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lunes, 20 de enero de 2014

PUESTOS A SOÑAR: LA IGLESIA DEL FUTURO



PUESTOS A SOÑAR
La Iglesia de mis sueños
REDACCIÓN DE ECLESALIA

MADRID.



Imagínate que un buen día de primavera te levantas por la mañana y después de lavarte y desayunar bajas al buzón para recoger el correo. Imagínate que sólo encuentras una revista de la que nunca antes habías oído hablar. Imagínate que después de mirar en su interior te das cuenta de que está fechada en abril del año 2033. Imagínate que en uno de sus artículos encuentras reflejadas todas tus esperanzas de la Iglesia que vives y amas profundamente.

Pues eso mismo es lo que yo soñé hace poco, pero lo más sorprendente de todo es que al despertar me encontré la misma revista que había soñado encima de la mesilla de mi cama, abierta en la página de aquel artículo sobre la Iglesia.

Esta es la Iglesia de mis sueños:


EL PAPA JUAN XXV ANUNCIA SU RETIRADA
EN LA INAUGURACIÓN DEL AÑO JUBILAR



Medellín, Colombia.
Lunes 18 de abril de 2033

En la mañana del día de ayer, primer domingo de Pascua, el papa Juan XXV inauguró a las afueras de Medellín el jubileo del 2000 aniversario de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Desde la ventana de su ordenador personal millones de cristianos de todo el mundo asistieron en directo al acontecimiento. En la plaza de la ciudad colombiana se congregaron miles de personas para escuchar la que hoy sabemos fue su última aparición pública. El papa aprovechó el acto para hacer un repaso a la actualidad de la Iglesia que después del concilio Vaticano III, inaugurado por su predecesor Juan XXIV, se ha visto revitalizada en su fondo y en su forma.

Sus palabras fueron dirigidas en primer lugar al grupo de mujeres ordenadas sacerdotes la semana pasada en distintas ciudades del mundo en presencia de los hijos y esposos de la mayoría de ellas y de los familiares y amigos de las que han decidido vivir el celibato. Como saben es el primer grupo de mujeres que accede al sacramento del Orden después de que el concilio aprobara el diaconado femenino. El Papa Juan recordó a Ludmila Javorova, que el año 1970 fue ordenada sacerdote por el obispo Félix María Davidek, en la antigua nación de Checoslovaquia cuando la dictadura comunista hacía que casi fuera imposible mantener la fe de los cristianos de aquel país europeo. A finales del siglo XX se le negó la validez de su ordenación y ayer el papa Juan pidió perdón por los errores del pasado y abrió el proceso de su canonización a petición popular. Las nuevas sacerdotes procedentes de los cinco continentes, recibieron del papa palabras de ánimo y reconocimiento por la labor desarrollada en estos últimos años a favor de la igualdad de oportunidades para todas aquellas personas que profesan la misma fe en Jesús. Les propuso el ejemplo de María Magdalena, testigo privilegiado de la resurrección, que a buen seguro acompañará los pasos de las 700 ordenadas en su trabajo pastoral.

En la ciudad de Medellín el papa Juan se refirió también a los museos, fundaciones y organismos creados en la ciudad del Vaticano tras su partida definitiva de la ciudad de Roma. Los muchos tesoros y riquezas artísticas acumulados después de tantos siglos de institución eclesiástica poderosa están siendo bien administrados por seglares comprometidos y expertos en gestión de bienes, de tal modo que los beneficios obtenidos por las visitas turísticas están sirviendo desde hace años para propiciar una educación básica en todos los países del planeta. Las diócesis de todo el mundo siguieron el ejemplo del Vaticano hasta el punto de que, hoy en día, la analfabetización ya sólo se encuentra en los libros de historia.

La disminución del poder de la Iglesia en las sociedades modernas ha generado una mayor cordialidad y cercanía con el mensaje del Evangelio. Este año jubilar puede ayudar a que muchas personas descubran las comunidades cristianas de su localidad y empiecen a compartir el Espíritu que las anima. El papa Juan se refirió a todas ellas y las animó a generar a su alrededor ámbitos de fe, esperanza y amor. Los edificios parroquiales albergan multitud de actos culturales y sociales de tal forma que los cristianos comparten en ellos la expresión de su fe junto con manifestaciones artísticas que van desde el teatro clásico a la poesía contemporánea, pasando por la música, las conferencias y los debates más diversos.

En su alocución el papa Juan recordó a los hombres y mujeres que comparten su vida en auténtica pobreza, dedicados a la oración y al trabajo en renovados monasterios y conventos, ofreciendo a su alrededor verdaderas escuelas de paz interior y de retiro espiritual. A estos lugares acuden los que, como la samaritana del relato evangélico, tienen sed de vida verdadera. La vida consagrada resolvió por fin tomarse en serio lo de “volver a las fuentes” recogiendo lo mejor de sus distintas tradiciones. Hoy en día podemos encontrar diversidad de formas de entrega más allá de los tradicionales votos de “especial consagración”.

Junto con los patriarcas ortodoxos y los pastores luteranos Juan XXV firmó, a los diez años del concilio, la unidad de los cristianos retirando atribuciones heredadas de sus antepasados tales como “sumo pontífice” y “santidad”. El papa es considerado como “primus inter pares”, es decir, el primero entre iguales, de tal forma que el Evangelio de Jesús es acogido por todos los cristianos como la fuente de vida y entre todos tratarán de comprender los signos de los tiempos. Existen distintas sensibilidades cristianas pero todas ellas marcadas por la unidad en la diversidad. El papa Juan recordó en la mañana de ayer a tantos hombres y mujeres que en los primeros años del siglo XXI trabajaron por la unidad, de manera especial a las comunidades de Taizé extendidas hoy por todo el mundo

Desde la experiencia de estos veinte años después del concilio Vaticano III, el papa Juan se refirió también a la riqueza que supone vivir el sacerdocio en familia. Si bien la tradición católica oriental veía con buenos ojos que los sacerdotes estuvieran casados, a comienzos del siglo XXI era una práctica perseguida por la ley canónica en todo el occidente católico. Después del concilio se optó por que el celibato fuera opcional y, desde entonces, reconoció el papa, se ha podido experimentar cómo los sacerdotes y obispos casados han contribuido a acercar el evangelio a lo cotidiano, a lo que viven la gran mayoría de los cristianos. Aunque ya el Vaticano III reconoció la valía de los primeros ordenados que apostaron por esta forma de sacerdocio y que fueron excluidos de sus funciones, el papa Juan reiteró la petición de perdón que ya hiciera el concilio.

La estructura eclesial ha experimentado en estos años las ventajas de la relación fraterna y horizontal entre comunidades cristianas, en constante diálogo y búsqueda de lo común, con respeto a la diversidad de experiencias de fe y análisis teológicos. Los párrocos y obispos son elegidos por los fieles como en los primeros tiempos y ya nada impide que cualquier cristiano maduro y responsable, sea hombre o mujer, pueda ser convocado para animar las comunidades cristianas según su vocación en la variedad de ministerios de servicio a la comunidad.

La labor de la Iglesia en la defensa de la Paz y la resolución no-violenta de los conflictos ha sido muy importante en estos últimos años. La Iglesia ha trabajado incansablemente por el respeto a la dignidad humana, por encima de cualquier circunstancia, y por la transformación profunda de las relaciones sociales, para que la paz se asiente sobre una sólida base de justicia, igualdad y libertad para todas las personas y pueblos. El papa Juan se refirió a los conflictos del pasado que asolaron nuestro mundo y se manifestó esperanzado por que los cristianos sigan siendo verdaderos constructores de la paz, paz entre los pueblos y los individuos y paz del ser humano con la creación.

A pesar de la desorientación que causó su decisión de abandonar la ciudad del Vaticano hace quince años, el papa ha visto cómo poco a poco se ha reconocido como un acierto hacer que su sede fuera itinerante. Después de este largo recorrido por la geografía de todo el mundo, al terminar su discurso, Juan anunció su intención de retirarse a su ciudad natal y terminar sus días en la comunidad cristiana que le vio alejarse para tomar el rumbo de la Iglesia.

Ayer comenzó el Jubileo extraordinario por los 2000 años de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. El papa Juan XXV convocará hoy el cónclave de obispos, patriarcas, pastores, presbíteros, teólogas y teólogos representantes de todos los países del mundo y de todas las sensibilidades cristianas, según el número de fieles. Después de que el concilio suprimiera los títulos añadidos de “monseñor” o “cardenal”, serán ellos y ellas los encargados de elegir al nuevo o la nueva responsable de animar la fe de la Iglesia.

Ante nosotros un año jubilar para celebrar la alegría de la resurrección de Cristo y la resurrección de su Iglesia, una y verdaderamente universal y llena de esperanza en el futuro.



UNA IGLESIA CIRCULAR, CON LA IMPORTANCIA QUE TIENE CADA PUNTO DEL CÍRCULO PARA QUE ÉSTE EXISTA Y TENGA CONSISTENCIA, DE MANERA QUE SEA TESTIGO EN LA SOCIEDAD DEL JESÚS TRANSFIGURADO QUE CAMINA ‘ENTRE’ Y ‘CON’ NOSOTROS, AL QUE ENCONTRAMOS EN EL OTRO/A’.


LA IGLESIA DEL FUTURO
Publicado en ALANDAR, 1994. 


La Iglesia del futuro, que yo entreveo, podría ser así: El estamento clerical desaparece, se forman comunidades por doquier, finalmente son presbíteros hombres y mujeres célibes, hombres y mujeres casados. Así aparecerá ante el mundo la Iglesia, como sacramento universal de salvación, que hoy no aparece.


El pueblo de Dios será todo él corresponsable, incluso en las decisiones más importantes que convenga tomar. La Jerarquía se hará pequeña, servidora, sierva, humilde, toda ella al servicio de la fraternidad. Y desaparecerán del horizonte los títulos y los honores mundanos, con los que hoy se rodea. Las diócesis serán más pequeñas, más humanas donde las relaciones fraternales resplandezcan, que hoy no existen, lamentablemente. Ya no habrá "el clero", habrá hermanos de todos los estados, ejerciendo el ministerio presbiteral.

La comunidad; las comunidades cristianas y los cristianos se meterán en el mundo, que el Señor quiere salvar, como un "fermento", como una fuerza, que llega de lo alto y, en la vida pública, darán todos testimonio del Señor Jesús resucitado. Cabeza de la Iglesia, gobernada por el Espíritu del Señor.

La actual praxis de vida sacramentalista, rutinaria, sociológica se acabará y habrá celebraciones de la fe y de la vida reales, participativas, en las que el reino de Dios se exprese. Serán verdaderas celebraciones de la fe, comprometidas con la fe y la evangelización del mundo.
Las iglesias serán lugares de reunión de todas las pequeñas comunidades, que proliferarán en todo el mundo. No se cobrará por el culto, porque todos verán como un escándalo cobrar dinero por la celebración de la Eucaristía, por la memoria de Cristo crucificado y RESUCITADO. El tono de las celebraciones será verdaderamente festivo y muy alegre, como conviene a quien de verdad cree en Jesús resucitado.

Ya no habrá el centralismo, que hoy vemos en Roma, en el Vaticano. Desaparecerá toda la pompa mundana, que hoy rodea al que es Vicario de Cristo y todo será más sencillo, más evangélico, más verdadero. Que se acabarán los títulos mundanos del papa se va a hacer una cosa evidente. Hoyes casi imposible acabar con la actual máquina de la Curia, con este centralismo romano y con esta prepotencia que no corresponde al proyecto de Jesús sobre la Iglesia. Sólo Jesús es el Soberano, el Señor, el Mesías. Los demás somos siervos, servidores, pequeños, hijos todos del Padre, todopoderoso y eterno. Todos guiados por el Espíritu del Señor.

Los funerales se convertirán en días de esperanza y en el deseo de compartir la alegre y clara resurrección del Señor. No habrá ya ambiente de luto, sino que la muerte de un hermano se convertirá en fiesta, en la celebración de la resurrección de Jesús, que nos ha precedido en el triunfo, en la victoria sobre la muerte.

La Iglesia del futuro, desclericalizada y hecha toda ella Pueblo de Dios, será verdaderamente capaz de evangelizar.
La Iglesia del futuro será toda ella misionera y se acabarán las divisiones entre los bautizados de las actuales confesiones, que duran ya hace siglos vergonzosamente.
La unidad de todos los cristianos en Cristo, el Señor, favorecerá la conversión del mundo y la compenetración y transformación del mundo, que poco a poco se convertirá en el reino de Dios.

Actualmente, estamos atascados, sin saberlo, y el cristianismo pierde vigor en un mundo secularizado (no secularista), que espera tener un alma, el espíritu del genuino cristianismo, que es luz del mundo y sal de la tierra. Como estamos hoy la Iglesia no es comunidad y así no puede iluminar al mundo ni salar la tierra. Los sacerdotes todos, célibes, casados, mujeres se alimentarán de su trabajo y, en la mayoría de los casos, esto será lo normal. En algunos casos puede darse una liberación total de las correspondientes profesiones. Serán pocos. Aquí, San Pablo es una pauta y un recuerdo de cómo se puede anunciar el Evangelio gratuitamente, trabajando como él lo hizo, tejiendo lonas. Es bueno el servicio gratuito al Evangelio. Esto cambiará el modo actual de vivir los ministros ordenados, a quienes se les paga por el servicio apostólico. Esto ha hecho mal al sacerdote y conviene cambiar el modo de vida. Así no se filtrarán en el ministerio hombres vagos e incluso perezosos. Hay, en algunos sacerdotes, gente poco luchadora y poco trabajadora, que no pueden anunciar el Evangelio porque no saben vivirlo gratuitamente.

El rostro de la Iglesia cambiará y, por fin, tendremos una Iglesia, Pueblo de Dios, misterio y vida, como quiso el Concilio Vaticano II.

La vida religiosa florecerá en la Iglesia y estarán los consagrados más a tono con los signos de los tiempos, sin tantas pequeñeces, que, a veces, tienen. Tendrán las instituciones de vida consagrada un tono más alegre, más humano, más compenetrado con el mundo y entenderán que la vida consagrada será una obediencia fiel, inteligente, generosa al Espíritu.

Florecerá la oración en toda la Iglesia y aumentará el número de místicos, que hagan la experiencia de Cristo resucitado y de Dios, Creador y Padre.

A una Iglesia así, transformada en imagen del Señor resusitado vendrán los jóvenes y habrá más vocaciones a la vida consagrada. No hay duda. Los centros de formación bíblica, teológica, humana, integral serán en la comunidad cristiana algo así como los actuales profesores del Instituto de Pastoral de Salamanca en Madrid. Hombres despiertos, modernos, implicados en la vida de fe y en la evangelización. Hombres del Espíritu y no académicos, que no se comprometen con la realidad, sino que se debaten, a veces, en la abstracción.

Siempre hubo santos en la Iglesia, los hay en este actual modelo decrépito en la Iglesia. Yo sueño que en una Iglesia, que se constituya y viva como Pueblo de Dios, como auténtica comunión de hermanos, florecerán todavía más los santos, esos hombres y mujeres, que encarnan el Evangelio en cada tiempo y lugar.
Una Iglesia así aparecerá menos "formal", pero mucho más efectiva, como testimonio vivo del Evangelio, como evangelizadora, como luz del mundo. Hoy, la Iglesia oficial oscurece la posible vida del cristianismo, haciéndose representantes de la comunión los jerarcas y los sacerdotes, que, con mucha frecuencia, desconocen olímpicamente los carismas de los fieles, riquísimos, y que, a veces, tratan ellos de monopolizarlos todos como si el Espíritu no tuviera libertad de concederlos donde quiera y como quiera.
Hoy, la gente está convencida de que no tiene carisma y de que los jefes son los sacerdotes y los obispos, esperando de ellos no una guía fraternal sino autoritaria de los llamados pastores.

El pastor ha de ir delante de la grey, pero no tanto con la autoridad vivida como poder, sino vivida como servicio gratuito, respetuoso, humilde. Así lo hizo el Señor Jesús, que vino no a ser servido sino a servir.
Qué duda cabe que una Iglesia así atraerá a tantos hombres honestos, que buscan la verdad y el sentido de la vida y viven perdidos, sin un punto de referencia claro al que acudir para satisfacer sus ansias de verdad, de profundidad, de realización humana.

Una Iglesia así mantendrá siempre lo "esencial", que es la conversión permanente a Dios y un empeño fiel a las exigencias de la fraternidad, al compartir la vida y los bienes de todo tipo. Se acabará el individualismo Y la fe se vivirá, como es natural, en comunidad, en comunión.
No se tendrá lo que hoy intentan los jerarcas y el mismo papa, una Iglesia fuerte, poderosa, por el camino de la autoridad, sino una Iglesia pobre, sencilla, misericordiosa, pero mucho más vigorosa que la Iglesia actual que parece sostenerse fuerte sólo por el poder. Así no marcha la Iglesia.

El poder del la Iglesia es la cruz, la abnegación, la autenticidad, el poder de Cristo resucitado, el poder de la verdad y del amor. Pareciera que la Iglesia de hoy desmiente la fe, que muchos, tal vez muchísimos ponemos en el Resucitado, en los medios pobres, en el Espíritu, y quieren sustituir estos valores evangélicos por el poder vivido mundánamente. Alguien me dijo: el poder es algo demoníaco. De momento me extrañó la expresión, pero pronto me di cuenta de que, efectivamente, el poder como dominación del otro es verdaderamente demoníaco. La prueba la tenemos en la cruz de Cristo, que ejerce un poder espiritual infinitamente mayor que el poder mundano. Jesús, desde la cruz, nos atrae. El poder mundano no atrae a nadie.

Yo creo en esta Iglesia del futuro, esbozada ya en el Concilio Vaticano II, y espero que se pondrá en marcha esta hermosa realidad.

Actualmente, yo veo en la Iglesia un poder central cerrado y embriagado de autoridad y veo también muchas y variadas fuerzas vivas y pujantes, en toda la Iglesia. ¿Quién vencerá? No hay duda. Vencerán las fuerzas del progreso, las que traen esperanza al mundo y a la propia Iglesia, y el aparato del poder, hoy fuertemente sentido por muchos, será humillado y abatido. Me vienen aquellas palabras del Magnificat: "Su brazo intervendrá con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes, derriba del trono a los poderosos y exalta a los humildes. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos".

Hay, ciertamente, gente de muy buena fe en el poder eclesial de hoy, pero yo veo que están equivocados y ejercen el poder y la autoridad como si ellos fueran dueños de la Iglesia, olvidando que el dueño de la Iglesia es Jesús, que la Iglesia es de Jesús, no del papa de turno. Ha de quedar bien claro en el sueño de una Iglesia para el futuro que el Señor de la Iglesia es Jesús y nadie más que El. Los demás somos hermanos con distintas funciones en la comunidad eclesial, pero sin ejercer indebidas presiones sobre la libertad de los demás. Autoridad sí, pero ejercicio humilde y servicial, respetuosa de la misma. Golpes como los que ahora estamos recibiendo de Roma no nos convencen. Se hace con pretexto de la doctrina y de la obediencia, pero, en el fondo, es un abuso de poder, ejercitado no fraternalmente sino impositivamente. La Iglesia de Jesús vive del Espíritu, no de la autoridad, que también ella ha de obedecer al Espíritu en el gobierno de la Iglesia de Jesús. Hoy existen trampas, secretismos, sistemas nada claros, que turban el desarrollo espiritual de esta fraternidad, que es la Iglesia. 

Yo he sufrido mucho en mi vida de enfermo y no puedo permitirme el lujo de mentirme a mí mismo. Yo digo con libertad lo que pienso, lo que siento, lo que deseo, sin muchos rodeos, sino clara y lisamente. Estoy cansado de una Iglesia diplomática. A mí lo que me atrae es la verdad de Jesús y nada más y caiga quien caiga. ¿Para qué si no leer el Evangelio, la Escritura, el Concilio y captar el movimiento profundo de nuestra cultura, que, en el fondo, se hace más adulta y camina hacia adelante? Es necesario que la Iglesia esté en la historia y, con el modelo actual, no acaba de estar en ella. Es verdad que el papa es bueno, generoso, apostólico, pero, a veces, da la impresión de obsesionado por unos temas determinados y que, tal vez, se deja llevar e influenciar por las fuerzas más retardatarias de la Iglesia, así se camina hacia una especie de restauración que destruye el porvenir histórico del cristianismo. En cambio, el papa actual no acaba de recibir el profetismo de algunas personas pujantes y espléndidas del cristianismo.

Esto desequilibra la Iglesia y ésta no va bien. Impera un conservadurismo en la Iglesia, que no la conservación de los valores permanentes, que esto sería lo bueno.

El progreso está hoy obstaculizado en la Iglesia, aparecien do ésta no con la libertad de Jesús de Nazaret sino con el miedo y las "seguridades doctrinales", que impiden, de hecho, dar paso al "mensaje" de vida del cristianismo.

Yo no sé cómo se resolverá esto. Al final, yo espero que triunfe la verdad de Dios, que es la verdad del hombre. Lo dejamos todo en manos del Espíritu, que El conduce a la Iglesia, a través de los siglos, por caminos secretos y misteriosos, desconocidos por nosotros, pobres hombres mortales.

¡Señor, que triunfen la Verdad, el Amor, la Comunión fraternal, el servicio al mundo!
Así sea.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

POR QUÉ YA NADIE QUIERE IR A LA IGLESIA Y POR QUÉ HAY TANTO DESINTERÉS (Why Nobody Wants to Go to Church Anymore)



























No conocemos ningún estudio en España que haya preguntado a un número importante de personas "por qué dejó usted de ir a la iglesia". 

Pero analizar estudios de este tipo en Estados Unidos, aunque se desarrollen en ámbitos protestantes, puede servir para dar algunas orientaciones antropológicas que indican que hay otras causas más profundas.

Tom y Joani Schultz, autores hace unos años de un libro sobre lo malos que son los sermones en las iglesias (“Why Nobody Learns Much of Anything in Church Anymore”, es decir, "Por qué casi nadie aprende ya nada en la iglesia"), acaban de publicar otro titulado "Por qué ya nadie quiere ir a la iglesia" ("Why Nobody Wants to Go to Church Anymore). Se basan en varios estudios y en ambientes protestantes -a veces conservadores, a veces liberales-, y observan razones logísticas y sociales (los deportes de los niños son el domingo, los hábitos de ocio, etc...). Pero al final destacan 4 causas "de fondo" para dejar la iglesia, que pueden aplicarse bastante también a la realidad católica. 

Las causas profundas son estas 4:

1) Muchos sienten que en las iglesias otras personas les juzgan; o piensan que les van a juzgar, y no quieren sentir que les juzgan.

No se trata tanto de que realmente haya muchos "metomentodos" juzgando a los demás en las parroquias, como de que los alejados lo sientan así, o lo teman. 

La solución eclesial eficaz, dicen los autores, ha de ser la insistencia en que la Iglesia acoge y acepta a todos tal como llegan, en su estado actual, independientemente de que la Iglesia y Dios no estén de acuerdo con todo lo que hacen. 

Dicho de otra forma: hay que repetir lo de "acogemos a cada pecador ya, tal como viene; más adelante, juntos iremos tratando su pecado". Se requiere, dicen, una "hospitalidad radical". 

2) La gente reclama el derecho a hablar y ser escuchada; sienten que en la iglesia sólo habla el cura o pastor y que nadie les escucha.

En el Occidente actual, todo el mundo está acostumbrado a opinar de todo: los vendedores de cualquier tienda escuchan con sonrisas todo lo que quiera decir su cliente; en el colegio hay debates y desde niño cualquier alumno interviene para decir al profesor lo primero que se le ocurre; los periódicos en Internet están llenos de comentarios de gente que en realidad no han estudiado ni conocen los temas que comentan...

El resultado es que estas personas llegan a la iglesia, sea a una misa católica o a un culto protestante, y allí no tienen nada que decir. No hay ningún momento para que hablen, se expresen.

De hecho, en algunas publicaciones protestantes se señala que los católicos lo tienen algo mejor: al menos en misa los católicos recitan respuestas, rezan en voz alta, etc... En muchos cultos protestantes (sobre todo los no carismáticos) deben limitarse a escuchar al pastor y cantar himnos, por lo que en cuanto se cambian las canciones o se usan cantos difíciles, no hay nada que hacer. (Los varones suelen quejarse de que las canciones son cada vez más agudas, sólo para mujeres, por ejemplo).

El caso es que los sociólogos detectan que la gente quiere hablar de sus sentimientos religiosos, formular sus preguntas y dudas, sentirse escuchados, que no se desdeñen sus dudas con un "no me moleste usted" o "búsquelo en el catecismo" o "no necesita usted saberlo"...

Por supuesto, eso no puede hacerse en una misa. Así que la Iglesia debe ofrecer otros espacios, el espacio en que la gente habla y se siente escuchada. 

¿Puede cada párroco escuchar a sus 2.000 o 3.000 o 30.000 parroquianos con esa escucha atenta, dejándoles hablar? Es evidente que no. Por lo tanto, la respuesta ha de pasar porcrear grupos pequeños de laicos, donde todos pueden hablar y todos se sienten escuchados. 

El éxito de métodos como Cursos Alpha, Células de Evangelización Parroquial, grupos carismáticos, el Camino Neocatecumenal, los grupos scouts (adolescentes y adultos), etc... tiene que ver con esto: el grupo donde se puede hablar y sentirse escuchado.

3) Mucha gente se aleja de la iglesia, o no se acerca a ella, porque piensa que "los cristianos son unos hipócritas".

Por supuesto, los hipócritas son "los otros". "Yo" nunca soy hipócrita.

Lo cierto es que los cristianos nunca serán suficientemente virtuosos para los exigentísimos estándares de los "alejados". 

No importa cuánto bien hagan los cristianos de su parroquia o entorno; el alejado caza-hipócritas siempre encontrará algún cristiano que no es suficientemente bueno para él y "además va de cristiano". Y si no encuentra alguien así en su entorno, lo encuentra en los medios de comunicación: un cura estafador, un religioso que cometió un crimen... O en el pasado. "No voy a misa porque hace 5 siglos la Inquisición, Galileo, etc, etc..."

La mejor estrategia para la Iglesia es la de siempre del cristianismo: repetir que "esta no es una casa para perfectos, sino un hospital para enfermos". 

Eso implica admitir esas "enfermedades": si hay pecado, se dice, se admite y se combate de forma realista. 

Y la Iglesia ha de fomentar además la humildad real, la sencillez y la participación. El Papa Francisco da "imagen de humildad" a muchas personas alejadas, y eso les atrae. 

4) Muchas personas se alejan de las iglesias porque creen que Dios está "distante", "o muerto", o "es irrelevante"; muchos dicen "no noto a Dios". 

Mucha gente que no va a la Iglesia sí que cree en Dios, pero no se trata con Él, no significa nada. En entornos católicos, son incontables los casos de personas que dicen que "iba a misa pero no me decía nada", o "las monjas en mi colegio eran encantadoras, pero a Dios nunca lo he visto, ni tratado". 

La respuesta aquí es el kerigma, el anuncio fuerte de que "Cristo ha resucitado, te salva de la muerte y del pecado y cambia tu vida", o bien que "Dios te ama y te perdona, de forma personal, a ti". 

Cursillos de Cristiandad, Cursos Alpha, el Camino Neocatecumenal, el seminario de las Siete Semanas de la Renovación Carismática, los Talleres de Vida y Oración y otras iniciativas de kerigma consiguen suscitar a menudo ese "encuentro personal con un Cristo vivo" que tantas personas han experimentado. 

Cuando alguien dice "creo en Dios, pero no es relevante en mi vida" no quiere que le respondan "claro que es relevante: exige una moral elevada que deberías practicar"; eso no le atrae ni le cambia. Por el contrario, necesita que le digan: "claro que es relevante, haz la prueba, abre tu corazón y pide a Dios que venga a tu vida, déjate transformar por Él, porque Él te ama y quiere estar contigo y cambiarlo todo". 

Hay algunas personas que quizá se asustan al pensar en un Dios cercano: "si le abro la puerta a Dios, entrará demasiado y se quedará como un okupa en mi casa".

Pero son pocas comparadas con las que piensan: "Dios no tiene nada que ver con mi vida y mi casa y no creo que Él piense mucho en mí; yo tampoco pienso mucho en Él". Por eso, un encuentro personal es la clave. 

En ese sentido, la Nueva Evangelización insiste, como definía Juan Pablo II, con "nuevos métodos, nuevo lenguaje, nuevo ardor".



VER+: 


Kerigma, Karisma, Koinonía: kekako. En Latinoamérica se ha usado con éxito. Pero en España hay problemas, especialmente, con la acogida y el sentido de comunidad. 



VER+:








lunes, 23 de septiembre de 2013

CÓMO TRATAR A LA GENTE E INTEGRARLA EN LA COMUNIDAD: ACOGIDA ECLESIAL: ÁGAPE


El Papa Francisco indicó que “en el camino, muchas veces difícil, no estamos solos, somos tantos, somos un pueblo, y la mirada de la Virgen, nos ayuda a mirarnos entre nosotros de modo fraterno”.


“¡Mirémonos de un modo más fraterno! María nos enseña a tener esa mirada que busca acoger, acompañar, proteger. ¡Aprendamos a mirarnos, los unos a los otros, bajo la mirada materna de María! Hay personas que instintivamente no tenemos en cuenta, y que sin embargo tienen más necesidad: Los más abandonados, los enfermos, aquellos que no tienen de qué vivir, aquellos que no conocen a Jesús, los jóvenes que están en dificultad, que no tienen trabajo”.




Cómo tratar a la gente 
e integrarla en la comunidad



1 - La acogida es algo central. Con ella mostramos nuestra caridad y diaconía. La acogida incluye tener capacidad de escucha, mostrar gratuidad y ofrecernos con disponibilidad. Sin esto, no somos acogedores.


2- La escucha de las demandas de los fieles. "Unos vienen pidiendo sacramentos, exequias, etc… Otros sólo quieren la catequesis de los niños. Otros tienen cierta religiosidad: quieren bendecir objetos. Otros quieren ayudas materiales. Otros sólo necesitan hablar con alguien. Hay que ver cómo evangelizar cada una de esas demandas. A menudo en las parroquias sólo creamos actividades para los muy habituales, no proponemos nada a estas personas que vienen buscando otras cosas". 

3- Atender el itinerario de la persona. "Implica personalizar las relaciones, saber que cada uno está en una etapa o en un camino distinto . Hay métodos que dan resultado, cosas ya probadas. Por ejemplo, los Cursos Alpha, con una comida y testimonios y lenguaje accesible, no recitando el Catecismo. Son 8 ó 10 sesiones. También funcionan las células de evangelización parroquial: pequeñas células en casas, abiertas a gente que no iría a la iglesia pero que son invitadas a esta reunión semanal en la casa. Tenemos una parroquia con decenas de células. Se pueden crear también círculos bíblicos, comunidades y movimientos de pequeña fraternidad, etc… No basta con decir: “¿quiere ser cristiano?, pues vaya a misa”. Está bien ir a misa pero mucha gente no hará eso por sí sola.

4- Los círculos de compromiso. Hay que reconocer los cuatro tipos de trato que alguien tiene con la iglesia.

-el parroquiano ordinario y practicante
-el de temporada: va si no llueve, son intermitentes
-los de misas, bautizos y comuniones
-los que no tienen ningún contacto con la iglesia.

Y hay que desarrollar formas de llegar a todos ellos y aumentar su fe, formación y compromiso.

5 - Acoger los dones, carismas y capacidades de cada fiel. "El pastor debe ayudar a cada uno a desplegar sus carismas para que crezcan en fe y se vayan integrando en la comunidad. Al recién llegado o alejado hay que inscribirlo en una pequeña comunidad o grupo adecuado para él con un camino de iniciación cristiana que le de un autentico encuentro con Cristo. Es una estructura pequeña personalizadora, que permite lo espontáneo, como es, por ejemplo, la oración en un grupo pequeño". Un cura no puede acompañar personalmente a 300 personas, no puede ser director espiritual cercano y disponible para todos. Basta con un acompañamiento por alguien con sentido común y algo de formación, cosas muy básicas pero en acompañamiento personalizado. 

6 - Formación continua: para clero, laicos, feligreses...

7 -Participación: "hagamos cosas juntos, movamos a la gente, que no sea pasiva, receptora, que usen sus capacidades".

8 -Momentos para proclamar la fe y el Credo; explícitamente. "Sí, lo hacemos en la Eucaristía dominical, pero hay que expresarlo en más momentos. En Toulon hemos bajado la edad de confirmación: antes era con 15 años; ahora con 10 o 11. Pedimos que sea la comunidad la que establezca momentos para profesar su fe ante todos, en voz alta: durante una peregrinación en Lourdes, por ejemplo. Hacemos que proclamen el Credo en público, como en la Vigilia Pascual, ante los hermanos".


Dominique Rey también respondió 
algunas preguntas de los asistentes.

Sobre evangelizar a inmigrantes y musulmanes

"Tenemos comunidades cristianas evangelizadoras de Brasil, Chile, Colombia, etc… nos ayudan a evangelizar a los inmigrantes de esos países en nuestra diócesis. También tenemos unos pocos musulmanes conversos. Y un seminarista que viene del protestantismo. En Toulon, el 15% de los habitantes ya son musulmanes. Nuestro método con ellos es: caridad y coherencia de vida, y proponer la inteligencia de la Fe, proponer la razón y la sabiduría. Hay musulmanes que impresionados por la caridad reflexionan sobre el cristianismo y entonces ven su razonabilidad. Tengo una comunidad que trabaja la presencia directa entre musulmanes. Es arduo, no tenemos decenas de conversiones. Pero ya pasan cosas: cada año tenemos 8 o 10 musulmanes que se convierten. Y bautismos en clandestinidad, en secreto, por miedo a la persecución familiar.

Sobre la adoración evangelizadora 

"La experiencia demuestra que donde hay adoración permanente se genera evangelización. Hay que buscar la fórmula pastoral para ello: que se rece en la adoración por la evangelización de la parroquia, por el apostolado. Los mismo adoradores generan fecundidad misionera. Están, por ejemplo, los Misioneros de la Santísima Eucaristía, que el padre Justo, entre Francia y España, promueve".

Sobre "el puerta a puerta" eficaz: ¡rezando!

"A veces yo mismo salgo a la calle, a evangelizar. O voy puerta a puerta. Pero todo empieza antes, ¡con la oración personal y con la conversión permanente! Eso crea el estado de ánimo que hace que los cristianos sean creíbles y audibles".

Sobre los cristianos en la política

"El cristiano por definición debe estar comprometido con la política en el sentido noble del término. El gobierno de la urbe debe buscar la solidaridad, la subsidiariedad, la defensa de la vida y dignidad humana desde la concepción hasta la muerte. En Toulon hemos lanzado un observatorio sociopolítico para forma la conciencia de los cristianos. Intentamosdar voz a la Iglesia en los medios de comunicación, ahora contra el matrimonio homosexual y la entrega de niños a parejas del mismo sexo. El compromiso político es fundamental en este momento histórico en que se cuestionan cosas básicas". 

Sobre las zonas rurales y los cristianos muy dispersos

"En nuestra diócesis tenemos pueblecitos al norte de 300 habitantes y menos, y además son socialistas, radicales. Son parroquias demasiado pequeñas, el cura solo no puede. Hay que unir allí a los cristianos en torno a monasterios y comunidades. En un clima de desertificación, una comunidad de vida y oración, de tipo monástico o similar, puede dar aliento a los cristianos. Los curas diocesanos nos dicen que para ellos es fundamental poder alimentarse también ellos en este terreno pastoral tan ingrato y árido. Si la parroquia es muy pequeña, creamos también “polos misionales”, un trabajo colectivo donde los curas trabajen y reflexionen juntos". 

Sobre el papel de los nuevos movimientos y comunidades

"Tenemos unas 50 comunidades nuevas en Toulon, algunas más monásticas, otras carismáticas, otras de espiritualidades más clásicas. Y todas ayudan muchísimo a revitalizar la diócesis. Cada año ordenamos a 8 o 10 sacerdotes y la mitad son de alguna de esas comunidades. Antes de acogerlas hay que verificar la autenticidad del carisma, ayudarles a madurar, a integrarse en un territorio concreto, que no estén solos sin conectarse los demás. Los carismas no se yuxtaponen, no han de estar sin contacto: no, al contrario, deben tratarse y colaborar. Si una comunidad solo ayuda a sus miembros es que eso no es eclesial, es que no están al servicio del evangelio. En el seminario todos aprenden a respetarse, conociéndose. Así, han de funcionar como una sinfonía".


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Nuevos movimientos, grupos pequeños, itinerarios de acogida, mucha escucha, salir a la calle, una conversión pastoral completa... así es una diócesis de Nueva Evangelización.