y la familia en la ruina total, sigue el lema que tantos años ha predominado en el territorio norteamericano “Young man , go west”, y se une al éxodo que miles de granjeros emprendieron hacia la tierra prometida, que en aquellos años eran los valles fértiles de California.

De todas las posibles interpretaciones que ofrece la novela polivalente de Steinbeck, este trabajo se enfocará en la visión que el autor tiene del amor y la transformación que éste sufre. En la novela de Steinbeck existen dos círculos concéntricos de amor: el primero lo forma el arraigamiento profundo a la tierra que alimenta al hombre y cuya labranza le da sentido a su vida; y el segundo círculo, que abraza al primero, es el amor por la familia. 

En el espacio de estas dos figuras geométricas, el amor a la tierra y a la familia se engarzan y forman casi una sola unidad porque realmente no pueden existir el uno sin el otro. La familia Joad que por generaciones enteras le ha sacado la savia a la tierra, la necesita para su sostén y para mantenerse unida. Un suceso drástico causa un desequilibrio en su rutina diaria, en el transcurrir de su vida ancestral que le ha dado estabilidad y certeza. Varios años de sequía orillan a la familia a contraer una deuda con el banco, la situación económica empeora cada vez más por las condiciones climáticas que no son propicias para el cultivo, y por fin llega el día en el que el banco cobra la hipoteca. La familia se ve despojada de sus tierras y es obligada a emigrar, a buscar nuevas oportunidades para mantenerse unida y sólida en su estructura. Se quedan sin tierra, pero del amor a ella surge esta fuerza obstinada, esta resistencia que los hace seguir adelante por el camino sinuoso que los lleva a un futuro incierto, pero en el que siempre se vislumbra el deseo invencible de comprar otras tierras para echar nuevas raíces. Las condiciones sociales adversas erosionan sin embargo también el monolito familiar, se filtran hasta el centro de su estructura y la merman hasta resquebrajarla.

La tierra y la familia, los elementos, pues, que conforman los dos círculos concéntricos de amor, se encuentran de pronto en un estado desarticulado. La tierra se pierde y la familia se divide. Sin embargo, en ningún momento se puede decir que las agresiones del medio social aniquilan el amor. Siempre está presente en la gran figura de la madre, quien lleva una lucha continua por mantener unida a su familia y por guardar la fe en un futuro en el que se establezca de nuevo la armonía. El amor, fuerza permanente y vigilante de los elementos que conforman los dos círculos, se demuestra flexible y vulnerable. Madre aprieta y suelta las riendas siempre firme en la lucha de supervivencia de la familia, pero las adversidades del medio social son fuerzas implacables también que retan continuamente las constantes del amor. Se desata una lucha tenaz entre estas dos fuerzas y al final de la novela descubriremos la visión positiva y esperanzada del autor, quien no permitirá el aniquilamiento del amor. A lo largo de la novela se nos mostrará el camino que el amor recorre en su transformación: de ser amor por la tierra y amor por la familia se convertirá en amor al prójimo alcanzando con su humanitarismo dimensiones universales. Los dos círculos concéntricos se transformarán en uno solo, en el que el amor como fuerza motriz volverá a reestablecer la armonía y la esperanza, como decía Empédocles con su visión cíclica de la supremacía del amor. Veamos pues, con referencias al texto de Las uvas de la ira como logra Steinbeck esta transformación del amor.

La novela empieza cuando Tommy, el segundo hijo de la familia Joad, emprende el camino a casa, después de haber pasado algunos años en prisión por haber matado en defensa propia a un hombre. Se queda estupefacto cuando ve su hogar vacío y una esquina de la casa derruida por el impacto de un tractor que aprovechó cada milímetro de tierra en el arado. Se dirige a casa de su tío y ahí los encuentra reunidos a todos. El tío John quien vivía solo en su granja acoge a la familia de su hermano con seis hijos y a sus padres. La familia Joad está compuesta entonces por 12 miembros: Los abuelos, el tío John, el padre Tom, la madre (cuyo nombre no se menciona, siempre es llamada “Madre”), sus seis hijos y un yerno: Noah y Tommy son mayores de edad, Rose of Sharon está casada con Connie, Al tiene diez y seis años y, Winfield y Ruthie todavía son niños. Venden todas sus pertenencias, matan los animales y preparan la carne para llevársela de alimento, empacan los baúles con lo poco que les queda, trepan todo, inclusive los colchones, al camión que compraron con sus ahorros, y emprenden el largo viaje a California. La publicidad que se ha hecho al fértil y prodigioso estado de California se convierte en una nueva meta, en un sueño ilusionado en el que la familia espera encontrar nuevas tierras para asentarse. Llevan consigo también a un predicador, porque donde caben tantos cabe una persona más.

La familia Joad despojada de sus tierras emprende el viaje. Todos están de acuerdo que allí ya no pueden seguir. Los jóvenes por lo pronto no se separan para buscar nuevas oportunidades en la ciudad. Tommy quien está en libertad bajo palabra, sigue también con ellos, a pesar del riesgo que corre para ser aprehendido por la policía y ser regresado a la cárcel. En la primera fase en la que se quedan sin sus tierras y organizan el viaje, la familia se muestra sólida y confiable en su unión.

En esta nueva vida de nómadas en la que “dejaron de ser granjeros para convertirse en emigrantes” la familia sigue muy organizada. Se estructura de manera jerárquica: los hombres se agrupan en un círculo, se ponen de cuclillas, trazan figuras con un palo en el polvo del patio y deciden el futuro. Mientras, las mujeres, a cierta distancia agarrando de la mano a los niños, observan sin cesar el rostro de los varones. Al emprender el viaje “Padre y el tío John ocupaban los sitios de honor junto al conductor, como correspondía a los jefes del clan” [Steinbeck, 1999: 171]. A lo largo del viaje veremos como este orden en la familia se empieza a alterar poco a poco. En ocasiones las mujeres ocupan el lugar junto al conductor, y sobre todo, cuando la situación económica se torna difícil y paupérrima las decisiones las toma la madre.
Durante el viaje todos tienen una nueva responsabilidad: Tommy y Al conducen el camión y están a cargo de su mantenimiento, padre administra los ahorros, las mujeres se encargan de la comida, los niños de buscar leña para la fogata, y una vez llegados a California, los hombres se dedican a buscar trabajo para el sostén de la familia.

La unidad de la familia se ve afectada en cuanto inician el viaje. El abuelo, hombre recio y colérico no soporta la separación de sus tierras y muere a los pocos días. La abuela, a pesar de que siempre reñía con su marido poco a poco se va encogiendo y debilitando y muere también. Llegando al río Colorado, Noah el primogénito de los Joad se separa del clan. Le gusta esta zona silvestre y ruda que el río recorre como una serpiente plateada y decide quedarse. Connie el esposo de Rosasharn (o Rose of Sharon) la deja embarazada y la abandona a ella y al grupo para buscar fortuna solo. Hacia el final de la novela Tommy, quien se metió en una riña para defender a los emigrantes oprimidos se esconde por un tiempo en las cercanías donde acampa la familia, pero se ve obligado a huir por su propia seguridad y la de los demás. Es quizás ésta la separación que más le duela a la madre, porque Tommy siempre ha sido su predilecto. Al inicia un noviazgo con la hija de otros emigrantes y decide seguir a la familia de la novia. Quedan por fin el tío John, el padre, Rosasharn, Winfield, Ruthie y la madre decepcionada con un sabor amargo en la boca:
"Antes teníamos un trozo de tierra, teníamos un mundo nuestro, los más viejos morían y nacían nuevos seres; y siempre éramos una sola cosa, ¡éramos una familia! Unidos las cosas se ven claras, pero ahora no veo claro, nada y es porque ya no estamos unidos…. Tu padre ha perdido su tierra y con ella la cabeza; ¡nos estamos rompiendo!, ya no somos una familia... Tu hermana va a tener un hijo pero, ese niño no tendrá familia... No tienen nada en que confiar.
El trato inhumano que reciben en California es otro de los factores que desintegran a la familia. Considerados emigrantes en su propio país, son apodados maliciosamente los Okies como lo explica uno de los campesinos:

- Antes significaba que eras de Oklahoma. Ahora quiere decir que eres un cerdo hijo de perra, que eres una mierda. En sí no significa nada, es el tono con que lo dicen. [...] He oído que hay trescientas mil personas como nosotros, que viven como cerdos porque en California todo tiene propietario. No queda nada libre. Y los propietarios se van a agarrar a sus posesiones aunque tengan que matar hasta el último hombre para conservarlas [Ibidem: 315].

En la estructura de la novela, Steinbeck intercala capítulos en los que los protagonistas no son los Joad, sino todos los emigrantes de aquella época. El autor narra la situación general del país, y es así como nos enteramos que trescientos mil granjeros norteamericanos forman el éxodo de trabajadores agrícolas flotantes. Los Joad son uno del montón. Acampan, como todos los demás en la orilla de los caminos donde los sorprende la noche, en los Hooverville, campamentos improvisados a la orilla de un río o, si tienen suerte y encuentran lugar, en los escasos campamentos del gobierno federal, los Weedpatch. La falta de trabajo, la mano de obra abaratada por tanta oferta y los períodos cíclicos de la cosecha obligan a las familias a estar en continuo movimiento en las carreteras. A penas si logran traer dinero para la cena del día. El trabajo es duro y mal pagado, la miseria los invade con un peso abrumador y sobre todo el hambre corroe sus espíritus. Los californianos están asustados ante esta masa de vagabundos, de gente que vive en peores condiciones que los animales y se muestran agresivos hacia ellos. Incendian los campamentos, abaratan cada vez más la mano de obra y destruyen en plena depresión económica cosechas enteras delante de los ojos hambrientos de los emigrantes. Los brotes de inconformidad son pequeños, la gente en movimiento permanente por las carreteras no puede unirse para poner fin a esta mísera situación social. Cada vez más granjeros pierden sus propiedades en el país entero y los grandes monopolios capitalistas se adueñan de millones de hectáreas. El tractor, la máquina, la nueva herramienta de trabajo arranca a la gente de sus hogares y los empuja hacia la emigración, hacia la incertidumbre, pobreza y destrucción. “El tractor hace dos cosas: remueve la tierra y nos expulsa de ella” [Ibidem: 245].

En el seno de las familias la impotencia ante las injusticias se convierte en ira, en rabia contra fuerzas externas más poderosas que ellos, que de pronto rigen sus mentes, sus vidas y aprisionan sus corazones:
Los frutos de las raíces de las vides, de los árboles, deben destruirse para mantener los precios y esto es lo más triste y lo más amargo de todo. [...] La gente viene con redes para pescar en el río y los vigilantes se lo impiden; vienen en coches destartalados para coger las naranjas arrojadas, pero han sido rociadas con queroseno. Y se quedan inmóviles y ven las patatas pasar flotando, escuchan chillar a los cerdos cuando los meten en una zanja y los cubren con cal viva, miran las montañas de naranjas escurrirse hasta rezumar podredumbre; y en los ojos de la gente se refleja el fracaso; y en los ojos de los hambrientos hay una ira creciente. En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listos para la vendimia [Ibidem: 501/ 502].

California, esta tierra generosa se convierte en tierra hostil para los emigrantes. Antes de partir de sus terruños natales madre se la imagina de esta forma:
Pero me gusta pensar lo bien que estaremos, a lo mejor, en California, donde nunca hace frío y la fruta crece por todas partes. La gente vivirá en los lugares más hermosos, en casitas blancas levantadas entre los naranjos. Me pregunto... es decir, si todo conseguimos un empleo y todos trabajamos, tal vez podamos comprar una de esas casitas blancas. Y los pequeños saldrán a recoger naranjas del mismo árbol. No podrían aguantarlo, gritarán como locos [Ibidem: 166].
El sueño dorado resulta haber sido una fata morgana inclemente que se desvanece de modo violento y deja lugar a una realidad feroz e inhumana. Sin embargo, este amor por la tierra, por el hogar y la familia es el que les da valor y fuerzas inesperadas para salir adelante día tras día en esta existencia indigna para ellos, en la que su pensamiento y deseo sólo debe dirigirse a un futuro inmediato, al presente, porque hoy se convierte en vital y el mañana les da pavor imaginarlo.
La ira ocasionada por las inclemencias externas se mete como cuña en la estructura familiar y la debilita. El amor latente en todo momento cede ante la agresividad, se merma, se fragmenta y dispersa pero vuelve a integrarse y adquiere una nueva forma extraordinariamente poderosa y significativa. De este amor por la familia y la tierra nace el amor por la humanidad. El amor rebasa entonces sus límites individuales y se convierte en universal y trascendental.

En las últimas escenas de la novela, la familia Joad vive junto con otras familias en un furgón. Cerca del lugar se encuentran los campos de algodón a los que temprano en la mañana salen a trabajar. El clima empeora y la lluvia abundante ocasiona la inundación del sitio. En estas circunstancias despiadadas Rosasharon inicia con la labor de parto. El niño prematuro, como para aumentar todavía las dimensiones de la tragedia, nace muerto. Al tío John le piden que fuera a enterrar a la criatura, pero éste, quizás en un arranque de impotencia ante la crueldad de sus vidas inhumanas, en un gesto de amarga protesta y rebeldía deja flotar el cadáver del feto río abajo para decirle a la gente que éste es el producto de una injusticia social.
Dijo fieramente: ve río abajo y díselo. Ve hasta la calle y púdrete y díselo de este modo. Esa es tu manera de hablar. Ni siquiera sabemos si eras niño o niña. No lo averiguaremos. Baja ahora y yace en la calle. Quizás entonces se den cuenta -giró la caja con suavidad hacia la corriente y la soltó [Ibidem: 628].

El agua que sigue subiendo de nivel invade ya el furgón y la familia sale a la carretera para buscar un refugio. Ven en la ladera de una colina un granero en el que entran apresurados cargando a Rosasharon quien está debilitada por el parto, para resguardarse de la lluvia. Adentro se encuentra un niño con su padre. El hombre enfermo con la cara chupada y los ojos vidriosos se está muriendo de hambre. Madre consigue un edredón, le quita la ropa mojada a su hija y la envuelve en la cobija seca. Las dos mujeres pronto encuentran una solución para el moribundo:

Los ojos de Madre fueron más allá de los de Rose of Sharon y luego volvieron a ellos. Y las dos mujeres se miraron profundamente la una a la otra. La respiración de la muchacha era entrecortada.
Ella dijo:
-Sí.
Madre sonrió.
- Sabía que lo harías. ¡Lo sabía! -miró sus manos, entrelazadas en su regazo.
- Rose of Sharon susurró:
- ¡Podéis... saliros todos?
[...]

Luego levantó su cuerpo y se ciñó el edredón. Caminó despacio hacia el rincón y contempló el rostro gastado y los ojos, abiertos y asustados. Entonces, lentamente, se acostó a su lado. Él meneó la cabeza con lentitud a un lado y a otro. Rose of Sharon aflojó un lado de la manta y descubrió el pecho.

- Tienes que hacerlo- dijo. Se acercó más a él y atrajo la cabeza hacia sí-. Toma- dijo- Así -su mano sujetó la cabeza por detrás. Sus dedos se movieron con delicadeza entre el pelo del hombre. Ella levantó la vista y miró a través del granero, y sus labios se juntaron y dibujaron una sonrisa misteriosa [Ibidem: 636-637]

Así es como termina la novela. Esta última escena, que quizás parezca una representación grotesca de la tan querida imagen frecuentemente representada en el arte cristiano “la Madre de Dios lactante”, Maria lactans, está sobrecargado de símbolos. El personaje femenino que a lo largo de la novela es nombrado Rosasharn aquí lleva su nombre completo Rose of Sharon. Según la anotación de María Coy, la traductora de la novela de Steinbeck, se evitó la traducción del nombre que se relaciona con el “Cantar de los Cantares”. En el poema bíblico la esposa de Salomón dice en el canto 2, 1: “Yo soy el narciso de Sarón, un lirio de los valles”. Esta correspondencia con el poema más bello de amor de la Biblia, que muchos exegetas relacionan alegóricamente con el amor de Dios hacia el pueblo de Israel, más no por eso deja de tener cierto aire profano, tiene una significación relevante. Este narciso de Sarón que nace de la tierra, que alimenta y nutre tanto física como espiritualmente, simboliza el lado femenino de la unidad cósmica. Rose of Sharon ya no es la madre que parió un hijo muerto, es la madre de la humanidad que alimenta, no al hijo pródigo de Dios, sino a un simple campesino al borde de la muerte por desnutrición.

De este modo los elementos desperdigados del amor por la tierra y por la familia se reúnen y forman un concepto universal. El microcosmos se expande y se convierte en macrocosmos. El amor de ser individual, relacionado con el resquebrajamiento de una familia adquiere dimensiones cósmicas que atañen a toda la humanidad.
Los Joad sin ninguna propiedad material - el camión y sus pertenencias quedaron inservibles por la inundación- se convierten en mensajeros de una fe cristiana pura e impecable. Es la anunciación de la buena nueva: la esperanza y el amor siempre germinarán en una semilla que está lista para ser sembrada y para dar frutos. Es una semilla resistente y persistente a la vez, porque a pesar de la tierra árida en la que se encuentra tiene siempre posibilidades de nacer. El amor individual, terreno y material se convierte en amor absoluto que trasciende los límites finitos y temporales. El amor sufre un desplazamiento, un cambio y, como decía Empédocles, el ciclo se reanuda al establecerse la armonía y la esperanza. El odio queda vencido y por lo pronto arrinconado en la unidad en la que el amor vuelve a poner en orden los elementos, en otras combinaciones, esto es cierto, pero manteniendo la sustancia inalterada.

BIBLIOGRAFÍA:

______, 1970, “El Cantar de los Cantares”, 2,1, “Antiguo Testamento”, Sagrada Biblia. Traducción de Alberto Colunga y Eloíno Nácar Fuster, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.
Becker, Udo, 1998, Enciclopedia de los símbolos, 3° reimpresión, traducción José Antonio Bravo, México: Océano.
Reale, Giovanni y Antiseri, Dario, 1991, “Empédocles y las cuatro raíces”, Historia del pensamiento filosófico y científico, tomo I, 2° ed., traducción de Juan Andrés Iglesias, Barcelona: Herder.
Steinbeck, John, 1999, Las uvas de la ira, 5° edición, Traducción María Coy, Madrid: Cátedra, Letras universales.

Espéculo. Revista de estudios literarios. 
Universidad Complutense de Madrid




Se unen aquí el premio nobel de literatura John Steinbeck y el magistral director John Ford para relatar una profunda historia de la depresión de los años treinta.
La unión de los empobrecidos será la que les dará un alma con el que poder ser verdaderamente protagonistas su existencia, la solidaridad en las pequeñas cosas que construyen humanidad.

lunes, 25 de julio de 2016

SAN AMBROSIO: LA CORRUPCIÓN HUNDE UN PAÍS



A veces es interesante contrastar el lenguaje y estilo de los santos antiguos con el lenguaje de la Iglesia del siglo XXI.
"Se ha de evitar que el empleo de recursos financieros esté motivado por la especulación y ceda a la tentación de buscar únicamente un beneficio inmediato, en vez de la sostenibilidad de la empresa a largo plazo, su propio servicio a la economía real".

¿Quién escribió esto?
Y otra frase: "La economía tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento; no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona".
El autor de estos pensamientos es Benedicto XVI, en su encíclica Caritas in Veritate (puntos 45 y 40). Muchos han oído que Benedicto XVI habló de los orígenes morales de la crisis financiera y económica, y sin duda era algo sobre lo que meditaba, pero en sus textos de mayor rango doctrinal no lo detalla con frases lapidarias.

En otros documentos se acerca más: en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, del 31 de enero de 2012, habla de "el sentimiento de frustración por la crisis que agobia a la sociedad, al mundo del trabajo y a la economía; una crisis cuyas raíces son sobre todo culturales y antropológicas”.

Caritas in Veritate no usa la palabra "avaricia"
Es curioso constatar que en Caritas in Veritate, por ejemplo, no se usa ni una vez la palabra "avaricia" o "codicia", cuando es, sin duda el pecado clave contra el que se previene (aunque se podría alegar que previene contra la idolatría del mercado o del dinero, pero la palabra "idolatría" tampoco se usa).
La Iglesia siempre ha predicado contra la avaricia y la codicia, y sus efectos no solo individuales sino sociales. Ya San Clemente de Alejandría, muerto en el 220 d.C., escribió un librito sobre el tema: "¿Qué rico se salvará?".
Pero quien quiera sumergirse en sermones potentes contra estos pecados, llenos de ejemplos bíblicos, podrá distrutar con el nuevo libro de la imprescindible Biblioteca de Patrística de Ciudad Nueva, obra de San Ambrosio de Milán, el obispo maestro de San Agustín y un gran predicador.
El libro reúne 3 obras: "Elías y el ayuno; Nabot; Tobías". Y las tres tratan sobre pecados económicos, la avaricia, la esclavitud de las riquezas, el abuso de los pobres y trabajadores y como, con la Biblia en la mano, los cristianos vemos en las Escrituras lo mucho que Dios previene contra estas esclavitudes.

El poder de la vida austera
En "Elías y el ayuno" el obispo explica como la frugalidad y austeridad del santo profeta le hicieron poderoso en su lucha contra la pagana y opulenta reina Jezabel. El texto de Ambrosio predica contra la lujuria, pero no solo la sexual, sino también contra toda esclavitud de lo material o avaricia de reconocimientos. Todo ello se vence con el ayuno, una práctica que debe ir ligada siempre a la limosna generosa y la oración, como se recuerda en Cuaresma.
En "Nabot" se insiste en el tema de la avaricia y de la corrupción que la acompaña, un tema de absoluta actualidad política. Jezabel usa falsos testigos para que un pequeño terrateniente, Nabot, sea ejecutado por traición... y que su viña sea entregada al Rey Acab, esposo de Jezabel.
Aquí Ambrosio desarrolla más el elemento social de su crítica. "La tierra fue creada para propiedad común de todos, ricos y pobres. ¿Por qué vosotros, ricos, os atribuís un derecho exclusivo de propiedad? La naturaleza, que da a luz a todos pobres, no conoce a ningún rico".
Ambrosio se detiene a comentar los casos de pobres vendidos como esclavos, de ricos que hunden a sus subcontratados o proveedores... Ambrosio no comenta nada sobre cómo Dios perdonará al final a Acab por su arrepentimiento... él no está haciendo exégesis bíblica, sino una predicación contra la avaricia y la corrupción, y el ejemplo bíblico, potente, indignante, le sirve de ilustración.

La usura y su esclavitud
El tercer libro, "Tobías", se centra en la figura siniestra del usurero, que empobrece y esclaviza, destruyendo personas y familias. La usura es "veneno, espada, esclavitud, lazo nefasto" y, citando a Catón, "exigir intereses equivale a matar".
C.S. Lewis en varios de sus libros comentaba lo extraño que es que los cristianos antiguos y medievales predicasen tanto contra la usura y que los contemporáneos no tratemos casi nunca el tema. Hay quien piensa que no es pecado ya.
Pero el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia resuena con un estilo que recuerda al de Ambrosio y los antiguos. Ahí leemos:
"Si en la actividad económica y financiera la búsqueda de un justo beneficio es aceptable, el recurso a la usura está moralmente condenado: «Los traficantes cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen indirectamente un homicidio. Este les es imputable». Juan Pablo II en 2004 proclamaba unas palabras recogidas en el Compendio: «La usura, delito que también en nuestros días es una infame realidad, capaz de estrangular la vida de muchas personas».
Incluso Caritas In Veritate, el texto de Benedicto XVI que no usa la palabra avaricia ni codicia, menciona la usura una vez, en el párrafo 60, al hablar de los microcréditos: "Los sectores más vulnerables de la población deben ser protegidos de la amenaza de la usura y la desesperación. Los más débiles deben ser educados para defenderse de la usura, así como los pueblos pobres han de ser educados para beneficiarse realmente del microcrédito".

Cuando la retórica arrastra al santo
En sus libros Ambrosio utiliza todo el arsenal retórico de un maestro de la abogacía greco-romana, citando clásicos, con comparaciones elocuentes, inspiradoras, muy literarias... y a veces teológicamente descarriladas.
Por ejemplo, en "Elías y el ayuno" Ambrosio parece considerar pecado la navegación comercial, y llevado por la pasión retórica proclama: "Os quejáis de frecuentes naufragios pero ¿quién os obliga a navegar? Como si no fuera por excesivo afán de riquezas por lo que vosotros hacéis las costas inseguras. Dios no hizo el mar para que se navegara, sino por la belleza de ese elemento. El mar es sacudido por la tempestad: debéis temerle, no apoderaos de él. El que no navega desconoce el temor del naufragio. El Señor dijo: Dominad sobre los peces del mar; no ha dicho "navegad entre las olas". A ti te ha sido dado el mar para alimentarte, no para que te arriesgues: utilízalo como comida, no para hacer comercio".

Jesús no sólo usaba las barcas para pescar y alimentarse, sino también para predicar desde ellas, o para desplazarse de un punto a otro; el discurso anti-navegación de Ambrosio es mera retórica sobre la codicia, no doctrina.
Un polemista moderno podría usar esta diatriba para argumentar que el cristianismo es absurdo y contrario al progreso porque "para los cristianos antiguos la navegación no pesquera era pecado". Sin embargo, Hechos de los Apóstoles está lleno de los viajes navales de San Pablo y Lucas, que se proponen como ejemplo evangelizador. El mismo Jesús usaba las barcas de sus discípulos no solo para pescar sino para predicar desde ellas o ir de un punto a otro del lago de Tiberíades. Y es evidente que no hay doctrina en Concilios ni en catequesis antiguas contra la navegación mercantil.

Simplemente, en su libro contra el afán desmedido de riquezas, Ambrosio, orador exuberante volcado en su retórica clásica, plantea este ejemplo para enfatizar su crítica a la avaricia, justo antes de lanzar una elegante diatriba contra las naves mercantes de Tiro y Cartago.
En realidad, Ambrosio no es contrario al progreso social, sino todo lo contrario: ayudó a cristianizar el Imperio en una época en que muchos amos cristianos liberaban a sus esclavos, en que las leyes iban limitando y humanizando la esclavitud (impidiendo el maltarto a los esclavos, la separación de las familias, etc...) y buscaba impedir la esclavitud por deudas.
Y, de fondo, resuena su predicación contra la corrupción. Porque en esa época, como en la nuestra, el origen de la crisis es moral.
En la película de Lux Vide de 2010 sobre San Agustín, San Ambrosio entra en la corte imperial para protestar contra el caso de un hombre vendido como esclavo por sus deudas... deudas falsas, como en "Nabot"; el caso que comenta el personaje ilustra a la perfección la pasión del santo contra este abuso social.






lunes, 19 de diciembre de 2011

LOS AMOS DEL MUNDO (15/11/1998)


Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en “El Semanal” el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, aparte su lenguaje escatológico, se revela como una auténtica profecía.


 
LOS AMOS DEL MUNDO
Arturo Pérez-Reverte


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
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Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
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Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden.
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No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
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Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.
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Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.

Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.
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Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.
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Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda.
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Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.
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Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.


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jueves, 22 de julio de 2010

ESPAÑA Y SU CRISIS ECONÓMICA

España y su crisis económica
Juan Francisco Salas Romero


Cuando se hizo entrar en vigor la actual y vigente Constitución Española no se pensó que la misma, económicamente hablando no era viable para nuestra nación porque generaba una estructura improductiva que España no podía ni podrá soportar jamás.

Recordemos que en Economía existe un principio que a nuestro entender es fundamental:

EXISTE DIVERSIDAD DE OPCIONES POLÍTICAS Y TÉCNICAS PERO ENTRE TODAS ELLAS SOLO UNA ES LA MÁS VIABLE

ECONOMICAMENTE HABLANDO. Los llamados Padres de la Constitución no tuvieron en cuenta esto y originaron este caos económico que ahora sufrimos. Nadie les va a pedir responsabilidades de sus desafueros e incluso se les considera héroes nacionales.

Los años han ido transcurriendo y esa crisis se ha ido larvando a lo largo de ellos. Ahora, podríamos decir que nos ha explotado porque nuestra economía ya no soporta tanta estructura improductiva que los políticos han ido generando para sus propios beneficios.

Las regiones autónomas proliferan en esta estructura duplicando cuerpos policiales, consejerías, altos mandos de las fuerzas armadas politizados, etc..., y las tendencias separatistas que estaban dormidas pero que se han reavivado y no precisamente en bien de la única nación que existe que es España así lo demuestran.

Todos estos separatistas cleptócratas  alardean de patriotismo pero realmente sólo son ansias de poder y de dinero los que le llevan a estas exigencias. En definitiva, España está muriendo poco a poco y nadie hace nada por evitarlo incluso el gobierno actual está ayudando a hundirla más.

Pero lo que sí es cierto es que se traduce en dinero en un presupuesto descomunal que no podemos pagar ni sostener en sueldos astronómicos de estos señores políticos (entran en la política para vivir de ella que no para servir a España) es esta a nuestro modo de ver la verdadera causa de la actual crisis unida a una situación mundial muy delicada y a otro grandísimo disparate político que fue la constitución de la actual Unión Europea.

Es sin duda una total utopía pretender los objetivos que estos políticos declaran públicamente para poder así justificar más estructura improductiva a nivel europeo y a un enfrentamiento entre cotización $ USA y Euro y vivir con esos sueldos astronómicos sin hacer absolutamente nada para el bien de la sociedad europea.

La situación actual de Grecia creemos que nos lo está diciendo claramente y quisiéramos equivocarnos pero de seguir así las convulsiones sociales que se generarían en las naciones atacadas por los especuladores (agencias clasificadoras norteamericanas) y multinacionales tienen mucho que ocultar en sus contabilidades y su solvencia confirma que la Unión Europea es un auténtico mito que posiblemente nos arrastre a una tercera guerra mundial. España está inmensa en esta crisis y el estallido social puede ocurrir si bien nunca sabremos cuando puede comenzar y a donde nos puede llevar. Tal vez, como hemos dicho, a una guerra civil.

No queremos entrar en el espantoso descrédito internacional que el gobierno del Sr. Rodriguez Zapatero ha generado y que, sin duda, está ahondando aún más dicha crisis en España y la despiadada especulación y dudas de solvencia económica de España.

Nos encontramos, pues, ante una encrucijada y ante una incertidumbre que nos hace temer un futuro bien negro e indeciso. No nos atreveríamos ni a decir que amanecerá y veremos. Tal vez, el amanecer sea esa segunda guerra civil provocada por tanta corrupción política, que genera desorden y caos social y que provocó en el año 1936 una guerra civil estando en el poder el partido político que hoy gobierna en España. ¿Qué futuro nos aguarda? Difícil es predecirlo pero nada halagüeño se vislumbra en el horizonte.

No podemos dejar de denunciar los sucios intereses económicos que manejan estas agencias clasificadoras de deudas tal como el que ha clasificado la deuda de Grecia. ¿Como tienen ellos realmente sus contabilidades y su ratio de solvencia?. Sería interesante clasificarlas y quizás viéramos enormes fraudes y quiebras fraudulentas tapadas por el gobierno de EEUU y dichas multinacionales.

Sería interesante conocer si a las fuerzas armadas españolas también se les va a rebajar el sueldo, seria interesante saber por qué se continúa subvencionando a los partidos políticos antes que recortar pensiones, sería interesante conocer muchos datos y analizarlos.

La barbarie, la ilegalidad, el abuso, el odio a España y su unidad así como la opresión, han salido ya a relucir plenamente en la persona del actual presidente de gobierno español aconsejado por dos genocidas llamados HUGO CHÁVEZ y FIDEL CASTRO.

¿Que se puede esperar ya de dicho actual presidente?. Nada, sólo un enfrentamiento entre los españoles y una segunda guerra civil con lo cual él saciaría su sed de venganza por el fusilamiento de su señor abuelo.
Quizás debiera explicar al pueblo español nuestro actual presidente del gobierno español ¿por que aún está en libertad
el actual presidente de la CEOE, teniendo causa penales pendientes y muy graves por cierto y ya incluso se lo han dicho
muy claramente la actual presidenta de la República Argentina en su última visita realizada a España.
Quisiéramos equivocarnos. Sí podemos decir que nos encontramos ANTE UN FUTURO INCIERTO.
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DIPLOMADO EN PLANIFICACION Y ADMINISTRACION DE EMPRESAS
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(UNIVERSIDAD POLITECNICA DE MADRID)



 

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sábado, 6 de diciembre de 2008

LOS AMOS DEL MUNDO


Hace diez años, el genial Arturo Pérez-Reverte escribió un artículo donde escrudiñaba un futuro orwelliano, un capitalismo donde mandaban unos pocos que "siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden". Lo que no imaginó es que un Gobierno socialista iba a ser su cielo protector, acudiendo al rescate de codiciosos capitalistas a toque de rebato.



Allá por noviembre del año 1998, en un artículo en El Semanal, Pérez Reverte profetizó una economia donde los poderosos "no crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva". La crisis de las "sub-prime" puso al descubierto un sistema donde "los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no".




Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o de un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.
Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio -o al revés-, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.
Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará a usted el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo; porque siempre ganan ellos, cuando ganan, y nunca pierden ellos, cuando pierden. No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tiene que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder; el riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados. Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días.



Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja. Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco.



Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces -¡oh, prodigio!- mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la pagan con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con sus puestos de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida. Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

Artículo del escritor español Arturo Pérez-Reverte, publicado en "El Semanal" el 15 de noviembre de 1998, y que ahora, diez años después, se revela como una auténtica profecía.