Se acercó a mí uno de los siete ángeles
de las siete copas llenas de las siete últimas plagas
y me dijo: «Ven, que te voy a mostrar a la novia,
a la esposa del Cordero».
Me trasladó en espíritu a un cerro muy grande
y elevado y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén,
que bajaba del cielo de junto a Dios,
envuelta en la gloria de Dios.
Resplandecía como piedra muy preciosa,
con el color del jaspe cristalino.
Ap 21, 9-11
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La amatista o el jaspe ES UN CUARZO, es una de las gemas más populares y antiguas del mundo, que se remontan a la antigua Grecia. Su nombre proviene de la palabra griega «amethystos», que significa sobrio, y hace referencia a la idea de mantener una mentalidad sólida y equilibrada.
Las amatistas se forman en geodas o rocas huecas por la cristalización del agua saturada de minerales, gases y material volcánico. Son duraderas y tienen una dureza de siete en la escala de Mohs, lo que las hace ideales para joyería. La piedra puede tallarse en una gran variedad de formas y se encuentra en varios países. El precio de la piedra depende del tamaño y profundidad del color.
La amatista es un tipo de cuarzo con un rico simbolismo, representando principalmente la sabiduría, la espiritualidad, la protección, LA TEMPLANZA y la paz. Se la considera una piedra que calma la mente, alivia el estrés y la ansiedad, mejora la claridad mental y la intuición, y protege contra energías negativas.
Los primeros cristianos asociaron la amatista con Cristo debido a su capacidad para apaciguar las pasiones físicas y su simbolismo de pureza de espíritu. Se creía que sus tonalidades violáceas y rojizas representaban el sufrimiento y las heridas de Cristo.
CARTA SIN SELLO
A ISRAEL STERN
Sobre la piedra solitaria
De la Ley, fundaste un reino.
Escondiste el rostro
Como Moisés escondió el suyo,
Y oraste cara al muro
Con la disposición antigua
Del que ora.
Sólo hay un error
Que extingue tu mansión.
El mismo que acecha
mi casa
Y despoja al día
Su seguridad de durar.
Es el que inspira
la mano audaz
De los
que llegan
Desafiando
tu fortaleza
Y mi choza.
Una misma tormenta
Roe nuestros huesos.
Es la incontrolable nada
Que no supiste prever.
Esa nada que extiende el
aire
También es un peligro.
Si de ti me olvidaré
Enséñanos a orar bajo la luz
Ofrécenos tus labios
para alcanzar la gracia
Déjanos descansar en la tentación
de tus colinas.
No nos liberes jamás de esta pasión
de tus albas.
Y enséñanos a caminar tu paz
por angostas callejuelas de clavarios
por plateados domos orientales,
por la Cruz que de Gólgota refleja.
Acógenos al amor de tu Templo
tejido con lamentaciones,
peregrinos, humillamos la sandalia
ante el clamor de la piedras.
Inmersa estás en un tiempo
sin consuelo, doncella mandarina
del olivo y la azucena.
Jerusalem. Danos el pan de tus olivos
presente en la paz que ilumina
nuestra comunión de sangres.
Nosotros, los huérfanos de luz.
Oramos por tus resplandores.
Umbilical cordón del mundo.
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