EL Rincón de Yanka: HONESTIDAD

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lunes, 2 de diciembre de 2024

ALIRIO UGARTE PELAYO, UN VENEZOLANO ÍNTEGRO COMO PERSONA, COMO CIUDADANO Y COMO POLÍTICO 🔥


UN VENEZOLANO ÍNTEGRO 
COMO CIUDADANO Y  COMO POLÍTICO

"Yo quiero para mis hijos,
una Venezuela como él -Alirio Ugarte Pelayo- soñó". 

“Yo no me creo talentoso, pero procuro serlo, no me creo bondadoso, pero procuro serlo”, 1966.
«Hay hombres «apolíneos» a los cuales todo se les facilita; las cosas les vienen como regalo de los dioses; pueden marchar siempre por una línea recta sin encontrar escollos ni problemas… Para otros, los «prometeicos» (entre los cuales creo que puedo contarme), todo se hace difícil, complicado; se nos combate y adversan aunque no haya motivo; tenemos que luchar y padecer para conseguir hasta las cosas más simples».

"... Allí hay elementos que quiero recalcar, a la hora en que nosotros como ciudadanos nos toque apreciar la calidad de un político, la sensibilidad es previa al compromiso y a la misión política. Hombre o mujer que no sea sensible no es aconsejable apoyarlo como político. Alirio traía una sensibilidad que nació con él,  la sensibilidad por los demás. En Alirio, esa emoción, esa sensibilidad fue previa al político y luego contribuyó a formar al político.  Y el líder llega a la universidad central de Venezuela y enseguida su talento lo destaca y es un dirigente estudiantil y se acerca a la figura de Isaías Medina Angarita, y este reconoció el talento del muchacho y entra a ser un dirigente del partido.  Junto a él estaban otra figura igualmente destacada como Mario Briceño Iragorry y un joven que tenía las mismas iniciales que Arturo Uslar Pietri: Alirio Ugarte Pelayo".

"Otro elemento importante que señalaba Alirio el que si bien los partidos políticos son necesarios, son indispensables, en una sociedad democrática, no pueden copar todo el escenario político. Los partidos son necesarios, son indispensables, pero no pueden ser los únicos en el escenario político del país. Venezuela como país petrolero le daba al gobierno mucho poder, tenía el poder político, el poder jurídico, el poder de la fuerza y tenía además, el poder del dinero, porque el dinero que entraba en el país era producto de la renta petrolera y, la renta petrolera le administraba el gobierno y, un gobierno con tanto poder no  crea contrapesos en la sociedad civil y, sin contrapesos entre el poder político, la sociedad civil, la democracia es muy vulnerable y por eso la democracia falló, por eso devinimos otra vez, en un sistema autoritario, más autoritario y, más absurdamente soberbio y prepotente que ningún gobierno antes y, por esa vía, los partidos políticos y la sociedad civil, todos, fracasamos en 1998".  Esteban Araujo

“Canto irregular a Venezuela”

Venezuela del canto emocionado, doliente Venezuela campesina.
puerto fluvial abierto en el costado de América sensual y fugitiva.
Venezuela del hierro arrebatado sin el penacho gris de las usinas.
Venezuela del agro quebrantado bajo el peso de torres exhaustivas.
Dormida tierra de dolor clavado en la tumba sin muerte de Bolívar,
te canto mi dolor crucificado en el hondo ejercicio de la vida.
Yo canto, Venezuela, tu ternura de joven madre de violento seno,
por cuyas venas el dolor que suba su recio corazón tendrá por freno.
Yo he presentido en tu yacer de fruta, que sólo el campo de fragor sereno,
guarda el rescoldo de sus claras grutas,
el gris fulgor de tu silencio pleno, el péndulo callado de tus dudas
y el pozo de rencor, que cuando lleno, manchará tus pupilas inseguras
de joven madre de violento seno.

Venezuela de tierras infinitas…
…campo sin campesino y sin arado.
Despliega en fe tus flores amarillas, tu reto general transfigurado:
Araguaney que derrotó a la encina para asomarse al cielo despejado.
¡Ese grito de luz es una herida que deja el horizonte traspasado!
¡Ese grito de amor es una fina puerta de sol para el avión plateado,
que encuentra así su ruta definida para cruzar el cielo parcelado!

Venezuela del indio ensimismado…
…en su morada de infinita selva.
Venezuela del río serenado para una angustia de piraguas quietas.
Venezuela de muerto en el costado a la hora difusa de su guerra.
Venezuela del oro ensangrentado en la roca y en el agua de su tierra.
Venezuela del hálito cortado en la raíz de su frustrada siembra.
Memoria de Bolívar enterrado sin pluma, ni palabra, ni guerrera.

Es necesario resumir tu historia…
…para el hombre común desorientado.
Es necesario precisar el mito de la tierra, del grito y del caballo.
Es necesario realizar el símbolo del niño con juguetes y zapatos.
Es necesario condenar el odio a una muerte sin gloria ni sudario.
Por tu dolor sin nombre ni apellido, por tu cabal dolor venezolano,
cada esquina del canto me florece caminos para el rumbo de tus pasos.

Yo canto, Venezuela, lo pasado…
… historia de una suerte interrumpida.
Venezuela del gesto visionario y la realización interrumpida.
Venezuela del grito afortunado y respuesta cabal interrumpida.
Venezuela del rumbo solidario antes de haber nacido interrumpida.
Venezuela de gloria hace cien años, la única en no ser interrumpida,
el símbolo del tiempo clausurado, la espiga de la luz interrumpida.

¡Yo canto, Venezuela, lo quedado…
…el viento por las ramas detenido,
el hombre por los sueños sepultado,
el niño a quien los meses han vencido,
el viejo a quien los años han sobrado,
el pozo de petróleo concluido, el hierro de los montes ocupado,
el áureo yacimiento derretido, el bosque de los cedros derrumbado,
la selva de caoba ya vencida,
el seno de la tierra ya comprado,
el alma de tus pueblos preterida!
Yo canto, Venezuela, lo alcanzado:
tu horizonte con rumbo de boinas,
Tu microscopio de cristales claros.
Tu página de luz en la pupila del obrero, el artista y el soldado.
Pueblo de la esperanza confundida, pero nunca jamás desalentado:
tu campo de la entraña estremecida la rosa de los vientos ha citado.
Yo canto, Venezuela, tu semilla de recio corazón acrisolado.

Yo canto, Venezuela, lo buscado…
…toro de luz que empuje los portones con pecho de labriego enamorado.
Violenta espuma de pasión salobre rompiendo lanzas contra el barco anclado.
Nube que de los riscos llame al hombre,
le tienda tu mantel fertilizado
y multiplique sobre cada monte un verde elemental iluminado.
No más el dedo sobre rumbos ocres…
No más la espiga sobre el suelo ajado…
¡Ninguna mancha sobre el horizonte!
Si alguna vez mi labio no te nombra,
si alguna vez mi verso no te canta,
si mis ojos de siempre no te miran,
si mi mano de pronto no te alcanza,
si mi sueño mejor no te prefiere,
si mi sangre cordial no te retrata,
si mis huesos de muerte no te buscan,
si tu puerta de amor me está cerrada,
entierra con tu rosa más oscura mi cadáver de fe venezolana.

Venezuela del canto emocionado…
…doliente Venezuela campesina.
Venero de mi luz, que amenazado,
más hondo el pensamiento me ilumina.
Yo canto tu perfil ilusionado.
Escucho el eco de tu selva herida.
Oigo el llanto del suelo lacerado.
Advierto tus estrellas matutinas.
Me embriago con el aire saturado de tu aroma primario y primitivo.
Tengo fijos mis ojos de soldado en la tumba sin muerte de Bolívar”.

POESIAS INMORTALES


Carta de un libro desechado 
a Alirio Ugarte Pelayo


Poeta e intelectual de alto vuelo

La Eternidad.-

Estimado doctor, abogado, escritor, periodista, diplomático, dirigente político, poeta e intelectual de alto vuelo. Espero que siga gozando del descanso eterno que desde el 19 de mayo de 1966 disfruta en los predios celestiales. Le escribe un ejemplar del libro Composición: lecciones graduales de lenguaje, gramática, trabajos de redacción, correspondencia comercial correspondencia comercial de Joaquín Añorga Larralde (Edición La Escuela Nueva, 1972), desde este infierno del vertedero municipal de Guanare, estado Portuguesa, al que fui arrojado injustamente por los biblicidas de la revolución.

Mi querido poeta: disculpe. Con su venia comenzaré por relatar un resumen de su vida y obra, desconocida por estos bárbaros inquisidores. Para que ellos sepan que usted fue un hombre con fibras de verdaderos revolucionarios, pues su padre biológico fue el general José Rafael Gabaldón, montonero alzado contra la dictadura de Juan Vicente Gómez, y su hermano fue otro poeta, pintor, maestro de escuela y guerrillero: Argimiro Gabaldón. Claro. Usted no llevó el apellido de su viejo porque retoñó en el vientre de la bella Romelia Tamayo Anzola, nacido usted el 21 de enero de 1923 en la Hacienda Palmira, cerca de Anzoátegui del estado Lara, y que por motivo de la presunción de la mácula de ser hijo de madre soltera, su padre hizo que el matrimonio ospinense compuesto por Luis Horacio Ugarte y Hercilia Pelayo se convirtieran en sus padres adoptivos.

Esos bárbaros no saben que usted se graduó de abogado y obtuvo un doctorado en ciencias políticas en la Universidad Central de Venezuela (1947), donde se desempeñó como profesor de Filosofía del Derecho; y que colaboró en la redacción del Acta Constitutiva de la Junta Militar después del golpe de Estado del 24 de noviembre de 1948; y que fue nombrado director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores en 1948 y gobernador de Monagas en 1949; y en 1956 fue contratado por la Creole Petroleum Corporation como asesor legal del departamento de la Consultoría Jurídica. Cómo será que ni siquiera saben que como líder político fue presidente del Consejo Supremo de la Federación de Estudiantes de Venezuela en 1942 y miembro directivo del Partido Democrático Venezolano en 1943. Que además fue elegido concejal por la parroquia de Altagracia-Caracas en 1944 y que se afilió al partido Unión Republicana Democrática (URD). Ellos ignoran que como periodista fue redactor del diario Últimas Noticias, jefe de redacción de El Heraldo y colaborador de El Nacional.

Esta caterva de ignaros no sabe que el 23 de enero de 1958, usted fue nombrado secretario general, con rango de ministro, por la Junta de Gobierno Provisional presidida por el contralmirante Wolfgang Larrazábal, y que ese mismo año se hizo militante de URD, asumiendo el cargo de director nacional de doctrina de dicho partido, y que subsiguientemente fue embajador en México entre 1959 y 1961 y representante de su partido ante el Consejo Supremo Electoral en 1963.

Ellos ni siquiera saben del triste final de su carrera de hombre público, y que el 19 de mayo de 1966 había convocado a una conferencia de prensa en su residencia para hacer el anuncio de la constitución del nuevo partido; pero, pocos momentos antes de iniciar la entrevista, se escuchó un disparo en su despacho, y lo encontraron muerto.

En este 2023 deberíamos estar celebrando, estimado poeta, el centenario de su nacimiento, pero lamentablemente estos resentidos sociales están pendientes es de acabar con lo que construyó la democracia. Tanto es así que en Guanare se constituyó en el proceso democrático una biblioteca pública que, honrosamente, llevó su nombre. Desde pocos años después de la llegada de Chávez al poder, nosotros los libros comenzamos a observar que nuestro palacio iba deteriorándose poco a poco. La lluvia comenzó a filtrarse por el techo y nosotros comenzamos a sufrir de moho, nuestras solapas se abultaban y las páginas se humedecieron. La primera familia librera que se contaminó fue la sección de “Sala estadal” que contenía las obras literarias de los escritores portugueseños. Una sección que ellos mismos hicieron, llevando cada poeta, cada escritor los cinco libros reglamentarios que exigía la Biblioteca Nacional por conceder a cada escritor el Depósito Legal respectivo. Esos libros fueron sacados de los estantes para que no contaminaran al resto de la población libresca. Con lástima vimos caer al piso: Obra poética de Eddy Ferrer Luque, Los cinco reyes magos de Tomás Jurado Zabala, Un sacudir de alas de Carmen Pérez Montero, El caballo de mis coplas de Graterolacho, el poemario de José La Riva Contreras, varios libros de José Joaquín Burgos, Negro es un bello color de Yorman Tovar, y otros tantos que me es imposible enumerar.

El tiempo fue pasando, y entre la lluvia creando tanta humedad, las polillas y la indiferencia del gobierno, nos convirtió en un enorme hospital de pacientes sin médicos ni medicinas. Hasta que llegó un “brillante” gobernador, cavernícola hasta de nombre y ordenó nuestro desalojo. Pensamos que íbamos a un hospital para que nos restauraran, pero no. Nos echaron como cochinos en un enorme volquete para un depósito en peores condiciones, nos arrojaron al “suelo pelao” donde nos terminamos de deteriorar, y de allí nos trajeron en otro camión volquete. Diez viajes echó aquel camión, como quien traslada presos de alta peligrosidad, y nos botaron en este vertedero municipal junto a tanta basura. Aquí somos tan insignificantes que ni siquiera les interesamos a los zamuros plumíferos ni a los zamuros humanos.

Por boca de un extraño que vino a echar desperdicios acá supe, Dr. Ugarte Pelayo, que el acucioso escritor Jesús Pérez Soto, uno de los autores cuyas obras perecieron, escribió por las redes este texto:
“Ya nos enteramos adónde fueron a parar los restos de los libros que dieron vida a la antigua biblioteca pública Dr. Alirio Ugarte Pelayo. ¿Recuerdan? 23.000 ejemplares fueron desalojados de su templo, trasladados a un local inapropiado y de allí, hace poco los arrojaron a una volqueta y fueron a parar al vertedero de basura. 10 viajes echó la volqueta, eso costó sacarlos de la vida pública de Guanare; pero el circo sigue porque ya viene el 23 de abril, Día del Libro y seguro habrá pitos y tambores, hurras y festejos para hablar bien del libro, para exaltarlo, pero no para devolverlo públicamente a los lectores, para ponerlo al alcance de los niños. La noticia es triste y hay que asumirla como una de las peores canalladas que le puedan hacer a un pueblo, porque dejarlo sin biblioteca pública es un acto del que solo se puede vanagloriar un estúpido, un miserable o un… agreguen ustedes el adjetivo; porque puede que a un político no le guste leer, pero no por eso tiene derecho a arrastrarnos hasta su ignorancia y tampoco debemos permitir que nos hagan eso. Mientras en Guanare no haya biblioteca no podemos hablar de amor al libro, será más cuesta arriba formar niños y jóvenes lectores; hay que devolverles su templo a los libros, su olimpo y eso lo tiene que hacer el gobierno quien fue el que acabó la biblioteca”.
De manera que el templo donde nuestros poetas y educadores soltaron lo más granado de su talento para educar y recrear a tantos jóvenes, de la noche a la mañana se convirtió en una empresa estatal de vehículos (ambulancias). Tuvo razón Miguel de Cervantes cuando sentenció: “La ignorancia es un rocín que hace tropezar a cada paso a quien lo monta, y pone en ridículo a quien lo conduce”.

Es una lástima, Dr. Ugarte Pelayo, contarle esta desgracia. Tanto que se esforzó el Estado democrático para formar a estos ñángaras tardíos y resentidos sociales en las universidades. Mientras el Estado aportaba presupuesto ignoraba la basura ideológica que le estaban inyectando a los jóvenes de la época con el nocivo recetario de Marta Harneker, El Capital de aquel viejo ocioso llamado Carlos Marx que nunca trabajó, y de tantos cabezas calientes criollos que el mismo Estado les publicaba aquellos legajos venenosos que hoy por hoy son el fracaso de Venezuela, mientras ellos calificaban de “agente de la CIA” a Carlos Rangel por su obra Del buen salvaje al buen revolucionario. No quisieron los demócratas darse cuenta de que en las universidades se estaban amolando los cuchillos para nuestros propios pescuezos… y lo estamos viviendo en esta degollina plagada de corrupción y destrucción general.

Hoy 23 de abril de 2023, día de nosotros los libros, le confieso estimado poeta que deseo el día en que alguien prenda fuego en este pedazo de suelo putrefacto donde agonizo. Desde aquí he visto morir a tantos amigos, consumidos por las llamas. Vi con suma tristeza las siluetas de El Quijote y Sancho Panza, elevándose en volutas de humo nauseabundo. Escuché el llanto de Carmen Rosa, quien después de escapar del palúdico pueblo de Ortiz con sus Casas muertas y ayudar a construir Oficina Nº 1, morir en medio de tanta podredumbre. En fin, estimado Alirio Ugarte Pelayo. Su nombre y su memoria, han sido ultrajados y pisoteados por estos gobernantes de mentalidades primitivas a quienes no podemos exigirles nada porque es como pedirle mangos a un camoruco. Finalmente le digo que su poema “Canto irregular a Venezuela” no ha perdido vigencia. Nada más veamos lo que escribió usted en la primera estrofa:

Venezuela del canto emocionado,
doliente Venezuela campesina.
Puerto fluvial abierto en el costado
de América sensual y fugitiva.
Venezuela del hierro arrebatado
sin el penacho gris de las usinas.
Venezuela del agro quebrantado
bajo el peso de torres exhaustivas.
Dormida tierra de dolor clavado
en la tumba sin muerte de Bolívar,
te canto mi dolor crucificado
en el hondo ejercicio de la vida”.

Atentamente,
El libro desechado

Yorman Tovar es poeta portugueseño, profesor titular de la Universidad Ezequiel Zamora (Unellez).

La Palabra Compartida #14 - Alirio Ugarte Pelayo: el Ciudadano

La Palabra Compartida #15 - Alirio Ugarte Pelayo: el Político

VER+:




[1960] - Destino Democrátic... by Andrés della Chiesa


martes, 6 de agosto de 2024

"ORACIÓN DEL CADETE NAVAL" y "PARA SER VALIENTE" 🦁 por JOSÉ MIGUEL RUIZ VALLS

 


Para ser valiente
Valentía es lo mismo que valor ¿Y valor no es "lo que vale"? ¿Y por qué vale? Porque se desea. A la falta de valentía la llamamos cobardía ¿Quién desea ser cobarde? Nadie. ¿Qué puede valer lo que nadie desea?
La cobardía no tiene demanda y, lo que no tiene demanda, no tiene ningún valor, en ningún mercado ¿Por qué nadie quiere ser cobarde? Porque la cobardía va siempre unida a cierta sensación que llamamos miedo, que no es nada agradable. ¿Quién desearía vivir desagradablemente?
La valentía, por contra, siempre va unida a cierta sensación de satisfacción, de fuerza, de poder... ¡Por eso es tan apreciada! Sentir valentía es sentirse vital y sentir cobardía es sentirse desvitalizado. ¿Y no es la vitalidad lo mismo que la vida? ¿No podemos decir que el valiente se siente más vivo? ¿Y el cobarde menos vivo? ¿Quién pagaría por sentirse muerto?

El caso es que, si todos apreciamos la valentía y nadie la cobardía ¿Cómo es que la cobardía no ha desaparecido del mercado? ¿Acaso influye algo más que la oferta y la demanda? ¿Puede que la cobardía sea algo innato, congénito? ¿Puede que sea un defecto de nacimiento? ¿El verdadero pecado original? Pero entonces ¿Por qué no afecta a todos por igual?
Superar el miedo, trascenderlo, elevarse sobre él, y sentir la fuerza, la energía, el poder que se siente al hacerlo. ¿Quién no ha levantado el puño al dar ese salto, desde el trampolín, que tanto temía? Los cobardes creen no poder, y como creen que lo que creen es verdad, no pueden. ¿Se cumplirían las profecías si nadie creyera en ellas? ¿Puede que se cumplan debido a un error de entendimiento? ¿Puede que el error sea creer?

¿Qué se requiere para ser valiente? Nada en especial. ¡La verdad es que cualquiera puede serlo! Cuando uno entiende que actuar con valentía es su única opción, se lanza, sin más, sin proponérselo siquiera, porque también entiende que no hacerlo es resignarse a morir. ¿No es pues una simple cuestión de entendimiento? Uno puede entender eso, perfectamente, cuando ve amenazado su bolsillo, su estilo de vida, su cultura; y si no cuando ve amenazada la salud, física y psíquica, de sus amigos, de su familia, o la suya propia. 
Los cobardes son esos que aún no lo han entendido pero, sin duda, lo entenderán, porque las amenazas seguirán "in crescendo", a fin de que todos tengamos la oportunidad de recuperar el valor que perdimos, cuando optamos por creer.


ORACIÓN DEL CADETE NAVAL

Padre todopoderoso Señor de la mar y dominador de la tempestad, dame conciencia de tu acción en el universo y en la vida humana hazme obediente a tu voluntad.

Mantén en mi corazón la verdad para que mis propósitos y actos sean honestos y no tenga así de que avergonzarme en presencia de mis compañeros, mis seres queridos y de ti.
Protege a los que amo; dame tu voluntad para realizar mis tareas íntegramente y satisfacer mis necesidades con fortaleza de espíritu y entusiasmo, hazme considerado hacia aquellos que dirigen mi formación y fiel a los deberes que la patria me ha encomendado.

Que mi uniforme diariamente me recuerde las tradiciones de gloria y honor de la Armada de la cual yo formo parte.
Si me asalta la duda sostén mi fe y en la tentación dame fortaleza para resistir.
Si mi moral se deprime concédeme el valor y los medios para levantarla, guíame con la luz de tu verdad y que el ejemplo de Jesucristo me ayude a superarme.

Valientes - Buena Fe (Official Lyric Video)

VALIENTE - NACHO FT. FRANCO DE VITA - LOS FANTASTICOS - VICTOR MUÑOZ

domingo, 17 de julio de 2022

PELÍCULA "EL ESTADO DE LA UNIÓN (STATE OF THE UNION)" 1948 por FRANK CAPRA


FRANK CAPRA

“El sueño americano no es el dinero sino la felicidad y la libertad”

Banqueros insaciables, políticos que gobiernan de espaldas a sus votantes, fríos especuladores inmobiliarios, manipulación en los grandes medios de comunicación… y gente corriente que se levanta contra ellos. Mañana se cumplen 20 años de la muerte de Frank Capra, uno de los grandes directores de la edad dorada de Hollywood, pero parece que sus películas están rodadas hace 20 minutos.
Frank Capra (1897-1991) fue la única persona de su familia que aprendió a leer. Pese a ser el primer director-estrella de la historia de Hollywood, jamás olvidó cómo se ve el mundo desde abajo. Y así lo reflejó en siete películas rodadas entre 1932 y 1948 (es decir, entre el crack del 29 y la posguerra) en las que levanta el dedo para acusar a políticos, banqueros, empresarios y especuladores de amargar la vida de la gente corriente. De los Juan Nadie.
El dedo acusador de Capra es el de James Stewart desde un escaño del Senado, el de Gary Cooper a punto de saltar desde una azotea o el de Lionel Barrymore resistiendo en su vieja casa frente la codicia de un especulador. Puede que hayan pasado 70 años pero las ideas que defiende en sus películas coinciden de forma sorprendente con las que se escuchan desde hace varios meses en las calles y las plazas de toda España.

"¡Que no, que no, que no nos representan!"


Un senador muere en el momento menos oportuno: la votación para dar luz verde a una presa construida sobre terrenos adquiridos con malas artes por un cacique. La consigna es clara: designar un sustituto que actúe a la voz de su amo.
Finalmente el elegido es un líder juvenil (James Stewart) enamorado de los principios rectores de la patria (la igualdad, la justicia, la libertad...), fan de Lincoln y capaz de recitar de memoria pasajes de la Constitución. Pero descubre que al abrigo de la fulgente cúpula del Senado, los políticos actúan no en beneficio de los ciudadanos sino a favor de intereses espurios.
Cuando intenta denunciarlo sus compañeros tratan de expulsarlo del Senado y él lo impide practicando el filibusterismo, una regla según la cual el orador puede mantener el turno de palabra sin límite mientras aguante en pie. Y vaya si se levanta:

"¡PSOE, PP, la misma mierda es!"


Pese a que rodó la mayor parte de sus películas políticas antes de la Segunda Guerra Mundial, todavía hizo dos largometrajes más terminada la contienda. En el último de todos ellos, una ambiciosa magnate de la comunicación (Angela Lansbury) manipula a un empresario de éxito (Spencer Tracy) para que sea el candidato republicano a la Presidencia de EEUU, por más que éste tenga un concepto nada elevado de los políticos.
Ustedes los políticos en lugar de tratar de mantener al país unido, están tratando de separarlo sólo para conseguir votos. A los trabajadores les prometen sueldos más altos y precios más bajos; a los empresarios, precios más altos y sueldos más bajos; a los ricos, recorte de impuestos; a los pobres, desplumar al rico; a los veteranos, casas más baratas; a los constructores, precios descontrolados. No es que yo sea un genio, señor Conover, pero todo eso me aparta de la política.
Lanzada la carrera electoral, llega también este escalofriante diálogo entre la magnate y un secuaz: "Empieza a preguntarse si hay alguna diferencia entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano", advierte ella. "Vaya, esa es una buena pregunta para que la haga un candidato a la presidencia", responde él. "Hay toda la diferencia del mundo. ¡Entran ellos y salimos nosotros!".


"El estado de la Unión"

Los años posteriores a la II Guerra Mundial fueron los más críticos para la carrera de Capra. Tras el horror del conflicto bélico, el público ya no podía congeniar tanto con su cine populista, y por otro lado su búsqueda de la independencia le dio más problemas de los que tenía cuando estaba bajo contrato en Columbia. Además, el Capra de aquellos años no se contentaba sólo con realizar películas exitosas sino en hacer que el mensaje que pretendía transmitir fuera cada vez más claro. Eso fue lo que le llevó a hacer una obra maestra como "Qué Bello Es Vivir" (1946) y, a continuación, "El Estado de la Unión".

La película estaba basada en una exitosa y polémica obra de teatro ganadora del premio Pulitzer sobre un ficticio candidato republicano. El contenido político de la obra no solo no detuvo a Capra, sino más bien al contrario. Su única obra hasta entonces vinculada con la política, "Caballero sin Espada" (1939), había sido un enorme éxito y el director no solo esperaba resarcirse así del fracaso de "Qué Bello Es Vivir", sino mantener su idea de crear películas con mensaje.

El protagonista es un magnate del mundo de la aviación, Grant Matthews, el clásico americano hecho a sí mismo, al que su amante, Kay Thorndike, decide lanzar como candidato republicano para que pueda presentarse a las elecciones para presidente de los Estados Unidos. Para ello Kay se sirve del poder e influencia del periódico que ella posee con la ayuda del veterano consejero político Jim Conover y del redactor de discursos Spike McManus. Sin embargo no les va a ser fácil porque de entrada a Matthews no le atrae la idea de convertirse en político. Y si eso no fuera suficiente, Matthews y su mujer Mary hace tiempo que han dejado de entenderse por culpa del romance de éste con Kay, pero de cara a unas elecciones necesitan dar la imagen del candidato como un buen esposo y padre de familia. Para ello, Mary viajará junto a su marido por todo el país mientras éste presenta su candidatura para el partido republicano. Sus problemas como pareja y los dilemas morales de Grant harán dificultosa la campaña.

Realmente el argumento de El Estado de la Unión no aporta nada especialmente nuevo en el universo Capra: un hombre honesto (rico, pero honesto al fin y al cabo) tentado por el mundo de la política que duda entre seguir sus valores o dejarse corromper. Ya no es solo que no sea nuevo sino que parece otra revisión de Caballero Sin Espada o Juan Nadie (1941). Pero afortunadamente este film posee unos rasgos propios que lo distinguen completamente de esas obras anteriores y que le dotan de interés. El más interesante y definitorio de todos es el tratamiento de la historia de amor entre Grant y Mary, y la forma como ésta se integra en la trama. Si en otras películas de Capra con argumentos similares el romance era un complemento de la trama, aquí se convierte en el núcleo de la misma. De hecho lo que mantiene el interés al espectador en todo momento es lo que le sucede al matrimonio protagonista. Ya no se trata simplemente de la típica historia de hombre honrado que es utilizado con fines corruptos sino cómo eso define su relación.

De entrada resulta muy interesante partir del punto de un matrimonio ya en crisis que en esta campaña se pondrá a prueba para bien o para mal. Cuando al principio Grant, alentado por Mary, se deja llevar dando discursos honestos y antipolíticos, su relación prospera. Ella siente un nuevo respeto hacia él, esa faena que empezó a regañadientes para favorecer su imagen política le permite volver a darse cuenta de que ama a ese hombre, y él se siente impulsado por ella a hacer lo que le dice su instinto, y no lo que le dictan el resto de personas.

Más adelante, Grant cambia su discurso y pasa a dejarse llevar por la corriente bajo la premisa de que solo así puede ser elegido como candidato y aspirar a gobernar por el bien del país. Muy significativamente, este cambio de rumbo es planificado en una entrevista que mantiene con su amante Kay. No solo traiciona así sus ideales sino también a su mujer: ser fiel a sí mismo implica ser fiel a su mujer y viceversa. Por ello el clímax final es doble: lo que se juega en esa gran retransmisión no es solo conservar su integridad, sino también su matrimonio.

Otro elemento a destacar es el cinismo que impregna la película y que sin duda proviene de la obra de teatro original. Es cierto que no faltaba ese cinismo en obras anteriores de Capra como las que citamos, pero en el caso de El Estado de la Unión es más amargo y desencantado. El film está repleto de frases lapidarias que ponen de manifiesto lo corrupto que es el sistema y lo podrida que está toda la clase política (un detalle a destacar, aunque el protagonista se presenta como republicano el film no pretende ser una crítica a ese partido sino al sistema político en general, de hecho Frank Capra era un republicano convencido). Uno de los momentos más destacables es cuando Grant presume de haber recibido telegramas de mucha gente apoyándole, a lo que Jim Conover replica que eso no sirve de nada, porque son “solo gente”, lo que necesitan es el apoyo de los peces gordos.

De nuevo no deberemos dejarnos engañar por ese final feliz a lo Capra, porque aunque es un desenlace que pretende ser esperanzador, no por ello niega nada de todo lo que ha mostrado la película hasta entonces: el sistema sigue y seguirá siendo corrupto, continuará siendo impensable que un político llegue a la Casa Blanca basándose solo en su honestidad y de hecho, aunque pretenda dar a entender lo contrario, tras lo que hemos visto en esas dos horas de película resulta obvio que la carrera política de Grant está acabada. Es quizás el film de Capra más desesperanzador, sigue presente su humanismo pero está eclipsado continuamente por los chanchullos que se suceden para llevar a ese hombre a la cima precisamente basándose en su don de gentes, pero con la finalidad de luego utilizarlo para beneficio de los poderosos.

Afortunadamente, aunque Capra se estaba volviendo cada vez más serio, siguió confiando en su instinto que seguramente le advertiría de que no debía olvidarse de entretener al público. Pese a la gravedad del tema y a que El Estado de la Unión no es ni pretende ser una comedia, Capra sigue aportando su toque ligero y entrañable que hace que el film no se convierta en un melodrama plomizo.

Podemos encontrar a lo largo de la película varios ejemplos de los típicos detalles aparentemente pequeños pero que tanto le gustaban a Capra para crear situaciones cómicas. Por ejemplo Jim intentando en vano beber un vaso de vino constantemente interrumpido por la charlatana Mary o, uno de mis favoritos, Grant intentando repasar su discurso antes de la retransmisión incapaz de concentrarse por la presencia de un técnico que no deja de mirarle de una forma bastante incómoda mientras mastica chicle. Por mucho que Grant se mueva de un lugar a otro, ese hombre no deja de mirarle fijamente casi con desprecio y la situación es tan cómica que Capra no duda en alargar un buen rato esos planos aún encontrándose en el clímax dramático final.

El personaje de Spike (muy bien interpretado por Van Johnson) claramente fue creado para aliviar la tensión y servir de contrapunto cómico. Este personaje típicamente capriano sigue la tradición que se inicia en "El Secreto de Vivir" (1936) de guardaespaldas o ayudantes cínicos que siempre tienen una réplica divertida a punto, pero que al final acaban demostrando tener buen corazón.

Sin embargo la mayor parte del peso recae en la maravillosa pareja protagonista que es ni más ni menos que Katherine Hepburn y Spencer Tracy. Aunque inicialmente el papel de Mary iba a interpretarlo Claudette Colbert fue toda una suerte que Capra decidiera despedirla y sustituirla por Hepburn. No es porque tenga nada contra Colbert, sino porque ella difícilmente podría haber aportado una interpretación tan divertida y emotiva como la de Hepburn y, sobre todo, la película habría perdido muchísimo sin la química que hay entre Hepburn y Tracy. Hay multitud de momentos típicos pero entrañables y eficaces, como una furiosa Mary preparando una cama en el suelo tras una discusión con su marido y Grant increpándole que no la dejará dormir en el suelo porque se sentiría culpable para luego descubrir que esa improvisada cama es para él; o Grant haciendo piruetas con una avioneta mientras Mary sigue haciendo calceta indiferente, contrastando con un Spike mareado y muerto de miedo.

Por supuesto tampoco debemos olvidar papeles secundarios tan fundamentales como un Jim Colvoner interpretado por Adolphe Menjou o la aborrecible Kay interpretada por Angela Lansbury.

Pese al discurso final algo manido y naif, el tema de El Estado de la Unión sigue siendo tan vigente hoy en día como su tratamiento. Así como la exagerada inocencia de Mr Smith o Juan Nadie puede provocar que algunos espectadores contemporáneos vean esos films como algo desfasados, Grant Matthews, el último héroe político de Capra, resulta aún perfectamente creíble, siendo además manipulado sistemáticamente según las intenciones de cada persona.

Desgraciadamente, pese a que con esta película Capra demostró que aún podía seguir en forma como director, su carrera cayó en picado. Tras este film se rindió y acabó haciendo dos obras menores y mediocrísimas al servicio de Bing Crosby tras las cuales estaría ocho años retirado del cine. A finales de los 50 volvería para rodar sus dos últimos largometrajes, y pese a que el último de ellos (un remake de su éxito de los 30 Dama por un Día) fue un trabajo más que digno, seguía estando lejos de la brillantez de sus obras pasadas.

El Estado de la Unión sería no sólo la última gran obra de Capra, sino la película más olvidada e infravalorada de su filmografía. No la dejen escapar.




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sábado, 26 de enero de 2019

🌵 JOHN WAYNE, UN ACTOR DE LEYENDA Y UN HOMBRE ÍNTEGRO

John Wayne, 
un actor de leyenda 
y un hombre íntegro

"Cuanto más veo la televisión 
y el cine de hoy, 
más extraño a John Wayne y a John Ford". 
Yanka


El cowboy más eterno de Hollywood representa muchos de los valores de los Estados Unidos: hombre hecho a sí mismo que lucha por la libertad y el bienestar de su nación.

El monstruo sagrado John Wayne vivió la era dorada del cine de Hollywood, y trabajó ininterrumpidamente desde sus comienzos en algunos western mudos de mediados los años 20, hasta muy poco antes de su muerte, cuando rodó en 1976 su última película, El último pistolero, de Donald Siegel. O dicho de otro modo, fue uno de los actores protagonistas masculinos que tuvo la enorme fortuna de trabajar en ese momento de esplendor de la industria cinematográfica norteamericana, la de los grandes estudios, que va, por ejemplo, desde 1939 (La diligencia, de John Ford), hasta el mismo comienzo de los años sesenta (El hombre que mató a Liberty Valance, de John Ford, 1962), momento en el que la industria televisiva, entre otros muchos factores, destruyó definitivamente el sistema construido en torno a los estudios.

Nació en el seno de una familia presbiteriana pobre de ascendencia irlandesa y escocesa. Pasó su infancia mudándose de un lugar a otro, soportando las discusiones constantes entre su padre, farmacéutico, y su madre, ansiosa por escalar en la pirámide social. El joven Wayne era enclenque, taciturno e inseguro de sí mismo, pero esto cambió en la adolescencia, cuando pegó el estirón y desarrolló la figura atlética a la que nos tiene acostumbrados en sus películas; fue uno de los actores más altos de su generación. Con su 1,93 de estatura llenaba la pantalla con una presencia física apabullante y una manera de caminar muy característica.
John Wayne era solo su nombre artístico. Sus padres le bautizaron como Marion Robert Morrison, un nombre, el de Marion, que sonaba muy femenino y que no le apasionaba en absoluto. Sus vecinos de Glendale (California) comenzaron a llamarle Big Duke de pequeño porque siempre estaba con su perro Airedale Terrier, que se llamaba Little Duke. De esta manera conservó el apodo durante el resto de su vida.

Precisamente, su físico le permitió entrar la Universidad del Sur de California (USC) gracias a una beca para que jugara en el equipo de fútbol americano. También pudo alojarse en la fraternidad Sygma a cambio de realizar trabajos manuales dentro de la residencia. Wayne era un alumno y un deportista popular, que atraía la simpatía masculina y los coqueteos femeninos. Sin embargo, la historia le había preparado el primer revés.
Una lesión en el hombro impidió al duque continuar en el equipo de fútbol, por lo que le retiraron su beca y no pudo continuar en la universidad. Como necesitaba dinero para mantenerse, empezó a trabajar en los estudios de la Fox por 35 dólares a la semana, haciendo chapucillas.
Fue en la Fox donde conoció a la figura más importante de su carrera: John Ford. El director era famoso por maltratar a los intérpretes y ser especialmente duro con los recién llegados, pero a John Wayne le respetó desde el primer momento. Ambos compartían la pasión por el fútbol americano -Ford había jugado en el instituto- y el carisma de Wayne hizo el resto. Empezó a hacer papeles de doble y extra en varias películas y Ford le dio su primera oportunidad protagonista en 'El triunfo de la audacia' (1929), una película sobre la academia naval.

Un año después el reconocido director Raoul Walsh, le dio el papel protagonista en La gran jornada (1930). Pero nuevamente, cuando la carrera de Wayne parecía que iba a despegar, se produjo el crack de la Bolsa estadounidense el 29 de octubre de 1929 y arruinó bancos, empresas y los bolsillos de millones de personas. Su película fue un fracaso en taquilla y fue despedido de la Fox. Durante la década que siguió, tuvo que trabajar en Westerns de serie B para poder subsistir.
El John Wayne cowboy refleja el contraste entre el idealismo cándido y el entorno hostil, inhóspito y áspero de las llanuras y los desiertos norteamericanos. La fuerza de la ley y la justicia abriéndose camino entre la anarquía del Oeste. Ford aprovechó esta faceta para darle el papel que lanzaría su carrera, el de Ringo Kid en La diligencia (1939).

La historia se ponía una vez más en su contra con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Aunque en esta ocasión, la eventualidad no supuso un obstáculo para su imparable ascenso. Estando al límite de la edad de reclutamiento y con cuatro hijos, le concedieron permiso para quedarse en el país. Inocencio Arias, ex diplomático, cinéfilo de primera línea y fan de Wayne -"me ha hecho pasar muy buenos ratos"- explica que "fue un mito sobre todo para la generación de la Segunda Guerra Mundial". Sus películas arrasaron, y encarnó, junto a otros como Humphrey Bogart, el ideal de héroe estadounidense que tanto necesitaba la nación.
Tras el conflicto bélico más grande de la historia de la humanidad, participó en 1948 en una película determinante para su carrera: Río Rojo de Howard Hawks. El propio John Ford se sorprendió por su gran actuación y 'el duque' llegó a declarar: "La diligencia me hizo estrella y Río Rojo me hizo actor".
De hecho, un año más tarde obtendría su primera nominación al Oscar por Arenas sangrientas, una película sobre la batalla de Iwo Jima. También en ese año fue elegido presidente de la Alianza Audiovisual para la Preservación de Ideales Americanos (MPA), organización anticomunista que se propuso combatir esta ideología en la gran pantalla. 


VÍCTIMA DE VARIOS INTENTOS DE ASESINATO 

John Wayne fue víctima de varios intentos de asesinato, y no solamente en sus películas. Según desvela el escritor y actor británico Michael Munn en su biografía de John Wayne, titulada The man behind the myth (El hombre detrás del mito), a Stalin le sacaba de quicio el feroz anticomunismo que profesaba el actor, así que planeó matarlo. El primer intento lo llevaron a cabo dos soviéticos disfrazados de agentes del FBI, que trataron de acabar con la vida del actor en su despacho de la Warner Bros, en Hollywood. Fueron descubiertos y capturados. Durante el rodaje de Hondo también sufrió un atentado frustrado por parte de miembros de grupos comunistas estadounidenses y en 1966 fue objetivo de un francotirador durante su visita a las tropas estadounidense en Vietnam. También salió indemne. 
No se puede hablar de John Wayne sin mencionar El hombre tranquilo (1952), de John Ford. El director de este periódico, Pedro G. Cuartango, dijo de ella en un artículo: "Yo recomendaría que si hay alguien tentado a suicidarse, viera este film que expresa el fulgor deslumbrante de la existencia, ese esplendor en la hierba del que hablaba el poeta y que permanece siempre en el recuerdo". Poco más que añadir.

A los 52 años, la misma época en que estrenaba Río Bravo (1959), de Howard Hawks, quedó en bancarrota. El consejero financiero en el que había confiado los últimos 17 años acabó con toda la fortuna del actor. Intentó salir del paso apostando por El Álamo (1960), una película que quería realizar desde hace años y que produjo, dirigió y protagonizó. En ella estaban representados los valores norteamericanos que tanto amaba. El film fracasó en taquilla, recaudando menos de lo que costó -más de 10 millones de dólares-. Sus siguientes películas fueron grandes éxitos - El hombre que mató a Liberty Balance, Hatari, El día más largo, La conquista del Oeste...- y el actor disfrutó de estabilidad hasta que a los 57 años le diagnosticaron cáncer de pulmón.

Wayne había sido toda su vida un fumador empedernido, llegando a consumir 6 cajetillas de tabaco cada día. Le tuvieron que extirpar un pulmón y, a pesar de todo, siguió trabajando y creciendo en la industria del cine. El Partido Republicano le llegó a proponer para presidente, pero a él le pareció que nadie votaría a un actor. Su convicción era invencible, pero en el fondo sabía que no podía interpretar los mismos papeles de antes.
En 1970 ganó su primer Oscar a mejor actor por el papel del cínico vaquero Rooster Cogburn en Valor de ley. Un actor clásico, reconocido por el incipiente Nuevo Hollywood. Wayne murió en 1979 de un cáncer de estómago a los 72 años. Quizá, las palabras que mejor le describan son las de la actriz Maureen O'Hara cuando le propuso para la medalla de oro del Congreso: "John Wayne no es sólo un actor, John Wayne es los Estados Unidos de América".


Para corroborar la inmensa calidad como actor de cine de John Wayne, siempre y cuando estuviera bien dirigido claro, como todos, basta con hacer mención sólo de algunos planos o de algunas secuencias, en las que casi siempre sin palabras, sólo con la mirada, la rotunda presencia física y el elocuente pero sencillo gesto, Wayne contaba mucho más que muchas de las actuales estrellas de cine, muchos de ellos grandilocuentes histriones verborreicos.

Sólo hace falta ver a Wayne, por ejemplo, en Río Bravo, para tener una idea de su talla: es imposible estar mejor en una película, parece no actuar, simplemente está ahí, pasándoselo bien, como si toda su existencia hubiera consistido en deambular junto a los inconmensurables Walter Brennan y Dean Martín por las calles del pueblucho en el que transcurre la acción. Y qué me dicen del momento en el que abraza sin mirarla a Maureen O’Hara y la besa en la frente en el romántico y lejano cementerio que aparece en El hombre tranquilo: no se puede expresar mejor la dulce y recatada ternura por la mujer amada y a la vez el loco deseo sexual por ella.


Y en Centauros del desierto, qué opinan de ese primer plano (los primeros planos, claro, son la prueba de fuego de los grandes actores de cine) tremendo y emocionante en el que el personaje de Wayne sabe que ha perdido al amor de su vida a manos de los indios, y le quita la silla de montar a su caballo, como si tal cosa, como un profesional, aunque debe apoyarse en el lomo para no desfallecer de dolor. ¿O qué me dicen del final de la película, probablemente uno de los más hermosos, emocionantes y devastadores de la historia del cine, cuando Wayne queda en el centro del plano, fuera del hogar familiar al que van accediendo todos los demás personajes menos él, y consciente de la soledad abrumadora que lo envuelve y le espera para siempre, él mismo se acaricia levemente el brazo mientras se da la vuelta y se pierde borrado del plano por el polvo que levanta el viento de la historia?

¿Y qué decir de la escena de El hombre que mató a Liberty Valance, cuando sabe que el amor de su vida prefiere a James Stewart, y borracho y loco de dolor destruye el hogar que había construido para ella?

Este breve repaso a la vida de una de las máximas estrellas del firmamento cultural estadounidense deja en claro que John Wayne fue, por sobre todas las cosas, un personaje complejo. Eludiendo la crítica fácil de la izquierda y el progresismo norteamericanos, su figura sobrepasa cualquier tipo de encasillamiento arbitrario y es ya símbolo irremplazable de la esencia y la fibra que cimentaron los Estados Unidos tal como los conocemos. Fue, sin duda, una persona coherente con su estilo de vida y sus principios. A lo largo y a lo ancho del territorio estadounidense aparecen homenajes a quien fuera admirado durante décadas en las pantallas. Probablemente, el más curioso sea el haber bautizado -en 1979- con su nombre al aeropuerto del Condado de Orange, en California, donde una estatua del protagonista de La diligencia recibe a los viajeros.

Quizá un buen cierre sean las palabras del célebre director Robert Aldrich. Convocado en ocasión de la entrega a Wayne de la Medalla de Oro del Congreso (máxima condecoración civil otorgada por los Estados Unidos a quienes hayan contribuido decisivamente a la cultura estadounidense), Aldrich declaró:
“Es importante que ustedes sepan que soy (miembro del partido) demócrata (…) No comparto punto de vista político alguno con ‘El Duque’. Sin embargo (…), John Wayne excede con mucho los parámetros ideológicos de nuestra sociedad. Por su coraje, su integridad, su dignidad y por su talento como actor y su fortaleza como líder, su calidez como ser humano a lo largo de su ilustre carrera, ocupa un lugar único en nuestros corazones y en nuestras mentes. En esta industria solemos juzgar a la gente, a menudo, injustamente (…) Estoy orgulloso de considerarlo mi amigo y estoy totalmente de acuerdo con que mi Gobierno reconozca la contribución que el señor Wayne ha realizado a lo largo de su vida.”
En época de endebleces morales y tibiezas éticas, John Wayne es un ejemplo al que conviene acudir.
En una entrevista concedida a la prensa, el nieto sacerdote de John Wayne, Matthew Muñoz contaba: “Cuando éramos pequeños íbamos a su casa y sencillamente pasábamos el rato con el abuelo, jugábamos y nos divertíamos. Una imagen muy diferente de la que tenía la mayoría de la gente de él”.
El sacerdote, que vive actualmente en California, recordó que la primera esposa del actor –y su abuela- Josefina Wayne Sáez fue el principal instrumento que Dios utilizó para evangelizar a la estrella del cine. De origen dominicano, Josefina “tuvo una maravillosa influencia sobre la vida de mi abuelo, y lo introdujo en el mundo católico”.
John Wayne se casó con Josefina Sáez en el año 1933. Tuvieron cuatro hijos; el menor de ellos, Melinda, es la madre del Padre Muñoz. John se divorció de Josefina años más tarde. Por su fe católica, la joven decidió no volver a casarse hasta la muerte de su ex marido, por cuya conversión rezó siempre a Dios.


Eterna añoranza, 
señor Wayne

El protagonista de películas como 'Centauros del desierto' o 'El hombre que mató a Liberty Valance' es una de las presencias más grandiosas de la historia del cine

Se llamaba Marion Robert Morrison, nombre escasamente cinematográfico. Sonaba mucho mejor John Wayne. Este martes hizo cuarenta años que se largó de este mundo. Creo que tenía 72 años, pero parecía invulnerable, era la imagen de la fortaleza, costaba imaginártelo devastado física y mentalmente, en una silla de ruedas o en estado vegetativo. Durante toda su vida estuvo afiliado a la derecha más dura, militó en la Legión Americana y en la Asociación Nacional del Rifle, apoyó las siniestras listas negras durante la caza de brujas que montó aquel delincuente tan patriotico llamado McCarthy, defendió hasta la militancia la intolerable guerra de Vietnam y la glorificó en Boinas verdes, la única y mediocre película que dirigió. Cuentan de él que siempre fue inquebrantable amigo de sus amigos, todas su esposas fueron de ascendencia latinoamericana, le gustaba beber y fumar. Dicen que el cáncer que le mandó al cielo, al infierno o a la nada fue consecuencia de la radiación a la que se expuso durante el rodaje de El conquistador de Mongolia, esa desmesurada osadía en la que se atrevieron a algo tan improbable como que Wayne interpretara a Gengis Kan.

De Wayne, aseguran los puristas de la interpretación, los antiguos apologistas de la expresión corporal, los feligreses del Método, que este hombre solo era capaz de interpretarse a sí mismo, que era nula su capacidad para desdoblarse, que no poseía matices, que siempre hacía de John Wayne. Estoy de acuerdo. Por eso me gusta tanto. También puedo admirar a los grandes camaleones. Pero lo del amor es ootra cosa. Y Wayne me resulta una de las presencias más grandiosas de la historia del cine, alguien que me hipnotiza permanentemente y al que quiero, que me hace comprar la entrada por el placer de verle y oírle, que desde la sobriedad gestual me ha regalado muchas e impagables emociones. Y por supuesto, acusan al personaje real de fascista. Probablemente lo fuera. Pero eso es algo que jamás percibo en el arte que despliega su personalidad en una pantalla. Y ese fulano es legal y fuerte, inspira confianza, te sentirías bien con él en el peligro y en la fiesta. Y puede interpretar a gente atormentada o en derrota, pero es imposible que te lo puedas creer como villano. Le ocurre lo mismo que a los extraordinarios James Stewart y Henry Fonda (y no me olvido de esa tontería dormitiva de Leone titulada Hasta que llegó su hora. Son mis actores favoritos. Junto a Cary Grant y Robert Mitchum. Pero estos si podían ser perversos. Pruebas sublimes de ello: La noche del cazador, El cabo del terror, Encadenados. Y constato que todos ellos pertenecen a la misma época, en la que se rodó el mejor cine que ha existido. Perdón, el que más me gusta a mí.

Cuentan que los majestuosos andares de Wayne los copió de John Ford. A cambio, Wayne fue el transmisor ideal del universo y los sentimientos de ese inigualable poeta del cine, de ese señor que se presentaba desdeñosamente una y otra vez como un profesional que se limitaba a hacer su trabajo, que no tenía nada que ver con el lirismo ni con el arte. Ford se refería a Wayne como “ese pedazo de carne”, pero está claro que su relación, más allá del trabajo, debió de ser paterno filial. Y Ford debía de ser un padre duro, mordaz y gruñón. Rodaron juntos 12 películas, memorables casi todas. Y tres obras obras maestras. Muy tristes dos de ellas y otra un canto luminoso a la alegría de vivir. Pocas tragedias comparables a la de Ethan Edwards en Centauros del desierto y la de Tom Doniphon en El hombre que mató a Liberty Valance. El primero, más solo que la una bajo el sol del desierto en el escalofriante plano final. El segundo, quemando la casa que significaba el triunfo de sus sueños, matando a su enemigo a traición y desde la oscuridad, sabiendo que eso significa renunciar para siempre a la mujer que ama. En la maravillosa El hombre tranquilo, la plenitud acaba triunfando en ese paisaje mágico después de habérsela trabajado mucho el boxeador atormentado y la mujer que no quiere renunciar a su sagrada dote. Y por supuesto que en los tiempos actuales Ford no podría haber contado esa historia. O sería crucificado.

Wayne también trabajó en cinco ocasiones con Howard Hawks, otro creaor que está más allá del elogio. Que divertida y emocionante es ¡Hatari!. Como es la ronda por el pueblo, acechados por todos los peligros, de Wayne y Mitchum, ambos lisiados, en El Dorado. Wayne solo recibió un Oscar, que sonaba a honorífico, por su admirable composición de ese cazador de recompensas, viejo, alcoholizado y tuerto, en Valor de ley. Yo se lo hubiera dado todos los años. El gran reaccionario era el tipo más auténtico y épico cuando le filmaba la cámara. Y la cámara no miente. Siempre acaba revelando la verdad. Su amor hacia determinados intérpretes está justificado.

BIOGRAFÍA DE JOHN WAYNE

John Wayne & Celebrity Ensemble - God Bless America

God Bless America
Kate Smith

God bless America, land that I love
Stand beside her and guide her
Through the night with the light from above
From the mountains to the prairies
To the oceans white with foam
God bless America, my home sweet home
God bless America, land that I love
Stand beside her and guide her
Through the night with the light from above
From the mountains to the prairies
To the oceans white with foam
God bless America, my home sweet home
From the mountains to the prairies
To the oceans white with foam
God bless America, my home sweet home
God bless America, my home sweet home

Dios bendiga a América, tierra que amo
Párate a su lado y guíala
A través de la noche con la luz de arriba
De las montañas a las praderas
A los océanos blancos de espuma
Dios bendiga a América, mi hogar dulce hogar
Dios bendiga a América, tierra que amo
Párate a su lado y guíala
A través de la noche con la luz de arriba
De las montañas a las praderas
A los océanos blancos de espuma
Dios bendiga a América, mi hogar dulce hogar
De las montañas a las praderas
A los océanos blancos de espuma
Dios bendiga a América, mi hogar dulce hogar
Dios bendiga a América, mi hogar dulce hogar