GROTESCOS DEBATES PROGRES
Estos reporteros son perseguidos porque cantan las verdades del barquero a la patulea que nos gobierna
Aceptar las premisas del enemigo conduce siempre a la derrota; pero, tristemente, es la afición vergonzante de la derecha felpudo. Así está ocurriendo ahora con el debate intestino que los progres se han montado en torno a una reforma del reglamento del Congreso que impide el acceso al antro de «seudoperiodistas financiados por la ultraderecha». Al parecer, un periodista progre pero no desquiciado ha alertado sobre el peligro latente de que tal reforma ampare en el futuro una deriva autoritaria; y enseguida otros periodistas progres y completamente desquiciados han salido en tromba a demonizarlo.
De inmediato.la derecha felpudo se hasumado al debate. haciendo pandilla con el periodista progre pero no desquiciado.aceptando la premisa de que los reporteros a quienes la reforma de marras pretende silenciar son «seudoperiodistas financiados por la ultraderecha». Pero, aun aceptándola, la derecha felpudo alerta sobre el peligro de que mañana el doctor Sánchez amplíe la prohibición: y de que para entonces no haya nadie que pueda defendernos de los abusos del poder, si ahora no se de fiende a los «seudoperiodistas financiados por la ultraderecha», aunque sea tapándonos las narices.
Ignoro quién financia a esos reporteros que se atreven a hacer las preguntas impertinentes que la prensa lamerona y generosamente untada no hace; pero, viéndolos tan menesterosos y con sus micrófonos descangallados, debe de ser un financiador muy rácano. En este rincón de papel y tinta somos firmes detractores de la llamada «libertad de expresión», como en general de toda libertad a la que no se le añade un «para qué»; pues, desprovista de una finalidad legítima la libertad se convierte en un instrumento nihilista: libertad para sembrar el odio y extender la mentira, libertad para envilecer los espíritus e inclinarlos al mal. Estos reporteros no son perseguidos porque ejerzan la «libertad de expresión» que a liberales y progres tanto gusta; son perseguidos porque cantan las verdades del barquero a la patulea criminal que nos gobierna, porque la asaltan en los pasillos del Congreso para rebozarle por sus morros ahítos lo que la prensa lamerona y rumbosamente untada oculta servilmente: que son puteros, que son ladrones, que son yernos de rufianes, que son una chusma vil que merece, además de un castigo severísimo, el escarnio público. Los persiguen porque son el niño de la fábula que se atreve a decir que el rey va desnudo, mientras la prensa lamerona y rumbosamente untada se dedica a describirnos sus imaginarios ropajes.
A estos reporteros menesterosos los persiguen porque, a su modo cachondo y expeditivo, proclaman las fechorías que la organización criminal gobernante desea silenciar. Basta ya de hacer el caldo gordo en grotescos debates progres sobre los «límites» de la esa «libertad de expresión» que el progresismo siempre ha utilizado para sembrar el odio y extender la mentira, para envilecer los espíritus e inclinarlos al mal.
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